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Medea por samadhi06yaoi

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Notas del fanfic:

No he dejado un narrador en claro a propósito: echen a volar la imaginación, chic@s.

Medea

Se detesta a las personas a las que más se necesita
Carson McCullers

Cuando estaba temblando y con miedo a morirme, él me abrazó. Yo, como una planta parásito, enredé mis raíces en él y lo volví imprescindible. Si yo hiciera una carta para mí mismo, quién sabe, a lo mejor me diría “no”. Simplemente “no”.

Su intención no era en absoluto malvada, pero la mía sí lo es: jamás dejaré que sea libre ni que vea la luz del sol si no la veo yo primero; jamás gozará de placeres más intensos que los que yo le brindo, ni amará a nadie más intensamente que a mí… Sólo conocerá el mundo a través de mí.

Él ve amor en todo esto, pero yo soy más sincero conmigo mismo y de vez en cuando me sonrío en el espejo, cómplice de mí mismo pero absolutamente solo, y me digo la verdad: “él no te necesita”. Ésa es la verdad que me da más miedo, y cuando me la digo tengo que hacerle el amor y dejarle marcas que renovaré cuando empiecen a atenuarse...

¿Cómo era yo antes de necesitarlo? No recuerdo… Quizá sólo era un puñado de átomos dispersos que fingían tener un propósito.

Una vez, como yo hace mucho, él se sentía demasiado mal para ir al trabajo, vomitaba y tenía fiebre, deliraba y decía incoherencias. Él se había quedado conmigo y había sostenido mi cabello mientras yo vomitaba, me había hecho de comer cosas suaves y poco sustanciosas… ¿Qué hice yo entonces cuando él fue el enfermo? Me largué a la calle, feliz de sentir el viento en la frente y el sol en la piel.

Sabía que no se moriría (porque no me necesita), y quería pensar en él, mientras comía un helado en la calle y veía a las personas pasear a sus perros, pensar en su saliva caliente, en sus sienes llenas de sudor, en el dolor de sus músculos, en la acidez de su vómito, en el dolor del estómago al contraerse… Es el helado más delicioso que he comido.

Él nunca me reprochó nada, pero si está herido, que lo diga: yo no tengo prisa, puedo presionar sobre la herida el tiempo que sea necesario. Pero él sólo me mira con esperanza cuando regreso, y entonces me acerco a él y lo levanto para llevarlo al baño y sostener su cabello, tal como él hizo conmigo… Como si lo hubiera perdonado por haberme convertido en esto.

No, no lo he dicho bien: no es que él me haya convertido en esto (carece de cualquier intención, si soy sincero), pero estoy seguro de que de no haber sido él un alma tan blanca como una mariposa, no hubiera llegado yo a querer clavarla en la pared y diseccionarla bajo mi lupa.

Así las cosas: hasta los inocentes son culpables, y el que ostenta el látigo en público, es encadenado en casa.

 

Soy tu juventud perdida, tu hogar disperso,tu vida errante, tu soledad, tu mal vergonzoso.

Medea – Jean Anouilh


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