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Can't Stay Away por MissLouder

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Notas del capitulo:

Última estrofa 

 

I wish I could

Leave and never return

Baby, I know I should

But for you I'd burn

—x—

Era una noche de sombras, encapotada por algunas estrellas que murmuran entre ellas, asustadas de otras, quebradizas de algunas, en anuncio trepidante de una venida que sabía a unas amargas sales de guerra. Albafica las observa impertérrito desde su jardín y un ramalazo de mal augurio le sacude la espalda, erizando las espinas de sus rosas.

Hades, el dios del Inframundo quería tomar nuevamente las astas de ese siglo para seguir sus perversas andadas.

El ambiente yacía tenso, agrio, temeroso y todas las alertas permanecen activas. El Patriarca se reserva los pensamientos que podían ser solo una alerta entre miles, y que mientras no obtuvieran la señal final, todavía se encontraran en paz.

Suspira, porque sabe al dedillo lo que se avecina en el horizonte estriado por estrellas corrompidas.

Una sensación de escalofrío espectral recorre sus sentidos y es inevitable no darle nombre a esa aparición que se pasea por las cercanías. Quiere ignorarla pero sabe que no puede. Quiere irse pero cae en el pecado al ver que no puede.

Camina lo necesario, con sus pasos serpenteando la sed de sangre escarlata y lo justo que sus pies se permiten. Alza la vista y, ahí está.

"Este lugar es peligroso", quiso decirle, diálogo repetido y gastado que su lengua se rehúsa por dejar salir. Está cansada de hacerlo.

Distingue la silueta y el brillo de la armadura, dorada y afilada, está detenida como un espejismo entre la calima que empaña la noche. Se detiene a observarlo, está sobre uno de los pilares que se alzan sobre el mar de rosas de granate fúnebre, con la mirada instalada en un cielo poblado de tinieblas.

—Pronto empezará —dice lentamente, como si estuviera probando cada palabra en su lengua. La voz, el acento italiano, la ansiedad y miedo ocultándose detrás de la declaración—. Él lo sabe.

Asiente. Sabe que se refiere al pontífice. El miedo a la guerra era algo natural, podía negarse más nunca evitarse. Algunos no se detienen a pensarlo, otros lo ignoran, porque la presencia despierta en cualquier sitio sus pieles en temblores.

La muerte no es un término que puede ignorarse, arranca la piel e infunde miedo a los débiles cuya debilidad es la mortalidad. Nadie queda exento de su viciada mirada que introduce estupor, aunque se alegue la valentía; el miedo a la muerte es sólo ignorancia. De ser contrario, ¿quién arrastraría las cargas de esta vida, si no fuese por la ignorancia de que haya algo después de la muerte?

Albafica de sólo pensarlo se le borra la expresión.

Se mantienen la mirada en silencios pesados, en ese aire de quietud y de resolución, peculiares a los hombres avezados a luchar, que les hace decirse que pronto todo tomará un rumbo conocido. De sangre y batallas que ni los más valientes se atreven a mencionar.

No duda ni un segundo que sus almas envenenadas de pecado —por osarse a levantarse contra los dioses— se despedirán a las lobregueces de un oscuro averno dando inútiles lamentos a un cielo inexistente. Sabe que es final, y aunque por mucho que lo desee, el huir de esa realidad nunca será una iniciativa que se anticipe en sus pensamientos.

Al volver nuevamente a la realidad, Manigoldo desaparece de su vista. No se ha ido, aun siente su cosmos en las cercanías y lo verifica al caminar unos cuantos pasos hacia su templo. La oscuridad lo habita, absorbe los contornos, cegando todo su interior menos su tacto.

Siente unos dedos gruesos, largos y con cierta afinidad pasearse por el costado de su cuello pugnando por sacarle un suspiro. Cierra los ojos al percibir el roce de un beso desplazarse por su piel prohibida.

—No... —dice, y luego reacciona, apartándose—. No ahora.

—No habrá más un "no ahora", Alba-chan. —responde, aun con la sonrisa cocida a su rostro y puede ver algo que comienza a amanecer en la expresión—. El más tarde ya no existirá para mañana.

Lo sabía, pero... ¿qué podía hacer? Es un voto agonizante lo que le conceden a sus manos. Y lo deja ir, no puede tomarlo por lo que da uno pasos más atrás, marcando su respuesta.

No hay abertura para más. No pueden permitírselo y sólo saberlo, darse cuenta de sus exiguas opciones, le arranca una lágrima que le baja por la mejilla y, lo peor, está ajeno de detenerla. El "No ahora" le supo demasiado filoso, áspero, desea que regrese y le rompa la garganta.

Todo procede en un segundo a sumirse en un solo semblante de tristeza y de dolor, para terminar de combatir la cordura y el afecto, ya que lo único que podían hacer es maldecir al buen juicio. En sus gargantas se reservan muchas palabras que callarán, porque mientras sus cosmos, sus ojos y sus pieles estuvieran en medio,  lo demás queda exento. Con sólo eso, en un segundo perdido y en un momento olvidado, es suficiente.

El resto es silencio.

Manigoldo le sonríe, entiende sus sentimientos —quizás los comparta— y se aproxima para besarle los labios. No puede evitar advertir el reconcomio que su cuerpo arde ante los dedos que producían las ondas infernales. Su alma late ante las manos que la rozan, que juguetean con ella como hilos de un arpa. Era como si unos anillos blancos se expandieran y se enroscaran a su alrededor.

Lentamente, siente como abandona su cuerpo, dejando atrás sus cargas y pesares, abrazando en el cuello de Cáncer. No piensa en nada más, porque sabe que no habrá más.

Al día siguiente habría otros líderes que atender y una guerra que llevar entre manos. Manigoldo no lo dice en voz alta pero sabe que lo piensa. Abandonar todo nunca sería una opción y es por ello que se aferran a lo poco que tendrán. Si alguien moría por su culpa, nunca podrían perdonarse. Nunca podría darle descanso a la memoria que prefirió huir al seno de los sentimientos que de la misma realidad. No podían.

Es por ello que se refugia en esa última vez. Por Manigoldo, por él y, sólo por esa vez; ardería en las llamas del Yomotsu, en los brazos de un caballero de constelación canceriana, en despedida de una relación fluctuante.

Esa noche, iniciaría la guerra la santa y todos los sabían.

FIN.

Notas finales:

Última estrofa adaptada antes que Alone despertaran "como Hades". Espero que te guste ScarletRose, en tu último review (en AmorYaoi) intenté responderlo, pero terminé borrándolo sin querer. Aprovecho para decirte que tendré en mente tu propuesta y cuando tenga tiempo la haré (:

Créditos: "¿Quién arrastraría las cargas de esta vida, si no fuese por la ignorancia de que haya algo después de la muerte?", una frase de Shakespeare de uno de mis libros favoritos.

Gracias por leer a todos (:


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