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CUANDO LA NATURALEZA, LLAMA por Mariposa23

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La primera vez q perdió a Bocchan fue cuando Faustus le robo su alma. La segunda vez fue cuando el alma de Ciel y Alois se confundió. La tercera vez, la vencida. Fue cuando Hana* le trasformo en un demonio.
De estas experiencias, un residuo amargo quedaba. Era esa posibilidad de, sentir. En su existencia como demonio. La anomalía era la presencia de emociones. Y justamente él, un demonio q se preciaba de no sentir nada. Ahora estaba aprendiendo. Porque en cada ocasión, en la cual había perdido a su amo. Algo nuevo había aflorado en su fuero interior.
Como si la ausencia de Ciel, creara algo nuevo, algo inaudito dentro de su propia raíz demoniaca.
Desde la primera vez, en la q perdió el alma del niño. En cuanto se dispuso, a otra vez, vivir la venganza de Ciel. Su trato para con el niño, cambio; se izó algo menos. Arrogante, algo más permitente, más tolerante, algo gracioso entre ambos. Más gentil y pícaro.
En la segunda vez, literalmente. Conoció lo q eran los celos.
Nunca aborreció tanto las manos de los extraños sobre su amo. Como en aquel momento.
Le enloquecía pensar en lo mucho q estaban disfrutando de todo ello, ese maldito otro demonio. Eh incluso la mujer, o los trillizos. Sebastían creía q todos miraban con evidente deseo a Ciel. Claro era por el alma, tan maravillosa q poseía. Pero. También hasta el propio Claude lo había reconocido. Ciel no solo tenía una hermosa alma. Sino también un bello cuerpo, y una actitud q flecharía a cualquiera; por eso no era tan extraño q Ciel fuera un imán de problemas, la belleza siempre traía problemas.
Y hasta el presente, cuanta sangre tiene Ciel encima. Toda de gente, q murió en su nombre. Con una sonrisa en el rostro por proteger a su dios. Por q eso era Ciel para muchos. Un ángel humano, uno errante q hacia equivocar a otros. El nuevo ídolo de su siglo.
Pero es más, no solo los de la casa Trancy estaban cautivados. Eran los de la propia mansión Phantomhive, los q también había quedado malsanamente seducidos por Ciel. Sebastían no era tonto, él era testigo de las miradas tan atentas, de las cordialidades. Sabia q toda estaban colgados por Ciel.
Y francamente. Lo irritaba hasta volverlo loco.
Pero la última vez, la tercera y definitiva vez q lo perdió. Algo de eso. Le molesto a Sebastián. Al margen de lo obvio claro está.
Era el hecho de ser, solo una obligación para su amo.
Sebastián sabia q Ciel era demasiado orgullosos como para romper una promesa. O su palabra. Entonces si ambos seguían juntos por toda la eternidad seria por q Ciel dio su palabra en ello y no planeaba faltarse así el respeto, al retractarse.
Y eso no lo toleraba.
Eso. Lo mataba.
¿Por qué? No sabría responderlo.
Buen en realidad si eran justos con las cuentas. La actitud de Sebastían había empezado a cambiar, cuando su Bocchan lo sorprendió aquella vez, en la cual recupero por sí mismo su película de vida.
Cada palabra q pensó, cada cumplido q soltó. Fueron tan, honestos.
Por eso no pudo matar a es ángel genocida. Tuvo q dejarlo vivir. Solo por el placer de arrodillarse, una vez. Frente al orgulloso amo. Aquel niño. Solo para continuar sirviéndole. Tuvo q alargar, el contrato antes de su fin. Si tan solo hubiera adivinado q Ciel le sería robado, tiempo después. Sebastián abría… abría hecho algo al respecto. Tal vez huir, muy, muy lejos con su amo. Y ocultarlo de todos y de todo. Para q Ciel solo fuera de él.
Ciel, Ciel era sorprendente. Tan listo, tan fuerte. Tan frágil, tan triste. De quien era Ciel, eso había sido el primer anzuelo para Sebastían. Y ahora todo lo q era ese chiquillo, le funcionaba como una enorme red de pesca. Ciel lo había capturado.
¿Para siempre?
Sí.
Pero, ya meditando en serio sobre toda esta situación de, pérdidas y recobros; había algo más. Era como si. La misma naturaleza les enseñara algo. La constancia de los actos formaba un patrón y patrón un desempeño productivo o improductivo. Deja huella. Como los surcos de un camino.
Como sea. Esto se estaba volviendo un hecho en la vida de un demonio y contratista.
Pero ¿Por qué?
Que era lo q la naturaleza quería decir. Porque esto ocurría.
Puede q esa noche tuviera sus respuestas. Pero aun lo ignoraba. Lo importante, es q tal vez. Ciel y Sebastían lo descubrirían juntos.

Otra noche, tal y como lo habían sido las últimas noches. Sebastían y Ciel se desplegaban solo entre la oscuridad, como dos sombras en pena q buscaban su descanso en paz también.
Pero aquello no estaba ni cerca de ser la paz. Era una guerra. O amenos un genocidio a sangre fría.
Después de pasar un tiempo en la nada. Ciel empezó a sentir “hambre” ese tipo de hambre q siente un demonio.
Pero como Ciel no estaba dispuesto a ser el “contratado” de algún humano. Decidieron ir a poblados casi deshabitados de la tierra. A robar alamas. Un saqueo espiritual.
Sebastían no se podía quejar. Tenía comida más de la q podía engullir. Y aun q Ciel fuera torpe a la hora de, “hacer las cosas”. La crueldad de aquel niño no tenía igual. Sebastían ni como demonio había presenciado a un ser tan metódico; a la hora de arrasar con poblados enteros. No perdonaba a nadie ni siquiera a los animales.
Ciel era una peste.
Una muerte lenta q te mataba no, en silencio. Ni de manera estrepitosa. Solo un a cada segundo algo dentro de ti, iba colapsando en un ruido insonoro. Sebastían sospechaba q eso era lo q Ciel había vivido en carne propia, cuando fue humano. Una muerte interna por una reacción en cadena de mal funcionamiento.
Ciel, era estupendo.
Ya habían acabado en ese lugar, y ya casi estaba amaneciendo.
Quizás Ciel se puso nostálgico. Cuando de repente decidió apartarse del camino solo unos segundos.
Y otra vez, la historia de su vida se repetía. Por q era su cuerpo frágil, volando por los cielos, de arriba abajo siendo, transportado contra su voluntad a algún sitio. Tal vez, un shinigami. O un demonio Ciel estaba aburrido solo de pensar.
Y ya podía imaginar la burla en el rostro de Sebastían aquel, atrevido mayordomo q tenia. Le restregaría en la cara el ser, secuestrable. Como en los tiempos antes de su trasformación. Ciel también se preguntaba ¿Por qué siempre lo secuestraban?
Pero no hubo tal sonrisa burlona. Es más, Ciel no tuvo q ni llamar a su demonio. Una enorme sombra negra, arrollo al ser sobrenatural q lo estaba llevando. Y en cuanto su cuerpo se vio sin sostén alguno, empezó a caer por lo cielos, hasta ser abrazado en el aterrizaje sobre los brazos de su mayordomo. Entonces la mirada de Sebastían no mostraba ni un ápice de insana diversión. Nada q de lo q hace tiempo le habría mostrado a Ciel.
Y Ciel ya está harto de esta actitud. Sabia q Sebastían lo odia, por haberlo obligado a permanecer a su lado. Pero él no lo había hecho querido. Fue un error…
¿Lo fue?
Pues Ciel no se arrepintió tanto cuando supo q Sebastían estaría para siempre a su lado.
Eso hasta ahora. Últimamente.
Porque ya era insostenible la actitud de Sebastían.
Asique Ciel. Quizá llevado por la ira, o la adrenalina. Tomo una decisión.
C-Sebastián. Vete. Es una orden. No regreses. Nunca más a mi lado. Te libero del contrato.
Pronuncio con más odio cada palabra hasta q al final no le dio la voz, para seguir hablando.
Se dio la vuelta y escondió sus ojos bajo su flequillo. Algo le decía, q a veces su mirada podía traicionarlo…
En cambio Sebastían tembló de auténtica ira, cuando escucho las palabras de su amo.
Su forma demoniaca se liberó instantáneamente, y sin medir consecuencia alguna. Todo su ser. Abrazo a Ciel, en lo q tenia q ser un doloroso estrecho de un interior demoniaco…
Ahora, casi lo pierde cuando otro demonio quería llevarse a su amo. Pero justo cuando lo recupero, es para dejarlo ir otra vez. Y esta definitiva, irreversible. Si Ciel lo libera. Entonces no abra más. No abra oportunidad a perderlo de nuevo por q ya Ciel no regresaría a él. Y él no podría regresar a Ciel.
Algo de su propio interior, se negaba a soltar al niño.
S-¿Por qué será q siempre lo pierdo Bocchan? Eh perdido su alma más de una vez. Aun así no le lo ha reprochado. Solo me dio la orden de encontrarla. Donde sea q este, a cualquier costo. Sin importar el tiempo. Bocchan usted q tiene un intelecto tan privilegiado. Dígame ¿no encuentra un habito sospechoso, allí? ¿Qué nos dice, la vida misma, cuando usted se escapa de mis manos como agua?-Sebastían poseía un millón de murmullos ahogados entre la piel del cuerpo humano q Ciel le había dado. Pero cuando está libre su verdadera esencia aquellos susurros también quedaban libres. Y hubo algo dentro de lo q decían las voces q le llamo la atención.-tal vez. Bocchan esta situación es, cuando la naturaleza llama. Y ahora, me está llamando a su lado. Porque parece q siempre lo pierdo para rescatarlo. Como si se me quisiera enseñar, lo q significa para mi perderlo. Pero solo es aprendizaje, no se trata de apartarlo de mi permanentemente así q al final de la lección me lo devuelven. No si q haya olvidado. Lo q. Sentí. Cuando se planteó la posibilidad de volver a tenerlo…
Ciel quedo callado no pudo ni responder. Y Sebastían dejo de hablar.
Lo único q hubo. Fueron dos esencias demoniacas.
Libres, fusionándose.
Porque Ciel no podía estar sin Sebastián y Sebastían no podía estar sin él. Era desde la misma naturaleza el hecho de q ambos debían estar juntos. Y Ciel seguiría siendo raptado hasta q, ambos lo entendieran. La razón por la q debía estar juntos.
Aun q ahora tal vez, ya no tuvieran q estar más separados.
Lo habían entendido ¿no?

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