Habían transcurrido dos años desde que Yuri y su abuelo Nikolai se convirtieron en nuestros vecinos. La relación entre nuestras familias siempre se mantuvo de la manera más cordial y la amistad entre Yuri y yo era realmente muy bonita. A pesar de la diferencia de edad que había entre nosotros, terminamos volviéndonos muy cercanos.
Aunque Yuri era un chico bonito y adorable, me pude dar cuenta que así también tenía unos cuantos defectos bastante notorios; era soberbio y posesivo. Siempre quería mi entera atención solo para él y no le gustaba verme hablando o compartiendo con mis otros amigos del barrio.
-¿Qué pasa, Yuri? ¿Acaso te enojaste porque lo saludé? Georgi es mi amigo y compañero de escuela -le expliqué mientras volvíamos juntos a nuestras casas tras comprar unas cosas de la tienda-
-Mmm...sí -bufó visiblemente molesto-
-¿Por qué eres tan celoso, eh?
-¡Cállate!
No hubo caso. Él siempre fue muy obstinado y por eso, no daría el brazo a torcer ni se echaría de cabeza reconociendo sus errores. Aún hoy, después de muchos años, sigue siendo un gatito celoso. Claro que ya no lo evidencia como cuando tenía sus tiernos siete años pero sé que siempre me observa con atención cuando hablo con personas que él no conoce o que cuando se me acercan con una actitud que él considera amenazante. Pero Yuri sabe que lo amo y está plenamente consciente de que mi corazón solo le pertenece a él.
Aquel mismo día que Yuri se molestó porque saludé a mi amigo Georgi, sentía miedo de enseñarle algo al no saber cómo lo iba a tomar. Esa mañana mi padre trajo a casa a un perro que le obsequiaron, no me comentó los pormenores del tema pero ya no se trataba de un cachorro sino de un can de aproximadamente un año de edad. Era un poodle marrón que se hallaba en pleno proceso de crecimiento y por lo que sabía de estas razas, terminaría siendo un ejemplar bastante grande. Le pusimos por nombre Makkachin, era muy sociable y cariñoso, capaz de ganarse el afecto de cualquiera en un abrir y cerrar de ojos, y mi padre lo dejó bajo mi exclusivo cuidado.
Yuri pidió permiso a su abuelo para pasar la tarde en mi casa y yo estaba nervioso al no saber cómo iría a reaccionar con lo del perro, ya que éste demandaba constantemente mis atenciones y mis afectos. Llegamos a mi casa pero lo retuve un momento en la puerta, intentando ensayar alguna explicación.
-Eeeehhh...Yuri, espera -le pedí- Antes que entremos quiero contarte algo.
-¿Qué cosa? -preguntó alzando la vista hacia mí-
-Verás...esta mañana...mi padre trajo...--
Mi explicación se vio interrumpida por unos insistentes ladridos que provenían justo detrás de la puerta donde ambos nos hallábamos de pie.
-¿Hay un perro ahí adentro? -cuestionó extrañado-
-Eso iba a decirte -suspiré- Mi padre trajo a un perro hoy por la mañana y desde hoy vivirá en esta casa. Ven, quiero que lo conozcas. Es muy cariñoso y estoy seguro te caerá bien -lo animé-
-Mmm...no lo sé. Me gustan más los gatos que los perros.
Lo vi encogerse de hombre y su negativa me dio mala espina, pero ya estábamos allí y no había marcha atrás. Abrí la puerta y cuando ambos ingresamos a la casa, Makkachin vino a mi encuentro de inmediato. Me puse en cuclillas para recibirlo y abrazarlo, entonces comenzó a lamer mi rostro en clara señal de afecto.
-Mira, Yuri. Él es Makkachin, mi nuevo amigo -sonreí y lo observé con atención-
Pero ni bien terminé de decir eso, caí en la cuenta de que eso de "mi nuevo amigo" podría ser motivo de molestia para él. Grande fue mi sorpresa cuando vi a Yuri esbozando una sonrisa para luego acercarse a nosotros y terminar acariciando la cabeza al perro.
-Es muy lindo -dijo él-
-¿No te molesta?
-Claro que no, Vitya. Los animales son mejores amigos que las personas. Makkachin nunca va a hacerte daño, él será tu amigo toda la vida...y yo también -y dicho, volvió a sonreír-
Sus palabras me dejaron conmovido. Yuri era un chico muy razonable y siempre estuvo en lo cierto, ya que hasta este día Makkachin sigue siendo el mejor amigo y compañero que he podido tener.
Pero en lo que Yuri se equivocó fue lo que respectaba a él, ya que años después, dejó de ser mi amigo para pasar a convertirse en mi gran amor.
FIN
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