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Te Odio por Yugui

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Capítulo 3 “Sálvenme”

Era una noche oscura y siniestra, en una habitación donde la luz de las velas no sirven de nada, no llegan a iluminar la oscuridad que trae consigo una cruel venganza. El conde que estaba completamente al descubierto sintió una leve briza enfriando su cuerpo. Unos bellos ojos se abrieron, todavía algo adormilado se levantó frotando aquel lugar donde tiene la marca. Y Moviéndose entre las cortinas que lo envolvían a causa del viento, logró llegar al enorme ventanal queriendo cerrarlo, antes de poder cerrar la segunda ventana, un sobre entró y cayó en medio de su habitación. Esto sorprendió un poco al Conde, quien cerró todo rápidamente y tomó el sobre.

 

Aún te sigo buscando, persona bella”

 

Esas palabras retumbaban en la mente del chico. Luego de leerlo, comenzó a temblar y a rasgarse el cuerpo. Podía sentir las manos que lo tocaban indecentemente, las extrañas caricias, el aliento de varios hombres rozando su nuca, los golpes, el maltrato, el horror, se repetían en su cuerpo como aquella vez.

Las palabras que despiertan el lado débil de aquel que ya no tiene nada.

Ni la mansión, ni la venganza, nada serviría para borrar aquellos recuerdos. Solo los hacían volver una y otra vez para atormentar su mente.

Quizás si lo haría la muerte.

No necesitaría tener más en su cabeza la imagen de su familia muerta, ni su hogar en llamas, menos aún el horror que sufrió.

Ya no era un niño, ya no podía reír, quizás vivir era una excusa de su mayor miedo, aceptar la realidad y simplemente partir, como lo hubieran querido sus padres.

En realidad aquel día, aquel día ese niño ya había muerto.

Y ahora un cuerpo, con un alma rota que no vive sino que solo existe camina por esa casa enorme, ahora ya nada tiene sentido. Ahora en la soledad de la noche la sangre recorre su espalda a causa de las heridas que un pasado oscuro le generan.  Todo su cuerpo arde, pero no es más que un cuerpo, no es más que algo tan pasajero como la felicidad.

Su ojo celeste ya no brillaba, cayó al suelo desmayado. Y la sangre seguía brotando. Simplemente no quiso respirar.

 

A la mañana siguiente, Sebastian llegó de hacer un encargo. Y se encontró con la más extraña escena. Mientras Ciel se sentó, al mismo tiempo le advertía que esperaba un buen desayuno, porque el hambre lo “mataba”.

A Sebastian comenzaron a temblarle las manos, queriendo acercarse al joven para curarlo. El niño simplemente lo apartó golpeando sus manos.

-No me molestes demonio, ¡reacciona!-

Sebastian se alejó no comprendía muy bien lo que le pasaba.

-A ti te conviene que yo muera, si me suicido mi alma te la quedas, así que solo déjame. En la tarde sabré si vivir para hacerte miserable, o morir.

El mayordomo estaba desconcertado, -¿Pasó algo durante mi ausencia?-

Otra vez quieren llevarme, pero ésta vez prefiero morir a volver a ese infierno.

Sebastian seguí sin entender nada, de todas formas esta él.- Me tiene a mí-

-No soy ingenuo, confiar en un demonio, además quizás siempre fue mi destino-

 

Ciel se levantó, estiró todo su cuerpo, y medio desnudo, además de que no se colocó el parché salió al salón principal de su mansión donde se tiró mirando hacia una cúpula tragaluz.

“Nunca más, aunque Dios o el Demonio lo quieran

Nunca más”


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