Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

SEDUCEME por Daydream duet

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

por fin....

ya sé lo que diran... ya era hora. 

espero que disfruten el cap. a quienes no lo saben tenemos una pagina en face, dejen sus pulgares arriba allá, en ocasiones hacemos dinamicas, les informamos cualquier situacion y en ocasiones especiales soo ahi son capases de leer y recibir capitulos fantasmas o especiales.

https://www.facebook.com/Daydream.duet/

mi estadía en el hospital fue por completo una experiencia desagradable y sin novedad alguna, al llegar tuvimos que esperar más de 40 minutos aunque Seb nos había dirigido a la sala de urgencias, yo no me moleste en ocultar mi cara de fastidio y Seb se dedicó a ignorarme mientras entregaba mis datos y después se sentaba a mi lado observando su teléfono y pretendiendo ignorarme, y digo pretendiendo porque cada vez que una mueca de incomodidad o dolor surcaba mi rostro o alguna expresión abandonaba mis labios lograba atrapar una mirada furtiva de su parte.

Seguía cuestionándome exactamente qué pasaba por su cabeza, me atrevía a apostar que el tipo estaba más retorcido incluso que yo. Sin notarlo me había quedado observándolo fijamente durante demasiado tiempo, el solo pretendió ignorarme, no estaba seguro de si eso me aliviaba o me molestaba.

Cuando el medico pronunció mi nombre Seb se puso de pie casi en un salto y luego me ayudo a incorporarme y a trasladarme hasta el consultorio, dentro el médico cuestiono la razón de la visita y síntomas, iba a decir que no nada cuando Seb se adelantó relatando lo más detalladamente posible la naturaleza de mi lesión.

El medico frunció el ceño antes de llamar a una enfermera para solicitar mi historial médico, unos 10 minutos más tarde la enfermera llego con una carpeta en sus manos, era bastante gruesa y la entrego al doctor antes de salir, el médico tomo unos minutos revisando el historial y luego me pidió que subiera en la camilla, para frustración de mi orgullo tuve que depender de Seb para eso también, el calor y la adrenalina del ejercicio se había esfumado hacía un buen rato y en ese momento moverme costaba más trabajo.

Quede sentado con las piernas extendidas y entonces vi la magnitud de mi idiotez, en contraste con mi pierna buena, la lesionada se encontraba claramente hinchada e incluso un poco amoratada, yo no podía siquiera extenderla por completo debido a la molestia, el doctor trazo la cicatriz que cruzaba la sección externa de mi rodilla y recorría más de 10 centímetros luego con cuidado brutal paseo su tacto apretando suavemente algunas zonas que me hicieron morder el labio para contener cualquier grito de dolor.

Seb no se perdió un solo detalle, de alguna forma se las arreglaba para estar completamente al tanto de cada movimiento del médico y de cada una de mis expresiones, ¿acaso era un camaleón para poder ver en dos direcciones diferentes a la vez? El dolor agudo que cruzo toda mi pierna me arranco un resoplido que casi sonó como un gemido, me habría puesto rojo de vergüenza de no ser porque punzadas de dolor continuaron martillando contra mi rodilla.

El médico frunció el ceño antes de salir por la puerta trasera del consultorio sin decir ni una sola palabra. Seb se me quedó viendo tan desconcertado como yo y yo me encogí de hombros en un gesto que aclaraba que yo tampoco tenía ninguna idea, un momento después el medico regreso acompañado de la enfermera que cargaba una bandeja repleta de cosas.

-Déjalo aquí y ve a llamar a Miguel cuanto antes.-  Ordenó el médico. La enfermera asintió antes de salir apresurada.

-Doctor, ¿hay algo mal?- Se atrevió a cuestionar seb mientras el hombre revolvía en la bandeja colocando hielo en una bolsa gris y luego presionándolo suavemente contra mi pierna.

-Tu amigo sol es un gran imprudente, aún no puedo decir un diagnostico concreto…- Le respondió al castaño antes de girar su mirada acusadora y enfadada en mi dirección. – Aunque no es muy alentador en cualquiera de los casos.- Sentenció dejándome helado y haciéndome sentir como si midiera unos pocos centímetros.

En poco tiempo la puerta trasera se abrió dejando ver a la enfermera y a un moreno en bata blanca al que me habría gustado no reconocer.

-Qué pasa Carlos? estaba a punto de salir de mi turno, espero que sea algo importante.- Resopló el moreno en cuanto cruzó la puerta haciendo que Carlos mi carismático doctor  “nótese el enorme sarcasmo“ se pusiera inmediatamente de pie bloqueando  “gracias a todos los cielos” mi cuerpo de la vista del otro.

La enfermera se apresuró a suplir las manos del doctor en la bolsa con hielos.

Carlos se movió hacia el escritorio tomando mi expediente y entregándoselo al moreno antes de asentir con la cabeza en mi dirección desviando la vista del moreno en mi dirección. Mi primer instinto fue agacharme cual perro regañado pero mi orgullo me obligo a mantener la frente en alto mientras mi mirada se encontraba con la suya, una expresión de sorpresa llenó su rostro y justo un segundo después una sonrisa burlona acaparo sus labios mientras sus ojos se llenaban de un brillo travieso.

-¡Paco!- Se acercó de inmediato rodeándome entre sus brazos y apretándome. –Comenzaba a extrañarte, sabía que debía de verte pronto por aquí.- Comentó con casualidad como si nos encontráramos en un café y no en un consultorio de la sala de urgencias.

 -¿Ustedes se conocen?- Frunció el ceño el Doctor mientras Miguel se ponía recto.

Estaba por negar a la pregunta cuando Miguel se adelantó a mi respuesta.- Un poco más que eso, ¿no es así Paco?

Fruncí el ceño negándome a contestar eso, ¿por qué de todos debía ser Miguel quien se encontrara ahí? el doctor profundizó el disgusto en su rostro gesticulando sin sonido una pregunta a Miguel, “¿otra de tus conquistas?” me sonrojé al instante y mire hacia otro lado, rezando porque Seb no hubiera leído las palabras en los labios del tal Carlos, yo quería salir corriendo de ahí cuanto antes, o si pudiera esconderme en mis zapatos tampoco habría estado mal, como si Dios escuchara mis plegarias la enfermera interrumpió llevando la atención de todos a ella.

-Doctor, creo que sería bueno administrar algo fuerte para el dolor, el chico incluso esta temblando y…

No terminó de hablar, todos enfocaron su atención en mí y yo fui consiente hasta ese momento de que apretaba la sabana bajo mi cuerpo con la suficiente fuerza para hacer a mis nudillos blancos.

En ese momento ambos médicos parecieron recordar la razón por la que se encontraban ahí, Carlos dio órdenes a la enfermera antes de indicarle a Miguel que ahora yo entraba en su jurisdicción, la enfermera me aplicó algún medicamento fuerte que me comenzaba a quitar el dolor antes de pedir una camilla y camillero me sacaron del consultorio y me dirigieron a rayos X, un proceso tan familiar que incluso ya conocía a los encargados.

-¿Otra vez aquí Paco? ¿qué te rompiste ahora?- cuestionó el hombre que debía de rondar los 45 años mientras me ayudaba a acomodarme sobre la plancha de metal, me sentía un poco culpable por no poder recordar su nombre.

-Nada roto jaja, al menos ningún hueso esta vez.- le sonreí para restar importancia mientras él y Miguel caminaban hasta el pequeño cubículo desde donde manejarían todo.

Casi 20 minutos tenía las placas en mis manos, Miguel nos dirigió hasta su consultorio donde revisó las placas poniéndose por primera vez serio y comenzando a regañarme.

Miguel era casi 7 años mayor que yo, provenía del mismo pueblo que yo por lo que era una figura familiar, cuando me lesioné rotundamente la rodilla durante un partido él fue parte del equipo que me atendió en ese entonces, mientras me recuperaba se portó extremadamente atento conmigo lo que nos llevó a una especie de amistad caótica con demasiados coqueteos para ser sano, después de mi alta salimos un par te veces y no puedo negar que fue inevitable que termináramos juntos en la cama, desde entonces no lo había vuelto a ver, él había querido prolongar aquella aventura pero me negué rotundamente, eso de las relaciones a largo plazo simplemente no eran para mí.

Creí que intentaría insistir en el pasado cuando menos una vez, y me decepcione un poco al ver que Miguel solo se limitó a ser pseudo profesional tratando mi lesión y regañándome entre indicaciones, y digo pseudo profesional porque durante toda la consulta no paro de coquetear con ligero descaro y tocar un poco más de lo debido mientras vendaba mi rodilla y parte de mi pierna.

Sin mucho temor a equivocarme me atrevería a decir que Miguel se mantuvo medianamente contenido debido a la presencia de Seb que le miraba como un halcón lo haría con su presa, el ceño permanentemente fruncido de Seb resultaba incluso un poco incómodo para mí que ya conocía casi la totalidad de su mierda de carácter, sin embargo habría apostado a que su cara de perro no era por otra razón sino su disconformidad con la cercanía y familiaridad con la que Miguel se desenvolvía conmigo.

Tres horas después de nuestra llegada por fin abandonábamos el estúpido hospital, yo no estaba muy conforme con la idea de tener que regresar 3 días después para ser literalmente apresado y restringido por una estúpida férula que según Miguel era indispensable para no empeorar la situación de mi rodilla que ya corría el riesgo de quedar patéticamente afectada hasta un punto de dejarme cojeando de por vida.

Cuando me explicó todo eso y me mostro las placas en las que yo realmente no pude distinguir todo lo que el describía, diciendo que el ligamento estaba rasgado y en peligro de trozarse, rodé los ojos y aparente indiferencia, sin embargo ahora que casi me arrastraba hacía la camioneta de Seb tratando de contener mis movimientos y el dolor que comenzaba a aquejarme nuevamente, las preocupaciones eran difíciles de disimular, por lo que permanecí con la mirada en el suelo hasta que ambos estuvimos dentro del vehículo.

Seb no dijo nada mientras encendía el motor y se ponía en marcha, estuve concentrado en mis propios pensamientos sin notar a donde nos dirigíamos hasta que la camioneta aparcó.

-Dónde estamos?- Cuestioné.

-Es tarde y no he comido, y dudo que tú no tengas hambre, así que espera aquí mientras consigo algo.

Seb lucía extrañamente molesto, no la clase de enojo explosivo y soberbio que había estado conociendo en él en el último tiempo sino más bien una especie de molestia irritativa y silenciosa que me mantenía más en alerta que sus amenazas constantes. Decidí ignorarlo y saque mi celular para distraerme, notando los múltiples mensajes en mi bandeja de entrada. La mayoría eran de Adam, el otro de Alan.

Sin muchos ánimos de nada y mucho menos de atender a la preocupación de ambos escribí el mismo mensaje simple enviándolo a los dos.

Todo está bien, el doctor dijo que no era grave, nos vemos el Lunes.

Mentalmente agradecí que fuera viernes, Alan volvía la mayoría de los fines de semana con sus padres y Adam podía interpretarlo como quisiera. No podía mentirme a mí mismo pretendiendo estar bien después de la advertencia de Miguel, me encontraba básicamente destrozado y mis energías no alcanzaban para pretender lo contrario y fingir una sonrisa ante nadie, mis ojos escocían por las lágrimas que no estaba dispuesto a derramar, no con la inminente amenaza de Seb que podía regresar en cualquier momento, ni siquiera tenía energía para lidiar con él, no quería verlo por lo que solo cerré los ojos y pretendí estar dormido cuando el volvió al auto y arrancó el motor.

Cuando estacionó de nuevo yo seguía sin sentirme completamente seguro para poder fingir por lo que mantuve mis ojos cerrados unos minutos más. Escuche a Seb bajar y cerrar su puerta, supuse que me estaba abandonando y respire hasta cierto punto aliviado por ello. Mi alivio duro poco, no pude evitar ponerme en guardia al sentir mi puerta abrirse y las manos de Seb en mi brazo.

Pretender seguir durmiendo resultaría tonto por lo que abrí los ojos frunciendo el ceño al enfocar mi vista en el ligero contacto de sus manos sobre la piel desnuda de mi brazo. Probablemente estaba exagerando pero era mi instinto de defensa, ser vulnerable, parecer vulnerable estaba completamente fuera de mis límites autoimpuestos, noté que había reaccionado más severamente del que debería cuando Seb alejó sus manos con una rapidez preservativa, el chico era inteligente.

-Solo pensaba despertarte, pensé en intentar cargarte pero admitamos, eso es completamente imposible considerando nuestras constituciones. Así que ya como estas despierto mejor te ayudo a entrar, la comida aún está caliente, es mejor si la comemos ahora, no me gustan mucho los recalentados…- Si no lo conociera lo suficiente habría pensado que Seb se encontraba nervioso, una sonrisa calculadora se arraigó en mis labios, si estaba en lo cierto era muy mono y practico esta faceta de él. – Así que vamos.- La sensación de inseguridad que creí ver en él se esfumó rápidamente dejando lugar a la arrogancia no apelativa que le caracterizaba, lanzando una suave orden mientras acomodaba sus manos como soporte bajo mi brazo con una seguridad inquietante.

Pensé en lanzar algún comentario mordaz, pero al intentar moverme lo deje pasar, era orgulloso no estúpido, en mi condición no podía llegar ni a la puerta por mis propios medios. No estaba seguro de la expresión que tenía pero noté como seb endurecía su mirada antes de prácticamente cargar mi peso hasta su casa. Hasta ese momento noté donde nos encontrábamos, me detuve en medio de la entrada confrontándolo.

-Creí que iríamos a mi casa.- Mi tono fue más duro de lo que pretendía, sin embargo Seb no se inmuto y me jaló delicadamente para reanudar la marcha.

-No conozco tu dirección, sé que vives cerca pero no sé dónde exactamente, era más práctico venir a mi casa.

-Puedo decírtela ahora.- Mi voz áspera y un poco grosera.

-Te recuerdo que este día me perteneces, hoy y cuando se me dé la gana así que deja de quejarte y muévete, no eres lo que se diría ligero.

Fruncí el ceño pero no replique, Seb había vuelto a tener esa aura de dictador absolutista y desgraciado, su agarre en mi brazo y espalda se apretó mientras me obligaba a subir el único escalón de entrada y me arrastraba dentro de la casa, observé las sillas del comedor con tentación sin embargo Seb me llevó más allá hasta el estudio que estaba acondicionado como habitación. Me resistí a entrar (o al menos lo intente) pero Seb me arrastro hasta dejarme junto a la cama, escupiéndome  la orden de recostarme mientras el salía para volver  minutos después con una pequeña mesa con dos platos y vasos en ella. Nuestra comida.

Lo mire escéptico mientras me pasaba mi plato, yo tenía mi pierna cheche extendida sobre el colchón mientras la otra estaba flexionada fuera del colchón, mi espalda recargada sobre la pared, ya que la cama no tenía ninguna cabecera, el me ignoro mientras daba cuenta a su propio plato, me quedé completamente asombrado al ver su forma casi voraz de comer, Seb literalmente comía casi tragando, o al menos esa impresión me dio, yo apenas comenzaba a comer cuando él ya había devorado la mitad de su ración.

Comimos en silencio, yo termine mi ración mientras Seb vaciaba su plato por tercera vez, cuando terminamos él se levantó poniendo todo sobre la pequeña mesa y llevándolo (supuse) a lavar. Me sentía incómodo y tenía la intención imposible de marcharme, no me encontraba de buen humor, quería estar solo, estaba agotado, física y emocionalmente, cerré los ojos para intentar controlar el escozor de las lágrimas que comenzaban a formarse, de alguna forma termine profundamente dormido en esa incómoda posición.

Cuando abrí los ojos la noche ya se encontraba bien entrada, yo había sido completamente recostado sobre la cama, probablemente por Seb ya que mis tenis habían desaparecidos y me encontraba cubierto por una manta, me incorporé incomodo por despertar en una habitación desconocida hasta que los recuerdos llegaron aclarando mi confusión, me removí sintiendo inmediatamente una punzada de dolor proveniente desde mi rodilla, me comí las maldiciones que nacían en mi garganta y me senté ideando una forma para desplazarme hasta la salida, me sorprendí al encontrar recargadas en la pared un par de muletas que no había visto al llegar porque obviamente no estaban ahí antes, una gratitud nauseabunda comenzó a nacer en mi estómago, la tragué con fuerza obligándola a desaparecer.

Tome las muletas y maniobré hasta salir del cuarto con la absurda ilusión de escapar cual ladrón durante la noche.

Ilusión frustrada. Seb se encontraba sentado en el comedor con la computadora encendida y una cantidad casi obscena de documentos y libros esparcidos  sobre la mesa, Seb parecía realmente concentrado, llevaba unas extrañas gafas de montura sobre su nariz que se veían simplemente adorables en él, asaron un par de minutos hasta que notó mi presencia.

Seb se quedó unos segundos analizándome antes de sonreír encantador, me parecía que desde nuestro primer encuentro no había vuelto a ver una sonrisa así en él, nuestro contacto visual se rompió cuando la alerta de un mensaje sonó en la computadora reclamando inmediatamente la atención del castaño, me quedé inmóvil e incómodo hasta que su mano señaló la silla a su lado.

Obedecí más por curiosidad que por sumisión, sentándome ruidosamente mientras acomodaba una de las muletas como soporte para mi rodilla y la otra la recargaba a mi lado, curioseé en la pantalla de la computadora, había más de 5 pestañas abiertas.

Seb terminó de contestar el mensaje en Facebook, la ventana de chat se llamaba inversionistas idiotas, lo que me hizo bastante gracia, acomodó un par de hojas sueltas en un montón y luego cerró la ventana arrojando las hojas en montón en una de las esquinas de la mesa.

-Creí qué dormirías toda la noche.- Dijo por fin en mi dirección, su tono solo un comentario casual. –Como esta?- Señaló mi pierna con la vista.

-Mejor.- Mentí.

Seb rodó los ojos. –Por supuesto macho.- rio con sarcasmo mientras se levantaba y se dirigía a la cocina para regresar con un vaso de agua, me tendió el vaso y un par de pastillas.- Tu doctorcito dijo que tomaras esto cada 8 horas, cada 6 si el dolor era demasiado.

-Doctorcito?- Reí por su palabra. –Desde cuando hablas mimadamente en diminutivo?- Me burlé.

-Yo no hablo así, pero por la cara de cachorro que tenías al verlo supuse que era el apelativo correcto, parecían más que cercanos.

-Escucho celos en tu voz?

-por supuesto que no, nunca podría estar celoso de un wey tan simple.- Contestó demasiado deprisa como para ser verdad, sonreí complacido provocando más irritación en su rostro

-Es médico y es guapo, ¿dónde está la simpleza?

-Deben gustarte mucho los tipos en bata no?- Respondió sin molestarse en ocultar el desprecio en su voz.

-A ti debo gustarte mucho yo si estas tan molesto por un simple coqueteo.- Era un golpe directo y sin sutileza, pero entre nosotros esa mierda nunca había existido

-Y ya te gustaría, solo son ganas no te pongas en tan alta estima.

Su cruda sinceridad me golpeo nuevamente, uno ola de placer erizando mi espalda, Seb me deseaba y no se molestaba en ocultarlo, la mirada desafiante en sus ojos también podía fácilmente interpretarse como descarada y coqueta.

No pude más, mi día había sido una mierda y los siguientes meses (según el diagnóstico de Miguel) no pintaban mejor.

Como un infierno,

Qué todo se valla al demonio.

Simplemente me incline en su dirección aferrando mi mano a su nuca y acercando su rostro al mío hasta que nuestros labios sellaron unos contra otros.

 

Notas finales:

no juzguen al pobre de Paco... lo que viene ni yo puedo adivinar...

quiero leer sus comentarios, asi que los esperare con ilusion. 

hasta el siguiente cap.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).