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No es de sangre por Heartshaoi

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Notas del capitulo:

Hola otra vez...

 

Les contaré una tragedia lectores... en estos momentos he perdido los capitulos que ya tenía de esta historia ¡Sí! Suena horrible, solo tenía este ultimo en mi correo electronico y el resto en una memoria. 

Volver a escribirlos no será lo mismo, y es muy probable que no lo actualice pronto, me las ingeniaré para llegar a tiempo con las actualizaciones.

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¡A leer!

Capítulo 6: Un mal día

El dolor en su cabeza era lo menos importante en ese momento, aun así no lo dejaba moverse con naturalidad. Después de pasar la mañana entera con sus hermanos menores, Illumi decidió que era hora de darse un descanso para para por fin darse un baño decente.
 
No era un buen día para empezar, desde hace unas horas su mamá había desaparecido y ya no le importaba el hecho de tener que soportar los demonios de hermanos que tenía.
Prefería hacerlo así, aunque no era paciente para muchas cosas – como con  detalles por ejemplo - si era bien cuidadoso a la hora de enseñanza. No era un juego para él, el tener que transmitir su conocimiento a los que, en el futuro serian su remplazo, al menos así lo veía él.
 
No había vuelto a ver al albino después de aquella noche extraña, tenía que ir a entrenarlo como todos los fin de semana y ya eran las 3 de la tarde cuando aún seguía en casa dejando a un lado su labor.
 
- No quiero ir....
 
Para nada quería acercársele, lo mataría, lo haría, estaba casi seguro de hacerlo ¡Hasta compró un costal para muertos nuevo! pero... qué tragedia tenia al quedarse como una estatua preso de su sonrisa como la última  vez.
 
Temía por su salud mental.... realmente temía excederse algún día y sin que nadie lo pueda detener lo asesinara con sus propias manos.

¿Es que no podía pensar en otra cosa? No.
Desde que el albino le había hecho el regalo no había dejado de pensar en quitarle la vida, como si eso solucionaría su pesar, había pasado toda la semana evitando la llegada del domingo anhelando que - aunque fuese estúpido - no llegue el momento de ir a verlo.
 

 
Ya no podía más, necesitaba cumplir con sus obligaciones, no podía dejar de lado su deber como hermano mayor, y aunque no quería aceptarlo, también debía cumplirlo con Killua.
Se había preguntado ¿Cómo empezar? ¿Cómo empezar a entrenar a un niño berrinchudo que no sabe nada de nada?
 
La primera idea le fue fácil de materializar en su mente, en primer lugar le haría hacer esfuerzo físico y constante, pero eso demandaba muchas horas dentro de semana. 
Se jalaba los pelos sentado en su cama pensando en lo idiota que había sido al no haberle preguntado a Silva que exactamente quería del albino. Era lógico  ¡Por supuesto que no podía entrenarlo como a los otros! ¿Cómo demonios iba a hacerle si ni siquiera se comunicaban?
 
Y Silva desconocía eso...
 
Dejó de pensarlo más y cansado de darle vueltas al asunto, fue en camino a verlo.
Sin embargo en esta ocasión extrañamente un nerviosismo palpitante se apoderó de él. Se sentía más que confundido, más que ansioso, más, aún más extraño que en la ocasión cuando recibió unas palabras de ánimo de su padre.
 
Illumi era fuerte, pero no entendía cómo es que podía dejarse llevar por su curiosidad. No quería saber más de él, ya lo sabía todo, sabía que Killua era inteligente, risueño - ¿lindo? - capaz y para su molestia era parecido a Silva.
 
¡Qué tormento verlo a los ojos! Y no se había dado cuenta de que era el único que lo hacía cuando lo veía llegar. Era por eso que sabía cuál era el tono exacto de sus orbes, no era porque fueran diferentes, si no, porque eran los únicos que se reflejaban en él sin sentir oscuridad.
 
Así eran los ojos azules de su hermanito que a pesar de estar constantemente entumecidos y algo rojos por desvelarse o llorar, era hermosos.
 
...
 
El sonido de la puerta lo hizo caerse del sofá cama - ¡GOTOH! - gritó con fuerza al sentir como la cerradura era abierta dando paso a su hermano mayor.
 
 
- Joven Illumi, lo estábamos esperando, hoy llega tarde....- le dijo buscando una explicación por mero formalismo, a lo que el moreno no contestó. Solo se limitó a saludarlo y a mirar a Killua sin despegar su vista de él. El albino se tensó tanto que no pudo saludarlo al instante.
 
- ¿Por qué me mira así? - pensó para sacudirse la ropa - ¿Tendré algo sucio?
 
- Gotoh... ¿tengo algo sucio? 
 
- No amo, está perfectamente bien.
 
Tocándose las mejillas comenzó a sobarlas y dándose un golpe fuerte en ellas creo un ruido que puso en silencio a sus acompañantes. Cuando sus pómulos estuvieron rojos de la presión por fin se dignó a observarlo también.
 
- Hola...aniki....
 
¿Qué?
 
Illumi no despegó su mirada de su piel, tanto que Gotoh podría asegurar que era descortés. Había observado como mágicamente lo había llamado  aniki, en un tono que jamás Kalluto ni Alluka habían usado con él, mucho menos Milluki...
 
Se quedó idiota por varios segundos hasta que la voz de su mayordomo se ofreció a romper el hielo.
 
- Amo, si me necesita estaré en mi habitación - el mayordomo realmente no tenía que hacer mucho ahí, si había alguien de la familia que cuide al niño, él no tenía nada de relevancia entonces. Así que dando una última reverencia se fue, dejándolos solos otra vez.
 
...
 
Killua se acomodó entre los sillones y esperando ansiosamente escucharlo lo observó hasta que Illumi se sentó al frente suyo. Para el niño era lo más emocionante en meses ¿Le dirá algo diferente? Se preguntaba si había leído el libro que le regaló, quería saberlo, se moría de ganas de tan solo escuchar su nombre proviniendo de su boca.
 
- Killua...
 
Sus ojitos se dilataron cuando lo escuchó, y que lo llamara con tanta calma lo tenía con la piel erizada.
 
- ¿sí?
 
- ¿Qué crees que estás haciendo? - le dijo sonriendo de una manera tan desequilibrada que si no fuese por las comisuras de su boca hubiera visto sus dientes de juicio.
 
Se horrorizó tremendamente cuando el brillo humano que tenía sus ojos se perdió en un instante. 
- ¿Yo?
 
- Sí tú ¿Por qué me llamaste "aniki"? - su voz se tornó rasposa a tal grado que parecía estar enjuiciándolo con sus palabras, pero no se había dado cuenta de que la sentencia sería para él...
 
- ¿No somos hermanos?
 
Illumi dejó de verlo y agachó su rostro ocultando su monstruosa sonrisa debajo de su cabello negro- Hermanos ehh - pensó tapándose la cara con las manos riéndose entre ellas para no crear tanto ruido.
- No...
 
- ¿Qué?
 
- Guarda silencio, soy tu mayor ¿entiendes? Para ti Soy Illumi, Illumi san... que no se te olvide niño.
 
Trago duro la saliva que tenía en la boca, aquella había sido su primera conversación, no era la mejor, pero si la primera y después la más importante…
 

 
(69)
 
El tiroteó que se dio aquella tarde dejó a muchos heridos por todas partes, habían cuerpos que chorreando sangre estaban unos sobre otros empilados en una imagen nada tranquilizadora. 
 
La asociación de los Zoldyck tenían demasiados enemigos como para mantenerse tranquilos y aquel momento era el más esperado por los hombres que vestidos de negro tenían la delicadeza de no sacar sus armas para evitar crear más conflicto
 
- ¿Qué es lo que buscan? - dijo con impaciencia Kurapika a penas y logrando controlar su tono de voz. 
 
Estaban reuniéndose los del comité central, pero Silva no estaba, e Illumi no llegaba aún.
Kuroro lo observaba mientras que con una sonrisa le pidió que se calmara. Los hombres al otro extremo de la  escena seguían guardando silencio observando los cuerpos de sus hombres caídos, los podían reconocer por su particular ropa militar.
 
Kurapika ya estaba cansado de esperar a que hablaran, habían ido hacía ellos para atacarlos y no le hacía gracia seguir manteniéndolos con vida. Sacó su arma y la cargó en un instante tan rápido que los otros no pudieron reaccionar. 
 
Leorio estaba detrás de él y también logró sacar su arma para encubrir la espalda del rubio.
 
- Están acorralados - les dijeron riéndose mientras más refuerzos llegaban en autos con lunas polarizadas. Se miraron entre sí, Kuroro miraba su reloj sin inmutarse de la escena y comenzó a dar una cuenta regresiva en voz alta.
 
- ¡Cállate! ¡O te mataré! – le advirtió un hombre armado, pero ni siquiera lo miró y siguió observando su majestuoso reloj brillante.
 
- 3, 2, 1... - alzó la mirada con una sonrisa demoniaca contemplando como aquel hombre había sido decapitado delante suyo, para darle permiso a su vista observando los ojos ámbar de Hisoka que estaban llenos de emoción.
 
Los demás comenzaron a correr en busca de refugio cuando comenzó una lluvia de balas y Kurapika hizo duplas con su guardaespaldas. Kuroro no quería dejar vivo al líder de la patética banda, que para su mala suerte se habían topado con ellos y queriéndoles extorsionar usó medidas nada suaves en sus amenazas.
 
Corrió hasta alcanzarlo y con una mano incrustó su cabeza en las lunas de uno de los autos que estaban mal estacionados. Lo volvió a sacar y haciendo un malabar en sus manos sacó un cuchillo - que por cierto tenía una forma temeraria - para perforar la nuca del hombre obeso.
 
Cuando volvió a ver la situación se dio cuenta de que era el último en terminar su tarea.
 
- ¡No me dejaron nada! - gritó a lo lejos Hisoka que estaba caminando entre los autos pisando alguno que otro cuerpo con esperanza de que estén vivos.
 
- Llegas tarde - Kurapika se limpiaba la sangre del rostro y guardando su arma le advirtió que no quería más su impertinencia o si no, lo mataría.
 
- Hey, cálmate, él estaba ocupado por un encargo del jefe, no es su culpa llegar a esta hora - dijo Kuroro acercándosele con las manos en los bolsillos mientras buscaba un par de cigarros que tenía guardados.
 
- Aléjate  - contestó sin mirarlo para irse dando una seña a Leorio haciendole entender que su reunión ahí, había terminado.
 


El sonido de sus gemidos eran demasiado excitantes, lo había cargado en un intento desenfrenado contra la pared y se había dejado llevar por sus lindos ojos grises. Volvió a penetrarlo para robarle más de esos intensos gritos que lo estaban haciendo llegar al clímax. Sus cuerpos se movían con mucha lujuria, más aún porque estaban en uno de los cuartos del casino y no era mucha la distancia que había entre la habitación y la oficina de Hisoka.
 
- Kurapika... - le susurró en el oído mientras comenzó a atender su miembro palpitante. El rubio hacia lo imposible para no perderse en el éxtasis maravilloso que estaba sintiendo, pero le fue imposible cuando Kuroro comenzó a darle en ese punto que solo llegaba cuando estaba totalmente dilatado.
 
- Eres maravilloso - le dijo mientras le mordía el cuello con fuerza marcándolo para que nadie lo pudiera ver con otros ojos. 
 
"Solo serás mío y de nadie más"
 
Otra vez se había dejado llevar por lo hermoso que le parecía, tenía miedo de acercársele y perderse en él, pero no importaba que intentara, siempre lograba llevarlo a la cama para hacerle gritar su nombre sin pudor, como si no hubiese mañana.
 
...
 
A penas salieron del cuarto se separaron como si no se conocieran. Cada uno se fue por su lado evitando cruzarse con alguien conocido
 
- Otra vez... ¡Otra maldita vez! - pensó el ojigris mientras entraba al ascensor para ir al B13.
- ¿Como pude dejarme llevar? - se preguntó recordando las ya seguidas veces que había sucedido lo mismo. Se ruborizó pensando en lo tonto que era por estar de cama en cama como un animal que no puede controlar su instinto. 
 
Kurapika estaba molesto consigo mismo, siempre lo estuvo, desde aquella vez que escuchó la ridícula confesión del líder de las arañas.
 
"Te quiero"
 
¿Cómo mierda lo iba a querer? 
 
Los dos eran unos mafiosos y cada uno compartía intereses diferentes, lo único que los relacionaba era trabajar en conjunto con Silva.  Tenía sus propios motivos para estar metido en eso, poniendo en riesgo su clan, haciendo lo imposible para mantenerse estable en ese inmenso mundo del narcotráfico y lavado de dinero.
 
Pero ese hombre de piel pálida lo estaba domando, y, por más que se negara a su excelente atención,  ya estaba siendo presa de su encanto.
 
"NO" "No durará mucho"
...
 
(69)
 
Los hombres reunidos se quedaron otra vez en silencio esperando a que llegue Silva, siempre exactamente se presentaba a las mil seiscientas horas los días Lunes para dar un buen informe a los que esperando sus nuevas estrategias no paraban de hablar de Illumi.
 
Cuando el albino se presentó, le informaron con más detalles - del que un simple mensaje de texto puede dar-  diciéndole que aquellos que habían ingresado a las instalaciones "por negocio" no eran más que espías de la asociación vecina, que, queriendo recolectar datos del futuro sabotaje que se haría habían amenazado a  los jefes de la cúpula con mucho descaro.
 
- ¡Fueron muy osados al intentar hacerles daño! - exclamó el hombre que estaba encargado de poner al día a los Zoldyck.  Su tono de voz realmente era de indignación y si no fuese porque ya no está encargado de hacer el trabajo sucio, hubiera matado cruelmente a los que insultaron el nombre de la asociación.
 
- Satoz... dime, ¿Se ha comprobado que eran los hombres de Netero? 
 
- Sí mi señor. Estamos seguros - dijo retirándose de la escena, ocultándose entre la oscuridad de las esquinas que se producían por la forma de la habitación.
 
- Ese maldito viejo siempre intenta meterse en nuestros asuntos, no será fácil hacerle entender que nuestra intervención en el último contrato que tuvo fue un error. - dijo apretando los dedos de sus manos.
 
- No existen los errores... - escuchó que le contestaron en silencio desde el otro lado de la gran mesa. 
 
Todos se miraron extrañados, y si no fuera porque el hombre se quitó la bufanda de su cuello no hubieran reconocido su rostro.
 
- ¿Hace cuanto estás aquí Ging? – dijo Silva.  Kurapika cuando lo vio casi escupe la poca bebida que tenía en la boca, había dado algunos sorbos a su vaso y aquello ultimo le había dejado con malestar.
 
Illumi lo miró y siguió haciendo el informe de todo lo que sucedía en la reunión XII del año. Sabía quién era, era tan importante como el resto solo que no se había podido dar el lujo de estudiarlo hasta ese momento, un inoportuno momento lleno de tensión entre Kurapika y Kuroro, que según pudo observar estaban evitando el contacto visual de hace ya, un buen rato.
 
- ¿Acaso no les da gusto verme? - dijo contestando la pregunta de todos en ese momento. 
 
- Danchou, siga hablando por favor - dijo Kuroro ignorando al recién llegado.
 
- Pensamos que llegarías el mes que viene,    no se supone que buscaría una nueva zona para plantar "la semilla verde" – dijo Illumi, con la misma expresión de siempre que ya a nadie sorprendía. 
 
- Ya está listo, el trabajo - dijo sonriéndole a Kurapika, Lucifer se contuvo de no golpearlo porque no soportaba su expresión - Por cierto Illumi, has crecido bastante.
 
- Tienes una lengua muy larga - dijo Kurapika tratando de ser tajante. 
 
-Tranquilícense - Silva estaba más seguro cuando vio  a Ging y supo en ese momento que tal vez logre llegar en un acuerdo con Netero, sabía que ese viejo no era fácil de convencer y necesitaba la información de todos para tomar una correcta decisión.
 
...
 
Se despidieron aguantando las ganas de  patear a Ging, detestaban su personalidad asfixiante, y lo peor es que sabían que era una forma de mantenerse a raya de todo.
 
Aun así lo respetaban por su papel importante como innovador  y creador de nuevos proyectos en la producción de drogas ilegales.
Al final lograron acordar que depositarían una cantidad de dinero a la cuenta de Netero para pagar los daños que hicieron y también dejarían una carta en la gran mansión personal del viejo, pidiendo disculpas y formando un lazo más grande que el de una simple formalidad.
 
La cúpula estaba conformada por el jefe Silva Zoldyck, que tras el accidente "casual" de Zeno había tomado el mando hace ya casi 10 años - cabe recalcar que aún siguen buscando a los culpables de dicho desastre - Luego estaban las organizaciones que formándose con el albino habían conseguido escalar enormemente en el mercado negro
.
Ahí estaba Kurapika, Kuroro y Ging.
 
Tenían sus propios motivos para estar metidos en eso, trabajaban como jefes de sus propias bandas y eran participes de todo lo que concernía al futuro de la imagen política de los Zoldyck.
El clan Kurta, las Arañas y los Zodiacos.
 
Solo eran tres hombres rivales en muchos sentidos y amigos en otros tantos. Sin embargo entre ellos estaba Hisoka, que, a pesar de ser el mejor asesino que tiene la asociación, jamás era visto como alguien de respeto.  Solían decir que solo era el perro de Zeno que se había encargado de abandonar cuando se retiró de aquel lugar.
 
Y en efecto, Hisoka trabaja para Zeno directamente y eso lo volvía más temerario aún, lo que no sabían era que su trabajo era más profundo de lo que pudieran imaginar, ciertos temas personales llegaban en ese lado que no todos podían saber.
Illumi por ejemplo, no lo sabía, por eso nunca le pareció de fiar el pelirrojo,  y nunca lo podría pasar ante su prueba de fidelidad...
 
...
 
Llegó a casa más cansado de lo habitual, si no fuera poco tenía que soportar a Milluki y a su extraña forma de describir las cosas "maravillosas “que creaba en su laboratorio. Aún así nada era mejor que eso, prefería mil veces tener que escucharlo que tener que salir a ver al albino, ya habían pasado 2 largas semanas que no había ido a verlo otra vez desde aquel día...
 
Y por las dudas le había dicho a su padre que tenía demasiado trabajo personal como para seguir atendiendo a su hermanito.
Al principio fue aceptado, pero después de una semana Silva comenzó a inquietarse por no tener el seguimiento habitual de Killua y esta ultima semana estaba ya al borde con el estrés que estaba viviendo.
 
Entre cada vez que Illumi veía a su mentor, más se confundía de lo ilógico de sus reacciones.
 
No podía huir para siempre, debía ir a verlo, quería hacerlo y se lo negaba, quería- con miedo- aprender un poco más de esa linda personalidad y a la vez quería desaparecerlo ya que no se le hacía fácil interactuar con él.
 
...
 
Había ido a verlo y ya más estable había creado unas labores para el niño, había ido de lo más tranquilo, creyendo que desde su primera conversación ya no seguirían hablando más - por que realmente no lo trató bien - Pero ahí estaba Killua llamándolo desde la cocina por su nombre.
 
-¡Illumi  - san! 
 
Se puso tenso a penas y cruzando la puerta. No era lo que esperaba y cuando lo miró, el niño tenía un mandil colgando del cuello y estaba con un poco de harina en el rostro.
 
- Estoy preparando un queque Illumi - san.
 
Casi se ríe de lo gracioso que le pareció aquello, se sentía irónico, molesto y contento, humillado y alabado...
 
- Maldita sea, niño - pensó antes de robarle la masa de harina para hacerlo él mismo. Se había recordado a él cuando era más pequeño y siempre se escapaba de sus estudios para ir a ver como el panadero hacia lo que ellos comían, en secreto amaba los pasteles y dulces y al parecer Gotoh se lo había contado a Killua.
 
Claro que sí, no había otra explicación.. Killua estaba preparando un queque de higo, su favorito...
 
Se preguntó porque a pesar de decirle que no podía llamarlo aniki si se atrevía a llamarlo por su nombre, ¿Qué Killua no se daba cuenta que era para que no lo hiciera? 
 
Con el niño no funcionaban esas cosas...
 
- Illumi -san ¿sabe prepararlo?…- le dijo sentándose para ver como el otro usaba sus manos para crear una masa perfecta.
 
- Silencio – le dijo, lo olvidó por un momento queriendo disfrutar la suavidad entre sus manos, dejándose llevar por la sensación fría de la harina. No quería escucharlo, no podía contestar más, no quería verlo y encontrarse otra vez con ese espíritu ligero que adornaba el lugar. 
 
Quería odiarlo y cada vez podía hacerlo menos.
 
“¿Cómo te las ingenias para hacerme esto?”
 
Killua no hacia más que mirar como se desenvolvía en la labor como todo un profesional - ¿Qué cosas ocultas tiene ese hombre? – se preguntaba, aunque no le gustaba que lo callaran lo hizo sin decir nada, acostumbrado ya a la magnífica rareza de su mayor que, para sí era extraordinariamente inalcanzable…
 
Ideas que Gotoh había metido en su cabeza para que no se de cuenta de cómo en realidad es Illumi”
 

 
- Y ¿Gotoh? – le dijo dándole su atención. Desde el primer instante que llegó no había visto al mayordomo y no le dio importancia hasta que pasaron mas de 10 minutos en una incomoda soledad con su hermano.
 
- Salió a comprar café y algunas cosas para la cena de hoy  - dijo controlando la sensación en su pecho, un delirio en su corazón se asomó cuando escuchó su voz otra vez y cuando le devolvió la mirada fue aun peor, Killua no entendía que le sucedía y no podía saberlo hasta mucho tiempo después…
 
Illumi guardó otra vez silencio, pero el hielo ya se había roto...
 
“Gotoh… regresa pronto, hoy habrá una gran cena”
 
 

 

Notas finales:

 El Kuropika me hace daño, me envenena <3

-Heart


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