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Libro 1. Nacimiento de un pecado. por reydelosPK2

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El juego


Miro fijamente el curso del rio, el fin del correr de esas aguas que daban nacimiento a ese lago. Árboles, pastura verde, flores… un sitio tranquilo, un lugar para acampar y pasar tiempo de calidad familiar. Y si elevabas la mirada podías ver el castillo de Pacto de sangre y no muy lejos de este el castillo de Shinou. Quizás a tres horas de caminata.


Sus ojos los miraron fijamente cada lugar, captaron cada detalle y es que pese a estar casi siempre en esas tierras ahora era diferente al olimpo y la réplica de Shin Makoku que creo el dios. Ahora todo estaba repleto de vida, ahora el viento lo sentía en su cara, ahora el sol y la luna se movía marcando el día y la noche. Ahora si se caia de alguna torre no despertaría en su lecho… ahora moriría. Ahora simplemente era un humano, ahora no era bello. Ahora era un hombre de gran volumen, de un metro cuarenta y cinco de altura, para nada agraciado, más bien enfermo, con media cara deforme por abultamientos carnosos, cual tumores malignos que pese a ser retirados volvían salir tanto fuera como dentro, de hecho conocía el fin de ese cuerpo. Moriría por culpa de un tumor en el pulmón derecho. Un año fue lo que se le permitió permanecer en ese mundo.


Si ganaba el juego regresaría a lo que conoció como su hogar, su familia, su esposo y su hijo. Si perdía el juego… todo perdía sentido. Todo era la misma mierda. Debía ganar o ganar. Dudo soportar más ese olimpo, ese sometimiento… le aterraba.  Simplemente su valentía se había perdido ahora que volvía a su mundo… regresar al olimpo era su mayor pesadilla, se negaba a regresar.


Estaba cerca de su destino, pero comenzaba a odiar ese cuerpo. ¿Por qué tenía hambre si tenía cosas más importantes que hacer? Renegó pateando una piedra y cayendo torpemente por la falta de equilibrio.


Desde el suelo sintió la presencia de su hija. Trato de levantarse rápidamente y mostrarse ante ella como alguien digno y no como la basura que era en ese momento.


Jue miro a su madre en su nuevo cuerpo. No pudo evitarlo verlo con desprecio, ciertamente no era ni la sombra de lo que fue su anterior cuerpo. Arqueo las cejas pues le desagradaba su forma actual. No solo carecía de magia, también de gracia. En fin… Era un patético humano con forma de cerdo. Era enano, gordo, con pies planos, sudaba y su sudor olía a los mil diablos, con verrugas que deformaban la mitad de su cara… (Río y negó con la cabeza) su padre había hecho buena elección. Con ese físico hasta ellos no reconocerían a su madre. Dudo que el maou se animara a besarlo… su madre perdería y como  perdedor regresaría a casa con ellos y ese mundo se vería inmerso en el caos total.


-¿De verdad?- Interrogo su Hija dejando todo sentido de prudencia y respeto a su progenitor. Pues ¿qué esperaba su madre si se crio a su lado y con su carácter como único ejemplo de comportamiento?- ¡Mamá!-Le grito molesta, elevando un cumulo de tierra formando un sillón donde su cuerpo descansaba y apoyando su mejilla en una mano miro con desdén a su progenitor - Dudo que alguien pueda ganarle más si se ve de esa forma- refutó al ver como su madre la miraba, soltó un suspiro. Esto de verdad era un locura, fuera de que segura estaba que su madre perdería, el enfado la llenaba, pues después de perder ella tendría que lidiar con los lamentos de su progenitor en su nuevo encierro. No era como sus hermanos que solo huían de lo que denominaban “pequeñeces” - Déjame hablar con papá y…


-¡NO!-Grito Wolfram desesperado parándose decidido, aunque lo único imponente en esa forma era su mirada pues incluso su propia voz era chillona-¡Jamás voy a rendirme ante él!- dijo armando el rompecabezas de los pedazos de su valor que se fueron perdiendo en todos esos años de encierro.


Jue suspiro levantándose de su cómodo asiento y acercándosele para abrazarlo y cerrar sus ojos apoyando su cabeza sobre la cabeza de su madre que ahora apenas le llegaba a la nariz. No dudo en tapar su nariz y romper la conmovedora escena


-Apestas…- repuso Jue alejándose de su madre y mirando como su madre lo miraba con cara de pocos amigos - Como quieras…- se rindió la semidiosa. Si algo mantenía su madre vivo era su terquedad y su insolencia, quizás por eso la semidiosa le sonrió, aun si perdía o ganaba el juego, mientras el fuego de su esencia no cambiara todo estaría bien- recuerda que solo tienes un año… llámanos si nos necesitas- concluyo besando su frente y con este acto dejándole ver los sucesos ocurridos en el palacio.   


Wolfram cerró los ojos. Veía y oía a Yuuri. Su pecho se estremeció y deseo consolarlo al verlo devastado por su culpa. Miro a su hijo y quiso correr a abrazarlo


Deseo tanto estar allí y gritarle: “¡Hey! ¡Estoy aquí!” pero existían reglas en ese tonto juego, reglas que sus hijos vigilarían fuesen cumplidas. Jue quizás si mostro piedad y lo ayudo con la información vital que espero Yuuri comprendiera y comenzara su búsqueda antes que concluyera  el año Yuuri debía reconocerlo y darle un beso de amor verdadero.


Se sonrojo imaginando el momento pero al ver su reflejo en el agua volvió a deprimirse, nuevamente esa aura oscura rodeaba su ser


“Deja de soñar… Él jamás te reconocerá… ¿Quién amaría a algo tan repulsivo como tú?”


Susurraba su lado sombrío, un lado que lentamente se desarrolló durante su estadía en el olimpo del dios, un lado que crecía según sus esperanzas decaían.


“Claro que sí”


Replicaba contra esa negatividad


Sería difícil, pero lo lograría. Ganaría su libertad y recuperaría su felicidad. Amaba a Yuuri y a toda su familia, eso jamás cambio. Pues ellos también lo amaban y sin importar la forma llegarían a reconocerlo. Romperían el tonto hechizo y ganarían el juego retorcido del dios. Volverían a ser una familia feliz.


Recordó de mala gana el último encuentro con el dios:


Después de tratar de escapar por horas al sentir al dios cerca. Se vio acorralado como siempre ante su imponente presencia que lo miraba indiferente como siempre, pero allí estaba frente a él como siempre.  Se encogió y aferro a sus rodillas escondiendo su cabeza para no verlo, para protegerse, pero sabía que todo sería inútil. Cansado de huir, de tratar de protegerse, simplemente hallo una pisca de valor que pensó había muerto y se puso nuevamente en pie para enfrentarlo.


Frente a frente con el dios Wolfram nuevamente le reclamaba todo el daño que había causado, cuanto lo odiaba y que prefería la muerte a pasar un día más a su lado. Pero la muerte y el tiempo eran lago que  no existía en el espacio que gobernaba el dios. Pues todo era su voluntad y el rubio era su pertenencia, hacer oídos sordos de sus arrebatos era típico pues solo con el simple deseo el cuerpo de Wolfram perdía sus facultades y se convertía en un simple instrumento sin vida que obedecía las órdenes que se le asignaba, o solo caia en el suelo cual muerto.


Ese día pudo ser un día cualquiera, similar al resto donde el dios por santa gana o simple costumbre de fastidiarlo aparecía y lo tomaba, pero no… ese día el dios solo pregunto:


-¿Por qué no solo aceptas tu destino?… el amor, como el odio son sentimientos pasajeros que carecen de sentido en el plano inmortal que son los olimpos…


Wolfram sínicamente lo miro y aun tembloroso se animó a responderle


-Alguien como tu jamás comprendería esos sentimientos. Pues aun con la inmortalidad y tu poder solo eres un patético ser solitario… Me das asco.


El dios rio mirándolo fijamente “¿Asco?” alguna vez el rubio dijo: “Me das lastima” su mascota acababa de decir que lo odiaba, ya no lo compadecía, ahora lo odiaba, quizás con lo que tenía pensado al fin dirá las palabras mágicas que esperaba del rubio: “Perdóneme por mi imprudencia mi dios”. Por primera vez frente al insolente el dios río a carcajada abierta al imaginarse ese momento, entonces si pondría fin a la vida cual era del insolente, pues ya no le interesaría.


Por ahora el dios se divertía con cada acción y ocurrencia del insolente/Desh pero le preocupaba verlo lentamente perder su llama y lo único que lo mantenía vivo eran los hijos que tenían, pensó que sería fácil deshacerse de él. Pero cada que iba con la intención de borrarlo de su mundo simplemente no podía hacerlo. Y ahora que se había decidido a hacerlo El rubio le salía con que le tenía le daba asco.  


Tenía con el mortal demonio de fuego tres hijos. Tres semidioses que sin saber solo los creo, al inicio con el fin de humillar al Maou que no acato sus instructivas… Mandaría a uno de sus hijos con los restos del mortal. Destruiría su calma y traería consigo el sentimiento de derrota y tormento. Ese era el simple plan. Que el hijo del hombre que amo el maou causara la destrucción de su tonta paz. Pero las cosas no salieron como quiso… De alguna forma nunca salían como quería desde que cruzo camino con ese rey y el insolente.


Después se hizo costumbre oír sus quejas. Mirarlo… Cuidar y jugar con esos niños. Se aterro a él mismo al comprender que lentamente caía en lo que el rubio llamaba amor. Cerró los ojos y analizo una solución, pues aun con los años en la mente del rubio se mantenían firmes esos recuerdos que le daban tontas esperanzas.


Doblegar la voluntad del rubio sería fácil. Destruir ese cuerpo mortal  y  sus recuerdos también, convertirlo en un ser inmortal dependiente de su poder… conservarlo por la eternidad y poblar su mundo vacío… Fácil, pero se percató que su esencia cambiaba y sin desearlo esto comenzaba a contaminarlo.


Un dios no puede ir encontrar de su naturaleza y lentamente ese dios lo hacía y viceversa ocurría con el demonio de fuego. Al parecer ambos comenzaban a destruirse sin ser conscientes de esto. El dios por comprender que amaba a un mortal y si deseaba salvarse debía destruirlo y convertirlo en otro ser. Era un dios oscuro, un dios de caos… No podía darse el lujo de amar. De anhelar paz, familia… su destino era la soledad de su olimpo viviendo del caos generado en cada dimensión. Y ahora mismo… (Rio) ahora mismo dentro suyo disfrutaba de lo que podría denominarse familia, paz… Felicidad.


Acabar con la mortalidad del insolente, con su corazón y esencia era fácil. Pero no deseaba que eso ocurriera, pero ya ocurría, por solo retrasar lo inevitable el dios se contaminaba más rápido. Y miraba la luz del rubio comenzar a debilitarse y oscurecerse.


Todo debía volver a ser caótico, debía deshacerse del insolente que contaminaba su mundo, de sus hijos, pero no tenía ganas de hacerlo


 “Te aborrezco”


Resonó nuevamente en su cabeza mirando al rubio fijamente.  Quizás por eso creo ese juego… No deseaba el odio del rubio. Debía, pero a su vez no quería deshacerse de él. Irónicamente lo libero sin soltar sus grilletes asegurando su derrota pues aunque el dios estuviera muriendo su muerte tardaría miles de años y miles de años con su familia eran mejor a una eternidad solo y aburrido inmerso en el caos.


-Te propongo algo…- repuso el Dios y Wolfram le miro desconfiado-Todo se basa en el amor… si ese rey te ama…


-¡EL ME AMA!- repuso Wolfram seguro de sí mismo a su captor y este rio


-¿Quieres apostar?-Reto el dios confiado mirando la desesperación del Insolente como solía llamarlo- si ganas: tu libertad… recuperaras tu vida, tu esposo, tu hijo, tu familia. Si pierdes…


-¡YO NO VOY A PERDER!- el dios Volvió a callar y mirarlo con detenimiento, debería: ¿destruir su alma, extinguirla por semejante insolencia? O solo dejarlo caer en la cruda realidad que reinaba los diversos universos: el amor no es real. Solo era un capricho… Así se convenció a sí mismo al ver esas esmeraldas. Si… el amor solo era un capricho y catalogo como un dios caprichoso.


-Bien, pero recuerda las reglas del juego. Un año para que te reconozca y confiese su amor con un beso de amor verdadero. Él debe ser el primero, él debe descubrirte sin importar la forma física que te dé, no podrás ayudarlo a descubrirte. Más si el declara su amor a otro ser y no a ti en ese año abras perdido.


-Eso es injusto-dudo el rubio


-Sí, si su amor es tan grande como expresas, el físico no debería ser un impedimento. O Acaso jamás creíste que quizás todo lo que lograste en esa relación se debió solo a tu apariencia…


-¡Por supuesto que no!. A Yuuri esas cosas jamás le interesaron-defendió el rubio seguro, pues nadie conocía a Yuuri como el, obvio que Yuuri jamás lo acepto solo por el físico-Aun siendo diferente el me reconocerá. ¡No lo conoces así que no lo subestimes dios estúpido!


El dios rio al mismo tiempo de sentir estremecer su cuerpo por la insolencia del demonio de fuego y es que en toda su inmortalidad nadie con tan poco poder se había animado a golpearlo o insultarlo y todo por defender a ese rey. Quizás por eso deseaba saber que tan fuerte era ese amor y al final destruirlo.


-Que inicie el juego… -Concluyo retornando el alma del demonio de fuego al mundo del cual algunas aparto. Como castigo al Maou por desacatar sus mandatos. 


Al desaparecer al rubio miro el techo destruido de ese castillo.


-¿Debiste decirle lo que pasara si pierde?


Aparecía su hijo mayor y el dios le miraba, como siempre el mayor se escondía en la sobra de su madre, atento a las acciones de su padre, y solía interferir cuando veía que las cosas se ponían demasiado peligrosas para su madre.


-Ya lo descubrirá.- dijo el dios neutral como solía estar con sus hijos. El mayor suspiro y le dio la espalda para desaparecer en busca de su hermanos y acudir al mundo del maou.


-Solo un año- repuso el dios dándoles a entender que fuera del olimpo ellos también podían estar fuera solo ese año, al concluir debían regresar, pues le pertenecían como su madre.  


El mayor miro a su padre y le dedico una sonrisa. La verdad es que ni a él ni a sus hermanos les interesaba salir del olimpo de su padre. De hecho de ser por ellos su madre no saldría jamas del olimpo que veían como su campo de diversiones donde deshacían y hacían lo que se les daba la regalada gana. Llegaban a la zona oscura jugaban con la esferas que reflejaban las diversas dimensiones que su padre vigilaba. De vez en vez de forma indirecta se metían a esos mundos y realizaban sus jugarretas ocasionando guerras, o solo investigaban y se traían recuerdos.  Eran diferente a su madre… eran seres caóticos y frívolos. De mortales no tenían mucho, solo afecto a su madre, el resto era simples instrumentos a su alcance para sus juegos.


De hecho cuando el cuerpo de Wolfram fue destruido, el mayor se quedó con el corazón como recuerdo pues según sus investigaciones era una de las llaves del Soushu. Poder que alucia a momentos memorables de la historia de ese mundo, poder que rivalizaba con el del maou… ganas tubo de verlos combatir nuevamente y le pareció divertido ir a por al cajas.


La segunda hija miro al primer hijo frunciendo el ceño comprendiendo que este iba con malas intenciones al mundo del maou.


-solo somos espectadores- repuso la chica mirando fijamente a su hermano que le regalo una sonrisa sínica


-Lo sé… pero solo mirar no es lo mío- desapareció el mayor dejando a los dos hermanos restantes.


-yo quiero comer… mamá dice que la comida es uno de los grandes placeres del mundo mortal- repuso el tercero jalando la manga de su hermana en ausencia de su madre era la única que le mostraba algo de tolerancia, pero ese no era el día. La segunda hija lo miraba indiferente y lanzaba un suspiro para desaparecer y dejar al tercer hijo hablando solo.


Solo el menor tomaba la esfera y jugueteaba entre los reinos. ¿A cual iría a conocer?… No supo decidirse, solo eligió uno al azar y desapareció. El dios solo miro a sus tres hijos y supuso que el mundo del maou estaba destinado a la destrucción. Las piezas caían sobre el tablero:


Las piezas negras del maou solo contaban con un rey y puros peones.


Las piezas rojas que representaban al dios contaban con un rey (el dios, que no movería un dedo hasta cumplido el año), una reina (Su hija que se adaptaba a la situación según su necesidad), Un caballo (Su primer hijo, que solo saltaba a lo que le importaba e ignoraba al resto), Una torre (el tercer hijo que solo se enfocaba en divertirse y satisfacer su curiosidad, arrasaba con todo lo que se ponía en frente y lo intentaba frenar), y un peón indefenso y a su vez de gran importancia (El insolente, que según el resultado del juego podía convertirse en reina o desaparecer) 



Un año para que el Maou demostrara que era amor verdadero, que sin importar su forma física debía ser capaz de reconocerlo, darle un beso de amor verdadero y romper el hechizo.


Ese fue el trato, un año viviría en Shin Makoku como un simple humano deforme, pues fuera del sobre peso, de su baja estatura de su apariencia de 45 años, de sus pies planos, la mitad de su cara y cuerpo estaba lleno de verrugas.


En fin. Ese cuerpo había muerto de muerte cerebral hacia mucho y el dios lo elegido para ser el contenedor del alma de Wolfram, y advirtió que solo le quedaba un año de vida y después moriría por culpa del tumor que radicaba en su pulmón. Y tras su muerte su alma seria llevada a su nuevo cuerpo que el dios comenzaba a crear.  Y si ganaba el cuerpo en el cual radicaba se curaría y adquiriría una forma digna, mas no la que alguna vez tuvo el rubio. Sería un simple humano.


Wolfram claramente vio la injusticia, es decir de todos modos lo fastidiaba con un cuerpo poco agraciado y convirtiéndole en un simple humano, pero a cambio le daba su libertad. Si era amor verdadero no era normal creer que sin importar ya no ser un Adonis, Yuuri lo amaría, su hijo y su familia lo aceptarían. Entonces si valía la pena una vida corta con su familia a la longevidad en el infierno.   


Miro sus manos nuevamente, parecían chorizos a punto de reventar. El cuerpo que el dios le asigno tras destruir su cuerpo original estaba lleno de defectos y poco agraciado a su parecer, sin mencionar que dependía del dios y su poder para seguir existiendo, un grillete para así asegurar que no intentase escapar de su dominio en ese otro mundo, ese dios a su parecer era simplemente horrible.


-Recuerda que debes estar aquí al concluir el año- el dios señalo el lago cercano al castillo de pacto de sangre.


-Ok. ¿Algo más?- renegaba Wolfram, pero cuando sintió la mano del dios sobre su cabeza su ser entero tembló de miedo.  El cabello marrón que tenía ese cuerpo cambia a dorado, su piel se aclaró más y sus ojos cambiaron de celestes a verdes esmeraldas. Al menos le dio un recuerdo de su pasado.  


-Un año…- repitió nuevamente el dios antes de abandonar al rubio en aquel lago.


Wolfram cual niño chiquito que comenzó a girar en todas las dirección para ver que efectivamente estaba solo y por la emoción festejo.


-¡YEES!-Grito lleno de energía saltando con todas sus fuerzas pero apenas toco el suelo se cayó torpemente lastimándose la rodilla el codo. -Este cuerpo… ¡Este cuerpo!… -Renegaba levantándose, y es que jamás fue tan inútil o le costó tanto levantarse.


“Te ves patético…”


Escucho a su parte sombría


-¡Tu cállate!-Le reprocho. Era Wolfram von Bielefeld, no se rendiría y no perdería.


……


-Sabes…- repuso su hija mirándolo en la orilla del rio, su madre no se animaba a ir a Shin Makoku, quería, avanzaba pero regresaba avergonzado de su actual cuerpo, tanto así que Jue regresaba a platicarle para pasar el rato- Padre dice que el amor denominado por los mortales entra por los ojos, de no ser bello como eras el rey de este mundo jamás hubiera puesto ojo alguno sobre ti- Jue era sincera con su madre. Pues con su actual forma incluso ella sentía algo de repulsión. Regordete y sudoroso, con parte de su cara deforme por verrugas.


Wolfram trago saliva. Era verdad con esa forma Yuuri jamás lo reconocería a o amaría en el pasado, pero Yuuri era Yuuri, siempre hacia posible lo imposible y él era él… siempre perseverante hasta lograr sus metas. Además Yuuri ya lo amaba, solo debía reconocerlo, nada más. Si fuera su caso aunque Yuuri se volvería un sapo lo amaría.  


-Me pondré a dieta y solucionare esto- decía el rubio animado presionando sus rollos. Pero por más que decía aquellas palabras con entusiasmo y sinceridad su estómago crujía y su apariencia no daba para tomarlo en serio- Solo mira y veras de lo que tu madre es capaz- retaba Wolfram a su hija- además que no deberían regresar al olimpo- acuso a su segunda hija y esta le miró fijamente.


La segunda hija iba a decir algo sobre ese asuntito… Ya  imaginaba a su madre lanzando  el grito al cielo al rebelarle que ese año se quedarían en ese mundo. Su madre no era tonto… los conocía, sus tres hijos eran sinónimo de destrucción. De seguro exigía hablar con su padre… quizás renunciaría a su oportunidad de libertad, pues dudo que su madre desease ver este mundo destruido por ellos.


-Deberías aceptar lo que papá te da y olvidarte de este tonto mundo- replicaba otra voz que descansaba sobre la rama de un árbol. Era un pequeño niño de apariencia de siete años (el tercer hijo), en sus brazos cargaba un montón de comidas de diferentes formas y sazones. El descarado niño lanzaba en dirección de su madre un saco lleno de frutas, dulces y masitas- ¡Come!- animaba el menor- lo único bueno que tiene este mundo es la comida


Wolfram arqueo las cejas. ¿De dónde saco toda esa comida?. Creyó ver una que otra banderita de reinos lejanos y trago saliva. Fuera de que era un oferta tentadora, estaba adieta, así que solo puso el saco a un costado, aunque si… si saco un par de frutas.


-quien será…- repuso Jue mirando a su hermano menor- Jeu- le nombro y Wolfram miro a sus dos retoños para luego tratar de buscar al tercero sin éxito, pensó por un momento que los tres estarían allí, por lo general siempre estaban cerca, escondidos en algún lugar, el jamas podía saber dónde, pues eran sus hijos y estaba más que acostumbrado a su presencia. Sintió su pecho acelerarse, de los tres el mayor era el peor. Miro su sombra esperando pillarlo allí, pero no estaba. Su cara se llenó de arrugas. ¿Dónde estaba?


-¿Dónde está Euj?-Pregunto Wolfram preocupado. Era su hijo mayor el denominado por el dios: Quien fue. Pues valla sentido del humor que tenía el dios al nombrar a sus hijos de esa manera:


El mayor: Euj= Quien Fue. Chico rubio de piel pálida, copia de Wolfram, pero uno de sus ojos era blanco con la órbita negra. Incluso el tono de su voz era el mismo.


La segunda: Jue= quien es. Era de cabellera rojiza, un ojo escarlata y el otro esmeralda, viva imagen de su madre, pero su piel algo apagada, y su voz fina.


El tercero: Jeu= Quien será. De cabellera blanca como la nieve. Un ojo color ámbar y el otro esmeralda, quizás de los tres quien más se aprecia a su padre en los rasgos físicos. Cuando solía enfadarse su cabellera cambiaba a color carmesí y crecía de golpe, sin mencionar que le salía un tercer ojo.


-¿Dónde está su hermano?-Pregunto nuevamente a sus dos hijos algo aterrado


-recorriendo este mundo con tu corazón en mano- repuso La Jue y Wolfram se tensó. Su corazón no era algo con lo que se pudiera jugar, después de todo era una de las llaves que contenía al Soushu.- dijo que quería conocer a ese tal Soushu… Papá dijo que eso ya era imposible pues tanto la llave como su poder estaban en nuestro medio hermano. Pero sabes cómo es… terco como un amula. Según papá igual a ti cuando te conoció.


Por más que Jue hablaba para calmarlo, su madre no se mostraba muy clamada.


-No te preocupes, Euj no usara la llave. Tiene prohibido interferir con el juego, solo siente curiosidad- concluyeron ambos hermanos antes de ponerse frente a su madre y hacer una leve reverencia- cuídate Hahaue- dijeron con sinceridad- Iremos a por Euj pues vemos que no te calmaras hasta que lo tengas en frente.


-Ganes o pierdas el juego siempre serás Hahaue- concluyeron desapareciendo cual humo entre sus dedos.


Wolfram sintió el vacío en su pecho y sin duda derramo una lagrima pues sea cual sea el resultado de este juego terminaría perdiendo parte de su corazón. Aunque odiara a ese dios, no odiaba a los hijos que tubo para él. Aunque ganara el juego y volviera a ser libre para estar con el amor de su vida y su primogénito no podría volver a ver a sus tres hijos. Y no podría volver a tener hijo alguno, ese cuerpo no tenía tal capacidad, además aun de poder no sería capaz de alimentarlo y si era hijo de Yuuri requeriría magia. Suspiro… perdía demasiado por su libertad


“¿Él lo vale…? ”


Cuestiono su parte sombría riéndose a carcajadas dudando del Maou y su denominado amor. Dudando que el premio valiera todo lo que apostaba en ese juego


Empuño las manos y suspiro pesadamente. No podía dar marcha atrás. No soportaría la eternidad en ese mundo a merced de ese dios. Por más egoísta que fuera no deseaba pasar su vida sometido a ese dios. Le daba asco, rabia, miedo… tantas cosas. La muerte o su liberación era su única salida. No soportaría sentir su cuerpo desgarrado por su esencia. Sentir como era quemado por su poder… Era una tortura, una que no deseo a nadie pues acababa con su parte física, emocional y psicológica. Quizás por eso el dios lo desconectaba de la realidad, pero aun así… podía sentirlo y tardaba meses en recuperarse. La primera vez fue al peor…


Despertó y aun sin ser consciente de lo sucedido sabía lo que paso, su cuerpo quemado por el poder del dios cicatrizaba rápidamente sus tejidos, pero aun cicatrizados podía sentir cual braza viva sobre su piel cada lugar conde el dios toco. Por dentro también… el semen destruía su interior, demasiado caliente, demasiado poder para alguien mortal… no logro mover ni un solo dedo, incluso respirar era doloroso. Pasaron días y el seguía incrédulo de lo que había pasado, por el dolor que aun sentía y por las pesadillas que lo atormentaban. Simplemente olvido  a Yuuri, a su hijo, sus deseos de escapar. Solo quiso morir.


“Él… No lo vale…”


Repuso su lado oscuro, esa voz que nació ese día y le gritaba una verdad que Wolfram deseaba ignorar. Pues según él era mentira, solo una trampa más de ese dios absurdo que jugaba con su mente.


“!Nos ha olvidado! ¡Nos traiciono! ¡Nos Dejó en este infierno!... Ni siquiera le importamos. Ama más su paz, su reino… y nosotros ¿Qué hay de nosotros? ¿Por qué somos los únicos que debemos sufrir por su incapacidad…?”


Trato de negar tales afirmaciones, pero en ese mismo momento no pudo… estaba destruido… solo escucho lo que su otro yo decía y a su pesar le daba la razón.


“Muerte al Maou y a Shin Makoku. Muerte puedo exigir yo, pues es a mí y mi sacrificio que viven y seré yo quien les de muerte y recupere mi supremacía…”


Era sin duda una voz desgarradora, una cuyas uñas se clavaban en su corazón y desgarraban su alma. Eran sus miedos, sus dudas, su egoísmo, su rabia y su odio nacidos por su miedo y por el dolor… en fin su otro yo, que se teñía de negro y respiraba rencor.  Que claramente manifestaba lo que temía: El amor no valía el infierno que vivía. Que el Maou era el culpable de su dolor… No lo amaba… y en consecuencia Wolfram solo deseaba verlo sufrir tanto como el sufría… que su verdadero deseo era verlo a todos padecer como el padecía. Verlos arder en la llamas del infierno por la eternidad.


Quizás se hubiera vuelto loco, quizás hubiera olvidado a Yuuri y muerto en vida dejando a esa parte oscura en su remplazo, por extraño que le pareciera, estaba seguro de que esa parte suya si disfrutaría este sitio y la compañía de ese dios. Pero sentir un nuevo ser dentro su vientre lo ato a la realidad, le devolvió la calidez y lo aterro. Seria madre, madre de algo que no quiso, no esperaba y no deseaba, pues era una cadena que lo ataba más a ese dios y lo separaba de su hogar.


Euj…


Su nacimiento no fue nada fácil, nada grato. Sus caderas se partieron en dos por dejarlo libre y es que el niño tenía su voluntad propia y era un semidiós. Poco le importaba la vida de su contenedor, solo quería salir y verse libre de su encierro y alimentarse de su magia. Simplemente rompió la piel y se liberó.


Un pequeño descarado que fuera del cuerpo de su madre poco le importo su inconciencia y que su corazón casi dejara de latir, simplemente miro la sangre divertido gateo curioso a descubrir el rostro de su madre al fin conocerlo y extendió una mano para alimentarse dejándolo seco y después ataco su alma, Wolfram murió por segundos y hubiera muerto de verdad de no ser por el dios.


Si fue el mismo dios el que tuvo que acudir la recamara y separar al niño del cuerpo del insolente, pues su hijo casi acababa con su alma.


Miro al niño fijamente en reproche, más al pequeño poco le importo y le saco la lengua creciendo de golpe.


-Quieto- ordeno el dios y lo congelo y dejo prendido contra la pared- Euj…-Le llamo pues era tan insolente como su madre y se creía demasiado por tener algo de poder, pero su insolencia se calmó tras unos días y ver que su madre no se movía, parecía muerto. Se liberó de su prisión y lentamente se acercó a su madre y toco tratando de despertarlo. Pero su madre no despertaba. Su corazón apenas si latía.


Entonces lo comprendió y extendió su mano dándole un poco de su poder para curar su cuerpo y su alma desagarrados por su existencia.


-Hahaue- llamo le menor con apariencia de un niño de siete años al ver a su madre abrir los ojos y mirarlo aterrado. Ese era el monstruo que creció en su vientre y casi lo mata… intento retroceder y huir, esa cosa tenía la misma esencia que el dios, era peligroso incluso el tacto. Era demasiado, ya no tenía magia alguna para hacerle frente, aún sentía que ese niño lo había drenado por completo. Pero su cuerpo no se movía y lo miro aún se cicatrizaba.


El niño sonrió a su madre y se le acerco


-Hahaue no debe temer… todo va a estar bien- repuso el niño acariciando su cabeza con delicadeza dándole un poco de su poder para que su cuerpo se curara más rápido.


Wolfram que cerraba sus ojos por instinto, temiendo que el niño intentara alimentarse y asesinarlo en el acto, pero al sentir que no, esa mano no le quemaba como el tacto de su padre lo hacía o como el menor hizo al nacer, tampoco robaba su energía. No… todo lo contrario era un toque cálido lleno de afecto y cediendo una energía tenue a su ser que lo hacía sentir renovado.


El menor simplemente se acomodó al lado de su madre y se dispuso a dormí. Wolfram solo le miro cual bicho raro, pero al cabo de unos días se acostumbró a ese pequeño que para bien o mal era su hijo. Y ya sano trato de entender su naturaleza que para su mala suerte solía ser traviesa al sentido sanguinario, incluso cuando su padre venía a verlos el niño no dudaba en levantarle la voz al notar que su madre le rehuía y sí. Si, Wolfram fue quien lo golpeo y el dios aun lo castigaba, su hijo no se quedó atrás…


Cual bestia furiosa arremetía contra su padre y más de un golpe le atino. Pero el dios en vez de molestarse se reía y al final lo paralizaba y le daba una que otra caricia sobre su cabellera. Parcia un padre orgulloso de su hijo. Y así estaba el dios, orgulloso de su primogénito y miraba a Wolfram escondido tras un pilar con miedo, asombro, rencor y orgullo. El dios simplemente desapareció.


Cual animalito el niño lentamente comprendía las cosas y las aceptaba como algo normal. Eso fuera de animar a Wolfram le aterro. Pues como cualquier niño el pequeño deseaba ver a su mami y su papi juntos en lo que el comprender del niño podía llamarse felices.


Años pasaron antes que el dios volviera a hacer lo que Wolfram creía que no volvería a pasar. Cuando al fin creyó que podría relajarse al ver al dios visitar al niño y no fastidiarlo, más bien ignorarlo… Volvía a pasar.


-Déjanos solos- dijo el dios al menor y este simplemente obedeció ignorando la cara de terror que ponía su madre, pues siempre ponía la misma cara al ver a su padre. Era algo normal, a su entender.


Wolfram quiso gritar para que el niño no los dejara solos, pero no pudo por el terror de saber que volvería a pasar. Trato de retroceder pero tampoco pudo. Estaba paralizador el miedo y el saber que no había lugar al cual escapar. Simplemente aterrorizado.


Debió ser sincero con el mismo… Euj fue un gran apoyo, tanto durante su embarazo como con el parto. No por ser un apoyo como lo fue Gisela. No… solo por estar allí y gritar, correr… hacerle comprender que no estaba solo y que no podía morirse pues lo necesitaba. Aun siendo un semidiós era un niño que dependía de su madre.


El trabajo de parto no fue tan aterradores como el primero y conto con el apoyo moral de su hijo que corría de un lado a otros gritando aterrado al ver a su hermana nacer y a su madre no moverse pensando que al fin se había muerto.


Su llanto y sus griteríos fueron la fuerza que necesito para despertar y aferrarse a una razón para vivir. El segundo hijo de ese dios era una niña que al salir se olvidaba de su madre y miraba fijamente a su hermano mayor hundido en la desesperación  corriendo de un lado hacia otro atravesando las paredes y los pilares y es que casi todo el castillo se les viene encima.


La segunda solo empuño las manos y crecía de golpe para golpear a su hermano y noquearlo, luego  girar a ver a su madre y suspirar para acomodarse a su lado y dormir. Estaba cansada no tenía alimento como su hermano tubo al nacer pues la magia de su madre era débil y casi nula. Gracias al cielo que la segunda parecía comprender la situación de su madre y se aguantó el hambre en gran proporción,


-Gomene…- lamento la niña, pero debía comer para establecer el vínculo… y comió lo que pudo extraer de su madre, quizás por la escasa magia regreso a ser un simple bebe de dos años y espero paciente a su padre para pedirle energía o que su madre recuperara algo de magia… estaba hambrienta, pero aun así se contuvo. Wolfram dio gracias al cielo que la segunda fue tolerante.


El mayor al despertar miraba molesto al nuevo integrante, sin dudarlo le tomo del pie y arrojo contra el pilar y se acomodó al lado de su madre. Como el primero era su derecho dormir con su madre, la segunda que se las arreglará como pudiera. Nadie le arrebataría sus privilegios.


Más la bebe se levantó molesta y volvía a  crecer de golpe para exigir sus derechos como recién nacido.


Wolfram apenas abrió los ojos de su casi inconciencia y diviso sombras borrosas… dos cuerpos peleando destruyendo todo a su alrededor. Cerro los ojos quizás era lo mejor… así todo acabaría. Volvió a al inconciencia.


El dios apareció y golpeo  al mayor y alimento a la menor para luego también alimentar al mayor. Ambos niños miraron a su madre comprendiendo más cosas. La segunda mostraba ser más analítica y centrada. La nombro quien es= Jue.


Jue miro a su hermano mayor y suspiro. No podía pelear entre ellos, podrían lastimar a mamá. Y como niños listos decidieron ser justos. La izquierda para el mayor la derecha para la menor, hasta que mamá despertara y que el decidiera.  


Wolfram despertó con ambos niños durmiendo cada uno en cada brazo. Miro el techo y suspiro. ¿Qué más le quedaba?. Era una máquina para traer monstruos al mundo…


Con los días miraba a ambos niños hijos de ese dios y suyos. Odiarlos no pudo… amarlos como amo a Yuuram tampoco, y es que era complejo. Un trauma su creación y otro su nacimiento, sin mencionar los dolores de su gestación pues según su estado de ánimo crecían o se encogidas, incluso siendo solo fetos solían renegar y amenazaban a la amenaza que no conocían con salir y matarlo sin importar que eso significase acabar con la vida de su madre.  


Si… unos monstros que cuando recuperaba algo de su magia de fuego se le colgaban encima y la extinguían pues seguían hambrientos.


Miro serio a ambos niños pelar entre ellos por quien sabe qué cosa. Dio gracias a que nada les pasaría. Lo único bueno era que no requerían cuidado alguno, solo exigían su compañía.


Con los días el miedo se le perdió por completo y Wolfram al verlos portarse mal y estallaba en gritos para detenerlos e intentaba castigarlos, y es que no podían seguir destruyendo el castillo y la ciudad. ¿Dónde dormirían?... ya casi no quedaban  casas en el reino o cuarto sin destruir en el palacio.


No que va. Si con esos dos niños siguiéndolo como plagas, no regresaría a Shin Makoku jamás… amaba a su familia demasiado como para llevarles semejantes bestias.


Rio y los niños le miraron curiosos, era la primera vez que veían a su madre sonreír, la primera y desearon que no fuera la última. Poco comprendían sobre las diversas emociones que sentía su madre, de su proceder que veían tonto, pero era su madre y lo querían siempre a su lado.  Al igual que querían a su padre y a su vez temían. Era diferente a su madre, a él no podían leerlo con la facilidad que leían a su madre, no podían derrotarlo, solo eran híbridos y tampoco podían salir de ese olimpo sin su permiso. 


-Afuera…- Dijo el dios a ambos niños y la menor dudo en marcharse al ver la cara de terror de su madre al mirar a su padre. Mas el mayor la tomo del brazo y saco del lugar.


Solo ambos hermanos siguieron caminando tan lejos como pudieron al sentir las emociones aterradoras de su madre


-¡No!-Dijo la menor. Pero el mayor volvió a detenerla y mirándola seriamente repuso.


-Es necesario para que nazca un nuevo hermanito…- concluyo y La segunda se aterro al comprender como llegaban al mundo, porque al ver a su madre la primera vez esta no la miraba con amor, solo cual aterrado como si fuera bicho extraño.


-No quiero un hermano nuevo…- repuso y el mayor rio


-yo tampoco te quería a ti- rememoro y la menor lo miro fijamente- pero es divertido, tenerte aquí. Incluso Hahaue te quiere mucho y no te considera un monstruo- se acercó a su hermana para despeinarla- es cuestión de su cuerpo… es débil, es frágil… carece de muchas cosas, pero veras que con el tiempo papá asignara un nuevo cuerpo a mamá, uno más resistente


Los ojos de la segunda brillaron emocionados


-¡¿De verdad?!-Interrogo


-Claro… Después de todo solo dioses o hijos de dioses pueden habitar el olimpo, aun con el consentimiento de padre, un mortal no vive eternamente.


-entonces ¡que lo haga de una vez! –Dijo molesta - Ese cuerpo es débil… si lo cambia por uno fuerte, de seguro los demás serán más fuertes- hizo un puchero.- yo quería nacer de un cuerpo más fuerte- se quejó la niña comprendiendo sus habilidades limitadas por ser hija de un mortal. Su hermano por lo menos pudo alimentarse más de lo que ella pudo de su madre y esto marco una gran diferencia entre ambos.


-Mama no quiere- repuso el mayor y la segunda le miro intrigada. No comprendía porque su madre no aceptaba el cambio de cuerpos, porque aguantaba ese dolor insoportable. Los embarazos dolorosos y el horror del parto. ¿Por qué?


Con el tiempo supieron la razón. El Maou… El primer marido de su madre, el hombre que amaba su madre, el reino que fue el hogar de su madre, donde radicaba su familia, su primer hijo… todo. Dedujeron que esos eran debilidades que debían desaparecer.


Miraron nacer a su nuevo hermanito tras varios años y comprendieron que sería el último que ese cuerpo aguantaría… tocaba su límite, cada niño se llevaba una parte de él. Sin mencionar que el tercero no recibió alimento alguno de su madre hasta que ellos se restringieron en alimentarse y le dejaron probar bocado. En todo ese tiempo fue su padre quien alimento al tercero.


Se sentaron los tres a conversar y llamaron su padre. Comenzaron las negociaciones sobre su madre y su destino. Era claro que lo que su madre desease no era viable para ellos. Aun si el Maou cumplía con el mandato del dios, ya no era posible. Hacía mucho dejo de ser posible, Su madre les pertenecía. Ahora solo era cuestión de convencerlo pues obligarlo no podían, era ese tipo de situaciones complejas donde no deseabas ir en contra de quien amabas, pero tampoco querías dejarlo a su libre albedrio. Los tres amaban a su madre y a su comprender por ser quienes eran la vida de su madre debía girar en torno suyo.


Y así y con el conocimiento de los diversos cuentos de hadas que su madre les contaba cuando los menores se echaban a dormir nació el juego propuesto por el dios.


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