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El Diablo en el espejo por The_King_Under_The_Mountain

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Notas del capitulo:

Responderé a la brevedad sus comentarios. Gracias.

El día amenazaba con ser uno de tormenta por lo grises y pesadas de sus nubes. El aire frío hacía revolotear el lacio cabello de Itachi, Sasuke temblaba abrazando sus hombros, esperando a que su hermano mayor encontrara la forma de colarse a su propia casa. "En buen momento perdí las llaves... Sasuke, iremos a la casa de los vecinos por un ratito, en lo que llega papá a abrirnos..."


"¿Con los vecinos? Pero... no están... se fueron de vacaciones, sus hijos no han ido a la escuela...", Itachi suspiró desganado, aparte de sus vecinos los Sarutobi no había alguien más digno de confianza para poder ir a molestar. Excepto... miró a Sasuke, el pequeño tenía frío y hambre también, y si los cerrajeros estaban cerrados ya, no le quedaba de otra que pedir refugio por algunas horas con el padre de Naruto, el hombre conocía a sus propios padres y era alguien tranquilo, amable, un poco juguetón.



"Bien... vamos a ver a los Namikaze..."



[~]



"¡Papá! ¡Se metió otro pejelagarto!", gritó Naruto entrando corriendo a la cocina con una escoba, apaleando lo que sea que fuera un 'pejelagarto'. Minato giró la cabeza, descuidando la comida que preparaba frente al fuego.



"Cual pejelagarto, Naruto, es solo un ratoncito...", rodó los ojos sonriendo cariñosamente, pese al alboroto que hacía su hijo persiguiendo al animal que seguramente se metió desde el jardín. El timbre que Naruto escogió sería una marcha fúnebre, resonó por la casa distráyendolo, bajó el fuego secándose las manos para ir a averiguar quien era, mientras su descendiente estaba en la sala dando escobazos por todas partes. Se sorprendió de ver que era Itachi quien tocaba, sujetando la manita de su hermano pequeño, sonrió amablemente en su fuero interno algo preocupado de tenerlos ahí. "Itachi, Sasuke, que sorpresa, pasen, hace un poco de viento..."



"Buenas tardes, señor Namikaze, ¿sería tan amable de dejarnos pasar un rato en su casa?", pidió seriamente el menor, con ese temple helado y tranquilo que no acostumbraba romper.



"¡JAJAJA! ¡Papá! ¡Atrapé a ese condenado...!", Naruto se quedó parado frente al portal de la sala, en una mano llevaba al ratón apresado y en la otra la escoba, estaba despeinado, con una mejilla rojiza y la ropa desarreglada. "¡Hola Itachi! ¡Hola Sasuke! ¿Quieren un pejelagarto?", nadie dijo nada.



"Eh... claro, Itachi, pueden quedarse aquí todo lo que necesiten, entren, estaba preparando la comida... Naruto, arregla dos lugares más en la mesa... y deja a ese ratón en paz.", señaló, yéndose a la cocina.



"Gracias, señor Namikaze...", tomó a Sasuke y entraron a la casa, siguieron al rubio a la sala.



Naruto miró con lástima al ser que tenía en la mano, quieto y asustado, decidiendo que no tenía el corazón tan negro como para matarlo o dejarlo ir a donde si lo asesinaran, así que buscó una cubeta en la sala y lo puso dentro, mientras sus visitantes lo observaban inexpresivos. "¿Ustedes no tienen ratones? Yo digo que la que los tiene es la vecina de al lado, ¿han visto todo lo que tiene en su jardín? Está loca..."




"Naruto, haz lo que te pedí por favor, casi está listo... ¿tienes hambre Sasuke? Tu mamá me ha dicho que eres de buen comer...", apareció de nuevo en la sala y acarició la mejilla del niño, sonriendo por su mueca de desagrado contenido. "¿Donde están tus padres, Itachi?"




"Salieron.", educado pero frío.



"Que bonito cabello tienes, Itachi, ojalá Naruto cuidara sus tres cabellos tanto como tú, pero si se baña a fuerzas, eso es imposible...", se rió de su hijo y soltó el mechón de cabello que había tomado del Uchiha, dejándolo irse a su nuca. "Bien, vamos a comer, preparé picadillo con verduras y tomate..."



"¡Guácala!", gritó Naruto desde el comedor, solo para sacar de sus casillas a Minato.



"Cállate, Naruto."




[~]




El ojo clínico de Itachi había observado y analizado la casa, extrayendo revelaciones sobre los dos ocupantes. La falta de decoraciones hacía notar un lugar sin personalidad, como un cuarto de hotel, contrario al carácter de los rubios, y los muebles oscuros con las cortinas pesadas daban una sensación de abandono y de lúgubre soledad. Sasuke permanecía cerca suyo, alerta en todo momento de que Naruto no se le acercara demasiado, y Minato, bueno, él se había ido al segundo piso hacía un rato, aunque Itachi notó las miradas entre padre e hijo en medio de la comida, un tanto extrañas.



"¿Donde está Sasuke?", la pregunta de Naruto lo sacó de sus cavilaciones, lo miró inexpresivo, parpadeando con lentitud.



"Fue al baño."




"Hace mucho de eso, ¿no? Debería ir a ver si está bien...", el rubio hizo amagos de levantarse.




"Voy yo.", le echó una mirada, levantándose del sofá con la intención de ir a ver si su hermano pequeño estaba bien. Llegó a la puerta del lugar por el pasillo frío, de madera tallada y barnizada en marrón oscuro, pero Sasuke no estaba dentro, ni por ahí. "¿Sasuke?", de reojo pudo ver algo en el pasillo oscuro, como sombras pasando veloces, una risa infantil le hizo sentir escalofríos. Volteó y vio a un niño pequeño que no era Sasuke en la otra punta del pasillo, con el cabello rojo y los ojos color turquesa rodeados de profundas ojeras, en una mano llevaba un osito y en la otra unas tijeras y lo miraba con odio, el ceño fruncido. Itachi tembló en el momento en que el niño empezó a correr contra él alzando las tijeras, su única reacción fue encerrarse en el baño escuchando el impacto de las tijeras contra la puerta, fríamente esa cosa que estaba afuera soltó una carcajada y siguió golpeando por unos minutos, Itachi buscó a su alrededor con qué defenderse y encontró lo que parecía un palo de golf, inseguro lo alzó en alto, decidido a salir. Abrió un poco la puerta no escuchando más los golpes ni las risas de esa cosa que definitivamente no era un niño, en cuanto esta recibió un empujón el Uchiha empezó a golpear lo que sea que estuviera afuera con el palo de golf, escuchando varias quejas en el proceso.




"¡Itachi, idiota, deja de golpearme maldita sea!", gritó Naruto en el piso cubriéndose la cara de los golpes, el frenético azabache entonces dejó de atizarle, aparentemente confundido. Atraído por los gritos, Minato decidió bajar, sorprendido y curioso por la escena de toques fantasmagóricos gracias a los claroscuros contrastando en la escena.



"U-un niño. Había... un niño..."



"¿Qué no es un niño lo que estamos buscando? Maldito salvaje...", Naruto se incorporó quejándose malhumorado, sobándose los golpes que tenía por todo el cuerpo. Minato abrió los ojos en demasía jalando a su hijo e interviniendo por primera vez, un golpe especialmente fuerte estaba cerrándose en la frente de Naruto, la línea delgada dejaba escapar una especie de vapor y solo quedaba la sangre atestiguando los golpes. Con un rápido movimiento le limpió la frente, aunque su visitante estaba aun demasiado confundido para prestarles la debida atención, o eso creía.



"¿Y Sasuke?"




[~]




"No puedo creerlo, como si viviera en un palacio como para que se pierda el mocoso dattebayo.", Naruto gruñó, bajando al sótano con una linterna en la mano que iluminara las escaleras, misteriosamente el foco no encendió y la puerta que bajaba estaba abierta, seguramente el escuincle había bajado. "Y tengo que venir yo, con lo que me gusta... ah, que sorpresa, está aquí...", volvió a gruñir sintiendo la esencia demoníaca a medida que bajaba escalón por escalón. Apagó la linterna, sabiéndose solo no necesitaba aparentar que podía ver perfectamente en la oscuridad, como un gato. Abrió una segunda puerta que conducía al conocido cuarto amplio y húmedo escasamente amueblado, iluminado apenas por las seis velas rojas colocadas en esquinas opuestas, no le sorprendió ver a la pequeña garrapata ahí dentro, sumido en la inconsciencia y flotando sobre la mesa ceremonial de sacrificios mientras era examinado por el divertido demonio en su forma humana que le dejaba ver solo a sus allegados. "Deja de causarnos problemas por un día."



"Deja de causarlos tú, eunuco.", con una sonrisa divertida hizo que la ropa del niño desapareciera, su cuerpo blanco quedó expuesto a ambos. "Míralo, tan dulce...", acarició el rostro del pequeño, dándole la vuelta sobre el altar.



"No seas idiota, es un niño.", de mala gana se acercó cruzando los brazos, sin hacer mucho por rescatar a la víctima. "Y no soy un eunuco. Además, no creas que se van a quedar de brazos cruzados si le haces algo, no me metas en problemas antes de que tenga a Itachi."




"Puede ser útil. Siéntelo, tiene un aura turbia, y es tan lindo... pero está bien, esperaré... en unos años será mío..."




"Si, si... ahora dámelo dattebayo, casi terminan de revisar arriba.", rodó los ojos bajando al niño en brazos, el imponente demonio disfrazado de un adonis pelirrojo puso su mano en la espalda de Sasuke y con fuego del infierno le puso la marca del Diablo sin que Naruto pudiera hacer nada, inconforme solo pudo agradecer que le regresara la ropa al débil cuerpo que llevaba en brazos.



"Lárgate ya. Ah, esta noche tienes trabajo.", se paseó alrededor del menor, acariciando sus hombros com las yemas de los dedos."Espero que cumplas, no quiero otra..."



"Lo haré.", cortó el rubio huyendo rápidamente de ahí, el demonio siempre burlón desapareció dejando un aroma pesado a azufre. "Que asco.", arrugando la nariz cerró la puerta protegida por sellos y diversas maldiciones empezando el regreso al primer piso, Itachi esperaba nervioso ignorante de lo que habitaba en esa casa, y Minato preocupado por ser consciente de su inquilino. "Estaba en el sótano, la puerta se cerró mientras estaba abajo y se durmió encima de unas cajas de cartón... está bien, ya lo revisé...", sonriendo se lo entregó a Itachi, notando de reojo la dura mirada que le daba su padre hilvanando sospechas de lo ocurrido.



[~]



"Naruto."



"¿Si, ttebayo?"



Minato crespó las manos de espaldas por el tono cínico de su hijo, mirando por la ventana de la cocina hacia el jardín que cubría ya el manto de la noche. Volteó a mirarlo, estaba sentado a la mesa jugueteando con ese inquietante muñeco de porcelana de ojos de cristal verdes que se clavaron en su persona de pronto, dándole un buen susto que prefirió ignorar. "Deja esa cosa y explícame que pasó esta tarde."



"Se llama Gaara. Y... pues solo perdimos a un niño, nada más. ", perezosamente se rascó un ojo aumentando el descontento de su progenitor.



"Naruto, no me estés..."



"Tú tranquilo, mami, no pasó nada preocupante esta tarde... te dejo, ¿si? Tengo unos encargos. Descansa.", Naruto se levantó de la mesa dándole en las manos su muñeco pelirrojo que representaba a un niño de algunos seis años, le besó la frente como despedida y salió de la casa acomodando su chamarra de mezclilla, sin darle oportunidad a replicar. El muñeco repentinamente giró su cabeza asustándolo de nuevo, fastidiado lo dejó caer al piso para que se rompiera escuchando su risa malvada y se giró a terminar de picar su fruta, cuando terminó y se dispuso a sentarse a la mesa, el muñeco estaba sentado en el centro, con su cara de porcelana rota reparada mágicamente.



"Solo no hagas ruido... maldita cosa...", refunfuñó por lo bajo, sentándose alejado del muñeco.



"Si... mami..."



La piel de Minato se erizó por la voz y la risa seguida del maldito juguete ese, optó por mejor tomar su plato y largarse a comer a su habitación a paso veloz, aun seguía escuchando la risa malvada del pelirrojo muñeco. "Jodido trasto inútil."


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