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35. Locas Navidades familiares en la Manada Kim (24) por dayanstyle

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EUNHYUK Y DONGHAE

 

Donghae corría alrededor del restaurante, preguntándose si la gente que entraba a comer se calmaría. Una mesa después de otra le hacía señas. Empezaba a preguntarse si toda la villa no estaría en el restaurante. Seguro como el infierno que se sentía así.

Sus pies estaban matándolo, y sus brazos estaban doloridos de llevar tantas bandejas toda la tarde. Caminó hacia la mesa en donde una familia de cuatro lo veía.

Incluso los niños tenían pucheros viendo a Donghae como si les hubiera robado los regalos de navidad. Donghae podía ver que ese sería uno de esos días.

Donghae rodó los ojos mientras veía el ceño fruncido que tenía la madre. «Dejemos que ella mueva su trasero y atienda algunas mesas y luego que me diga cómo se siente después de eso». Rezó porque Baekho y Jae Suk encontraran ayuda pronto. Ellos dijeron que estaban buscando, pero no habían tenido suerte.

Eso era extraño.

 

Ellos vivían en una villa que era una mezcla de obreros y gente pobre. Pensaba que la mitad de la maldita villa saltaría por el trabajo. La economía apestaba ahora. Donghae sabía de hecho que la mitad de la gente que vivía en el pueblo luchaba por encontrar algo.

 

—¿Quieren empezar con alguna bebida? —preguntó al aproximarse en la mesa. Normalmente amaba su trabajo. Tenía la posibilidad de conocer gente nueva y a los ciudadanos que vivían en el pueblo. Esas eran grandes sensaciones para Donghae. Le agradaban mucho, pero algunos actuaban como amargados la mitad del tiempo.

—Ya era tiempo —dijo la mujer mientras tomaba el menú. Donghae detuvo un gruñido. Ellos estuvieron sentados ahí durante diez minutos y ahora querían ver el menú. Movió su pie con irritación, viendo la mesa de al lado a la gente que lo veía con impaciencia.

¡Esa no era su maldita culpa!

 

—Creo que tomaré…hmm. —La mujer se detuvo y vio el menú. Algunas veces Donghae odiaba cuando la gente se detenía a pensar. La mayoría de ellos actuaban de esa forma.

Donghae guardó la libreta de apuntes en el delantal, listo para estrangular a la mujer. —Regresaré cuando estén listos.

—¡Oh, no, no lo harás! —ella dijo gruñendo las palabras y dándole a Donghae una diabólica mirada mientras movía el dedo—. Ya fue muy difícil que vineras aquí. No te irás a ningún lugar hasta que tomes nuestras órdenes.

Donghae vio alrededor del restaurante, manos se movían hablándole por todos lados. Eso solo no podía estar sucediendo. Era suficientemente malo que las fiestas estuvieran a la vuelta de la esquina, un momento del año que empezaba a no significar nada para Donghae por alguna razón.

De algún modo había perdido el espíritu navideño y se sentía tan irritado como una mierda ahora. —Regresaré.

—¡Ven aquí!

 

Donghae ignoró a la mujer y se apresuró por el restaurante. No quería ser rudo, pero con tanta gente necesitando recibir sus órdenes que ya estaban listas.

Y ellos también necesitaban algunos malditos modales. Solo porque él era mesero no significaba que podían hablarle de esa manera.

Se mordió el labio inferior evitando gruñir cuando vio al viejo Wilson sentado solo en una de las mesas. Podía haberse sentado frente al mostrador. Las mesas eran para grupos más grandes. Y Donghae odiaba atender al viejo Wilson.

Cada vez que el tipo veía a Donghae, sentía una necesidad de comentar algo acerca de sus tatuajes. Era algo acerca de que el tipo era un sargento.

Pero eso solo ponía a rodar la bola. Una vez que él comentaba acerca de los tatuajes de Donghae, empezaría a recordar acerca de las guerras en las que había participado, y el precio de los comestibles, la economía, su dolor de espaldas y sus hemorroides.

Está bien, realmente no odiaba al viejo Wilson, ni siquiera el sermón de las hemorroides, pero no tenía tiempo. El lugar mantenía a Donghae saltando. El señor Wilson siempre parecía llegar cuando el lugar estaba lleno.

—¿Qué puedo ofrecerle señor Wilson? —Donghae preguntó.

 

Ya sabía lo que el hombre iba a pedir. Pedía la misma orden cada vez que venía. Pero el viejo Wilson aun leía el menú durante una hora, como si hubiera tantas posibilidades para elegir.

—Yo… qué lindos tatuajes tienes, Donghae. ¿Te hablé de la vez cuando yo estaba en la marina y vi el primer tatuaje? Estaba totalmente enojado y amargado ese día…

 

Donghae vio a Ren detrás del mostrador y le hizo señas para que preparara una jarra de café. El viejo Wilson iba a ordenar uno y la bebería por una hora mientras decidía qué comer antes de ordenar lo usual.

—Ahora regreso. —Donghae palmeó el hombro del señor Wilson, antes de moverse a la siguiente mesa. Vio a la pareja de Yoseob atravesando la puerta. Doo Joon venía todos los días a revisar al cocinero.

Y se quedaba alrededor con su pareja en la cocina.

 

Todo el mundo aquí sabía eso, así que él no tenía idea por qué Doo Joon siempre trataba de entrar furtivamente en la cocina.

Donghae movió la mano. —Toma asiento… —Vio alrededor para ver lo lleno que estaban—. En la cocina —murmuró mientras caminaba hacia la irritada mujer que hacía señas en el aire con ambas manos.

Se preguntó si sería una mala persona si la golpeaba con el menú. Esperaba que no, porque la urgencia era fuerte.

Para cuando la hora de la comida pasó, Donghae estaba listo para desgarrar el delantal a la mitad. —Jae Suk, ¿vas a contratar algo de ayuda o qué? —le preguntó tomando asiento frente al mostrador, sus pies ladraban fuerte.

—Hemos estado tratando de encontrar al menos dos ayudantes más, Hae —dijo Jae Suk mientras deslizaba una taza de cocoa caliente hacia Donghae. La levantó cuando vio a un hombre caminar hacia la puerta. Donghae conocía a todos en la Villa Kim, así que era alguien que iba de pasada o era un nuevo habitante del pueblo.

No le prestó atención al hombre.

 

—Tome asiento en donde guste —dijo dándole la espalda al hombre mientras le daba el primer trago a su cocoa. Rodó los hombros sintiendo la tensión en su interior. Podría disfrutar uno de los famosos masajes de Eunhyuk y un baño caliente.

—Dame un momento. Encontraré a algún ayudante. Estás haciendo un trabajo genial —dijo Jae Suk mientras se dirigía a la cocina.

Si, qué genial trabajo. Quería estrangular a la mitad de los malditos clientes justo ahora. La navidad se acercaba, la gente empezaba a actuar irritable. Donghae nunca entendía a la gente gruñona.

—Discúlpeme. Estoy un poco perdido —el extraño dijo con una profunda voz que prácticamente inundó a Donghae.

Suspiró y bajó la taza.

 

Nunca había tomado un descanso hasta que salía. —¿A dónde se dirige? —Donghae preguntó mientras se giraba en la silla y se acercaba al extraño.

Inhaló profundamente. Su lengua creció al doble dentro de su boca y sentía su corazón en la garganta.

¡El extraño se parecía a su padre!

 

O al menos a la fotografía que Donghae tenía del hombre que murió antes de que él naciera. El hombre tenía los mismos rasgos, la misma ruda mandíbula, el mismo cabello castaño rojizo con destellos rojos, y los mismos ojos verdes.

Donghae no era capaz de apartar la vista del extraño en el restaurante, aunque se hubiera iniciado un fuego y lo hubiera atrapado.

—Busco a mi hijo —dijo el hombre, sonriéndole a Donghae, sus ojos verdes brillando con la luz fluorescente del restaurante. Donghae tragó duro mientras veía al que se parecía a la fotografía de su padre.

 

—¿Q–Quién es su hijo? —mientras apoyaba una mano en el mostrador para estabilizarse, miró alrededor, viendo que nadie había notado al extraño o que Donghae hablaba con él.

Rápidamente regresó la mirada al hombre, bebiendo los rasgos faciales. Solo no podía dejar de ver lo mucho que el hombre se parecía a su difunto padre. Era extraño, muy extraño que fuera tan parecido.

El extraño sacudió la cabeza, sus ojos fijos en los de Donghae. Sentía como que el hombre podía ver a través de él. Donghae sentía la urgencia de lanzarse a los brazos de ese hombre.

La urgencia era tan fuerte que Donghae tuvo que contenerse para mantenerse inmóvil.

El extraño inclinó la cabeza, sus ojos llenos de tristeza.

r13;Nunca lo he visto antes —dijo suavemente el hombre—. Ahora él es un hombre adulto, enfrentando el mundo como un verdadero hombre.

Donghae tragó saliva, incapaz de detener las lágrimas que bajaban por sus mejillas. Llevó la mano a la boca para evitar gritar mientras veía alrededor del restaurante y vio que nadie le prestaba atención.

Todo el mundo estaba en sus propios asuntos mientras Donghae estaba ahí llorando como un bebé.

El hombre limpió las lágrimas del rostro de Donghae con sus nudillos. —Él es fuerte y ha tomado sus responsabilidades como debe de tomarlas un hombre.

Donghae asintió y se limpió los ojos. —Lo hice. Ha sido duro, pero lo hice.

—Y estoy orgulloso de ti.

 

Donghae dejó que el llanto se le escapara mientras se lanzaba a los brazos de su padre. No sabía cómo eso era posible, pero inhalaba el aroma de su padre mientras gritaba como un bebé. Fuertes y protectores brazos lo envolvieron, sosteniéndolo fuerte y haciendo que se sintiera como en el lugar más seguro para vivir.

—Te amo, Papá.

 

TaeSung pasó su mano por la espalda de Donghae dándole un fuerte apretón antes de soltarlo. —También te amo, hijo. Quería que supieras que te amaba desde antes de que nacieras y que un padre no podría estar más orgulloso del hombre frente a mi.

La garganta de Donghae se cerró mientras las lágrimas estaban cerca de cegarlo. —¿Cómo es que estás aquí?

TaeSung sonrió y pasó su mano sobre su cabeza jalando a Donghae por la parte de atrás del cuello y dándole un beso en la frente. Después de un momento liberó a Donghae y se alejó, sus ojos ardían con las lágrimas.

—¡Papi, no! —Donghae gritó mientras corría detrás de su padre, pero TaeSung había salido del restaurante antes de que Donghae lo alcanzara. Revisó la calle, no vio nada en esa fría noche. Se llevó las manos a la boca y lloró por un padre que nunca había conocido. Por un padre con el que apenas fue capaz de hablar.

—¿Qué sucede? —Eunhyuk preguntó mientras cerraba la puerta de la camioneta y se apresuraba a un lado de Donghae. Donghae vio alrededor y entonces se secó los ojos viendo a su pareja.

—¡Mi padre! —Donghae gritó y se cayó en la calle. Eunhyuk lo tomó, y lo llevó cargando adentro y subió los escalones.

Abrió la puerta del departamento y se sentó en el sofá, acunando a Donghae contra su pecho.

—Háblame, bebé.

 

Donghae lentamente comenzó a calmarse, se limpió los ojos mientras sollozaba. —Mi padre vino a verme.

Eunhyuk jaló a Donghae más cerca, acomodando la cabeza de Donghae bajo su mentón. —Bebé, tu padre murió antes de que nacieras.

Donghae sabía eso. Pero era su padre quien había venido a verlo. No sabía cómo, pero él sabía que había visto a TaeSung en el restaurante y había hablado con él. Donghae no tenía duda de eso. —Era él —murmuró.

—¿Qué te dijo? — Eunhyuk preguntó pasando su mano por la pierna de Donghae.

Donghae sonrió, sintiendo que el espíritu navideño entraba en él, una sensación que no había tenido en mucho tiempo.

r13;Dijo que estaba orgulloso del hombre en el que me había convertido.

Eunhyuk inclinó la cabeza de Donghae y lo besó. —Eres un infierno de hombre, Donghae. Estoy orgulloso de que seas mi pareja.

Donghae brillaba en su interior. No solo su padre había encontrado una manera de verlo, le había dicho cómo se sentía que fuera su hijo, pero su padre estaba orgulloso de él. Donghae sentía como si ahora pudiera tomar el mundo.

Deslizó una pierna sobre la cadera de Eunhyuk, acomodándose sobre la cadera de su pareja. —¿Cuán orgulloso estás de mi? —Donghae no estaba seguro si todo había sido una alucinación, pero sentía como si una nueva vida estuviera respirando dentro de su cuerpo de Scrooge.

Eunhyuk jaló la cabeza de Donghae y devoró sus labios como un hombre hambriento. La tensión drenó de Donghae mientras Eunhyuk masajeaba sus hombros mientras deslizaba la lengua por los dientes y la boca de Donghae.

 

Donghae gruñó cuando su pene se endureció. Jadeaba más y más. Donghae movió su culo sobre la creciente erección de Eunhyuk.

Su pareja rompió el beso, depositando pequeños besos en las mejillas y mentón. —¿Tenemos tiempo?

Donghae asintió. Iba a hacer el tiempo.  Había trabajado duro y quería un descanso para mostrarle a su pareja cuánto lo amaba.

Eunhyuk había estado en su esquina desde el primer día y Donghae lo amaba mucho por eso. No había un día en el que Donghae no estuviera agradecido de su familia y la vida que tenía, pero especialmente agradecido por su lobo.

—Siempre tenemos tiempo.

 

Eunhyuk gruñó mientras liberaba su pene y entonces desabotonaba los jeans de Donghae. Tomó ambos penes en sus manos, acariciándolos mientras mordisqueaba el cuello de Donghae.

Donghae lanzó la cabeza hacia atrás cuando oleadas de éxtasis lo recorrieron, sacando de su mente cualquier pensamiento coherente cuando las habilidosas manos de Eunhyuk lo acercaban al borde.

Donghae vio los ojos de Eunhyuk cambiar. Su pareja era espectacular cuando estaba en los estertores de la pasión. Donghae nunca tenía suficiente de ver a Eunhyuk  de esta forma.

Eunhyuk presionó su otra mano en la espalda de Donghae, mientras su mano subía y tomaba el presemen del pene de Donghae y lo usaba como lubricante, bajó la mano y la giró ligeramente.

Donghae veía la mano de su pareja mientras su corazón latía con más fuerza. Su columna hormigueaba mientras sus bolas se tensaban. Colocó las manos en los hombros de Eunhyuk y lanzó la cabeza hacia atrás gritando, su pene pulsaba mientras liberaba su semilla.

—Joder — Eunhyuk gritó y entonces su semen se mezcló con el de Donghae.

Donghae se inclinó hacia adelante, besando a Eunhyuk suavemente, y entonces apoyó su frente en la de su pareja. No estaba seguro si había estado soñando o no lo de hoy, pero sabía que no podría ser ni la mitad del hombre que era sin el lobo que le quitaba el aliento.

 

El elf se paró a un lado del camino rascándose la cabeza. No estaba seguro de lo que sucedía. Había tratado de que Donghae se encontrara con el fantasma de su navidad  pasada.

¿Cómo infierno apareció su papá?

Sé lo que estás haciendo, Hangeng. Voy a contrarrestar cada cosa que intenteshacerle a esas parejas.

Hangeng vio sobre su hombro, pero no vio a Nick por ningún lado. —Oh, dulce, un juego. —Entrelazó los dedos y los empujó con fuerza, oyendo que tronaban mientras bailaba en el lugar—. Amo un buen juego.

Sabes que cuando regreses sacarás la mierda de las casetas de los renos por esto.

 

Bueno, entonces, él se aseguraría de que valiera la pena, ahora, ¿no es así?

 

continuara...


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