Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

My Name Is John Watson And I'm Not Your Husband por SweetandCoffe

[Reviews - 19]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

“Si me liberas, te mostraré algo muy interesante”

Bilbo frunce el ceño como solo él puede hacerlo. Sherlock mantiene su semblante tranquilo a pesar de estar fuerte y exageradamente atado a una silla.

“¿Qué cosa?” grita, más que dice.

“Libérame y te la muestro”              

Lo mira con más molestia y desconfianza, camina varios pasos cerca de él. Pero antes de que pueda decir que no y  declinar su única oferta, Sherlock habla.

“¿Ves esa mesa? Allí hay una cosa blanca con un dibujo de una manzana mordida encima”

Bilbo, sin quitarle los ojos de encima, se mueve caminando de espaldas lentamente hacia la mesa, y en un parpadeo encuentra el objeto del que le habla.

“¿Y qué con eso?”

“Tráela...”

Él vacila.

“¿Cómo sé que no es una trampa?”

“Es demasiado pequeña para ser una trampa, ¿no crees?” dice Sherlock. “Además, estoy atado. No podré hacerte nada aunque quisiera”

Bilbo lo vuelve a meditar por varios minutos, analizando cada milímetro de las expresiones que pone Sherlock. Luego, deja su arma de lado y toma al objeto.

“Aquí está... ¿qué de interesante tiene?”

Sherlock, quien por lo que parecieron horas de cuestionamiento de Bilbo,  ya comenzaba a cabecear, despertó con aquella pregunta.

“Ábrela”

“¿Qué la abra?”

“Sí, son dos placas juntas, trata de separarlas”

El castaño lo hizo con la duda en la punta de sus pulgares. Al ver que las capas no se separaban a un lado, trató con el otro a la sugestiva mirada del extraño, y lo logra, aunque no del todo. Las placas solo se habían alejado la una de la otra, sin separarse del centro.

Dentro, existen toda clase de signos extraños divididos por celdas, y en la otra placa, solo hay una superficie plana y brillante, donde se aprecia su reflejo completamente invadido por negro.

Trata de tocar una de esos signos, provocando un sonido que nunca antes ha escuchado, soltando la cosa -que afortunadamente cayó en el sillón- y volviendo a empuñar su cuchillo en lo que dura la mitad de un segundo.

“¿Qué es eso?” cuestiona con la ira inicial.

“No muerde... ábrela otra vez” exaspera Sherlock. “Te enseñaré a usarla, ¿está bien?”

Vacila y regresa al objeto de nuevo, lo huele y palpa antes de volver a abrirla, y trata de adaptarse al sonido que produce al tocar esos signos.

“Hay un botón a la derecha, presiónalo”

Bilbo lo hace, notando como la pantalla se torna de otro color y la cosa comienza a realizar sonidos aún más extraños. Con la incertidumbre y el miedo reflejado, sus manos están a punto de volver a soltar el objeto, sin embargo Sherlock grita a tiempo de salvar a su computadora de pagar el precio de la muerte.

“¡No la podrás ver si la rompes!”

Bilbo hace caso omiso al grito, y de hecho, se altera aún más que suelta el objeto y trae de nuevo a sus manos el arma que poseía. Sherlock suspira.

“Eso es una computadora, lo sabe todo”

“¿Me puede llevar a Erebor?”

“¿Qué? ¡No! No lo sé...” contesta Sherlock. “Pero puede enseñarte otras cosas”

Bilbo vuelve a tener un debate interno por algunos minutos hasta que la puerta del apartamento se abre con suma violencia. El castaño dirige su cuchillo al hombre que pretende acercársele, y Sherlock solo piensa que esto no puede irse a peores.

“Has venido a unírtenos” dice con gran sarcasmo. “Mycroft”.

 

 

“No puedo aceptar que medio Londres se venga abajo solo porque dejo que hagas tus propios asuntos, Sherlock” demanda su hermano, terminando de resolver los nudos de gran destreza que encerraban a Sherlock.

“No era algo que tenía apuntado en mi agenda, te avisaré para la próxima”

Mycroft pone la peor mueca de fingido desagrado y Sherlock su mejor de fingida empatía. Mycroft, que claramente siempre tenía un ojo en su hermano, se había fijado en varios detalles que dejó pasar solo porque se trataba de su doctor estrella, John Hamish Watson, quien ahora ha perdido la cabeza, diagnostica.

 “Mary Morstan fue arrestada después del asesinato de Charles Augustus Magnussen la pasada noche, aún tiene esperanza de salir si es que su esposo testifica en el caso, pero ciertamente, yo no haré nada por ella” habla Mycroft. “Ni tú lo harás… ¿no es así Sherlock?”

“Ni siquiera esperaba que ella tomase ese caso por mí” replica. “Desgraciada…”

“Sin embargo” interrumpe. “Se pide la obligatoria presencia de John en el juicio que tendrá lugar en dos días”.

Ambos se miran como si algo en la nevera hubiera empezado a pudrirse en ese instante.

“¿Qué pasó con John? Sherlock… ¿qué realmente pasó?”

“¡No lo sé! Lo encontraron en el pozo, lo trajeron al 221B Baker Street ya que fui el primer contacto en tomar el teléfono por él, despertó y en menos de un minuto ya tenía un cuchillo rozando mi garganta” responde histérico. “He estado cuestionándome qué le pasa a John Watson desde hace al menos 12 horas”.

“¿Qué te ha dicho?”

“Qué viene de un país llamado Erebor, que es esposo de un tal rey, que devuelva una piedra encantada y cosas que ni yo en mi estado más high he sentido”

Mycroft deja de dar vueltas por el piso y se sienta en frente del desconocido John Watson, ahora inconsciente. Cuesta tan solo un par de minutos para que Bilbo despierte, e intente forcejear los nudos que lo aprisionan.

“¡Déjenme ir, ladrones! ¡Pagarán caro ante el rey!”

Mycroft vuelve a pensar en todo lo que estaría haciendo en lugar de lidiar con un loco, Sherlock tiene una única idea.

“Hay que negociar con él” dice.

“¿Qué? ¡De ninguna manera!” responde Mycroft con horror.

“¿Qué piensas hacer con él entonces? ¿Encerrarlo en una torre y enseñarle a tejer?” contesta Sherlock, provocando una pequeña mirada de pavor en su hermano.

“No sabes nada… Sherlock”.

“Quizá no sepa nada, pero tú sí. Así que solucionas esto por el bien de Londres, o yo me encargaré de terminar de hundirlo”

Su hermano no termina de comprender de qué es capaz Sherlock, pero tampoco tiene urgencia de saber que es todo lo que haría por John. Después de todo, es el primer ser humano en crear un lazo tan fuerte con él.

Intenta escuchar cada punto que tiene que decir el extraño con cara de Watson frente suyo, y no tiene espacio para determinarlo como cierto, a pesar de que todas sus expresiones son de puro temor, desconcierto y transparencia.

“Yo sé cómo traer de vuelta a su hombre” concluye Bilbo.

“¿Y eso cómo se haría?” interviene Sherlock, aún más extrañado por toda aquella actitud en la que lo menciona. El castaño los mira con perspicacia, la cual termina disuelta algunos minutos después.

“Está bien, no lo sé” dice Bilbo. “Pero quiero volver a casa, ahora”.

Mycroft se regresa a la cocina por una taza de café sin agregar nada al respecto y Sherlock termina de hundirse en la silla de la desesperación.

“Seguro que John también…”

 

 

 

 

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).