Mamá, hoy es viernes, he salido de la universidad cargando una mochila sumamente pesada, estoy finalizando el semestre y eso lo corroboran los seis libros que hay dentro de ella. Incluso podría traer más pero sólo permiten el préstamo con un máximo de tres libros por biblioteca.
Camino fatigado por las calles de la ciudad. Te sorprenderías de la cantidad de gente que puedes ver pasar apresurada los lunes por la mañana en la plaza pública. Me pregunto si en un futuro, cuando trabaje, seré feliz.
Llueve.
El vapor parece salir del piso, días calurosos, la gente ve la lluvia de esta tarde como un descanso del agobiante clima que ha azotado a la región.
Saldrá el arcoíris.
En cuanto a la tarea, no he sido la persona más hábil en cuanto a comprender algunos temas al primer instante, y tú lo sabes. Las propuestas filosóficas y los debates epistemológicos, éticos, políticos y entre otros ámbito, me parecen esenciales e interesantes. Me apasiona. Pero desde que el primer semestre de la licenciatura me golpeo duro, ahora procuro elaborar mis ensayos con anticipación, ya que, es una labor ardua escribir o pretender escribir sobre problemas filosóficos. Y a pesar de que muchas personas, muchas, me sugirieron no seguir por esos rublos, heme aquí, sigo esforzándome cada día en ser un mejor estudiante. Y evidentemente no lo logaría si no fuera por tu apoyo.
Mis ojeras están a punto de cubrirme toda la cara. Creo que si me vieras tardarías un poco en reconocerme. Pero ¿sabes?, un nuevo amigo me ha estado ayudando con los trabajos escolares, ¡es muy ordenado y meticuloso! Pero de no ser por el, yo ya estaría de regreso a casa en un ataúd por todo el estrés del final del semestre, de veras, má.
Sí...
Café. Él siempre prepara café. A veces, cuando las noches son muy frías, me lleva un poco de chocolate a mi escritorio.
Mamá, me esfuerzo tanto que a veces no duermo. Pero trato de reponer esas horas cuando regreso al departamento. A veces quisiera que estuvieras aquí y me recibieras con mi guisado favorito, que me apapacharas cuando caigo en cama enfermo, pero soy foráneo, y por lo tanto debo de prepararme de comer, debo de lavar mi ropa, de administrar el dinero correctamente para sobrevivir al semestre.
Pero en esta ciudad he encontrado a personas maravillosas que me han ayudado a llevar una bonita existencia.
Él.
Utilizar el trasporte publico se volvió mi pasatiempo favorito, hasta en los días que parecían estar destinados a ser malos podía disfrutar de imaginar alguna historia a algún azaroso rostro de entre la multitud de los vagones. Ya sabes como soy.
Pero, su rostro inmutable a pesar del poco espacio que había en ese vagón llamó mi atención, es que era imposible mantener la compostura entre tanto apachurron y, sin embargo, ahí estaba él, apaciguado, casi fundiéndose con la puerta de metal que se encontraba a sus espalda.
Y en mi imaginación él fue detective, fue un escritor anónimo, fue actor, asesino, demente, hermano, hijo, esclavo, rey de su pequeño planeta. Pero nunca imagine que sería mi amigo, mi mejor amigo.
Él... Él se llama Uchiha Sasuke. Pero es un engreido.
Má, ¿Qué es el amor?
¿Cómo se siente?
¿Qué sentías tú por papá?
Hay veces que te necesito aquí.
Má... Mañana estaré todo el día en casa, debo planificar los temas que abordare en mis ensayos.
¿Sabias que el concepto de amor es sumamente polémico? Pero Sasuke cree que no tanto como el de arte.
Jitomate.
Estoy comenzando un huerto urbano, el encargado del edificio me permitió colocarlo, ¿no es genial? he aprendido a cuidar de algunos vegetales, aunque temo mucho que llegue una plaga y aniquile todo el tiempo que le he dedicado. Por eso he estado vigilando los cultivos cada que la escuela me lo permite. Lo primero que puse en esa caja con tierra fueron semillas de jitomate y a pesar de que no tenía esperanza de que algo de allí surgiera comenzaron, a los cinco días, a brotar las primeras plántulas.
Má, salúdame a papá, pronto le enviare una carta a él.
Los amo.
Con cariño.
Naruto.