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El Diablo en el espejo por The_King_Under_The_Mountain

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Notas del capitulo:

No invoquen al diablo lol

"¡Buuu!"



Itachi por poco y se muere después de tremendo susto, cayendo hacia adelante de bruces en el espejo.



"¡Jajaja! ¿¡Te asusté, dattebayo!?"



Aun sin reponerse del susto las dilatadas pupilas de Uchiha fueron iluminadas por la luz de una linterna, parpadeó recuperando la cordura cubriéndose los ojos y vio a un sujeto acuclillado a unos centímetros, con una sonrisa ansiosa.



"¿Te quedaste mudo del susto, eh? ¡Este lugar es espeluznante, dattebayo!"



Itachi contuvo el impulso de golpearlo porque aun estaba demasiado asustado para eso, en su lugar prefirió quedarse quieto, atento. El invitado inesperado siguió hablando, quitándole la luz de la cara para investigar el espacio invadido.



"Que lugar tan extraño es este... primero, un loco de los perros me acusa de molestarlo, después un holgazán me invita a ver las nubes y ahora tú, encerrado en una iglesia en medio de la noche, con facha de satánico... me da miedo este pueblo..."



Terminó confuso el rubio mientras que el Uchiha lo miraba con sospecha, sacando a velocidad máxima conclusiones apresuradas que de nada servían. Se levantó lentamente del piso sin haber pronunciado ni una palabra, ahora el invitado estaba del otro lado del cuarto, examinando el lavabo.



"¿Eres el Diablo?", preguntó seriamente llevando la mano tras su espalda, donde escondía un crucifijo en su cinturón. Desobedeciendo las órdenes de no portar defensa religiosa contra Satán.



"Bueno, mi mamá dice que lo soy dattebayo... pero ella dice eso de todos mis amigos, dice que somos como demonios..."



"¿Qué haces aquí? Se supone que está cerrado... y es más de medianoche.", algo más tranquilo por la idiotez del rubio y la santa paz que los rodeaba, Itachi se relajó un poco, esperando un ataque de cualquier parte.




"Entré por la ventana", señaló. "Solo salí a dar un paseo, acabo de llegar aquí a vivir y pensé que salir me ayudaría a conocer mejor el entorno."



"¿A medianoche? ¿A una iglesia?"




Sin componer un gesto, Itachi, aun sudoroso, empezó a recoger las velas lentamente, guardando todo en su morral. No despegó los ojos del espejo viendo solo su propio rostro, aunque precavido envolvió el objeto con una bolsa de tela negra, y siendo cuidadoso lo puso en la mochila también con la mitad sobresaliendo de ella.



"Bueno, ya sabes, vine a... solo quería hacer una broma de bienvenida..."



Le mostró dos sprays que sacó de sabe Dios donde, pero no tomó importancia de eso y miró serio al extraño. "¿Qué demonios se supone que eres tú?"




"¡Mi nombre es Naruto Namikaze dattebayo! ¡Acabo de mudarme del País del Remolino esta tarde! La gente de allá no es tan rara sabes, solo es un poquito... belicosa... en ciertos aspectos... pero no hacemos rituales en la noche, que yo sepa..."




Los largos cabellos atados en una coleta se alborotaron con un aire helado cuando Itachi desapareció el círculo de sal completamente, pero tan nervioso como estaba, no lo asoció al ritual. Rezó una oración en silencio a pesar de no ser creyente, como en busca de protección divina, se colgó la mochila al hombro y se levantó, algo molesto por la interrupción y por estar siendo iluminado por la lámpara de ese estúpido chico.



"¿Y como te llamas? Je, pareces un gatito..."




"Mi nombre es Itachi Uchiha. Odio los gatos."




"Uy, señor seriedad, perdón si te ofendí... ¿y qué haces aquí? ¿Hacías un conjuro mágico? Escuché que sacrificar gallinas sirve para obtener poderes, o algo así... mi mamá me prohibió juntarme con mi amigo ocultista y ya no me enteré..."




"No soy un brujo, idiota", gruñó él, visiblemente irritado. "Y no te importa lo que hacía."




Saltó hábilmente la ventana pensando que pudo haber sido mucho más fácil colarse al recinto si la hubiera visto antes, poco después escuchó al otro chico seguirlo y recorrer la ventana suavemente. Anduvo por entre la hierba crecida que le llegaba hasta la cintura pensando que ya debería ser podada, la verja quedaba a pocos metros y ahí había dejado sus cosas empleadas en el crimen de allanamiento de morada, aunque morada ¿de quién? ¿De Dios?




"¡Aguanta, no me dejes aquí! Este sitio es espeluznante...", fue frenado por una mano en el pecho, miró confundido al malhumorado gato que le llevaba la delantera.



"Mira, Baruto, fue un gusto conocerte y espero no verte nunca más, buenas noches.", Itachi tosco como él solo le dirigió una mirada amenazante y se dio la vuelta dispuesto a seguir con su camino, ahora más molesto por darse cuenta que ese tal Baruto era más alto que él.




"Soy... Naruto... pero no importa... ¡buenas noches Itachi Uchiha!"




Sonriendo, lo miró alejarse calle abajo, con ese espejo que llevaba en la espalda mostrando a la distancia un par de inquietantes ojos rojos que se desvanecieron como un ligero humo.




(~)




La casa Uchiha estaba tan callada y sombría como siempre estaba, sin importar fueran la una de la tarde o de la madrugada. Como un ágil gato, aunque Itachi detestara el adjetivo, se coló en su habitación sabiendo que nadie notaría su ausencia, distraído echó una mirada al reloj y se dio cuenta con sorpresa que hace más de tres horas salió de casa, de ser así, pasó... ¡mas de 66 minutos y 6 segundos hablando con esa cosa! Se aró el cabello, impresionado, Hidan bien le advirtió que le haría perder su tiempo, pero ¿dos horas respondiendo a unas cuantas preguntas? Entonces una nueva sorpresa lo asaltó, viéndose incapaz de recordar el número o la pregunta exacta que hizo o respondió esa noche, cosa que Hidan también le había advertido. Se recostó en su cama, perplejo.




Saber que ese loco sádico tenía razón en todo le hizo sentir incómodo, siempre había pensado que Hidan era un pobre estúpido demente, tanto como para no tomarse en serio sus amenazas o sus cuentos de posesiones, alianzas, etc. "A partir de ahora... no volveré a subestimarlo...", se juró y sintió una cosa reptar sobre su pierna izquierda, de no haber visto a tiempo esa cabellera azabache con un corte extravagante seguro y lo aleja de una patada.




"Sasuke..."




"¿Donde estabas, Itachi?", preguntó el pequeño de seis años, frunciendo el ceño. Llevaba una pijama de esas que Mikoto tanto insistía en ponerle, una especie de mameluco azul cielo con cola y gorra de unicornio. Itachi le acarició el cabello.




"Atendía unos asuntos, hermanito... ¿no podías dormir?"




Sasuke se talló la carita, apenas le notó lo húmedo que estaba.




"Tuve una pesadilla..."





"¿Qué soñaste, tontito?", lo dejó en la cama, buscando su pijama en el armario. "No pudo haber sido tan terrible... ¿no eras muy valiente? ¿No me ibas a cuidar tú si los chicos se me acercan?"




"Eran unos ojos", el menor hizo un puchero, sin notar que Itachi se había helado prácticamente. "Eran rojos y se veían... malos... no soy un cobarde", rezongó cruzando los bracitos.




El mayor recuperó la movilidad y tras superar el pasmo inicial, se desvistió. "No dije que lo fueras... ven, seguro que esos ojos malos ya se fueron, es hora de dormir pequeño unicornio...", sonriendo de lado, Itachi levanta al pequeñito de la cama, para acomodarse con él bajo las sábanas.




"¡No soy un unicornio! Yo soy un tomate, pero mi mamá no me quiere comprar mi pijama de tomate... ¿me lo compras tú, hermano mayor?"




"Luego, será... duérmete ya."




Inquieto pero menos atemorizado, el mayor de los hermanos Uchiha abraza al niño, conciliando el sueño como una de pocas veces que puede dormir.





(~)





Entre los deberes matinales asignados a Itachi los sábados, están el de lavar la cochera a primera hora, y después bañar al perro de Sasuke intentando no perder un dedo. Estaba refregando el piso de concreto vestido con un short y una camiseta en el momento en que levantó la vista y desde la casa de enfrente lo saludó enérgicamente el mismo idiota de anoche, ese rubio tarado que casi lo infarta. Ignoró que era saludado usando la manguera para quitar el jabón, mientras menos contacto tuviera con ese espécimen, mejor. Maldijo viéndolo acercarse y a punto de meterse en su casa se percató que iba acompañado de otro rubio, uno idéntico a él, solo con el pelo más largo y sin esas estúpidas marcas en las mejillas. Suspiró desistiendo a la idea de meterse, tan solo siguió jugueteando con la manguera.




"¡Itachi! ¿No es genial? ¡Somos vecinos!"




"No quepo en mí de la alegría.", contestó tan serio que el acompañante del rubio sonrió, mezcla apenado, mezcla divertido.




"Papá, este es mi nuevo amigo Itachi, Itachi, este es mi papá."




"Minato Namikaze, un gusto conocerte, Itachi. Naruto no ha parado de hablar de ti toda la mañana, me alegra que sean amigos. Un poco de normalidad le hará bien a mi hijo..."




Normalidad, se burló Itachi, si supiera que anoche invocó al demonio tal vez el concepto se modificaría.





"El gusto es mío, señor Namikaze.", hizo una reverencia. Sasuke salió corriendo torpemente de la casa vestido de dragón, llevando en un plato un sándwich de mermelada y mantequilla para su hermano, pero se frenó frunciendo el ceño por ver a los extraños. Dejó el plato en el piso y corrió a abrazar la pierna de Itachi, mirando enojado a los extraños desde su posición.




"Sasuke, son nuestros vecinos, saluda, sé un niño bueno..."




"¡Aw, que cosita tan hermosa es esta! ¿¡Es tuyo!?", Naruto de inmediato quiso alzar al niño, solo que la pequeña lagartija seguía aferrado a su hermano mayor.



"Si te refieres a si es mi hermanito, si, lo es, se llama Sasuke, aunque al parecer no quiere presentarse... bueno, ten la seguridad de que no tiene rabia..."



Minato se rió. "Un gusto conocerlos, Sasuke, Itachi, pero debemos irnos, aun no terminamos de desempacar y la madre de Naruto nos espera, que tengan un lindo día... vamos, hijo."



"¡Adiós Itachi! Nos vemos luego.", Naruto se despidió, siguiendo de cerca a su padre a cruzar la calle hasta su nueva casa.



Itachi miró como Sasuke observaba atento al rubio que intentó cazarlo, se divirtió pensando que tal vez sentía celos o algo parecido, en ese aspecto él siempre había sido protector y en el fondo Itachi no deseaba que el niño creciera con la idea de que los donceles siempre necesitan un caballero, pero nada podía hacer si sus padres lo estaban educando de esa manera. "¿Qué?"





"Sus ojos, Itachi... me dan miedo..."




"Te quedaste traumado por tu sueño, seguramente... ¿desde cuando te dan miedo los ojos azules?"



"¡No son naturales! Mi maestra dice que son raros, y lo raro es malo."




El pequeño dragón había vuelto por el plato caminando entorpecido por las garras de pantufla que llevaba, con el ceño eternamente fruncido. Uchiha Itachi se sentó en el pasto seco para comer su almuerzo, arqueando una ceja.




"Los donceles somos raros, y a mí no me tienes miedo..."




"Pero a ti te conozco... además, ese chico tiene cara de tarado."




"No puedo negarte eso", sonrió divertido. "Pero no se lo digas, creo que él aun no se entera."





(~)




Los ojos rojizos de la criatura han dado con algo que Itachi debería haber escondido al máximo, su debilidad y fortaleza han sido descubiertas. Y ambas tienen un nombre, un apellido... y seis años. "Sasuke Uchiha...", susurra al viento, haciéndose escuchar en los oídos del menor de los hermanos. Sasuke, jugando en el jardín con una pelota de tela mientras Itachi sigue sus tareas, alza su pequeña cabecita, mirándolo de lejos. Le sonríe especialmente a él, pero el tembloroso niño empieza a llorar, llamando la atención de su hermano. Suelta una risita, desaparece en una nube de humo oscuro, sin dejar rastro. "Uchiha Itachi..."



¿Quien dijo que el Diablo juega limpio?

Notas finales:

¿Alguien ha leído a John Katzenbach? 


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