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El conserje rockstar por Fullbuster

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- ¿Quieres hablar de algo?


Minato sonreía al ver cómo su hijo jugaba con la comida. Sólo lo hacía cuando algo le preocupaba. Le gustaba mucho su comida, la devoraba y como pocas veces podía estar en casa, cuando pedía unos días de permiso, cocinaba para su niño.


- ¿Es ese chico de nuevo? ¿Hablaste con él?


- La verdad… es que él habló conmigo o más bien… me insultó. ¡Se atrevió a insultarme! Yo que soy una gran estrella, nadie me había insultado desde…


- Desde que te convertiste en estrella – remarcó su padre – quizá alguien debería haberlo hecho antes.


- Papá…


- Naruto, sabes que a veces, la fama se sube a la cabeza.


- ¿Crees que se me subió?


- No he dicho eso, pero no puedes fiarte de todo lo que hay a tu alrededor. Mucha gente miente para estar cerca de una superestrella. Ese chico al menos parece sincero, ¿no? Se atreve a decirte las cosas a la cara.


- Si, eso me gusta de él. Es… no le da miedo nada ni nadie, dice las cosas como las piensa, es muy sincero en eso pero… me oculta otras cosas. Le vi una cicatriz enorme en la espalda. Le tiré sin querer a la piscina y casi se ahoga. No creí que no supiera nadar. Me gustaría saber qué ocurrió con esa cicatriz, siento mucha curiosidad pero él se cierra en banda.


- Quizá no está preparado para hablarte sobre temas concretos. Le acusaste de robarte, así que, ¿crees que puede ser completamente sincero contigo? La confianza hay que ganársela. ¿Te has ganado la suya?


- Creo que no – sonrió Naruto con cierta tristeza – lo siento, papá, pero tengo que irme, hoy tengo un día muy ocupado pero mañana soy todo tuyo.


- Claro, iré a dar una vuelta solo.


***


Un golpe le hizo abrir los ojos con rapidez. No fue un golpe fuerte, un simple movimiento, pero al ver a Orochimaru allí frente a él, moviendo su pie sobre su cintura, supo que le pedirían volver a ese estudio de grabación.


- ¿No puede esperar? – preguntó Sasuke – aún tengo sueño y es sábado.


- ¿Estaría aquí si pudiera esperar? Le han pasado la nueva canción a Kabuto, tienes que ensayarla.


- ¿Va a cantar en playback? Un día le pillarán.


La sonrisa de Sasuke puso más nervioso a Orochimaru. Ese idiota debía levantarse y ponerse a practicar para que su hijo fuera famoso, en cambio, Sasuke no parecía querer moverse de la cama.


- Que te levantes de una maldita vez. Si no estás en cinco minutos en el estudio de grabación, mandaré la cinta de lo de tu hermano a la policía. Te recuerdo que será reincidente en vandalismo, irá directo al reformatorio.


Un chasquido de labios sonó por parte de Sasuke, pero apartó las mantas para ir a arreglarse. Odiaba esa situación, más ahora que Kabuto iba a triunfar con su voz. Desearía que todo fuera diferente, pero por ahora y hasta que pudiera hacerse en posesión de esa maldita cinta… no le quedaba más remedio que aguantar aquel chantaje.


Esperó a que le dejasen solo en el cuarto de calderas para poder vestirse. Hoy sería otro largo día aguantando a esos dos. Por suerte, Itachi se había marchado temprano, seguramente a jugar algún partido con sus amigos. Él tenía suerte de poder practicar deportes.


Cuando estaba en el hospital, la música fue una salvación a su eterno aburrimiento, un rato agradable con su padre, ahora era casi como un infierno. Tener que tocar obligado para otros era un suplicio. Muchas veces pensaba que él no había aprendido para que sucediera algo así, pero… no había marcha atrás. Su padre le enseñó a tocar con buenas intenciones y eso no podía desperdiciarlo.


Entró en la sala de grabación con la guitarra a la espalda y observó cómo Orochimaru ya había dejado las partituras encima del atril. No quería perder tiempo, eso era obvio y seguramente… sería porque tendría algún ensayo o algo. ¿Cómo haría Kabuto para hacer el ensayo con los demás? ¿O es que les diría que no podía cantar con todos los demás? Era extraño.


- ¿De verdad creéis que no se darán cuenta? Sabes que la banda ensaya junta, ¿no? – preguntó Sasuke.


- Métete en tus propios asuntos. Ése es nuestro problema.


- Vale… - sonrió de medio lado, sacando la guitarra de la funda y sentándose en la silla para mirar la partitura.


No era demasiado complicado y de hecho… él ni siquiera debería tocar, sólo afinar y cantar aquello. ¡Había una nota muy aguda a la que ni siquiera sabía si llegaría con su voz todavía sin recuperar del todo!


- No puedo cantar esta nota – le dijo Sasuke.


- Más vale que la cantes.


- Más vale entonces que me lleves al médico, porque no he recuperado toda mi voz y esta nota de aquí es muy aguda para lo que ahora puedo cantar.


- Tú haz lo que puedas.


- De acuerdo.


Dejó la guitarra a un lado. Estaba claro que no iba a necesitarla a partir de ahora. Naruto tocaba la guitarra en ese grupo, así que él… sólo tendría que cantar. Es lo que buscaban al fin y al cabo, un cantante.


No fue hasta que acabó el ensayo, cuando se enteró que su trabajo ahora ya no consistía en ser sólo el conserje, iba a tener que acompañar a Kabuto a cualquier lado y por si fuera poco, ir con él a la gran casa de esas superestrellas, “por si tenía que cantar en algún momento”, simplemente… increíble tener que estar de guardaespaldas de ese idiota, llevando sus trastos y teniendo que cantar por él.


En el coche, Sasuke no habló ni una sola vez. No quería tener que ir a esa residencia y aunque Orochimaru había dicho que le había preparado una habitación allí, supuso que sería algún cuartucho como lo que tenía en la academia. No se hacía demasiadas ilusiones.


La casa que la banda compartía estaba en pleno centro de la ciudad. Muchas muchachas jóvenes hacían guardia en la puerta principal con pancartas y fotografías de los integrantes del grupo, esperando su oportunidad de verles y pedirles un autógrafo o darles algún peluche. ¡Era increíble!


- Vamos, Sasuke, no estés tan de mal humor, vas a vivir en la gran residencia de la banda – comentó Kabuto.


- ¿Tengo que alegrarme por ser tu mayordomo, llevar tus trastos y encima hacer tu trabajo viviendo con unos egocéntricos artistas de pacotilla? ¡Genial! ¡Estoy súper emocionado! – dijo con sarcasmo.


- Qué idiota eres.


La casa era inmensa. Seguramente él mismo se habría podido perder en ese jardín, no quería saber qué podría ocurrir en el interior de la casa. Mucha gente trabajaba allí para satisfacer a los artistas y al final, él sólo iba a ser uno más de toda esa gente. Al entrar, el propio jefe en funciones le hizo firmar una cláusula de confidencialidad absoluta. ¡Ni que fueran el presidente! Pero no le quedó más remedio que firmar y prometer que jamás divulgaría secretos o lo que viera en esa casa.


- Voy a llevarte a tu cuarto – sonrió Orochimaru.


- ¿La sala de calderas?


Lo había dicho como broma, aunque realmente tampoco descartaba la idea. Orochimaru era capaz de todo. ¡Tampoco se equivocó del todo! No era la sala de calderas, pero había un colchón tirado en la sala de lavandería. Por allí ni entraban los de la banda.


- Qué lugar tan acogedor – dijo una vez más con arrogancia.


- Sabía que te gustaría. Dejo que te instales… aunque sólo llevas tu guitarra al parecer.


- Oh… llevo una muda también. Creía que tendría que traer más ropa pero mira… tengo la lavandería justo aquí.


- Realmente no hay quien te soporte – se quejó Orochimaru antes de salir del cuarto y dejar finalmente solo a Sasuke.


Dejó la mochila a un lado y la guitarra contra la pared. Quería investigar un poco el lugar. Al menos le serviría para no perderse demasiadas veces. Tampoco quería tener problemas con el resto de los integrantes de la banda, por lo que intentaría no cruzárselos en la medida de lo posible.


Siendo la hora de comer, esperaba que todos estuvieran por la cocina, así que era un buen momento para escabullirse. ¡No tuvo suerte! Al dar la esquina hacia lo que parecía una terraza, se encontró a toda la banda allí sentada, comiendo al aire libre, incluido Naruto.


- Mierda – susurró antes de intentar huir del lugar con rapidez. Una mano pasó por encima de sus hombros bloqueándole la salida.


- Vaya, el guitarrista fantasma – sonrió Kiba – mirad a quién me he encontrado, chicos.


No tuvo demasiado tiempo, Kiba tiraba de él y lo sacó en mitad de la sala. Todos fijaron sus ojos en él. Era la primera vez que realmente veía a toda la banda junta, hasta ahora sólo conocía en persona a Naruto y a Kiba, pero había dos más con intimidantes miradas.


- Yo… ya me iba, sólo estaba inspeccionando el lugar – intentó escabullirse Sasuke como pudo.


- Siéntate un rato. Naruto dice que tocas muy bien la guitarra – expresó Neji – vamos.


- Exagera, estoy seguro de ello, sólo soy un autodidacta. En serio que yo…


- ¡Siéntate!


La voz ronca y seria de Gaara hizo que todos hicieran un tenso silencio y Sasuke dejase sus quejas a un lado para sentarse en la mesa con ellos. ¡Kabuto le miraba mal! No era para menos, él no debería estar allí y le obstaculizaba sus conversaciones con Naruto o más bien… las opacaba. En cuanto Sasuke entraba en el cuarto, toda la atención del rubio se dirigía hacia ese moreno.


- Sasuke, seguro tiene muchas cosas que hacer, ¿verdad? – preguntó Kabuto hacia él.


- Claro, tengo que… sacar todo mi equipaje.


- ¿Qué equipaje? – preguntó Naruto con una sonrisa – te he visto traer una mochila y la guitarra.


- El de Kabuto – se adelantó Sasuke.


- ¿Es que él no tiene manos para sacar su propio equipaje? Creo que no está inválido – protestó, creando una indirecta demasiado directa que Kabuto pilló enseguida.


- Claro que sí, puedo hacerlo yo, Sasuke – sonrió como si él no hubiera dado aquella orden.


- Sasuke, eres el ayudante, no te sientes con los de la banda. Tienen temas importantes que tratar.


La profunda voz de Orochimaru cortó toda conversación. Ni siquiera los de la banda podían decir nada, no a un hombre mayor que ellos, no habría sido respetuoso, así que dejaron que Sasuke se levantase con rapidez y se marchase. Naruto se quedó embelesado viendo cómo se alejaba, hasta que recibió una patada por parte de Gaara, quien le indicaba con la cabeza que se largase de allí y fuera tras él. Lo entendió rápido, así que se disculpó y salió tras Sasuke.


- Ey – le llamó al ver que el moreno no se detenía – Ey, Sasuke, espera un segundo.


- ¿Qué quieres ahora, Naruto? Creía que no teníamos nada más que hablar.


- Sólo… quería saber cómo estabas.


- ¿Ahora te interesa la vida de un ladronzuelo? Vete al infierno.


Agarró con rapidez su muñeca evitando que pudiera marcharse. No estaba dispuesto a permitir que volviera a huir, no como siempre hacía cuando no le gustaba un tema de conversación.


- Lamento lo de la piscina, no sabía que no podías nadar. Creía que bromeabas y… me disculpo, Sasuke.


- Bien por ti. Pero eso no arregla nada. Sigues desconfiando de mí y yo no sé cómo demostrarte que no agarré tu grabadora. Lo mejor es que sigas por tu lado y yo por el mío. Así no habrá más malos entendidos.


- ¿Qué quieres que haga para obtener tu perdón? Venga… pídeme lo que quieras, lo haré.


- ¿En serio? ¿Lo que yo quiera?


- Sí.


Por un instante Sasuke pensó y pensó en algo que fuera completamente imposible que Naruto realizase, porque no quería perdonarle. ¿Qué es lo que ese rubio jamás haría?


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