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35. Locas Navidades familiares en la Manada Kim (24) por dayanstyle

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MINSOO Y NIEL

 

 

—Jingle bell, jingle bell, jingle bell rock… —Niel tarareaba la canción mientras movía las caderas de un lado a otro, viendo la caja de decoraciones navideñas. Gruñó cuando sacó los cordones de las luces enredados. Podría jurar que los había enrollado con cuidado extra cuando los guardó.

Ahora tenía que atravesar por el proceso de desenredar las luces navideñas. No tenía elección. Su TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) no le permitía alejarse de eso.

—¿Qué estás haciendo? —El doctor Jaejoong preguntó mientras entraba a la biblioteca.

—No está bien. No está bien en absoluto. —Niel bufó mientras dejaba caer cinco pilas de enredados cordones en la alfombra—. Yo doblé esto bien el año pasado. Si, lo hice.

—¿Puedo ayudar? —El doctor Jaejoong preguntó, se inclinó y jaló el primer cordón hacia él. Niel se encogió. Era su trabajo hacerlo bien, su trabajo desenredar el cordón. Pasó su mano con guante azul sobre la parte de atrás del cuello.

—Juro que no te tocaré —dijo el doctor Jaejoong mientras veía a Niel—. Me gusta desenredar las luces de navidad. Esto es casi una tradición.

 

 

Tradición su culo. No había nada de navideño en los cordones enredados. Niel se arrodilló frente a la segunda pila, suspirando mientras comenzaba su arduo trabajo de hacer que el cordón estuviera listo y bien.

—Deberíamos de conectarlo para asegurarnos que todas las luces funcionen —Jaejoong comentó, tomando uno de los cordones y viéndolo como si fuera uno de los cubos de Rubik21—.

¿Cómo se enredaron tanto?

 

Eso era lo que Niel quería saber. Sabía de hecho que nunca podría haber lanzado las luces en desorden dentro de la caja. No, no, no. Nunca hubiera hecho eso. Nunca.

—Estos funcionan —el doctor Jaejoong anunció cruzando el cuarto. Niel levantó la vista para ver que las luces parpadeaban. No eran unas lindas luces. Parecían pedir un SOS de una manera triste, pero gracias a Dios por los pequeños favores.

—Creo que necesitamos refuerzos, Niel. Tomará una eternidad tener estos cordones apropiadamente.

Niel vio las otras tres pilas y suspiró. Parecían como si los hubieran anudado más en lugar de desenredarlos. Lanzó la segunda pila, Niel concedió: —Está bien, pero no le preguntes a Luhan o a Heechul. —Ellos nunca irían a tomar el trabajo en serio. Esos dos solo harían las cosas peor, y probablemente jugarían para ver quien vuelve a Niel loco más rápido.

El doctor Jaejoong asintió. —Lo entiendo.

 

Niel regresó a su tarea, preguntándose si valía la pena. Si su TOC no fuera tan difícil, él solo iría a comprar nuevas luces. Pero así era, así que desenredó el primer cordón. Complacido consigo mismo, Niel tomó el enchufe del cordón y lo conectó.

 

Nada.

 

Se rascó la cabeza, desconectándolo y riéndose graciosamente cuando comenzaron a parpadear para él en los más hermosos colores de navidad. Y entonces se apagó.

 

Niel dio un suave gruñido mientras lo desconectaba y lo conectaba. Comenzó a parpadear de  nuevo.

—Está bien, solo tengo que encontrar qué está mal contigo, pila —dijo Niel mientras dejaba el cordón cuidadosamente en el suelo cerca del librero.

—Oí que necesitas ayuda —dijo Jiyong entrando en la biblioteca y dejando a su hijo en el suelo. Niel vio al pequeño, preguntándose si había sido buena idea.

—Yo, uh... —Vio a los demás cordones que aun necesitaban desenredarse. Niel levantó las manos derrotado—. Yo lo hago, yo lo hago —dijo con horror cuando vio a Taeyang  correr y tomar el cordón que acababa de desenredar y correr por el cuarto hacia el escritorio—. ¡No!

—Eso no es lindo, Taeyang —Jiyong reprendió al pequeño mientras le daba caza.

Niel estaba listo para arrancarse el cabello cuando vio a Jiyong tomar el cordón y enredarlo en su puño mientras tomaba al pequeño con la otra mano.

¡Eso no estaba sucediendo!

 

—Lamento esto —dijo Jiyong mientras le daba el cordón babeado a Niel. Lo tomó entre dos dedos manteniéndolo lo más humanamente posible lejos de su cuerpo—. Yo–Yo estoy bien.

—Voy a salir de aquí. Lamento no poder ayudar.

 

Niel asintió, sus ojos transfigurados mientras veía la saliva por todo el cordón. Se estremeció dejando caer el cordón en la alfombra.

Necesitaba un nuevo par de guantes.

 

Y necesitaba hablar con el doctor Jaejoong por enviarle esa gente a ayudar.

Niel salió de la biblioteca, manteniendo las manos en alto frente a él como si tuvieran una enfermedad infecciosa mientras corría a su oficina en donde tenía toda una caja llena de guantes.

Tan pronto como llegó a la puerta de la oficina, Niel se quitó los guantes contaminados y los dejó caer en el bote de basura. Entró en el cuarto de baño y abrió la puerta del gabinete en donde Minsoo mantenía una cantidad nueva.

Inhaló  profundamente  cuando  vio  la  caja  vacía.  —¡No!

r13;Se giró, moviendo la cabeza de un lado a otro pero no había ni una señal de la caja—. ¡No! ¡No! ¡No!

Salió corriendo de la oficina, manteniendo las manos en alto, para no tocar nada mientras corría lo más rápido que podía hacia la recámara. Niel encontró la puerta cerrada y vio la perilla con pánico.

Tenía que tocarla para abrirla.

 

Niel se quitó la camisa sobre la cabeza, rezando porque nadie lo viera medio desnudo, y envolvió la tela alrededor de la mano. Giró la perilla pero estaba bloqueada.

«Oh, infiernos, infiernos, infiernos».

 

—¡Ábrete! —Niel gritó pateando la puerta con la punta de su zapato repetidamente. Sus manos se sentían como si los gérmenes estuvieran extendiéndose por ellas como una plaga sin control.

 

—Wow, wow, wow —dijo Minnie mientras llegaba por el pasillo—. ¿Qué te tiene tan molesto, nutter?

Niel estaba  entrando  a una reacción nuclear. Eso   era.

r13;Guantes, necesito guantes. —Levantó sus manos desnudas hacia la cara de Minnie—. Guantes, guantes, guantes, guantes…

—Está bien, aguanta —dijo Minnie mientras abría la puerta de la recámara.

Niel veía sus manos juntando las cejas. ¿Qué infiernos? Se olvidó acerca de la puerta misteriosamente cerrada y corrió hacia el cuarto del baño. —Dame un par, dámelo, dámelo, dámelo.

—Uh, Niel.

 

Oh, no le gustaba el tono. Ni un poco. No, para nada.

 

—No hay ningún guante aquí.

 

—¡¡¡¡¡¡No!!!!!!

 

Minnie levantó las manos, empujando sus palmas repetidamente. —Tranquilo, nutter. Correré a la tienda y conseguiré algunos para ti. Solo siéntate en la cama y relájate, bebé.

Niel asintió mientras trataba de llenar de aire los pulmones.

¿Dónde infiernos estaban sus guantes? Niel fue hacia la mesita de noche y tomó su antibacterial, vertiendo una gran cantidad en su palma y dejando la botella en el cajón. Frotó sus manos, una contra otra, forzando al antibacterial a hacer su trabajo.

Su piel ardía debido al alcohol, pero no le importó. Niel caminó hacia la puerta para mirar por el pasillo y ver lo que estaba demorando tanto a su pareja. Se había ido hace dos minutos. ¿Dónde diablos estaba?

 

 

—Ten —dijo Jongin acercándose y empujando un libreto en las manos expuestas de Niel. Gritó fuerte mientras dejaba caer el libreto lleno de gérmenes y corría en círculos, de nuevo sentía sus manos llenas de pequeñas criaturas.

—¡Sácalo, sácalo!

 

—Ah mierda, Niel, lo siento —dijo Jongin quedándose de pie en el marco de la puerta.

—¡Ah! —Niel gritó más mientras sentía que su mundo colapsada a su alrededor. Gérmenes. Se extendían como un fuego en Texas sobre ¡todas sus manos!

—Ten —el Alfa dijo mientras le daba a Niel su antibacterial.

 

—No puedo. ¡Tú tocaste la botella! —gritó, estaba hiperventilando, comenzaba a marearse, estaba contemplando bajar las escaleras e ir a su oficina para tomar los guantes que había tirado. Está bien, no había manera de que pudiera hacer eso.

—Espera —dijo Jongin destapando la botella de antibacterial y vaciándola en las manos de Niel—. Ahora frota.

Niel frotó y frotó con frenesí. Sus manos se sentían tan malditamente expuestas. —Más, más. ¡Dame más!

Jongin vació la botella en las manos extendidas de Niel.

 

—¿Qué sucede? —Minnie preguntó mientras se apresuraba a subir las escaleras con una caja bajo su brazo.

—Nada. Jongin solo trató de matarme —dijo Niel mientras sostenía sus manos en alto, viendo la caja como si un halo de luz brillara de ella—. ¡Dámelos!

 

Minnie desgarró la caja y le entregó un par de guantes  a Niel.

 

—¡Son blancos!

 

—Lo siento, nutter. Eso es todo lo que había en la tienda.

 

Niel giró la cabeza viendo sus manos mientras lentamente se los ponía. Quería sus guantes azules, pero mientras lo cubrieran, esos podrían funcionar, por ahora.

—Dejaré estos en el cuarto de baño —dijo Minnie moviendo la caja y caminando entre ellos al cuarto de baño. Salió unos segundos después, viéndose perplejo—. Creo que ustedes dos deberían de ver esto.

Niel y Jongin siguieron a Minnie que entraba al cuarto de baño y señalaba al gabinete debajo del lavabo. Sus guantes azules habían regresado, pero había el doble de la cantidad que tenían.

—Huh, con una jodida —dijo Jongin y salió del cuarto, cerrando la puerta detrás de él.

Minnie sacó un par de guantes azules, lentamente quitó los blancos de las manos de Niel y los remplazó por los azules.

r13;¿Mejor?

 

Niel asintió, el alivio lo inundaba.

 

—Perder tus guantes y hacerme correr por el frío por más te lanza a la lista de los traviesos.

—He sido muy bueno este año —dijo Niel con un puchero.

 

Minnie sacudió la cabeza y señaló la blanca pared. —¿Ves la lista de los traviesos? Tu nombre está en la cima, jovencito.

Niel pataleó y sacó su labio inferior. —Pero no es mi culpa.

Alguien escondió mis guantes.

 

Minnie se rio y caminó hacia la cama. —Eso es lo que todos dicen. Ahora vamos a subir a la lista de los buenos.

 

Niel arqueó una ceja hacia su pareja. Amaba el juego de roles con su lobo. —¿Qué tengo que hacer para recibir un regalo, Santa?

Minnie se quitó la ropa y se sentó en la cama, sosteniendo su pene en la mano y acariciando su eje lentamente. —Siéntate en el polo23 norte y dime por qué mereces un regalo.

Niel lamió sus labios, se quitó la ropa y señaló hacia la lista de los traviesos. —¿No debería de recibir un regalo solo por sentarme en el polo?

Minnie sacudió la cabeza. —No es tan fácil. Vas a mostrarme lo travieso que eres para regresar a la lista de los buenos.

—Pero eso no tiene sentido, Santa.

 

—Nunca dije que tendría sentido. Ahora sube aquí.

 

Niel subió a la cama y se sentó a horcajadas en el regazo de Minnie y vio fijamente al hombre que había cambiado su vida en todos esos años desde que Niel contestó la llamada para un servicio. Se inclinó hacia adelante cuando el dedo de Minnie pasó por su trasero, jugando con su agujero. Nunca pensó que disfrutaría el sexo. Pero lo hacía.

Muchísimo.

 

Niel gruñó y lentamente bajó por el polo de Minnie. Se sentía como si fuera dividido al abrirse ampliamente cuando se sentó. —Bueno, bueno, tan bueno.

—Creo que debo de dejarte un regalo —dijo Minnie acostándose de espaldas en la cama dejando a Niel arriba de él—. Ahora monta el trineo.

 

Niel plantó los pies y montó a Minnie, sintiendo que el pene de su pareja golpeaba su próstata mientras sus dedos con guantes se aferraban al pecho de su lobo.

Minnie tomó sus caderas, sus ojos se oscurecieron mientras daba un bajo gruñido, empujándose hacia Niel. Su pareja estaba cerca. Niel podía decirlo.

—Córrete para mi, nutter —dijo Minnie mientras tomaba el pene de Niel y lo jalaba con frenesí.

Niel gritó, chorros de caliente semilla hicieron erupción de su pene mientras Minnie rugía debajo de él. Niel colapsó jadeando. —¿Tendré mi regalo?

—Quizás lo tengas, quizás no. Necesito algunos ejemplos más antes de la navidad para tomar una decisión.

Niel sonrió mientras se acomodaba contra el pecho de su pareja, escuchando el fuerte latido del corazón que le recordó que tenía que desenredar las malditas luces.

 

 

Hangeng se alejaba de la recámara de Niel carcajeándose histéricamente. «¿Cómo haces que un hombre con TOC entre en pánico? Le quitas sus guantes».

Dios. Era divertido como el infierno.

 

Sabía que Nick fue quien regresó los guantes de Niel, pero fue divertido verlo correr alrededor.

También fue divertido enredar todas esas luces. Algunos días era bueno ser un elf.

 

continuara...


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