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Libro 1. Nacimiento de un pecado. por reydelosPK2

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Notas del capitulo:

Gracias por los reviews. me dieron risa y animos. De verdad estoy toman en cuenta algunas sugerencias. graicas. 

Bye, cuidense preciosas.

Intruso


 


Se sintió volar sobre la nada, flotar en pocas palabras. Pero cuando trato de abrir los ojos solo era oscuridad o quizás no había abierto los ojos. No lo supo. La duda sobre todo lo que representaba su existencia comenzaba a desgarrarlo, a armarlo y desarmarlo cual rompecabezas… era complicado de explicar lo que sentía… simplemente oscuridad.


Dar una breve explicación seria: La inseguridad de su propia existencia, la duda de si todo lo que vivió fue o no verdad. Y es que aun cuando extendía su mano no podía verla, y cuando se tocaba no sentía como si fuera su mano o su cuerpo… era el simple roce de la locura de no saber del tiempo, del espacio… ya ni recordaba cuando dejo de extender sus manos al frente para evitar chocar con algo… llego a la simple conclusión de que no había nada con que chocar pues nada existía en esa oscuridad… Llego a dudar sí caminaba o creyó caminar. No sentía hambre, frio, sueño o miedo a esa oscuridad, a lo que temía eran a sus recuerdos y su duda sobre su veracidad… no podían ser esos recuerdos falsos… imposible… seguro estaba de la existencia de su hijo… y sabía que era su hijo pero lentamente sus recuerdos comenzaban a fallar.


¿Era rubio? ¿Era moreno?… ¿era un niño… quizás una mujer?…dudo y dentro su pecho su lado materno grito: ¡Era un niño! ¡Era de ojos negros, cabellera azabache!… ¡era pálido!… ¡Era nuestro mundo!


Seguro estaba de la existencia de su familia y su esposo… pero lentamente comenzaba a dudar… ¿y como no dudar si dudaba de su propia existencia?… odiaba ese lugar… odiaba la nada pues lentamente lo arrastraba a ser parte de ese vacío.



Por medio de una de sus esferas el dios miraba curiosos al Insolente que se atrevió a golpearlo.


Fue la primera vez que alguien de insignificante proceder llegaba a golpearlo. Era verdad que alguna vez sintió el dolor físico, pero ese dolor solo lo experimento a manos de otro dios y ambos no salieron ilesos del encuentro. Pero este golpe era distinto… No dolía, pero era algo que no podía pasar por alto.


Por lógica cada criatura tiene como prioridad la supervivencia, por esa naturaleza existe las guerras. Uno busca las mejores condiciones para exigir lucha por mantener esas condiciones y privilegios, mata para mantenerse vivo y en condiciones cómodas. Solo las madres son capaces de morir por el egoísmo de mantener su descendencia y eso lo hacen con el fin de mantener la misma especie pero: ¿por qué alguien arriesgaría su vida por otro ser? ¿Por qué pese a saber que perdería era capaz de golpear a un dios? ¿Por qué no midió las consecuencias y sin miedo alguno incluso lo confronto? Ni siquiera el Maou lo había hecho… ni siquiera tenía el poder para hacerle frente al Maou, menos lo tendría contra un dios y aun así… Fue el único que lo golpeo y confronto y con su acción despertó y animo al Maou y al resto a atrever pensar atacarlo.


“¿Amor?” cuestiono y rio. Bien sabia el dios que ese sentimiento era inexistente entre mortales por que la muerte existía y la muerte concluía con tal emoción. Si la pobre diosa del amor y se comía las uñas por ver tanta fatalidad en las diversas dimensiones y jamas encontrar un digno represéntate de ese poder. Para ese dios ese sentimiento era solo una excusa para justificar locuras, guerras, egoísmos… simples rebatos. Pero amor como amor no eran, eso no existía.


Sus ojos se posaron sobre el insensato…


“¿Amor?”


Volvió a pensar… Le miro y si era un demonio de fuego, de esa extraña voluntad que era capaz de crear destrucción como despertar la esperanza en un extraño efecto domino. Sin embargo… ¿Amor? Había sido espectador del ese sentimiento… negó con la cabeza.


Se intrigo más y más y al fin terminaba de notar la completa forma del insolente… como decidió nombrarlo, que en idioma de dioses era pronunciado como= Desh.


De todas las formas físicas semejantes a la humana sin duda era una de las más simétricas y eso era equitativo a perfección y lo denominado por los mortales como bella. Tan bella como la misma diosa del amor. Y a su vez arrebatado como la diosa de la discordia.


Lo miro reclamar, maldecir, callar, rendirse, seguir… simplemente comenzó a observarlo casi ignorando a las dimensiones que siempre vigilaba, incluso olvidando esa dimensión de la cual trajo al insolente y al maou que trajo la paz. Ahora analizarlo le robaba su atención. Tantas emociones menos la que consideraba lógica: miedo a un Dios. ¡No qué va! Si lo que menos pasaba por la cabeza del insolente/Desh era el miedo a ese dios, de hecho ya lo había olvidado. Si tenía miedo era de no poder estar con su hijo o saber de él, si tenía miedo era de no saber nada de Yuuri o su familias, sí tenía miedo era de olvidarlos. Miedo al dios o a morir… no podía sentirlos, estaba muy ocupado para pensar de forma egoísta.


Jamás había observado a ser individual, siempre se enfocó en lo colectivo, en las sociedades, especies y etnias. Pero jamás a un ser especifico, pero el insolente le llamaba la atención por no  poder comprenderlo. Quizás por eso nuevamente abrió la esfera de la dimensión que alcanzo la paz y volvió. Volvió a contemplar ese castillo y cada objeto que lo constituía. Quizás por eso empezó a armar en su mundo vacío un ambiente para que el insolente permaneciera sin verse absorbido por la oscuridad, para que pasara el tiempo con comodidad y dejara de divagar, podría perder la cordura y por alguna razón no deseaba que eso ocurriera. La oscuridad parecía deprimirlo y verlo vagar sin ánimos de vivir inmerso en la depresión no era divertido… Le prefería agresivo lleno de vida y pasión. Como lo conoció.


Wolfram solo salto asombrado al ver luz, al verse despertar sobre su lecho y salió corriendo en busca de su esposo y su hijo. Su pecho se llenó de felicidad de ver al fin algo familiar, de creer que todo fue un sueño, que daría con Yuuri y podrían desayunar, que pelearía con su madre por el derecho de acunar a Yuuram, que todo seguiría igual que siempre. Pero por más que camino todo el castillo y luego todo el reino… No había humano, demonio o hibrido alguno. De hecho no había ser viviente alguno, solo cosas inertes. Ni siquiera viento… en el salón miro el reloj de pared que Yuuri trajo de su mundo, ese que cambio de pilas hacia tan solo días… no marcaba la hora.


Las fotos en su cuarto… la mesa… las cámaras… estaban en blanco.


Las toco con las yemas de sus manos y es que le dolía tanto… era despertar de una cruel pesadilla para caer en otro de similar magnitud… siendo la oscuridad mejor que este desazón de estar pero ellos no… ¿Dónde estaba su familia?... ¿Dónde estaba su hogar?


Sus ojos verdes miraban todo tratando de comprender que pasaba y no podía comprenderlo, era duro de comprender… Golpeo a un dios… Obvio que abrían consecuencias. Tembló de miedo de creer que todos fueron extintos por el dios y en castigo solo lo dejo vivo a él para morir en soledad. 


-¡¿Qué eh Hecho?!- se dijo creyendo que todos fueron muertos por su culpa y en castigo dejado como el único ser viviente en el mundo.


El dios orgulloso pensó que con esto su adquisición volvería a su normalidad pero nada parecía calmar a su huésped que seguía todo el castillo buscando algo la gente que nunca hallaría.


Simplemente el mundo del Maou fue recreado en su vacía dimensión, un mundo sin habitante alguno, tiempo o vida, el rubio era la única excepción.


Wolfram miro las fotos que recordaba Yuuri tomo de su hijo y de él durante sus días en cama. Lentamente esas fotos se volvían el único lazo que lo mantenía cuerdo. Una mano toco la carita de Yuuram y nuevamente las lágrimas caían de sus ojos verdes. Al recordarlo, al recordar  su familia y creerlos muertos lo devastaban pero aun así le daban las fuerzas para seguir vivo, pues deseaba vengarlos o encontrarlos.



Wolfram nuevamente comenzaba a destruir todo lo que pillaba a su alrededor por la frustración. Por lo menos de tener un enemigo presente sería viable para descargar sus frustraciones, para reclamarle, para preguntar… ¡para algo!. Pero no había nadie… ¡Nadie!


-¡AAAAAAAAAGH!- grito con todas sus fuerzas hasta que sus pulmones se quedaban sin oxígeno. ¿Cuánto tiempo llevaba  así? El silencio lo aplastaba y ese grito expulsado por su cólera le recordaba que aún existía y el eco de su voz le rememoraba su propia existencia. 


Cayó sobre sus rodillas golpeado el suelo. No había nadie. Nadie que respondiera ¿dónde estaba su hijo o Yuuri. Su familia?… todos habían desaparecido y solo quedaba el en el mundo… y la soledad y sus complementos lo estaban matando no de forma física… Mataban su alma y sus esperanzas… ¿Cuánto tiempo llevaba  así…? Un día, una semana. Negó. Un mes. Negó… un año, una vida… ¿Cómo saberlo? El sol no se movía, la noche no llegaba, el viento no corría… no había sensación de hambre o sed… ¿estaba vivo? Quizás estaba muerto y en el abismo…


-Lo siento…- derramo lágrimas que no caían al suelo, simplemente al desprenderse de su mejilla flotaban en dirección del cielo azul, en dirección de ese sol que nunca se movía, que iluminaba ese reino. Wolfram que creía que todos fueron muertos por el dios y su imprudencia… Estaba devastado- Lo siento… Yo… ¡LO SIENTO!…- terminaba gritando y llorando hasta caer dormido en el suelo frio, y al despertar se veía nuevamente sobre su lecho. Nuevamente pensaba que era un sueño, nuevamente buscaba y nuevamente comprendía que estaba solo. Un castigo eterno… La soledad y la nostalgia Eterna. El suicidio no era opción, cuando intento arrojarse de la torre aparecía nuevamente en su lecho. Cuando se clavaba una espada esta desaparecía, cuando intentaba ahorcarse nuevamente perdía la conciencia y despertaba en el lecho de lo que recordaba su que era la habitación que compartía con Yuuri y su hijo, el único sitio que lo hacía levemente sentir seguridad y guardar esperanzas.


- ¡YA BASTA!!!-Grito harto de su calvario comprendiendo que había perdido su libre albedrio, su vida misma ya no era suya… “¿ese es mi castigo?” Pregunto al aire. Todos lo que conocía y amaba destruidos y extintos y el condenado a pasar una eternidad atrapado en ese mundo… solo sin opción a morir para reunirse con su amada familia.  Se dejó caer nuevamente por la torre y al despertar en su lecho solo cerro los ojos… estaba cansado… estaba sufriendo… y ya no quería sufrir de esta manera.


Sus manos abrazaban esa almohada y sus dedos la acariciaban recordando la anatomía de su pequeño… hundía su cabeza contra ella y susurraba su nombre y también el de Yuuri.


El dios simplemente seguía contemplándolo, era tan extraño verle romperse en mil pedazos a quien demostró tal valentía y a la vez intrigante. Lentamente se sentía curioso de lo que implicaba ser un simple mortal y de lo que podía llegar a experimentar, más si se justificaba con la palabra amor. Su pecho sintió un vacío… Nuevamente se sentó en la nada de su amplio espacio donde solo el controlaba el tiempo y el espacio. Donde solo el decidía lo que era real o no y solo el permitía al vida y cuanto viviría, donde por su inmenso poder todo lo que estaba dentro de su olimpo ya era suyo y solo el decidiría su destino.



El dios volvió a indagar sobre el mundo de demonios, el mundo de su huésped.  A esas alturas esperaba guerras, esperaba muerte, desesperación todos esos sentimientos que siempre aprecio de forma colectiva más ahora podía estudiarlos de forma individual con el insolente, al cual quizás pronto regresaría a su mundo si eran cumplidas sus demandas, comprendía que tenerlo en su olimpo lentamente matarían su naturaleza y no deseaba perder la naturaleza del insolente. Pero su mirada quedo perpleja mirando la desesperación del Maou que trajo la paz. Y miro la esfera aun de color blanco… aun reinaba la paz.


Yuuri que hasta ese momento revisaba algunos documentos y trataba de aparentar normalidad simplemente termino tocando su límite. De la nada con toda su rabia y fuerza arrojaba todo lo que tenía frente suyo, a vista y asombro de los presentes y jalaba sus cabellos negros hundirse sobre la mesa impotente,  todos lo miraban comprendiendo su desesperación.


-¡NO PUEDO!-grito impotente ante los demás. Era cierto, nadie en su sano juicio y con la personalidad de Yuuri podría hacerlo. ¿Sacrificar vidas inocentes?. Cientos de vidas inocentes a cambio de una- ¡NO PUEDO! – volvía a lamentar.


El rey de  ese mundo no obedecía. No le daba guerra, no lo alimentaba con oscuridad, le miro con molestia, más al ser invisible antes los mortales nadie lo noto.


-La guerra es tu única salida- Susurro en el oído de Yuuri suponiendo lo obvio que haría el soberano, pues todos los seres mortales son codiciosos y ese rey codiciaba a ese demonio de fuego a su lado, pero por más que los días pasaron y los años se pronunciaron la guerra no llego. Pese a la desesperación del soberano, pese  a su decisión de iniciar un conflicto, a último momento se retractaba y la paz proseguía reinando ese mundo. Incluso frenaba a otro demonio de fuego que arremetía con guerra y lo controlaba con su labia y sus deberes como rey.


El otro demonio de fuego renegaba contra el soberano y después ponía flores azules sobre la tumba simbólica del insolente. Miraba aun pequeño que corría por los pasillos y lo sujetaba entre los brazos, solo entonces mostraba una leve sonrisa.


El Dios rio. Sabía que el amor no existía, si bien el demonio de fuego le hacía dudar, el rey se lo confirmaba… solo era capricho y ambición, pero carecían de la fuerza como para perder las cosas que ya tenía. Con el tiempo no dudo que ese rey olvidaría al insolente y dedujo que el insolente también olvidaría al rey, pero su olimpo era toxico para su alma…


El amor no existe concluyo el dios caminando por su oscuridad. Carecía de lógica la actitud del Maou, este debía de tener miedo y acatar sus órdenes, no por el insolente, sino por el bienestar de su reino, acaso ese Maou no comprendía que con un solo chasquido podría destruir su vida y al vida de todos los reyes de ese mundo y así generar el caos. Generar guerra. Siguió caminado en su vacío, supuso que tarde o temprano habría guerra era la naturaleza de los mortales, pero…


La cara del dios era apacible pero según pasaba el tiempo se mostró furioso y arrojo sus esferas lejos de su alcance. Ningún mortal lo había golpeado antes y de la nada aparecía uno. Ningún mortal lo había desobedecido por tanto tiempo, no cuando él les arrebataba lo que querían, pero allí estaba ese Maou enclenque. Cual necio se mantenía firme en mantener la paz, cual soberano debía ser y no deseaba que fuera así pues desobedecía sus mandatos, desobedecía todo lo que conocía de los mortales, si dejaba al Maou salirse con la suya, otros imitarían su acción… todos harían su voluntad y no cumplirían sus designios.


-Extraño…- repuso al ver al insolente tranquilo pintando cuadros de su familia, incluso el cuadro del dios al cual usaba para arrojarle cuchillos en clara muerta de repulsión, parecía resignado a ese destino y aprendía a llevarlo de mejor manera. El dios no comprendía a ambos. Debían haber caído y rendido ante sus poder y sin embargo cada uno solo daba lo mejor que podía para seguir adelante, uno como monarca y el otro como el insolente de siempre.


¿De dónde radicaba su fuerza? 


Camino en medio de esa copia, cual hologramas había creado mirando el mundo del maou para buscar algún juguete nuevo para su mascota el insolente. Sin duda el despertaba más curiosidad a su existencia inmortal que el mismo Maou  y no deseaba que la flama que mostro su valor se extinguirá, pues esa flama era lo que lo mantenía intrigado y despertaba cierto aprecio por el insolente, sin duda le daría los ítems necesarios para que pasara el tiempo, y así comprenderlo mejor. Siguió los pasillos y recordó una habitación donde el rubio aparecía siempre de forma inconsciente, una que su corazón había marcado como su refugio a toda esa locura pese a saber que nadie la habitaba. La habitación donde se acostaba a llorar y apretaba las sabanas y abrazaba la almohada, donde se juraba seguir adelante, resistir y es capar... donde parecía volver a la vida o simplemente dejar de vivir


Miro a una mujer de similar apariencia al insolente/Desh con algo entre los brazos.


Era un mortal diminuto. Uno de unos veinte años de vida (Aparentaba ser un niño de 4 años), uno que la mujer lentamente llamaba Yuuram y el pequeño se aferraba a la mujer y ella lo abrazaba con fuerza


-yo también extraño a tu mami- susurraba la rubia, pues nuevamente pillo al niño sobre la cama de su padre (el cuarto que el insolente siempre habitaba) buscando bajo las sabanas algo y luego mirar a su abuela con ojitos dudosos y a su vez tristes. Pese a no saber lo que buscaba, Yuuram aun recordaba el vínculo y esa cama era donde más sensaciones de la existencia del vínculo con su madre radicaban. El pequeño no sabía cómo lidiar con ese vacío, solo extendía las manos hacia su abuela pues esta le recordaba esa sensación de calidez que alguna vez sintió en ese lugar y ahora no encontraba nada.


 Y entonces el dios comprendió que el nombre que soltaba el rubio al abrazar esa almohada no era el nombre del Maou, era el nombre de su hijo, ese niño. Que esa era quizás la razón más poderosa por la cual el demonio pese a verse hundido en la locura recuperaba sus sentidos y volvía a intentar escapar de su dominio, pues ya comprendía que ese no era su mundo y era una especie de prisión.  


Los hologramas se desvanecieron. El dios nuevamente se sentó sobre la nada que sostenía su cuerpo. Al fin comprendía la razón de la resistencia y desesperación de ambos seres. El niño.


-Pero aun así… debe obedecer…- dijo cerrando los ojos. Maquinando una forma en la cual hiciera pagar a ambos su desacato. Rememoro la razón de sus acciones: imponer su voluntad pues Era un dios y nadie puede desobedecer a un dios.



Yuuri se hecho en sobre la cama donde compartió tanto con el rubio, a su lado miro a su hijo dormido apacible y lo envidio. Al ser un ser inocente poco comprendía de la situación. Crecía y aunque no lo desease olvidaba a su madre. Pero él… él jamás podría olvidar a Wolfram. Menos con Yuuram a su lado. El niño cuyos rasgos faciales eran similares a los de su madre pero con más similitud a su padre era su fuerza para no sentirse más patético. Si no iniciaba una guerra era porque no deseaba que su hijo viviera en un mundo caótico y por qué se debía a su reino y su familia.


De ser solo por él ya hubiera mandado a destruí a cualquier reino. Declarado la guerra a Gran Cimaron. Wolfram lo valía… Pero su hijo también valía el sacrificio, su reino también valía el sacrificio y tal como dijo Murata: nada garantizaba que un dios se dignara a cumplir sus palabras. Si caen en su juego lo tendrían sobre ellos una y mil veces más, se enfocaría en ese mundo para volverlo su campo de juego, pues los dioses eran como niños caprichosos que no median las consecuencias de sus actos, seres incapaces de hacer algo por alguien sin pensar en los beneficios. Diferentes niveles de comprensión de sentimientos. Algo que si era de temer y conociendo la paciencia que tenían todos dudaron que el rubio siguiera con vida. Un dios poscas veces toleraba tal grado de insubordinación.


-Que intentas recuperar si de seguro ya no hay nada… Dudo que el dios lo mantenga con vida… seguro solo entregara los restos y dirá: nunca dije que lo devolvería con vida- decía Murata con frialdad máxima al notar que Yuuri estaba más que decidió a iniciar una guerra, así lograba que desistiera. Pues tenía razón y lógica.


A esa entidad que le importaría el amor que sentía Yuuri por el demonio de fuego. Esa entidad solo quería guerra y nada más.



Se sintió aburrido, algo perturbado y molesto por el proceder del Maou. Deseo humillarlo, hacerle saber que nadie podía, debía o intentaría ir contra su voluntad sin vivir el infierno mismo. Quizás por eso dejo sus esferas y camino en dirección de su mascota insolente/Desh.  Tenía lo que el Maou amaba… entonces solo lo usaría para destruirlo.



Estaba sobre su lecho renegando por fallar nuevamente en su intento de fuga. Ese extraño lugar parecía jamás tener fin y cada que llegaba a la oscuridad que eran los límites de los que parecía Shin Makoku nuevamente aparecía en su lecho. Nuevamente maldiciendo a ese Dios y planificaba un nuevo intento para llegar a la frontera y cruzar al lado oscuro  y luego seguir buscando alguna salida que lo llevara a su mundo, con su marido y su familia, aun si era nuevamente apresado, volvía a intentarlo: aunque sea solo mirar a su familia una vez bastaría, pues así estaría seguro de que seguían vivos, y están salvos… Era lo único que deseaba antes de morir o seguir en ese encierro como castigo por su atrevimiento de golpear a aun dios.


Escucho la puerta a abrirse y salto de la cama cual gato asustado, en todo esos años de aislamiento no existía ruido que no fuera provocado por él. Incluso el hablar o gritar era algo que perdía sentido, el único ruido que necesito para marcar el tiempo era los latidos de su corazón. Pues en ese mundo copia del suyo el tiempo no existía, siempre era de día. Tardo demasiado en darse cuenta de que no era su mundo, que solo era una copia. Que quizás nadie había muerto o quizás solo estaba loco… pero ese no era su mundo y si no lo era se aferró a la idea de que en su mundo estaba Yuuri y su hijo. Ambos vivos con su familia y amigos… si lo buscaba o no poco le importaban ya. Comprendió que fue su imprudencia la que desato al furia del dios… no se arrepentía de haberle golpeado e insultarlo, por la rabia del momento y la desesperación. Le parecía justo su castigo y lo volvería a hacer con tal de proteger a Yuuri.


Lo único que deseaba era verlos una vez más y asegurarse que estuvieran bien, luego aceptaría ese castigo, la muerte o cualquier cosa que se le viniera en gana al dios. Pues nada más podía hacerle ese ser que le importara siempre y cuando su familia estuviera viva, él resistiría. Tarde o temprano de alguna forma el volvería a ver a su esposo y su hijo se prometía.


Wolfram trago saliva al ver al dios parado en la puerta de su recamara, tenía el flequillo cubriendo sus ojos y los tres cerrados, eso le alivio, pero aun así sentía que lo miraba expectante.


-¿Por qué?- pregunto el dios confundido- antes tenías miedo y pedias perdón. Ahora recuperas el valor y gritas insultos, intentas huir… ¿no me temes? ¿No temes la muerte?


Wolfram se paró sobre su lecho, y miro al Dios sin miedo o duda, más bien con descaro. Le sonrió, pues que el dios finalmente diera la cara solo significaba que sí, su familia estaba viva y salva, que de seguro esto era un secuestro y conociendo a Yuuri las cosas no salían como el dios Quería “!Eso es Yuuri! ¡No le dejes ganar!” animo a su esposo mentalmente, sintiendo que ahora era capaz de escapar y juntos derrotar al Dios. Simplemente la esperanza brillo en su mirada cual llama de fuego.


-Déjame adivinar- rio el rubio con la insolencia que volvía a caracterizarlo- Él ¿no hace lo que quieres?- Aseguro con superioridad, pues a su comprender solo había una razón para la cual se mantenía a un rehén con vida… Para obtener algo de su enemigo. La pregunta era saber ¿Qué? Debía ser algo malo, pues de no serlo Yuuri hubiera accedido “Guerra” supuso, eso era algo muy malo y conociendo a Yuuri no lo haría, le molesto pero comprendió que era el mejor camino que podía tomar. El aguantaría y hallaría una forma de regresar. Yuuri de seguro lo sabía y confiaba en él.


El dios inclino levemente la cabeza y abría uno de sus ojos para mirar al rubio que lo volvía a ver con superioridad. Acto insolente, acto que los sacaba de quicio y a la vez lo obligaba a prestarle más atención, a cuestionarlo, a divagar la motivación de ese mortal. No hallaba razón a la inmensa fascinación del insolente por ese maou, a su fe ciega… a su devoción, aun si existía un niño de ambos… no encontraba sentido en sus acciones.


-Le pedí guerra a cambio de tu libertad-Dijo el dios analizando al expresión del rubio que lentamente aflojaba las arrugas de su cara recordando sus últimos momentos en la tierra. Bueno eso Yuuri no se lo diaria… aunque si fuera Yuuri el secuestrado… negó con la cabeza. De ser Wolfram el rey y Yuuri el secuestrado… Wolfram ya hubiera caído ante el pedido del dios, pues lo único que le importaba era Yuuri y su hijo.


Sonrió de mala gana comprendiendo la diferencia entre ambos. Mirando al dios y aun con ese ojos abierto no desvió la mirada repuso


-El jamás accederá a tus demandas- Hablaba Wolfram con melancolía seguro del Maou y su decisión- pierdes tu tiempo Dios necio –Se animó a insultarlo. Quizás si lo hacia el dios lo mataría y así Yuuri ya no se vería chantajeado. Quizás sería el último acto de amor, dejar de ser el talón de Aquiles de Yuuri… liberarlo de la culpa de su suplicio y con el tiempo dejarlo olvidarse de su persona y que el maou comenzara una nueva vida al lado de otra persona. Wolfram renunciaba a regresar y a todo –eres un estúpido si crees que el Maou caerá en tus juegos. Sin duda un ser patético y solitario- repuso comprendiendo el aura de ese mundo desolado- Siento lastima de ti… Tu inmortalidad, tu  poder… no sirven de nada, serás por una eternidad un ser patético y solitario. Siento lastima por ti.


El dios miro de reojo al rubio “Lastima” rio “Solitario” negó con la cabeza. El insolente se pasaba nuevamente, era su segundo encuentro cara a cara y esta vez pese a no golpearlo lo insultaba y sentía lastima.


-Quizás ese niño- Dijo en voz alta el dios y Wolfram se paralizo de tan solo pensar que el dios intentara hacer algo a su hijo. La llama de valor reflejada en su mirada se apagaba y dejaba al descubierto el miedo y la sumisión. Una cosa eran Yuuri y él, otra su hijo… Era un bebe que no tenía la culpa de nada. No dejaría que nada le pasara a su hijo. 


El dios miro al rubio cambiar su expresión de superioridad a la de preocupación y sumisión. Rio divertido, era así como siempre debía mostrarse ante él, ante un dios, siempre temeroso y sumiso. Tanto el Maou como el demonio de fuego… Al parecer ambos seres reaccionaban ante ese infante.


Camino lentamente acercándose al rubio  Elevo una mano en su dirección.


-Quiero ver lo que realmente eres capaz de hacer por un hijo…- susurro mientras Wolfram caía cual muñeco sin vida sobre el lecho.


Nadie humillaría a un dios. El plazo termino. El maou no le dio guerra. Entonces el los castigaría de una forma jamas experimentada por ambos morales. Seguro estaba que al final ambos lamentarían si quiera conocerse, haberse amado o expresado sentimiento de protección por el otro. Ambos se destruirían y a su paso destruirían ese mundo de paz y lo teñirían de sangre.



Yuuram caminaba por el pueblo con su porte soberbio- heredero del reino más fuerte jamás visto en la historia de ese mundo. Hijo del hombre más fuerte y la familia más pujante y poderosa. No tenía nada que envidiar o desear, pues todo lo que deseaba lo tenía, su padre le cumplía hasta el mínimo capricho y sus tíos, abuelos y demás también. El mundo giraba alrededor suyo.


Monto su caballo blanco marcharía a las tierras Bielefeld a visitar a su tío abuelo. Después de rogárselo tanto decidió ceder con el demonio de fuego, el hombre que siempre caminaba melancólico al visitarlo lamentando el destino de su linaje y maldiciendo a su padre.


Si era verdad que era muy joven para comprender el pasado, pero poco le importaba pues era feliz y tenía todo lo que quería, porque debía ponerse a pensar en boberías como la razón de la tristeza y melancolía que aquejaba a todos y manifestaban cada año en la fecha del festejo del día que el Maou trajo la paz. Era un adolecente de 85 (aparentaba 16 años humanos) años cuya única melancolía en su vida era saber que su madre murió cuando era un bebe, pero era algo que no se podía cambiar. Era Feliz, no lo podía evitar y sentía que se lo debía a su madre, pues dudo que como le contaban era su madre le perdonase que fuera un ser aburrido y depresivo. No que va,   si según su abuela su madre era de pocas pulgas y odiaba ver a su padre deprimido por tonterías.


Además… La paz y la prosperidad de todos los reinos ¿no era algo que debía llenarlos de alegría? Pero no… todos los que consideraba familia se hundía en una extraña aura oscura y parecían muertos vivientes, bueno quizás exageraba, pero su padre, sus tíos y abuela sí. En su cumpleaños 80 se le fue dicha la verdad: su madre murió ese día, los detalles fueron omitidos así que creyó comprender un poco del porqué de la tristeza de los mayores entonces supo que ese día no solo era conocido como el día que el Maou trajo la paz, su cumpleaños, sino también el día de Wolfram. Miro sobre todas las ventanas las flores azules expuestas bajo la luz de sol. Le pareció tierno pues su abuela puso y decreto que esas flores se llamarán Wolfram.


Rio… Si su padre trajo la paz al mundo como Maou, su madre de alguna forma también trajo la paz. O eso dijo su abuela:


“Tu madre dio su vida por el Maou y por mantener la paz”


Esas flores, su cumpleaños, La paz que representaban ese día eran sinónimo de felicidad, Yuuram se sentía la obligación de ser feliz y así lo seria pues con serlo animaba a su familia a sonreír. 


Pero justo cuando se creía salvo de estos sentimientos denominados melancolía sintió su mundo caer y llenarse de oscuridad, incluso una lagrima caía de sus ojos sin saber la razón trato de buscar al responsable y la pillo.


Una persona caminaba por su lado. Vestía una capucha blanca que cubría su ser, sin embargo él sabía que era algo que siempre busco y no so supo hasta ese momento, algo en esa persona daba las respuestas a los recuerdos de su melancolía infantil.


Trato de moverse. No pudo apenas si le vio pasar por su lado al encapucho, detenerse por fracción de segundos y sintió que lo miro, pero no supo cómo lo supo, solo lo sabía.


Cuando al fin pudo moverse la figura del encapuchado desaparecía. Pero no en si su esencia que se dirigía al castillo de su padre. Galopo a toda prisa, debía llegar a Pacto de Sangre, esas esencia era… era hechizante, desesperante, agobiante, aterradora… en fin de todo un poco pero sin duda muy familiar.



Las festividades se detuvieron, todos sintieron esa presencia y el temor los invadió recordando la última vez que sintieron algo así. Los soldados tomar sus posiciones mientras otros corrían al reino para advertir a su rey sobre la amenaza aun sin ser necesario. Yuuri y el resto lo sintieron también. El silencio reino el Shin Makoku.


En el castillo el Maou se paró de su trono y serio empuño a Morfi. ¿Cuánto había esperado por volver a cruzar camino con ese dios u otro dios?, ¿Cuánto por saber algo de Wolfram o a lo menos por vengar su muerte?. Todos reaccionaron rápidamente ante la sensación desesperante que les invadía el pecho. Rápidamente comprendieron lo que se avecinaba y Yuuri sin bajar la mirada saltaba de su trono y se ponía en medio del salón, se mostraba amenazante, esta vez no sería patético, si había que luchar lo haría y de alguna forma ganaría y recuperaría todo lo que se le fue arrebatado o al menos lo vengaría.


Había esperado tanto… tanto por este momento. Su vida misma se debía a este momento. Desde su partida jamás pudo ser el mismo. El sueño, la calma se perdieron de su rutina, solo la tristeza, la rabia, la impotencia y melancolía reinaron su corazón y se reflejaban en su rostro maduro manifestaba la amargura y el suplicio de un rey derrotado. Con esa apariencia de un hombre 35 años, esa barba negra que cubría su cara, su mirada cansada por las noches en vela que se cargaba esas fechas ante las pesadillas frecuentes de la partida del rubio y él cual ser impotente mirando al dios matarse de risa…


-Yuuri-Llamo su sabio comprendiendo que esta vez pelearían por el todo. Miro a Gwendal y Conrad, a todos los guardias, todos decididos a dar la vida de ser necesario por el Maou. Todos decididos a morir de ser necesario, vieron a su monarca sacrificar tanto por la paz, tanto por ellos que la empatía nació, era hora de sacrificar también algo por la felicidad del rey. 


Todos los soldados solo dieron paso al desconocido, ser que supieron por remembranza que se trataba de nada más y nada menos que un dios o un ser de similar rango, pues no era tan imponente como el que recordaban y su propia esencia era diferente. Todos mirando a su monarca y sus instrucciones. Pero nadie estaba preparado para lo que verían.


-Maou…- hizo una leve reverencia el ser encapuchado que miraba cabizbajo a los presentes. Estaba frente a Yuuri con tres pasos de distancia. En su vida jamás vio tantos mortales juntos, en su vida jamás sintió tantas emociones dirigidas a su persona… en su vida jamás experimento la amenaza, el miedo, el deseo de matar y un sinfín de emociones. Una sonrisa se formó al comprender levemente a ese ser que le dio la vida, pero la borro recordando su enmienda.


-¡Espera!-Gritaba Yuuram entrando estruendosamente al castillo. Pese a su parálisis obtuvo la fuerza de voluntad suficiente para correr en busca de ese ser que con su sola presencia hizo estremecer su cuerpo entero. Y al ver a tantos soldados rodeando a una persona le pareció injusto y ridículo.


-¿Quién eres?- Pregunto Yuuri, el rey de Shin Makoku, el hombre de apariencia de 35 años al extraño, pero luego elevo la mirada en dirección de su hijo-Yuuram es mejor que no te acerques-Ordeno temeroso de poner a su único hijo en riesgo.


-¡Oh, Vamos papa!- repuso el ingenuo joven demonio bajándose de su caballo para acercarse descuidadamente al centro del salón, después de acostumbrarse a esa sensación era casi imposible no moverse y perder el miedo. Mas al ver a todos empuñando sus espadas y mirando intruso como si fuera el anticristo-¡Solo es una persona!- le defendió pues le parecía injusto, sin importar el aura que desprendía ese ser, era injusto que todos lo amenazaran con la mirada a muerte y ni le diera chance de presentarse y presentar sus intenciones- ¿No eres Tú el que siempre dice: El dialogo antes de irnos a los golpes?- acusaba el menor a su padre usando sus sermones en su contra.


-¡Solo aléjate de esta cosa!- ordeno Yuuri Colérico. Al  ver como ese ser elevaba las manos en dirección de su capucha, no se detendría comenzó su invocación mientras un grupo de soldados dirigidos por Conrad sujetaban a Yuuram alejándolo de la zona de peligro sin importar que el menor se quejara y tratara de soltarse. Pero todos se paralizaron nuevamente y Yuuri detuvo su invocación, las serpientes de agua se volvían agua que mojaba el piso del salón, pues Yuuri quedo perplejo al ver la forma del intruso.


-Hahaue solía decir que eras tranquilo, pero veo que también eres impulsivo- repuso una joven de unos 85 años en apariencia, dejando al descubierto su rostro, rostro que paralizo a todos al ver la vida imagen de Wolfram ante sus ojos. Pero sin duda no era el rubio. Este ser era una fémina y tenía el pelo rojo escarlata como lo tenía ese dios, tenía un ojo color esmeralda, más el otro de color escarlata- mi nombre es…- el extraño ser callo… era verdad jamás se le asignó un nombre como tal… su madre solía llamarlo de diversas formas: cariño, Amanecer, luz de mis ojos… miro a los presentes, giro a ver a quien era su medio hermano. Y de la nada recordó cómo una vez la nombro su padre: Jue


Yuuram sintió que su pecho era atravesado por una emoción que no cabía en su ser. Al ver esos ojos de expresión indiferente mirarlo fijamente. Ese ojo verde esmeralda y el otro rojo escarlata y a la chica en si… era la misma imagen de su madre, la misma sensación de nostalgia correspondía a ese ser.


-Quien es…-dijo y nadie comprendía, mas Yuuram se sintió feliz de ser notado por la chica y que le preguntara sobre él.


-Yuuram Shibuya Bielefeld… yo soy Yuuram Shibuya Bielefeld…-Dijo pensando que la chica preguntaba por su nombre. La pelirroja rio y negó con la cabeza al comprender la confusión. Rio al final poder conocer a su medio hermano.


- Jue… significa Quien es…- concluyo la menor giro nuevamente a ver al Maou y arrodillándose ante su presencia-Mi nombre es Jue. Mi padre causo gran dolor a su ser. Maou… Inquietud y desesperación…- Yuuri la seguía viendo y apretando sus manos, crujiendo sus dientes, comprendiendo tantas cosas y posibles, escuchando hablar del amor de su vida. Sintiendo ganas de matar a esa chiquilla. O quizás apresarla y obligarla a que dijera donde estaba Wolfram que lo llevara a su lado para salvarle, para asegurarse que aún le pertenecía, que no lo odiaba por haberle abandonado a su suerte.


La menor noto las subidas y bajadas en las emociones del Maou. Con educación deposito sobre el suelo la ropa que alguna vez fue de su madre- vengo a traerle la paz y la respuesta que su ser anhela desde su ausencia…-Yuuri miro las prendas y recordó que estas fueron vestidas por Wolfram ese fatídico día - fue su última voluntad antes de dejar este el mundo vivo.


Yuuri caía al suelo dejando su espada y derrotado soltó lagrimas gruesas, mirando a la chica frente suyo… ¿qué significaba esto?, no lo entendía, no quería entenderlo… ¡no era justo! Ese ser les arrebato lo que amaba ¡se lo robo! y ahora aparecía un hijo de ambos… Wolfram jamás lo engañaría… pero ¿quién era el rubio para vencer a un dios? y esa hija bastarda decía que había muerto y manifestaba su última voluntad. Debía ser un tonto sueño. ¡Debía ser una mentira!… pero era real. 


-¡Maldición!… ¡Maldición!- gritaba Yuuri destrozado mientras Jue lo miraba sin comprender su arrebato, solo le vio arrojar su espada, gritar caminar en círculos, mirarla y luego mirar el suelo empuñando las manos.


Le recordó a su madre cuando de la nada estallaba en lamentos y maldiciones contra su padre uno de los dioses oscuros y lo insultaba de mil maneras. Cuando le hablaba de ese mundo y se le llenaban los ojos de lágrimas al nombrar a ese rey, de ese hermano… de esa vida de la que fue arrebatado y solo hallo la libertad en esa muerte que daba inicio al juego propuesto por su padre.


-Hahaue…- dijo la chica acercándose al rey que amo su madre- siempre hablo de usted… de este reino y este mundo- miro a todos los presentes tomo la mano de Yuuri logrado que este alzara la mirada pues juraba escuchar la voz del rubio en susurros “Sigo aquí… búscame” -…Siempre quiso regresar y por eso decidió que era hora de volver- Confronto la mirada con la de Yuuri- esto solo es el recuerdo de su vida pasada: quien Fue. Más quién es  y quien será, ahora mismo camina por este mundo…- los ojos de Yuuri se abrían de par en par al oír esas palabras- ten cuidado rey de este mundo, el juego inicia. Cómo puedes llegar a ganar, también puedes perder… Padre no perdona las ofensas… y tú y hahaue lo ofendieron y deben pagar. Más en su benevolencia acepto darles una oportunidad de recuperar su felicidad… Un año para encontrarlo y reconocerlo… debes de ser el primero, y tu amor debe ser verdadero- concluyo nuevamente reverenciándose ante Yuuri-  debo despedirme, ya he concluido el encargo dejado a mi persona- la chica se levantó y cual simple arena de desierto se deshizo sobre el suelo y luego cada grano desapareció al igual que su presencia.


-Majestad- repuso Conrad mirando a Yuuri apretando esas prendas de vestir que portaba el rubio cuando fue alejado de su hogar.


-Papá- llamo Yuuram sin entender bien lo que ocurría. Acaban de decir que su madre acababa de morir, después que estaba en este mundo.


Acaba de oír que alguien secuestro a su madre y que ese ser que lo sacudió era su media hermana y ¿que no la volvería a ver?… pues desaparecía como por arte de magia, magia que jamás conoció o escucho-¡¿Qué está pasando?!- Exigió saber experimentando la desesperación y un gran vacío en su corazón. Miro a su progenitor llorar como niño desconsolado sujetando ese uniforme militar, mientras su abuela aparecía detrás suyo y le abrazaba con dulzura susurrándole la verdad


-Hace muchos años cuando se festejó el día que el Maou trajo la paz… tu primer año de vida-un sollozo escapo de la ex Maou- Un dios vino y exigió guerra, amenazo al Maou e intento matarlo privándolo del aire… fue tu madre quien salió en su defensa y golpeo al dios…-Repuso rememorando a su pequeño ángel- En respuesta el dios arrebato a tu madre de este mundo y exigió guerra a cambio de su retorno. Pero tu padre no cedió a sus peticiones por su pueblo, por su hijo… por su familia… El dios nunca más apareció, tampoco tu madre hasta hoy…


-Así… así que mamá no murió cuando era un bebe-susurro para sí mismo comprendiendo la razón por la cual todos caminaban cual almas en pena en este día de festejo. Comprendiendo su dolor, pues experimentaba la tristeza de no ver algo que de la nada solo les fue arrebatado. De no saberlo vivo o muerto… Sintió la rabia hacia su padre… Era el rey, el Maou, ¿por qué no protegió a su madre…? Solo debían dar guerra. Si, sonaba injusto para los que caerían en desgracia, pero era su madre… ¡Su mamá! Un niño siempre quera a su madre, una adolecente siempre quera saber cómo fue o quien era. Incluso un adulto buscaría a sus padres con tal de solo conocerlos.  


-No pudimos hacer nada… solo fue un abrir y cerrar de ojos… Simplemente desaparecieron, el dios y tu madre… Tu padre lo busco por varios mundos, pero los dioses no habitan en mundos comunes, habitan en espacios que son creados por ellos, esos que se denominan olimpos… -concluyo la ex reina fastidiaba de saber que en todos esos años de búsqueda solo pillaron algunos pergaminos escritos en idiomas de dioses, idioma que no pudieron descifrar y apenas por tontas leyendas supieron de los olimpos.


Yuuram camino en dirección de su padre y puso una mano sobre su espalda, para dar a entender que compartía su dolor, que estaba a su lado y sin duda como todos derramos algunas lágrimas por sentirse impotentes, pero ¿qué más podía hacer?. Las lágrimas y la amargura de su padre siempre fueron por sentirse culpable de perder a su madre. ¿Quién era él para juzgarle y reclamarle por lo que era imposible de evitar? Dioses… ¿Quién demonios podía contra un dios?


Siempre escucho de su madre, miro mil fotos en la tierra. Los videos, era alguien alegre, algo caprichoso, arrogante y terco, pero era una buena persona y se notaban que ambos se amaban y que lo amaba aun antes de nacer. No dudo que al ver a su padre en peligro hiciera alguna locura para ayudarlo… Sí, supuso que su madre si golpeo al dios. Rio y también lloro pues podía imaginárselo e imaginar todo el calvario que su padre soporto en silencio por el bien del reino. Al imaginar lo que su madre tuvo que soportar a manos de aquel dios hasta una media hermana de casi su misma edad tenia.


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