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Buscando al ángel por Aphrodita

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Buscando al ángel

 

 

Aphrodita

 

One Shot:

 

  • Saori... Todos tenemos un "Angel"...
  • ¿Un ángel?... –Preguntó la niña con su melódica voz infantil --¿Qué es un ángel, abuelo?...
  • Alguien que cuida de ti, todo el tiempo... –Respondió el anciano sin esbozar sonrisa o gesto alguno.
  • ¿Y yo lo tengo?...
  • ¡Vaya que sí!... –Aseveró el Señor Kido modificando un poco sus facciones.
  • ¿Y como es mi ángel?... –Siguió la pequeña Saori, curiosa como solo un niño puede serlo.
  • Tiene alas...
  • ¿Alas?...
  • Sí, alas... –Asintió el hombre –Unas hermosas alas... Y tu ángel, pequeña... Es único...

Las orbes de la niña brillaron con intensidad y aunque no supo en concreto que quiso decir su abuelo con ello, como toda niña le creyó... "Todos tenemos un ángel personal" Y aunque existe una definición de "Angel" en las religiones, tuvieron que pasar muchos años para que Saori comprendiese realmente ese simple y a la vez complejo concepto.

Por un tiempo creyó que Niké era ese "Angel" del cual su difunto abuelo le había hablado, o acaso ¿No había estado junto a la Diosa Athena desde el comienzo?... "La victoria".

Pero esa idea fue suplantada por otra, pues existía la remota, y no tan, posibilidad de que su Angel fuese humano, y al pensar en ello Aioros cobraba forma.

Acaso, ¿Los ángeles deben tener como regla general alas blancas? Pues su ángel, aparentemente, las tenia de un color Dorado, un dorado hermoso, brillante, refulgente. Aioros había sacrificado su vida para darle la posibilidad a ella de vivir... Por mucho tiempo, a su manera, desde donde estaba, Aioros había intercedido por el bienestar de la pequeña Saori.

Y si bien, a medida que las Guerras transcurrían y esta idea se volvía más latente, cobrando forma, comprendió que quizás no necesariamente el Angel de uno debe estar en otro plano. Si bien Aioros a la distancia cuidaba de ella prestando su imponente armadura, Saori comprendió que si nunca hubiese existido alguien que la portase, todo hubiese sido en vano.

Y fue recién después de Hades, que Saori descifró las maravillosas palabras del señor Kido, cuando vio a su verdadero Ángel directo a los ojos... A su ángel personal de ojos y pelo castaño, algo frágil en apariencia, flaco y desarreglado... ¿Quién dijo que el Angel debe portar alas como regla general, o ser rubio, o ser niño, o "vivir" en el cielo? Athena comprobó por ella misma que los ángeles adquieren las formas más inimaginables, hasta se esconden en un muchacho algo torpe y descuidado, a veces impertinente y molesto.

Seiya había sido destinado a ser su ángel personal...

"Todos tenemos un ángel"

¿Y quien dice que los ángeles no sufren también como los humanos? ¿Quién puede asegurar que no lloran de tristeza?

De eso se trata esta historia... De cómo Saori ayudó a su ángel a ser feliz... Pues era hora de devolverle una pizca de todo lo que él había hecho por ella.

 

Buscando al ángel 1° Parte.

 

Seiya siempre fue un chico demasiado alegre, tanto que por momentos uno no sabia si se enojaba con él de pura envidia o ya de cansado que estaba de tener que soportarlo. Saori siempre reía ante las ocurrencias de su ángel, aunque la mayor parte, al igual que todos, tenia ganas de matarlo, pero ¡Esa era la esencia del morocho! Ser así no solo le daba vida a él, sino a todos los que lo rodeaban, a todo lo que él tocaba.

Por que el toque de un ángel siempre es místico y maravilloso... Así era por momentos Seiya, tan místico que uno no sabia si estaba triste o contento, pues reía y bromeaba como un niño todo el tiempo, acaso ¿Escudaba su tristeza en una apariencia alegre? Athena había notado esto, no como Diosa, sino como mujer... Su ángel sufría.

Pero a la vez era maravilloso, ya que desde el silencio velaba por la armonía de todos, velaba por la felicidad de todos, en secreto... Sin decir nada...

El morocho estaba sufriendo y ¿Cuándo lo notó Saori? Pues... Cada vez que Ikki partía sin rumbo fijo, como solía hacerlo el Santo del Phoenix. Pero lo que no supo la muchacha fue si Seiya sufría mas cuando no estaba el peliazul, o cuando estaba... Solo veía sus ojos triste que se posaban nerviosos y juguetones en la persona de Ikki, quien aparentemente no reparaba en nada, no notaba que a veces sus palabras y su indiferencia podían llegar a herir.

Saori pasó mucho tiempo buscando asegurarse de ello, y cuando lo tuvo en claro, cuando supo que su ángel, contra las reglas de la naturaleza se enamoró de un hombre, pasó otro tanto buscando la forma de ayudarlo, y la forma llegó de la manera menos esperada, cuando un verano el Phoenix llegó sin previo aviso, muy temprano en la mañana. Y como de costumbre se dirigió al cuarto de su otouto, para despertarlo con un enorme abrazo y decirle a sus esmeraldas, confidentes de su ternura, cuanto lo había extrañado.

Su otouto, a quien siempre cuidó y veló, como si en vez de un hermano mayor fuese un ángel predestinado a él, en su interior, por lo menos, Shun siempre lo creyó así... Pero nuevamente, su ángel no tenía alas blancas.

El peliazul dejó a un costado su pequeño bolso de mano, y subió sin hacer ruido las escalinatas de la Mansión, directo al cuarto del pequeño, pequeño que en ese ultimo tiempo había crecido ¡Y vaya que lo había hecho! Andrómeda ya no era un niño, eso descubrió Ikki cuando abrió la puerta y lo encontró dormitando sobre el pecho de uno de sus compañeros de batallas.

Los bucles rebeldes de su otouto caían armoniosamente sobre el vientre de Seiya, quien profundamente dormido, con su boca ligeramente abierta, no sospechaba lo que se avecinaba.

La desnudez de Shun, mas allá de ser hermosa, era apabullante para el mayor que observaba la escena comprendiendo que el tiempo, contra todo intento de detenerlo, había pasado sin más. ¿Y quien había velado por la seguridad de Andrómeda? ¿Quién había sido su ángel en ese tiempo de ausencias? ¡Tenia que haber sido ese demonio salido del Averno! ¡Dueño de sus más terribles y osadas pesadillas! ¿Podría haber algo peor que eso? Pensó Ikki, hubiese preferido encontrar en el lugar del Pegasus a... Misty... Aphrodite... ¡Hasta ese ruso malhablado! Pero no al morocho.

El peliverde lentamente abrió sus profundas esmeraldas, incorporándose apenas del cuerpo de su amigo quien no notó este cambio, y cuando vio de pie a su niisan, en su cuarto, con cara de haber pasado una mala noche, sintió que su mundo no solo se derrumbaba, se terminaba, y solo una frase fue necesaria para que la mente de Seiya reaccionase mandándole la señal al cerebro de que era hora de despertar por muy temprano que fuese.

- ¡Niisan! Yo te puedo explicar...

Shun se incorporó, tapando apenas su intimidad, mientras que mágicamente el Pegasus despertaba abruptamente, tomando entre sus brazos al frágil peliverde, y eso fue mucho para Ikki... Ver esa protección, y ese cariño hacia Andrómeda... ¡No iba a matar a su propio otouto! No era necesario que lo rodease así con sus brazos.

  • Ikki...

Se atrevió a susurrar el morocho, sin una pizca de temor en sus ojos, sin dolor, sin tristeza o arrepentimiento, aunque su corazón se estuviese resquebrajando por dentro, y eso fue suficiente para el Phoenix.

Los menores no comprendían: Era hora de reaccionar, sin embargo el peliazul se encontraba de pie allí, sin hacer nada, sin poder decir nada... Y aun más sorpresiva, que su aparente pasividad ante los hechos, fue su conducta esquiva, pues sin mas, Ikki se fue de ese cuarto.

¿Qué había pasado allí? Hubiesen preferido un grito, hasta una golpiza, antes que su siniestro silencio y su repentina partida, acaso, en los ojos del imponente Phoenix había ¿Tristeza?

Su otouto había crecido, y en su lugar había encontrado otro refugio... Ya no más él niisan protector, pero ¿Era eso lo que en verdad molestaba al peliazul?.

No pasaron muchas horas para que la Mansión se enterase de lo ocurrido. Quien presencio esa escena, Shiryu, y quien escucho de la boca de Seiya lo acontecido con lujos de detalle, se encargo de hacérselo saber al resto... Es que eran una familia, un equipo, y había momentos en donde todos debían interceder por el bien de esa unión, sin embargo, en su interior, Saori supo que esta vez no seria tan sencillo... Y no porque el hermano sobreprotector "asesino de ponny’s" haya encontrado a su pequeño, indefenso, inocente y frágil hermano en la cama con un hombre, alguien de su mismo sexo... No, las cosas iban mas allá de eso... No se trataba de calmar la furia interior del Phoenix, ni de hacerle entender que su otouto había crecido, y que enamorarse de alguien no significa hacerlo de su condición sexual... El problema residía justo en que ¡Fue con Seiya! De todos los hombres en la Tierra... Fue con el Pegasus.

Saori suspiró hondo, preparándose mentalmente a lo que se avecinaba, pero si estaba en lo cierto, conociéndolo un poco al peliazul, quizás aun hubiese un atisbo de esperanza.

Esa mañana Seiya no salió de su cuarto, ni siquiera a desayunar, y eso era preocupante. Ikki se encontraba arreglando su moto, su preciada y atesorada moto, y luego siguió con el coche de la fundación, para asegurarse que los frenos anduviesen bien, luego siguió con el auto de Tatsumi, para asegurarse de que los frenos anduviesen mal... Y fue el turno del enchufe de la cocina, del microondas, de la videocasetera que ya no usaban porque se habían modernizado con un DVD... Y así con cada cosa que había en la Mansión... Ya no quedaba nada por arreglar, pero por las dudas, el Phoenix prefirió mantener su mente ocupada y así no pensar en nada, total que el reloj funcionase, que diese la hora correcta no quería decir nada, mejor era asegurarse de que lo siguiese haciendo, así que se pasó toda la mañana desarmando Cuanta cosa desarmable había ante sus ojos, pero cuando le llegó el turno al televisor, ahí Hyoga se exaspero pidiéndole a los gritos que parase con su paranoia y fue lo que necesitó el peliazul para finalmente explotar y sacar toda esa furia de su interior y cuando la discusión finalizó, el Cisne sonrió complacido, pues su cometido había dado resultados, por lo menos Ikki no estaría tan tensionado con todo ese enojo acumulado, mejor que lo descargase ¿Y que mejor que con el rubio que era especialista en hacerlo rabiar?.

Llegó la hora del almuerzo, y si bien habían pasado varias horas desde el fortuito y desgraciado encuentro, la tensión permaneció inalterable en el aire, se sintió tanto que nuevamente el Pegasus no se animo a bajar, así que sin opciones fue Shiryu a llevarle el almuerzo que el mismo morocho rechazo dando las gracias... Con Shun no fue muy distinto, puertas enfrentadas... El Dragón se quedó con los dos platos en su mano en mitad del pasillo sin saber bien que hacer, a medias, porque supo que era su turno de actuar, ya había intercedido Hyoga, le tocaba a él y por eso fue derecho a hablar con Ikki, a solas en la sala, después de almorzar, y en pocas palabras le hizo entender al Phoenix que debía hablar con su otouto y En ese momento el Dragón creyó comprender el verdadero enojo del peliazul.

Ikki subió lentamente, uno a uno los peldaños de la escalera, se situó frente a la puerta de su otouto y golpeó sin recibir respuesta, así que sin opciones ingresó encontrando a su hermano en la cama, despierto y sin lagrimas, pero sus ojos indicaban que había pasado un buen tiempo llorando.

  • Niisan... –Se alarmó el pequeño.

Con paso lento, el Phoenix se sentó en la cama de su otouto, y acarició con amor y dulzura su verde melena.

  • Shun... Vaya que has crecido... –Rió apenas, con melancolía –Pensar que fue ayer, para mí, cuando me preguntaste como venían los bebes al mundo...
  • ¿Estas enojado?... –Se atrevió a susurrar el peliverde aunque era evidente la respuesta.
  • Tal vez, un poco... –Se sinceró el mayor –Pero no sé si es contigo, quizás sea conmigo...
  • Yo...
  • No me molesta otouto... –Censuró el peliazul –No me molesta saber que estas enamorado de un hombre... Yo solo quiero que seas feliz...

La sonrisa de Andrómeda fue la más bella que su niisan pudo presenciar en toda su vida.

  • Ikki... Yo a Seiya lo quiero mucho, es mi mejor amigo... –No se atrevió a decir que gracias a él había aprendido muchas cosas.
  • Lo quieres ¿Verdad?...
  • Por supuesto... –Shun se incorporó en la cama para sentarse con sus piernas cruzadas –Y el me quiere, pero no de la manera en que tu piensas... –Tampoco se atrevió a decirle a su hermano que tan solo era sexo.
  • Lo entiendo, creo...
  • Seiya ama a otra persona...
  • Oh... –Exclamó el Phoenix algo confundido –Dime otouto, si él te hace sufrir de alguna manera yo me encargaré...
  • Tranquilo... –Rió Andrómeda –Lo supe desde un inicio, es por ello que jamas deposite mis esperanzas en él...
  • Me asombra tu madurez Shun... –Sentenció el peliazul poniéndose de pie --Ojalá yo fuera la cuarta parte tan maduro como tu... –Camino hasta la puerta y antes de pasar por ella acotó --¿Bajas a almorzar? No has comido nada...
  • Enseguida voy... –Respondió el menor y cuando su niisan se alejó, lanzó un suspiro de liberación y dejó que su cabeza cayera pesada contra la almohada.

Lo peor había pasado, por fin había podido ser sincero con su niisan, y este había entendido, al final de cuentas fue mucho más fácil de lo que él y todos pensaban al respecto. Ikki actuó de la manera menos pensada, pero desde ya que tenia sus motivos.

A la sagrada hora de la siesta, el pequeño Shun supo que alguien, al igual que él, no dormía, así que en silencio, sin hacer ruido se acercó hasta la puerta de Seiya, y luego de decir quien era, ingresó sin más.

  • ¿Qué haces aquí, Shun?... –Se alarmó el Pegasus secando sus lagrimas --¡¿Quieres que tu niisan nos mate?!...
  • Lo entendió... –Dijo con felicidad acercándose a su amigo. –Lo entendió, no está enojado conmigo...
  • De veras... ¿Lo entendió?... –Pronunció el morocho confundido y también algo triste –Lo entendió... –Hundió su rostro en la almohada.
  • Hey, no te escondas, veras que esto pasará y quedará en el olvido, como una anécdota...
  • Supongo...
  • Ya me perdono a mí, veras que si le das tiempo también lo hará contigo... –Dijo Andrómeda con dulzura.
  • Supongo...
  • No tendría que afectarte tanto...
  • Supongo...
  • ¡Ya Seiya!... –Se hartó el peliverde –No actúes así... No es el fin del mundo...
  • Sup...
  • ¡Y no digas supongo!... –Shun caminó hasta la salida –Todos duermen, ¿No quieres comer algo?...
  • Supongo... –Dijo riéndose –No, gracias Shun... –Finalizó borrando esa sonrisa.
  • ¿Quieres algo?... –Ya comenzaba a alarmarle su estado.

Y ante su negativa y su petición de quedarse solo, Andrómeda se fue, muy preocupado por su amigo ¡Qué no era para tanto! Pero claro, el peliverde no era conocedor de los verdaderos sentimientos del Pegasus hacia Ikki, sentimientos que con éxito lograba ocultar. Pues desde ya, que para Seiya no había nada peor que lo ocurrido, que el Phoenix, el hombre que amaba, lo hubiese descubierto en la cama con su otouto... ¡Y todo por un poco de sexo! Si algo, en la noche, le dictó que estaba haciendo mal, que algo malo iba a ocurrir ¿Por qué no escuchó? ¿Por qué no se dejó guiar por su instinto? Hubiese evitado así que el peliazul los descubriese en la cama y darle una visión errónea de sus verdaderos sentimientos.

Fue luego en la hora de la cena, que Saori comprendió que había llegado su turno, cuando Seiya nuevamente sé rehuso a bajar, era hora de tomar cartas en el asunto, fue por eso que citó a Ikki en su despacho para tener una larga charla al respecto y hacerle entender que debía ser él quien hablase con el Pegasus, solo así todo volvería a la normalidad, por lo menos a como era antes de lo acontecido.

  • Si no quiere hablar, no lo puedo obligar... –Objetó el Phoenix veraz.

Saori no podía explicarle porque tenia que ser él quien fuese a hablar con el morocho.

  • Lo sé Ikki, pero... --¿Cómo decirle? –Debes ser tu, quien deba hablar... El no irá a ti a pedirte disculpas o a darte explicaciones...
  • ¿Por qué no? Acaso ¿Soy un ogro? ¿Una mala persona? ¿Tan mala visión tiene de mí?...
  • Todo lo contrario... –Se le escapó a la pelimorado.
  • Yo no lo puedo obligar, quizás lo mejor es que todo quede así, que me vaya y que él se reorganice...
  • No Ikki, eso seria peor... –Saori se levantó de su silla, nerviosa, sin saber bien que decir o que hacer... Hasta que las palabras de su difunto abuelo golpearon a su mente.
  • Aparentemente Seiya tiene una visión horrible de mi persona, y yo no puedo hacerlo cambiar de parecer... Si me tiene miedo... –Sus palabras sonaban algo triste –Por algo será... Lo mejor...
  • Ikki... –Pronunció la dama con tranquilidad --¿Sabes?... Todos tenemos un ángel...
  • ¿Eh?... –Eso si que desconcertó al hombre.

¿Qué tipo de droga consumía su Diosa en ese ultimo tiempo? ¿Qué tenia que ver con todo lo que venían hablando?.

  • Todos tenemos un ángel... –Volvió a pronunciar con más seguridad –A mí me costó comprender que muchas veces ese "ángel" adquiere la forma menos pensada... Y así como todos tenemos un ángel, muy pocos saben quien es ese ángel... ¿Tu lo sabes Ikki?..
  • ¿Qué cosa?
  • ¿Quién es tu ángel? ¿Lo has buscado alguna vez o tan siquiera pensado?...
  • La verdad, la filosofía no es mi fuerte...
  • Si yo no estoy equivocada... Si yo con esta conversación he notado lo que por mucho tiempo anhelé... Te pido dos cosas...
  • ¿Qué?... –Ya por miedo lo mejor era seguirle la corriente.
  • Una, que hables tu con Seiya, te lo pido yo, como tu Diosa y tu amiga...
  • Esta bien...
  • Y la otra... Que pienses en lo que te he dicho... Y solo así comprenderás lo que intento decirte, sin poder decírtelo directamente...
  • Pero Saori, dímelo ya, y dejémonos de acertijos...
  • No puedo, es muy delicado y si estoy equivocada será algo que no me lo perdonaré nunca...

Sin nada mas que hacer allí, Ikki se fue del despacho de Saori, algo confundido con sus palabras... ¿Un ángel? ¿Todos tenemos un ángel? Eso si que había sonado muy raro.

Athena en la soledad de su despacho analizó el diálogo con su guerrero y supo que también debía hablar con Seiya y darle ese coraje, que tenia en demasía, pero oculto por el dolor.

 

Buscando al ángel 2° Parte:

 

A la mañana siguiente, intranquila por no poder conciliar el sueño, Saori se puso de pie y se cubrió con su bata blanca de verano, caminó por los pasillos alumbrados por la tenue luz de la mañana y golpeó la puerta de Seiya, quien enseguida respondió demostrándole así que tampoco había podido dormir, o que por lo menos en ese tiempo no lo había hecho.

Athena ingresó al cuarto portando una tranquilizadora sonrisa, y en silencio se sentó a los pies de su ángel.

  • Seiya, no has comido en todo un día ¿No tienes hambre?...
  • Pues, la verdad que no... –Respondió el Santo incorporándose apenas en su cama.
  • Debes hablar con él...
  • ¿Con Ikki?... –Ante el asentimiento de la dama, con horror se negó –No Saori, ¡Va matarme!
  • Sabes que no... Él no es así...
  • De todos modos... –Suspiró Seiya –No creo poder hacerlo...
  • Se irá si no lo haces... –Pronunció Athena débilmente consiguió la plena atención del otro.
  • No... Puedo...
  • Si que puedes Seiya, yo si sé que tu puedes... –La pelimorado se puso de pie con el fin de irse –Todos tenemos un ángel... –Susurró con una sonrisa.
  • ¿Eh?...
  • Una vez, alguien me dijo, que todos tenemos un ángel, uno personal...
  • Sé a lo que te refieres... –Sonrió el pequeño.
  • Pues... Espero que tú lo encuentres... Y que cuando lo hagas no solo se lo digas, sino que también te asegures que se quede a tu lado.

El Pegasus se quedó acostado en su cama pensando en esas ultimas palabras, con una sonrisa en sus labios ¡Vaya que comprendía las palabras de su Diosa! Pero era tan difícil, todo era tan difícil para él.

Esa mañana, antes del mediodía, el morocho salió de su "cueva", fue al baño, se dio una ducha de agua tibia y contra todo temor bajó al comedor, dispuesto a almorzar en compañía de todos, sin importarle la presencia de Ikki.

Cuando Seiya apareció en la sala dejó boquiabiertos a todos, en especial al Phoenix quien no esperaba repentina aparición. Sin decir nada Shiryu corrió una silla y lo invitó a sentarse, en silencio el Pegasus se acercó a la mesa y así almorzó.

No volaba una mosca en la Mansión Kido, hasta que el pobre de Shun se atoró con un pedazo pequeño de espina de pescado, recién ahí se escucharon las primeras voces, los primeros ruidos.

Por suerte el morocho se había levantado con apetito, eso pensaron todos los que, a excepción de Saori, se extrañaban con la actitud de Seiya, era difícil para ellos comprender el porque de tanta tristeza ¡Que no había muerto nadie! Ikki no era un ogro, no estaría enojado toda la vida... Pero, ese no era el problema del Pegasus.

Las palabras de Saori, dichas esa mañana se quedaron impresas en la mente del morocho, y si bien supo que debía hablar con el peliazul, no podía... Sencillamente era mas fuerte que él, no podía. A la hora de la siesta, cuando todo aparentemente estaba en calma, Seiya salió de su cuarto, tan solo para despejarse un poco, quizás caminar por el jardín bajo el sol caluroso de verano lo ayudase a serenarse... Pero apenas llegó a la cocina de la Mansión su tranquilidad interior se vio amenazada por la presencia de Ikki.

  • ¿No dormías?... –Fue lo único que le surgió al pequeño.
  • Hasta que me hablaste... –Se quejó el peliazul –Pues como veras no... No suelo dormir siesta, eso es para niños y viejos...

Sin mas, escapando de la terrible situación que le tocaba vivir, el Pegasus se alejó de la cocina y por su puerta trasera salió al jardín... Caminó por el verde pasto y se sentó en uno de los bancos, en el más apartado de los ventanales, para evitar que cualquiera viese su ubicación, pues quería y necesitaba estar solo un rato. Suspiró derrotado... Por lo menos le había dejado en claro a Ikki que su presencia no era la razón de su aislamiento... ¿Se lo había dejado en claro o todo lo contrario? Mas bien lo hablado recién en la cocina fue como reafirmar esas temibles sospechas.

Perdido en su mente no notó que alguien se acercaba lentamente hacia donde él estaba sentado, solo reaccionó cuando escuchó la voz del Phoenix casi a sus espaldas.

  • Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña... –Ikki se sentó al lado de su compañero de armas y guardó silencio.

Sin pensarlo, pues muchas veces el morocho no pensaba lo que decía, soltó lo que guardaba en su mente.

  • Ikki, no quiero que te vayas... –Ante sus palabras, torpes palabras, se corrigió –Quiero decir, tu no tienes la culpa... Digo... No eres el culpable de que yo, no es necesario que...
  • Ya... Lo entiendo... –Rió el mayor. –Y si yo no soy el culpable de tu aislamiento ¿Quién? Entonces...
  • Yo...
  • ¿Tu?
  • Siempre hago las cosas mal... –Se quejó Seiya con tristeza –Siempre hago las cosas al revés... –Perdió su mirada a la nada, con tal de no ver a su compañero.
  • Yo... No había notado cuanto habían crecido ustedes...
  • ¿Eh?...
  • Tu y Shun... Han crecido y... –El peliazul tomó aire –Mi otouto me explicó que entre ustedes dos no había nada... Nada mas que amistad...
  • Si... ¿Te explicó todo?...
  • Y que tu amas... A otra persona...

Se produjo un silencio que Seiya odió en ese momento con todo su corazón, lo peor de todo era tener al hombre que amaba en verdad, frente a sus ojos, y no poder decir una sola frase coherente... Es que Ikki en ese tiempo le había robado la cordura.

  • ¿Te iras?... –Fue lo único que se le ocurrió decir al Pegasus, con tanta ternura que le arranco al otro una sonrisa, pues por una milésima de segundo la expresión fue casi la misma que la que portaba Shun cuando le hacia la misma pregunta.
  • Si, hoy a la noche...

Aquello fue devastador para el menor, un nuevo silencio en donde el Phoenix aprovechó para huir de esa situación y en donde el morocho comprendió que esa era su ultima oportunidad y recordando las palabras de Saori, las cuales cada vez cobraban mas sentido, pronunció:

  • Todos tenemos un ángel... –Seiya se puso de pie, con una mirada decisiva.

Desconcertado, el peliazul dio la vuelta ¿Otra vez con eso?

  • Todos tenemos un ángel personal... Y hoy pensando... –Continuó el Pegasus caminando hacia su amigo –Me di cuenta de algo...
  • ¿De que?...
  • De que tú eres mi ángel... –Ante la risa sin intenciones de herir del Phoenix, el morocho se explicó –Siempre Ikki, tú has sido mi ángel... En cada batalla, contra Saga cuando fue poseído por Ares, contra Eris, en parte cuando también cuando nos enfrentamos a Poseidón, y hasta con Hilda... Siempre tu me has protegido... Siempre he conseguido llegar al final gracias a ti...
  • ¿Y sabes porque lo he hecho?...
  • Por Saori, por salvar a Athena... –Tartamudeó el Pegasus, algo apabullado por la cercanía y la mirada penetrante del otro.
  • Te equivocas...
  • Ah ¿Si?...
  • Lo hice por ti...

Otro silencio, tan pesado como los anteriores, en donde no cabia palabra alguna.

  • Por... ¿Mi?
  • Y lo seguiría haciendo... Por la simple razón de que tu eres mi ángel... Cada vez que llego a la Mansión estas tu, con tu alegría y tus ocurrencias... Y aunque a veces me de ganas de matarte, son esos recuerdos los que me llevo para luego evocarlos en mi mente y reírme en la soledad de mi viaje...
  • Yo, Ikki... –Ese era el momento, ¡Ahora o nunca Seiya! Vamos muchacho, no es tan difícil decir "Te amo".
  • Eres mi ángel de alas blancas... Pegasus no Seiya...
  • Te amo... Ikki yo, no sé cuando ni como pasó pero... No te vayas...
  • No me iré... Ya no tengo mas motivos para irme, si la razón de mi huida ahora es la razón de mi existencia...

Sutilmente, Ikki, con una tenue y cálida caricia le dijo al pequeño en resumidas cuentas "Te amo". El Pegasus de alas blancas cerró sus ojos ante ese débil pero profundo contacto en su mejilla; sin embargo los abrió para asegurarse de que aquel que lo besaba era en verdad su ángel.

Por fin todo había acabado para el Phoenix de alas rojas, el niño que amaba había dejado de ser un niño para pasar a ser un hombre, era hora de serle sincero con sus sentimientos... Afortunadamente el Pegasus le correspondía, desde ya.

"Todos tenemos un ángel" Muchas veces ese ángel adquiere las formas menos pensada, y esta mucho más cerca de lo que nosotros imaginamos... Muchas veces ese ángel se disfraza de un amigo, de un hermano, de un padre... Cuesta encontrarlo, no es fácil, pero la aventura de hacerlo nos ayuda a descubrir que el cielo esta aquí, en la Tierra, y no tan lejos... Y junto a ese ángel podemos hacer de nuestra estancia en la Tierra y de nuestros días en ella, un verdadero Paraíso terrenal.

 

Fin

 

Dedicado a mi ángel personal, Aioros, llamado en verdad Bautista... Desde tu llegada a mi vida, pequeño, he comprendido que el dolor nos prepara para la llegada de las cosas buenas, en tu primer mes de vida, a la distancia, te deseo lo mejor, espero poder ser yo el día de mañana tu ángel personal, pero sé que te toco un ángel muy especial... Tu mamá, quien velara por ti como lo hizo por mi en su momento, como hermana... Eres muy afortunado al tenerla, es un ángel único en la Tierra.

 

2 de diciembre de 2006, a dos años como fanficker n_n

 

Rosas... Nos leemos con un Hyoga x Shun para la hermosa persona de Sapphire Celeste.

 

09/01/2007 09:51 a.m. Argentina, San Luis, Capital.

 

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