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Belleza por Oblivious

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Notas del capitulo:

Muchas gracias a aquellas que han dejado review expresando su gusto por lo que he escrito <3<3

Todo mi amor hacia ustedes.

Taehyung no gustaba de la vida que se llevaba dentro de aquel castillo.

 

Tres días bastaron para comenzar a sentirse hostigado. Cada vez que le era posible, el pequeño se escabullía de las sirvientas personales que se encargaban de sus cuidados e iba a la parte superior del castillo. Y agradecía que, de hecho, no se le obligase a salir luego de allí puesto que no tenía la opción de viajar por todo el gigantesco lugar por su cuenta. No al menos hasta que fuera oficialmente la pareja del imponente asesor. Sin embargo, a pesar de ello, el mismísimo Jung Hoseok le permitió el acceso a aquel sector.

 

Era el único sitio realmente agradable allí, donde cada puerta, por más escondida que estuviera, parecía estar con un gigantesco soldado de la guardia real vigilando. Un respiro dentro de lo que era aquella fortaleza. Despejado y sin guardias que obstruyeran la vista. Simplemente singular.

 

Las mucamas, muchas ya mayores, de vestimentas simples pero lejos de ser horribles, le trataban con delicadeza, consultándole cada mínimo detalle para la boda, y en tan sólo tres días, aquello ya era hartante.

 

El rey propuso que la boda fuera llevada a cabo en menos de un mes, lo más pronto posible. Mientras que el señor Jung había contrarrestado que si ansiaba un casamiento pronto y sin inconvenientes, este en dos meses debería ser, porque, de ese modo, podría hacerse cargo de lo necesario y estar libre la semana de celebración de bodas correspondiente sin ningún problema.

 

La boda sería en dos meses y la única opinión/orden de Jung Hoseok, respecto a su propio casamiento, es que las flores fueran solamente blancas y rojas. Lo demás era decisión del menor.

 

Y Taehyung, tal como había creído que sería, supo que a su señor no podría importarle menos aquel evento.

 

Jugó con los mechones de su cabello, observando hacia el gran ventanal de su dormitorio y disfrutando de la luminosidad de la luna que parecía querer adentrarse a sus aposentos. Aquel cuarto era tan grande como la humilde casa en que vivió hasta sus doce años. Lo único triste es, que era tan espaciosa y falta de calor, que sabía que sería incapaz de acostumbrarse a ella.

 

Se levantó, buscando uno de los grandes abrigos que ahora eran parte de sus pertenencias, y abrió las cortinas y ventanas, saliendo al balcón.

 

Desde el borde del mirador extendió su cuerpo, lo suficiente para poder visualizar el dormitorio del señor Jung. Como pudo notar, en su corta estadía hasta ahora, aquel hombre parecía nunca dormir. La amarillenta luz de probablemente muchas velas penetraba las cortinas y daba a entender que esta sería una noche más sin dormir del que es la mano derecha del rey.

 

El pequeño se sentó en el piso, apoyando el costado su cabeza contra uno de los pilares. Se acurrucó, mirando algunos de los grandes árboles frente sus ojos, y finalmente cayó dormido. Todavía era incapaz de adaptarse a una cama para dormir nuevamente.

 

[ … ]

 

Taehyung escuchó cómo era llamado por su nombre repetidas veces.

 

Abrió sus ojos con pereza, agotado, porque sintió de golpe su descanso de pocos minutos.

 

—Joven Kim, despierte, no puede dormir allí. Tiene que acostumbrarse a dormir en su cama.

 

El menor asintió, poniéndose de pie y solamente mirando a la mujer que se esforzaba en peinar su enredado cabello con los dedos de su mano.

 

Pestañeó lento, notando la presencia de más de esas mujeres.

 

—Joven Kim, puede que ahora no le regañemos porque más de una semana no lleva aquí. Pero esperamos que antes de su primer mes viviendo en el castillo pueda utilizar su cama, recuerde que después tendrá que dormir con el señor Jung y no puede negarle eso cuando ya sea su marido.

 

Taehyung asintió, un bochornoso calor escaló por su cuello hasta llegar a sus ojeras y mejillas.

 

—De prisa, tiene que darse un baño e ir a desayunar con los amos —habló otra mujer.

 

El castaño la siguió hasta su baño privado donde una bañera aguardaba con agua tibia y se desvistió adentrándose a ella.

 

Dos de las mucamas se encargaron de asearlo completamente, le secaron el cuerpo y proporcionaron así mismo al muchacho de un hermoso atuendo para que comenzara su día. Luego las siguió en silencio, todo el castillo era precioso y aunque al castaño no le gustase la existencia de tanto guardia, admitía que sin ellos el cuadro estaría incompleto.

 

Las grandes puertas fueron abiertas por dos de los individuos blindados y uno anunció su llegada.

 

—Buenos días, Taehyung.

 

El nombrado miró al extremo de la rectangular mesa que daba de frente a la puerta, como siempre, el rey era el primero en hablar.

 

—Buenos días, su majestad —responde con una reverencia, tal como le enseñó el señor Jung.

 

—Buenos días, querido.

 

Taehyung desplazó su atención el asiento más cercano a él, reconoció la voz de la mujer en un instante, puesto que solamente podía ver el respaldo del asiento.

 

—Buenos días, mi reina —contestó junto a una inclinación.

 

—Por favor, Taehyung, toma asiento —dijo Namjoon.

 

El menor asintió nervioso, avanzó hasta el centro de la mesa, exactamente del lado izquierdo del rey, y se sentó siendo ayudado con su silla por uno de los mayordomos.

 

—Buenos días, joven Kim.

 

—Buenos días, mi señor.

 

Taehyung miró precavido al sujeto que sería su marido.

 

No le temía, puesto que pudo percibir que malas intenciones no venían del individuo. Pero, y por supuesto, no le conocía.

 

En la cuidad habían varias versiones sobre el señor Jung; que era despiadado, siempre intentada ponerle freno a los cambios que el rey Kim Namjoon deseaba llevar a cabo para el bien de la gente y se aliaba a la oposición del dirigente dentro del consejo; que era un cobarde y debilucho, ya que todos los errados actuares de sus subordinados se los atribuía a alguien más y así un sinfín de mentiras salían de sus labios para convencer al rey de que era inocente; que era un cabeza hueca, y solamente llegó a aquel lugar por la cercanía que tuvo desde siempre con el actual gobernante; que era la persona más bondadosa del mundo, porque según lo que comentan, él era quien proponía los cambios que necesitaban los ciudadanos y, además, los llevaba a cabo mientras el rey se emborrachaba.

 

Hasta ahora nada le parecía ser así, excepto otro detalle que no iba con su personalidad.

 

Aquel hombre, lejos de ser despiadado, efectivamente, era alguien caritativo, y no acuestas de un rey zopenco que se emborrachaba. De hecho, lo que más le había agradado del rey, hasta el momento, era su gran labia y al parecer conocimiento infinito, infinito conocimiento que el señor Jung poseía de igual manera.

 

Todo aquello, por las primeras impresiones que le había causado al estar oyendo las conversaciones los dos hombres durante los desayunos, almuerzos y cenas.

 

La mujer poco y nada tenía de interesante. Más que probablemente posee una belleza demasiado extrema para su propio bien. Ella normalmente hacia acotaciones sobre lo que el Rey y su mano hablaban, pero no comentarios relevantes.

 

Taehyung miró su desayuno, mientras algo se revolvía incómodo dentro de él, no podría ser capaz de comer tanto sin vomitar como mínimo una vez. Tomó los utensilios, y, luego de darle una mirada de reojo al individuo en su delantera, se dispuso a comer en silencio.

 

Tae, como uno de los muchos detalles que pudo observar hasta el momento, es que el señor no era tan mayor como esperaba que lo fuese.

 

Además de especularse cuál era su verdadero ser como gran tópico entre el populacho, su apariencia parecía ser de gran relevancia igualmente. Todo se reducía a dos versiones; una, donde la mano derecha del rey era un asqueroso animal, gordo e inmundo, repulsivo de mirar y cercano a las cuatro décadas; mientras que la otra, versaba sobre lo apuesto de un hombre joven, recién en sus treintas, activo y atractivo, carismático.

 

Por supuesto que el joven, por obviedades, apostaba todo por la segunda opción.

 

Y es que el muchachito no podía divisar hebras grises ni blancas dentro de la cabellera negra de su señor desde ningún ángulo. Ni hablar de rugosidades en su rostro, absolutamente nada de ello.

 

Cuando sintió que ya era incapaz de seguir comiendo, dejó aquello que utilizó para desayunar a un lado, mientras limpiaba su boca con un blanco pañuelo que se le fue proporcionado desde el principio.

 

—Veo que ha acabado, joven Kim, ¿deberíamos ir al jardín a conversar como hemos acordado?

 

Taehyung enfocó su vista en su futuro esposo a la vez que disfrutaba de lo encantador de su timbre de voz y afirmaba con un gesto.

 

—Por supuesto, mi señor —respondió.

Notas finales:

Muchas gracias por haber leído y lamento cualquier falta de ortogrfía y/o coherencia.

Su divisan algún error de ese tipo apreciaría que lo me dijesen.

¡Nos vemos!


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