Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Canción para lobos solitarios [Omegaverse] por soreto

[Reviews - 28]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Entre las tierras heladas, donde el paisaje podía estar siempre decorado de blanco, o totalmente cubierto por este, se asentaban algunas manadas de los conocidos como "Lobos cambia forma", lobos descendientes de antiguas criaturas, que poseían la forma del hombre, como la de su estirpe original: podían ser totalmente lobos, como hombres.


Siendo humanos, eran más resistentes que el congénere de tal especie, pero más allá de eso, podía decirse, eran iguales.


Entre nieve y montaña, construían pequeñas aldeas nómadas; los lobos siempre estaban recorriendo las tierras heladas desde sus ancestros, en busca de alimento, afirmando su presencia en el territorio.


Los lobos de las tierras heladas, eran de etéreos pelajes blancos que se fundían en aquellas inhóspitas tierras. Solitarios cazadores en un principio, tuvieron que olvidar esas costumbres de sus ancestros para sobrevivir a la crudeza de las montañas nevadas: formaron manadas, marcando sus jerarquías.


En la cima, el voluntarioso Alfa, y al final de esta, los obedientes Omegas: todos necesarios, su lugar en la manada se dejaba claro.


A él, le quedaba claro desde su nacimiento toda esa historia, todo el legado de sus ancestros, los lobos, que llegaron a esas tierras, para teñir su pelaje del color de la nieve. Como Omega tenía claro su lugar, pero era una vida dura: nada en las montañas era indulgente.


Los Omegas tenían unas funciones claras, de las cuales no podían negar su cumplimiento: dar progenie fuerte, para la estabilidad de la manada; debían ver por el bienestar de los más jóvenes, y la más antigua, no menos cruenta: eran designados como "presas" ficticias, para descargar el estrés de algunos lobos—iniciando peleas obviamente desiguales—, o ayudar a los jóvenes a entrenarse, como jugar.


Al estar al final de la cadena, siempre eran los últimos en alimentarse. Siendo pocos, su voz realmente se perdía.


Fausto obedeció sin queja las enseñanzas con las que tenía que vivir: por el bien de todos, aunque no fuera por el suyo.


Muchos Omegas terminaban bajo el yugo de algún Alfa, y si eran afortunados, tenían una vida tranquila cuidando a los cachorros; en su caso, un Beta quedó cautivado por él: enamorarse no fue difícil; aquel Beta—de nombre Dimitri—, le cuidaba con cariño, como alguien precioso.


No había lazos, ni marcas que los unieran: sin embargo, él era feliz, su voluntad, como sus sentimientos fueron la base de su tiempo juntos; fueron años breves, pero felices. Dimitri intentó cambiar un poco las cosas.


Un Beta que era pareja de uno de los pocos Omegas de la tribu, era un tanto inusual, pero nadie reclamó de ello en la manada.


Una mañana nevada, con el semblante serio, uno de los Betas que fueron a cazar con su compañero, le dijeron sin mayor ceremonia: «Murió durante la caza.» De eso, hacía los suficientes años para que su cachorro, en ese entonces era casi un bebé, fuera un adolescente cerca de los dieciséis años: contrario a la probabilidad, resultó ser un joven Alfa.


La manada estaba principalmente compuestas de Betas, pocos Alfas, y todavía menos Omegas; podría considerarse una manada fuerte, que dominaba las tierras nevadas altas.


Ahora que veía a su hijo sano, y posiblemente un Alfa que sería prolijo, todo lo que padeció durante su crianza, lo valió.


—Madre —le dijo al Omega su joven hijo, Konstantine, con una sonrisa, y el rostro rojo por el frio golpeándole la cara; su alborotado cabello rubio cenizo le caía desordenado sobre los ojos—, pude quedarme con unas presas pequeñas que te traje, ¡siempre comes muy poco!


Konstantine entró a la pequeña tienda de pieles de color marrón a ver a su madre confeccionar algo, probablemente para fortalecer las otras tiendas.


—Oh, Kotine—llamó con un diminutivo a su hijo, de forma cariñosa y un poco apenado—Es normal, no estoy acostumbrado a comer mucho —contestó


"Si supieras, Kotine." Lo que Fausto padeció durante su crianza, era un secreto que jamás le dijo a su hijo: siempre últimos en tener alimento, los Omegas recibían muy poca comida, y uno que perdió a su pareja; los días en que podía comer algo de buena manera, no volvieron hasta que su hijo comenzó a dejar la niñez—aunque seguían dejándolo último—, y en particular, cuando el joven resultó ser un Alfa.


Kotine al ser todavía considerado un cachorro camino a ser un lobo joven, y sabiéndolo un Alfa, se le daba buena porción de comida; la cual el joven siempre guardaba un poco en secreto para su madre, porque realmente no dejaban mucho para los Omegas.


También el hecho de tener un hijo Alfa, hizo al menos que ya no lo metieran en peleas con tal de sacar la tensión de los miembros de la manada; un Omega estaba para eso, y si bien nunca ganaban, en realidad eran resistentes al dolor, además que estaba prohibido matarlos.


Cuando veía a su hijo, le traía la viva imagen de su fallecido compañero, quien—como su hijo hacia—, buscaba protegerlo.


—Por eso también te guarde carne de la caza, ya todos comieron así que puedes comerla junto a lo que te traje —insistió Kotine.


Eso siempre conmovía a Fausto, veía tanta de la nobleza de Dimitri en su hijo que era doloroso, a pesar de los años.


Le sorprendía haber sobrevivido tanto tiempo sin nadie a su lado para interceder por él: Dimitri siempre le decía que él, aun siendo un Omega, era más fuerte de lo que pensaba. Tuvo que usar su ingenio muchas veces, como era usar algunas hierbas para aminorar los síntomas de su celo, esconderse y rodearse de pieles mientras pasaba.


En otras circunstancias, Kotine se plantaba en la entrada de su tienda esos días sin moverse, para alejar a otros; no obstante eso le preocupaba, como Alfas,  guiar la caza era fundamental, así que esos días en que no iba, Bastian—el líder Alfa—, parecía enfurecerse.


Aunque eso le preocupaba, había algo que últimamente le inquietaba más: el trato de los líderes con Kotine estaba volviéndose condescendiente, habiendo pocos Alfas jóvenes, entendía la situación.


Realmente comenzaba a temer por su porvenir, sin Dimitri a su lado...Se odiaba pensar así, porque mientras su hijo aun no fuera lo suficientemente fuerte, el tenía que aguantar, como lo hizo tantos años atrás.


Mucho tiempo vivió alimentándose de la carroña a escondidas—los desechos de la caza, que nadie se comía—: su porción se la destinaba a su hijo a quien no le daban suficiente alimento; ya que al ser progenie de un Beta, y un Omega, no sería raro un niño enfermizo, u otro Omega.


Así que al ver al bebé muy pequeño, el alimento que le daban no era suficiente, pensando la casta que podría heredar.


Había días que no comía; lo cual podía aguantar, los Omegas eran resistentes, aunque no fuertes; pudo salir de las condiciones precarias.


Sin embargo, Fausto no podría evitar involucrar a su hijo en los eventos que cambiarían su vida.

Notas finales:

Pues comenzamos, esta queria estrenarla de sorpresa para mi Beta también jeje.

Será una historia de un viaje, de secretos, tragedia, y quizas encontrar el destino.

 

Gracias por leer.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).