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¿Humanos o peluches? por Big Rabbit

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Notas del capitulo:

Escribí esto por la noche de los Reyes Magos en España. Twinkle e Isaka son amiguis y se hacen favores... 

Sábado 5 de enero de 2019, 21,00 h.

En Japón, es un sábado normal y corriente. La mayoría de negocios están cerrados, y la gente está cómoda y calentita en sus casas, protegiéndose del frío invierno.

En uno de los despachos de una prestigiosa editorial, hay un peluche que parece olvidado. Tiene forma de gran conejo blanco, con alitas en la espalda. Lleva una varita mágica y unos calcetines de vivos colores.

De repente, el conejo agita su varita. Entonces, vemos a un joven de largo cabello blanco, que conserva unas pequeñas orejitas en su cabeza. Su vestimenta también es blanca, y podemos ver que sus ojos son rojos, como los de un conejo de verdad.

El joven camina por el despacho hasta llegar a una puerta medio oculta detrás de una estantería. La abre y encuentra un reservado, que no es otra cosa que una habitación con una enorme cama de matrimonio y un pequeño armario, con baño adjunto.

Enciende una luz tenue, pone música y...

-Alto. Quedas detenido.

El despacho anteriormente mencionado, de día tiene un aspecto totalmente diferente. Suelen haber dos personas allí. Uno es el máximo jefazo de la empresa, pero es ruidoso, inmaduro como un crío de dieciséis años. El otro es su secretario y todo lo contrario. Alto, fuerte, inexpresivo y bastante de fiar... Pero ahora no estaba.

-¡Pues Kaoru no está, y yo me voy a ir a esa fiesta! -El jefazo, Isaka Ryuichiro, habló en voz alta, y alguien le contestó. 
-Me pregunto la reacción de Kaoru cuando se entere... -Isaka Ryuichiro se volvió hacia la vocecilla burlona que le estaba hablando, que provenía del gran conejo de peluche situado encima de un estante. 
-Maldito Twinkle... ¿No irás a decírselo, verdad? 
-Si me das algo a cambio... Mantendré la boca cerrada... -No era la primera vez que Twinkle se burlaba de Isaka, incluso se habían hecho amigos, pero el jefazo debía tomar medidas. 
-¡Lo que quieras! 
-Bueno, pues quiero lo siguiente...

Y por eso estaban en esta situación. Twinkle había pedido un sábado noche para él, libre acceso a su habitación reservada... Y un disfraz de policía para su propio amante, Suzuki-san, un joven alto, de rostro amable y largo cabello castaño, que durante el día adoptaba la forma de un oso de peluche. Concretamente el oso preferido del escritor de best seller (y otras cosas) Usami Akihiko.

-¡Oh! Señor policía, yo no he sido... -Twinkle se sonroja y finge oponer resistencia, hoy van a jugar como nunca antes lo han hecho. Suzuki saca una esposas de juguete y se acerca a él... 
-Esto es propiedad privada. Extiende las manos... -Suzuki consigue llevarlo hacia la gran cama y hacerlo acostarse en el centro, mientras tanto, ¡Twinkle queda esposado a la cama! Ahora empieza el juego. La noche será larga.

-Vas a tener que pagar por esto... 
-¿Pero cómo? Si estoy esposado a la cama... -Twinkle deja de hablar. Siente la boca seca al ver a Suzuki plantado enfrente de él, magnífico en su traje de policía. 
-De momento... Mírame. -Suzuki se quita el disfraz, lo hace bastante rápido ya que es como aquellos que utilizan los boys en sus espectáculos. Al final Suzuki queda desnudo, sólo con el gorro de policía, mientras Twinkle sigue encima de la cama sin poder moverse, con la boca seca y con un problema que va haciéndose evidente.

-Vaya... Creo que te gustó verme. Pero aún queda... Tengo que registrarte. Debo estar seguro... -Suzuki se tendió sobre Twinkle -De que no has robado nada... -Empezó a cachearlo de forma muy sensual -En esta invasión de la propiedad privada... -Siguió con su registro, rozando todos los puntos que sabía que le gustaban a su amante, pero sin tocar directamente sus pezones o partes bajas. Twinkle se estaba desesperando, también Suzuki, pero, acostumbrados ambos a encuentros rápidos y fugaces, debían disfrutar de esa noche ya que no sabían cuando volverían a tener otra.

Para entonces, los amantes se besaban, en una húmeda guerra de labios, lenguas y dientes por ver quién tenía el control, resultando ganador Suzuki. Twinkle seguía impaciente, pero disfrutando las atenciones como nunca. Suzuki se las había arreglado para quitarle toda la ropa sin liberarlo de las esposas, y ahora estaba acariciando todo su cuerpo con la lengua.

-Debo saber que no llevas nada escondido... -Suzuki llegó con la lengua hasta la parte baja de Twinkle. El miembro de este último estaba muy erguido y empezaba a gotear, pero Suzuki se desvió, prefería alargar el juego un poco más. -Date la vuelta. -Twinkle se puso de lado y Suzuki pudo estimular con la lengua su apretada entrada, que no tardó demasiado en abrirse lo suficiente como para que Suzuki metiera un par de dedos buscando la próstata del chico-conejo.

-Aahhh... 
-Creo que lo encontré. -Suzuki sacó sus dedos y pegó a Twinkle a su cuerpo, entonces empezó a introducir su miembro en él, arrancándole un par de gemidos más. Gracias a la preparación previa, apenas hubo dolor y muy pronto establecieron un ritmo regular de embestidas, aunque el placer aumentó cuando Suzuki, con una mano libre, atendió el duro miembro de Twinkle, para asegurarle un fabuloso orgasmo.

El sudor cubrió ambos cuerpos, la temperatura había subido varios grados y los movimientos se habían vuelto frenéticos. Los dos estaban cerca del clímax y Suzuki no paraba de estimular el miembro de Twinkle, que daba sacudidas en su mano.

El primero en culminar fue el chico-conejo, su amante, en cuanto notó su mano mojada y cómo se contraía el cuerpo del menor, hizo lo propio. Se corrieron en grandes cantidades, esta vez había sido demasiado el tiempo de abstinencia.

-Oh... Las sábanas han quedado muy manchadas. 
-Ryu sabía que hoy veníamos, pero de todas formas... -Twinkle recogió su varita mágica y tocó las sábanas con ella, inmediatamente volvían a estar impecables. Otro movimiento y la habitación estaba como si nadie hubiera entrado. Un último movimiento conjunto... Y ambos jóvenes habían adoptado las formas de sus respectivos peluches, oso y conejo.

-Bueno... Hasta la próxima. 
-Adiós. -El oso ya había desaparecido. Aunque, seguramente su dueño no lo habría echado en falta (tenía mejores cosas que hacer que abrazar a un oso de peluche). El conejo volvía a estar solo, encima del estante, contemplando la vista nocturna de Tokyo. 

 

 

Unos días después... 

-... Y para lo que me sirvió. ¡Se enteró igual de que me fui a aquella maldita fiesta! Y estuve todo el p*** fin de semana con resaca y sin poder caminar... Baka Kaoru... -Bajó la voz- Twinkle, ¿no le habrás dicho nada? -Hubiera jurado que el conejo de peluche le dirigía una sonrisita burlona. 
-No, Isaka-san. Si no fuera usted un bocachancla, su secretario-amante no se habría enterado. -Seguro que, en mitad de la resaca, Isaka le habría dicho sin querer a su amante que había asistido a una fiesta poco recomendable mientras éste último estaba en un viaje de trabajo. -Y por cierto, gracias por los regalos. -El conejito volvió a sonreír de manera burlona.

Alguien entró en el despacho. No era otro que el dichoso secretario, Asahina Kaoru, con su rostro inexpresivo y su voz gélida. 
-Ryuichiro-sama, deje de hablar con los peluches y póngase a trabajar, si no quiere que lo vuelva a castigar... Por hacer cosas... Indebidas. 

 

FIN

Notas finales:

Suzukis y Twinkles para todos... Ah no, espera, no. 


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