Kaoru y su bebé murieron en un terrible accidente, desde entonces Kenshin se volvió frío y apartado de todo, después de haber sido tan feliz ahora todo era oscuridad
Ni Yahiko, ni Megumi, ni el doctor, ni las niñas alegraron su vida, se apartó de todos y se fue a vivir como un ermitaño a las apartadas montañas de Kyoto, donde nadie lo pudiera encontrar
Sanosuke se encontraba de viaje cuando todo pasó, pero apenas se enteró volvió a Tokyo, pero el panorama fue desolador, ahí ya no estaba Himura y nadie sabía nada
—No es posible —pateó una piedra enojado
—No sabemos nada de él —lamentó Megumi que seguía enamorada de él
—Creemos que se fue a Kyoto —dijo Yahiko que había crecido bastante
— ¿Por qué lo creen? —preguntó Sanosuke intrigado
—Misao nos ha dicho que lo vieron, pero no están seguros que sea él, está tan arruinado que es irreconocible —dijo con tristeza Megumi
—Ese idiota —bufó enojado —Lo buscaré y lo traeré de vuelta, no se preocupen.
Luego de eso Sanosuke partió hacia Kyoto usando la vía de las montañas, seguía teniendo miedo de la locomotora que era del demonio
Tardó algunos días y por fin llegó, pero la ciudad estaba llena de gente que ninguno era Kenshin, estaba decepcionado
—Cuanto me tomó aceptarlo —meditó preocupado —Después de Sayo jamás pensé que me iba a enamorar, menos de un hombre —suspiró triste
Sanosuke no se rindió, para no pagar hospedaje hizo una casa de campaña en las montañas, ahí recolectó algo de comida. Mientras caminaba vio una fogata a lo lejos, así que se acercó todo curioso
—Hola, buenas noches
En ese momento salió de entre la maleza el dueño de la fogata cuando oyó el llamado de Sanosuke, los dos se miraron sorprendidos. Era Himura
—Kenshin —dijo con emoción y los ojos le brillaron, pero las pupilas del ex battousai estaba apagadas y lo puso triste
—Ah —suspiró leve y lo ignoró, sentándose frente a la fogata
—No sabes cuanto te he buscado —dijo con entusiasmo
—No quiero nada de mi pasado, vete —dijo con frialdad, pero Sanosuke se molestó y lo tiró al sueño de un puñetazo, Kenshin ni se defendió ni nada
—Eres patético, deja de sufrir, a Kaoru y a tu hijo eso los habría puesto muy triste —reclamó enojado
—Con ellos no te metas, no los menciones —dijo con dolor, casi a punto de llorar
—Tienes que superarlo
—No sabes nada ¿Qué sabes del amor? Nada —gritó mientras soltaba a llorar, ahora era un hombre derrotado por la tragedia
—Sé mucho porque yo también amé y yo la vi morir, Sayo murió en mis brazos —respondió y volvió a sentir dolor de haberla perdido, hace años que intentaba no recordarlo pero fue inevitable
—No es solo ella —limpió sus lágrimas —Mi hijo y toda mi vida se murió
—Yo perdí a mi querido Capitán Sagara y seguí adelante, después la perdí a ella y continué, ahora no sé si podré perderte a ti también —dijo avergonzado
—No entiendo ¿de qué hablas? —preguntó confundido
—De que te quiero, mucho más que como amigo —confesó avergonzado, agachándose a la altura de Himura que estaba muy sorprendido
—Sanosuke, tú
—Es difícil de explicar, ni siquiera me gustan los hombres, pero te admiro, te quiero y también te deseo, es la realidad
Kenshin abrió mucho los ojos al oír esas palabras, nunca lo hubiera imaginado
—Si tú me permites…
Se acercó a él y le agarró la cara, luego lo besó en la boca, Kenshin todo paralizado comenzó a temblar antes de empujarlo con fuerza, las que le quedaban porque ahora su cuerpo era débil
—No, perdóname —dijo avergonzado
Sanosuke se apartó, con la mirada triste, la boca sedienta de los labios de Himura
—Entonces me voy —con tristeza se levantó y dio la espalda, marchándose
—Yo —tocó sus labios y su cuerpo volvió a temblar —No podría —asustado volvió a llorar, aquel despojo de ex destajador, ya solo quedaba un muñeco de trapo, roto y desecho
Sanosuke no podía forzarlo a nada y lo sabía, aunque se moría de amor y deseo, pero entendía las razones detrás de su amigo para rechazarlo, no solo porque eran amigos y los dos hombres, era el dolor de haber perdido a las dos personas más importantes de su vida, lo entendía porque él también lo vivió, pero quizás algún día los dos iban a poder sanar sus heridas y encontrar la felicidad, tal vez juntos, tal vez separados, era cuestión de dejar el tiempo pasar
CONTINUARÁ