- Señor Nikiforov ¿Alguna vez ah deseado cambiar algo de su vida?
- ¿Humm? Realmente no entendía que tenía que ver esa pregunta con su regreso al patinaje y la reciente presentación de su programa libre. Aun si el comentario le parecía fuera de lugar, él era todo un caballero, y un caballero siempre responde a una dama.
Deteniéndose un poco a meditar... ¿Cambiar algo de su vida? Nunca había pensado en eso. En realidad no podía quejarse. Tenía talento, fama, y sin querer sonar altanero, era atractivo.
¿Falta de dinero? Nunca, ni en su niñez había pasado alguna situación precaria relacionada.
¿Padres ausentes? Por supuesto que los tuvo, como todo "niño rico" pero no era algo que lo marcara. Nada que el cariño de un caniche y un entrenador colérico no pudieran sustituir.
¿Amigos? Unos cuantos, pero bastantes leales.
¿Amor? Buenas amantes en turno, bastantes novias, pero sobre todo su más reciente descubrimiento; Yuuri
Oh como amaba ese hombre. Él solo, había logrado desplazar completamente a todas aquellas mujeres que una a vez llegaron a cautivarlo. Ese joven inseguro que lo había seducido con cada una de sus facetas. Con él, había descubierto lo que realmente era el amor.
No había nada que quisiera cambiar mientras yuuri esté en su vida.
-Francamente no, soy feliz así. - se limito a responder con su habitual sonrisa
-¿Y qué me dice de su actual amistad con el patinador Katsuki?- siseo con cierto desprecio- Estoy segura de que le gustaría cambiar la forma tan.... Peculiar en la que se relacionan. Se rumorean muchas cosas.
Inmediatamente la sonrisa de Nikiforov desapareció dando a lugar una mueca. La relación que mantenía con Yuuri era ya un secreto a voces, que ninguno de los dos se animaba a confirmar pata ahorrarse problemas con personas imbéciles como la que tenía enfrente. Su vida en pareja era solo de su conocimiento, de la familia Katsuki y contadas amistades. Para nadie en el mundo es un secreto la poca tolerancia que se tiene en Japón hacia los homosexuales. Y ni hablar de Rusia.
Ambos amaban el patinaje. Y estar expuestos oficialmente a un escándalo así causaría la pérdida de patrocinadores, y en el caso de Viktor, la expulsión de la federación. Eso sin contar las múltiples amenazas de personas homofóbicas, que ya de por si recibían algunas.
- El cómo lleve mi amistad con Yuuri no es asunto de nadie.- odiaba referirse a su pareja como solo un amigo, pero no era pertinente decir otra cosa, sobre todo estando en suelo Ruso- se acabó la entrevista.- sentencio sin mas.
Estaba furioso. Justo hace unos minutos estaba feliz de haber presentado su programa libre a la perfección. Quería golpear a esa odiosa reportera en su mal maquillado rostro. Como le gustaría presentar a su cerdito frente a todos como su pareja, pero eso los pondría en peligro a ambos.
- A continuación ¡Katsuki Yuuri! - Anuncio un emocionado presentador - con una pieza de Tchaicovski, el lago de los cisnes.
Viktor corrió apresurado a observar la presentación, el tan solo observar a su pareja, le hacía volver a su buen humor de siempre. El estadio entero se llenaba de aplausos.
Con gráciles movimientos Yuuri se coloco en el centro de la pista envolviendo sus brazos alrededor de su torso, mientras mantenía la cabeza baja. Los aplausos cesaron y la tenue música comenzaba a escucharse. Alzo la mirada al cielo, los suaves movimientos de brazos imitaban el vuelo de un cisne con tal majestuosidad digna de Odette* . Las piernas se deslizaban por el hielo de tal manera que parecían flotar.
Primer salto, Toe-loop triple; logrado
Viktor veía conmovido aquella actuación. Yuuri había puesto tanto empeño en el programa. Había entrenado por horas, pues quería demostrarle que podría ser un digno rival.
La música pronto comienza a acelerar. Y los movimientos se vuelven más intensos, mas fuertes , pero sin perder la delicadeza del inicio, transmitiendo los sentimientos de la protagonista perfectamente.
Yurri katsuki, la nueva versión de Odette.
Un Salchow cuádruple, seguido de un triple axel y para finalizar los saltos un Toe-loop cuádruple con los brazos extendidos. Una verdadera muestra de la resistencia y estética que posee el Japonés al patinar.
Giros, combinaciones de saltos, lágrimas y aplausos del público. Viktor admite su derrota. Pero no le molesta en absoluto, al contrario, no podría estar más feliz. En el estadio no paran de resonar los aplausos.
¡Este Grand Prix ya tiene un ganador! – concordaban jueces, publico y patinadores.
Un estruendo basto para hacer callar a todos.
- ¡¡Maldito homosexual!! - el grito hizo eco por todo el lugar
Yuuri había quedado de pie con los brazos extendidos y los ojos abiertos. Viktor miraba horrorizado el charco de sangre que comenzaba a formarse.
No podía creer lo que estaba pasando, todo parecía tan irreal, como en cámara lenta. No podía creerlo. No quería creerlo. Los murmullos del público, seguido del grito horrorizado de Minako siendo detenida por seguridad, lo regresaron a la realidad. Rápidamente corrió a la zona de kiss and cry, y sin importarle el no traer patines ingreso al hielo viendo como Yuuri se desvanecía.
Se arrodilló inmediatamente, colocando la cabeza del todavía consciente azabache en su regazo.
-Yuuri, ¡Por favor Yuuri! Quédate.... Quédate conmigo.
- Vik.. Viktor
- No te esfuerces demasiado. Los paramédicos no tardaran. Resiste.- las lágrimas se aglomeraban en sus mejillas- No me dejes.- susurraba con voz entre cortada mientras lo abrazaba y lo acercaba a su pecho- ¡Resiste!
- Viktor yo....
- No Yuuri, no es el momento solo... Solo relájate, los médicos no tardara...
.
- Viktor no, no habrá otro momento - hizo una pausa, había escupido algo de sangre - Viktor yo...
- ¡Habra muchos momentos! ¡TÚ NO TE PUEDES IR! ... tu no... Yuuri, mi Yuuri.. Tan solo...
- Viktor - acaricio su rostro con la poca fuerza que tenía - te amo, se que lo eh dicho antes, pero esta podrá ser la última. No me quedan fuerzas. No lo lograre.
- ¡SI PODRAS!
- Por ...por favor , continua tu vida. Eso había sido lo último que Viktor escuchó salir de la boca del japonés.
Un grito desgarrador salió raspándole la garganta acompañado de más y más llanto. Solo aferro más al azabache hacia su cuerpo. Ya nada importaba, nada podría hacer que su dolor aminorara, era como si le hubieran arrancado parte de su alma. Ya no era consciente de la llegada de los paramédicos, ni del llanto de yurio que en algún momento había llegado a su lado, ni del murmullo del público, ni de los gritos de Minako, ni siquiera de la desquiciada risa de aquel desgraciado al ser arrestado.
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Según los informes, Katsuki Yuuri murió a causa de un pulmón perforado por una bala. Por supuesto que Nikiforov se encargó de usar a todos sus contactos para refundir al asesino en prisión. Sumándole el hecho de que mando asesinarlo ya dentro.
¿Que si pudo continuar con su vida ? No, no podía, los meses que le siguieron a la muerte del japones se la había pasado en un interminable estado de depresión. Abandono el patinaje y su vida en Rusia. No quería tener nada que ver con esa nación.
Al estar preocupados por él, los katsuki le ofrecieron hospedarse con ellos. Oferta la cual termino aceptando, llevándose a Makachin consigo.
Cuatro meses, cuatro jodidos meses habían pasado sin Yuuri, y sentía que cada vez se hundía más y más. Se la pasaba encerrado en el que había sido el cuarto de su amado. Mas ya era tiempo de ponerle fin.
-Yuuri, lo intente, realmente lo intente.- Aspiro fuertemente la brisa del mar - Pero no puedo estar así.
Recordó la pregunta de aquella mujer. ¿Cambiaría algo de su vida? Podría responder con certeza que si lo aria. Cambiaría el hecho de haber ido a esa competencia, impediría que Yuuri fuera y se hubieran ido a vivir muy lejos.
Pero el hubiera no existe. Katsuki Yuuri estaba muerto.
Recuerda que durante el funeral, sus amigos trataban de hacer menos pesada la carga emocional diciéndole "los planes de Dios son misteriosos" .
¿Dios? Nunca se había detenido a pensar en él. Tal vez esas personas tenían razón y un ser divino tiene algo preparado para él. ¿Pero adivinen qué? El no tiene la más mínima intensión de continuar sin Yuuri. Así de simple.
Viktor Nikiforov, siempre, dentro de lo que cabe, había sido feliz. Pero en estos momentos, la vida le estaba cobrando esa felicidad con creces. Muchas personas pasaban por cosas peores y salían adelante, de eso estaba consciente, realmente admiraba a esos hombres y mujeres que continuaban a pesar de perderlo todo. Llámenlo cobardía, pero el simplemente no podía, ni quería.
Asomándose por el barandal de aquel pequeño risco se da cuenta de que esta a una altura se no más de 10 metros, podría no ser mucho, pero estaba seguro de que las rocas afiladas y las furiosas olas harían bien su trabajo. Inhaló profundamente dispuesto a lanzarse.
- Perdóname Yuuri, no pude hacer lo que me pediste. Había dejado una carta para la familia katsuki. Estaba seguro de que ellos cuidarían bien de makachin.
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Mari Katsuki había encontrado la carta antes de lo previsto. Corrió con todas sus fuerzas gritando el nombre de Viktor. Más al llegar al lugar se dejo caer de rodillas. Ya no había nadie.
Viktor Nikiforov se había suicidado.