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Libro 1. Nacimiento de un pecado. por reydelosPK2

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Los Hijo Del Dios

 

El dios miraba sus esferas y miraba con detenimiento al rubio, para él la parte física era lo de menos, aun siendo un adonis o un simples ser deforma, si mantenía esa extraña conducta que atrajo su atención, ese extraño fuego que prendía su helado corazón dándole sensaciones que jamas llegaría a conocer. Le valía un pepino lo demás. Pero a sus hijos parecía importarles la apariencia. Giro y contemplo la esfera de energía que comenzaba a crear la miraba y se preguntaba si serian compatibles tanto alma como nuevo cuerpo.

No fue por el físico que el rubio atrajo su atención o el Maou despertó su obsesión por fastidiarlos y al final término por así decirlo enamorado del insolente al grado de dejar de importarle romper las reglas, simplemente era suyo y de nadie más, ese juego lo ganaría… Demostraría al rubio que el amor de ese rey que tanto alababa era una ilusión, que solo era el físico del rubio lo que los unió y seria este lo que los separaría. Destruida sus esperanzas sería fácil doblegarlo… hacerle renunciar a ese mundo que dejarlo en su olimpo a su lado y el de sus hijos.

Miro sus manos y sus dedos comenzaban a tornarse oscuros. Tomo una esfera roja, pues era un dimensión en plena guerra, absorbió su la energía oscura, mas sus dedos seguían oscuros. Miro serio sus dedos. Rio, eso no cambiaría nada.

Euj saltaba sobre las copas de los arboles a toda prisa como un niño impresionado por ese mundo, no exactamente por cómo era, en el mundo replica de este que su padre creo para su madre, todo era idéntico, pero la diferencia es que no existía vida alguna y en este sí. En este había aves, pájaros humanos demonios híbridos, el Maou y el Soushu.

Sus cabellos rubios, el ojo derecho verde esmeralda y el izquierdo blanco con orbita negra, se mostraban sin miedo con su apariencia de 17 años. Sin duda de los tres era el más parecido a la forma original de su madre. Quizás porque casi se lo come al nacer, y de no ser por la intervención de su padre lo hubiera hecho.

Su padre les dio la libertad de conocer ese mundo y explorarlo, de proteger a su madre del verdadero peligro que podía asecharlo, pues el cuerpo actual de Wolfram era inútil en muchos sentidos. Pero para eso estaban Jue (quien es) y Jeu (Quien será). Él sobraba, él deseaba conocer lo que tenía para ofrecerle ese mundo, más que nada deseaba conocer al Soushu.

El dios mismo debía admitirlo que de sus tres hijos era su favorito por parecerse a su madre en muchos sentidos, era quien solía desafiarlo sin miedo a la muerte misma. Quien apenas conocerlo intento matarlo por alejarlo de su madre y su alimento, un chiquillo voluntariosos y receloso de lo que consideraba como suyo.

Jue era recatada y cuidadosa, Calculadora como debía ser un dios, no emotiva pero solía tener sus momentos de locura. Jeu era aún un niño con personalidad indefinida que amaba a su madre y solo sabía divertirse, comer y dormir, de los tres el que menos alimento recibió de Wolfram y por tanto el que menos parecido a su madre, y quizás por ello a diferencia de su hermanos que rápidamente adquirieron formas casi adultas, este seguía en su forma infante y el mundo le importaba poco y se desvivía por caerles bien a todo el que le diera de comer, en este caso: su padre, su hermana y su madre.

Miro el castillo de Shinou. No cabía duda era el lugar donde las cajas estaban.

Yuuri caminaba ansioso en dirección del castillo de Shinou, aun debían aclarar algunas con Murata sobre esos pergaminos antiguos, saber más sobre los dioses y buscar alguna forma de derrotarlos. En fin, si alguien creyó alguna vez que se resignó a perder a Wolfram, estaba equivocado, aun pese al tiempo seguía buscándolo y buscando una forma de derrotar a un dios.

Cuando Wolfram fue secuestrado, Yuuri comenzó la búsqueda, uso su poder para atravesar por diferentes mundos, pero no consiguió nada, pues los mundos no eran como las dimensiones, ni los olimpos. Los mundos eran como diferentes individuos, las dimensiones eran como diversas versiones de esos individuos y los olimpos… simples espacios creados por los dioses y sus características dependían del dios mismo pues eran los dominios que estos creaban con su poder. 

-Entonces así van las cosas- dijo el Maou mirando a su sabio y lo poco que logro descifrar esos pergaminos.

-Es idioma de dioses- se defendió Murata- tan antiguo como la misma humanidad- suspiro- y yo que pensé que el chino mandarino era complicado…-lamentaba

Yuuram también se hallaba con su padre y el sabio, y no dudo en ver esos pergaminos

-¡Dios parecen garabatos!… Creo que hay más de setenta tipos tipografías- se quejó el primogénito del Maou, y es que habían tantos tipos de letras, que iban entre símbolos y dibujos, entre letras y números, entre lo que se asemejaba a garabatos y puntos… se sentía mareado.

-¡Primero debemos encontrar a alguien que sepa leer esto!-Anunciaba Murata a Yuuri que se manifestaba desesperado- aunque lo dudo, incluso yo que cuento con la memoria de mis vidas pasadas no puedo descifrar estos pergaminos… no creo que nadie en Shin Makoku pueda-miro ligeramente a Yuuri, como su cara se arrugaba de la rabia y preocupación. Llevaba semanas buscando a Wolfram desde que supieron del juego, pero no había rastros de el en ningún lado.

Incluso Yuuram pego folletos de su madre por todo el reino, folletos que ahora mismo tenía en mano – El que haya aparecido nuevamente un dios de menor poder, aunque se parezca a Wolfram- replicaba el sabio comprendiendo que su amigo y rey ya poco le importaban los pergaminos y solo pensaba en capturar a la chica similar a Wolfram y obligarla a cooperar con ellos- No ganaras nada si no descubrimos como derrotar a un dios- concluía.

-Papa El sabio tiene razón- replicaba el primogénito, pues el también deseaba ir a por su madre y aquella chica que para bien o mal era parte de su familia.

-Yo…- el Maou guardo silencio al sentir algo acercarse a gran velocidad y apenas lo reconoció vio los muros del templo de Shinou ser destruidos atravesados por una especia de misil.

De la nada sintieron la desbordante energía que escapaba de una de las cajas. Sin duda corrieron al cuarto que contenía las cajas. Esto no estaba para nada bien: era otro dios… quizás o…

Yuuri casi se cae al suelo al ver al rubio de espaldas con un corazón en mano que brillaba y dejaba de brillas según lo acercaba a esa caja de agua que contenía al Soushu, pero no podía abrirlas.

-¿Está descompuesto?- interrogo el primogénito del dios (Euj) mirando el corazón de su madre, y luego mirándolos.

-Ne… ¿alguien sabe cómo abrir estas cajas?. Parece que esta llave no las abre- concluyo mirando la cara de los recién llegados con expresión incrédula.

-¡¿Quién eres tú?!- Pregunto el sabio y Yuuri, pues por más que fuese la vida imagen de Wolfram ese ojo blanco de orbita negra y su aura lo delataba como un semidiós.

-¡Ups!- se disculpó poniendo una mano sobre su nuca y sonriendo a los recién llegados- lo siento tenia curiosidad…- repuso mirando la pared para elevar con su poder las piedras rotas y volver a armar la pared- Hahaue siempre me reclama que no mido mi fuerza…-lamentaba recordando las innumerables veces que su madre le gritaba que era una bestia destructora- ¡Ya está!- concluía de arreglar la pared, aunque a vista de Yuuri, Murata y Yuuram esa pared se volvería a caer de un momento a otro… incluso se tambaleaba- Como sea…- replico el primogénito del dios (Euj) obviando los detalles de construcción, le daba flojera reparar las cosas, según su punto de vista era más fácil destruir que arreglar y a él le gustaba las cosas fáciles. Señalo con la mano libre el corazón de su madre- ¿De verdad este corazón es una de las llaves que abre la caja de agua que contiene parte del Soushu?- susurro mirando el corazón de su madre que debía custodiar hasta que ese año concluyera. Era la única parte que  quedaba del cuerpo de su madre, quizás el único vínculo del cual su padre o alguno de ellos podrían anexar el alma de su madre con un cuerpo físico

-¡¿Quién eres tú?!-Grito Yuuri furiosos al ver a otro adolecente similar a su amado, pero sin  serlo, al ver el corazón de Wolfram pues solo su corazón era una de las llaves o lo fue. Al notar esos ojos de colores que sin duda eran clara manifestación  de la paternidad del dios sobre los invasores.

El rubio elevo las manos en símbolo de paz, tenía prohibido matar gente. El corazón desapareció de la visita de los presentes y sin duda se acercó a ellos. Más que nada al Maou. Al fin se daba cuenta de que ese hombre de unos 32 años, de expresión seria, con esa mirada asesina hacia su ser era nada más y anda menos que el Maou.

Si, el Maou, el hombre del cual su madre jamas dejaba de hablar, al igual que de su libertad y del hijo que tuvo con ese hombre. Elevo el mentó mirándolo despectivamente antes de acercársele. La verdad: lo odiaba. Odiaba que su madre hablara de ese hombre, de ese hijo de esa libertada pues era como oídlo decirles: Los odio. Los abandonare.

Comprendía que era lógico que su madre sintiera resentimiento por su padre, que desease regresar a ese mundo, pero comprenderlo no era lo mismo que aceptarlo.

-Así que tú eres el afamado Maou- rio- no eres la gran cosa- se sinceró, girando alrededor de Yuuri, analizándolo de pies a cabeza, con una mirada de desprecio- enclenque como mamá decía, aunque mamá es más enclenque aun- esas palabras hicieron que Yuuri se estremeciera y es que se parecían tanto, incluso en su proceder directo y en su falta de respeto a los espacios personales.  Lo tenía tan cerca de su cara que de no ser porque no era Wolfram lo besaría allí mismo.

El rubio miro un pergamino que tenía el Maou en mano y rápidamente se los quito y miro con cuidado de un lado a otro antes de comenzar a matarse de risa.

-¡Hey!- llamo la atención de los presentes- hacia mucho que no veía uno de estos. – Les miro fijamente- si piensan usar esto… van a perder. Además dudo que sepan leerlos. Solo pocos pueden y para poder leerlos deben haber tenido contacto con un dios.

-¿a qué te refieres?- repuso Murata serio. Necesitaba toda la información disponible para elaborar una estrategia contra el dios.

-pensé que Jue o Euj les comentarían sobre el juego…- hablaba sin miedo alguno, sin importar las reglas impuestas por su padre Jeu parecía divertido en hablar, y es que se sentía tan confiado en que su madre perdería y ellos ganarían que poco le importaba ser prudente- debes de encontrar a mamá antes de que acabe el año o lo perderás para siempre… supongo que solo existe una persona en este mundo que puede leerlos ahora mismo, usa tu ingenio… piensas tú que padre es tonto como para traerlo de la forma que…- callo al sentir que alguien atravesaba su pecho.

Yuuram al igual que el resto miro aterrados a la chica similar al rubio pero de cabellera roja aparecer y atravesar con su mano el corazón de su hermano.

-¡Suficiente!- concluyo la muchacha mientras el cuerpo de su hermano se desvanecía pues era enviado al olimpo de su padre, estaba rompiendo las reglas-¡Quedas castigado así que regresa a casa!- Terminaba mostrándose seria ante los demás, para luego también desaparecer cual hileras de humo.

Todos quedaron perplejos. Solo fue un abrir y cerrar de ojos, pero comprendieron que de pelear contra ellos las cosas no saldrían bien. Esos chiquillos eran una amenaza, e incluso el maou como maou la tendría difícil si se proponía pelear con ellos.

Desde afuera Euj (Quien será), el tercer hijo del dios corría a toda prisa para alcanzar a su hermana pero era complicado con todas esas cosas en los brazos. Iba tarde sus hermanos ya había desaparecido de esa mundo y de seguro se marcharon al olimpo. Miro en todas las direcciones y luego el castillo molesto, como siempre lo dejaban atrás. Aburrido solo se sentó en la puerta del castillo. Al diablo sus hermanos y el tonto juego. El solo comería y jugaría y así lo hizo: se sentó en la puerta a seguir comiendo las chucherías que había robado.

-Esto…- replicaba Yuuri con más miedo y rabia acumulada en su pecho y es que ni siquiera sabía cómo reclamar su frustración, ¿con quién desquitar su rabia?… al parecer solo se divertían a sus expensas. Al parecer el dios se divertía arrojándole en cara lo que hizo con el rubio… ¡Dos hijos!… ¿Cómo nacieron esos hijos?. ¿Cómo fueron concedidos?…

Pensarlo lo estaba enloqueciendo.

-¡Maldición!-gritaba frente al sabio y su hijo. Ellos lo miraban con empatía mientras la pared que reparo el primogénito del dios se volvía a caer. Esos seres similares a Wolfram físicamente eran cosa de otro mundo. Su proceder, su forma de hablar, su poder… de desear lo podrían destruir a Shin Makoku, al Maou… todo, y solo aprecian informando de un juego y un límite de tiempo para ganarlo y luego… desaparecían cual humaredas.

Decepcionados salieron del palacio, debían mover las cajas a la tierra antes de que alguno de esos seres se les diera por abrirlas, suficiente tenían con el tonto juego y buscar la forma de derrotar a un dios, como para dejar al alcance del enemigo las cajas de Soushu. Más ningún estaba preparado para lo que venía enseguida.

Yuuram parpadeo varias veces al descubrir a un niño de unos siete años que emitía la misma aura que la chica y el chico pero en menor proporción, casi imperceptible. Giro a ver a su padre y su nueva cara de pocos amigos mirando al mocoso devorando todas esas cosas que cargaba sobre sus piernas y es que algunas eran comestibles y otras no, pero aun así el menor se las devoraba cual dulces.

-¡Hola!-saludaba el tercer hijo del dios despreocupado al verse descubierto comiendo- ¿Quieren?- ofreció con la inocencia de todo niño que se percata como otro mira sus juguetes y por empatía ofrece de estos para entablar amistad.

-¿Qu…Quién… quien eres tú?-Repuso Yuuri llegando al límite de su aguante. No podía ser verdad… que alguien le dijera que nada era verdad. ¿Pues cuantos hijos tuvieron? La idea de que Wolfram sintiera algo por el dios le ardía… lentamente ya no sabía que pensar y la duda acuchillaba su pecho.

Necesitaba ver a Wolfram, que este le asegurara que lo seguía amando, que esos hijos eran fruto de violaciones… cerró los ojos molesto… no sabía que era mejor: saber que Wolfram sufría un infierno pero se mantenía fiel a su amor. O que ya no lo amara y le fuese infiel con el dios. Se sintió el peor de los hombre: ¿Quién era el para acusar al rubio de infidelidad o de dejarlo de amar?

No fue por defenderlo del dios que Wolfram fue secuestrado… No era su incapacidad y debilidad que no pudo cumplir las exigencias del dios para recuperar a Wolfram… No era su culpa que Wolfram no estuviera a su lado… ¿Con que cara reclamarle faltas?

-¿tú eres el maou?-Pregunto el tercer hijo del dios, se levantó y en el acto arrojo las cosas que comía y con curiosidad se acercándose a Yuuri y mirándolo fijamente cual bicho raro, similar a como hizo su hermano mayor- Eres tan enclenque como mamá…- fue directo. Yuuram tuvo que tomar al niño de una mano al notar que su padre ya no aguantaba más y su aura de maou se liberaba, incluso sus serpientes aparecían y miraban fijamente al mocoso, hasta parecía que si mataría al niño por ser quien era. Como si deseara borrar los obstáculos que aparecían. Y obvio que serían obstáculos: eran hijos de su madre, aun si su madre regresaba a su mundo esos medios hermanos no dejarían de ser sus hijos. No dejarían de ser el recordatorio del dios

-Papá. Solo es un niño…-Repuso. Mas el menor se le quedo mirando las serpientes entusiasmado. Miedo… aparentemente el niño no conocía tal sensación.

-¿Tu eres mi otro hermano?-Pregunto y sin decir nada le abrazo- Me alegra conocerte. Hahaue suele hablar de ti… -Miro al maou y también lo abrazo- de ti también… ¡Abrazos para todos!

Yuuri al igual que su hijo y el sabio solo se miraron se paralizaron, solo era un niño, un niño con un aura peligrosa pero al fin y al cabo un niño.

Yuuri suspiro resignado, enojado y frustrado. Solo era un niño… Fruto de la traición o una violación, pero culpa no tenía el niño de la actual situación.

-Mira el lado bueno Shibuya… Algo debe saber y quizás nos ayude con los pergaminos- animo Murata dándole leves palmaditas, mientras Yuuri caminaba sombríos en dirección de su castillo, solo basto unas semanas y el dios le dio tremenda paliza a su hombría y a su Psiquis.

… 

Gwendal, Gunter, Conrad, Cheri miraban al pequeño en el salón, a Yuuri hundido en su depresión sobre el trono y Yuuram dándole trayendo algunos dulces para el pequeño, mientras Murata explicaba lo ocurrido.

-Así que…- Dijo Gunter señalando al pozo sin fondo que resultaba ser el niño- ese es otro de sus hijos…

-Eso parece- repuso Yuuram mirando a su hermanito devorando un pastel entero y el resto de los dulces

-¡Oi!- repuso Cheri, acercándose al niño y mirándolo con detenimiento, pues no, no se parecía mucho a su Wolfram, pero supuso que si era su hijo al ver ese ojo esmeralda. Suspiro y le arrebato algunos dulces, y el niño la miro fijamente y algo serio- si comes tantos dulces de  golpe te dolerá el estomago

Jeu arqueo las cejas y mirándola a detalle, la mujer se parecía a su madre y recordando las historias de su madre ubico a la mujer. Era su abuela.

-Tu eres abuela ¿cierto?-Repuso aflojando la expresión de enfado de su cara. De ser un extraño o sus hermanos lo más seguro es que ya la hubiera golpeado, pero era su abuela, podía hacer excepciones, después de todo recordaba que esos seres eran débiles y se morían con facilidad.

-Hi- respondió la ex maou sonriéndole, aunque su origen fuera algo retorcido, debía admitir que era un niño lindo y aun siendo un semidiós, seguía siendo un niño y su nieto.

-No te preocupes. Puedo comer lo que quiera, además es normal según papá dijo… ya que mamá no pudo alimentarme como debía es normal que tenga hambre… Veras que cuando acabe este juego poder alimentarme. Papá dará un mejor cuerpo a mamá, uno más resistente que pueda alimentarnos como se debe…-Soltaba la bomba y Yuuri se paraba recordando los cuidados que requería Wolfram durante el año de vida de su hijo. El cómo lo alimentaba con su magia y su energía… las veces que lo veía cansado. Incluso al confesión de Murata cuando dijo que Shinou había cedido toda su energía a Wolfram para alimentar a Yuuram pues él tenía un alto poder mágico al ser el nuevo contenedor de la llave y también al ser el siguiente maou.

Sin pensarlo solo puso sus manos sobre los hombros del menor

-¡¿dónde está Wolfram?!-al final solo estallo. Jaripeo al menor, ya no le importaba el juego. Debía verlo saber que estaba bien. Como que un cuerpo nuevo. Se sentía tan confundido y molesto. Desesperado.

-No lo puedo decir…- dijo el niño al notar la desesperación del maou. Una de sus manos subió por su cara y acaricio su cabellera negra imitando a  su madre cuando lo mimaba o consolaba, pues sus hermanos solían ignorarlo- Mamá confía en usted. Yo creo que debe ser porque lo que dice de usted es verdad…- miro el techo del castillo- Quiero a papá… pero mamá jamas se muestra feliz cuando papá está cerca… Es raro... Mis hermanos también lo han notado, pero no dicen nada, ni hacen nada pues es papá, también lo queremos… Mamá siempre habla de este mundo, de ustedes… Y solo en eso momento lo veo sonreír… Mamá quiere regresar a este mundo- concluía comprendiendo a su madre y su voluntad- debe ganar el juego Maou. Mama confía en usted.

Concluía el tercer hijo del dios al ver las lágrimas salir del rostro del Maou. Se veía dolido, pero no tenía heridas. Solo lloraba y lo abrazaba.

Sus ojitos lo miraron fijamente. Nadie a excepción de su madre lloro frente suyo, e incluso su madre hacia mucho que jamas lloraba. El alguna vez trato de llorar, pero las lágrimas jamas brotaron, jamas sintió la necesidad de llorar, su única pena era no poder alimentarse, el resto… carecía de sentido. Sintió la calidez de ese hombre, era similar a la calidez de su madre. Su corazón latir acelerado… Desesperado anhelando solo una cosa: ver a esa persona. 

-shuuu- repuso el menor mientras Yuuri se levantaba. Había tenido suficiente, suficiente con esto. Con todo. Debía buscarlo, debía encontrarlo… debía protegerlo. Debía ganar este tonto juego.

El tercer hijo frunció el ceño mirándolo retirarse mientras Yuuram algo conmovido solo le tomaba del hombro

-Te llevare a tu habitación- dijo

-¿Eh?-cuestiono el tercer hijo sin saber si estaba bien o mal quedarse. ¿Sus hermanos se enfadarían?

-Si te quedas podrás comer todo lo que quieras- ánimo la ex reina y miro la cara emocionada del niño que asentía enérgicamente olvidándose de todo. A diablo las consecuencias. Sus hermanos lo dejaron atrás como siempre. Que tenia de malo quedarse en ese lugar y comer lo que se le viniera en gana, habían tantas cosas que deseaba probar. Además su madre venía a ese lugar.

-¡Me mataste!-Se quejó el mayor de sus hijo. Como si fuera una falta letal. Pero al ser hijos de un dios la regeneración de sus cuerpos era casi inmediata.

-¡Tenemos reglas!- repuso su segunda hija. Mirándolo seriamente

-¡Papá me mato…!- se quejaba el mayor aun noqueado por el acto salvaje de su hermana  tocándose el corazón

-Nadie puede romper las reglas- recordó el dios a sus descendientes. Su primogénito suspiro acercándose a las esferas y tomo una

-lo sé- repuso- pero pusiste las cosas de forma injusta- acuso a su progenitor mirando a su madre reflejado en la esfera, la estaba pasando mal, pero ¿cuándo la pasaba bien?… Supuso que nunca.

-Era necesario para que comprenda que nada de ese mundo es eterno o verídico… se resignara y quedara aquí con nosotros por la eternidad- concluyo y los dos hermanos se miraron asintiendo. Que les podría importar a ellos el ex esposo de su madre, cuando preferían tenerlo en ese espacio y mundo artificial como siempre. Que les importaba lo que su madre quería si era por si bienestar y el de ellos.

Pues a su parecer su madre como todos los seres de ese mundo era alguien frágil y delicado cual flor requería mucho cuidado, más si estaba en ese cuerpo que carecía de magia y no era otra cosa que un simple mortal. Lo peor es que ellos no sabían ser cuidadosos y siempre terminaban lastimándolo, por eso odiaban que su madre fuera débil, que no pudiera alimentarlos como debió. Si cambiaba su cuerpo… si se volvía como ellos sería más divertido. 

Si accedieron a este tonto juego era por satisfacer el capricho de su madre y obligarlo a desistir de sus intentos absurdos de escapar del mundo artificial que su padre creo para su habitad, para que dejara su mortalidad y se uniera a la inmortalidad que ellos tenían y si vivir juntos eternamente como un solo ser.

-como sea. En vez de armar este show… la próxima vez solo bórrale la memoria y fin- repuso su primogénito que fue testigo innumerables veces cuando su padre simplemente doblegaba a su madre con su poder y lo convertía en una marioneta que obedecía sus designios o solo lo tomaba y hería en el acto. Cuantas veces el mayor miro ese cuerpo destruido regenerarse a duras penas por voluntad de su padre. Cuantas veces dejo de ver el brillo de vida en su madre. De los tres fue quien vivió más con su madre y compartió sus desventuras. De los tres era quien más odiaba su debilidad y su vida pasada. Quien más conocía a su madre y su corazón.

Wolfram caminaba y pensaba en tantas cosas, más al descubrir la esencia de sus hijos en dirección del castillo de Shinou comprendía el plan dios. Los hijos que tuvo con el dios eran seres que tomaban su última esperanza como si fuera un camping y recorrían el mundo de su marido y único amor como su zona de juego y en un simple descuido podrían provocar destrucción, guerras como quería el dios.   

Mirando el poblado ahora que si lo comprendió… sus hijos eran las herramientas perfectas para destruir el reino de Yuuri y al mismo Yuuri. Se sentó sobre el suelo ante la mirada molesta de los transeúntes. Estaba cansado de caminar, sudoroso y mal oliente. Pero con los sentidos prendidos.

-¡Maldito seas!- repuso poniéndose de pie. El dios deseaba no solo ganar el tonto juego, sino destruir a Shin Makoku. Jamás olvido la negativa de Yuuri a su petición y su terquedad de mantener la paz. Claro si ese dios jamás se dignaría a perder.

Notas finales:

Siguiente capitulos:

El baile

No todo lo que brilla es oro

Oscuridad

Nacimiento de un pecado... Ira

 

 

 


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