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Haciendo irlandesitos. por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

Largo y romantico. El capitulo.

Al tercer dia, la bebida de la boda de Gwaine y Domhnall se termino. Mama Mary tenia el dinero para llevarlo a la ciudad, y le habia tomado gusto a ser guardiana de taberna: no se habia divertido tanto desde su infancia como cuando apaleo borrachos. Con un garrote. Era genial.

Brian y Domhnall le habían agarrado el truco a servir y era un excelente negocio. Aparentemente, siempre habia oportunidad para una taberna mas en el condado de Kerry.

-Hijos – los fue a levantar luego de una larga noche de parranda – prepárense, vamos a ir a la ciudad.

-¿No puedes llevar el dinero tu sola? – pregunto Dom.

Brian solo se habia escondido debajo de su almohada.

-¡Claro! Yo ire al banco y ustedes a conseguir alcohol.

-¿¡Que?!

-Vino de endrina, whisky, cerveza, lo que encuentren. La taberna esta vacia.

-Mama, ya no quiero seguir desvelándome, con toda esa música y bebida…

-Pues me extraña, porque esa hubiera sido tu vida de casada. – Dom hizo puchero – Brian, levántate que te apaleo a ti también.

Brian se sento, modorro y de mal humor. Era un par de años mas joven que Domhnall, ancho de espaldas y fornido como su papa, con las piernas mas cortas,  la cabeza redonda y una espesa barba castaña rojiza. El color de esta y de los ojos, azules, los habia sacado de la mama, una turra delgada y de cara afilada, ni por asomo tan hermosa como Domhnall.

Habia sido la combinación genética de ambos padres, la misma colección de genes la que habia producido una hermosura tan dulce, y también al varon pecoso, con gesto de niño grande, travieso. Para fliparlo.

Los hermanos tan dispares recorrieron el camino a Killarney en carreta, pensativo Domhnall y disfrutando del paisaje Brian. Su madre conducia como una loca y los hacia saltar en los baches, para gran regocijo de Brian, que no comprendia como su hermano no lo disfrutaba como antes, y quería que lo hiciera.

-Aquí nos esperamos. – dijo frente a una iglesia Mary al apearse – Vayan a buscar bebida. – y les dio lo suficiente para llenar la carreta.

Brian asintió, pensando en cuantos yoyos podrían comprarse con eso,  caramelos, palitos de carne salada.

-Vamos a buscar a Gwaine. – le dijo su hermana mayor y el asintió. Azoto las riendas para hacer andar los caballos, deteniéndolos tres pasos después, en la primer taberna a la vista. – Entra a ver si esta, yo cuido la carreta.

Repitieron la operación en las treinta y tres tabernas del pueblo. Brian habia aceptado tragos en algunas de ellas, por lo que estaba sonrojado.

Adormilado. De súbito se dio cuenta de que un aire muy limpio despejaba sus pensamientos.

-Dom, ¿A dónde vamos?

-A buscar a Gwaine.

-Pero ya lo buscamos.

-No lo suficiente. Tal vez este preso en Dublin por no pagar sus deudas.

-¿Por qué iria a Dublin?

-Tal vez por su mama, para la boda.

-Mama…

-¡Brian! – su hermano lo volteo a ver con los ojos a punto de las lagrimas. No podía soportarlas – Estoy convencido de que algo malo le paso a Gwaine; si mama y papa ya no quieren buscarlo nosotros debemos hacerlo. No me casare con ningún otro.

Brian estaba acostumbrado a obedecer a Dom. A que este lo protegiera. Y, pasado el coraje inicial, el también creía que algo malo le habia pasado a Gwaine, algo como la muerte, pero era algo que su hermano no estaba dispuesto a aceptar.

-Pero… si te ven embarazado, sin casarte, te pondrán en el cepo.

-Fingiremos que somos esposos.

-¡¿Qué!?

El grito de Brian espanto a los pajaros.

-¿No nos dice siempre la gente que no nos parecemos? Tu podrias ser mi esposo – cara de asco de Brian – y estaríamos buscando a Gwaine porque…

-¿Por qué mucha gente lo busca?

-Si, exacto, mucha gente lo busca. Brian, por favor, tenemos que encontrar a Gwaine.

Brian se cruzo de brazos. Dom se le restregó como un gatito. Una zorra amante de las emociones fuertes cruzando el camino. Una sacudida particularmente violenta.

-Por favor. – rogo Domhnall.

-Mama va a matarnos. – gruño Brian.

 

***

 

Habia conocido a Gwaine muchos años atrás, cuando el todavía era mas un tallo que una flor. Gwaine ya era un muchacho apuesto: la barba castaña le despuntaba hasta el cuello, llevaba el cabello mas largo que el (su mama lo tenia con el pelo muy corto para no peinarlo), abundante, partido a la derecha. Era un varon bien formado, con el torso amplio, musculoso.

Se lo vio una mañana en Balleskelligs, pues el tabernero le habia quitado la camisa y las botas al borracho desconocido para cobrarse algo de su deuda. Las matronas estaban escandalizadas, las hijas encantadas. Cuando mama empezó a cabecear en el largo sermón del viejo padre O’Brian el se escabullo por el arco ojival de la entrada.

Pico a Gwaine con un palito, porque habia oído decir que era peligroso. El castaño se revolvió en el lodo, un ojo pardo, calido, se abrió, seguido de una gran sonrisa.

-¿No tienes un poco de agua, niña?

Dom le señalo la fuente, donde unas cabras bebían.

Arrastrandose, Gwaine se llego a ella, alterando a las cabras al hecharse dentro de la pileta. Le quedaba como una tina; con la cabeza bajo la llave del agua su rostro tenia un gesto complacido, incitante.

Con el pantalón mojado, el resto de su cuerpo se dejo adivinar. Era un varon, como su padre, pero a diferencia de este le quitaba el aliento. Sus piernas eran tan marcadas, musculosas, como su abdomen y el pecho con un poco de vello. Pero lo que mas le llamo la atención fue aquello que no se suponía que viera, el bulto entre sus piernas. Se distingian claramente dos formas, y una era demasiado larga y las otras demasiado redondas.

El varon le quitaba el aliento y no podía dejar de verlo, aunque fuera grosero.

Gwaine se dejo reconfortar por el agua unos momentos. Luego abrió la boca, moviéndola, recibiendo el chorro del agua por toda la cara. Bebio y bebio, antes de salir. Los pies dejaban grandes huellas y todo el chorreaba.

Miro a la turrita, muy alta y delgada, con una expresión entre el miedo y el asombro. Se acerco a ella y uso su encanto.

-¿No tendras un poco de dinero que me prestes? – le pregunto, con su rostro muy cerca del suyo y acariciandole el pelo junto a la oreja.

Dom se llevo la mano a su vestido infantil, prolongado para taparle lo que habia crecido con un retazo de otro color. Le dio el penique que tenia para gastar. En todo el mes.

-Gracias. – le dio un beso en la mejilla. A una turra se lo habria dado en la boca, pero esta se veía aun muy jovencita, y quizá lo fuera. – Te lo pagare la próxima vez que venga.

Y tomo el camino de su casa, el que continuaba hasta Valentia, hasta la próxima taberna.

Domhnall se encontró acariciando toda la tarde la flor que le habia puesto en el pelo.

*

Gwaine tardo mas de un año en lograr su cometido de emborracharse en todas las tabernas de Irlanda. No hubo poblado, por minúsculo, que dejase, como lo constataba aquel de los monasterios y la turrita de pelo entre rojo y dorado. Era hermosa. Si tan solo hubiera sido un poco mas grande. Si tan solo hubiera tenido el pelo mas largo.

La curiosidad lo hizo regresar. La curiosidad y el vino de endrina. Regreso por el norte, luego de saciarse de el en Killarney (el templo de la endrina, literalmente) tenia mas ganas que nunca de ver a la turrita. Si ya habia madurado. Las turras crecían sorprendentemente rápido, a veces.

Fue el caso. Era muy bonita. Tenia el pelo mas largo. Desordenado, como el suyo, en versión turra. Eso le agrado. Se alejo de su familia para ir a hablar con el, el desconocido recargado en la pileta que mascaba una brizna de hierba.

-Gwaine. – se llego a el, diciéndole su nombre como si no lo supiera.

-Vaya – volvió a acariciarle el pelo tras la oreja - ¿Qué tenemos aquí? El penique que te debía.

-¡Domhnall! Alejate de ese varon.

Esa era la reacción habitual de los padres de las turras solteras.

-Afuera de tu casa, cuando salga la luna. – acerco aun mas su rostro a su oreja para susurrarle eso, y al separarse, en voz alta - ¡Mira! Otro mas.

Le beso la mano y se alejo, antes de que el papa, y el hermano, que prometia ser tan mazizo como el papa, se acercaran a suficiente distancia para patearlo.

Domhnall se dejo meter, azorado, en la iglesia. Domhnall. Que bonito nombre. Se decía en dos silabas, era suave y melodioso, como debía ser el de una turra.

Fingio partir del pueblo, pero en realidad aguardo, desde un buen punto de vigilancia. Era increíble lo que una capucha y una afeitada hacia por la identidad de uno. Los acreedores y los asesinos le habían enseñado como moverse, siguió a Domhnall hasta su casa. Su vestido ya no era el de una niña. Tampoco su camisón, ni el chal, con el que salio. Seguia siendo hermoso a la luz de la luna, pero mas a la del sol.

-Hola. – le salio por detrás, asustándolo. Se rio mucho luego del susto. Esa fue la primera vez que lo oyo reir y no lo olvidaría – No es prudente hacer ruido. – le susurro, acercando de nuevo demasiado su boca a su oído.

-Vayamos a donde no nos oigan.

En otra turra, eso habria sido una invitación muy distinta, reforzada por el hecho de que lo tomara de la mano y lo jalara. Al moverse, su camisón se movia con el, y se veía que sus piernas eran muy largas, sus caderas sensuales.

El lado del establo que no era visible desde la casa. Ese era el lugar donde no podían oírlos.

Dom habia pensado en muchas cosas que decirle, preguntarle. Pero justo ahora no se le ocurria ninguna. Al menos, se veía mejor de lo que se habia visto entonces.

-Te afeitaste la barba. – dijo, acariciandole la barbilla y las mejillas tersas.

-Si. ¿Te gusta?

Domhnall apretó los labios. No quería ser grosero pero tampoco mentir.

-Me gustas mas con barba.

Gwaine sonrio. Le gustaba.

-A mi también me gusta mas tu pelo asi. – se lo acaricio – Es muy bonito.

Dom se cohibio. Era lo único que creía tener bonito.

-¿De donde vienes?

-De Dublin.

Gwaine solia ser mucho mas reservado. A cualquier otra persona le habria contestado con la estricta verdad: de Killarney.

-Eso esta muy lejos.

Dom apretó la tela de sus mangas entre sus dedos, acercándolo.

-Nada me ata alla.

-¿No tienes familia, esposa?

Gwaine negó, riéndose.

-Dame un poco de espacio, solo tengo veinte años.

-Igual yo.

-¡¿Qué?! ¿Tu tienes veinte años? Eso si que no puedo creerlo.

-Tenemos la misma edad. – le dijo Domhnall, anhelante.

Tambien era mas alto que el. Como una pulgada, pero mas.

Sus labios eran muy carnosos y su chal casi tan blanco como su piel, a la luz de la luna.

Le basto un beso para saber que era virgen. Probablemente, hasta de besos.

El no. Y no podía aprovecharse de su experiencia.  Ni enamorarse. Habia demasiada diversión en el mundo para sentar cabeza.

Sus labios todavía brillaban cuando hecho la cabeza atrás. Sus largas pestañas se separaron, revelando los iris mas luminosos que hubiera visto. Lo veía como si lo poseyera, con la seguridad que un guerrero ve un dominio conquistado.

Volvio a acariciarle el pelo, tras el oído, pero esta vez el filo destelleo y un mechon de cabellos, oro claro en esa luz, se alzo entre ellos entre sus dedos.

-Tendre barba la próxima vez que te vea.

-No te vayas. – le agarro la mano, la de la hoja, que cayo al césped.

-Tengo que.

-Te amo.

-Te amo también. – lo jalo de la mano con la que el lo sostenia, lo estrecho y lo beso de nuevo, alejándose inmediatamente. Rapidamente. Asustado, él. De la velocidad de sus sentimientos.

 

 

continuara...

 

Notas finales:

Hoy tuve un ataque de risa con el Chupete, de El enamorado de la Osa mayor.

Cuando quieran les paso buenos libros.

Kiitos!


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