Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Burning Slow por Naga

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

16

JiMin lo estaba ignorando...

 

¡Mierda!

¡JiMin lo estaba ignorando!

 

Si NamJoon creía que las cosas no podían ponerse peor, ahí estaba. Se habían puesto peor.

 

En un momento JiMin era lo único que NamJoon tenía a su alrededor, y al siguiente, desaparecía como si nunca hubiera existido. Una nube de humo entre sus manos que NamJoon nunca sería capaz de sostener.

¡Joder!

Aquello estaba muy mal, pero NamJoon lo extrañaba muchísimo. Lo necesitaba como aire para respirar y no tenerlo cerca le hacía un daño físico que casi no podía aguantar.

JiMin ya había hecho algo parecido en otra ocasión, y era extraño para NamJoon el no estar arrastrándose en su dirección suplicando por su perdón.

 

Y es que la lejanía de JiMin había conseguido apaciguar la voz. Por cada día que JiMin fingía que NamJoon no existía, la voz iba perdiendo fuerza, la presión alrededor de su cuello haciéndose más débil con el paso de las horas.

NamJoon debería sentirse mejor, pero no había forma de que tener a JiMin ignorándolo lo alegrase.

Aun así, no hacía nada para arreglarlo. Miraba a JiMin desde una distancia segura, mordiéndose las uñas con ansiedad por no saber qué estaba sucediendo, temiendo que cualquier movimiento en falso pudiera hacer despertar la voz de la D mayúscula, que parecía estar empezando a dormirse.

 

— Vas a llegar al hueso como sigas mordiéndote las uñas así — se burló JungKook, la botella de agua pegada a sus labios para ocultar su sonrisa jocosa.

 

NamJoon se sacó los dedos de la boca, como si no se hubiera dado cuenta de lo que había estado haciendo hasta que JungKook lo mencionó, viendo como todas las uñas de su mano derecha estaban tan mordidas que había llegado a la carne y en cualquier momento podría empezar a hacerse sangre.

Pero es que a cinco metros de ellos, JiMin y TaeHyung estaban abrazados en el suelo de la sala de práctica, sus brazos y sus piernas enredados, mirándose a los ojos con sonrisas acarameladas, hablando a una cercanía y con una intimidad que hacía que NamJoon no pudiera apartar la mirada de ellos, muriéndose de los celos.

 

NamJoon cerró los ojos para dejar de mirar, soltando un largo suspiro resignado mientras se golpeaba la coronilla repetidamente contra el espejo en el que se había apoyado para descansar.

 

— Y si sigues haciendo eso, vas a romper el espejo y tal vez nos mates — le regañó de nuevo el menor, esta vez más serio y molesto por el peligro que suponía el autocastigo constante al que NamJoon se sometía.

 

— Hasta para mortificarme doy pena, JungKook-ah... No valgo ni para eso... — murmuró, luchando contra la necesidad de volver a posar sus ojos sobre JiMin y TaeHyung, vigilando. Sabía de sobra que esos dos siempre habían sido así de pegajosos, pero no podía evitar sentirse celoso cuando no había tenido opción de estar así con JiMin en mucho tiempo.

 

— A lo mejor podrías dejar de mortificarte... — aconsejó JungKook con tono ligero, pero cargado de significado y preocupación mal disimulada — No sé... como sugerencia... — NamJoon abrió los ojos para mirar al menor de reojo, riendo secamente por la propuesta. O quizá riéndose de sí mismo, llegando a un punto de patetismo semejante que hasta el menor de sus dongsaengs tenía que sentarse con él a darle consejos — No te rías, hyung, sabes que tengo razón... Llevas un tiempo demasiado tenso. Necesitas relajarte.

 

— Creo que se me ha olvidado cómo hacer eso... — suspiró de nuevo. No importaba las veces que lo hiciera, la tensión en su pecho nunca se aliviaba.

 

La enigmática risa de JungKook le llamó la atención, pero cuando miró al menor, lo único que pudo ver era un malicioso brillo de diversión en su mirada.

 

— Dijiste que no ibas a volver a fijarte en chicas por mucho tiempo, hyung... — notó cómo JungKook hacía una pausa dramática para darle especial énfasis a lo que iba a venir a continuación. NamJoon se preparó para escuchar cualquier barbaridad que estuviera pasando por la mente del más joven en esos momentos — ¿pero qué hay de los chicos?

 

— ¡JungKook, por favor...! — gruñó NamJoon, rodando los ojos, molesto porque hasta el maknae se burlara de él.

 

— Yo nunca te juzgaría, hyung — le prometió JungKook, reprimiendo las risas mientras volvía a beber un trago de agua.

 

NamJoon no le contestó, pero el peso de los últimos comentarios de JungKook se quedaron flotando en el espacio entre ellos. Conocía lo suficientemente bien a su compañero de habitación como para saber que había algo más, que tenía algo en aquella juvenil y post adolescente retorcida cabeza suya que se estaba muriendo por decir.

 

— ¿Qué tal unas piernas esculturales enfundadas en vaqueros slim y rematadas por unas Converse rojas, hyung? — preguntó de pronto JungKook, peligro y anticipación en su voz, sus ojos brillando en diversión malintencionada — ¿No sería esa una buena distracción?

 

NamJoon notó sus músculos tensarse ante la mención de su pequeño fetiche, lanzando una fugaz mirada hacia JiMin, quien había empezado con sus ejercicios de estiramiento mientras él había estado hablando con JungKook, siendo su generoso trasero lo único que veía en ese momento.

Una explosión de deseo lo recorrió de arriba abajo al imaginarse a JiMin como única definición de las piernas esculturales que JungKook le describía.

Joder, sí... Esa sería la perfecta distracción. Lo único que NamJoon necesitaba.

 

El fuego que lentamente ardía en su corazón, aquel que se había ido haciendo cada vez más pequeño por la culpabilidad y el resentimiento que NamJoon sentía hacia sí mismo de repente se enardeció, creciendo y envolviéndolo, recuperando la viveza con tal fuerza que parecía que nunca se había enfriado.

 

— No necesito más distracciones, Kookie... — murmuró, la mirada perdida en la nada, intentando que las llamas que ardían en su interior no se vieran reflejadas en sus ojos.

 

No podía avivar esa llama.

Simplemente no podía.

 

JungKook palmeó su muslo con fuerza, consiguiendo dejar una picazón en la pierna de NamJoon con la forma de su mano.

 

— Las distracciones vienen solas, hyung. No puedes controlarlo todo, así que déjate llevar y disfruta el momento, ¿de acuerdo?

 

NamJoon miró anonadado y boquiabierto cómo JungKook se levantaba y se iba corriendo a unirse a los estiramientos con JiMin y TaeHyung, dejándolo con la sensación de que le había dado la clave para resolver un complicado enigma, pero NamJoon no había sabido interpretarla correctamente.

 

¿Disfrutar el momento? ¿Qué momento?

Si JungKook pretendía jugar con su frágil mente, desde luego que lo había conseguido.

 

Confundido, buscó la mirada de JungKook, pero al dirigir su atención hacia el lugar donde los más jóvenes estiraban, se encontró con los ojos de JiMin clavados en él.

Creía que JiMin lo estaba ignorando porque estaba enfadado con él, pero viendo la forma en que lo estaba mirando en ese momento, NamJoon consideraba que aquello no tenía sentido.

No encontraba resentimiento ni molestia en su mirada chocolate. Había otra cosa que NamJoon no sabía descifrar. Algo intenso y que lo asustaba hasta hacerle temblar como una hoja, algo parecido a lo que sintió en el backstage de la KCON en Los Ángeles. Pero aun así, NamJoon no podía dejar de perderse en ese sentimiento, regocijándose en la felicidad de que JiMin estuviera mirándole de esa forma tan nueva y desconocida a él, y solamente a él.

 

 

 

17

La habitación estaba sumida en una atmosfera pesada y sofocante. En penumbra, con los rayos de sol de la mañana filtrándose entre las rendijas de la persiana, NamJoon podía ver perfectamente el desorden que poblaba el dormitorio que compartía con JungKook, pero su mente nublada por el sueño a penas era capaz de procesarlo.

Había dormido un total de dos horas aquella noche, si es que a aquello se le podía llamar dormir.

NamJoon había estado trabajando en su portátil hasta la madrugada, el calor haciendo imposible que consiguiera conciliar el sueño, y aun cuando lo había conseguido, éste había sido ligero e incómodo, ahogado en su propio sudor, su subconsciente trayendo a la superficie las preocupaciones de NamJoon, llenando sus sueños con las desconcertantes palabras de JungKook, y de la penetrante mirada de JiMin.

 

Había escuchado a JungKook salir de la habitación hacía más de una hora, madrugando más de la cuenta para salir a correr como cada mañana cuando sus agendas se lo permitían. Desde entonces había permanecido en un incomodo duermevela, durmiendo a ráfagas y despertándose con los sonidos lejanos del cuarto de baño, el agua de la ducha, la cisterna, el brushbrush de alguien cepillándose los dientes, sonidos que de algún modo lo tranquilizaban, mandándolo de nuevo a la inconsciencia.

 

A la hora señalada, un coro de despertadores comenzó a sonar en toda la casa por segundos de diferencia, empezando por la alarma de HoSeok, seguida por la de SeokJin y continuando con la de NamJoon, que empezó a pitar de forma atronadora a sólo unos centímetros de su cabeza.

NamJoon la apagó prácticamente nada más que empezó a sonar y se permitió remolonear un poco más en la cama, dejando que los demás se le adelantaran en la pelea por el baño.

 

La casa comenzaba a cobrar vida demasiado rápido y él todavía se sentía como un zombie.

En un periodo de cinco minutos, SeokJin y JungKook habían entrado dos veces cada uno a intentar despertarlo lo suficiente como para que se pusiera en marcha, pero NamJoon no se sentía con energía suficiente. Necesitaría uno de esos cafés de tamaño gigante y súper cargados de los que YoonGi se metía al cuerpo durante la mayor parte de la jornada si quería estar lo bastante espabilado como para cumplir con sus deberes del día.

 

Con todo su cuerpo agarrotado y chillando de dolor, NamJoon consiguió incorporarse y bajar los pies de la cama, sentándose en el filo de ésta y tomarse otros pocos minutos, bien para reunir fuerzas para levantarse del todo o bien para replantearse todas las malas decisiones de su vida, empezando por acostarse a las seis de la mañana la noche anterior.

 

Se frotó el cuero cabelludo un sinfín de veces, escuchando las voces de sus compañeros por el pasillo, intercambiando adormilados saludos de buenos días, comentando quién sería el siguiente en el baño o retándose a tener el valor para entrar a despertar a Suga.

El ruido de un secador le hizo gruñir, su cabeza demasiado embotada como para soportar sonidos tan fuertes.

 

La habitación olía a cerrado y hacia tanto calor que NamJoon temía por la temperatura que haría cuando salieran al exterior y se pusieran en camino a sus quehaceres.

 

NamJoon se decidió a ponerse de pie. Lo primero que necesitaba era un gran vaso de agua y un chute de cafeína en vena. Tal vez una ducha fría a continuación, si tenía tiempo para ello.

Con los pies descalzos arrastrándose por el suelo de parqué, NamJoon se puso en marcha, antes de que SeokJin entrase en la habitación con zapatilla en mano, dispuesto a darle unos cuantos golpes hasta que se levantara, harto de ir a llamarlo.

 

NamJoon salió bostezando, frotándose los ojos para eliminar los restos de sueño de forma poco eficaz. Aun sentía que los parpados se le pegaban incluso estando de pie y por un momento se planteó la opción de decir que estaba enfermo y volver a la cama.

Fue sólo por un momento.

Un momento hasta que consiguió entreabrir los ojos y darse cuenta de que alguien estaba en el pasillo.

JiMin estaba en el pasillo. Quieto y mirando en su dirección.

 

NamJoon siempre había creído que la mejor forma de empezar un día era cuando la primera persona a la que veía era JiMin, pero se replanteó aquella creencia por completo tras darse cuenta lo que tenía ante sus ojos aquella mañana.

 

De repente, NamJoon dejó de tener sueño. Dejó de tener sed. Dejó de tener vida y lo único que sentía era calor. Mucho calor.

Sus ojos se abrieron desmesurados y tomó una sonora bocanada de aire que retuvo en su interior, dispuesto a convertirlo en puro fuego abrasador.

 

No había duda de que JiMin era lo más hermoso que jamás había visto, pero aquella mañana, parecía que se había propuesto matarlo con su belleza, utilizando todas sus armas para que NamJoon no pudiera huir nunca de él.

JiMin estaba arrebatador, mostrando sus preciosas clavículas con una camiseta con un cuello demasiado ancho como para no resultar provocativo. Sus apetecibles y musculosos muslos se dibujaban a la perfección debido a unos vaqueros que se aferraban a sus piernas como una segunda piel.

Y llevaba Converse.

 

Converse. Converse. Converse.

Converse altas de color rojo en sus pies.

 

¡DIOS!

 

El cerebro de NamJoon entró en combustión espontanea mientras toda la sangre bajaba a hacia el sur de su cuerpo, proporcionándole una erección instantánea imposible de disimular.

JiMin estaba arrebatador y NamJoon se moría por tenerlo entre sus brazos. Necesitaba besarlo hasta quedarse sin aire, arrancarle una a una esas prendas que JiMin sabía perfectamente cuánto lo provocaban y encerrarse en la habitación durante una vida entera para demostrarle a ese mocoso indecente y desvergonzado cuanto lo había amado y deseado en secreto durante los últimos dos años.

 

Con una sonrisa encantadora, JiMin se aproximó suavemente hacia él y NamJoon necesitó agarrarse con las dos manos al marco de la puerta para no lanzarse sobre él, la culpabilidad por sus infames pensamientos siendo lo único que lo frenaba.

¡Pobre criatura confiada e inconsciente! ¿Acaso no veía el deseo y la desesperación que NamJoon se esforzaba por controlar?

Por lo visto no, pues JiMin no tuvo la menor vergüenza al acercarse tanto que NamJoon podía respirar con obsceno deleite el cálido aliento que chocaba contra su rostro.

 

JiMin a menudo lo torturaba con esa proximidad. A ese pequeño descarado le gustaba desafiarle de aquella forma, imponiéndole su presencia, retarle a que se apartara, obligándolo a tensarse, a echarse hacia atrás para controlar los deseos de besarle.

NamJoon siempre cedía un poco, temeroso de no ser capaz de dominar a su lado menos racional, pero en esta ocasión no se movió. Todo su cuerpo rígido y duro, tenso como las cuerdas de una guitarra, deseando convertirse en piedra para no comerse a JiMin ahí mismo, a la vista de todos.

Pero es que no podía apartar la mirada de esos apetecibles labios. No podía dejar de mirar cómo dibujaban la más bella de las sonrisas, cómo se entreabrían y dejaran ver ese diente torcido y quebrado que hacía su sonrisa más tierna y única, cómo esa lengua rosada y provocativa asomaba para humedecer sensualmente esos labios, haciendo que NamJoon se desesperase por probarla.

 

Aquello era peligroso, pero NamJoon no podía escapar.

No importaba cuan duro estaba siendo, prefería quemarse en la tortura de aquel deseo que seguir viviendo estando lejos de JiMin.

Prefería morir teniendo a JiMin tan cerca sabiendo que no podía tocarlo que vivir un segundo más mirando desde la distancia.

NamJoon se estaba consumiendo en ese fuego, pero era condenadamente feliz.

 

— Buenos días, NamJoon-hyung — la voz áspera e intensamente masculina de JiMin en las mañanas siempre le había hecho un poco débil en las rodillas cuando la escuchaba, pero en aquella ocasión le hizo temblar de arriba abajo al escucharla desde tan cerca. La forma y la gravedad con la que dijo su nombre mandó una descarga eléctrica por todo su cuerpo, su erección pulsando en apreciación.

 

NamJoon se sintió incapaz de contestar al saludo; sentía que si intentaba abrir la boca, se pondría en evidencia con un gutural gemido que no podría contener. Tragó con dificultad el nudo que se le había hecho en la garganta y expulsó sonoramente el aire que había estado conteniendo por la nariz, intentando sentirse mejor. Necesitaba refrenar sus instintos o terminaría arrancando el marco de la puerta... o algo peor.

 

Casi terminó de volverse loco cuando JiMin se mordió el labio inferior, tratando de esconder una sonrisa pendenciera. Sus manitas, con los dedos llenos de anillos se alzaron en el ínfimo espacio que había entre ellos, una cerrada en un puño delante de su boca, la otra a unos milímetros del pecho de NamJoon, como si no se atreviera a tocarlo. Y hacía bien, porque si llegaba a posar esa mano sobre su piel, NamJoon no sería capaz de responder por sus actos.

Ese maldito mocoso sabía lo que estaba haciendo. Sabía muy bien los estragos que estaba causando en la mente y el cuerpo de NamJoon. No había forma de que estuviera ahí plantado tan cerca de él, desplegando todos sus encantos frente a sus narices sin que supiera lo que estaba provocando.

¿Y Converse? A ninguno de sus compañeros se le ocurriría llevar Converse en casa sabiendo el obsceno fetichismo que sentía NamJoon hacia ese tipo de calzado.

 

NamJoon deseaba bajar la mirada entre sus cuerpos y volver a echar un vistazo a los pies de JiMin calzados en Converse, pero no podía apartar la mirada de sus labios, completamente hipnotizado por cada pequeño movimiento, desasiéndose por besarlos.

 

No sabía si habían pasado segundos u horas, pero JiMin no parecía nada molesto por la cercanía y la tensión que había entre ellos. NamJoon no sabía si se había percatado de la erección que se marcaba en torno a su ajustada ropa interior, pero aparentaba estar demasiado complacido para ello en comparación a la incomodidad que NamJoon sentía con toda la situación.

Confuso como nunca había estado, NamJoon buscó la mirada de JiMin, encontrándose aquellos ojos que adoraba clavados en los suyos. Podría mirarlos todo el día, sin una gota de maquillaje en ellos, su forma almendrada perfecta, sus parpados un poco hinchados por el sueño, el encantador aspecto que adquirían cuando sonreía formando dos finas medias lunas de pura felicidad, la manera en que sus pupilas se convertían en chocolate líquido cuando reía, cuando miraba a sus compañeros con amor, cuando miraba a NamJoon a los ojos...

Había tantas cosas que no sabía leer en ellos... Pero sí había algo que podía descifrar en aquellos momentos. Los ojos de JiMin brillaban de la misma forma que había brillado reflejando los fuegos artificiales dos años atrás. Brillaban con un fuego que NamJoon conocía muy bien, un fuego que ardía en su corazón desde hacía mucho tiempo. Brillaban con euforia y anticipación.

Brillaban con esperanza. Con amor.

 

JiMin fue el primero en romper el contacto visual, sus mejillas arreboladas y su sonrisa mucho más tímida. Sus manos cayendo a sus costados, rindiéndose antes de llegar a hacer ningún contacto con NamJoon.

Sólo cuando dejaron de mirarse, NamJoon sintió que podía volver a respirar.

 

— ¿Tienes los chokers de Hobi-hyung? — preguntó finalmente JiMin después de la eternidad que había parecido el tiempo que pasaron mirándose a los ojos como si hubiera desaparecido el mundo que los rodeaba.

 

NamJoon sintió un gruñido salvaje atascándosele en la garganta, pugnando por salir.

¿Un choker? ¿JiMin quería ponerse un choker para terminar de rematarlo? ¿Quería que NamJoon lo violase acaso?

¿Había algo más tentador que aquello?

 

Con un esfuerzo titánico, NamJoon asintió con la cabeza, incapaz de articular una palabra coherente con su boca. Y con mucha fuerza de voluntad, consiguió soltar su mano del agarre que lo había mantenido sujeto al marco de la puerta para no poner sus sucias manos sobre la irresistible figura de JiMin.

Se apartó para dejar a JiMin pasar a su habitación, dejando un pequeño espacio entre su cuerpo y la puerta por el que JiMin se vio forzado a pasar de lado, encogiéndose todo lo que su estilizado cuerpo le permitía para no rozar si quiera NamJoon.

 

JiMin se dispuso a hurgar entre sus cosas con la confianza que le otorgaba el haber estado compartiendo espacio con sus compañeros durante los últimos seis años.

Le daba la espalda a NamJoon, fiándose completamente de que no haría ninguna locura.

Sería tan fácil para él cerrar la puerta con seguro y encerrar a JiMin ahí dentro, donde ninguno de sus compañeros pudiera rescatarlo, donde NamJoon tendría todo el tiempo del mundo a su disposición para desvestirlo lentamente y alabar su cuerpo como se merecía.

Su trasero y sus muslos eran una vista celestial con esos vaqueros. NamJoon había intentado evitar pensar en lo maravilloso que sería recorrerlos con sus manos, besarlos y morderlos, dejar marcas que todo el mundo pudiera ver... En aquellos momentos era casi imposible no dejar volar su imaginación, estaba muy excitado e hiperconsciente de todo cuando JiMin hacía, y lo único que deseaba en aquel momento era aproximarse al menor desde atrás y aprisionar su cuerpo contra el armario, llenar su cuello de besos y recorrer su cuerpo desnudo con las manos.

 

— JiMin.

 

No sabía qué había pretendido al llamarlo, pero en cuanto el nombre del bailarín había salido de entre sus labios, un sentimiento de desprecio y asco hacia sí mismo paralizó su cuerpo.

Su voz había salido ronca y repugnantemente obscena. La erección en sus pantalones latía furiosa deseando liberación. Los repulsivos pensamientos que había tenido hacia su compañero de grupo lo golpearon como una bola de demolición, haciéndole sentir nauseas.

La forma inocente y cándida que JiMin tuvo de darse la vuelta cuando lo llamó, ignorante completamente de los sucios pensamientos que NamJoon estaba teniendo hacia él, lo hicieron sentirse avergonzado de sí mismo, obligándose a no mirarle a los ojos, abochornado por su comportamiento.

 

No podía seguir ni un segundo más en presencia de JiMin sin hacer una tontería o seguir mancillando aquel inmaculado cuerpo en su mente.

La manera en que trató de ocultar su rostro con las manos y en la que salió de la habitación como alma que lleva el diablo no tenía otra definición más que huir. NamJoon huyó, corriendo por el pasillo, desesperado por encerrarse en el cuarto de baño.

TaeHyung salía de allí y NamJoon lo empujó inconscientemente de su camino, cerrando la puerta con seguro en cuanto encontró refugio.

No perdió el tiempo en quitarse la ropa que llevaba puesta. Enajenado completamente, desesperado por encontrar algún tipo de alivio, se metió en la bañera y abrió el grifo del agua fría al máximo para apagar ese fuego que lo consumía.

Su pijama se empapó al instante, pero eso era lo último que le importaba en esos momentos.

 

Cuando empezó a tiritar por la baja temperatura que empapaba su cuerpo, NamJoon sintió que los pensamientos racionales volvían a su cabeza.

El horror y la realización de lo que acababa de pasar lo golpearon, a punto de derribarlo. La erección dolía, incapaz de calmarse debido a la sobreestimulación de sus pensamientos, pese a que su cuerpo no había recibido ningún tipo de atención.

El miedo se apoderó de él al pensar las implicaciones que conllevaba el que JiMin hubiera actuado de aquella forma. Ninguno de sus compañeros se pondría unas Converse rojas en su presencia de forma fortuita.  JiMin no se había vestido de esa manera por casualidad. Había una intención, había alevosía y NamJoon estaba aterrado por lo que eso podía significar.

Pero la posibilidad de que JiMin estuviese haciendo aquello para incitarlo no era lo más increíble de todo. Lo más increíble era que la voz de la D mayúscula no había dicho ni una sola palabra al respecto.

 

 

 

18

¿Voz? ¿Qué voz? ¿Había habido una voz en su cabeza alguna vez?

NamJoon casi no podía recordar la pesadilla que había sido tener que aguantar esa voz negativa en su cabeza durante tanto tiempo cuando lo único que tenía en su mente ahora era a JiMin.

 

Tenía que reconocer que, después del impacto inicial, tener a JiMin revoloteando alrededor de una forma tan sumamente sexy era lo mejor que le podía haber pasado en la vida.

No podía quitarle los ojos de encima. Simplemente no podía. Quería estar con él a todas horas y se ponía sumamente ansioso si lo perdía de vista, aunque fuera por un momento.

 

NamJoon no había cambiado de parecer al respecto de que era el ser más rastrero del universo por estar pensando aquellas cosas sobre su compañero de grupo, por haberlos fallado mientras estaba intentando olvidarse de él y por cómo JiMin lo había ignorado durante días hasta que rompió la ley del hielo en el momento que empezó a usar Converse todos los malditos días, pero por ese mismo motivo, era el más feliz de los seres rastreros del universo.

 

Aunque en las últimas semanas JiMin y él se habían comportado como completos desconocidos, aunque NamJoon había hecho todo lo posible por evitar al favorito de sus dongsaengs, NamJoon había perdido toda su fuerza de voluntad para seguir manteniéndose alejado de JiMin cuando obviamente el menor estaba haciendo el mayor de sus esfuerzos por llamar su atención usando cada día diferentes combinaciones de camisetas blancas, vaqueros azules y esas Converse rojas que le hacían perder la cabeza.

 

Aún se sentía un poco culpable porque no había hablado propiamente con JiMin. No le había preguntado por qué lo había estado ignorando ni por qué estaba haciendo todo ese paripé de las Converse, y tampoco había tenido el valor de disculparse por su actitud esquiva, pero eso no parecía ser un problema para que el ambiente entre ellos volviera a ser relajado.

JiMin siempre había sido el que más ayudaba a NamJoon a relajarse con interminables charlas de madrugada, leves caricias en su cabello y prolongados silencios en los que sus respiraciones se acompasaban, creando un ritmo calmante y tranquilizador. Pero NamJoon sintió que había llegado a la cúspide de sus sentimientos cuando sólo con estar cerca de JiMin se sintiese lleno de energía y positividad.

NamJoon gravitaba alrededor de JiMin como si fuese su sol, como si cada segundo que se mantenía alejado del menor su vida se convirtiese en noche y amaneciera cada vez que sonreía mirándolo a los ojos.

Ni si quiera necesitaba de su contacto y sus caricias reparadoras, su sola presencia ya era la mayor de las bendiciones.  

 

Era estúpido, pero todo aquello tenía sus ventajas.

Podía ser que cuando JiMin no estuviera cerca para actuar como un faro en la oscuridad NamJoon se encontrara un poco ansioso y perdido, pero era en esos momentos de noche e incertidumbre en los que NamJoon sentía que la inspiración bullía en sus venas y se elevaba a la máxima potencia.

NamJoon sólo necesitaba traer la imagen de JiMin a su cabeza durante un segundo para tener horas y horas de entusiasmo y concentración para trabajar.

 

YoonGi y HoSeok, así como P-Dogg y los otros productores de BigHit no podían dejar de alucinar con él.

Cuando sólo un par de semanas atrás NamJoon no había sido capaz de estar más de cinco minutos sentado en una silla con la mente enfocada, ahora estaba componiendo y creando canciones con la facilidad y la rapidez de quien lo había hecho toda la vida.

Y aunque estuviese siendo inspirado por lo que sentía por JiMin, esas canciones no tenían nada que ver con Converse High. No eran canciones superficiales, las letras no hablaban sobre estúpidos zapatos; eran liricas profundas y llenas de sentimientos. Eran buenas canciones, con las que muchos podían sentirse identificados, canciones que tocaban el corazón de las personas.

 

Había una en concreto con la que NamJoon estaba obsesionado.

Era una canción que estaban preparando para el nuevo álbum y le habían mandado una guía a él para que trabajara en ella y pensara en cómo hacerla funcionar para que fuese lo bastante buena como para que vendiera.

A NamJoon se la sudaban las ventas en ese momento, lo único en lo que podía pensar era en lo bien que sonaba y las millones de ideas que le daba.

 

NamJoon había estado muy perdido en la oscuridad, confuso por sus sentimientos, por lo incorrecto que era amar a su compañero en silencio. Los secretos que debía esconder lo consumían y había llegado a tocar fondo después de perder la fe en todo.

Sin embargo, perder el camino era la única forma de volver a encontrarlo.

JiMin se había lanzado a las aguas turbias y tenebrosas de sus miedos para tenderle una mano, para salvarlo de su propia oscuridad e iluminar su camino.

No eran solo unas Converse. Era la voluntad inquebrantable de JiMin, haciendo cualquier cosa con tal de que NamJoon fuera feliz.

Y eso se merecía una carrera musical completa llena de canciones de amor dirigidas a la misma persona.

 

Suerte que NamJoon era inteligente y bueno con las metáforas, o de lo contrario, tendría interminables horas de trabajo en canciones que no podría mostrarle a nadie por ser demasiado obvias sobre a quién iban dirigidas. Y aunque esa canción estuviera inspirada por JiMin en toda su extensión, NamJoon estaba seguro que nadie podría adivinarlo.

 

Estaba tan emocionado con ella que llegó un punto que necesitaba escuchar la letra interpretada por una voz de verdad.

NamJoon estaba escribiendo esa canción especialmente para los vocalistas y su voz áspera no era digna de cantar esas palabras y armonizar esa melodía tan especial. Por eso le pidió a JungKook ayuda para que la cantase por él y grabarlo para utilizarlo de guía.

 

Había acordado encontrarse con JungKook a las siete de la tarde en el estudio de grabación, después de que el menor hubiera terminado con sus prácticas vocales.

NamJoon estaba emocionado. Se pasó todo el día dando botes en su silla de trabajo, consiguiendo que Suga le golpease varias veces en la nuca porque no paraba de desconcentrarlo con tanto nerviosismo. Estuvo haciéndole pequeños arreglos a la canción durante todo el día, quería que estuviera perfecta cuando JungKook la cantara.

 

Cinco minutos antes de que diera la hora acordada, NamJoon se apresuró a apagar su equipo y a recoger sus cosas, el pendrive que contenía la pista musical y los papeles donde había escrito y reescrito cien mil veces la letra, saltando de su asiento para lanzarse en dirección al estudio, incapaz de esperar más tiempo.

 

Cuál fue su sorpresa al abrir la doble puerta de seguridad del estudio de grabación cuando se encontró que JungKook no estaba solo allí, esperándolo, mucho antes de la hora a la que habían quedado.

La mirada estupefacta de NamJoon encontró primero a JungKook, de pie en medio de la estancia, con la mano enterrada en el cabello de TaeHyung.

TaeHyung estaba a la izquierda del menor, sentado en la silla de escritorio dedicada para el ingeniero de sonido que debía manejar la mesa de mezclas para la grabación, cuyo lugar pensaba ocupar NamJoon aquella tarde.

Finalmente, NamJoon notó la presencia de JiMin, repantingado en el pequeño sofá de piel de la estancia, y no pudo evitar detenerse a apreciar lo sumamente perfecto que se veía. Su cabello negro como el ébano, suave y esponjoso, cayendo sobre su frente y dándole un aspecto sumamente encantador.

La camiseta sin mangas dejaba a la vista sus fuertes brazos y parte de sus costillas marcadas; ésta vez JiMin había cambiado las camisetas blancas que había estado llevando durante los últimos días por aquella, de color negro, tal vez aburrido de la monotonía del blanco, tal vez porque se le habían acabado las camisetas blancas limpias y JungKook no le había dejado coger una de las suyas. No era como si NamJoon se atreviera a preguntar. Pero si debía ser sincero, siempre había pensado que JiMin estaba más arrebatador vestido completamente de negro.

Lo que no había cambiado habían sido los vaqueros azules por los cuales NamJoon se sentía un poco culpable, pero por los que no podía evitar babear. JiMin debía pasar mucho calor esos días por culpa de la gruesa fibra vaquera de esos pantalones, por suerte, aquellos tenían rotos tan grandes en las rodillas y en los muslos que debían servir de algo para refrescar un poco sus piernas.

Y por supuesto, no podían faltar las Converse rojas. NamJoon ya no se sorprendía de verlas día tras día en sus pies, aunque seguía teniendo el mismo efecto en él que la primera vez que las vio en JiMin, menos salvaje, menos intenso, pero igualmente devastador.

 

Aunque le costó unos segundos de más ser capaz de apartar la mirada de JiMin, sentado en el sofá con las piernas abiertas de una forma tan viril y seductora, NamJoon fue capaz de volver a la realidad, mirándolos a los tres con confusión, mientras la línea maknae al completo le regalaba sendas sonrisas compinchadas.

 

— ¿Qué hacéis todos aquí? — preguntó NamJoon, rascándose la cabeza por encima de la gorra vuelta que llevaba.

 

— Tres voces son mejor que una, ¿no? — fue la sencilla respuesta de TaeHyung, que sonrió ampliamente hacia NamJoon.

 

—JiMin y TaeTae se autoinvitaron cuando les dije que había quedado contigo para grabar la guía en la que estás trabajando — se excusó JungKook, aunque a juzgar por su efervescente ánimo, estaba más que encantado de que sus amigos lo acompañasen — Espero que no te moleste que vinieran...

 

— Para nada — aseguró NamJoon, tranquilo y relajado como no lo había estado en todo el día — Como dice Tae, los tres haréis que suene mejor. 

 

NamJoon se acercó casualmente a ellos, extendiendo los papeles que llevaba en su mano hacia JungKook, pero fue TaeHyung quien se los arrebató de un tirón, siendo mucho más rápido que el menor, apresurándose a echarle un vistazo.

Tuvo la intención de reír cuando JungKook se giró hacia TaeHyung con mirada asesina y los dos empezaron a pelear como niños por ver quién era el primero en leer la tan esperada canción en la que NamJoon llevaba trabajando como un condenado durante los últimos días, sin embargo, NamJoon dejó de prestarles atención cuando sintió un ligero toque en la punta de sus dedos.

 

Curioso por el cosquilleo que había sentido con aquel leve roce, NamJoon se aventuró a descubrir qué había provocado tan agradable sensación, encontrándose de inmediato la dulce mirada de JiMin buscando la suya. JiMin sólo había rozado la yema de los dedos de NamJoon con las suyas y ese simple roce había conseguido enviar agradables oleadas de fuego por todo su cuerpo.

JiMin sonrió y NamJoon no pudo evitar sonreírle de vuelta, tímido y sintiendo sus mejillas arreboladas.

TaeHyung y JungKook discutían entre ellos, demasiado ensimismados como para prestarles atención, fue por eso que NamJoon reunió el valor para buscar un nuevo contacto con JiMin, buscando acariciar con la punta de sus dedos la sedosa piel de su muslo a través del roto del pantalón, muy casto y sutil, pero más atrevido de lo que NamJoon acostumbraba a tocar al menor.

JiMin bajó la vista, la caída de ojos más bonita que NamJoon había visto nunca, y de inmediato volvió a alzar la mirada, observando a NamJoon entre sus espesas pestañas oscuras, su mirada derritiéndose como el chocolate, mientras NamJoon se dejaba atrapar en ellos.

 

— ¡Lo vas a romper, estúpido! — vociferó JungKook, haciendo que se reventara la burbuja en la que JiMin y él se habían sumergido.

 

Porque NamJoon no había estado solo allí, de eso estaba seguro.

 

— Vamos, no os peleéis — pidió con suavidad, aun con la cabeza en las nubes, levemente preocupado por el futuro de sus letras, pues, aunque se las sabía de memoria, sólo tenía una copia escrita de ellas — Podéis repartiros las líneas como queráis... aun no había pensado en ello, así que ya que estáis los tres, podemos grabar varias versiones a ver cual funciona mejor. Me gustaría escuchar el estribillo cantado a coro y luego, cada uno por separado.

 

— ¡Me pido la parte del rap! — gritó TaeHyung de repente, levantando la mano con animosidad cuando JungKook consiguió arrebatarle por fin los papeles.

 

 NamJoon lo observó por un instante, confuso.

 

— Las estrofas son muy cortas — comentó JungKook, tarareando algunas de las frases que venían escritas del puño y letra de NamJoon — ¿Cuál es el rap?

 

— ¿Ah? — NamJoon los miró a ambos rápidamente, buscando por ultimo a JiMin como si intentase encontrar una respuesta a lo que los otros estaban preguntando — No... No hay rap... — de repente sintió tres pares de ojos taladrándolo — Es una canción para vosotros y para Jin-hyung... Sólo vocal...

 

JungKook y TaeHyung lo miraron shockeados. NamJoon no quería ver la reacción de JiMin, o creía que se moriría de vergüenza.

 

— ¿Es... Es un outro? — inquirió TaeHyung con la expresión en blanco, aun sin salir de su asombro.

 

— No. Es una canción completa. — explicó NamJoon con decisión — Me gustaría que dure al menos tres minutos.

 

NamJoon estaba muy orgulloso de su canción, era la primera vez que trabajaba en una canción exclusivamente vocal y estaba deseando escucharla cantada por ellos, pero mentiría si dijera que no habría preferido verlos contentos y agradecidos en lugar de tan sorprendidos.

 

— ¡Es increíble, NamJoon-hyung! — la voz de JiMin rompió el mutismo de la habitación, siguiendo por el crujido del sofá cuando se levantó, acercándose a NamJoon para abrazarlo por la espalda, posando la barbilla en su hombro, donde encajaba perfectamente — Has estado trabajando todo este tiempo en una canción para nosotros — tener a JiMin tan cerca lo hacía sentirse especialmente consciente de su pequeño cuerpo tan pegado al suyo, pero sentirle hablando casi en su oído, con su cálida respiración chocando directamente contra la piel expuesta de su cuello sólo le producía escalofríos de placer — ¡Muchas gracias, hyung! Estoy deseando cantarla.

 

JiMin dejó caer los brazos lentamente, asegurándose de mantener contacto con el cuerpo de NamJoon durante todo el proceso, y se desplazó con gracilidad para hacerse con las letras de la canción. De inmediato, TaeHyung y JungKook estallaron en gratitud y halagos hacia NamJoon.

Después de eso, NamJoon se aseguro de que se pusieran a trabajar, luchando por  hacer que los efusivos menores se centraran y por recuperar su propia concentración.

 

Les puso la melodía para que la escucharan y les marcó los tiempos. Les dejó que se relacionaran con las letras y les hizo varias indicaciones que ellos captaron rápidamente, sincronizados debido a todos los años que llevaban trabajando juntos. Le preguntaron tanto como necesitaron y NamJoon respondió a todo con paciencia, confiando por completo en su canción.

 

 Los vocalistas entraron a la pecera con confianza y NamJoon se dispuso frente a la mesa de mezclas, notando cómo sus manos temblaban de nerviosismo.

Creía que sería sólo JungKook quien grabaría la pista guía de su canción, y no se había preparado mentalmente para que JiMin estuviera ahí, cantando con su maravillosa voz de contratenor las líneas que NamJoon había escrito pensando en él.

Le habría gustado que SeokJin también estuviera allí, ya puestos a grabar la canción, quería hacerlo bien, pero no había forma de que molestara al mayor, sabiendo lo ocupado que debía estar en esos momentos.

 

JiMin derrochaba energía y pasión, cantando cada estrofa con la vehemencia de quien ama lo que está haciendo. Sus ojos cerrados, sacando toda la potencia de la que su voz era capaz con un poderío capaz de derribar montañas.

NamJoon no necesitaba escuchar la canción finalizada para saber que funcionaba perfectamente aun estando inacabada. No había más que ver cómo JiMin la cantaba, contagiando a sus compañeros de ese ímpetu, convirtiéndola en todo lo que NamJoon había soñado que fuese.

 

NamJoon sabía que esa canción conmovería miles de corazones, comenzando con el suyo, el cual vibraba y se agitaba en su pecho, extendiendo ese estremecimiento por todo su cuerpo cuando JiMin abría los ojos y cantaba mirándolo directamente al alma.

 

Perder el camino era la única forma de volver a encontrarlo. NamJoon se perdió, pensando que una desconocida sería la única que podría encontrarlo, cuando, en realidad, su camino siempre había estado frente a sus ojos, donde JiMin le extendía la mano para caminar juntos, siendo él el único que siempre podría hacerle encontrarlo.

 

 

 

19

NamJoon abrió la puerta del frigorífico y trató de meter la cabeza dentro, luchando por enfriar sus pensamientos. Tenía un incipiente dolor de cabeza taladrándole las sienes debido al calor y aun sentía la abrasadora sensación en la punta de sus dedos tras haber tocado a JiMin, su cordura aun temblando tras contemplar la intensidad con la que JiMin cantaba su canción.

 

Podría haberse quedado un rato más en el estudio, disfrutando del aire acondicionado y escuchando en bucle la pista guía que acababan de grabar; después de todo, aun necesitaba algunos arreglos y escuchándola se había dado cuenta que había palabras que no terminaban de encajar bien y un compás que se quedaba un poco cojo hacia la mitad de la canción, más un montón de fallos que Suga le encontraría cuando la escuchara, siempre para mejorar, pero los menores le habían invitado a irse a casa con ellos y NamJoon no se sentía con ganas de decir que no cuando veía la esperanza en los ojos de JiMin al pensar que los iba a acompañar.

Después de todo, NamJoon estaba seguro de que no habría podido concentrarse en los arreglos ni intentándolo durante toda la noche. No cuando tenía la ardiente mirada de JiMin grabada a fuego en su mente, nublando todo su juicio cada vez que NamJoon cerraba los ojos.

 

NamJoon simplemente se dejó llevar por los menores, cediendo antes sus miradas de cachorro y sus promesas de pasar lo que quedaba de tarde jugando unas partidas a Mario Kart.

Sin embargo ya era entrada la noche, el dormitorio estaba en calma total, y la temperatura no bajaba de los treinta y cinco grados aun cuando el sol hacía horas que se había escondido. Aunque se hubiera acostado más temprano para intentar recuperar horas de sueño, NamJoon no hacía más que dar vueltas en la cama, sofocado, y en cualquier caso, tener la cabeza entre sobras del kimchi de la semana pasada y una botella de dos litros de Coca-cola era una idea mucho mejor que seguir revolcándose entre sabanas sudadas.

 

— NamJoon.

 

— ¡Joder!

 

NamJoon se golpeó la cabeza con las baldas del frigorífico, saltando por el susto que le había dado escuchar su nombre viniendo de la nada.

 

— ¡Ese lenguaje!

 

Tal vez el ruido de los motores del electrodoméstico había sofocado todos los de la casa y por eso no había escuchado a SeokJin entrando en la cocina y encontrándolo de aquella manera tan vergonzosa.

Frotándose la coronilla, NamJoon sacó la cabeza del frigorífico con las mejillas arreboladas, avergonzado por tan comprometedora situación, enfrentando a su hyung, quien se había colado con el sigilo de un ninja y había asustado a NamJoon como si fuera el asesino de la motosierra.

 

— No me regañes, hyung — se quejó NamJoon, modulando la voz para no despertar a sus compañeros, pero sin dejar de parecer molesto — Me has dado un susto de muerte.

 

— No te habrías asustado si no estuvieras haciendo nada malo — objetó secamente SeokJin, apartando suavemente a NamJoon del frigorífico abierto para coger una botella de agua fría y servirse un vaso, haciendo que NamJoon se sintiera estúpido por no haber pensado en eso antes.

 

— Refrescarse no es malo... — NamJoon hizo un puchero, esperando a que su hyung no se terminara el agua y compartiera un poco con él.

 

— Meter la cabeza debajo del grifo de agua fría es más efectivo que meterla en el refrigerador, señor listillo — replicó SeokJin, arrastrando las palabras con tono cansado.

 

NamJoon no tuvo más que cerrar la bocaza, pues SeokJin sólo tenía razón. Tal vez si no tuviera tanto calor y sintiera la cabeza menos pesada, habría podido llegar a la misma conclusión, pero no cuando no era capaz de sumar dos más dos sin que se le friera el cerebro por el calor.

 

— ¿Tu tampoco podías dormir, hyung? — preguntó NamJoon cuando por fin pudo hacerse con la botella, optando por beber a morro en lugar de coger un vaso, ganándose una mirada reprobatoria del mayor.

 

— En realidad acabo de llegar a casa... He estado con Bang-PD trabajando en mi canción y se nos ha hecho tarde — explicó SeokJin, cruzándose de brazos y apoyando su cadera en la encimera, mirando tan fijamente a NamJoon que le hacía sentirse nervioso — Pensé que ya estarías todos durmiendo, pero me alegra ver que me equivocaba... Llevo algunos días queriendo hablar muy seriamente contigo y no encontraba el momento...

 

A NamJoon no le gustaba el rumbo que había tomado aquello.

SeokJin lucía agotado, su siempre hermoso rostro marcado con líneas bajo sus ojos y en torno a su boca, sus ojos entrecerrados por la falta de sueño y el exceso de trabajo. Sabía de primera mano que SeokJin estaba sobreesforzandose tratando de escribir una canción por sí mismo, sin ningún tipo de ayuda más que la de su jefe, y su cabezonería debía estar empezando a ser una de las principales razones de su fatiga.

Sin embargo, le había capturado a las tantas de la madrugada queriendo hablar en lugar de irse a descansar, por lo que debía ser un tema bastante serio, y NamJoon no estaba en condiciones para tratar temas serios. Y a juzgar por cómo SeokJin lucía, él tampoco.

 

—Podemos hablar por la mañana — sugirió NamJoon, tratando por todos los medios de posponer aquella conversación, fuese sobre lo que fuese, deslizándose disimuladamente para salir de la cocina antes de que SeokJin pudiera convencerlo de lo contrario — Podemos ir a tomar café y hablar tranquilamente...

 

— No — SeokJin fue rotundo, agarrando a NamJoon de la muñeca para impedir que se fugara e interponiéndose en su camino, arrinconándolo — No vas a escaparte esta vez.

 

NamJoon suspiró pesadamente, pasándose las manos por las cortas hebras de cabello rubio ceniza, disparando puntas en todas direcciones.

No iba a hacer cambiar a SeokJin de opinión. Su hyung era condenadamente testarudo, y empeoraba cuando estaba cansado.

 

— Hablemos entonces — cedió NamJoon con un largo suspiro — ¿Qué es lo que pasa que no puede esperar a mañana?

 

— ¿Tu le has dicho a JiMin que se ponga esas Converse?

 

NamJoon no sabía que le sorprendía más, si la pregunta en sí o el tono acusatorio e incisivo que SeokJin había utilizado.

 

— No— se apresuró a desmentir, calmado y firme, ligeramente ofendido por cómo SeokJin parecía estar recriminándole algo, aunque NamJoon no entendiera del todo el qué — JiMin ya es mayorcito como para saber cómo quiere vestirse.

 

— Si tú no se lo has pedido, entonces ¿por qué las lleva todos los días, NamJoon?

 

— ¡A mí también me gustaría saberlo! — gruñó NamJoon, alborotando aun más su cabello, frustrado, esforzándose por no alzar la voz para no despertar a nadie.

 

JiMin lo estaba volviendo loco llevando esas Converse cada día y parecía que NamJoon no era el único que encontraba ese comportamiento inusual. Ninguno de sus compañeros había vuelto a utilizar ese tipo de calzado desde que NamJoon hizo pública su fijación por ellas, y de repente JiMin empezaba a usarlas delante de él, taladrándolo con aquellas miradas fogosas, viéndose tan sexy que NamJoon no podía dejar de mirarlo ni un segundo.

 

— No quiero ni pensar en ello, hyung — confesó, buscando uno de los taburetes de la cocina para sentarse, evitando mirar a SeokJin de ninguna manera — Se me está yendo la olla con este asunto...

 

— ¿Y no piensas hacer nada? — siguió pinchando SeokJin, empezando a molestar a NamJoon con tanta insistencia pasivo-agresiva.

 

— No, no pienso hacer nada — respondió NamJoon, alzando la mirada, enojado con su hyung — Tengo una tonelada de canciones sobre las que preocuparme como para añadir eso a la lista. JiMin quiere usar Converse porque está increíblemente sexy con ellas y de paso a mi me alegra la vista. ¿Qué hay de malo en ello?

 

NamJoon supo que había hablado demasiado en cuanto esas palabras salieron de sus labios y vio la expresión anonadada de SeokJin, sus labios partidos y sus ojos a punto de salirse de sus orbitas por el desconcierto y la impresión.

Joder, por eso no quería hablar con SeokJin en esos momentos, estaba demasiado cansado como para medir las palabras y por el cabreo había destapado una pequeña parte de uno de esos secretos que debían mantenerse ocultos para siempre.

 

— Entonces admites que JiMin está usando Converse por ti — no fue una pregunta, si no una dolorosa afirmación.

 

— Mira, hyung, ya te he dicho que no tengo ni idea — intentó explicarle NamJoon de nuevo, con la poca paciencia que tenía en esos momentos — De todas formas, ¿por qué me atacas a mí con esto? ¿No deberías preguntárselo a JiMin? ¿A qué viene éste tercer grado?

 

— Yo creía... — SeokJin dudó, encogiéndose y tapándose el rostro con las manos, pareciendo avergonzado por sus pensamientos — Creía que la chica del aeropuerto tenía algo que ver con esto y tú... — parecía que SeokJin no era capaz de decir en voz alta lo que le atormentaba, pero NamJoon podía intuir de qué se trataba. SeokJin pensaba que estaba siendo él quien obligaba a JiMin a llevar esas Converse, y no pudo sentirse más enfermo por la forma en que su hyung pensaba de él — Está pasando algo entre JiMin y tú, y me molesta no saber qué es, NamJoon.

 

— No está pasando nada, Jin-hyung — mintió NamJoon, acariciando la espalda de SeokJin para calmarlo, intentar tranquilizarlo y que dejara de preocuparse de ello.

 

— Sí está pasando —NamJoon no podía verlo, pero parecía que SeokJin estaba llorando, o estaba a punto de hacerlo — ¡Está pasando algo con JiMin y contigo, y me aterroriza que eso pueda pasarle factura al grupo!

 

NamJoon siguió acariciando la espalda del mayor, tratando de tranquilizarlo, abrazándolo y consolándolo. NamJoon había tenido ese mismo miedo durante dos años y la sensación se había hecho ya un hueco permanente en su pecho, de modo que le era ya harto conocida, tan acostumbrado a ella que ya no se alteraba al sentirla.

 

— No tengas miedo, hyung — le habló NamJoon, tranquilizador — Nunca habrá nada entre JiMin y yo — prometió, ignorando el dolor que se extendía por su pecho al decir en voz alta aquellas palabras con tanta sinceridad. Se lo había dicho a si mismo durante dos años, pero ahora resultaba crudamente real y lacerante — Bangtan es mi prioridad y siempre lo será. JiMin es parte de Bangtan, y eso es lo único que es para mí, unas Converse no van a cambiarlo.

 

SeokJin levantó el rostro, y aun con los ojos rojos e hinchados, diminutas gotitas entre sus largas pestañas, dándole un aspecto angelical a sus ojos debido a la humedad. Seguía viéndose igual de guapo cuando sonreía hacia NamJoon, agradecido por el consuelo que le brindaba.

 

— Eres mejor líder de lo que Bangtan jamás habría podido soñar — aseguró SeokJin, dándole un fuerte abrazo — Gracias, NamJoon.

 

— De nada, SeokJin-hyung — NamJoon correspondió al abrazo, apretando fuertemente al mayor entre sus brazos, buscando su propio consuelo en una manera silenciosa e imperceptible, tratando de aliviar la angustia que aquella promesa había causado en él — Es el cansancio el que te juega estas malas pasadas... Vete a dormir, lo necesitas.

 

SeokJin se recreó un poco más en el abrazo antes de separarse con una pequeña sonrisa y desearle buenas noches a NamJoon, desapareciendo en el pasillo en dirección a la habitación que compartía con YoonGi.

NamJoon se quedó un poco más en la cocina, a la tenue luz que desprendía el frigorífico abierto, pensando.

 

Lo que había evitado pensar desde que estuvieron en Los Ángeles la última vez era ahora más real que nunca. Tan real que hasta sus compañeros habían empezado a darse cuenta.

 

JiMin tenía sentimientos por NamJoon

La verdad no era una novedad. NamJoon había visto algo en sus ojos, en aquel momento entre bambalinas en el KCON, cuando JiMin lo había tocado y había notado las chispas surgir entre ellos, y se había hecho aún más patente desde el momento en que JiMin había comenzado a llevar las Converse cada día.

NamJoon había tenido mucho miedo de admitirlo en aquel momento, y mucho más ahora, pero cada vez estaba siendo más evidente, no solo para él, si no para el resto de sus compañeros.

Había cada vez más tensión entre JiMin y él... las miradas, los gestos, los toques... la forma en la que ambos parecían incapaces de contenerse, de mantenerse demasiado tiempo alejados.

Pero ya habían llegado demasiado lejos. NamJoon no podía permitir que las medias tintas entre JiMin y él siguiesen salpicando tan descaradamente a sus compañeros.

 Iba siendo hora de acabar con aquella tensa situación.

Había llegado el momento de rechazar a JiMin, antes de que todo fuese a peor. Antes de que se saliese de control.

 

 

 

20

NamJoon no necesitó pensarlo si quiera, tan pronto como JiMin se sentó en su regazo, sus brazos actuaron por voluntad propia, rodeando la cintura del menor de forma posesiva.

 

No había ni un asiento libre en la sala de espera y aquello no tenía por qué significar nada, pero NamJoon no creía que JiMin lo hubiera elegido a él como butaca humana para reposar sus reales posaderas hubiera sido casualidad. JiMin prefería a JungKook o a Jin para ese tipo de contactos lejanos a la amistad y el compañerismo, pero no era como si a NamJoon le molestase, de hecho, estaba más que encantado.

Había estado muerto de aburrimiento los últimos veinte minutos, esperando a ser maquillado y peinado, hablando con HoSeok para matar el tiempo, pero con JiMin sentado en sus piernas, a NamJoon le era casi imposible seguir el hilo de la conversación con el mismo interés que antes.

 

JiMin parecía de lo más relajado y distraído y a NamJoon le estaba costando una barbaridad mantener sus manos para sí mismo.

Había tomado la determinación de cortar aquel problema de raíz desde que había tenido aquella desafortunada charla con SeokJin un par de noches atrás, pero algo en NamJoon seguía negándose a darse por vencido, probablemente su cabezonería y su orgullo, su testarudez a la hora de rendirse, o la certeza de que sus sentimientos por JiMin eran correspondidos.

Probablemente esa era la razón principal.

¿Cómo claudicar cuando, después de dos años de sufrir en silencio, JiMin empezaba a mostrar interés en él?

 

El futuro del grupo era su mayor preocupación, y mantenerse alejado de los problemas su meta principal, pero NamJoon era humano y tenía derecho a ser débil y flaquear cuando sus intereses personales se entrometían con su cometido como líder... ¿no?

 

NamJoon suspiró disimuladamente, intentando liberar algo de la frustración que se acumulaba en su pecho sin que HoSeok pensara que no le estaba prestando atención.

Sus manos picaban, cerradas en puños. Era una tortura tener a JiMin a esa distancia y no ser capaz de tocarlo. Aun recordaba cómo habían ardido sus dedos durante horas cuando habían rozado como por accidente la piel desnuda de JiMin, cómo había soñado cada noche por volver a sentirlo, ávido por algo más que una simple caricia con la yema de los dedos.

 

Intentando no descentrarse, contestó a HoSeok, apoyando su mejilla entre los omóplatos de JiMin, invadiéndose de inmediato de su calor y el intenso olor que desprendía su camiseta blanca, suave al tacto, como la seda al contacto con la piel de su rostro, aunque NamJoon habría preferido no tener nada que interfiriera en su camino para llegar a la piel de JiMin.

Era realmente difícil reprimir el deseo que sentía por dejar un camino de besos por la hendidura que marcaba la columna vertebral entre los músculos trabajados de su espalda, tan masculino y atractivo que a NamJoon se le hacía la boca agua.

 

Sintiéndose observado, NamJoon levantó la vista, encontrándose con la mirada reprobatoria de SeokJin clavada en él, vigilando sus movimientos, tratando de confiar en lo que NamJoon le había prometido la otra noche para calmar sus preocupaciones.

NamJoon no quería fallar a SeokJin, pero por nada del mundo iba a soltar a JiMin en esos momentos.

 

Sentía cómo SeokJin le acusaba con la mirada, «qué estás haciendo» preguntaban los ojos color caramelo del mayor.

Y NamJoon sólo podía contestarle con una mirada segura.

«Confía en mí»

 

Sólo cuando llamaron a SeokJin para ser maquillado, NamJoon volvió a respirar tranquilo sabiendo que durante un rato tenía vía libre.

Era su última oportunidad y necesitaba dar un paso más allá, confirmar todas sus sospechas. No podía pasar de hoja y seguir viviendo si no probaba un poco de a lo que pronto tendría que renunciar.

 

JiMin estaba cruzando todos los límites, poniéndose en evidencia delante de todos. Delante del resto de sus compañeros y del staff, de los managers, las maquilladoras, los estilistas, de los ayudantes de producción y de todo el mundo que tuviera acceso a la sala de descanso que les habían asignado mientras estaban siendo maquillados y preparados para aparecer en un programa de variedades.

NamJoon se había prometido acabar con todo, no había prometido hacerlo de inmediato, de modo que no había nada de malo si disfrutaba un poco más del momento mientras pudiera.

Aquello era lo que JungKook le había aconsejado, hacía ya lo que parecía una eternidad, y no era en absoluto una mala sugerencia.

 

Echando una rápida mirada analítica a su alrededor, se aseguró de que no había nadie mirando en su dirección. Nadie le estaba prestando atención a él o a JiMin. Los maquilladores y peluqueros estaban ocupados trabajando en poner guapos a SeokJin y a JungKook para la actuación, YoonGi estaba echándose una siesta en un rincón de la sala, HoSeok seguía hablando con él, pero su mirada estaba clavada en su móvil, buscando algo que quería enseñarle, el staff de la cadena iba de un lado para otro trabajando sin dirigirles ni una mirada, demasiado ocupados en sus asuntos, y JiMin estaba tan relajado sentado sobre sus piernas que era casi imposible no sucumbir a la tentación.

 

Con disimulo, NamJoon comenzó a soltar el férreo agarre con el que había intentado apresar a JiMin para que no se le ocurriera escapar, sólo para fingir estar buscando una nueva postura y que nadie notara cómo sus manos  se colaban por debajo de la holgada camiseta de JiMin. NamJoon esperaba que tanto el cuerpo de HoSeok, como el brazo del sofá y la capa de tela lo cubriese todo un poco, pues en cuando NamJoon entró en contacto con la tersa piel de JiMin, supo que nada podría detenerlo.

Lo que empezó como una tímida caricia en los costados del menor, pronto se convirtió en un lujurioso contacto.

 

NamJoon pensaba que podría mantenerse discreto, rozando con la punta de sus dedos disimuladamente. Sintió con todo su cuerpo cómo los músculos de JiMin se tensaban con el sutil primer encuentro, pero no hacía nada por detenerlo. JiMin se había quedado muy quieto en su regazo, y NamJoon podía sentir cómo esperaba a que él siguiera avanzando.

El fuego abrasador que empezaba en las yemas de sus dedos se extendió por todo su cuerpo lentamente, recorriendo sus brazos y calentando su pecho, dándole el valor para posar toda la extensión de su mano sobre la piel desnuda de la cintura del bailarín.

 

JiMin suspiró, moviéndose ligeramente, haciendo sentir a NamJoon que lo hacía para intensificar los roces, dándole permiso para continuar y hacer lo que le placiera. Y NamJoon no dudó ni un segundo en deslizar sus manos por su vientre, palpando su vientre ligeramente marcado con tal intensidad que parecía querer meterse bajo su piel.

 

Con la mente nublada por el deseo, necesitó hacer un gran esfuerzo por seguir la conversación con HoSeok, tratando mantener la respiración acompasada, luchando por no jadear, sintiéndose mal por no estar haciendo ni caso a su amigo, pero sabiendo que podría morirse feliz en ese mismo momento.

JiMin se derretía entre sus brazos, podía sentir sus músculos haciéndose gelatina ante su tacto, ardiendo por el deseo de intensificarlos. Notaba su piel ponerse de gallina cada vez que hacía un poco más de presión de la necesaria y eso sólo hacía que NamJoon empezara a perder la cabeza al luchar contra el impulso de arrancarle la ropa allí mismo.

 

— ¿Tienes frío, JiMin?

 

HoSeok pareció notar que al menor le sucedía algo, pero eso no detuvo a NamJoon de seguir su exploración, sólo suavizándolo un poco, dándole a JiMin espacio para contestar, acariciando tenuemente, como el roce de una pluma, con el dorso de su meñique, la línea que bajaba desde los pectorales hasta su ombligo, deleitándose por cómo JiMin contestaba con templanza y una sonrisa, pese a que NamJoon sabía lo muy afectado que estaba debido a sus atenciones.

 

— Estoy bien, gracias...

 

NamJoon escuchó con placer cómo aquella voz ronca delataba lo mucho que JiMin estaba disfrutando de sus caricias, haciendo que todos sus sentidos se enfocaran sólo en JiMin.

Estaba resultando una tortura mantener su respiración acompasada, reprimir la necesidad de besar cada centímetro de JiMin que estaba a su alcance, luchar contra el deseo de desnudarlo, de acariciarlo por todo el cuerpo, de mantener sus caderas quietas y reprimir la necesidad de frotar su entrepierna contra las tiernas nalgas de JiMin. Era una tortura, la mejor de las torturas.

 

Necesitaba calmarse, pero lo último que quería era apartarse de JiMin, volver a sentir el frío y el dolor que lo acompañaban siempre que el menor no estaba cerca.

Cerró los ojos, tratando de reunir la poca cordura que le quedaba, y fue en ese momento que lo sintió.

Sintió los fuertes latidos que reverberaban contra sus manos.

 

No era su propio corazón, de eso estaba seguro. Era el corazón de JiMin, el cual NamJoon podía sentirlo latir con tanta fuerza que podía sentirlo sólo tocándole el vientre con sus manos.

Con osadía, NamJoon buscó la fuente de aquel latido sin importarle si alguien más podría verlo, ascendiendo su mano izquierda hasta posarla sobre el pecho de JiMin, justo donde sentía el corazón latiendo cómo una bestia, como si estuviera intentando llegar hasta NamJoon.

 

Aquello había dejado de ser un lascivo sobeteo en público, convirtiéndose en algo mucho más íntimo y personal.

No había cabida ya para la lujuria.

Con ese simple gesto, sus cuerpos parecieron sincronizarse, tomando aire a la vez y soltándolo suavemente, calmándose en el acto, como si todo desapareciese a su alrededor, y sólo quedasen sus respiraciones acompasadas y sus corazones latiendo desbocados por la cercanía y la intensidad de los sentimientos que estaban experimentando.

 

Por unos momentos NamJoon pareció sumirse en una burbuja en la que lo físico trascendía y se convertía en algo más espiritual y único. No era sólo deseo y lujuria, era amor, amistad, afecto... Era saber que si miraba a JiMin a los ojos podría ver el universo reflejado en sus pupilas, su alfa y su omega, su principio y su fin estaba en JiMin, y si renunciaba a él, NamJoon renunciaba a su vida y a su pasión por todo, incluso por la música.

 

¿Hasta qué punto estaba bien desistir de sus sentimientos por JiMin por el bien del grupo, si eso les llevaba a que NamJoon no pudiera volver a escribir una canción, a interpretar la música como lo había estado haciendo hasta ahora?

 

— J-Hope-ssi, Rap Monster-ssi, los esperan para maquillarlos.

 

NamJoon abrió los ojos y sintió a JiMin saltar en su regazo, ambos perdidos y estupefactos al sentir como la burbuja se rompía de la peor de las maneras.

 

NamJoon sacó las manos de debajo de la camiseta de JiMin, presionando levemente sus caderas para instarlo a levantarse y dejar que se pusiera en pie.

No se miraron y NamJoon se alejó sin mediar palabra, dirigiéndose hacia la habitación contigua donde iban a ser maquillados. Pero lejos de sentirse abatido, NamJoon estaba pletórico, exultante, una sonrisa confidente dibujándose en su rostro mientras se alejaba.

¿Y cómo iba a estar triste si acababa de confirmar el peor de sus temores y la mayor de sus ilusiones?

 

NamJoon y JiMin estaban enamorados.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).