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35. Locas Navidades familiares en la Manada Kim (24) por dayanstyle

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KYUHYUNG Y SUNGMIN

 

Sungmin caminó por los pasillos de la librería tratando de decidir qué historia de navidad contarle a los niños ahora que llegaran. No estaba seguro cuando su pareja le dijo que era tiempo para una historia, pero entre más lo pensaba, más emocionado estaba.

Iba a dejar una buena impresión en la mente de los niños y moldearlas. Solo esperaba que no hicieran un maldito desorden. No solo estarían los niños de la Casa sino también irían niños de la ciudad.

Mientras sus dedos recorrían los lomos de los libros, Sungmin se frustraba. Nunca había leído a niños antes, así que no les iba a gustar Aristóteles o William Shakespeare. Necesitaba libros para niños.

Sungmin sonreía mientras sus dedos recorrían los lomos de las historia de navidad y recordaba su juventud. Tomó un libro y lo dejó sobre el mostrador. —¿Están los bocadillos y las bebidas en su lugar?

—Tengo los bocadillos listos, pero aun estoy preparando las tazas de chocolate caliente —dijo Mir desde atrás del mostrador del área de cafetería que Sungmin había establecido para los clientes. Eso fue un hermoso trabajo, y renovó ampliamente su librería.

 

—Deben de llegar pronto —dijo Sungmin viendo hacia el frente de la tienda. Era increíble, pero real.

 

Estaba nevando en la Villa Kim.

 

Sungmin no estaba seguro de qué milagro era, pero disfrutaba los blancos copos. Lo hacía sentir más en navidad. Él tarareaba mientras acomodaba las pequeñas sillas para que los niños se sentaran, asegurándose de que todos pudieran ver el frente y el centro. Sonrió al ver la gran silla en la que se sentaría a leer.

KyuHyun la había traído de la Casa. Eso parecía más un trono. Había regalos de navidad a los lados de la silla para los niños una vez que terminara de leer. De un lado para los niños y del otro para las niñas.

—Todo listo —dijo Mir mientras llevaba la bandeja a la mesa de su trono—. Aquí están las bebidas.

Sungmin caminó hacia la puerta, preguntándose por qué nadie se había aparecido. Presionó su mano en la baja espalda, sintiendo el dolor que aun tenía. No debería de tener dolor estando emparejado con una were-criatura, pero lo tenía.

El doctor Jaejoong trató de decirle que era un dolor fantasma, pero Sungmin no creía eso. Era capaz de caminar, pero aun tenía dolor de vez en cuando, como ahora. Rezaba porque la loca perra psicótica tuviera lo que se merecía. Sa Eun había sido una perra psicótica.

Sungmin sonrió cuando vio a Byun y Chan Hee estacionarse al frente de la tienda. Sabía que al menos los niños de la Casa estarían aquí. Si nadie más se aparecía, Sungmin aun así pasaría un gran momento leyendo.

 

Abrió la puerta para los padres y los cachorros, Sungmin tomó a Jimin de los brazos de Byun. —Lo tengo.

—Gracias —dijo Byun mientras entraba en la tienda—. De todo lo que han estado hablando es de su tío Sungmin y la historia.

Sungmin se reía mientras caminaba con Jimin hacia el trono y lo sentaba. —¿Estás listo para leer hoy, Min?

Jimin asintió mientras se movía y se paraba en su silla. Sungmin extendió las manos, asegurándose de que el pequeño no se cayera. —Papi, ¡yo leeré libros!

—Estás haciendo un buen trabajo —dijo Chan Hee mientras dejaba el porta bebé de Sulli en el mostrador. Sungmin nunca había visto a un padre tan apegado como Chan Hee con Sulli. Podía decir que Chan Hee iba a abrir la puerta con una escopeta cuando Sulli tuviera la edad de tener citas.

Sungmin se estremeció. Nana estaba en esa edad y tenía a todos locos. Ella había crecido y estaba tan bonita como siempre lo había sido.

Ella no había llevado a ningún chico a casa… aun. Él no estaba esperando con placer el día que ella lo hiciera. Dios tenga piedad del chico que le robe el corazón.

—Bien, aquí hay galletas y chocolate —dijo Sungmin y señaló la mesa. Después de un momento la librería comenzó a llenarse de pequeños. Cuando todos estaban sentados, Sungmin tomó el libro que había elegido y se sentó.

—Hola niños, y niñas. Para aquellos que no me conozcan, mi nombre es Sungmin. Hoy voy a leerles uno de mis libros favoritos, ‘Twas the Night Before Christmas’.

Los padres se reunieron alrededor de la cafetería de la librería, aun siendo capaces de ver a sus hijos y permitiéndoles tiempo para que crezcan. Sungmin les sonrió a los niños mientras abría el libro y se limpiaba la garganta.

Era la noche antes de navidad, y todos en la casa estaban despiertos, pero pretendían dormir.

Sungmin abrió más los ojos. Vio a los niños y luego a los shifters en la librería. Ellos lo veían con extrañeza. Sungmin bajó la mirada y se frotó los ojos. Muy seguro de que las palabras que había leído estaban ahí.

Levantó la vista cuando oyó la campana de la puerta. KyuHyun estaba entrando. Vio a Sungmin y le sonrió apoyándose contra la pared detrás de las sillas de los niños.

Se limpió la garganta.

Las medias estaban colgadas bajo el barandal, volviendo loco a Niel porque no deberían de estar ahí.

Sungmin se secó el sudor y continuó.

Jongin estaba en su piel y yo nada más había estado calmado, babeando y roncando. Cuándo se oyeron ruidos en el jardín, todos los lobos salieron gruñendo.

»Cuando me preguntaba que debería aparecer, elves del bosque y demonios, bebían cerveza.

 

Sungmin levantó la cabeza. ¿Qué infiernos estaba sucediendo? Esa no era la historia infantil que recordaba. Los niños se reían, al parecer disfrutaban la bizarra historia. Vio hacia su pareja. KyuHyun movió las manos indicándole que continuara.

No estaba seguro sobre eso, pero Sungmin siguió leyendo.

Las parejas gritaban por la cerveza para tirarlas en la basura. Los demonios se enojaron y los elves desaparecieron.

»Baekhyun gritaba por sus regalos brillantes, quería sus regalos. Cuando Chanyeol le dijo que no, la pareja hizo una rabieta.

Oh infiernos sangrientos. Los padres de la Villa Kim iban a recluir a Sungmin por loco cuando terminara. Oía las fuertes risas de los niños. Sungmin levantó la vista y vio que prácticamente todos estaban en el borde de sus sillas.

Cuando nadie protestó, Sungmin continuó.

Todos se asomaron al jardín y vieron al trineo y los renos. Los hombres cambiaron a lobos y salieron a cazar mientras el hombre gritaba de miedo.

»Cuando el pequeño y viejo conductor, tan alegre y poderoso, movió el trineo sacándolo de la vista.

»Los lobos le dieron caza, demandando sus regalos. Cuándo ninguno apareció, ellos se lanzaron dentro de una ventisca de nieve.

»Santa gritó y se preparó para la pelea, pero los lobos eran demasiados, llevándosea Santa a la oscura noche.

»El ciervo veía alrededor preocupado, rezando porque Ren se mantuviera alejado, porque sabía que podrían secuestrar a todos hasta mayo.

»Santa logró liberarse y desapareció con su trineo, prometiendo no regresar ni un solo día.

 

»Los lobos levantaban los cinco hacia las otros, sintiéndose poderosos y orgullosos, pero las parejas se habían reunido y estaban listos para arrancarles la piel, gritándoles fuerte. ¡Era un intruso!’ Los guerreros se defendían, viendo alrededor, aterrados, mientras las parejas se acercaban, ellos rápidamente rezaron.

»‘Será mejor que él regrese, o estarán en la perrera, las parejas gritaban mientras los lobos se enterraban profundamente en la nieve.

»Ahora quédense aquí hasta que aprendan la lección’, le dijeron a los guerreros mientras todas las parejas se giraron.

»Saltaron de alegría cuando vieron a Santa volar. Los regalos de navidad cayeron directamente desde el cielo.

 

»Pedazos de carbón cayeron en las cabezas de los lobos mientras Santa se alejaba. Feliz Navidad a todos, y tengan todos una buena noche.’

 

Gritos de alegría hicieron erupción desde los niños. Ellos aplaudían y pedían otra historia. Sungmin no tenía una jodida idea de qué infiernos acababa de leer, pero los niños disfrutaron cada palabra. Vio a los padres humanos de pie y riéndose, asintiendo con deleite.

Los shifters solo estaban ahí de pie con la boca abierta. Sungmin se encogió de hombros. ¿Qué podría decir? Cerró el libro y entonces lo abrió de nuevo, para ver historia real impresa. Se rascó la cabeza, preguntándose si podía seguir con uno de Dickens.

Sungmin tomó algunos libros más del estante y entretuvo a los niños con más historias, todas fueron las correctas.

Cuando terminó, se dirigió hacia KyuHyun y su pareja lo envolvió en sus brazos. —¿Qué fue eso?

Sungmin se encogió de hombros y vio alrededor a los padres que le sonreían, se despedían y agradecían a Sungmin por un momento maravilloso. —No tengo ni idea —murmuró mientras los padres y los niños se iban.

Estaba feliz de aun tener sus bolas.

 

—Creo que eres muy caliente cuando lees historias —dijo KyuHyun mientras pasaba sus manos por la curva de sus nalgas y luego por su espalda. Sungmin gimió y vio alrededor. Afortunadamente la librería estaba vacía.

Definitivamente podría perder sus bolas si alguno de los padres seguía ahí y fuera testigo de su desenfreno.

—¿Oficina?

 

—Uh-huh —dijo Sungmin. No le importó quién estuviera ahora. KyuHyun se estaba frotando sobre él, haciéndolo babear.

 

Rápidamente cerró la puerta, giró el letrero a ‘CERRADO’ y entonces recordó a Mir.

Vio a Mir, que estaba parado con una gran y tonta sonrisa. —Ve, me encargaré de la tienda.

Sungmin podía sentir el calor en su cara mientras tomaba la mano de KyuHyun. —Gracias. Puedes tomar galletas gratis por eso.

Mir se carcajeaba mientras Sungmin arrastraba a  su pareja a la oficina del fondo y cerraba la puerta. Lanzó a KyuHyun contra la pared, arrancándole su ropa. —Dame algo de pene, hachador.

KyuHyun  gruñó  mientras  empujaba  a  Sungmin  hacia atrás.

r13;Amo que me digas de esa forma.

 

Sungmin sacudió la cabeza. —Me duele la espalda. Tienes que joderme contra la pared. Y por cierto, no estoy protestando.

KyuHyun pasó sus manos por la espalda de Sungmin, casi masajeándolo. —Podemos esperar.

—Infiernos, no. Quiero algo de ese loco pene. —Amaba que KyuHyun no creyera que era un dolor fantasma. Su pareja creía cada palabra de Sungmin desde el día casi fatal de hace tanto tiempo. Sungmin bajó sus pantalones hasta los muslos y entonces presionó su cuerpo contra la pared, sacando el culo—. Jódeme.

KyuHyun  lamió sus labios mientras se dirigía sobre Sungmin y caía de rodillas, dándole una larga lamida a ambas nalgas antes de besar cada montículo. Sungmin gruñó, sacando su culo un poco más. —Cómeme después, jódeme ahora.

KyuHyun lo mordisqueó antes de ponerse de pie. Sungmin podía sentir su corazón acelerarse cuando oyó que KyuHyun se desabrochaba el cinturón. Sabía que KyuHyun estaba cerca de joderlo a través de la pared hacia la máquina de la cafetería.

 

Sungmin inhaló fuerte cuando KyuHyun separó sus nalgas y deslizó su pene arriba abajo de la grieta. Podía sentir el lubricante en su culo, y entonces KyuHyun tomó las caderas de Sungmin, empujándolo hasta que el vello púbico le hacía cosquillas en el trasero a Sungmin.

¡Si!

 

Sungmin trató de levantar las piernas. ¿Para qué? No lo sabía. Pero subir la pared parecía una buena idea. KyuHyun estaba asaltando su culo tan profundamente que el agujero de Sungmin estaba completamente lleno.

—Si, si, si —Sungmin gritaba mientras KyuHyun golpeaba todos los puntos correctos. Su pene rogaba por atención, pero Sungmin estaba demasiado ocupado disfrutando el eje enterrado en su culo. Gritó y se empujó hacia atrás cuando KyuHyun tomó su pulsante pene, jalándolo mientras Sungmin gritaba, su semilla se esparcía por la pared.

KyuHyun aulló detrás de Sungmin, su pene pulsaba dentro del culo de Sungmin. Sungmin jadeó mientras apoyaba la mejilla en la pared. —Recuérdame leer más historias a los niños.

 

Hangeng palmeaba su rodilla mientras se carcajeaba —¡Esa fue una infernal historia!

Realmente no podía cambiarla a como originalmente quería. Después de todo eran solo pequeños. Pero no estuvo mal cambiar las palabras de las páginas.

Eso realmente fue muy divertidodijo Nick.

 

—Gracias. Tengo mis momentos. —Hangeng caminó por la banqueta nevada mientras silbaba.


Ahora, ¿dónde está Jiyong?

 

continuara...


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