El favorito
En momentos de mi infancia, me enorgullecía de ser el hijo menor, pero conforme fuimos creciendo mi hermano y yo, me di cuenta de que no había nada de qué enorgullecerme. Comencé a salir de mi ignorancia (¿por qué lo hice?) cuando transcurrieron los días en que mi hermano mayor se fue de intercambio a Francia.
Al principio me dije que lo extrañaría. Sí, la casa estaría muy vacía y silenciosa sin él aquí. Pero después me dije que un tiempo a solas no vendría mal. Incluso, muy egoísta, pensé que esta vez sería yo el que recibiría mayor atención. Pues claro, me decía mientras subía al automóvil, después de haber ido con mi familia a despedir a Itachi al aeropuerto, Itachi ya no está, y que yo sepa, no tienen otro hijo.
Pero pareciera que eso pensaran mis papás, que cuando me vieron pusieron cara de “¡Anda, tenemos otro hijo!”. Me pareció gracioso, claro, eso fue al principio. Pero al darme cuenta de que de verdad querían mucho más a Itachi que a mí, ya no me lo pareció tanto. Quiero decir, ¡si él ni siquiera estaba aquí y le prestaban más atención que a mí! La ironía me mataba.
Una vez, estando en el asiento del copiloto del auto, camino a la escuela, me giré hacia mi madre y pensé en preguntarle directamente si quería más a Itachi que a mí. A punto estaba de preguntar algo tan obvio que la tristeza me embargó cuando me di cuenta de que incluso yo quería más a Itachi que a mí.
Esa idea no me dejó concentrarme en nada más. Me pasé mis horas escolares tratando de encontrar qué hacía tan maravilloso a Itachi para ganarse ese amor que apenas en la mañana me descubrí dándoselo. Repasé todos los momentos en que fui su compañero de juegos, cuántas veces había salido herido por algún experimento que él había hecho…
Estuve como muerto, rondando mecánicamente lugares que ya conocía, paseando por los recovecos de mi mente, hurgándola hasta vaciarla… tratando de salvar algo de todos esos recuerdos.
Todo aquello se borró de mi mente cuando, al llegar a la casa, el teléfono comenzó a timbrar, justo cuando cerraba a mis espaldas la puerta. Me quedé como aturdido, volviendo al mundo real. ¿Quién podía estar llamando? No había nadie en casa más que yo a esa hora.
Aún algo receloso, contesté y lo primero que oí fue:
- ¡Siempre tan puntual!
Era Itachi.
La conversación fue simple, y en un momento, en el que ya no fue tan simple, él me dijo, muy serio:
- Te noto extraño. ¿Qué pasa?
Entonces, dudando entre decírselo o no, respondí entre risas nerviosas:
- Es que no puedo creer que mamá y papá piensen más en ti todo el tiempo, ¡incluso cuando no estás aquí eres el favorito!
No había tono de reproche en mi voz, sino de escepticismo, que esperaba que él compartiera conmigo. Escuché una carcajada al otro lado de la línea. Me molesté un momento, al pensar que se burlaba de mí. Pero después dijo algo como “Sasuke, tú siempre has sido el favorito… Al menos para mí”.
Eso no me impresionó mucho, de seguro lo decía por consolarme, así que con el tono algo ido, contesté:
- Sí, claro…
Él soltó una leve risa.
- ¿Qué es tan gracioso?-pregunté, un poco irritado.
- Que, aunque tú no estés aquí, creo que te quiero más que a mí, Sasuke.
Eso me dejó desarmado.
- No puedo esperar para verte…-continuó él como si nada, sin darse cuenta del efecto que había causado en mí-. Oye-dijo de pronto-, tengo que irme. Saluda a mamá y a papá por mí. Sabes que eres mi favorito, Sasuke. Hasta luego.
- Adiós-logré decir atropelladamente, con la mano que sostenía el teléfono, muerta.