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Antes del fin por Nero Sparda

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Notas del fanfic:

Subido ya en mi cuenta de Wattpad bajo el nombre de Anaxkolasi, allá lo tengo con otro nombre junto a otra historia Lustiel

Es el fin del mundo y Dean no quiere arrepentirse de nada. Bebida, música, su amado coche y cierto ángel cuya mirada le hace sentir en el cielo.
— ¿A dónde vamos?
Castiel tenía la vista puesta en el camino y realmente no parecía muy preocupado por su destino. Amara acabaría con todo en unas cuantas horas, no tenían escapatoria ni tampoco algún deseo de intentarlo. Vivirían sus últimos minutos como mejor les fuese posible. Dean sólo quería salir para evitar miradas curiosas o las burlas irritantes de Crowley, el muy maldito sabía ya demasiado, Dean no se iría a la tumba dándole la razón sobre algo más.
Sí, estaba perdida e irrevocablemente enamorado de otro hombre, negarlo no cambiaba el hecho, fingir ya ni siquiera se le daba bien, su preocupación era demasiado palpable al igual que los celos. Pero no saldría del closet ni por el apocalipsis, no respondería preguntas tontas cuando podía emitir sonidos mucho más placenteros. Sólo necesitaba unas horas, una despedida digna con aquel que le hacía acelerar el pulso a cada mirada inocente o sonreír internamente con sus ocurrencias.
Castiel había sido confort, estabilidad, paz para un hombre de guerra. Estuvo muy equivocado cuando se retiró buscando la vida normal que nunca pudo tener; lo supo cuando se mantuvieron separados y lo confirmó después, ante tantos sucesos, despedidas, pérdidas. Él era lo que había necesitado, por lo que hubo rezado tanto tiempo incluso sin saberlo.
Detuvo su coche a mitad de la nada, algunos árboles les resguardaban de miradas curiosas aunque a esa altura poco le importaba ser visto. Cas siguió observando los alrededores, absorto, y él se permitió observarlo también en silencio. Recorriendo sus labios usualmente pálidos, siempre serios, esos ojos encantadores que le habían ido seduciendo poco a poco hasta volverlo un blandengue cursi, ese rostro cuyas formas buscaba esperanzado entre las multitudes cuando se ausentaban el uno del otro. Dean se inclinó y lo besó. Al principio sólo era un roce tan sutil e inocente que Castiel tardó en volverse, su mirada entornada y la pregunta no formulada en la punta de su lengua. Dean no le dejó emitirla, se aferró a él tan desesperado como un náufrago en pleno océano a la balsa que le es lanzada, besándole con una desesperación que ni siquiera imaginaba poseer. Era como si todo el tiempo se hubiera contenido en su interior lista para derramarse ante la mínima provocación.
No esperaba ser correspondido y tal vez por eso emitió un bajo gemido cuando tímidamente la boca de Cas se abrió, como el pequeño capullo de rosa ante la brisa fresca del amanecer. Y era dulce, suave, tan caliente que le causó una erección, o tal vez fuesen las manos de Castiel aferrándolo, tirando de él sin demasiados miramientos, como si también hubiese estado conteniendo un tornado de emociones y ahora se derramasen todas fuera esperando ser consoladas.
Dean le mordió, chupó su labio inferior hasta enrojecerlo y cortó el beso sólo para poder contemplar la mirada perdida del ángel sobre el cual ya se encontraba. Una imagen sublime que sin duda valía la pena llevarse al más allá. Tenía los labios entreabiertos y jadeaba buscando oxígeno, quizás una buena explicación ante lo sucedido. Dean miró dentro de aquellos ojos azules, más enigmáticos que los océanos y sin duda más prometedores que los cielos. Sólo se le ocurrió una respuesta.
—Pasate al asiento trasero Cas, vamos a jugar al pizza-man.

El ángel pareció dudar, su ceño se acentuó de manera adorable y sus labios volvieron a abrirse vacilantes antes de que asintiera y obedeciera. Cuanto le gustaba a Dean, cuanto le dolía no haberle expresado antes sus caóticos sentimientos, las cosas serían diferentes. Habrían aprovechado cada noche y cada día, lo habría follado de todas las maneras posibles sobre toda superficie permitida, incluso frente a Sammy si se le antojaba. Al diablo todos. Lo habría amado más y enfrentado menos. Poco importaba ahora el tiempo perdido o la soledad abrumadora, tenía determinación, con la cual repondría cada segundo tortuoso que habían estado separados, pagaría cada beso, caricia o mirada que le debiese.

Decidido se trasladó también a la parte trasera del Impala, acoplándose sobre su confundido amante y acomodándolo también con sumo cuidado bajo él. Escuchó cómo Castiel tragaba, pudo sentir el temblor expectante de su esbelto cuerpo tendido sobre el asiento trasero y la promesa de seducción oculta bajo la ropa.

Castiel no era feo en absoluto, ni físicamente ni por dentro donde sólo los ojos del corazón podían echar un vistazo. Tenía la adecuada constitución para resultar tentador, sentía los músculos tensos mientras iba subiendo despacio hasta quedar tendido igualmente cuan largo era sobre su ángel guardián.
—Tranquilo Cas, no dolerá.

Le pidió deslizándose por el contorno de su mejilla, sintiendo la fricción de ambas pieles y entregándose quizás demasiado pronto a los mordiscos sobre el cuello ajeno, al rozar tortuoso de ambas caderas cuyo cosquilleo alimentaba su presente erección.

—Yo...no sé hacerlo, Dean...no sé...

No negaría el furtivo encuentro entre los dos, sino más bien expresaba su desconcierto con las expresiones humanas de amor y lujuria, lo encontró demasiado dulce. Castiel se preocupaba por no saber responderle cuando Dean estaba más que dispuesto a enseñarle si así quería.

—Sólo sígueme, ¿de acuerdo? Tócame, Cas.

Y obediente como ningún otro comenzó su trémulo avanzar, los dedos lentamente enredándose entre sus cortos y rubios mechones, deslizándose en el incendio de pieles, fricción deliciosa, necesaria. Fue bajando, aunque Dean le detuvo para poder desnudarse así mismo, luchando con las molestas prendas que cubrían el manjar de piel tersa al cual planeaba devorar.

Dean bufó realmente frustrado, ¿a qué mierda venía tanta ropa? La gabardina, la chaqueta, la camisa y corbata, solo para encontrarse otra camisa blanca debajo.

—Cas... ¿En serio? ¿Es la nueva versión de calzón de castidad?

Su hermoso ángel pareció confuso y avergonzado.

— ¿Como la chica del antro de perdición? Dean, no entiendo...

Le besó, no podía hacer más que perderse en esa boca encantadora e inocente, devorar cada centímetro como si fuese el antídoto perfecto para el veneno agridulce de lujuria pura corriendo entres sus venas, a cada latido más espeso. Y volvió a recorrerle, los costados ahora desnudos, sus muslos, hasta la entrepierna que presionó lo suficiente para hacerle gemir suavemente. No se detuvo, empezó a masturbarlo de manera constante, jugando el glande como sabía bien que a sí mismo le gustaba, empujando más abajo sus dedos hasta atrapar los pesados testículos que presionó en la palma sólo por escucharle gruñir. Dean también estaba incómodo, su erección dolía cada segundo pese a irse desnudando con la mano libre a tirones bruscos sobre su ropa. Ansiaba el momento de hundirse en la carne caliente entre los firmes glúteos ajenos.

No fue hasta escuchar el ruido molesto y constante del teléfono que ambos se detuvieron, permaneciendo tensos en su asiento, buscando con la mirada el insolente aparato seguramente sepultado entre la ropa revuelta y algunas cuantas cosas más esparcidas.

—Tal vez deberíamos volver, Dean, Sam pudo…

Ni palabras ni reproches, no perdería esa oportunidad, no nuevamente y pudiendo besarlo para silenciar cualquier queja o preocupación. El fin del mundo tenía sus curiosos beneficios.

 

 

 

 

 

Notas finales:

En mi cuenta de Wattpad está bajo Supernatural - One shot


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