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La promesa. por Keiko Midori 0018

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Ya estando la luna llena adornando el firmamento, daba un toque acogedor para cualquiera que fuera capaz de ver. Era como una de esas tantas noches en las que Sesshomaru había sido acompañado por un cachorro sonriente en el pasado. Era como esas noches lejanas en las que un cachorro Inu escapaba de su cabaña solo para admirar las estrellas con él. Realmente a Sesshomaru le parecían tiempos lejanos, aunque hayan pasado pocos siglos de eso. Mientras Sesshomaru veía el cielo con nostalgia, Inuyasha no podía apartar su mirada de él. Para el Inu Hanyou era como si ya lo hubiera vivido antes, como si ya hubiera visto antes a su hermano mostrar su casi imperceptible sonrisa.

 

―Por favor, quiero saberlo todo. Quiero que me digas que ocurrió.

 

Sesshomaru solo pudo suspirar ante la insistencia de Inuyasha. A pesar del transcurso de los años, su hermano realmente no había cambiado en nada. Inuyasha seguía siendo tan terco como lo recordaba.

 

―Antes que nada, lamento haberte dejado. Sé que debí haber estado ahí para ti, pero hay cosas que no podía dejar de lado y cuando me percaté, ya había sido demasiado tarde. ―Confesó Sesshomaru. El recuerdo de Inuyasha llorando en el bosque había sido demasiado duro.

 

―¿De qué estás hablando, Sesshomaru?.

 

―De todo, Inuyasha. Todo tu sufrimiento ha sido por culpa mía. ―Se acercó a Inuyasha. Si su hermano iba a odiarlo más, debía hacer que valiera la pena. ―Perdóname por esto también.

 

Sesshomaru se acercó a Inuyasha y lo besó. Ante tal gesto, Inuyasha se quedó congelado. Aprovechando eso, Sesshomaru solo abrazó a su hermano y profundizó el beso. Inconscientemente, Inuyasha se aferró al DaiYoukai y empezó a corresponder ese beso tan necesitado. Lo llevaron a cabo con el mismo ímpetu hasta que necesitaron separarse obligatoriamente.

 

―¿Qué fue eso?.

 

―Un cachorro me dijo que solo debe hacerse con la persona que uno quiere.

 

―¿Tú me quieres?.

 

Antes de que Sesshomaru pudiera contestar, Inuyasha sintió un profundo mareo y un dolor de cabeza realmente doloroso. Mientras sostenía dicha parte, literalmente vio su vida pasar frente a sus ojos. Gritó ante la avalancha de recuerdos que no hacían más que saturar su mente, todo lo que había olvidado estaba volviendo de golpe y Sesshomaru al verlo sufrir, solo lo abrazó tratando de tranquilizarlo. Tras unos tortuosos momentos, Inuyasha obtuvo las respuestas anheladas.

 

―Todo este tiempo sentí un vacío inllenable y siempre has sido tú. ―Murmuró para sí mismo. ―Toda mi vida busqué lo que me faltaba, ¡Y siempre se trató de ti!.

 

De un momento a otro, Sesshomaru se hallaba siendo abrazado por Inuyasha. No entendía la situación, todo el asunto estaba siendo demasiado complicado.

 

―¿Acaso me recuerdas?. ―Se atrevió a preguntar.

 

―¿Porque me dejaste? ¿Porque me has ocultado todo esto por tanto tiempo?.

 

―Vayamos a sentarnos, es una larga historia.

 

Ambos se dirigieron hacia un árbol cercano y se sentaron bajo él. Sesshomaru cerró los ojos recordando a un dulce cachorro, el único ser que realmente lo quería. Se tomó unos segundos, pero terminó por empezar a relatar la historia que Inuyasha quería oír. Le contó con detalle todo lo ocurrido en años pasados e Inuyasha le escuchó atentamente, dándose cuenta de sus errores. Pasado un rato, Sesshomaru terminó de hablar, Inuyasha lo abrazó con fuerza tras eso.

 

―No te recordaba, pero te extrañaba tanto.

 

Sesshomaru correspondió el abrazo, sintió a Inuyasha inspirar profundo en medio de ese cálido abrazo. Lo sintió regodearse en su aroma justo como cuando lo hacía siendo un tierno cachorro asustado. Al ver su expresión, Sesshomaru supo que deseaba a su hermano a morir. Necesitaba tenerlo o enloquecería. Por eso y sin esperar más, lo besó con una fiereza insaciable. Fue recostando a su hermano en el césped bajo ellos y se posicionó sobre él sin apartarse de sus labios. E Inuyasha dejó que su hermano procediera como quisiera, tenía la necesidad de ser marcado por él. Así como Inuyasha tenía la necesidad de sentirse marcado, Sesshomaru tenía la gran necesidad de tocar y marcar como suyo el cuerpo de su hermano. Sesshomaru quería dejar tantas marcas en Inuyasha como fuera posible, quería que todos vieran como poseía a su hermano y demostrar a todos, que ese Hanyou solo le pertenecía a él.

 

Poco a poco, Sesshomaru empezó a despojarse de su armadura y demás indumentaria. Pero tratando de no descuidar a Inuyasha quien jadeaba en el suelo. Sus besos llegaron hasta el cuello del Hanyou, empezó a dejar ligeras mordidas y marcas que no hacían más que excitar más al mencionado. Inuyasha correspondió aferrándose al cuerpo de su hermano, disfrutando de las caricias y atenciones.

 

Inuyasha sintió como Sesshomaru besaba su cuello, su torso y engullía con gula sus delicados, además de sensibles botones. Sentir como Sesshomaru pellizcaba esas partes sensibles de su persona, lo hicieron gimotear con mayor intensidad. Sintió como jugueteaba con cada centímetro de su cuerpo, como dejaba mordidas y besos que dejarían pronunciadas marcas. Inuyasha solo se enfocó en dejarse envolver por la pasión que se acumulaba en su vientre. Todo lo que su hermano hacía con su cuerpo, lo hacía delirar y suplicar por más. En medio de esas extrañas pero placenteras sensaciones, Inuyasha sintió como Sesshomaru metía su mano dentro de su indumentaria inferior. Como empezaba a juguetear con la parte más sensible de su persona y como por arte de esos toques, perdía la cordura. Gimió fuerte, justo como parecía gustarle al DaiYoukai.

 

Para Inuyasha era como si su cuerpo estuviera en llamas, como si los toques de su hermano avivaran las llamas que lo consumían. Podía sentir los besos y caricias recibidos, sentía cosas que no era capaz de describir y deseó seguir siendo recibidor de todo lo que su hermano le estaba brindando. A pesar de gemir y sentir como el calor se acumulaba en la parte inferior de su cuerpo, Inuyasha sabía que aún estaban lejos de terminar.

 

Luego de caricias y besos interminables, Inuyasha tenía a Sesshomaru entre sus piernas y con sus cuerpos sin un milímetro de separación. Ambos empezaron a crear fricción entre sus cuerpos ya libres de la estorbosa ropa, Inuyasha no podía dejar de desear que todo fuera más íntimo aún. Ambos estaban dichosos por lo que hacían, ambos deseaban llegar aún más lejos. Y como si sus pensamientos estuvieran conectados, Inuyasha pudo ver aún con su vista nublada a Sesshomaru en sus mismas condiciones. Y Sesshomaru hizo que lamiera sus dedos, lo hizo y en medio de su caos mental, se dio cuenta que su hermano se había arrancado las garras. Pero no le importó, solo se dedicó a succionar esos finos y largos dedos de manera sugerente.

 

Inuyasha podría jurar que olvidó hasta su nombre cuando Sesshomaru había usado sus dedos para provocarle un inexplicable placer. El DaiYoukai había introducido sus dedos en un lugar en el cual Inuyasha no sabía que se podía, pero sentir esos dedos moviéndose dentro de su cuerpo había sido tan extraño y agradable que no tuvo oportunidad de quejarse, no cuando tocaron el punto exacto que lo hizo ver estrellas aún con los ojos cerrados. Solo soltó un gran alarido de placer y se arqueó todo lo que su cuerpo le permitió. Y eso provocó que Sesshomaru siguiera golpeando el mismo punto sin descanso, Inuyasha solo podía gimotear palabras incoherentes y sollozar ante esas excitantes sensaciones.

 

―Sessh... Po-por fav-favor.

 

Inuyasha no sabía porqué rogaba ni qué era lo que quería recibir, pero quería algo después de que aquellos dedos que todavía acunaba, se habían vuelto insuficientes. Sesshomaru si lo sabía y no tardó en complacerlo, aún estando sobre él, Sesshomaru penetró a Inuyasha de un solo golpe. Claramente, Inuyasha sintió dolor y se quejó. Inuyasha había sentido la presión en su vientre apenas su hermano había adentrado todo su ser a su virginal cuerpo. Había sentido como el aire abandonaba sus pulmones y cómo sus lágrimas se habían incrementado. Pero eso no impidió que abriera lo más posible las piernas y así recibir a Sesshomaru con más vivacidad. Después de unos momentos, la verdadera acción empezó.

 

Sesshomaru se sentía tan a gusto en esa posición, el tener a Inuyasha sudoroso y tratando de pronunciar su nombre sin éxito, tener su cuerpo pegado al suyo, era tan gratificante y agradable que podría estar así toda la vida. El sentirse recibido por el cuerpo de su hermano y como parecían encajar a la perfección, le hizo ver que Inuyasha había nacido solo para estar con él y pertenecerse. Una vez sintió a Inuyasha cómodo con su intrusión, empezó a moverse con parsimonia. Logró sostenerlo de las caderas y usarlas para moverse con mayor facilidad.

 

Ambos empezaron a moverse en sincronía, creando esa obscena melodía que era acompañada con sonoros gemidos, gruñidos y jadeos. El rápido movimiento que llevaban, solo hacía que ambos pidieran que eso durara para siempre. Tras unos movimientos, Inuyasha extasiado había terminado por derramar el fruto de su pasión contenida. Salpicando todo a su paso, pero sin dejar de gemir por los movimientos de Sesshomaru quien no dejaba de atacar su interior y ese punto que lo hacía gritar. Finalmente, Inuyasha sintió como su hermano lo llenaba con su propia pasión y a pesar de ser una sensación extraña, le había gustado.

 

Sesshomaru se recargó en el árbol cercano y sentó a Inuyasha en sus piernas, aún quería que continuaran con lo que iniciaron. Quedaron frente a frente e Inuyasha se sentó sobre la gran erección de su hermano, adentrando toda su extensión en su interior hasta llegar al fondo. Solo gimió al sentirlo completamente dentro. Estando sentado sobre su hermano, empezó a dar saltos con rapidez sobre él. Inuyasha descubrió que le encantaba sentirlo dentro suyo y a Sesshomaru le gustaba tenerlo así, le gustaba verlo entregado al placer que él mismo le provocaba.

 

Después de unos cuantos movimientos más, Inuyasha se liberó una vez más y se dejó caer sin fuerzas sobre el DaiYoukai. Y después de unos cuantos movimientos, Sesshomaru volvió a sentir la presión ser liberada nuevamente dentro de su querido y agotado Hanyou. Lo liberó y lo acomodó sobre sí para poder cubrirlo de la brisa nocturna, le dio un beso en la colorada y sudada frente. Sesshomaru se dedicó a ver como Inuyasha dormía pacíficamente, empezó a retirar los cabellos que tenía pegados en el rostro.

 

Ahora que nuevamente tenía en brazos al cachorro, podrían recuperar todos esos años que habían perdido al estar separados. Ante esa idea, su pecho se inundó en la calma que necesitaba desde hacía ya años atrás. Ya no estaban solos, ahora se tenían mutuamente. Después de tantos años, Sesshomaru podría cumplir la promesa que le hizo a un tierno cachorro tiempo atrás. Cumpliría esa promesa al cachorro que fue el único que lo amó y lo ama sin dudarlo. Acarició una vez más el cabello de Inuyasha, verlo dormir tranquilo y en su pecho, era algo que amaba hacer y que ahora podría hacer siempre. Porque gracias a esa promesa, ambos estarían juntos y amándose por lo que les restaba de vida. Finalmente, Sesshomaru se quedó dormido sin soltar a su hermano y soñó con una vida juntos, amándose sin barreras.

 

Al final y después de tantos años, Sesshomaru no fue capaz de encontrar la respuesta a su duda. No fue capaz de encontrar la razón del porqué Inu no Taisho se había sacrificado para salvar la vida de una cría mestiza, pero sí había sabido algo, si llegara a ser el caso, él también daría la vida por ese cachorro y todo gracias a...

 

La promesa.

 

Fin.

 

 


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