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Mi angel guardian por Alei sama

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Notas del fanfic:

Lo personajes pertenecen a Fujimaki-sensei yo solamente uso los personajes para crear historias.

 

En un mundo dónde las soulmates existen, es de ley que algún día todos se cruzan y se encuentran con su alma gemela.

 

Nadie sabía cómo funcionaba ahora el universo pero de alguna u otra forma los seres humanos se dieron cuenta de que todos estaban predestinados a encontrarse con una persona cierto día, cierto año en equis situación y que ese acontecimiento les cambiaría la vida a ambos.

 

Aquí es en dónde entraba lo interesante. Cada pareja contaba con distintas características de conexión. Ya fueran físicas, circunstanciales o psíquicas.

 

Por ejemplo, algunas parejas contaban con alguna conexión telepática como escuchar los pensamientos del otro aunque haya una distancia muy grande, algunos otros compartían manías como morderse la uñas al mismo tiempo, así como alguna característica física como una marca en el cuerpo, el color de piel o de ojos.

 

Las características eran totalmente al azar.

 

Cuando nace la persona, las conexiones con su pareja son débiles, casi nulas y con el paso de los años esas conexiones se hacen más fuertes, se manifiestan más seguido hasta que finalmente se encuentra con tu alma gemela sin previo aviso.

 

No había límites para los encuentros, sólo quedaba esperar a que el destino hiciera su jugada y pusiera a esa persona frente a ti para que tú hicieras el resto.

 

Kagami en especial no estaba entusiasmado con cruzarse con su alma gemela, pero tenía curiosidad de qué clase de persona podría ser.

 

Con tan sólo 10 años de edad, un día sin previo aviso en su espalda aparecieron un par de hermosas alas blancas. Algún tiempo atrás se percató de que podía ver que por dónde él caminaba repentinamente  aparecían plumas blancas y brillantes, jamás le dio  importancia, era solo un niño. Entonces de la nada brotaron en su espalda.

 

Corrió a contarle a su mamá sobre su maravilloso descubrimiento pero se llevó una enorme sorpresa cuando su mamá le contestó que no podía ver nada.

 

El niño estaba seguro que estaban ahí, podía sentirlas y moverlas a la perfección, no estaba loco y tampoco estaba mintiendo.

 

Su mamá se rio suavemente y le acarició la cabeza, se agachó para quedar a su altura y le sonrió dulcemente.

 

- Taiga, te creó, pero no es malo que no pueda ver tus alas, eso puede significar que ese es tu vínculo con tu alma gemela. Cuando te encuentres con alguien con unas bellas alas cómo las tuyas sabrás que esa persona está destinada para ti.

 

En ese entonces Kagami no lo comprendió del todo lo que su madre quería decirle y ladeó su cabeza hacia un lado.

 

- ¿Pero por qué tienen que ser unas alas? - preguntó el niño.

 

- Quizá... Puede que la otra persona necesite un ángel en su vida.

 

Y hoy con 16 años Kagami recordaba felizmente las dulces palabras de su madre. Había tenido que dejar América para estudiar en Japón cómo su padre había ordenado.

 

Sin rechistar ni reclamar hizo lo que se le ordenó y partió a Japón. Su madre era japonesa y su padre americano por eso el idioma no era un problema, había estado en Tokio un par de veces cuando era niño y fue después de una de sus visitas a Japón cuando sus alas aparecieron.

 

Cuando piso tierras niponas las cosas se tornaron extrañas para él, sintió un escalofrío recorrerle la espalda y  su piel se crispó.

 

Suspiró profundamente y trató de ignorar aquella sensación, salió de aeropuerto caminando se dirigió a su departamento, mientras caminaba bostezo con suma pereza. Se detuvo en seco y analizó a detalle su acción anterior, no sentía sueño mucho menos cansancio, aquello lo tomó por sorpresa.

 

Perturbado, finalmente llegó a su departamento, dejó su maleta en la entrada y se dispuso a explorar el lugar. El departamento era de su padre y estaba amueblado con lo necesario, también estaba limpio, el refrigerador estaba  surtido con alimentos frescos y  la alacena estaba repleta de condimentos listos para usare.

 

Kagami negó con la cabeza e ignoró lo que antes había sucedido, no le dio mayor relevancia así que  se dirigió a la cocina para lavarse las manos y prepararse la cena, estaba muriendo de hambre.

 

Por otra parte, en algún lado de Japón un joven de piel morena y cabello azul rey estaba despertando recién de su muy larga siesta por la tarde. Bostezo de nuevo y se estiró un poco en su lugar, tronó su cuello y sintió su estómago rugir.

 

El joven alzó una ceja extrañado, estaba desconcertado, antes de dormir había comido lo suficientemente como para quedar satisfecho, sin embargo en ese momento se estaba muriendo de hambre.

 

Sin más opción se levantó de la cama y bajó por las escaleras perezosamente arrastrando los pies entonces como si fuera un movimiento involuntario se tronó los dedos de la mano derecha.

El moreno frenó su andar en seco y miró aturdido su mano. ¿Por qué había hecho eso si él jamás tronaba sus dedos?

Aomine negó con la cabeza y se rascó la cabeza restándole importancia a lo anteriormente sucedido.

 

Ambos chicos trataron de ignorar aquellas acciones tan raras que habían pasado ese día y trataron de continuar con sus rutinas habituales. Sin embargo los acontecimientos no pararon.

 

Kagami ocasionalmente se quedaba dormido en medio de una clase, decía vulgaridades sin pensarlo, tronaba su cuello justo después de levantarse. Era como si su cuerpo estuviera poseído, no tenía control alguno de su cuerpo.

 

- Kagami-kun, despierta.

 

El pelirrojo escuchó una voz que lo despertaba y lo alejaba de sus brazos de Morfeo y al abrir sus ojos se encontró con un par de orbes celestes frente a él.

 

- Tenemos que entrenar. - respondió de forma simple su compañero y él se limitó a asentir con la cabeza.

 

- No importa cuánto quiera permanecer despierto. Siempre me quedó dormido en medio de una clase. - se quejó.

 

El tigre se levantó de su asiento y en ese momento tronó su cuello.

 

- ¡Fuck! Ahí está de nuevo. - exclamó molesto el as de Seirin.

 

Kuroko miró con cierta gracia aquella rutinaria escena y negó con la cabeza.

 

- Llevó días pensando esto pero me recuerdas a alguien. - habló la pequeño sombra mientras caminaba hacia la salida del salón.

 

Kagami alzó una ceja y tomó todas sus cosas para seguir de cerca a su sombra.

 

- ¿A alguien? - preguntó.

 

- En la secundaria conocí a alguien que tronaba su cuello de vez en cuando después de despertar de una pequeña siesta. Sólo lo vi hacerlo un par de veces así que no sé si haya dejado ese mal hábito, siempre le regañé ya que podía lastimarse. - respondió Kuroko mirando hacia el frente.

 

- ¿Secundaria? ¿Un amigo? - preguntó Kagami, Kuroko no solía hablar mucho de sus amigos de la secundaria.

 

- Y compañero de equipo. - respondió la sombra.

 

Kagami se quedó pensando.

 

- Así que es miembro de la Kiseki no sedai - respondió el ojirojo mientras cruzaba sus brazos.

 

- Quizá estás acciones sean parte de tu lazo con tu pareja destinada. He escuchado que hay lazos tan fuertes que hasta las manías de uno afectan al otro. - respondió el pequeño mirándolo de reojo.

 

Kagami hizo una mueca rara.

 

- ¿Tú crees? - El tigre frunció sus cejas y ladeó la cabeza.

 

- Es sólo una especulación. - respondió Kuroko deslindándose de responsabilidades por las conclusiones que pudiera sacar el otro.

 

- Te voy a escuchar, ya que tú sabes más de esto. - Kagami bromeó ligeramente y la sombra esbozó una sonrisa.

 

Kuroko ya había encontrado a su alma gemela desde la secundaria. Ese pequeño peliceleste tenía como pareja al aterrador capitán pelirrojo de la Kiseki no Sedai, éste le había dejado en claro a Kagami que la pequeña sombra era suya y que no pensaba compartirla con nadie. Según el tigre Akashi era un psicópata pero de una manera muy rara hacia feliz a su amigo y él estaba bien con eso.

 

El lazo que había entre ellos fue principalmente el color de ojos. Antes de conocerse Kuroko tenía el ojo derecho rojo y Akashi tenía el ojo derecho azul y cuando se conocieron el color de sus ojos se intercambió. También siempre que alguno de los dos perdía algo mágicamente ese objeto llegaba hasta el otro. Era extraño pero así funcionaba este tema de las almas gemelas.

 

- ¿Cuál de todos los bufones de la Kiseki no Sedai hacía eso? - preguntó Kagami.

 

Kuroko lo volteó a ver.

 

- Aomine-kun. - respondió de forma simple.

 

Al mismo tiempo en alguna otra parte de la ciudad de Tokio, en algún salón de la academia de Tōō Gakuen un joven moreno se encontraba durmiendo profundamente en su banca.

 

- ¡Aomine-kun!

 

Se escuchó una voz femenina reclamarle al joven dormido. El contrario abrió lentamente sus ojos y miro de forma perezosa a una chica pelirosada que estaba frente a él.

 

- Eres demasiado ruidosa Satsuki. Piérdete. - se quejó el moreno y volvió a cerrar los ojos.

 

- ¡Moo! ¡Te he dicho que no te duermas durante las clases! - reclamó Momoi con un tono de voz más alto.

 

Aomine abrió los ojos de nuevo y bostezo. Se enderezó en su asiento y tronó su cuello.

 

- ¡Fuck! - exclamó Aomine ligeramente adormilado.

 

La chica lo miró perpleja y ladeó la cabeza.

 

- Ahí está de nuevo. - se quejó Aomine.

 

- ¿Sigues maldiciendo el inglés? Qué extraño. - mencionó la chica con un poco de gracia.

 

- Eso no es nada. - habló el mayor mientras se estiraba - No importa cuánto coma, últimamente siempre tengo hambre, trueno los dedos de mi mano y las palabras en inglés salen de mi boca naturalmente. Me estoy volviendo loco posiblemente.

 

Momoi se rio.

 

- ¿No has pensado que este puede ser el lazo con tu alma gemela?- preguntó la chica.

 

Aomine hizo una mueca de desagrado.

 

- Yo no creó en esas cosas, no seas tonta. - contestó Aomine mientras pasaba su maleta por encima de su hombro. - No hay nadie que me pueda dar lo que yo quiero. No existe. - se burló el moreno.

 

La chica sólo rodó los ojos y negó con la cabeza.

 

El tiempo pasaba y las extrañas acciones se hacían cada vez más frecuentes y Kagami se sentía el más afectado, pues su promedio era bajo gracias a sus siestas en las clases, cómo podía mantenía a raya su infinita pereza pero aun así no podía evitar caer dormido en cualquier hora del día.

 

En cambio Aomine estaba harto de comer cómo bestia y jamás llenar esa voraz hambre que había desarrollado últimamente. Muchas veces llegó a tener indigestión gracias a la gran cantidad de alimentos que ingería al día. Y comer en grandes proporciones le causaba aún más sueño por el proceso de digestión por el cual estaba pasando su cuerpo.

 

Si este era el lazo con su alma gemela quería golpearlo por hacerlo pasar por tantos malestares.

 

- Wow, te ves muy pálido Dai-chan. ¿Estás bien? - preguntó la pelirosada mientras caminaba a su lado.

 

- Siento que subí 6 kilos en este tiempo, me siento súper pesado y tengo unas náuseas cómo el infierno. Mi cuerpo no puede digerir tanta comida. - se quejó el moreno arrastrando sus pies.

 

- Deberías ir a entrenar para que no pierdas tú condición. - aconsejó Momoi.

 

- Correré 10 vueltas en la pista de atletismo y nadare para no perder condición. - habló Aomine en voz baja.

 

- Es verdad. ¿Te enteraste? - preguntó impaciente Momoi.

 

- ¿Hm? ¿De qué? - respondió Aomine mirando hacía el suelo.

 

- Tesu-kun pasó en el Interhigh. Derrotó a Midorin.

 

Aomine frenó su andar y miró a la chica.

 

- ¿Tetsu venció a Midorima? Eso sí es una sorpresa. - respondió mientras sonreía ladinamente.

 

- Son nuestros siguientes oponentes. Al parecer fue gracias al último tiro que hizo un chico nuevo. Ganaron apenas por un punto. - respondió la más baja mientras miraba unos papeles.

 

- Dime más sobre él. - exigió Aomine.

 

- Llegado desde América, Kagami Taiga-kun es el nuevo ala pívot de Seirin. Tiene un poder de salto inusual. También ha mostrado una gran habilidad para armar jugadas y dar excelentes servicios. - leyó todas sus notas en voz alta la chica.

 

- Nada mal, mañana iré a darle un vistazo. - respondió Aomine con una marcada sonrisa en el rostro.

 

Después de jugar contra oponentes muy fuertes el joven pelirrojo de Seirin se encontraba en un estado no muy favorable. Sus rodillas habían sufrido una lesión considerable cómo para dejar de entrenar un par de días. Durante ese tiempo se la había pasado encerrado en casa descansando.

 

Un día mientras vagaba por internet se encontró con una banda americana de rock y se enamoró de inmediato de aquellas melodías tan estruendosas cómo a él le gustaban. Estaba tan obsesionado con una canción que llegó un punto en dónde no podía sacar esa canción de su cabeza.

 

Y esa fue la perdición del moreno. Después de aquella plática con Satsuki justo esa misma noche una canción comenzó a sonar en su cabeza.

Al principio en su mente sólo resonaba una guitarra a lo lejos, el sonido no era relevante para el moreno pero al pasar los minutos la melodía se intensificó y lo que antes era un vago solo de guitarra se transformó en una intensa canción de rock metal en inglés.

 

Obviamente esa era una canción que él jamás en su vida había escuchado pero la canción estaba atrapada en su cabeza.

 

Posó sus manos en su cabeza y la sacudió repetidas veces, encendió la televisión para mirar una película, encendió el radio e incluso tarareó una canción para bloquear aquél sonido que producía la canción en su cabeza aun con tanto ruido junto nada funcionó.

 

- ¡Maldición! ¿Qué demonios pasa?

 

Se quejó en voz alta el moreno. Pero no pudo sacar la canción de su cabeza. Después de muchas horas la canción se detuvo. Aomine con una fuerte jaqueca tomó una ducha de agua fría, no quería escuchar jamás en su vida aquella canción que por desgracia se había aprendido por haberla escuchado tantas horas, con un cansancio mental horrible finalmente se quedó dormido.

 

No comprendía que era lo que pasaba ni quería averiguarlo. A la mañana siguiente en cuanto despertó se vistió con un pantalón verde de mezclilla y una camiseta blanca y salió de su casa camino a la escuela de su antiguo compañero.

 

Conforme avanzaba por las calles su corazón se aceleraba sin explicación alguna, un enorme sentimiento de ansiedad lo inundó, sin prestar atención al camino sus pies lo llevaron a unas canchas callejeras.

Como si fuera una escena sacada de una película romántica una fuerte ráfaga de viento le golpeó en la cara y cuando miró hacia el frente pudo admirar a un chico pelirrojo practicando sus tiros frente al aro de baloncesto.

Lo miró fijamente un par de minutos y justo cuando estaba a punto de darse la vuelta e irse vio un enorme par de alas blancas en la espalda del chico.

 

Su corazón se congeló. Sonriendo irónicamente negó con la cabeza y recibió un mensaje de la chica pelirosada.

 

 ‘Kagami Taiga se encuentra en unas canchas callejeras cerca de la escuela de Tetsu-kun. Si te apresuras podrás toparte con él´

 

- Todos esto es tan ridículamente increíble que me parece una farsa... - murmuró para sí mismo el moreno.

 

En ese momento el chico que había tirado falló de llenó la canasta. El balón golpeó contra el tablero y rodó hasta los pies del más alto.

 

- Yo - saludó Aomine mientras se inclinaba por el balón. - Eres Kagami Taiga ¿Verdad?

 

En cuanto la mirada escarlata del pelirrojo se cruzó con los orbes azules del moreno el tigre se quedó pasmado.

 

No daba crédito de lo que estaba viendo. Un tipo con una expresión burlona lo estaba mirando fijamente, peroeso no era lo más increíble del contrario, lo que realmente le llamaba la atención era que el otro chico tenía un enorme par de alas negras en la espalda.

Abrió los ojos tanto cómo pudo y trago en seco.

 

- ¿Quién demonios eres tú? - preguntó Kagami ignorando completamente el hecho de que el contrario contaba con un par de alas.

 

- Juega conmigo, te probaré. - le respondió el otro ignorando completamente la pregunta que le había hecho mientras le lanzaba el balón al pecho.

 

- ¿Ah? Lo siento. Yo no tengo piedad con aquellos que me exigen jugar sin haberme dicho su nombre. - respondió el tigre mirando al chico fríamente cachando sin problema alguno el balón.

 

El más alto se limitó a sonreír y se acercó un par de pasos.

 

- No te pregunté cómo te sientes. Si te digo que juegues, tú jugarás. Aunque te voy a decir mi nombre al menos, soy Aomine Daiki.

 

El ambiente se tensó, el viento resoplo con fuerza una vez más y los árboles que están al rededor se agitaron.

 

- No estarás esperando que acepté así sin más jugar contigo, deberías esperar a...

 

Aomine se carcajeó sarcásticamente interrumpiendo la charla del pelirrojo.

 

- Te lo dije, no pregunte cómo te sientes, solo cierra la boca y juega.

 

Respondió ladinamente el otro. Kagami rechino los dientes y apretó ambos puños.

 

- Nadie espera un gran duelo de esto. No estoy buscando un jugador más fuerte que yo porque claramente no existe. Sólo quiero medirte para ver si tienes lo necesario para quitarme este aburrimiento.

 

Ante esa respuesta tan cínica del otro Kagami tomó el balón entre sus manos y lo presionó fuertemente para contener su enojó, miró al otro de forma amenazante y sonrió de igual manera que el otro.

 

- ¡Te aplastaré! - le gritó furioso el pelirrojo, Aomine simplemente se limitó a sonreír y tomó la posición defensiva.

 

Ambos pudieron sentirlo, sus alas se extendieron en ese preciso momento y un cosquilleo las recorrió desde la punta hasta la base de la espalda.

 

El corazón de ambos comenzó a latir muy fuerte y la emoción los inundó.

 

El partido comenzó flojo, Kagami fue despojado del balón en un instante y el moreno dio un enorme brincó para poder encestar, cosa que consiguió.

El as de Seirin no perdió el tiempo y recuperó el balón para reanudar su jugada pero una fuerte punzada en sus rodillas se lo impidió y el balón que estaba botando con su mano derecha golpeó contra su pierna y se le escapó de las manos.

 

- Parece que estás un poco nervioso. - se burló Aomine.

 

- ¡Callate! - le ordenó Kagami.

 

Aomine simplemente alzó los hombros y comenzó a botar el balón, sin decir una palabra alguna le dio a entender al otro que cambiaban de posiciones y ahora Kagami estaba en posición defensiva.

La situación no cambio de nada, Aomine continuó arrasando durante todo el partido anotando canasta tras canasta.

Llegó un punto en donde Kagami ya no podía soportar su mismo peso en las rodillas y sus piernas comenzaron a temblar.

 

- Oye, oye que pasa contigo ¿en verdad derrotaste a Midorima?

 

Sin poder creer que el otro no estuviera sudando una gota frunció el ceño.

 

- Eres un...

 

- El pensamiento de Tetsu también debe estar nublado.

 

En ese momento Kagami abrió sus ojos con sorpresa.

 

- Él es una sombra, mientras más potente la luz más oscura la sombra. Es decir que él se fortalece dependiendo de quién le ilumine. - concluyó el moreno - Y tu luz es muy débil. - murmuró mientras pasaba a su lado para encestar la última canasta.

 

Kagami simplemente se quedó petrificado en su lugar sin poder mover ni un músculo más. Se giró ligeramente para verle de reojo y el contrario se tronó el cuello. Involuntariamente Kagami copió su acción al mismo tiempo que el moreno lo hacía y ambos suspiraron.

 

- Tú también puedes verlas ¿cierto? - preguntó Aomine dejando de evadir el tema.

 

Kagami se volteó para tenerlo frente a frente.

 

- ¿De qué hablas? - cuestionó.

 

- Hablo de las alas. - Aomine se acercó y extendió su brazo para rozar las alas del contrario.

 

Kagami retrocedió un par de pasos y lo miró fijamente.

 

- ¿Qué demonios tratas de hacer?

 

Aomine se carcajeó.

 

- ¿No te das cuenta? Esta es la señal que el destino trata de darnos. Tú y yo somos almas gemelas, o eso es lo que el universo quiere que pensemos. - Aomine le miró con sorna. - Aunque... Honestamente no eres mi tipo.

 

Respondió Aomine al mismo tiempo que caminaba a su alrededor examinándolo con la mirada.

 

- Si, definitivamente no eres mi tipo. Mi tipo ideal son chicas lindas de cuerpo voluptuoso y…

 

- Enormes pechos... - respondió Kagami inconscientemente concluyendo la frase del moreno.

 

Aomine alzó una ceja y soltó una sonora carcajada.

 

- Oh, ¿También son de tu tipo? - respondió riéndose el moreno.

 

Kagami rechino los dientes y miró de forma amenazante al moreno.

 

- ¡Shut up! - le gritó el pelirrojo al moreno. Y este le respondió de igual forma al mismo tiempo.

 

- ¡Shut up! - soltó Aomine al aire y después suspiró fastidiado. - Así que eres el que maldice en inglés. ¿Qué te pasa?

 

- ¡Esa debería ser mi línea! ¿Durante todo el día debes decir al menos un comentario acerca de los pechos de una mujer? ¡¿Y quién demonios es Mai-chan?! - le reclamó Kagami.

 

- ¿Disculpa? Tú eres el que de la nada dice palabras en inglés. ¿Podrías evitar tronarte los dedos de las manos? No quiero tener artritis por tu maldita culpa. - continuó con la discusión el más alto.

 

- ¡La artritis no se genera por tronarse los dedos! - se defendió el tigre.

 

- ¡Barril sin fondo!- le atacó Aomine

 

- ¡Depravado! – contraatacoKagami.

 

 

-Definitivamente no te soporto... - suspiro Aomine.

 

- Lo mismo digo... - respondió Kagami.

 

Después de aquella respuesta Aomine se retiró sin decir palabra alguna y Kagami se sentó en medio de la cancha.

 

Era imposible que un tipo así fuera su alma gemela. Se negaba a creerlo. No quería aceptarlo.

 

Pero él era el único que hasta ahora lograba ver sus alas.

 

Suspiró cansado, rascó con incomodidad su nuca y se giró para mirar de reojo sus alas. Entonces se percató de algo curioso.

 

En su ala derecha en la parte inferior derecha una pluma se tiñó de negro, abrió los ojos a más no poder. Estaba claro. Ese tipo era su pareja destinada.

 

Dándose de topes mentales Kagami nunca pudo olvidar la sonrisa burlona de ese tipo. Le molestaba su actitud altanera que tenía y no podía esperar para cerrarle la boca.

 

El interhigh llegó y las lesiones de Kagami no sanaron del todo. Y por ello perdieron ante el Tōō Gakuen. Odiaba admitirlo, ese tipo era bueno pero no era invencible.

 

Cómo una meta personal entrenó día y noche para poder darle una lección a aquél tipo tan molesto. Incluso viajó a América para pulir sus habilidades.

Y en un abrir y cerrar de ojos el escenario de la venganza se dio. La Winter cup llegó.

 

Desde el inicio del partido Aomine lo vio. Una enorme determinación se reflejó en el rostro de su oponente. El moreno extendió sus alas y le sonrió a Kagami.Kagami le dirigió una amenazante mirada y extendió sus alas.

Frente a frente Aomine tronó su cuello y Kagami los dedos de sus manos y se sonrieron.

 

Ferozmente se desarrolló un partido fuera de ese mundo. Ningún equipo parecía dar tregua alguna. Seirin sacó todos sus ases para hacer una apuesta increíblemente absurda. Querían ganar el partido.

 

Kagami y Aomine aleteaban fuertemente con sus alas al momento de hacer una clavada, en cada brinco que daban era cómo si volarán por los aires y esa vista solo la podían ver ellos.

 

Al pasar el tiempo del partido Kagami le dio una verdadera batalla a Aomine. Y el moreno estaba feliz de que después de tanto tiempo alguien pudiera hacerle frente.

 

Sin pensarlo mucho Aomine dejó de jugar sin ánimos y se empezó a divertir, una enorme sonrisa sincera apareció en su rostro. Pero por el simplemente hecho de estar feliz no quería decir que se iba a contener y así fue, sacó todo su potencial y entró en "La zona" y se volvió un jugador fuera del alcance de todos. Kagami quien estaba teniéndolo a raya no supo qué hacer con aquella velocidad inusual que el contrario se cargaba.

 

Kagami al ver esa sonrisa no supo cómo reaccionar pero algo dentro de él se encendió. Casi al final del partido Kagami pudo alcanzar al moreno y también entró en "la zona" poniendo igualdad entre ambos.

 

Ignorando todo ambos jugaron con todo lo que tenían, las plumas de sus alas volaban por todo el lugar y ellos sólo podían ver lo mucho que brillaban sus alas bajo los reflectores.

 

Sudor, asfixia y cansancio. Ambos estaban agotados pero no se detendrían, no hasta el pitido que anunciará el final del partido.

 

Intercambiando algunas palabras Kagami llegó a una conclusión muy alocada. Aomine en su época de secundaria se sintió muy apegado a Kuroko pero por alguna razón y quizá esa razón era Akashi ellos se distanciaron. Era sólo una especulación pero podría estar en lo cierto. Por eso sentía cierta tristeza por parte de ambos al momento de jugar.

 

Faltaban 10 segundos para que finalizará el partido, era un tiro libre a favor de Seirin el cual fallarían para conseguir una canasta de 2 puntos. El balón voló hasta el aro y rebotó, todos los jugadores saltaron pero hubo uno que destacó por encima de ellos, con el dorsal 10 blanco y rojo Kagami trató de clavar el balón pero Aomine se lo impidió, sacó volando el balón hasta media cancha y le sonrió a su rival dando por sentado que ya habían ganado.

 

- ¡Kagami-kun!

 

Todos los presentes escucharon el grito, en cuanto Kagami escuchó su nombre saltó para atrapar el balón que se acercaba, Aomine vaciló un momento y después de un par de segundos también saltó. Trató de bloquear de nuevo la clavada de Kagami pero este dio un enorme aleteo con sus alas lo que causó que Aomine perdiera la concentración y perdiera contra Kagami.

 

Aomine miró por encima de él al joven pelirrojo clavando el esférico con sus alas extendidas. Abrió sus ojos con sorpresa y aterrizó aturdido, se giró para ver al árbitro y este dio por finalizado el encuentro.

 

- Perdí... Ya veo... Yo perdí... - se dijo Aomine a sí mismo.

 

Kagami lo volteo a ver y quiso acercarse a él para decirle algo pero se percató cuando Kuroko estuvo a punto de perder la consciencia y lo atrapó antes de que cayera al suelo.

 

- ¿Estás bien? - le preguntó Kagami.

 

- Eres todo un caso, desmayándote justo después del partido, jugando hasta el punto de quedar sin energía. Ahora nadie sabrá quién ganó el partido. - mencionó suavemente Aomine. - Aunque es mejor así, esa diferencia hizo que yo perdiera.

 

Kagami alzó una ceja. ¿Este chico siempre era así de extremista?

 

- ¿Por qué hablas como si fuera el fin del mundo?

 

Aomine se sorprendió por las palabras de Kagami y le miró.

 

- Esto apenas está empezando. Yo te enfrentaré de nuevo. Juguemos otra vez.

 

Aomine sintió un leve cosquilleo en su estómago y sonrió.

 

- Cállate, idiota.

 

- Aomine-kun.

 

La pequeña sombra le llamó la atención al moreno y el contrario vio cómo la sombra le extendía débilmente el brazo con el puño cerrado.

 

- Por favor. - le pidió el más bajo. - Todavía no me devuelves el saludo de aquella vez.

 

- ¿¡AHHH?! ¡Qué más da ahora, olvídalo! - se quejó Aomine.

 

- No quiero, ponte en el lugar del ignorado. - respondió Kuroko.

 

Aomine miró fugazmente a Kagami y este le dio una seña con la cabeza para que le devolviera el saludo. Aomine sonrió ligeramente y chasqueo la lengua.

 

- Está bien, pero esta será la última vez. A la siguiente yo ganaré. - le respondió Aomine mientras chocaba su puño.

 

Kagami sonrió al ver una aparente reconciliación entre ellos.

 

Después de ese partido en cuanto Kagami se dio la vuelta para integrarse a su formación Aomine lo pudo ver claramente que en las alas de Kagami se asomaban 2 plumas negras.

Sin poder evitarlo eso despertó un interés en el chico. Ya que Seirin seguía en la winter cup aprovechó todas esas oportunidades para ir ver cómo jugaba el pelirrojo. Cada vez que el otro hacía una canasta se emocionaba, su corazón se aceleraba y una enorme ansiedad le inundaba.

 

- Es inusual que Aomine-kun me llame de la nada ¿Qué sucede? - preguntó una voz monótona del otro lado de la línea.

 

- Tetsu, tengo un favor que pedirte ¿Podrías darme el número de Kagami?

 

El silencio reinó en la llamada.

 

- Está bien. - respondió finalmente el otro. - ¿Se puede saber el motivo?

 

Aomine se carcajeó sutilmente

 

- Eso me gustaría saber a mí. Me gustaría saber por qué motivo yo estoy haciendo esto.

 

Kuroko se quedó sin habla.

 

- Te enviaré su número por mensaje. Nos vemos

 

- Gracias Tetsu.

 

Aomine cortó la llamada y miró hacia el frente. Se encontraba sentado al pie de su cama a oscuras. La escena final del partido se repetía una y mil veces en su cabeza. La imagen de Kagami frente a él extendiendo sus alas era en lo único que podía pensar.

 

Sintió su celular vibrar y miró un mensaje nuevo. Era de su antiguo compañero de equipo, le había enviado el número de Kagami.

Ahora que tenía el número en su poder no sabía qué hacer.

Quería llamarlo pero no sabía que decir.

Quería mandarle un mensaje pero las palabras no fluían.

Echó su cabeza haca atrás y miró su techo.

 

¿Era normal estar así de confundido?

 

Le había dicho cosas horribles anteriormente y sobre todo estaba ese "No te acepto cómo mi pareja"  que rondaba por su cabeza causándole un sentimiento de arrepentimiento, cuando era obvio que ahora más que aceptarlo hasta cierto punto le admiraba pero se negaba a aceptarlo públicamente.

 

- ¿Qué debería hacer ahora?

 

Antes de poder pensar en algún mensaje en concreto una vaga melodía comenzó a sonar en su cabeza.

 

- ¿De nuevo? ¿Con que clase de canción me va a salir ahora?

 

"First things first        

I'ma say all the words inside my head

I'm fired up and tired of the way

That things have been, oh-ooh"

 

- Esta canción la conozco.

 

Aomine sonrió para sí mismo y comenzó a cantar mentalmente el resto de la canción.

 

"The way that things have been, oh-ooh

Second things second

Don't you tell me what you think that I could be

I'm the one at the sail, I'm the master of my sea, oh-ooh

The master of my sea, oh-ooh"

 

Sin darle más vueltas al asunto escribió un mensaje muy corto y lo envió.

 

'Excelente selección, me gusta esa canción'.

 

Kagami al recibir aquél mensaje alzó una ceja.

 

'¿Quién eres?'

 

Le respondió y Aomine se carcajeó.

 

'¿Eres idiota? ¿Quién más podría ser?'

 

Por su parte Kagami estaba aterrado. No estaba escuchando ninguna canción en alto, sólo había comenzado a tararear suavemente una canción que había escuchado en la radio. Ni siquiera sabía el artista ni el nombre de la canción, solamente la melodía y el coro estaban en su mente.

 

'Lo siento, creó que te equivocas de persona'

 

Aomine se rio ante lo ingenuo y distraído que era el pelirrojo por el mensaje que había recibido.

 

'Believer, Imagine Dragons'

 

Respondió el moreno y durante varios minutos no recibió respuesta por parte del contrario.

Lo cierto es que Kagami estaba confundido y en cuanto recibió lo que parecía ser el nombre de la canción y el artista y lo buscó en internet, casi le da un infarto.

 

Temeroso miró el número que le había enviado aquellos mensajes y le llamó.

 

Aomine al ver la llamada entrante alzó una ceja y contestó algo confundido.

 

- ¿Hola?

 

- Bastardo ¿Quién demonios eres? - cuestionó Kagami al otro lado de la línea.

 

- ¿En verdad aún no sabes quién soy? - preguntó Aomine divertido.

 

- Llamaré a la policía. - amenazó Kagami. - Así que déjame en paz.

 

- ¿Estás jugando conmigo? - preguntó Aomine.

 

- Piérdete. - respondió Kagami antes de cortar la llamada.

 

Aomine suspiró derrotado y se tronó el cuello. Kagami inconscientemente realizó aquella acción y Aomine se rio.

 

- ¿No sientes el cuello más ligero después de eso?

 

Kagami rápidamente cayó en cuenta de quién era.

 

- ¿¡Aomine?!

 

Aomine alejó el celular de su odio por tal grito que había pegado el contrario y chasqueo la lengua.

 

- ¡Puedo escucharte a la perfección! ¡No grites! Maldición, casi me quedo sordo.

 

- Lo siento. - se disculpó el tigre.

 

- Tal parece que esto es parte de nuestro vínculo. Cada vez que una canción se quede en tu cabeza también sonará en la mía y viceversa. - mencionó Aomine.

 

- Creí que eras una especie de acosador o algo así. Que susto. - mencionó aliviado el pelirrojo.

 

- ¿Y es mejor que sea yo en vez de un acosador? - preguntó Aomine.

 

- ¡Por supuso que sí! - exclamó Kagami.

 

Aomine soltó una carcajada y negó con la cabeza.

 

- Bueno, fue divertido hablar contigo, nos vemos.

 

Aomine estuvo a punto de cortar la llamada cuando Kagami le gritó.

 

- ¡Espera!

 

- ¿Qué pasa? - preguntó Aomine ligeramente sorprendido.

 

- Quería agradecerte de alguna manera por darme un par de tus zapatos para jugar baloncesto. ¿Después de que acabe la Winter Cup te gustaría salir a comer algo? Yo invito por supuesto.

 

- Por supuesto.

 

Aomine sonrió ligeramente.

 

Seirin había llegado a la final. Kagami estaba ligeramente preocupado después de todo Akashi no estaba nada feliz de que su pareja osará a retarle de esa manera. Lo que hacía este  partido un poco más complicado que los anteriores.

 

Y más que nervioso Kagami se encontraba ansioso. Al fin tenía la oportunidad de enfrentarse a uno de los mejores equipos de Japón y no planeaba perder.

 

Sintió su celular vibrar y se percató de que tenía un mensaje nuevo.

 

'¿Nervioso?'

 

Kagami se sorprendió cuando leyó el mensaje y Aomine era el remitente.

 

'Más que nervioso estoy ansioso'

 

Respondió Kagami.

 

'No vayas a hacer nada estúpido durante el partido'

 

Antes de que Kagami pudiera quejarse el contrario le escribió un segundo mensaje.

 

'Iré a ver el partido. Mucha suerte'

 

Con un extraño sentimiento Kagami guardó su celular y se concentró para su enfrentamiento contra el Rakuzan.

 

Y tal como lo prometió. Aomine y todo el equipo de Tōō Gakuen fueron los primeros en llegar al estadio.

Toda la Kiseki no Sedai estaba reunida para mirar lo que sería la final más inesperada de todos los antiguos integrantes de Teiko.

En cuanto arranco el partido Seirin comenzó atacando con todo. Y por decirlo todo era un movimiento combinado entre Kuroko y Kagami.

En cuanto Aomine se percató de que el pelirrojo se encontraba en la zona negó con la cabeza, suspiró derrotado y pensó en alguna canción ruidosa que conociera, la repitió mil veces en su mente hasta que llamo la atención del pelirrojo.

 

La melodía sonaba fuerte y estruendosa en la cabeza de Kagami. Molesto, el pelirrojo miró hacía la audiencia y rápidamente visualizó un par de alas negras, antes de poder hacer una seña de molestia miró cómo el mayor negaba con la cabeza.

 

Kagami tardó un poco pero al final comprendió que no debía seguir jugando así si es que quería ganar.

 

- Oh, parece que volvió a la normalidad. - mencionó Momoi sorprendida.

 

- Si, al parecer solucionó lo de la zona. - respondió ásperamente Aomine.

 

Con muchas dificultades y casi como una plegaria el medio tiempo llegó. Aomine se sentía extrañamente nervioso, aunque no fuera su partido todo eso lo tenía hecho un lío de emociones.

 

Necesitaba un respiro.

 

Se salió del estadio y miró el cielo nocturno.

 

- Destino...

 

'¿Estás libre esta noche?'

 

Kagami recibió un mensaje y sonrió ligeramente. Después de haber ganado la Winter cup él y el as de Tōō Gakuen habían estado saliendo de vez en cuando a comer y habían intercambiado algunos mensajes.

 

'Lo estoy'

 

Respondió el mensaje y segundos después el timbre de su departamento comenzó a sonar.

Se levantó del sofá y caminó hacia la puerta, dio un vistazo por la mirilla y se encontró con un fondo negro.

Retrocedió un poco y abrió la puerta discretamente, se asomó un poco y distinguió un par de alas negras.

 

- Yo - le saludó Aomine.

 

Kagami lo miró sorprendido, abrió completamente la puerta y vio a Aomine a la cara.

 

- ¿Qué haces aquí? - preguntó Kagami.

 

- No tenía nada mejor que hacer hoy. - respondió Aomine y empujó a Kagami para entrar en su departamento.

 

- ¡Espera un momento! ¿¡Qué demonios quieres decir con que no tenías nada mejor que hacer?! - reclamó Kagami.

 

- Pensé en algún tonto que fuera a pasar nochebuena solo y sólo tú cruzaste por mi cabeza. Le pregunté a Tetsu tu dirección y aquí me tienes. - respondió Aomine acomodándose en el sillón. - Traje pollo frito para cenar esta noche. – menciono Aomine mostrando una caja bastante grende.

 

Kagami le miró y suspiró derrotado.

 

- De acuerdo. Está bien.

 

Aomine suspiró y le miró seriamente.

 

- Además, quería hablar contigo.

 

Kagami ladeo la cabeza y alzó una ceja.

 

- ¿Sobre qué? - respondió el pelirrojo extrañado.

 

- Sobre nosotros. - respondió con simpleza el moreno.

 

Kagami abrió la boca a más no poder y Aomine soltó una carcajada.

 

- Kagami, te voy a pedir que me escuches atentamente porque no pienso repetir ninguna palabra.

 

Kagami le miró con los ojos bien abiertos y asintió despacio con la cabeza. Aomine se rio un poco y fijó sus ojos sobre los de Kagami.

 

- Me llamas la atención. Quiero acercarme a ti.

 

Ante aquella declaración el corazón de Kagami latió a más de mil por hora, un sutil rubor se asomó por sus mejillas y un sudor frío le perlo la espalda.

 

- Yo soy un tipo directo y no me voy por las ramas. Pensé esto por varios días y realmente me llamas la atención. Más allá de gustarme o atraerme, te me haces un tipo extremadamente interesante lo que me causa un conflicto mental.

 

Aomine comenzó a hablar rápidamente y Kagami se abrumó, negó rápidamente con la cabeza y colocó sus palmas frente a la cara del moreno.

 

- ¡Alto! ¡Alto! ¡No entiendo que es lo que estás queriendo decir! ¡¿Podrías ir un poco más despacio?! - exclamó avergonzado el pelirrojo.

 

Aomine suspiró y negó con la cabeza.

 

- Simplificado. Me interesas, ten una cita conmigo. - respondió Aomine.

 

A pesar de querer aparentar una imagen genial y serena la verdad era que su corazón estaba a punto de salirse de su pecho. Jamás en su vida se había sentido tan avergonzado ni tan nervioso.

 

Kagami tragó en seco. Su pecho subía y bajaba fuertemente y al ver la mirada del moreno no pudo decir que no.

 

- Está bien...

 

Aomine estaba esperando una respuesta negativa, veía muy poco probable que el chico aceptara tener una cita con él pero cuando dijo que si una enorme felicidad le golpeó en la cara. Sin poder disimular su felicidad sonrió satisfecho.

 

- Mañana a las 6:00 en la estación del tren central. ¿Está bien? - preguntó cautelosamente el moreno.

 

Kagami asintió con la cabeza y sintió su cara arder, estaba extremadamente avergonzado, era la primera vez que alguien se le confesaba y encima que le pedía una cita.

 

- ¿Comemos? - preguntó Aomine.

 

Kagami asintió con la cabeza y con torpeza comenzó a poner la mesa. Aomine le ayudó ya que todo lo que tocaba el pelirrojo terminaba dando en el suelo.

Ambos se sentaron en la mesa y un incómodo silencio se hizo presente, Aomine carraspeo la garganta y miró al pelirrojo.

 

- No eres 100% japonés ¿Verdad? - preguntó Aomine tratando de sacar tema de conversación.

 

- ¿Eh? - balbuceó Kagami mirándolo con la cabeza baja.

 

- Digo que no eres 100% japonés por el alto nivel de inglés que tienes. Además que muchas cosas las dices en inglés y eso no lo hace alguien nativo de aquí. - explicó Aomine tratando que el otro se relajara un poco.

 

- Tienes razón en eso, mi madre es japonesa y mi padre americano. Viví allá toda mi niñez y después me vine a estudiar aquí por órdenes de mi padre. - respondió Kagami.

 

- ¿Por eso toda la música que escuchas es en inglés? - preguntó Aomine tomando una pieza de pollo.

 

- No me he dado a la tarea de escuchar música en japonés. ¿Qué hay de ti? Es rara la vez que una canción suena en mi cabeza. Además suena un rato muy corto y después desaparece. - cuestionó Kagami.

 

- Ah, eso, no soy muy bueno recordando canciones. Sólo recuerdo el coro y después me distraigo. - respondió Aomine pasándole el plato que había servido.

 

- Ehh...

 

La cena prosiguió tranquila y animada. Kagami y Aomine conversaron sobre ellos mismos un largo rato y para cuando terminaron de cenar el moreno ayudó a levantar todo de la mesa y se marchó.

 

Kagami miró el techo de su cuarto antes de dormir y el fuerte golpeteo de su corazón lo mantuvo despierto un par de horas más. Estaba confundido gracias a las palabras del chico moreno, y sus pensamientos eran un lío totalmente.

Jamás había pensado en el moreno de forma amorosa, lo cierto era que se le hacía fácil hablar con él y que hasta cierto punto también le llamaba la atención pero ahora estaba confundido.

 

 

Removiéndose de un lado simplemente cuando se cansó de girarse y encontró una posición cómoda al final se quedó dormido.

 

A la mañana siguiente despertó temprano, muy temprano. Se quedó mirando el techo otro par de minutos y después decidido salió de la cama.

 

Desayuno, se ducho y puso a hacer la limpieza de su hogar para matar tiempo y mantener su mente activa y fuera de tantos pensamientos confusos. El tiempo se le pasó volando y cuando llegó la hora comenzó a prepararse, le dio un vistazo a su departamento y todo estaba brillando de lo limpio que estaba.

 

Se vistió lo más casual que pudo, sacó casi toda la ropa de su armario y entre tanto desorden tomó una playera de manga larga color blanco y un pantalón de mezclilla café, se dio un vistazo en el espejo percatándose de que su cabello estaba totalmente desordenado, arregló su cabello lo más normal que pudo y se colocó un poco de colonia.

 

Hecho un manojo de nervios abandonó su departamento y comenzó a caminar por las calles de Tokio. Veía a todos los niños brincando de un día a otro, el aire olía dulce y las campanas y las luces adornaban todo el lugar.

 

Pues claro, era navidad.

 

Sonrió ligeramente al ver a la gente tan animada y el ambiente tan tranquilo.

Se dirigió al punto de encuentro y a lo lejos pudo distinguir a su acompañante vestido un pantalón de mezclilla y un abrigo azul.

 

- Llegas temprano. - mencionó Kagami mientras se acercaba al chico. - Pensé que eras una persona impuntual.

 

- Tú también. - respondió Aomine mientras le miraba divertido.

 

- Vivo cerca de aquí... - respondió Kagami desviando la mirada.

 

Aomine simplemente soltó una carcajada y comenzó a caminar.

 

- Sígueme. - le dijo Aomine al pelirrojo mientras se alejaba.

 

Kagami le siguió de cerca y abordaron el tren, un par de estaciones después ambos chicos bajaron, ambos caminaban en silencio hasta que Aomine optó por quitar la tensión del ambiente.

 

- ¿Alguna vez has presenciado la más hermosa vista de esta ciudad? - preguntó Aomine mientras caminaba por una desolada calle.

 

Toda la gente se encontraba en las calles principales comprando y celebrando pero había algunas calles que simplemente no estaban pobladas por prácticamente nadie.

 

- Jamás. - respondió Kagami

 

Aomine sonrió y se detuvo en seco.

 

- Pues estas a punto de presenciar la más hermosa vista que podrás ver en tu vida.

 

Aomine tomó la mano de Kagami y comenzó a correr, Kagami trató de correr a su ritmo y pronto llegaron a la torre de Tokio, Aomine se detuvo y se giró para ver a Kagami.

 

El pelirrojo trató de recuperar un poco el aliento perdido y miró al moreno.

 

- ¿Le temes a las alturas? - preguntó Aomine algo animado.

 

Kagami negó con la cabeza y Aomine tomó la mano de Kagami de nuevo. Subieron por varios minutos un centenar de escaleras u cuando estuvieron en lo más alto Aomine se detuvo frente a una puerta.

 

- Cierra los ojos.

 

Kagami alzó una ceja y Aomine frunció el ceño.

 

- ¿Qué? - preguntó molesto - ¿No confías en mí?

 

Sin decir nada Kagami cerró los ojos y Aomine abrió la puerta tomó a Kagami por los hombros y comenzó a guiarlo, una fuerte ráfaga de aire helado le golpeo en la cara.

 

- Puedes abrirlos.

 

Finalmente mencionó el moreno y Kagami abrió lentamente sus ojos. Frente a él apareció una hermosa ciudad iluminada con miles de luces de colores, sonrió tanto cómo pudo y miró a detalle cada lugar de la ciudad.

 

- Increíble... - mencionó emocionado el pelirrojo.

 

- Este es un lugar público, está abierto a cualquier hora, cualquier día de la semana. Desde que soy niño he venido aquí durante esta época. También este es el mejor lugar para ver unos fuegos artificiales. - mencionó Aomine mientras se recargaba en un barandal. – Mi madre me mostró este lugar desde que tengo memoria, se podría decir que este es mi lugar favorito.

 

- Es hermoso. - respondió Kagami. Ambos guardaron silencio de nuevo y el tigre siento su corazón latir como loco.

 

Aomine se enderezó un poco y de uno de sus bolsillos interiores sacó una caja con un moño color verde.

 

- Feliz Navidad.

 

Kagami miró que el moreno le extendía una caja y la tomo entre sus manos.

 

- Gracias... Pero yo no tengo nada para ti... - mencionó Kagami apenado.

 

- No importa. - respondió Aomine. - Invítame algo de comer y estaremos a mano.

 

Kagami sintió una extraña felicidad recórrele el cuerpo. Simplemente le sonrió ligeramente y asintió con la cabeza.

 

- Está bien.

 

El tiempo pasó y de una manera muy extraña ellos comenzaron a frecuentarse más seguido. Casi siempre salían a jugar a unas canchas callejeras que estaban en un punto medio entre ambas escuelas.

 

Kagami comprendió que Aomine no era tan malo como aparentaba, simplemente era algo complicada su personalidad. Era sincero y directo pero también muy en el fondo era amable.

 

También descubrió que el moreno era muy protector con las personas que apreciaba y que él amaba el baloncesto tanto como lo hacía él.

 

A veces discutían por cosas muy triviales pero después de unas horas alguno mandaba un mensaje y a su manera trataba de disculparse con el otro, fue hasta varios meses después, justo antes de comenzar el nuevo torneo que Kagami estuvo 100% seguro de que Aomine le gustaba.

 

- Se te ve muy contento el día de hoy Kagami-kun ¿Pasó algo bueno? – preguntó la sombra recogiendo sus cosas de su lugar.

 

- Aún no. Sólo te puedo decir que estoy seguro de que encontré a mi alma gemela.- respondió Kagami sonriendo satisfecho.

 

Kagami se despidió rápidamente de su compañero de clase y se dirigió apresurado hacia las canchas dónde Aomine lo había estado esperando desde ya hace un largo rato.

 

- Llegas tarde Kagami. - le reclamó el mayor.

 

- Lo siento, la entrenadora me entretuvo en la escuela. - se disculpó Kagami y rápidamente dejó sus cosas a un lado, se quitó la chaqueta de su uniforme y colocó frente al moreno tomando la posición defensiva.

 

- ¿Estás listo? - preguntó Aomine sonriendo cómo usualmente lo hacía.- Te voy a dar una paliza por haber llegado tarde.

 

- ¿Y si hoy apostamos algo? - insinuó el pelirrojo.

 

Aomine se carcajeó y comenzó a botar el balón.

 

- Eso me interesa. Continúa.

 

Kagami le devolvió la sonrisa y Aomine alzó una ceja.

 

- El que pierda deberá hacer lo que el ganador quiera por 10 minutos.

 

Aomine lo pensó un par de segundos y al final accedió.

 

- Está bien, tú ganas, acepto la apuesta.

 

Kagami sonrió y extendió sus alas, le miró decidido y Aomine extendió sus alas.

 

- ¿Estás listo para obedecerme durante 10 minutos? - cuestionó burlón el moreno.

 

- Jajaja ya quieras, el día de hoy te voy a destrozar. - respondió Kagami mirándolo desafiante.

 

Aomine sintió la adrenalina correr por sus venas y el partido comenzó, era simple, el primero en anotar 5 canastas era el ganador. Tratando de sacar ventaja Aomine quiso anotar una canasta desde la zona de 3 pero Kagami le cubrió ferozmente y en ese momento el pelirrojo entró en la zona. Saltó desde la zona de tiro libre y lanzó con fuerza el balón.

 

Aomine le miró perplejo. Kagami lo encaró y Aomine no pudo evitar sonreír.

 

- Eres el mejor Kagami.

 

Dicho esto Aomine recuperó el balón y se concentró complemente, vacío su mente y también entró en la zona.

Una batalla a alta velocidad se desarrolló entre ellos quienes iban codo a codo en el marcador.

Llegó el punto crítico del partido en dónde iban 4 - 4 y el aire se tensó. Estos dos tenían el ego por las nubes así que odiaban perder.

Kagami en un ágil movimiento despojó a Aomine del balón y saltó tan alto cómo pudo, antes de que Aomine le cubriera lanzó el balón hacia la canasta. Un accidentado e improvisado tiro sin forma fue el que marcó el final del partido.

 

Sin creerlo ambos jóvenes se miraron.

 

- ¿Gané?... - preguntó incrédulo Kagami.

 

Aomine tronó la lengua y asintió con la cabeza.

 

Kagami abrió la boca sorprendido y pegó un grito de alegría.

 

- ¡¡OHHH!! ¡Por un momento pensé que perdería! - exclamó emocionado.

 

Aomine simplemente tomó su botella de agua que tenía en su maleta y le miró molesto.

 

- Si, si, prosigamos con la apuesta, quiero la revancha. - mencionó Aomine.

 

Kagami reaccionó y asintió con la cabeza, carraspeo un poco su garganta y miró seriamente al moreno.

 

- Quiero que cierres los ojos y no los vayas a abrir hasta que yo diga...

 

Aomine alzó una ceja.

 

- ¿Okay?

 

Aomine se quedó en su lugar y cerró sus ojos.

 

Kagami mordió su labio nerviosamente y se acercó lentamente al chico.

 

Su corazón comenzó a latir rápidamente y sus manos comenzaron a sudar.

 

Acercó su rostro al del contrario y pudo verlo fijamente. Las pestañas de Aomine eran largas y su expresión se veía tan relajada. Su cara se ruborizó y con una delicadeza extrema acarició la mejilla del mayor. Miró fijamente sus labios y sin darle más vueltas le besó.

 

Fue un beso simple y casto.

 

Después de un par de segundos Kagami se separó, le dio la espalda a Aomine y carraspeo la garganta.

 

- Puedes abrir los ojos... - mencionó en un murmuro el pelirrojo.

 

Aomine abrió rápidamente los ojos y caminó hasta dónde estaba el pelirrojo. Kagami al verlo acercarse tan rápido retrocedió a la misma velocidad hasta que chocó contra una reja que bordeaba la cancha. Aomine colocó una mano a la altura de la cabeza del pelirrojo y se acercó peligrosamente a su rostro.

 

- Kagami-kun – canturreo divertido el moreno. - ¿Me puedes explicar que fue lo de hace un momento?

 

Kagami desvió la mirada y guardó silencio.

- Puede ser… ¿Qué posiblemente yo te esté gustando? – preguntó Aomine sonriendo sádicamente.

 

 

Entonces Kagami le miró de la misma manera y acercó su rostro hasta que sus labios comenzaron a rosarse.

 

 

- Ni en tus sueños.- respondió Kagami empujando al contrario, se escapó de su agarre y caminó de regresó al centro de la cancha. - ¿Jugamos?

 

 

Aomine comenzó a carcajearse, tomó con brusquedad el brazo de Kagami y le giro para verle a la cara, entonces sin nada de tacto capturó sus labios en un agresivo y demandante beso. Cuando el moreno se separó le sonrió a Kagami y se inclinó para tomar el balón.

 

 

- Juguemos.

 

 

Kagami negó con la cabeza y comenzaron a reanudar su juego.

 

 

Y así fue como ambos siguieron una relación algo extraña, no eran novios pero tampoco eran unos completos desconocidos. Ocasionalmente se besaban y tomaban de las manos. Fue Aomine el que no pudo soportar el hecho de que alguien más se le acercara a Kagami con la intensión de enamorarlo y decidió hacerlo formal.

 

Le preguntó si quería salir con él y sin pensarlo mucho Kagami aceptó.

 

Oficialmente anunciaron a todos sus amigos y a sus conocidos acerca de su noviazgo. Todos recibieron felicitaciones y buenos deseos.

 

Kagami y Aomine comenzaron una rutina muy rigurosa. De miércoles a viernes ellos se encontraban para jugar en las canchas callejeras, sábado y domingo Aomine se quedaba a dormir en la casa de Kagami y así hasta el próximo miércoles.

 

 

Pero un día Aomine simplemente no apareció.

 

Kagami esperó en la cancha durante horas pero Aomine jamás llamó, no dejó ni un mensaje y tampoco contesto.

 

Estaba preocupado, él no era del tipo de persona que desapareciera sin decir nada.

 

La casa de Aomine quedaba en dirección contraria a la suya, sin embargo estaba preocupado por su novio, no sentía sueño y era probable que el otro estuviera despierto. Tomó su maleta y caminó tranquilamente por las calles pero en cuanto llegó a la zona donde vivía Aomine lo que vio fue simplemente impactante.

 

Frente a la casa de Aomine había mínimo 6 patrullas y una ambulancia, la zona estaba acordonada. Su corazón se contrajo y corrió entre la multitud empujando a quien se le pusiera en su camino. Al final no pudo pasar más allá de la cinta de seguridad.

 

Mirando hacia todos lados comenzó a negar con la cabeza, no, era imposible que algo le llegará a pasar a él. Era imposible que él estuviera herido.

 

Sus ojos se inundaron entonces sintió una fría mano tocarle la suya. Dirigió su mirada hacia el dueño de aquella mano y pudo ver a la pelirosada frente a él completamente pálida con los ojos rojos.

 

- ¿Has visto a Dai-chan?... - preguntó la chica con la voz quebrada.

 

De sus ojos comenzaron a brotar lágrimas de nuevo y su cuerpo comenzó a temblar. Kagami apenas movió la cabeza en negativa y la chica se soltó a llorar de nuevo.

 

- ¿Qué pasó? - preguntó Kagami mordiéndose el labio inferior con fuerza.

 

Momoi se tiró a los brazos de Kagami y le abrazo con fuerza.

 

- La tía Akira está...

 

- "¿Momoi y tú son parientes?"

- "No, sólo somos amigos de la infancia pero se podría decir que ella algo así como una hermana para mi"

 

Kagami recordó una pequeña charla que él y el moreno habían tenido hace un tiempo.

 

- Momoi, exactamente qué pasó... - preguntó Kagami alejando un poco a la chica para mirarla a la cara.

 

- Cuando Dai-chan y yo veníamos de regreso de la escuela él se metió en su casa, estaba a punto de irme a mi casa cuando escuché disparos, un persona rompió la ventana de arriba y huyó, entre corriendo para ver si algo le había pasado a Dai-chan pero cuando entre... La tía Akira estaba tendida en el suelo amarrada de pies y manos en un charco de sangre...

 

Kagami abrió los ojos sorprendido.

 

- Llame a la policía, Dai-chan simplemente abrazó a su mamá y sin que yo me diera cuenta él había desaparecido.

 

Kagami tembló. Le encargó su maleta a Momoi y salió corriendo del lugar. Debía encontrar a Aomine sí o sí.

 

- ¡Kuroko!

 

Kagami comenzó una llamada y la pequeña sombra se exaltó.

 

- Kagami-kun ¿Qué pasa? - preguntó un tanto preocupado el peliceleste.

 

- Es de máxima importancia esto. Todos en este momento deben buscar a Aomine. - Kagami solamente atinó a decir esas palabras y una persona distinta tomó el control de la llamada.

 

- ¿Qué ha pasado? - una voz áspera y seria le respondió.

 

Kagami fue bajando la velocidad y finalmente se detuvo.

 

- ¿Ustedes... Son amigos de Aomine cierto? ... Entonces... Debemos encontrarlo ahora... Su madre está...

 

- ¿Qué pasó? - más que una pregunta aquello parecía una orden.

 

Tomando una decisión rápida Kagami asumió toda la responsabilidad que podría conllevar decir eso sin autorización de nadie.

 

- Asesinaron a la madre de Aomine, ayúdenme a encontrarlo.

 

El silencio se hizo presente. A lo lejos pudo escuchar una pequeña conversación que tenían su sombra y su acompañante.

 

- ¿Akashi-kun?

- Toma tus cosas Tetsuya...

- Pero...

- Hazme caso, por favor. - pidió casi en una súplica. - Kagami Taiga

 

- ¿Si?.. - preguntó Kagami con un nudo en la garganta.

 

- Movilizare a toda la Kiseki no Sedai y también a unos elementos de seguridad, yo me haré cargo de lo demás, búscalo dónde puedas cualquier cosa avísame si lo encuentras. - la voz del chico sonó tranquila y suave.

 

- También contáctenme por cualquier novedad por favor.

 

Kagami cortó la llamada y suspiró profundamente. Reanudó su carrera y comenzó a correr frenéticamente por todas las calles.

 

En el fondo lo conocía, Aomine era un chico extremadamente sensible en su interior. Cualquier cambio repentino podría alterar su estado de ánimo y no estaba seguro de que él pudiera manejar esta situación él solo, por eso quería encontrarlo antes de que cometiera alguna estupidez.

 

Toda la Kiseki salió en búsqueda del chico, las horas pasaban y la gente de la calle disminuía, los puestos fueron cerrando y la calle comenzó a verse más oscura.

 

Kagami se detuvo para recuperar el aliento perdido y golpeó una pared con su puño.

Nadie tenía noticias sobre el chico moreno y la incertidumbre lo estaba matando.

 

Eran las 2:30 de la madrugada y los chicos no parecían rendirse. Todos corrían, iban en carro e incluso en bicicleta buscando incansablemente a su amigo.

 

Después de recorrer todos los lugares donde posiblemente podría estar el chico Kagami recordó un lugar dónde no había buscado y estaba seguro de que nadie lo había hecho.

 

Corrió tan rápido le permitieron sus piernas y se dirigió a la torre de Tokio, donde ellos habían tenido su primera cita.

 

Estaba abierto para cualquier persona del público y la estructura estaba completamente abierta, lo que era un peligro si no se tenía cuidado.

 

En cuanto llegó al edificio subió las escaleras tropezando en la carretera, rogaba a dios de que detuviera a su novio de hacer cualquier estupidez.

 

Rápidamente llegó a la parte más alta, la puerta hacia el mirador estaba abierta. Temiendo lo peor Kagami caminó discretamente y se escurrió tras esa puerta. Ahí pudo ver a Aomine sentado envuelto en una densa oscuridad al borde de la torre, columpiando sus pies hacia el vacío.

 

Un movimiento en falso y el moreno podría lanzarse, Kagami tragó en seco.

 

- A-Aomine... - Kagami trató de llamarle la atención al contrario el cuál solamente se giró un poco.

 

- Ah, Kagami. - Aomine esbozo una sonrisa fingida. - ¿Qué haces aquí?

 

- Eso debería preguntar yo. Ven, vayamos a mi casa. Aquí arriba hace mucho frío... - Kagami se acercó un par de pasos y le extendió lentamente la mano a Aomine.

 

- Kagami. ¿Nunca te has preguntado por qué tenemos alas? - cuestionó el moreno a su novio dándole la espalda de nuevo. - Son simbólicas pero ¿Qué significan realmente?

 

- Son nuestro lazo especial. - Kagami se rio nervioso y trató de acercarse un poco más.

 

- Pero si las alas son tan grandes y tan fuertes ¿Por qué no podemos volar con ellas? - habló Aomine monótonamente. - Si yo caigo desde aquí ¿Seré capaz de elevarme y volar?...

 

Kagami se alarmó en ese momento. Lentamente se agachó y se hincó frente al otro.

 

- Aomine. Por favor mírame. - pidió suavemente Kagami.

 

- La perdí Kagami... Perdí a mi luz. - Aomine dijo con la voz quebrada. - Ante ella siempre fui una sombra, ella brillaba más que el mismo sol. A pesar de estar enferma ella siempre sonreía, incluso a mi... Ella me sonreía de la manera más dulce posible... - en ese momento el chico comenzó a sollozar. - ¿Sabes Kagami? De niño me gustaba lo dulce, pero mi madre era diabética, solamente por ella dejé de comer azúcar, solamente en su cumpleaños y en el mío comíamos un pedazo muy pequeño de pastel, pero el año pasado no...  Kagami, ella necesitaba un riñón nuevo, ella estaba muriendo lentamente frente a mi... Casi no comía, tenía sudores, también sufría de dolores...  El hospital y ella eran uno y ayer...

 

- Aomine... - Kagami trató de cortar la conversación por lo sano pero el contrario no lo escuchaba.

 

- Ayer cuando salió del hospital estaba tan feliz de poder pasar tiempo con mi mamá... Si tan sólo hoy no me hubiera desviado camino a casa, ella estaría cenando con nosotros justo ahora... - las lágrimas caían una tras otra por el rostro de Aomine.

 

Los ojos de Kagami se inundaron. Le dolía verle así.

 

- Kagami... ¿Si caigo aquí seré capaz de ser el ángel que cuide de su alma?... - preguntó Aomine inclinándose hacia el frente.

 

Kagami rápidamente le tomó por el brazo.

 

- Tú... Grandísimo idiota... - Kagami se aferró lo más fuertemente que pudo del brazo del moreno y con las lágrimas en los ojos le miró. - ¿Lo has olvidado acaso? Yo también soy una luz. Entonces te iluminaré tanto cómo pueda. Tienes que entender algo, desde que comenzaste a salir conmigo jamás volverías a estar solo, porque yo te amo y yo te necesito. Yo necesito a un ángel en mi vida...

 

Aomine abrió los ojos sorprendido.

 

- Yo jamás podré igualar el amor y la calidez de tu madre... Pero yo puedo darte mis alas entonces. Te daré mis alas, seré tu ángel guardián, aquel que jamás te deja solo y siempre vela por tu felicidad y tu bienestar... Así que por favor... Ven conmigo... - Kagami lentamente le soltó el brazo y abrió sus brazos y sus alas mientras sonría cálidamente.

 

Aomine sin pensarlo dos veces subió sus piernas y se abalanzó sobre Kagami, le envolvió en un abrazo desesperado y comenzó a llorar sobre su pecho. Kagami lo abrazó aún más fuerte y un par de lágrimas se escaparon de su rostro.

 

Después de un largo rato cuando ambos ya se habían calmado aparentemente, Kagami dio una pequeña palmada en la espalda del moreno. Aomine se apartó y Kagami se levantó, ayudó al contrario a ponerse de pie y se quitó la chaqueta para tirársela en la cara a Aomine.

 

- No quiero que mueras de hipotermia.

 

Aomine esbozó una sonrisa y se colocó la chaqueta. Kagami tomó su mano y durante todo el camino Kagami no soltó la mano de Aomine.

 

Eran caso las 4:00 am y ellos caminaban tranquilamente hacia el departamento de Kagami, ninguno decía nada sin embargo el silencio no era incómodo.

Finalmente llegaron al edificio y Kagami abrió la puerta de su departamento.

 

- Ve a ducharte, apestas. - ordenó con suavidad Kagami.

 

Aomine caminó descalzo por el pasillo y Kagami se tiró en el sofá, después de haber descansado un rato se levantó y caminó hacía su cuarto, sacó ropa limpia para que el moreno podía usar y tocó un par de veces la puerta.

 

- Dejaré la ropa aquí.

 

Le aviso Kagami y se dirigió a la cocina. Puso a calentar el agua y preparó un té.

Escuchó el sonido de la puerta del baño cerrándose y camino para ver al moreno parado en medio del pasillo.

 

- Ve a dormir. - le dijo Kagami mientras abría la puerta de su pieza.

 

- ¿Y tú? - preguntó Aomine  mirándolo de reojo.

 

- Te alcanzare en un momento. - Kagami le empujó prácticamente dentro de la habitación y cerro la habitación.

 

Suspiró aliviado y saco su celular, comenzó una llamada y la voz al otro lado de la línea sonó cansada.

 

- ¿Tienes noticias? - preguntó Kuroko preocupado.

 

- ¿Sigues con Akashi? - preguntó Kagami calmado.

 

Después de unos segundos una segunda voz se hizo presente en la llamada.

 

- ¿Lo encontraste?

 

- Si, se encuentra conmigo en este momento, está descansando, está todo en orden. - mencionó el tigre mientras se asomaba por la puerta y miraba a Aomine dormido.

 

- Es bueno saber eso, le informaré a los demás que ya está a salvo. - mencionó Akashi aliviado. - Por cierto, dile a Daiki que yo me haré cargo de los gastos funerarios y de que mis abogados tomaran el caso, encontraremos a ese desgraciado sí o sí.

 

Kagami sonrió para sí mismo.

 

- Muchas gracias por todo. - agradeció el pelirrojo.

 

- Deberías descansar, mañana por la tarde iremos a verles.

 

Kagami guardó su celular y justamente cuando se dirigía a la cocina una melodía comenzó a sonar en su mente.

Feel your every heartbeat

Feel you on these empty nights

Calm the ache, stop the shakes

You clear my mind

You're my escape

From this messed up place

'Cause you let me forget

You numb my pain

(Sentir cada uno de tus latidos

Sentirte en esas noches vacías

Calmas el dolor, detienes mis ataques

Tú aclaras mi mente

Tú eres mi escape

De este lugar desordenado

Porque tú me dejas olvidar

Tu calmas mi dolor)

 

How can I tell you just all that you are

What you do to me

(¿Cómo te puedo decir todo lo que eres?

¿Qué fue lo que mi hiciste? )

 

You're better than drugs

your love is like wine

Feel you comin' on so fast

Feel you comin' to get me high

You're better than drugs

Addicted for life

Feel you comin' on so fast

Feel you comin' on to get me high

(Tú eres mejor que drogas

Tu amor es como vino

Siento como vienes tan rápido

Siento como vienes para llevarme hacia arriba

Tú eres mejor que las drogas

Adicto a ti de por vida

Siento como vienes tan rápido

Siento como vienes para llevarme hacia arriba.)

 

Feel you when I'm restless

Feel you when I cannot cope

You're my addiction, my prescription, my antidote

You kill the poison

Ease the suffering

Calm the rage when I'm afraid

To feel again

How can I tell you just all that you are?

What you do to me?

(Sentirte cuando no puedo descansar

Sentirte cuando no puedo hacer frente.

Tú eres mi adicción, mi prescripción, mi antídoto

Tú matas el veneno

Facilitas el sufrimiento

Calmas mi enojo cuando estoy asustado

Para sentir de nuevo

¿Cómo puedo decirte lo que eres para mí?

¿Qué fue lo que me hiciste?)

 

Kagami se dio media vuelta y miró a Aomine sentado en la cama con sus audífonos que tenía en su mesita de noche, le sonrió ligeramente y comenzó a negar con la cabeza.

 

- ¿Qué tan malo es mi inglés? - preguntó Aomine.

 

- Muy malo - se burló Kagami.

 

Aomine dio unas palmaditas en la cama y Kagami caminó a su lado, Aomine le tomó del brazo y le obligó a recostarse junto a él.

 

- ¿Sabías que acabas de cometer el peor error de tu vida? - preguntó Aomine mientras le miraba a los ojos.

 

- ¿Meterte a mi cama? - preguntó Kagami.

 

- Meterme en ti vida. - declaró Aomine. - A partir de hoy y hasta el día de tu muerte serás mío.

 

Kagami se río y asintió con la cabeza, se acurrucó en el pecho del moreno y cerró sus ojos.

 

- Podré lidiar con eso.

 

Después de todo eso Aomine se mudó con Kagami. Kagami abiertamente le habló a su madre sobre Aomine y ella encantada aceptó al chico en la familia. Su padre tampoco puso peros y mandó suficiente dinero para que ambos se mantuvieran hasta que fueran un poco mayores.

 

Aomine caminó descalzo por la sala vestido sólo de un par de boxers y un par de arañazos en la espalda, bostezo con flojera y se sentó frente a una foto de su madre, encendió un incienso y comenzó a rezar.

 

- Mamá, hoy se cumple un año de tu muerte. Todas las personas a mí al rededor me tratan muy bien y yo trató de ayudarlos a mi manera, fui aceptado en una familia, estoy muy agradecido, me hubiera gustado que tú hubieras podido conocer a Kagami aunque estoy seguro que tú estás al tanto de la situación. - Aomine se carcajeó ligeramente y suspiró - Te extraño pero sé que tú me cuidas dónde sea que estés. Tú no eres el único ángel que me cuida, también tengo mi ángel en esta tierra así que no te preocupes. Estaré feliz hasta el día de mi muerte.

Notas finales:

Muchas gracias por leer :D espero que haya sido de su agrado


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