DÍA CINCO
Goku hizo todo lo posible por encontrar la mirada de su novio, acción que le resultó totalmente en vano, ya que los penetrantes ojos negros que éste poseía estaban fijos con ira en su profesor de anatomía. El joven Son estaba horriblemente ofuscado, casi deseando que se abriese un agujero en el piso que lo tragase para así poder escapar de esa terrible situación. El momento era tan tenso e incómodo para él, que se sentía igual que un sentenciado a muerte viviendo los segundos previos a su ejecución. Y es que ya era tarde, pues Vegeta se había acercado hacia su posición y se le notaba mucho más que cabreado por algo que, de seguro, no tenía nada de malo; hablar con los docentes que le daban clase era bastante habitual para todos los alumnos, pero a juzgar por el odio en la mirada del peli-flama, para él aquello estaba terminantemente prohibido.
- Hola.- saludó Vegeta, utilizando un tono de voz demasiado sombrío y gélido, observando de reojo a Kakarotto con una mirada llena de decepción y furia. Acto seguido entornó ese par de orbes negros y profundos que portaba, dirigiéndose al hombre mayor que se hallaba en pose ofendida a un lado de su chico de cabellos alborotados, hablando con un desprecio e insolencia impresionantes.- Que yo sepa, usted no es dueño de este salón, por lo que debería importarle una mierda la forma en que a mí se me da la jodida gana de entrar. Así que, por su bien, evítese un mal rato y guárdese sus comentarios, porque me importan menos que una puta piedra.
Goku quedó congelado en su sitio al escucharlo vociferar aquella sarta de frases ofensivas, actuando como… como siempre lo hacía cuando sospechaba que algo extraño estaba sucediendo entre él y la persona de turno que se atreviera a acercársele más de la cuenta. No pudo más que observar de soslayo a su profesor, tratando de pedir compasión por lo que estaba sucediendo con una consternada mirada en sus ojos, ya que en lo absoluto era su culpa… o bueno, al menos eso quería creer. Debió haber sabido que para su novio estar así de cerca de alguien más, era la excusa perfecta para forzarlo a reaccionar de la manera en que lo hacía, tan explosiva y furibunda.
- Cuide sus palabras, joven.- lo increpó el académico, dando un paso hacia delante en gesto intimidante.- No pienso permitir que un chiquillo insolente me falte el respeto de esa manera.
- Y yo no pienso perder mi tiempo con alguien tan patético e insignificante como usted.- espetó Vegeta, chistando la lengua despectivamente, mientras se alzaba de hombros en clara soberbia.
Sin más tomó de un rápido movimiento la mochila de Goku, actuando de manera demasiado perturbadora para tratarse de alguien que estaba a pocas semanas de cumplir veinte años de edad. Le lanzó al hombre una mirada cargada de veneno, sujetando con fuerza a su novio por el brazo y atrayéndolo hacia él con alarmante posesividad para seguidamente salir rápidamente del aula, prácticamente arrastrándolo tras de sí como no más que un objeto inanimado.
Dios, no… Se lamentó Son, siguiendo apenas el ritmo de los pasos de su impulsivo novio.
¡Kakarotto quería recriminarle! ¡Quería oponerse! ¡Quería gritarle que dejase de comportarse así! Pero sabía que de hacerlo, lo único que conseguiría sería empeorar mucho más su situación actual.
Un cúmulo de personas se les quedó viendo, sorprendidos al observar como Goku era sacado de la facultad como poco menos que un perro castigado, en sus ojos negros reflejándose el dolor y miedo que le causaba protagonizar tan vergonzosa escena.
Hasta que al fin llegaron al estacionamiento del campus, Vegeta estampando a su novio contra el chasís de su coche, sin siquiera pararse a considerar que para nada estaba midiendo su fuerza.
- Ah…- se quejó por lo bajo él, resintiendo en su espalda la brutalidad del golpe, sin saber bien cómo reaccionar o qué decir para terminar de una vez por todas con aquel horrible momento.
- Me debes demasiadas explicaciones.- siseó Saiyan, sosteniendo con fuerza sus muñecas, la mirada con que le fulminó actuando como la mejor de las alertas, pues estaba claro que perdería el control de su ira en cualquier momento.- Sube al auto y conduce directo al departamento, si no quieres que ahora mismo ese hijo de puta me las pague por haberse acercado a ti más de la cuenta.
Goku se estremeció ante sus gélidas palabras, pero aquello no fue suficiente para él. Vegeta quería hacerle entender de una maldita vez; quería hacerle sentir cómo exactamente se sentía cuando lo veía actuando de forma tan complaciente con malnacidos que no merecían ni una mísera gota de su atención. Porque, aparentemente, para su novio valía una mierda su relación; le importaba un jodido demonio lastimarlo… le encantaba restregarle en la cara cómo los demás lo miraban, lo deseaban. Kakarotto sabía perfectamente cómo hundir puñales en su alma, y al parecer gozaba hiriéndolo una y otra vez.
- S-Sólo… sólo cálmate… p-por favor…- Susurró el chico de mirada dulce, claramente atormentado ante semejante desborde de emociones destructivas.- N-No… no pienses cosas que…
- Cierra la boca.- lo calló el peli-flama, sacando de entre las cosas de su pareja las llaves del automóvil y abriendo con brusquedad la puerta, obligando a éste a subir con muchísima más fuerza de la necesaria.- No quiero escucharte, Kakarotto. Lo único que quiero es que te largues de aquí. Tienes diez minutos para llegar al departamento, ¿entendiste?- cerró de golpe la puerta, sin antes haber metido el mismo la llave en el contacto, encendiendo el motor para apresurar las cosas.- ¡Largo!
El corazón del joven de cabellos alborotados se aceleraba más y más con cada palabra que su pareja decía, sintiéndose terriblemente intimidado al captar el tono glacial y lúgubre de su voz. Quizá en ese mismo momento no pudiera hacer nada para calmarlo, pero tal vez si llegaba más rápido que él a casa eso ayudaría al menos un poco a apaciguar las cosas… eso era lo único que podía esperar. Debía admitir que odiaba hacerle sentir de esa forma, que no quería verlo ni hacerlo sufrir por nada en el mundo, pero Vegeta se sulfuraba con tan poco que para él era un camino cuesta arriba cada vez que discutían.
Goku apretó sus párpados y luego del fuerte golpe de la puerta cerrándose a su lado, puso en marcha atrás el vehículo para salir de allí lo antes posible.
¡Realmente deseaba llegar al departamento primero que su novio!
A medida que salía de la universidad, logró ver al peli-flama tomando su motocicleta, montándola y lléndose a toda velocidad justo tras él. Aceleró entre las calles pasándose un semáforo en rojo, mientras las lágrimas se agolpaban en sus ojos haciéndolo sentir avergonzado.
- Otra vez no… mierda…- susurró en un hilo de voz, golpeando con impotencia el volante y virando hacia la derecha por la calle que lo llevaría a su hogar.
En cuestión de nada estuvo en el lugar, agradeciendo ver a Vegeta llegando en su Harley poco después que él bajara del coche.
Saiyan descendió sin ceremonias de su motocicleta, caminando a grandes zancadas hacia la puerta de ingreso al edificio donde vivían. Visualizó a Kakarotto dirigiéndose con pasos rápidos hacia las escaleras que conducían a su departamento, luciendo avergonzado y atemorizado a partes iguales. Subió de uno en uno los peldaños, el eco del solitario lugar haciendo resonar sus pasos con más dureza de lo usual.
La puerta estaba abierta cuando llegó, por lo que entró a la estancia sin mayores ceremonias, dando un fuerte portazo una vez que tuvo a su novio justo frente a él, de pie a un lado de la entrada a la pequeña sala de estar.
Sin embargo, y sintiéndose aún demasiado cegado por sus emociones autodestructivas, le pasó de largo sin miramiento alguno, lanzando su mochila con fuerza a través del pasillo, directo hacia su habitación.
Sabía perfectamente cómo hacer que Goku recibiera un apropiado castigo por su estupidez, por lo que no se tentaría el corazón, esta vez, para llevar a cabo su plan.
Ingresó al cuarto que compartían, caminó hasta el closet y sacó de este un bolso relativamente grande, empezando a echar unas cuantas prendas de ropa al azar, así como un par de enceres personales.
* * *
Lo primero que vió luego de esperar unos segundos a que el peli-flama subiera, fue su expresión fría y pétrea aunada a un silencio sepulcral. La verdad era que esperaba la discusión desde antes de llegar a casa, esperaba gritos y quizá algún acercamiento violento por parte del mayor, pero en lugar de todo aquello, lo único que recibió fue una mirada desinteresada, seguida de un Vegeta dirigiéndose de forma rápida y con pasos pesados hacia la habitación que compartían.
Kakarotto se mantuvo estático por un momento, mientras trataba de descifrar qué demonios estaba sucediendo, sin esperar claro lo que encontraría al atravesar la puerta del cuarto.
Al principio no supo qué exactamente pensar, completamente anonadado viendo como su pareja tomaba ese bolso y lo arrojaba con desdén sobre la cama. Pero todo pareció derrumbarse en su interior, cuando fue testigo presencial de como su novio sacaba prendas del closet y las echaba dentro apresuradamente. Negó con la cabeza sin que las palabras salieran de sus labios, al tiempo que un apretado nudo se formaba en su garganta, dificultándole terriblemente formular esa pregunta que tanto temor le causaba.
- ¿Qué… haces…?
Saiyan se volteó para encararlo, aún la sombra de la decepción y furia sombreando sus oscuros ojos, una expresión inalterable y demasiado perturbadora trazada en su atractivo rostro.
- Lo que debí haber hecho hace mucho.- pronunció, sin una sola gota de vacilación en sus palabras.- Terminar con esta mierda de una vez. Fue un gran error de mi parte volver contigo…