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No es de sangre por Heartshaoi

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Notas del capitulo:

Yaaaaaaaaaaaaaaaaaaas por fin otro cap. por favor no me denuncien por spam n.n Gracias.

 

Espero les guste...

 

 

¡A leer!

(69)

 

Caminaba a paso firme en dirección de la oficina de Hisoka, necesitaba terminar con el trabajo de fin de mes ya, le estaba costando mucho concentrarse en frente de los demás. Eran las fechas por donde recordaba anécdotas del pasado, su corazón le dolía entre la pena, la amargura y una sed de venganza que no había sido consumada. Sus ojos vacíos se encogían al recordar momentos felices, pero nada era suficiente para eliminar el dolor que sufría en aquel mes. Aquel mes de aniversario de la muerte de su única amada…

 

Silva encontró a Hisoka haciendo llamadas, hablando en un idioma diferente muy fluidamente. El pelirrojo al notar la presencia de su jefe se apuró a colgar todo y ponerle toda la atención necesaria, sonreía al momento, sonreía al verle porque sabia como aligerar esa pesada mirada.

-          Jefe, tengo por fin lo que tanto esperaba – dijo con seguridad, esperando una reacción ante la afirmación, y en efecto, la ansiedad con la que lo miraba su acompañante puso la situación tensa – No fue fácil averiguarlo, no fue sencillo dar con todos los involucrados, quienes lo habían vendido están mas cerca de lo que cree…

-          Espero que esta vez sea algo en serio, Hisoka, no puedo permitir que sigas haciendo un trabajo incompetente como la ultima vez… - se detuvo un momento para afilar su mirada – Ya sabes lo que le pasó al último en tu puesto…

Hisoka sudo frio por un minuto, pero sabia que esta vez todo estaba en orden, la investigación había sido un éxito, no permitiría que lo humillasen y torturasen otra vez con amenazas de darle el puesto más bajo entre la comunidad. No quería perder sus privilegios, así que movió todo el mar, cielo y tierra para obtener aquellos documentos, los cuales a penas entregó para comenzar a fumar.

 

Él ya los había leído, y la noticia que tendría su jefe no era nada buena. Había estado buscando pruebas, culpables… ¿Quién podía haber asesinado e incendiado la casa de una mujer hace 11 años? Supo en el momento en que encontró las respuestas, los secretos más profundos de su jefe, podía venderlo, pero moriría antes de abrir su lengua, así que, intimidado y esclavizado en su labor, solo podía pensar en ser de utilidad.

Las manos de Silva empezaron a sudar ¿Por fin sabría quien mató a la mujer de su vida? ¿La madre de su único hijo amado? Sin pensarlo tanto, rompió el sobre y lo primero que vio fue la foto de su horrenda esposa… Las letras en sangría decían – culpable – seguido de un collage de fotos donde Kikyo entraba a la casa de su amante y al salir podía ver el inicio del incendio que terminó con los restos de su cuerpo.

La sangre le subía por montones a su rostro, enojado,  sus ojos estaban oscuros, perdidos, la persona que menos creía había cometido el peor de los actos en contra de él. Se detuvo a cuestionarse como es que a pesar de su influencia nunca había podido dar con esa información, había tantas cosas que desconocía ¿Quién podía ocultar todo aquello de él hasta ese momento? ¿Quién estaría negándole completar su venganza?

Habían pasado tantos años, pensaba en Killua, en su promesa de mantenerlo alejado para no contaminarlo con Kikyo, para salvarlo de ella, porque sabía que era inevitable que esa mujer lo destruya como al resto. Para que luego sea su compañero en el negocio que había formado con su vida…

 

Deseaba matarla en ese momento, deseaba ahorcar su cuello y exterminarla. Estaba tan furioso consigo mismo por haber dejado pasar tantos años que no dudó en pararse rápidamente, y marcharse. No tenia que advertirle a Hisoka nada que no supiera por obviedad, su vida dependía de él, y sabia que como su perro jamás lo traicionaría. De todas formas, matarlo después seria muy fácil.

Hisoka lo observaba, tenso, sintiéndose pequeña cosa ante la imagen de Silva, lo vio marcharse apretando las manos en puños, la piel que siempre veía pálida, lucia quemante de ira...

Suspiró al encontrarse solo, la peor parte comenzaba ahora…

 

 

 

Silva se dispuso a ir a su casa, más temprano de lo normal, estaba acompañado de Illumi, quien para su extrañeza tenia una mirada perdida en el limbo, con una pequeña sonrisa en su rostro. Le hubiera preguntado que le pasaba si tan solo no estuviera perturbado con la nueva información que había recibido.

La mujer que le dio vida a Killua había muerto a manos de su esposa, quería pensar que eran enemigos que habían dado en el clavo hace muchos años, pensó probabilidades de cientos de personas que querían dañarlo. Pero no podía creer que la mujer que había traído al mundo a su primogénito estuviera apunto de morir.  Deseaba terminar todo rápido para sentirse en paz, años de recordar a su querida en el pasado, muerta, deshecha, solo había podido salvar a su pequeño niño albino entre los escombros…

Llegó y camino lento, el tiempo se había detenido entre sus recuerdos, todo sonaba a distancia, las voces de sus demás hijos estaban en otro plano. A lo lejos del jardín veía a  Kikyo con un vestido azul marino, largo que le cubría todos los brazos. La sangre le hirvió al enfocarse en sus sentimientos, deseaba acabarla ahí mismo, con sus propias manos. Pero veía a todos tan cerca que solo tuvo que llamarla para que ella obedeciera.

La tomó de la mano con mucha suavidad, como si no quisiera dejarla escapar, y ella accedió soltando todo el aire que guardaba en sus pulmones, maravillada de la acción, no dudo en adentrarse en la oficina de su esposo. Pero el resto observaba la escena, el más viejo de todos se paraba en el umbral del otro lado del salón principal, Illumi sintió un escalofrío al ver a su abuelo y a sus padres, como si antelara el miedo y desesperación con solo ver los ojos fríos de Silva. Todos sorprendidos de ver de la mano a sus tutores… tal vez era la primera vez que lo veían, la primera y última vez…

 

 

 

Kikyo guardó silencio como nunca antes y estaba tensa, quería saber para que de nuevo la necesitaba su esposo, le encantaba sentirse necesitada, y no podía esperar que le hablase mientras observaba su cabellera rubia platinada, pero notó algo raro después de que la puerta se hallase cerrada. Se sintió amenazada y empezó a temblar por primera vez ante su marido, lo veía furioso, y el otro no dudo en tomarla por el cuello con sus gruesas manos, ella intentó golpearlo débilmente, pateando en el aire a la vez que era alzada, pero no pudo hacer nada para salir de la trampa.

Silva empezó a gritar endureciendo sus labios en cada palabra  - ¡Como pudiste matarla! ¡Tu sabías que no te amaba! ¡Sabias que no era feliz, nunca iba a ser feliz contigo! ¡Te di los hijos que querías, te di todo lo que querías! … ¡No podías solo quedarte en casa maldita perra! – se detuvo para concentrase en romper su cuello - ¡Sufre maldita zorra!

Sus ojos se desenfocaban, el aire le faltaba y le hacia doler el corazón por la falta de oxígeno, sus ojos se voltearon – se preguntó; ¿Por qué no podía ser simplemente correspondida? ¿Por qué tenía que morir así, sin probar nunca una sola pisca de amor por Silva?  Ni siquiera su marido le daba el beneficio de la duda, pero en el fondo sabía de antemano que un día le sucedería, un día seria descubierta que había actuado en su contra.

Los recuerdos empezaron a surgir ante su agonía, la vez que nació Illumi, sentirse especial al darle un hijo a Silva, a pesar de haber recibido un desplante de su marido no le importaba, ella había sido feliz. Las veces que había trabajado a su lado, los viajes, su eterna obsesión por ser la esclava de su señor, todos sus sentimientos más felices se hicieron presentes, haber matado a aquella mujerzuela le ponía la cereza a su muerte, sonriendo, sin ápice de volver a poner resistencia, se dejó hacer como siempre, el deseo de su esposo…

Sin poder ya sentir nada, todo su cuerpo colgó entre los músculos de Silva, el cual la miraba llorando, las lagrimas le brotaban sin parar, no por haberla matado, no por ella… El liquido en su rostro era por no sentir paz, no le afectaba tener al cuerpo muerto de su mujer en sus manos, la había soltado ya para tomar un respiro, y pensó en lo mucho que había deseado hacer eso, pero que ni aun así podía sentir la calma que tanto deseaba, sentía tanta injusticia, de sentirse solo, de no poder volver al pasado y proteger a su amada.

Un gran peso salía de sus hombros en ese instante ¿Qué pasaría después? Era todo tan sencillo para alguien tan poderoso como él. Unas llamadas y las noticias de un terrible accidente llenaría las pantallas. Se sentía omnipotente al saber que la vida de los demás y la culminación de estas estaban bajo su poder. Llamó a su padre y por alguna razón Zeno estaba muy cerca que no demoró en llegar. El viejo observó al suelo el cuerpo tendido de lo que fue su nuera, crispó los labios, estaba más atento a su hijo, sentado en su sillón como si nada hubiera pasado.

-          ¿Acaso te volviste loco? – respiró hondo para pensar bien lo que diría – Sabes que el escandalo es lo menos que necesitamos ahora ¿No podías esperar otro momento? – No le importaba el motivo por el cual estuviese muerta, pero sospechaba la razón.

Silva observó a su padre, cruzó los brazos y lo invitó a sentarse para servirle un cigarro de los grandes, como si no tuviesen la alfombra muerta bajo sus pies, siguieron conversando.

-          ¿Me dirás que nadie sabrá de esto verdad? Ella mató a la madre de Killua.

 

-           Oh claro! Tus hijos no deben saber el por qué acaba de morir su madre, no somos tan desalmados después de todo – rechistó. Sabia muy bien que su hijo tenia un pasado, un amorío nunca olvidado. Lo apoyaba, quería verlo bien, así podría estar equilibrado para ser el jefe perfecto, ese era un buen momento para que empezase a superarlo.

Silva respondió acercándose más a su padre, hablando bajo, mirando hacia la puerta esperando que nadie llegara – Solo Hisoka, tú y yo sabemos que Killua no es hijo de Kikyo, tenemos que mantener eso todavía para evitarles tanto cabo suelto ¿Podrías decir cualquier excusa? Que nos traicionó seria una buena, así tal ves se les implante el miedo – dijo esta última línea como si estuviesen jugando a las marionetas, decidiendo por los demás como si nadie tuviese derecho a la verdad - Por cierto, esperare a que ordenes desaparecer a Hisoka, tú podrás decidir el día, solo mantenme informado.

-          Él aún tiene más propósitos entre nosotros, recuerda que está apartado del resto de socios y es directamente fiel a la familia, sin embargo, por si las dudas, puedo asustarlo un poco ¿Vale?

Eso le parecía bien a Silva, no quería que nadie supiese que Killua es hijo fuera de su matrimonio, si los que trabajan con él se enterasen, no dejarían que nunca entre en el negocio, jamás dejarían que un bastardo fuese un jefe, y eso no estaba en los planes de Silva. En cambio, Zeno, sabía que era una mala idea dejar que Killua ocupase aquel puesto, no importaba si un día fuese un adulto excepcional. Prefería mil veces a Illumi, pero aún no podía ir en contra de su hijo, no podía negarle aquel deseo, y le seguiría el juego hasta que la torre de su mentira cayese por su propio peso.

Así que, al terminar su conversación, hicieron unas cuentas llamadas y al rato llegaron varios hombres en una camioneta negra, los Zoldycks menores acompañados de sus mayordomos observaban como el cuerpo de su madre salía de la oficina, pálida, sin vida, era una imagen muy fuerte para el menor de todos. Kalluto era quien más apego le tenía y ni siquiera podía decir nada, solo podía sostenerse de su abuelo, que no se separaba de su lado.

En cambio, Alluka con su rostro de plato, seguía observando a los hombres desconocidos, la figura de su madre no le importaba nada, solo estaba muerta se decía en sus adentros, en tan corta edad había aprendido que existían situaciones peores que la muerte.

Para Illumi la sorpresa era gigante, pero no la manifestaría frente a todos, quería una respuesta rápida, y miró a su abuelo y este le indicó con la mirada que lo acompañase. Obediente, se cuestionaba la razón del asesinato de su madre, no estaba triste en lo absoluto, pero no era normal, nadie moría entre sus paredes, nunca antes había pasado algo así. Ninguna ejecución se daba sin que él lo supiese antes.

-          ¿Te importa saber por qué esta muerta? – le preguntó a su nieto mayor para ver si era apropiado soltar una verdad a medias.

Illumi lo dudó, sentía como si un peso saliese de su cuerpo, una parte de él se había ido junto con la imagen de su madre que estaba siendo envuelta en ese mismo instante – Concierne a Killua ¿Correcto?

Zeno sonrió al ver su percepción, sabia que era inteligente ¿Pero que tanto?

-          Atentó contra la seguridad de tu hermano, traicionó a tu padre planeando actos en su contra, así terminaría cualquiera que intente dañar a Killua – diciendo esto pudo ver como Illumi empezó a mover las manos nerviosamente. Conocía a su nieto, sabia que algo le inquietaba, no había nadie en su hogar la cual no conociese bien, estaba seguro que su ansiedad partía por pronunciar el nombre de su tercer nieto.

 

Pero Illumi no estaba preocupado en lo absoluto después de tremenda advertencia ¿Cómo podría si quiera pensar en lastimar a Killua? La misma muerte le esperaría, ya lo tenía más que claro.

 

No, no era eso.

 

Cuando su abuelo pronunció ese nombre él no pudo evitar recordar la sonrisita del menor, mirándole gatunamente, y su voz, la voz del niño que recordaba constantemente…

 

“Te quiero Illumi

 

Esa frase era la cual lo tenia loco, sin saber que sentir, o pensar, solo pudo razonar que no le haría daño a Killua ¡Es más! Estaba feliz de que ya no hubiese nadie que pudiera hacerlo. Él se sentía incapaz de pensar en lastimarlo, lo recordaba tan frágil, tan pequeño e inocente. Solo quería volver a escuchar esas palabras otra vez, pero había asuntos importantes que atender antes de volver a ver a Killua.

Debía volver a la cúpula, en el B13 con los demás como cada semana, debía ir y confrontar a algunos camaradas, después de eso podría volver a su escape de vida con el albino.

 

 

….

 

 

 

Al instante en que Kikyo desapareció de sus vidas, unas risas constantes se presentaban en la mansión Zoldyck, el ambiente era diferente, con más calma y menos gritos. Illumi salió a buscar a un traidor para buscar negociar a la espalda de su padre. Acababa de ayudar a su mentor con el tema de su madre y ahora estaba actuando a sus escondidas, por aquel motivo un poco de miedo lo acompañaba en el camino.

En el fondo de su ser, deseaba conversar con Ging un poco más, pero de un diferente tema, deseaba chantajearle con la información obtenida, solo él lo había visto encaramelizarse con Kurapika la ultima vez que se juntaron, pero, también deseaba saber por qué arriesgaba tanto por el rubio, existiendo miles de personas la cual pudiese compartir lo que quisiera, se preguntaba ¿Seria solo placer, o algo más? Además, no olvidaba haber escuchado otra escena donde Kurapika se revolcaba con Kuroro, y aquello lo tenia intrigado ¿Acaso Ging sabia eso y no le importaba?

El viejo jefe, socio de su padre, no era nada feo ¡Uff! Para nada, Illumi nunca se había cuestionado el atractivo de alguno de esos hombres, pero sabia que debajo de esas ropas holgadas, un señor de revista se encontraba y, aunque eso no le interesaba, quería saber por que el viejo Ging – viejo en su comparación – tenía interés en un muchacho como Kurapika. Pensaba que este de apariencia afeminada, mucho más pequeño que él, no podía ser la causa de que todas sus relaciones profesionales se vinieran abajo.

Aun así, debía corroborarlo él mismo, estaba dándole chance a todos, y aquello lo hizo sentir bien, sentirse con el poder de arruinarlos sin avisar, o tener el poder de ayudarlos obteniendo alguna recompensa… ¡Sí! Actuando solo podía hacer lo que sea que se propusiese y con esa idea en mente llegó donde Ging se encontraba.

 

 

 

 

Había sido recibido con sorpresa, al tocar el timbre de aquel apartamento, un ruido fuerte se escuchó tras la puerta - ¿Estaría solo? – Illumi no había anticipado su llegada, quizá no lo hubiera encontrado pero la bulla dentro del lugar aseguraba lo contrario. 

La puerta se abrió, Ging observaba a Illumi intentando no salir de todo el portal, cubriendo su cuerpo tras la madera a penas y dejando verse la cara. Su rostro un poco sudoso con expresión de incomodidad – No te esperaba – le dijo un poco bajo como si estuviese quejándose y lo invitó a pasar.

-          Siento llegar de esta manera, pero era necesario comunicarme contigo personalmente. ¿Podemos tener una conversación en privado?

Ging asintió con un poco de fastidio, invitando a Illumi a sentarse de entre todos los papeles en el suelo, quitando un poco de basura para poder apoyarse en el sofá.

-          Hey, eso no es basura, es trabajo, no lo tires.

 

-          Ya nada puede estar más tirado – le contestó. Se miraron incómodamente, no eran cercanos a pesar de trabajar juntos, Illumi nunca compartió tiempo demás cuando terminaba el horario laboral, solo era un socio. Pero ahí estaba observando a Ging notando que por primera vez no estaba envuelto en trapos y dejaba lucir su perfecta musculatura en un chaleco sin nada más.

 

-          ¿Quién te manda? No creo que tengas algo que decirme que tu padre no pueda – sus palabras estaban dudosas como si no quisiese hablar tan alto, miraba la puerta de su dormitorio, con su tono de voz quería apresurar la conversación.

 

-          En esta ocasión nadie lo hace, pero si no te controlas quizá la próxima no sea una visita amigable – la mirada afilada de Illumi y su voz parca, daba entender que aquello no era un chiste. Ging se llevó la mano a la cabeza sobándosela como si no entendiera, una gota de sudor bajó por su frente, tenso.

 

-          ¿A qué te refieres?

 

-          Sabes muy bien a que me refiero. Te vi con Kurapi…- no termino de hablar, el ultimo mencionado tiraba la puerta del cuarto y salía apuntándole con su arma, Ging quería caerse de cabeza, no era lo que planeaba, Illumi sonrió y siguió – Ya ves, ni siquiera debí hacerte confesar.

 

-          ¿Crees que amenazándonos lograrás algo? – Kurapika se acercó lo suficiente como para unirse a la conversación - ¿Crees que puedes venir a interrumpir para chantajearnos?

 

-          No, no era mi idea hacerlo – Seguía atento al arma del rubio que lo tenía bajo amenaza – El que está confundiendo las cosas eres tú. Además, no deberías ser tan osado como para intimidarme así.

 

Kurapika estaba seguro que la visita no tenia buenas intenciones, no iría a encararlos si no fuese para algo negativo. O eso creyó. Ging en cambio estaba preocupado de la situación, Kurapika estaba ofendiendo a Illumi con esa acción, eran socios, los tres eran personas muy importantes en su vida laboral, la estabilidad de sus ganancias dependencia de su trabajo en conjunto.

¿Acaso su amante no tenia miedo a matar por él?

Un calor gustoso se apoderó de su corazón ¿Estaría defendiendo su amor? ¿O su puesto?

-          ¿Qué es lo que sabes exactamente?  - Kurapika empezó a sudar frio, estaba decidido a matarlo si es que se veía en riesgo, bajo su poder tenia a muchas personas a las cuales proteger en su clan, no podía permitirse perder. Matarlo y huir ¿Qué otra opción tenía?

 

-          Lo suficiente como para estar tranquilo, ustedes tienen un pequeño romance y, sobre todo tú Kurapika ¿No te molesta ser la zorra de dos tipos?

 

Esta vez Ging intentó golpear a Illumi, pero este saltó hacia Kurapika, rápido, preciso, sacó su propia arma y ahora los dos estaban apuntándose a matar, el más viejo se detuvo, enojado por haber escuchado esas palabras, no permitiría que humillaran a su amante de esa manera.

-          Tu no lo entiendes – musitó Kurapika, sin parpadear, mirando fijamente la frente ajena, deseando apretar el gatillo – Yo no debí estar con Kuroro… no puedes saber, como me siento solo por mis acciones.

 

El Zoldyck se conmovió, la expresión de Ging dejó notar la pena que llevaba, veía en su ceño ¿Culpa? ¿Celos? No lo sabía, pero después de afirmar lo que había visto, soltó un suspiro largo y bajo su arma, se tomó el cabello mientras caminaba sin que le importe ser apuntado, e sentó nuevamente, y los miró un tanto decepcionado.

-          Ustedes no piensas unirse y joder los negocios ¿verdad? Saben que las relaciones afectivas entre personas no esta bien. Si es solo sexo lo entenderé y me marcharé. Pero es una de las primeras reglas las cuales estarían quebrantando.

 

-          No pensamos cambiar de parecer, tampoco queremos arruinar ningún interés ajeno, esas reglas herradas, no deberían existir – dijo Ging, su voz firme y sus ojos profundos, le pedían a  Kurapika bajase su arma. El rubio entendió, debía calmarse, no debía sentirse atacado tampoco.

-          ¿Y qué piensan hacer?

-          Estamos saliendo – expresó el viejo con vergüenza, no acostumbraba a confesar esas palabras en voz alta como si nada.

El rubio rio, Illumi contempló una escena de complicidad, observaba esas miradas como si en secreto estuviesen mandándose descargas afectivas.

-          ¿Y Kuroro?

 

-          Veo que estás muy enterado… quién diría que a pesar de no estar participando continuamente en la cúpula, sigues siendo muy perceptivo - el rubio se detuvo un momento para tomar asiento a su lado – Solo fue sexo.

 

 

-          Oh… ¿es decir sales con el viejo por que te lo hace mejor? 

-           

Los tres se miraron por un momento, y echaron a reír con fuerza - ¡Que estas diciendo! Acaso no lo ves, la culpa no es mía, es de este mocoso que me ha embrujado. ¡Deberías verlo cuando se propone lo que quiere no descansa hasta conseguirlo!

-          ¡Ya cállate! ¡Deja de decir cosas vergonzosas en frente de Illumi!

 

El moreno más joven los observaba, no quería preocuparse por Kuroro, la tensión en su ambiente se había roto por la ultima frase llena de estupidez. Se notaba claramente que no tenían intenciones de ir en contra de su familia, se dio cuenta que estaba frente a dos amantes que les importaba un carajo el juicio ajeno. Los envidió por un momento.

-          Podré dejarlos tranquilos con un pequeño trato… - los otros dos se pusieron tensos otra vez – No diré nada a nadie, mucho menos a mi padre, si prometen deberme un favor. Pediré un favor cuando lo vea conveniente ¿De acuerdo?

 

-          Eso es muy sencillo – contesto el viejo, no queremos aprovecharnos de nuestros cargos para derrocar a nadie, estamos contentos con cada uno de nuestros trabajos. Tu confianza está en buenas manos.

 

Los amantes sentían un peso sobre sus hombros, debían mantenerse al margen un tiempo al menos para no ser captados otra vez por alguien. Sabian que Silva no dudaría en matarlos antes de si quiera recibir una explicación, no sabían que el hijo mayor de este seria un sujeto tan agradable que a pesar de regalarles su aprobación, veían que también traicionaba la de su padre por ellos.

 

¿Sería en lo único que estuviese traicionando a Silva?

 

 

 

 

Illumi se retiró con un agradable sabor, un recuerdo inusual se estaba alojando en su ser, la complicidad extralaboral con estas personas le hacían sentir bien. Recordó a Killua, quizá si lo visitara olvidaría un poco todo lo pasado, necesitaba dejar de pensar en conseguir un amante para él también.

 

Una vez más, queriendo escaparse en el mundo del pequeño albino fue en una visita sorpresa un día que no fuese esperado, no era domingo, era sábado de relajación para Killua, que al ver llegar a su hermano no pudo evitar gritar a todo pulmón.

 

-          ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Por fin llegaste Illumi! – su vocecita lo encrespó, pero le había arrebatado una ligera sonrisa, y ahí estaba otra vez, regalándole un poco de su amor, un amor exclusivo para él… - ¡Por fin podremos ver una película de hermanos!

 

¿Cuanto tiempo había pasado desde la última vez que compartieron? A penas una semana y Killua se notaba diferente, como si ya no tuviera miedo de ser tan directo ¿Acaso su última conversación era la culpable?

Después de pensarlo bien, sí, Killua observaba a su hermano ansioso de seguir soltando más y más palabras bonitas, deseoso de volver a abrazarlo, su corazón le latía como si hubiera comido demasiado chocolate ¿O es que sí había estado comiendo dulces insaciablemente?

La presión de su estomago era la que lo hacia decir tantas cosas a la vez, Illumi no contestaba a todo lo que él dijera, pero no podía evitar sentirse tan feliz, quería mostrarle su habitación, sus trabajos finalizados, demostrarle que había acabado cada uno de sus encargos dados…

Sin poder evitarlo tomó de la mano a su hermano mayor, con total libertad jalándolo a duras penas para poder llevarlo a su cuarto. Illumi en cambio se sintió demasiado extraño, no creía posible que estuviese pasando eso, solo podía sonreír, y por un momento deseo atraparlo en sus manos para encerrarse con él. Sacudió su cabeza mientras avanzaba para liberar esos pensamientos, estaba perturbado por su ultimo acontecimiento con sus camaradas ¡Si! ¡Eso debia ser!

Pero no podía evitar sentir un palpitar fuerte y ritmico en su pecho, la mano cálida de su hermano lo tenía sin poder decir muchas palabras, mudo, se dejó llevar por la sonrisa de su menor, por primera vez observaba cuan bello era el rostro del niño a su lado…

-          Qué lindo…- pensó.

Gotoh observaba la escena, se había dado cuenta de que algo andaba mal entre ellos, especialmente en Killua, en todo ese año jamás lo había visto con tanta emoción por ver a su hermano. Saludó de reverencia a su amo mayor, dejándolos solos otra vez… Dándole una ultima mirada rogó que aquella cercanía no fuese a ser toxica para el menor de los Zoldyck, ya estaba cansándose de escuchar todo el día desde la última semana…

 

¡Quiero vivir con Illumi!

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

El siguiente me emociona, mi IlluKillu ya casi va empezar a aflorar, sí, sí, sí.

 

 

Espero les guste.

 

 

-Heart


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