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Deseos por Ter_Killer

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Notas del capitulo: Bueno, juro que intente que saliera algo decente...pero al final solo consegui esto. Espero no sean muy malos conmigo xDDD.

Caminaba con seguridad haciendo resonar sus pasos, sus botas negras haciendo crujir las decenas de hojas que los árboles habían perdido con la llegada del frío y que ahora alfombraban las calles.

 Sus ojos fríos y grises como los nubarrones que anuncian tormenta sondeaban las vacías calles, mientras su figura se perdía en la oscuridad. Giró hacia su derecha y se internó en el camino que le conducía hasta su lugar de destino. Con algo de esfuerzo abrió la pesada puerta de madera que franqueaba la entrada a aquella edificación, internándose en la oscuridad de la estancia mientras cerraba tras de si.

 Caminó hacia el frente mientras sonreía con ironía. Estaba en una iglesia, una iglesia abandonada, y era justo ahí donde pensaba invocar al mismísimo Satanás. 

Recordaba con nitidez aquel día de hacia ya 10 años, cuando era un adolescente de 17 que se había internado en el desván de la casa para fumar sin que el olor le delatara. Allí, entre trastos, fotos desgastadas y suciedad encontró un pequeño libro. Un libro sobre rituales, fuerzas maléficas y vete tu a saber que estupideces mas. Sin embargo uno de los rituales llamó su atención, un ritual que solo leyó una vez y que había quedado grabado a fuego en su mente, esperando el día indicado para ser usado. Y ese día era hoy. 

Su novia , una rubia con un cuerpo de infarto a la que le había entregado todo lo que había querido y mas, lo había dejado, aludiendo que era demasiado poca cosa para alguien del nivel de ella. Lo había desechado para así poder ir a aquella fiesta de ricachones y pijos, para ligarse a un  viejo gordo que la duplicaba en edad pero que tenía la cartera más abultada que su enorme barriga. 

Y entonces había surgido en el la idea de vengarse, y aquel ritual había venido a su mente de nuevo, como una señal, espoleándole a hacer lo que ya estaba maquinando. 

Volvió a sonreír. Si todo salía como lo tenía planeado dejaría a su ex verde de envidia. Pensaba pedir ser millonario, convertirse en la persona con mayor riqueza, prestigio y éxito del momento para poder pavonearse entre los ricos. Y cuando esa rubia lo viera e intentara volver con el, la desecharía igual que había hecho ella, le restregaría en la cara lo que había perdido. 

Que dulce era la venganza. 

- Vamos a ello.- se dijo a si mismo. Se dirigió hacia el ala izquierda de la iglesia, a una zona despejada, y se hizo un corte en la mano, dibujando aquel símbolo que tenía bien grabado en la mente.

 

 Se quitó la chaqueta, dejando al descubierto su cuerpo bien formado y de ancha espalda. Volvió cerca del dibujo y recitó aquellas frases que tiempo atrás había leído, apoyando la espalda en la pared una vez terminó.

 Cruzó los brazos y esperó unos segundos, mirando toda la estancia con la comodidad que le proporcionaba su 1.75 de altura. En ese instante unas llamas aparecieron en el símbolo, provocando una gran llamarada que se extinguió inmediatamente para revelar una nueva figura.

 Apartó un mechón de pelo castaño de sus ojos, ladeando ligeramente la cabeza para observar al mismísimo Diablo. Ante el tenía a un joven de unos 25 años algo mas bajo que él, de larga melena color rojo oscuro y ojos negros, penetrantes y vivaces. Unos labios carnosos que ahora sonreían algo perversos y divertidos, y un cuerpo fibroso que se acercaba de forma felina hacia el.

 Y mientras miraba al pelirrojo sintió deseo. Sí, bajo su mirada inquisitiva y curiosa había un dejo de lujuria. Lo estaba desnudando con la mirada, lo estaba devorando.

 - Valla, valla. Hacia bastante que no me llamaban usando este método.- comenzó a decir el Diablo con cierto regocijo, dando un par de pasos mas hacia el.- Tu dirás en que puedo ayudarte, Mathew Arkarens. 

El hijo de las tinieblas volvió a sonreír, haciéndolo ver más apetecible a ojos del castaño. Matt ya no pensaba en su venganza, ni en su ex, ni en las riquezas por las que pensaba vender su alma. A su mente había llegado una frase estúpida leída en internet, donde se decía que un tipo había pegado al Diablo simplemente para oírlo gritar.

 Y se descubrió a si mismo deseando hacer gritar al ser que tenía enfrente, pero de puro placer. Quería oír su nombre de nuevo salir entre aquellos apetitosos labios, pero acompañado de decenas de gemidos, quería tocar aquella piel y abrasarse, quería poseer al ser que aun sonreía como un niño travieso que va a saborear un dulce muy ansiado. Sí, lo deseaba. 

Un nuevo plan apareció en su mente y sonrió algo perverso, siendo imitado por el Diablo, que ya veía como una nueva alma iría a caer en sus manos. Pero Matt decidió ser cauto, no queriendo desaprovechar aquella oportunidad.

- El trato es que tu me concederás cualquier deseo que yo quiera, a cambio de mi alma.- comenzó a decir Matt, separándose de la pared, dando un paso hacia su derecha. 

- Así es .- comentó el Diablo sin perder su sonrisa. 

- Sea cual sea mi deseo, estás obligado a concedérmelo como parte del trato, ¿cierto? .- siguió preguntando. 

- En cuanto tu formules tu deseo yo te lo concederé, eso si, a cambio tu alma m pertenecerá, y podré reclamarla cuando quiera.- sus ojos brillaron con cierta malignidad, mientras también daba un paso hacia un costado, como si los dos se estuvieran midiendo las fuerzas. 

- Entonces, pediré mi deseo.- se acercó hasta el otro, quedando a un paso escaso el uno del otro.- Y tu me lo tienes que conceder. 

- Dime lo que deseas, Matt.- el pelirrojo acrecentó su sonrisa. 

- Yo... quiero poseerte.- declaró el castaño. El joven frente a el lo miró con sorpresa, no sabiendo si había escuchado bien.- Quiero poseer tu cuerpo, ahora. Quiero tomarlo y adentrarme en el.- en un rápido movimiento agarró al otro por la cintura y lo pego a la pared, acorralándolo.- Ese es mi deseo, y puesto que estás obligado a concedérmelo, no puedes evitarlo. 

El Diablo crispó sus dedos dejando ver una mueca de disgusto en sus labios. El ritual que había usado aquel mortal era como un pacto ya sellado. El que lo efectuaba entregaba ya parte de su alma, sin posibilidad de echarse atrás, y él al aparecer, se había comprometido ya a cumplir cualquier deseo que le fuera pedido, pero nunca esperó algo como aquello. 

- ¿Poseerme? .- comenzó a decir el diablo queriendo volver a tener el control de la situación.- ¿De todo lo que te puedo conceder, me pides eso? Podría hacerte el hombre más rico y poderoso, podría hacer que todos aquellos a los que odias se hundieran en la miseria, podría entregarte tesoros que el resto del mundo solo a podido anhelar.  

El castaño se acercó al otro sonriendo, inclinando su cabeza ‘para aspirar el aroma de la piel del otro. 

- Si, varias cosas de las que has mencionado eran mi plan original, pero...- deslizó sus manos hasta las muñecas del pelirrojo y las hizo ascender por sobre su cabeza.- he descubierto un tesoro más preciado. 

Acercó sus labios hasta el cuello del otro y comenzó a repartir pequeños besos, pero a medida que probaba aquella piel deseaba más, y pronto se descubrió lamiendo y mordiendo ligeramente la piel a su alcance, dejando pequeñas marcas rojas. El cuerpo bajo si estaba tenso y cuando lo miró a los ojos notó ira impregnada en ellos. 

- Tranquilo, lo disfrutaras, créeme.- Alzó las muñecas del otro más aun, sujetándolas con una sola mano mientras la otra acariciaba el pecho del Diablo por sobre la ropa, buscando con ansia un hueco por el que colarse.- Prometo ser tierno contigo. 

El pelirrojo solo hizo una nueva mueca de disgusto ante aquello, tensando todo su cuerpo al sentir como aquel mortal conseguía salvar la barrera de la ropa que llevaba, acariciando la piel de su vientre y ascendiendo por su pecho. 

Matt alzó la prenda, quitándola y dejando a la vista aquel firme pecho  para su deleite. Lo observó mientras lo recorría con la yema d elos dedos, notando como ascendía y descendía con cada respiración. 

- Tienes una piel de ensueño.- murmuró el castaño, sucumbiendo al deseo de acariciar aquella extensión con sus labios. La piel del Diablo era suave y cálida, y a cada beso quería probar más, como si se tratara de una droga. 

Alcanzó uno de los pezones y delineó el contorno con su lengua, succionándolo y rozándolo con sus dientes,  como si se tratara de un sabroso dulce, hasta volverlo completamente erecto. Sintió como a cada toque el cuerpo bajo el se tensaba, y como el Diablo aguantaba la respiración cuando se dirigió hacia el otro pezón para darle el mismo trato que a su gemelo. 

No demoró mucho antes de continuar su camino por aquel vientre plano, jugueteando con su lengua en el ombligo del otro, mientras sus manos, incapaces de estar quietas, desabrochaban el pantalón que llevaba el pelirrojo y lo retiraban junto con la ropa interior. 

Admiró el cuerpo que se mostraba ante el, ya sin el impedimento de la ropa, y luego posó sus ojos en la semierección del pelirrojo. Lo miró travieso antes de pasar su lengua por toda aquella masculinidad, jugando un poco con el glande antes de engullir aquel miembro completamente. 

El Diablo apretó fuertemente sus dientes, negándose a dejar escapar cualquier sonido. No pensaba darle ese gusto a aquel mortal. Sus manos arañaban la pared contra la que estaba apoyado, clavando sus uñas aun con más fuerza cuando sintió como un dedo travieso comenzaba a introducirse en su entrada, buscando dilatarle para lo que vendría después. 

El castaño aumentó la fuerza con la que succionaba aquel miembro a la par que introducía un segundo dedo en aquel estrecho canal. Su miembro, palpitante y erguido, clamaba dolorosamente por entrar en aquella entrada cálida que acogía tan placenteramente a sus dedos. 

No lo aguantó más y se levantó, devorando con avidez aquellos carnosos labios, adentrándose en aquella boca a pesar de la resistencia. Retiró sus dedos de aquel interior, apretando fuertemente las tersas nalgas, alzando el cuerpo del pelirrojo, obligándole a rodearle la cintura con sus piernas. 

- Ya no lo soporto más.- jadeó el castaño con voz ronca por el placer, desabrochando con rapidez sus pantalones y liberando su miembro de la molesta ropa. Guió su hombría hasta aquella entrada, adentrándose en ella con prontitud, cerrando los ojos y jadeando ante la estrechez tan deliciosa que lo recibía. 

Todo su cuerpo tembló de excitación , las paredes internas del pelirrojo se amoldaban a su miembro con una exquisita exactitud, acogiéndolo, excitándolo más si es que era posible. 

Comenzó a moverse en aquel interior, saliendo  para volver a adentrarse en el de forma profunda, con un vaiven acompasado y que poco a poco iba acelerando. Volvió a guiar sus labios al cuello del Diablo, clavando sus dientes y dejando nuevas marcas. 

Alzó su rostro al notar algo cálido y espeso caer en su mejilla. El pelirrojo mordía sus labios fuertemente, hasta el punto de hacerse una herida que sangraba copiosamente. Lamió aquel labio lastimado con gentileza, evitando que el Diablo siguiera mordiéndose con tanta fuerza, queriendo sanar aquella herida. 

- No te dañes, no acalles tus gemidos o tus gritos.- susurró ronco Matt, besándole consolador el rostro, mientras seguía con aquellos movimientos cadenciosos, guiando una de sus manos hasta el miembro del hijo de las tinieblas, estimulándolo.- Esto ya esta...hecho, disfrútalo. Tu cuerpo..ya responde a las caricias, déjate llevar. Luego ya me odiaras..ngn ahora quiero que ambos... lo disfrutemos.- dijo jadeante. 

El Diablo no lo había mirado en ningún momento, manteniendo sus ojos fuertemente apretados al igual que sus labios, su respiración pesada y su cuerpo aun tenso.

 El castaño volvió a besarle los labios y de allí pasó a mordisquear el lóbulo de su oreja, su clavícula, mimando aquel cuerpo mientras lo embestía con delicadeza y algo más de rapidez. Suaves gruñidos y jadeos escapaban de entre sus labios, mientras su cuerpo vibrante comenzaba a perlarse de sudor. 

- Ah...- alzó el rostro al oír aquel gemido tenue, creyendo haberlo imaginado. Ahora el pelirrojo tenía el rostro echado hacia atrás y dejaba escapar algunos gemidos quedos a cada embestida. 

Besó el cuello expuesto con deseo, espoleado por aquellos gemidos que aumentaban de intensidad a medida que sus embestidas se hacían más rápidas y profundas. Sintió como las manos del pelirrojo dejaban de arañar la pared, para posarse en su espalda, juntando sus cuerpos aun más. 

El calor de ambos cuerpos aumentaba, al igual que la pasión y el volumen de sus gemidos, llenando la iglesia con ellos, dejando que retumbaran en sus paredes haciéndose eco del placer que ambos cuerpos estaban sintiendo. 

Lo que había empezado como un vaiven lento se había convertido en algo salvaje y excitante del que los dos hombres querían más, negándose a llevar a sus cuerpos a la culminación hasta quedar totalmente saciados. 

El castaño buscaba los labios del otro con ansias, iniciando un besos avasallador , deleitado al comprobar como el pelirrojo respondía con igual o mayor fogosidad que el. Ambos se miraban entre beso y beso con ojos entrecerrados y nublados por el placer. 

- Más...Mathew más rápido.- exigió el Diablo con voz cargada de deseo, sus ojos encendidos como llamas, clavando sus uñas en la ancha espalda del castaño, moviendo sus caderas al compás del otro, haciendo las penetraciones más profundas. 

El nombrado afianzó más su mano en la cadera del pelirrojo, juntando sus cuerpos todo lo que le era posible, aumentando el ritmo con el que lo penetraba como el otro le había pedido, enterrándose en el todo lo que podía, con fuerza, gruñendo de placer sintiendo como estaba próximo a la culminación. 

El Diablo gimió deliciosamente sintiendo como aquel miembro pujante entraba hasta lo más profundo, tocando un punto dentro de el que hacía que todo su cuerpo ardiera, consumiéndole. 

Arqueó su espalda completamente, enredando sus dedos en el cabello de Matt, tironeando de el cuando llegó al orgasmo viniéndose en la mano de este soltando un fuerte gemido. El castaño también se vino junto a el, sintiendo como las paredes internas del Diablo se contraían llevándolo al éxtasis con un par de embestidas. 

Ambos jadearon satisfechos, intentando normalizar sus respiraciones, paladeando las sensaciones que ahora invadían sus cuerpos. Mathew salió del interior del pelirrojo con delicadeza, dejando que este volviera a apoyarse en el suelo, acariciando su cadera. 

De repente sintió como el otro agarraba con fuerza su muñeca y lo empujaba con fuerza contra la pared. Lo miró directamente a los ojos, unos ojos que brillaban con furia...y algo más oculto. 

- Escúchame , humano. No olvidaré esto.- amenazó el pelirrojo, agarrándole del cuello.- Nadie se burla de mi de esta manera. Tu alma me pertenece y la venganza puede ser muy dulce. Vivirás con la incertidumbre de no saber cuando apareceré, y cuando más disfrutes de tu patética existencia...entonces, vendré a reclamar lo que es mío.- Con esas últimas palabras se acercó y lo besó con furia, mordiendo sus labios, para luego desaparecer con una llamarada. 

Matt se llevó la mano al cuello, masajeando la zona algo adolorida. Y sonrió, mirando divertido la zona donde había desaparecido el otro mientras se lamía el labio lastimado. 

- Esperaré impaciente a que vuelvas a reclamarme, mi diablillo.- murmuró al vacío, recogiendo su chaqueta, vibrando al recordar lo que acababa de hacer.     

 

Fin.


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