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PROTCOLO: GHOST por J Young

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Notas del capitulo:

Perdon por tardar tanto en actualizar, tratare de ahcerlo en lapsos de menos de 10 dias.

 

Administración Militar de la Academia Fantasma:

 

Basado en las recientes infracciones, con agravantes de faltas de conducta e insubordinación, del agente #43070 –Mathew Hanson. junto con el fallo del protocolo codificado, considerando la violación a las pautas, reglamentos y juramentos previamente hechos, entendiéndose esto como una renuncia a los derechos otorgados, se ha decidido tomar medidas al respecto, las cuales conllevaran la baja de su actual puesto comando por el tiempo que sea considerado conveniente.

No obstante, teniendo en cuentas las grandes aptitudes y cualidades extraordinarias que posee el agente #43070 – Mathew Hanson. Y el servicio previamente brindado al Imperio Terran durante el tiempo correspondiente, se le será otorgado la reinserción en la Academia Fantasma hasta que los superiores codificado concluyan que está en condiciones para volver a su trabajo de campo.

Atentamente: Coronel Hammacher Armand, Cuerpo Oficial de Administración Militar.

Con la acreditación y certificación del emperador Valerian Mengks.

 

La celda era estrecha, poco más espacio entre la pared y la cama sin colchón que poseía, y tan oscura como el interior de sus parpados. Le habían dado ropa que le quedaba un poco justa, y una comida fría que no había tocado.

En su mente diseccionada, trataba de imanar los recuerdos: Correr descalzo sobre una ciudad respirando el peligro, meterse con chicos mayores en los barracones, compartir cerveza con su escuadrón, y formar lazos de sangre. La nave mercante, los gritos de Sabana, el frio del espacio.

-Eres inteligente, Mathew. Tal vez demasiado, incluso para ti mismo – el agua aun lo ahogaba mientras el CEO hablaba – Pero ¿sabes algo? Recuperamos la nave, no, no pongas esa cara. Se pone mejor – se acercó grotescamente para susurrarle al oído: – ella sigue con vida.

‘’Imposible. Sentí su perdida. El hijo de puta esta… mintiendo’’ En las horas que siguieron todo se tambaleaba, la realidad se entremezclaba mientras su cuerpo helado imponía una resistencia fútil. Un aguijonazo de dolor. La ira de la impotencia. Y la influencia del neuroajustador colándose en su cabeza como una enfermedad.

La puerta deslizante se abrió, dejando que la luz se filtrara en su interior. Mathew no se movió de su lugar en el suelo, donde estaba sentado con la cabeza gacha y las manos en sus rodillas flexionadas.

-Aquí estas – se anunció la mujer. – aquí te tienen.

Aquí, conformaba un entramado de instalaciones científicas subterráneas al norte de la Academia. ’la prisión, de la prisión’’

No tenía que levantar la mirada para saber de quien se trataba. Aún con su energía menguante y corrompida, había sentido la rigidez de su presencia a metros de distancia.

-Mintió, prefecta – su voz salió ronca y carente de emoción – eso, o su protección fue una mierda.

-No tenía elección, hice todo lo que estaba en mi mano – Irelia Akhil se puso tensa – ellos querían ejecutarte, Mathew.

Incluso en su estado, sonrió con acides.

-¿Ejecutarme? ¿Por qué? – preguntó con sarcasmo – Eso no tiene una mierda de sentido.

-Por todos tus crímenes. – sentenció – Por todas tus… infracciones. Sabes cómo son las cosas: Para ellos no eres más que un arma. Un arma peligrosa.

‘’Y deficiente e Incontrolable’’ Se encontró a si mismo recordando a la prefecta Grosenvor, con su constante mirada de desaprobación. ‘’Acata las reglas Hanson. Eres brillante, pero estúpidamente indisciplinado’’ Dejó pasar los segundos.

-No le debo nada al imperio – dijo al final, con un suspiro áspero – pero supongo que esto te lo debo a ti – levantó el documento que tenía en la mano al mismo tiempo que los ojos. La prefecta asintió con la cabeza – ¿Por qué? ¿Por qué estás haciendo esto?

-Porque aborrezco la injusticia – dio unos pasos al frente, paseando la mirada por la celda sin ventanas antes de continuar. Allí estaba: – y porque te necesito.

-El CEO, Alecia Corp. – Mathew negó con la cabeza – Se a lo que se refiere, pero me importan una mierda. No puedo hacer nada, más que matarlos si pudiera.

Y podía. Degollaría a cada marine que hubiera tenido la insensatez de ponerle las manos encima.

Pero solo quiero largarme de esta maldita Academia.

-No son solo ellos, Mathew. El senado se encuentra dividido. Las políticas de Valerian y de Horner flaquean por culpa de la influencia del capital. – Negó con la cabeza – tu eres un buen agente, y sé que no estoy en posición de pedirte nada. Pero estas en el programa de nuevo… y necesito tu ayuda aquí. – hizo una pausa, para medir sus siguientes palabras – Alecia Corp. y estos marines… - no terminó la frase.

Mathew Hanson había eliminado senadores ambiciosos y estúpidos, y solo visto a Valerian Mengks más que por pantalla. Y en cuanto Alexander Sher. Otro hijo de puta con dinero. No sabía nada más relevante con respectó a él. Levantó su cuerpo con la ayuda de la pared a sus espaldas. Su nuevo nivel absurdamente bajo de energía Psionica lo tenía exhausto.

-No... Lo que necesitas es un telepata de nivel nueve.

El gestó de la prefecta se torció.

-No pude evitarlo, Mathew, yo…

-No esta mierda en la que me han convertido – continuó, haciendo un esfuerzo por no jadear – pero, aun con esta cosa en mi cabeza…  sigo siendo el doble de bueno que cualquiera de esos nuevos reclutas de allá afuera. Puedo vigilarlo si es lo que quieres.

Mentira. Debía pensar, acomodarse a su mente mutilada. Recomponerse e idear un plan.

-Pero antes que nada ¿Tienes un cigarrillo? – preguntó a la prefecta con el ceño fruncido, sintiendo el sabor de la sangre en su boca.

Esperar el momento oportuno, y aprovecharlo.

Ella esta con vida.

Debía largarse de esa maldita academia.

 

 

 

 

Se excusó de la cena con un parte medicó; y aunque las sondas habían hecho lo posible por restaurar sus tejidos, el tobillo izquierdo le dolía ligeramente con un ardor punzante. Saltar casi cinco metros desde aquella torre no había sido buena idea.

-Quédate aquí si quieres, Hayden. – le había dicho alegre, la doctora Collins – o tómate un analgésico y vuelve a tu habitación. Pero sin preocupación.

La prefecta Irelia Akhil había discutido con el CEO, el director de la academia, y el Mayor Roger Wheters. Los tres a la vez.

-Esto es inaceptable. Para empezar sus solados entorpecen las clases, irrumpen en instalaciones restringidas, y ahora ¿también someten a los estudiantes? – Había dicho aireada – Joseph, esto es algo inadmisible.

-Lamento mucho lo ocurrido, Prefecta – Profesó Dalton Dojhall, elocuente – no pretendía hacer daño a ningún recluta, además, ya he hecho las paces con Hayden ¿no es así? – le sonrió abiertamente.

Voy asesinarte. Resonó nuevamente en la cabeza de Hayden, que dio una afirmativa vaga.

-Tienes que parar con esto, Joseph – Dijo Irelia Akhil dirigiéndose directamente hacia el director de la academia, sin dar muestras de haber escuchado al CEO.

-¿Parar con qué, prefecta? – intervino el Mayor Wheters – No olvide su posición, ni la de estos reclutas: Ya no son niños, ni civiles. Son soldados. Y como todas las personas aquí presentes, haría bien de recordar que su principal cometido es el bienestar y la protección del Imperio Terran

Dalton Dojhall lo miraba fijamente, y esta vez la palabra Traición lo hizo estremecer.

-Yo no lo he olvidado, Mayor – la prefecta Irelia se giró hasta quedar frente al marine. Era tan alta que podía mirarlo directamente a los ojos. – pero ¿y usted? Necesitamos a esos chicos vivos. No mutilados, o carentes de conciencias.

-Cuide sus palabras, prefecta.

-Parad ya los dos – Joseph Wilsimm poseía una voz profunda pese a su apariencia desgarbada – Mayor Wheters, la violencia injustificada no será tolerada. Y prefecta Irelia Akhil, acompáñeme – por fin miró a Hayden por primera vez – debemos hablar asuntos en privado.

La reunión imprevista se levantó tan rápido como había empezado. La prefecta se acercó para hablarle y preguntarle si se encontraba bien. Hayden dio respuestas claras y rotundas, alegando que debía ir a la enfermería. La prefecta asintió y se alejó; sin embargo, dos marines de Alecia Corp. lo acompañaron todo el trayecto hasta que abandonó la torre de los oficiales.

Tuvo sueños inquietos mientras dormía en el fino colchón en la camilla de la enfermería; Unos marines lo despojaban hasta dejarlo en ropa interior y empujaban contra una pared, para luego rociarlo con el potente chorro de una manguera de agua fría, mientras reían.

Traidor. Traidor. Traidor. Sentenciaban, y despertó sudorosos cuando el agua se convertía en fuego que caía del cielo y una mujer gritaba su nombre.

Debía estar cerca del mediodía; aun así, los reclutas se movían sin prisas por los pasillos. Hayden recordó que era el día libre asignado con el que contaban cada dos semanas.

Elevó su manto psionico para no incordiarse con los pensamientos de los demás, y extrañado, presintió una leve sensación diferente en su mente, como la ausencia de un pensamiento recurrente que por fin hubiera desaparecido.

Frunció el ceño a medida que caminaba por el entramado laberintico que eran los pasillos de los dormitorios, ahora estaban iluminados con luz blanca. Sin embargo, cuando la puerta de su camarote se deslizó a un lado, lo recibieron las penumbras.

Con un nudo en el estómago, inspeccionó su alrededor con cuidado: allí estaba la ropa interior que debía mandar al lavadero, la tableta sobre su cama, y un envase vacío de un multivitamínico de Agria Corp. sobre el estante. No había signo alguno de que alguien hubiese entrado.

Cerró la puerta detrás de sí y se dirigió hacia el compartimiento secreto. El cristal seguía justo donde lo había dejado. Por fin, pudo soltar el aire de los pulmones, sentándose en la cama para serenarse.

Hayden sabía que no había cámaras en los dormitorios, pero las dudas al respecto lo habían asaltado repentinamente aquella mañana. La desconfianza en sus acciones aumentaba a medida que se maldecía por no haber regresado la noche anterior.

‘’Pero ningún marine entró, no tengo nada que preocuparme’’

Aquello no le gusto. Hayden nunca había dudado de ninguna autoridad Terran, y jamás contrariado una orden superior. Sin embargo, allí estaba, guardado un cristal que contenía quien sabe que información.

‘’Colaborando con un traidor’’ Frunció el ceño, pasando los dedos por los bordes del cristal. ‘’Pero aquel CEO… Dalton Dojhall. No es militar’’

Le había dado dos opciones, y Hayden se dio cuenta que de verdad debía decidir. No sabía absolutamente nada sobre aquel agente. Pero él sabe lo suficiente sobre ti. Y mucho menos sobre qué era lo que planeaba el CEO.

Se meció el pelo, y lo notó grasiento y cubierto de polvo. Aún seguía vestido con el uniforme de entrenamiento. Hasta sus botas tenían fango. Se preguntó que estaría haciendo su escuadrón en ese instante… Y cerró las manos en dos puños.

Debía deshacerse del cristal.

 

 

 

Luego de asearse, descendió hasta el piso por debajo de los dormitorios: el área de recreación.

Se trataba de una sala amplia, espaciosa y octagonal de techos bajos; había sillones y cojines dispersos en pequeños grupos. Poseía una enorme tv que generalmente transmitía las noticias o propagandas del imperio, máquinas de árcade, y también un bar automático en el centro donde los reclutas podían canjear los créditos que ganaban por refrigerio.

Al principio, Hayden no lo había entendido, después de todo los alimentos que obtenía eran sin cargo. Pero era un incentivo para que los reclutas se esforzaran, ya que fuera de los horarios establecidos, incluso en la cafetería cobraban una pequeña cantidad de créditos.

El aire estaba ligeramente cargado a desodorante de adolescente.

Un grupo de reclutas jugaban a un árcade donde debían matar zergs con pistolas de juguete; había otros dispersos sobre los cojines, y un joven solitario que le daba la espalda. Su escuadrón no estaba por ningún lado.

Suspiró dirigiéndose a la barra, introdujo un código y cambio obtuvo una bolsa de comida grasienta y una bebida energizante.

A pesar de que era el día libre, muchos reclutas optaban por seguir con su rutina impuesta por la disciplina; hacer calistenia o adelantar estudios teóricos. Algunos que otros holgazaneaban como él en la sala de recreación, u organizaban juegos deportivos con ligeras características de entrenamiento militar. También había otros, mas temerarios, que se escabullían al patio detrás de la cafetería para obtener objetos de contrabando, o fumar a escondidas.

-Ey, Hayden – lo llamó una voz menguante.

Resultó que el joven solitario era Kay Sheky. Hayden se animó de repente, y caminó hasta sentarse frente suyo.

-Hola, Kay. Me preguntaba dónde estaban ¿Quieres? – Estiró la mano para ofrecerle de las frituras que estaba comiendo.

Kay torció ligeramente el gestó. Vestía unos pantalones cómodos, junto con una camiseta arremangada que lucía el emblema del imperio Terran, similar a la de Hayden.

-No, te lo agradezco. – rechazó – Grace me retó a una competencia de comer puré de papa esta mañana.

-Lo siento, no estuve en el desayuno. – dijo Hayden con la boca llena.

Kay se encogió de hombros.

-El único que pareció… disgustado, fue Jonas. Todd hizo un chiste que no recuerdo, pero logró que Grace se riera tanto que le salió puré por la nariz – Kay miró hacia otro lado, Hayden supo estaba evadiendo el tema. - ¿Dónde… te llevaron?

Esperaba aquella pregunta, pero no tenía preparada ninguna respuesta.

-Querían interrogarme – repuso, rascándose detrás de la cabeza – sobre… sobre unos agentes con los que me tope el otro día, cuando los acompañe a la biblioteca ¿recuerdas?

Kay frunció el ceño.

-¿Agentes? Pero ¿tu estas bien, no es así? ¿no estás en problemas o nada de eso? Como no apareciste para la cena, y te llevaron unos marines, bueno, pensamos que…

Dejo la frase inconclusa. Hayden no supo si aquello era preocupación sincera, o simplemente curiosidad. Al fondo, un par de reclutas festejaron al superar el record de un árcade. Dio un trago a su bebida antes de responder.

-No. Nada eso – dijo negando con la cabeza – me retuvieron alrededor de una hora, y fui a la enfermería luego, veras, me lastimé el tobillo en la clase de simulaciones – se encogió de hombros. – Me excuse para dormir allí. Pero no estoy en problemas.

‘’O eso espero’’ No podía contarle a Kay, ni al resto de su escuadrón, las verdaderas razones por la cual se lo habían llevado. Una cosa desembocaría en otra, y terminaría confesándose con respecto a todo. No los conocía lo suficiente. ¿Qué pensarían sobre un traidor?

‘’ ¿y sobre el cómplice de un traidor?’’ Apartó el pensamiento de su cabeza, inquieto. Él no era un traidor.

-Jonas se puso muy serio al respectó – le reveló Kay – pero Todd y Grace comenzaron a hacer una apuesta de quien sería el próximo integrante de nuestro escuadrón – lo miró con los ojos muy abiertos – eh… sin ofender.

Hayden esbozó una sonrisa, y decidió cambiar de tema antes de que Kay decidiera seguir haciendo preguntas.

-¿Dónde están los demás? – le preguntó.

-Bueno, supongo que Jonas está hablando con su padre, y Grace metiéndose con alguien en algún deporte, o hablando con su madre – se encogió de hombros – Todd debe estar fumando a escondidas.

De repente, algo que intuía asomó en su mente.

-El padre de Jonas… eh… él es…

-El senador Moabs – confirmó Kay.

Hayden asintió. Difícilmente los reclutas conservaban el contacto con sus familias, este se iba desgastando con los meses de exhaustivo entrenamiento en la academia, hasta que un día los lazos se convertían en extraños. La temprana edad con la que eran acogidos lo hacía más fácil.

Pero también estaba aquel otro factor: la reputación. Ningún padre lo presumía a los cuatro vientos ‘’mi hijo se fue a un internado para asesinos’’ No. En su lugar, preferían decir ‘’Mi hijo es el que ves aquí, alistándose en la armada, o estudiando bioquímica térmica. El normal. ¿Cuál otro hijo puedo tener?’’

Aun así, sabía que la madre de Grace formaba parte de las filas medicas del ejército, y obtenía permisos para visitar a su hija. Pero siempre había tenido las dudas sobre el líder del escuadrón; el senador Moabs era un hombre importante.

‘’ ¿Será muy estricto con Jonas?’’

-¿Sigues en contacto con… tu familia? – se encontró preguntando, algo anonadado. Y se arrepintió al instante de haberlo hecho.

-Sí, apenas ayer hable con mis padres. No viven en el sistema, así que no los veo hace más de un año. – lo decía con naturalidad, a pesar de tener el ceño fruncido - ¿Qué hay de ti, Hayden?

Hayden desvió la mirada. Hablar sobre su familia lo ponía tenso. Había sido una mala idea ir por ese camino.

-No, yo…

Comenzó a decir, cuando la maldición de otro recluta resonó en toda la sala.

-¡Mierda puta!

Se oyeron más murmullos y maldición acompañado de una repentina ola de movimiento. Hayden se giró para ver que ocurría, viendo como los reclutas se reunían frente a la tv.

‘’Noticias de última hora’’ rezaba un título en rojo de la KNN.

-La senadora Rika Colvin ferviente defensora de los derechos humanos de los agentes militares, ha sido hospitalizada luego de sufrir un violento ataque en manos del agente fantasma que la resguardaba.

La voz de la reportera de la KNN se escuchaba mientras la pantalla mostraba imágenes captadas del ataque: el agente al parecer había perdido la razón he intentado estrangularla.

-En las últimas horas ya se han reportado numerosos asaltos, por parte de agentes fantasmas, distribuidos en todo el Dominio. – continuó –  Las autoridades ya han declarado una alerta de emergencia para detener el repentino brote psicótico, sin precedentes, desde que los agentes de la fundación moebius sucumbieran al entonces ‘’voz oscura’’. Sin embargo, aún no hay un comunicado oficial del emperador Valerian.

La pantalla ahora mostraba numerosas grabaciones captadas en todos los rincones del espació Terran: un agente camuflado acuchillaba rápida y fríamente a los marines que intentaban someterlos; en otro, una mujer se arrojaba al suelo mientras sujetaba su cabeza, y gritaba incendiándolo todo alrededor. Fuerzas armadas abrían fuego y ejecutaban a otro agente que amenazaba a un grupo de civiles.

‘’Esto es malo. Muy, muy malo’’ pensó Hayden, sintiendo como la sangre se le helaba en el cuerpo. Se giró hacia Kay, pero esta tenía la mirada desenfocada y la cara más pálida que la leche. Lo envolvían los murmullos y las maldiciones de los demás.

Una alarma aguda y ensordecedora resonó en toda la academia, y Hayden contuvo el impulso de taparse los oídos con las manos para contrarrestarla.

-Todos los reclutas del nivel 3, 2, y 1, deberán asistir en cinco minutos a la cafetería – dijo la voz de Tarrence – reclutas del nivel 3, 2 y 1. Esto no es un simulacro. Deben asistir a la cafetería en menos de cinco minutos.

 

 

 

 

-Te liberarán esta noche – le confió Irelia Akhil.

Las virutas del humo ascendían, y le llenaban los pulmones templándole el cuerpo. Neurotransmisores capases de enviar ondas eléctricas a sus nervios, y ahora un neuroajustador.

-Hace tiempo deseché la libertad, prefecta – sentenció Mathew con voz monótona.

Antes de irse, la mujer preguntó aquello que no se atrevía. Que acechaba por debajo de cada palabra en la conversación.

-¿Qué paso en el espacio? En aquella… nave mercante.

-¿Cuál es la versión oficial?

-Traidores.  – Replicó Irelia Akhil – Tú y tu escuadrón asesinaron a toda la tripulación para hacerse con la mercancía, fugándose hasta que se acabaron los créditos obtenidos.

Mathew hecho la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada.

-Sí, fueron tres meses de pura diversión. – El frio lo invadió de repente, y su rostro se ensombreció. – Créame, prefecta, si lo recordará, se lo diría.

-Dalton Dojhall…

Mathew negó con la cabeza.

-El extractor no mostró nada. – zanjó – Solo una pantalla en negro.

Intercambió una mirada cargada con la prefecta por última vez; algo indescifrable como la incertidumbre aleteó en sus ojos, y su inquietud permaneció incluso luego de que lo hubiera abandonado.

Negro. Cada vez que se volteaba para intentar obtener algo de esos imposibles tres meses de inconciencia, todo estaba en negro. Un coma sin tiempo. Como un sueño que no podía recordar.

‘’Solo la parte en la que me fui a dormir’’ los gritos de Sabana. La desesperación de sus compañeros.

Sentado de nuevo en el suelo, a solas, flexionó las manos, recordando la debilidad con la que despertó en la nave. Había vivido toda su vida con la energía psionica fluyendo como sangre en sus venas. Incluso con el neuroajustador la podía sentir. Pero aquello… aquello había sido diferente.

Fue consciente por primera vez de la fragilidad de su cuerpo, las limitaciones de su existencia mundana. Stella, Karl, y Willhem lo habían experimentado en cierta medida. Pero no había notado a ninguno tan perturbado como él.

Como un niño desprotegido y hambriento, que asesina por una hogaza de pan.

Dio vueltas al pensamiento, esperando el momento oportuno para desecharlo, cuando la puerta volvió a abrirse.

-De pie, Hanson. Hora de irse – Lo apuró el marine de traje negro.

 

 

 

 

En la cafetería reinaba el silencio. Despuntaba las horas de la cena, y los reclutas se encontraban inclinados sobre sus bandejas, manteniendo conversaciones en murmullos.

Hayden vio el guiso con más de seis legumbres extrañas. No tenía apetito, pero de igual forma lo engullía, cucharada tras cucharada.

Había permanecido codo a codo con Kay, mientras la estancia se llenaba gradualmente de reclutas, luego de que hubiesen recibido la alarma de Tarrence. Las filas de marines de Alecia Corp. rodeaban las paredes periféricas, las ventanas y las puertas. Algunos incluso apuraban a los reclutas, empujándolos con sus rifles

-Estamos jodidos – dijo un joven en alguna parte. – Valerian por fin ha sucumbido a la presión, nos mataran a todos.

-Cierra el pico, imbécil – lo insultó una voz femenina – es un comunicado importante, tal vez sobre la boda del emperador.

-O los corsarios – apuntó otro. – una nueva guerra está por comenzar.

-Siempre estamos en guerra.

Kay se había girado hacia él para ganar confidencialidad.

-No me gusta esto, Hayden – el nerviosismo impregnaba su voz - ¿crees que tenga que ver con… con…?

Hayden sabía a lo que se refería, pero ni siquiera había terminado de procesar las noticias que acababan de ver. ¿se estaría corriendo ya la bola entre los demás reclutas? ¿era aquello tan grave como parecía? Negó con la cabeza.

-No lo sé, Kay.

Su compañero frunció el ceño y miro hacia delante. Hayden busco al resto de su escuadrón, pero no los halló, el desorden que lo rodeaba era inusual. Muchas cabezas amontonadas para su nada destacable estatura. De improviso, el director de la Academia entró a la cafetería, acompañado por los prefectos, el Mayor Roger Wheters… y el CEO de Alecia Corp.

‘’Esto es malo’’

Los reclutas adoptaron una posición firme casi al instante: piernas justan, brazos al cuerpo, abdomen plano, pecho hacia fuera, mirada al frente. Fue Joseph Wilsimm quien hablo:

-Debido a la repentina amenaza de agente graduados de la Academia que asola al sector, y por órdenes de un consejo militar y sanciones emitidas por la mayoría del senado crepuscular, me pesa informarles que se ha aprobado un régimen de seguridad preventivo que se implementara de forma inmediata:

>>Número uno: Los reclutas e ingresantes de la Academia Fantasma ya no gozarán con el derecho de abandonar el programa voluntariamente, y serán confinados a aprobar con un margen de éxito del cien por ciento.

>>Número dos: Los reclutas de la Academia serán obligados a someterse a un examen psicológico y psionico, todos los meses, que llevara a cabo la Prefecta Carol Grosenvor con la ayuda de demás especialista.

>>Número tres: Queda prohibido e inhabilitado cualquier contacto con personas exentas a la Academia.

>>Número cuatro: Por órdenes de autoridades mayores, y recomendación del consejo militar al mando del coronel Hammacher Armand, será otorgado el mando de la administración militar al Mayor Roger Wheters, y también se nombrará a Dalton Dojhall Subdirector de la Academia.

>>Para finalizar, el día libre asignado queda suspendido, y deberán proceder a sus respectivas habitaciones hasta la hora de la cena obligatoria. Descansen, Reclutas.

Los murmullos se reanudaron de forma ensordecedora. Hayden relajo sus músculos tensionados lo más que pudo, tenía la boca seca, y un sudor frio en todo el cuerpo. Sentía que le faltaba el aire.

-¡Esto es una violación a mis derechos! – gritó alguien.

-¡Que les den por culo! – lo secundo otro.

-¿Quién es Dalton Dojhall?

Hayden vio como el CEO de Alecia Corp. intercambiaba un par de palabras con el director de la Academia, y luego abandonaba la estancia. Lo recorrió un escalofrió. Se giró hacia Kay, que parecía tan absorto como él.

-Margen de ciento por ciento – le dijo – eso… eso es imposible.

Kay levantó la mirada hacia él.

-Jonas tenía razón.

Un par de marines se habían acercado hacia donde estaban, enfundando sin cuidado sus enormes rifles Gauss por delante.

-Venga, chavales. Ya oyeron al director, moved el culo.

Hayden frunció el ceño, pero Kay lo tomó por el antebrazo.

-Larguémonos de aquí. - dijo arrastrándolo consigo.

‘’Por experiencia te digo, te conviene colaborar conmigo’’ Hayden revolvió el guisado con la cuchara, cohibido.

-Bueno, Jonas ¿Cuál es el plan ahora? – preguntó Grace, de los cinco, era la única a la que las nuevas noticias parecían no haber afectado en lo más mínimo.

Se había comido su tazón completo, y ahora engullía con avidez el de Todd, que se lo cedió a la primera insistencia. Jonas Moabs se encontraba con los brazos cruzados mirando la mesa. No había tocado su comida.

-Pensé que contaríamos con más tiempo… mi padre… - negó con la cabeza.

-¡Ey! Tenemos tiempo, podemos hacerlo. – lo alentó Todd – somos simples reclutas, y no estamos desquiciados… bueno, quizás Kamikaze lo este. Pero seguimos siendo cuatro cuerdos ¿no?

Grace lo miró con la boca llena a rebosar de legumbres.

-Un margen del cien por ciento. – recalcó Kay – Ni en nuestras especialidades obtendríamos tal puntaje.

-Veamos: Esta Todd que hace esos mapas tan bonitos – comenzó a enumerar Grace –  Jonas, que te mete ordenes con esa voz que te meas; yo, que podría darle a una diana en movimiento dentro de una diana en movimiento, y tu Kay que le coqueteas a las maquinas. Sumariamos un total de mmmh ¿doscientos por ciento? ¿trecientos? – se encogió de hombros –  Ah, me olvide del novato, que bueno… sigue estando muy novato.

-Cierra la boca, Righte. – refunfuño Kay.

-Cirri li bica Righte. – se burló la joven.

Aunque le importaba su desempeño en el escuadrón, eran otras las cuestiones que le quitaban el apetito. ‘’Si el CEO ahora es subdirector, y me encuentra con el cristal…’’ No sabía si lo aprensaba más aquella idea, o la perspectiva de ser sometido a un examen psicológico con la prefecta Grosenvor.

‘’Serás sometido a una resocialización neuronal por subnormal’’ Sus gachas ya no se le antojaban para nada.

-¿Qué fue lo que te dijo tu padre, Jonas? – Preguntó de repente, en voz demasiado alta.

Kay y Grace dejaron de reñirse, y los cuatro se giraron hacia él. El líder lo miró a los ojos, y luego de unos instantes se inclinó sobré la mesa con expresión levemente afligida:

-La Academia ya no es segura. – respondió – Necesitas completar el programa en los siguientes tres meses, o puede que nunca lo completes. Eso es todo.

Todd soltó un silbido agudo, pero no dijo nada. Los cinco guardaron silencio.

‘’¿¡Tres meses!? Esto sí que es una locura’’ Incluso en ese periodo de tiempo era imposible completar el programa, aunque el margen fuera de solo aprobación, sin créditos, y sin honores. El tiempo estimado mínimo desde el nivel en el que estaban era de ocho meses. Un año si lo hacían fluidamente en forma.

-Un momento, acabo de tener una brillante idea – volvió a hablar Grace, con el rostro iluminado.

-Ya, Kamikaze.

-No. No. Es en serio escuchen – se inclinó sobre la mesa imitando a Jonas – Primero, conseguimos velas, un esmoquin y algo de alcohol.

-¿alcohol? – preguntó Kay, incrédulo.

-Nos colamos en la oficina del director Joseph, enfundamos a Kay en el esmoquin, apagamos las luces, y encendemos las velas. – Continuó la joven – Y lo dejamos la noche entera para que persuada a la computadora central de cambiar nuestros puntajes en el sistema.

Las mejillas de Kay se encendieron.

-¡Vete a la mierda, Righte!

Grace rompió en un estridente llanto de risa a medida que Kay Sheky aumentaba el tono de sus insultos. Todd intento calmar las aguas, reprimiéndolos cual hermano mayor, sin poder disimular su sonrisa. Jonas, por otra parte, seguía con el ceño fruncido, sumido en sus pensamientos.

Hayden los ignoró, girándose en su asiento para observar al resto de los grupos de reclutas: La división Red, compuesta al completo por varones, quienes pasaban más horas en el entrenamiento físico que en cualquier otra parte, y lucían músculos marcados y perfectamente tonificados. Hayden a veces se aliviaba, con un rubor violento, de no haber quedado en aquel grupo.

También distinguió al grupo Épsilon, cuyo único integrante varón se mantenía al margen de la conversación que mantenían animadamente sus compañeras mujeres. Poseían las puntaciones más altas en el uso de armas de fuego. Y a los Beta, que se inclinaban sobre el centro de la mesa, lanzando miradas fortuitas sobre sus hombros.

‘’Todos aspiran a ser agentes algún día’’ pensó, cohibido. ‘’Es para lo que nos trajeron aquí. Es para lo que estamos hechos’’ y sin embargo ¿Por qué de repente el imperio parecía querer confinarlos en la Academia, imponiéndoles estándares imposibles incluso para sus facultades?

Tal vez solo buscan que los mejores se gradúen. Escuchó que había comentado alguien. Un error que habían cometido con los demás, con los que perdieron la razón repentinamente. Y no querían que volviera a suceder.

Eres un recluta del promedio, Hayden. Definitivamente, la cena no le había sentado nada bien.

Fue a excusarse con su escuadrón, para retirarse a su camarote, cuando las puertas de la cafetería se abrieron con un estrepito de metal. Algunos curiosos se voltearon para ver que sucedía, y dos marines de trajes negros entraron, dando paso a una tercera persona.

‘’Oh… mierda’’ Hayden sufrió una descarga eléctrica en todo el cuerpo.

Ahora vestía una camiseta larga y ajustada en los hombros, con el logo del Dominio bordado en el pecho; y un pantalón holgado de color bordó oscuro, metido dentro de las botas características del atuendo de los reclutas. Su cabello negro, con corte militar, era el mismo caos de ondulación echado hacia atrás para despejarlo de su rostro.

Uno de los marines rugió algo y lo empujó en el hombro con la culata del rifle de asalto. Lo siguió con los ojos; el agente caminó hasta una de las mesas vacías del fondo, y se sentó apoyando la cabeza contra la pared. Parecía desorientado, y no hizo asomo siquiera de levantar la mirada, o fijarse en él.

-¿Quién es este tipo? – preguntó Kay en un murmullo.

‘’Un desertor’’ pensó Hayden, tragando saliva y poniéndose en pie para irse, conteniendo el impulso de masajearse las muñecas que comenzaron a escocerle junto con su tobillo lastimado ‘’Un traidor que me está buscando’’

Y aunque esta vez las palabras eran propias de su mente, le produjeron el mismo estremecimiento.

Hola, Kingston.


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