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PROTCOLO: GHOST por J Young

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Notas del capitulo:

Hola de nuevo! 

si, tarde mucho, mucho en actualizar.

es que no he tenido mucho tiempo para escribir,  o por lo menos para armar varios capitulos. 

Pero por fin estoy en vacaciones, asi que espero hacerlo mas seguido. 

 

En cuanto al capitulo, da un par de saltos entre los pvs de Mathew y Hayden, pero espero que no sea tan engorroso. 

La división Red estaba formada por cuatro adolescentes que tenían más músculos que cabeza. Al principio, Mathew los vio como cuatro estúpidos incapaces de alinear dos pensamientos. Pero más tarde descubrió que solo eran matones mediocres y prepotentes.

Apenas unos críos estúpidos.

Estaba Barret Bobbles, el líder que era casi tan alto como el propio Mathew, algo torpe y de cabeza redonda. Un imbécil mimado. El segundo al mando era Groom Skall, ágil con las manos, con los juegos de cartas, y las estafas. Un imbécil taimado. Luego estaba Carter Savine, que no paraba un momento de decir boberías. Un imbécil olvidado. Y por último Remy Cortez, un joven reservado en comparación con sus compañeros, de rasgos agraciados y delgado. Un imbécil de cara linda. Era el que mejor le caía a Mathew, simplemente porque mantenía la boca cerrada.

Cuatro chavales a los que solo les importaba impresionar a sus pares femeninos, y colocarse un poco antes de las clases de historia universal de Orson When. Hacer el tonto para pasar el hastió; y demostraciones burdas de violencia bruta para remarcar ante los demás su predominio viril.

Lo habían increpado ni bien se enteraron que formaría parte de su escuadrón. Al parecer no le gustaba nada la idea de un nuevo integrante, y guardaban resentimiento por aquel que había echado a los perros a su antiguo compañero, y de quien ya comenzaban a sospechar su identidad. Pero Mathew no tenía tiempo para juegos, y habiendo prevenido esa reacción, fue directo al grano.

-Puedes hacer otro patético intento de asesinarme que te costara la vida, o puedes escuchar una propuesta.

Estaba ejercitando sos músculos en el gimnasio en solitario; en una sección alejada y que ocasionalmente contaba con un punto ciego. Esperaba. Solo era cuestión de tiempo a que les llegara la noticia y su nombre a los oídos. Y como había previsto, los cuatro integrantes de la división Red lo asaltaron cuando creyeron tener la oportunidad. Una trampa bien preparada.  

Carter Savine y Groom Skall le cortaron los flancos. Ratas cobardes. mientras que Remy Cortez permaneció en la retirada, aguardando en la puerta como chivo expiatorio. Un precavido. Barret Bobbles, mientras tanto, se acercaba con decisión por detrás, fuera de su vista. Pero Mathew, habiendo dejado las mancuernas en el suelo, enderezándose tranquilamente, y tronándose el cuello, no necesitaba ver. La energía psionica que emanaban, aunque de un nivel bajo, era embriagante. Tu mejor arma te delata, imbécil.

El aire se movió con violencia eléctrica, y en una exhalación, Mathew giró sobre sus talones agachándose con agilidad, esquivando el filo plateado y, de no ser por unos centímetros, mortal.

Solo tengo que sentir.

Con un rápido movimiento lo había tomado por la muñeca con la que sujetaba la cuchilla, girándola hacia adentro al tiempo que se aprovechaba de la precaria postura de su atacante para tumbarlo con un golpe sordo sin mayores dificultades.

-Para empezar, separas mucho las piernas – continuó Mathew, apretando la navaja contra su cuello – y tu manejo de armas blancas solo es equiparable a la de un manco.

Barret Bobbles se había debatido en el suelo inútilmente contra la fuerza arrolladora de su brazo. Igual que Kingston, pensó Mathew concibiendo la imagen del otro recluta en la clase de lucha. Concéntrate.

-S-sabemos quién eres. – jadeó el joven con el rostro enrojecido –  Sabemos lo que hiciste.

No tienes idea.

-Dile a tus amigos que guarden sus armas y te soltare.  – replicó Mathew con tranquilidad, que no tenía que levantar la mirada para conocer el panorama.

Barret Bobbles rio escupiendo saliva.

-Tienes muchos huevos o estás loco. Somos cuatro, tu eres uno solo. No nos das miedo.

¿Estás seguro de eso? Mathew fue a replicar nuevamente, pero sorpresivamente Remy Cortez se le adelantó.

-Mejor le hacemos caso, Barret – dijo acercándose – él es… es un agente.

-Sé quién es, Cortez. – Barret Bobbles lo vio a los ojos – Es el imbécil que vendió a Regi.

Mathew lo tanteó, sintiendo el peso de la navaja en su mano contra el cuello del otro justo debajo de su nuez de Adam, si apretaba un poco más, podría rasgar hasta el pescuezo con facilidad.

Una horrible y sangrienta facilidad.

Lo soltó, enderezándose para ver a los otros que estaban dispuestos a abalanzarse si era necesario, pero con un claro temor en su porte, preparados para huir si Mathew atacaba primero. Barret Bobbles se alejó de él, jadeando e impulsándose con las manos, y poniéndose en pie con la ayuda de Carter Savine.

Son unos críos. Pensó una vez más, fastidiado… pero le servirían. Los cuatro lo miraban expectantes. Aguardó un momento antes de hablar.

-Yo no vendí a su compañero. – explicó – pero créanme cuando les digo que están mejor sin él.

-¿Y tú como lo sabes? – espetó Groom Skall – ¿Quién eres para decir eso? Sabemos que te suspendieron del servicio… y que asesinaste a tus oficiales. Eres un traidor.

-Deberías estar en una cárcel en New Folsom, no aquí – lo secundó Carter Savine.

Mathew hizo girar la cuchilla en su mano.

-Es cierto - los calmó – todo lo que dicen de mí. Asesiné a mis oficiales porque eran unos idiotas. ¿Y qué hicieron al respecto? Me mandaron aquí, con completos niños inútiles, en vez de a una prisión. ¿Y por qué? – los miró uno a uno – Porque hice lo que me fue encomendado. Soy un asesino, eso es lo que soy. Eso es lo que son todos ustedes.

-Solo somos reclutas – refutó Barret Bobbles con el rostro enrojecido – Regi era un recluta, y ahora se pudre en un centro de resocialización neuronal por tu culpa.

No tienes ni la menor idea.

-Son los reclutas que poseen la mejor puntación en lo que concierne a los demás grupos. Gracias a sus esfuerzos están más cerca de salir de esta Academia que cualquiera ¿y saben lo que hacía Regi con ello? Traficaba porquerías y ponía en juego todo lo que lograron. Era una basura. Una carga. Créanme, leí todos vuestros informes, todas vuestras estadísticas. No terminarían nunca el programa con él en su grupo.

La pantomima le estaba saliendo menos fina de lo que creía, pero sus palabras parecían estar surtiendo efecto.

-A Regi se lo llevaron porque le vendió drogas a ese adicto – volvió a hablar Remy Cortez – antes… antes mencionaste una propuesta. ¿A qué te referías?

Ya los tengo.

-Yo mismo en persona pedí estar en su equipo, porque veo potencial – continuó Mathew – no me malinterpreten, me importan una mierda… pero dentro de muy poco tiempo esta academia se llenará de agentes veteranos y suspendidos tal cual como yo. Pasará de ser una institución, a una prisión.

-Tiene… tiene que ser una broma. – Dijo Carter Savine, incrédulo – mientes.

-En unos días tus probabilidades de terminar el programa serán casi nulas. jamás saldrás de este lugar.

Los cuatro intercambiaron miradas de confusión. Mathew sabía bien que las mentes débiles no necesitaban la influencia de energía psionica.

-¿Qué quieres de nosotros? – preguntó Barret Bobbles cediendo finalmente.

-Solo que cooperen. No me importa lo que hagan, ni con quien se juntan. Actúen tal cual lo hacen ahora – hizo girar la navaja en el aire atrapándola por el mago – pero seguirán mis órdenes a la hora de hacer las pruebas.

 

 

 

 

-Yo escuche que te abren el cráneo, y te manosean el cerebro. Que Grosenvor misma hace la inserción – Grace hablaba sentada en perfecto equilibrio sobre la barra de acero en la que Jonas ejercitaba su espalda – que experimentan contigo, y para al final te meten un nuevo parasito zerg que te vuelve dócil como un zombi sin que te des cuenta.

-Eso si es una estupidez, Righte – La contradijo Kay con los brazos cruzados, escéptico – ¿Tienes idea de la magnitud de tus palabras alguna vez? Es hilarante y por demás, ilegal.

-Lo que es ilegal, Kay, es que seas tan aburrido. – puyó la joven, a lo que Jonas a su lado gruñó – Lo siento. Lo que quiero decir, es que nadie sabe lo que hacen. Y esta, en mi humilde opinión, es la mejor explicación.

-Es solo un examen, Righte. – dijo Kay, intranquilo – No pueden hacer tal cosa como abrirte la cabeza. Eso… eso no tiene sentido.

 - Si es así entonces ¿Cómo explicas entonces el comportamiento de todos los que son sometidos? Andando ariscos y mudos por los pasillos, como zombis. Y que no quieran decir nada al respecto, porque claramente les lavaron el cerebro para que no lo hagan. ¿Eh, Kay? ¿Cómo explicas eso? ¿Cómo explicas el comportamiento de Todd?

Hayden, que estaba mitad concentrado en sus ejercicios con mancuernas, mitad escuchando lo que decía sus compañeros tratando de desentenderse de sus propios pensamientos, dejó de hacerlo ante las palabras de Righte. Echó una mirada a Jonas, y luego dijo:

-Es solo un examen psionico, Grace. N-no es tan importante.

-N-n-n-o es ta-ta-tan importante. – Se burló Grace, dando un salto de la barra y cayendo de pie con agilidad - ¿Y cómo sabes eso tú, novato? ¿Acaso ya te sometieron al examen y no dijiste nada? ¿acaso ya eres un zombi que trata de encubrir toda esta conspiración?

-Carajo, Righte. Sí que te hace mal ver películas con el bobo Bobbles

-¡Aja!  ¡Entonces tú también eres parte de la conspiración, Kay! es eso, ¿verdad?

Jonas terminó de hacer sus ejercicios, y tomó pie con pesadez sobre el suelo.

-Basta de chácharas, Grace – dijo limpiándose el sudor de la frente – Kay y Hayden tienen razón, es solo un examen psionico y no tienen nada de qué preocuparse.

-Tenemos, Jonas – lo corrigió Kay – quisiste decir todos nosotros ¿Verdad?

Jonas clavó los ojos en él, pero Hayden no apartó la vista de su rostro: se mostraba impasible y benevolente como siempre, pero creyó ver algo que danzaba más allá de su expresión. Una inquietud mantenida a raya con esfuerzo.

No había sido su intención, pero la mente de Hayden zumbaba en su propio desasosiego desde hace ya varias semanas. Te ha mentido, y lo sabes. El sentimiento no le gustaba para nada. No quería desconfiar de sus amigos.

-Claro, Kay. No tenemos nada de qué preocuparnos – aseguró Jonas sin perder la calma. – ahora, a correr a la pista. Tres rondas.

¿Qué? Pensó Hayden

-¿¡Que¡? – gritó Grace.

-Un momento, Jonas. – quiso entender Kay.

-Se la han pasado hablando todo el rato mientras Hayden y yo ejercitábamos. Eso no es justo, y además, aún nos quedan quince minutos de clase.

-No eres un oficial, no pueden mandarnos a hacer tal como si cual cosa – sentenció Grace.

-Sí, sí puedo – dijo Jonas con una sonrisa – porque soy vuestro líder, y mi deber es que el escuadrón se mantenga forma. 

- ¿Y entonces por qué Todd no está aquí?

-Ya, dejad a Todd en paz. Y ahora, moveos.

Kay se limitó a seguirlo. Grace bufó y lo hizo de mala gana. Pero Hayden aguardo unos segundos, mirando a su alrededor y a las anchas espaldas de Jonas con el ceño fruncido, antes de salir detrás de ellos.

 

 

 

-Es importante que estemos en forma – explicó Jonas limpiándose el sudor de la frente con un pañuelo de tela – Sobre todo en nuestra situación.

- ¿Y cuál… es… esa… esa situación? – indagó Kay, que estaba doblado en dos recobrando el aliento.

-Bueno, como sos humanos con aptitudes psionicas, nuestro cuerpo debe ser capas en todo momento de soportar el desgaste físico que conlleva utilizar dichas aptitudes – Explicó Jonas respirando hondo antes de continuar – cuando somos niños somos capases de desatar grandes cantidades de energía de forma involuntaria, sin que ello resulte perjudicial para nuestra salud. Ya que el cuerpo de un niño en crecimiento es flexible y laxo, y nuestras células cuentan con una rápida regeneración y adaptación. Sin embargo, al crecer, esta ventaja se pierde.

Hayden lo escuchaba apoyado a la sombra de una pared de la pista, el ritmo de su respiración acompasándose poco a poco. Ya lo entiendo. Pensó. Si un agente es débil, y está enfermo, utilizar la energía psionica podría agotarlo rápidamente, tanto mental como físicamente.

Jonas los había hecho correr seis rondas en lugar de tres, incluyendo en el trayecto flexiones de brazos, sentadillas, y el circuito completo de obstáculos de nivel intermedio. Hayden estaba acostumbrado al ejercicio exhaustivo. Pero Kay y Grace no parecían llevarlo del todo bien, de hecho, esta última estaba de espaldas contra el suelo, despatarrada y con las mejillas enrojecidas. Kay lucia a punto de desmayarse. Jonas no parecía siquiera agitado.

-Esto… es demasiado – se quejó Kay – no pensé que… ni siquiera los oficiales nos hacen…

-Voy a denunciarte Jonas – replicó Grace.

Jonas rio.

- ¿Y eso?

-Ya veras, te denunciare y me pondrán a mí al mando. Y te hare correr cincuenta vueltas, mientras Kay y el novato y yo nos las damos del almuerzo en las gradas.

-Eh, no seas injusta, que Jonas tiene razón.

Todos se enderezaron de repente ante aquella voz, olvidando que estaban exhaustos y girándose al insomnio.

-¿Todd? – Saludó Kay, incrédulo.

No nos habla hace días. Pensó Hayden turbado.

-Es la razón por la cual nos obligan a hacer ejercicio físico desde que ponemos el culo en la Academia, además de que nos quieren guapos – Dijo Todd retomando la explicación de Jonas – se debe tener un equilibrio entre el factor psi y el cuerpo. Gastar energía psi que es básicamente nuestra segunda sangre, puede significar un deterioro muscular y óseo si no se hace de manera prudente. Y a la larga el daño puede ser significativo e irreversible. Pero nada que no pueda evitarse si mantenemos nuestras flexiones al día.

Los miró uno a uno, reflejando su aire ameno habitual. Cuando pasó por Hayden le guiño un ojo, acercándose hacia ellos. Parece normal, habla como el Todd de siempre…

-Lo ves, Grace. Todo lo que hago es por nuestro bien. – dijo Jonas por fin, rompiendo el silencio.

Grace se puso en pie.

-Ya, igual voy a denunciarte por explotación infantil.

-¿Infantil? – Kay la miró extrañado – No eres un infante.

-Cuando sea la nueva líder – dijo Grace en tono siniestro– correrás junto a Todd.

-Bueno, ya que lo dices…

Todd comenzó a estirarse de forma metódica.

Oh… oh no… Hayden miró a Jonas, que sonreía.

- Ahora que esta Todd, ¿Qué les parece si corremos otras… tres rondas?

Grace volvió a desplomarse; a Kay se le entrecorto la respiración, y Hayden soltó un largo suspiró.

-Me parece una increíble idea, Jonas. – dijo Todd.

 

 

 

-Hay una camilla de operación en el medio de la sala, rodeada de aparatos y personal médico. – explicaba Todd, revolviendo su batido con la pajita – No es la primera vez que pasamos por esto; te desnudan, te visten con una bata que poco hace por cubrirte, te acuestan y te enchufan un montón de cables, sobretodo en la cabeza. Una maquina a tu lado emite pitidos, mientras que alguien más toma nota al dictado de la voz de mando. Signos vitales, respuesta cardiaca, actividad cerebral, y esas porquerías.

-Entonces cual… cual es el problema, Todd – preguntó Kay tragando saliva.

Todd estaba sentado sobre uno de los tres sofás individuales que rodeaba una de las tantas mesas en la sala de recreación. A su lado en el centro se encontraba Kay, inclinado con atención frente a un refrigerio que no había tocado. Hayden lo enfrentaba, quedando justo al lado de Kay, dando sorbos con moderación a una bebida energética de Agria Corp.

Grace, por su parte, estaba concentrada aniquilando zergs en el árcade ¡zergs! ¡zergs! ¡zergs! Desentendida del asunto ni bien se acabó las frituras que Todd le había comprado. Jonas los había abandonado más temprano aun, cuando salieron de las duchas luego de terminar las rondas de la pista, excusándose para tomar una siesta antes de la clase de Orson.

-No es un problema en sí, es Grosenvor – respondió Todd luego de un silencio.

Hayden se sentía incómodo con tan solo escuchar su nombre, recordando el entrenamiento psionico del cual nunca había sido suficiente. Miró a Todd fijamente, aunque había mostrado su habitual comportamiento ameno y despreocupado, algo en su rostro denotaba que no todo iba bien: un rictus de cansancio, una desvaída falta de brillo.

-¿Grosenvor? Pero ¿Por qué? – volvió a preguntar Kay.

Todd, sin embargo, sonrió abiertamente y le devolvió la mirada a Hayden.

-Eh, Hayden, no me mires así. Que pareciera que tengo un tercer ojo o algo.

Hayden contuvo su rubor lo mejor que pudo.

-Lo siento. – se disculpó, parpadeando y dando un sorbo a su bebida.

-Gracias. Bueno, volviendo al tema. Es muy simple, Kay: además de todos los aparatos y los análisis de sondas, Grosenvor emplea un objeto que funciona con energía psionica –  Todd frunció el ceño, concentrándose en hacer girar la pajita en su vaso – una clase de… potenciador. Luego te ponen un casco en la cabeza, y por medio de su telepatía avanzada ella… ella te…

Sus ojos se movían lentamente, como si quisiera recordar algo al compás del líquido de su bebida agitada. Él no está bien. Pensó Hayden expectante, sintiendo como la ansiedad crecía dentro de su estómago.

-Ella qué, Todd. – preguntó Kay impaciente – ¿Qué hace Grosenvor? ¿se mete en tu cabeza como hacía antes? ¿te… te reta a un duelo de energía psionica?

Hayden torció el gesto inconscientemente al escuchar aquello. Nunca había sido bueno para los duelos de energía psionica. Según la prefecta, le hacía falta fuerza de voluntad. Hayden, sin embargo, consideraba que era poco honorable dañar a un compañero en una prueba desnivelada, o con quien cuyo factor psi fuera inferior.

­-Eres débil, Hayden Kingston. Un aliado enterado puede ser más peligroso que mil enemigos desconocidos. Necesitas conocer al enemigo, pero más necesitas conocer a quienes te rodean

No quiero creer que todos me pueden traicionar. Hayden no quería lastimar, menos aún desconfiar de sus compañeros.

-No… no… no es nada de eso – Todd volvió a verlos, ahora con el semblante más calmado, pero con seriedad en sus palabras – no puedo explicarlo con exactitud, y por terror a equivocarme o infundirles… ideas erróneas, prefiero no hacerlo. Es solo que… - negó con la cabeza – solo se trata de un examen de aptitud psionica, pero es diferente. Fuera de la norma. Y por lo que… por lo que experimente en él, puedo decirles que será diferente para cada uno. 

Hayden y Kay intercambiaron miradas.

-Supongo… supongo que debemos confiar en lo que dice Jonas – dijo Hayden.

Todd sonrió.

-Exacto. Si Jonas nos dice que solo es un examen psionico, entonces se trata solo de eso. – afirmó poniéndose en pie, y terminando lo que quedaba de su bebida de un solo trago – Y si Jonas nos dice que correr cuarenta vueltas en la pista es bueno para nuestra salud, entonces no hay más remedio que seguirle la corriente. ¿¡No es así¡?¿¡Kamikaze!?

Grace, que estaba concentrada moviéndose de lado a lado disparando en la simulación, dio un respingón ante el grito de Todd.

-¡Estoy ocupada, Kay! – grito desde su posición, dando un vistazo de refilón sobre su hombro –  ¡no molestes!

-¿Y yo que? -  refutó Kay a la defensiva.

-Venga, Grace, es hora de irnos. – Todd le lanzó la pajita dándole en la cabeza.

La pantalla del árcade comenzó a titilar en numerosas explosiones pixeleadas y, de repente, se puso en rojo rezando en letras rojas un título fatal: Derrota.

-¿¡Que!? – Grace se llevó ambas manos a la cabeza – ¿¡Por qué hiciste eso, Kay!?

-Pero… ¿¡Que¡? ¡Yo no he hecho nada!

En un abrir y cerrar de ojos lo único que separaba a Kay de los puños de Grace era un desternillado Todd, que servía como una vaga barrera, frenando los golpes con los brazos.

 -¡Estaba a punto de romper mi record! ¡Voy a asesinarte! ¡Ven aquí, sabandija parasitaba intergaláctica! ¡Voy a asesinarte!

Hayden los observaba aun sentado, sonriendo. Sin embargo, sus ojos se desviaron involuntariamente hacia la pantalla del árcade, donde una madre de la prole lo retaba a acabar con todos sus lacayos: ¡zergs! ¡zergs! ¡zergs! Profesaba. Imparables. Inagotables.

Miles… como uno.

 

 

 

 

Mathew había recuperado su energía psionica a medida que las patrullas lo traían de vuelta a la academia. Poco a poco, como el gotero de un enfermo.

-Actuad con normalidad – le había ordenado a los demás, que habían despertado igual de turbados.

Aquel primer día volvía a estar tan regenerado como para escuchar: susurros que se acentuaban conforme su poder aumentaba, y las distancias se acortaban.

La prefecta Irelia es demasiado ruda... No debí haberme quedado dormida en clase… ¿Se fijará Luke en mi a pesar de ser un chico?... El desayuno me sentó mal... Tal vez debería hacer más vueltas en la pista... Barret Bobbles es tan atractivo…  El imperio Terran… los corsarios… esta maldita academia…

El bullicio de pensamientos lo rodeaba como halos de neblina. Si intentaba frenarlos, se amontonaban; si los apresuraba, le saturaban la mente. Lo mejor era dejarlos pasar. Una actividad inconsciente, como respirar. Los mantos Psionicos nunca habían funcionado en él, sin embargo, la mayor parte del tiempo apenas si caía en la cuenta de la cantidad de voces que captaba su percepción excesivamente aguda.

No puedo creer que el emperador Valerian vaya a casarse… estos adolescentes huelen fatal la mayor parte del tiempo… necesito cortar mi cabello urgentemente… ¿Cuál es el sentido de las clases de Orson? Yo solo quiero disparar contra algo y ya…

Estaba sentado en la mesa de la cafetería, tratando de obtener el alcance completo del panorama, de desafiar sus límites, cuando lo asaltó, violento y sagaz. La conciencia de aquella persona fuera quien fuera, resaltaba de entre las demás. Como un grito en el silencio absoluto.

¿Asesine a alguien? ¿Asesine a alguien? ¿Asesine a alguien?

La insensatez le produjo un leve dolor de cabeza. Y para peor, las palabras proyectaban imágenes: destellos de fuego y gritos de agonías. Mathew había fruncido el ceño, desconcertado. Solo alguien con una habilidad considerable podría ocasionarle algo así, a él.

Mathew se creía capaz de meterse en la cabeza de cualquier persona o criatura si se lo proponía. Pero no tenía duda en cuanto a que nadie podía hacer lo mismo con él.

Sin embargo, al fijarse en el novato que intentaba tal intromisión lo encontró tan ordinario como cualquiera. Otro pobre infeliz que apenas superaba el test de aptitud psionica, pensó, y ahora se veía obligado para siempre a cargar un arma en nombre de un imperio que le decía: tu vida es tuya, solo para que cumplas la voluntad de la mía.

Resultó que Hayden Kingston no era ningún recluta normal. Aunque actuara como uno, y pareciera ignorarlo por completo.

O tal vez, simplemente está fingiendo.

Fue aquella misma primera noche, acostado en la habitación que le habían asignado con la cabeza apoyada sobre su antebrazo, que lo encontró. O más bien, se dio de bruces con él a altas horas de la madrugada, mientras sondeaba la academia cuando todos dormitaban. Una conciencia psionica que no debía estar allí. Una personificación corpórea, pero intangible e invisible. Despierto y dormido al mismo tiempo.

Otra mente que vagaba en solitario.

Estaba y no estaba. Mathew había intentado hacer contactó con él por medio de la telepatía, pero en cuanto lo alcanzaba, el otro le daba el esquinazo en algún recodo o rincón de los pasillos. Se le ocurrió buscar su fuente, su cuerpo verdadero, pero al localizarlo solo encontró un joven sudoroso que sollozaba y se debatía en su litera.

¿Hayden Kingston? Mathewhabía cometido el error de intentar leerlo. En cuanto su energía consiente se entremezclo con la de él, había caído de lleno en su inconciencia; viéndose atrapado en medio de un mal sueño arrollador, de pensamientos y recuerdos que no le pertenecían. Y, extrañamente fascinado, pudo darle alcance a su transposición incorpórea con la que se había topado antes.

Con desconcierto fue testigo de su tristeza, su desolación. Lo estoy perdiendo, pensó al ver como ascendían más allá de la superficie de Ursa. Creyó que estaba al límite de sus poderes, pero al contrario se sentía más fuerte, más vivo.

Mathew tenía que traerlo de nuevo, aquellas imágenes le ocasionaban un irritable dolor de cabeza. Y luego, el descenso. ¿A su cuerpo? ¿A otro sueño? Hizo lo primero que se le ocurrió: Haló de él hacia su propia mente, al primer lugar confortable que pudo imaginar.

-Despierta, Hayden.

Lo que no lo extrañó fue que aquel novato no le diera ninguna muestra de recordar, o tomarse cierto aquel episodio. Incluso cuando lo había llamado estando atado en la sala de interrogación de Dalton Dojhall, habiendo abusado deliberadamente de su ingenuidad para extraer energía de su presencia psionica.

Aquél plano era nuevo para él, desconocido.

En sus años trabajando como agente por todo el sector, Mathew había aprendido técnicas, perfeccionado sus habilidades; desde implantar impulsos en la mente de un individuo, a unir su fuerza con otro fantasma para crear potentes fulminaciones destructoras.

Algunas, sin embargo, eran consideradas repudiables, como la aprendida por parte de un comando de Animas con los que tuvo la suerte de pasar una temporada, la cual consistía en la extracción de energía de otro ser psionico, que conllevaba los efectos secundarios de mermar vitalmente a la víctima si se producía de forma abusiva o extrema.

Hayden Kingston le plantó otro enigma. No solo podía ver atreves de mis ojos, él estaba allí conmigo, atado esa porquería de silla. Aunque bien podía tratarse de una exaltación de su fuerza reprimida, dada su personalidad, Mathew se descubrió incapaz de conciliar el sueño, incluso luego de que le implantaran el neuroajustador, debido a que el novato, o más bien su mente dormida, resultaban un verdadero dolor de cabeza por las noches. Con un poco de esfuerzo, lo llevaba de vuelta a su cuerpo agitado.

Su mente… está dañada.

Lo observaba. Estudiaba. Incluso en los días que siguieron después de haber visto el fatídico contendió de la grabación. Cuando iba por su bandeja en la cafetería, haciendo sus rutinas de calistenia, o rezagado detrás de su escuadrón de camino a clase. Mathew no se molestaba en disimular y le nerviosismo del otro, al mirar sobre su hombro y encontrarse con sus ojos, era casi palpable.

Dio cuenta de su aspecto; no era muy alto, tal vez un metro setenta o setenta y cinco. Con una complexión física delgada, pero típica de un adolescente sometido a exhaustivos ejercicios desde que tenía edad: piernas esbeltas con muslos fuertes, abdomen plano con cintura ligeramente estrecha, y un pecho y espaldas sutilmente anchos, aunque sus músculos no estuvieran tan marcados como los de otros reclutas. Llevaba el cabello rubio con un absurdo corte militar, y su rostro reflejaba una inocencia impropia para alguien de su posición.

Perdido. Era la palabra que concebía para describirlo. ¿Cuál era la razón por la que se veía tan desorientado? ¿Que estaba verdaderamente mal con ese novato?  Necesito dejarlo. Pensaba mientras más le daba vueltas al asunto. Se estaba hartando de cantarle para que se duerman, pero la sospecha de que podía serle útil lo frenaba.

Después de todo, cuando la conciencia de Hayden se mezclaba con su cuerpo, Mathew experimentaba descargas de energía psionica que ignoraban cualquier barrera. Como si Hayden Kingston se la cediera involuntariamente. O por lo menos eso había descubierto.

Mathew no quería entrometerse con los novatos. Su objetivo seguía siendo el mismo: largarse de aquella Academia y de las narices del gobierno de Khoral, del imperio. Y aunque los flancos eran muchos, cada uno le proporcionaba un camino indefinido. Dependía de él forjárselo.

Irelia Akhil tiene razón, esto me puede servir; pensó observando al equipo Red, que se reía de una estupidez que estaban haciendo en la mesa de la cafetería. Pero no es suficiente. Jamás podría terminar de marcar su liderazgo cuando su nivel psionico era apenas un cuarto de lo que poseían aquellos imbéciles. También era cuestión de tiempo de que se enteraran sobre eso.

Me verán como un farsante e intentarán cometer una estupidez. Mathew apenas era capaz de mantener una conversación psionica. Y tendré que cargar con cuatro muertes más. No, nunca estaría al nivel con el neuroajustador en su cabeza. Podía almacenar energía psionica, pero conllevaba días obtener una cantidad considerable.

Debo eliminarlo, burlarlo… o desactivarlo.

-Mierda puta – dijo Carter Savine de repente. – él no mentía.

Los cuatro habían parado de reír, enderezándose en sus asientos para mirar a las puertas de la cafetería, y luego de vuelta a Mathew, que permaneció inmutable observando como los nuevos reclutas entraban flaqueados por dos marines de trajes negros.

Así que ya  están aquí. Pensó, esforzándose por hacer un sondeo psionico que lo dejaría exhausto. Y, para su asombro, topándose con una energía familiar.

 

 

 

 

Más tarde, Orson When sacó a relucir sus conocimientos sobre el bestiario alienígena, dando una clase completa sobre las criaturas más mortíferas que habían azotado el sector Koprulu durante los años aciagos de conflictos.

No era los aterradores zergs, pero poseían su fuerza, tenacidad, y capacidad adaptativa; tampoco eran los avanzados Protos, pero contaban con sus imponentes poderes Psionicos. Se trataba de una aberración, creados por una inteligencia Xel’naga infinitamente oscura y superior: los híbridos.

A Hayden le fascinaba estudiar tanto armamento como fuerzas militares, y ni bien tuvo la oportunidad indagó, no sin cierto temor ficcional, sobre los aberrantes híbridos. Pero se llevó una decepción al no encontrar más que datos genéricos e informes pocos profundos. La realidad de estos seres, así como el estudio de sus cuerpos y demás, formaba parte de los archivos secretos del dominio.

El prefecto Orson les enseñó las grabaciones aéreas tomadas mediante la invasión a Korhal por parte de la voz oscura; explicando que el objetivo de dicho ataque fue el de obtener el artefacto Xel’naga utilizado anteriormente por Jim Raynor y Valerian Mengks para regresar a la reina de espadas a su forma humana. Parte de la historia que, en teoría, los reclutas ya deberían haber estudiado.

Mientras lo observaba, a Hayden lo asaltaba un informe en particular, escrito por un líder escuadrón.

‘’… Las criaturas formadas por la combinación de ADN Protoss y zerg está más allá de los límites de lo imaginable. Sus cuerpos monstruosamente colosales son capaces de fusionar con una devastadora sincronía la tenacidad de los zerg, con la energía psionica de los Protoss, creando un arma capas de diezmar y exterminar ejércitos enteros sin oportunidad de tregua alguna.

Aunque se han identificado por lo menos tres clases, algunos presentan más características de una raza que de otra, potenciando al máximo sus capacidades primas, y volviéndolos un enemigo versátil e impredecible

Enfrentarse a estas criaturas en el campo de batalla significa derrota si el combate se extiende más allá de los limites disponibles. Después de todo, se necesitaron la fuerza conjunta de los cañones de plasmas de cuatro cruceros de batallas para traspasar la barrera psionica de tan solo uno de estos seres…

Las fuerzas del dominio, los Asaltantes de Raynor, y los Ejecutores Protoss habían batallado codo a codo aquel día contra los Tal’darim, y otros miles de Terrans que habían sucumbido bajó la influencia de los seres del vacío, que atacaron Korhal. Pero lo que sin duda había desequilibrado la balanza, fue el despliegue de híbridos en el campo de batalla.

-Solo la avanzada tecnología robótica Protoss y su inmunidad a la energía psionica pudo hacerles frentes – explicó el prefecto Orson When – si no fuera por su formidable apoyo aquel día, hoy la historia sería diferente.

-En otras palabras, estaríamos todos muertos – acotó Todd al tiempo que se desperezaba con un bostezo.

Luego de la clase de Historia Universal de Orson When, era el turno de Irelia Akhil para hacerles soltar humo por la cabeza. Aunque esta vez, sus enseñanzas sobre Tácticas Y Estrategias se limitaron a las cuatro paredes de un salón, donde cada escuadrón se agrupo alrededor de una mesa de simulación para llevar a cabo la actividad.

-En el punto culmine de su senda de venganza, Sarah Kerrigan, nuevamente rencarnada como la Reina de Espadas, asaltó Korhal con todo el poderío de su enjambre – Habló la prefecta, parada al frente en postura regia

Hayden también había estudiado sobre aquello:  Todas las madres de la prole habían respondido a su llamado; el cielo espacial se vio invadido por centenares de colosales leviatanes que escupían sus tropas atreves de la atmosfera, infectando el suelo del planeta con criaturas mortíferas y despiadadas de cuyas mutaciones no se tenía registro alguno.

En el caos de la ciudadela de Augustogrado y sus alrededores, Valerian Mengks había solicitado tiempo para evacuar cuantos civiles fuera posible, y que la reina evitara los grandes centros urbanos para así no dañar a ningún terran inofensivo. Contra todo pronóstico, Sarah Kerrigan había cedido ante la petición.

-De esa forma – continuó la prefecta – en una carrera contra tiempo, el ahora emperador Valerian Mengks redujo las bajas civiles casi un noventa por ciento, salvando la vida de millones de Terrans, y marcando la diferencia incuestionable con su prioridad hacia su pueblo con respecto a su padre, Arcturus Mengks.

Y esa era la misión del día. Por medio de estadísticas y números, en un entretenido sistema de toma de decisiones, Hayden y el resto de su equipo debían estudiar, seleccionar, e eliminar todo factor que se garantizara, en un escenario simulado, la menor de las bajas civiles posibles.

-Aaagh, odio esto. Odio los números – se quejó Grace – son muchos. Demasiados. Y no importa lo que haga, siempre están en rojo. ¿Por qué los tuyos están azules y los míos no, novato?

-Bueno, y-yo, no lo sé… yo solo elijo las opciones que me parecen correctas.

-Necesitas pensarlo, Grace. – explicó Jonas – Como si se tratara de un campo de batalla de verdad.

-Pero no luce como uno – mascullo Grace – un campo de batalla jamás se vería así.

-Tienes razón – la secundo Todd, provocando que la joven esbozara una sonrisa – en un campo de batalla real jamás nos dejarían elegir.

¡Kingston! ¡el enemigo nunca da tregua! ¡nunca!

 A Hayden lo recorrió un escalofrió al escuchar aquellas palabras en la boca de Todd. Pero no dijo nada al respecto, enfocándose en sus tareas. Solo necesita tiempo. Pensó preocupado, tanto por su amigo como por sí mismo. Después de todo no tenía idea de cuando seria su examen psionico.  

La prefecta Irelia les dio otras dos simulaciones más para resolver, y aunque al desempeño del equipo no fue el mejor, obtuvieron una buena puntuación tanto general como individual. Por lo que tanto Irelia Akhil como Jonas se mostraron claramente satisfechos.

-¡Esto es tan injusto! – se quejó Grace mientras caminaban por el pasillo.

-¿Qué… a que te refieres? – le preguntó Hayden, extrañado ante su repentina frustración.

-¡Es injusto que Barret tenga a ese nuevo integrante en su equipo! – le explicó su compañera – A ese… ese que te pateo el trasero el otro día, novato. No debería estar permitido.

Hayden se esforzó por ocultar su turbación. Aunque Mathew Hanson se mostraba distante y ajeno en todas las clases, su presencia nunca pasaba desapercibida. Y desde que era de conocimiento general que participaba en el programa como un recluta más, solo era cuestión de tiempo antes de que los demás grupos manifestaran sus opiniones sobre el desnivel en los escuadrones que aquello significaba.

Aunque Hayden no estaba tan seguro de si preferiría tenerlo en su escuadrón. Es un traidor. Quería creer que no confiaba en él, en su manera de meterse en su cabeza y… No, no es momento de pensar en ello.

-Vamos, Righte. Yo no creo que sea para tanto – refutó Kay, inseguro.

-El equipo de Barret obtuvo la mejor puntuación en la clase de Tácticas. Y el mejor resultado en las Prácticas de Tiro de Luke Hite. – Grace hiso un gesto de tirar de su rostro – me fastidia tanto. Barret no dejara de recordármelo. Y ahora con este tipo, se me hará imposible alcanzarlo.

-Yo… yo… - Kay frunció el ceño.

-¡Aja! ¡Estás de acuerdo conmigo! ¿no es cierto?

-Jonas, que…. ¿Qué opinas tú… de esto? – preguntó Kay en lugar de responder.

Hayden se fijó en Jonas, que los había estado escuchando todo el tiempo. lucia muy serio, con las mandíbulas apretadas.

-Ignoren a ese tipo – dijo finalmente – tenemos que enfocarnos en nuestro entrenamiento, y sacar el ciento por ciento de aprobados. Dentro de poco… será el menor de nuestros problemas.

-¿¡Que!? – pregunto Grace – Espera, ¿A qué te refieres?

Jonas no respondió, dando por terminada la conversación. si Jonas nos dice que correr cuarenta vueltas en la pista es bueno para nuestra salud, entonces no hay más remedio que seguirle la corriente. Pensó Hayden. Y no fue hasta la cena aquella misma noche, cuando los cinco volvieron a reunirse en la cafetería, que entendieron las palabras del líder.

Cuando ellos llegaron.

 

 

 

 

En una mesa alejada de la cafetería, un hombre joven estaba sentado a solas. Con las manos juntas y escondidas debajo de la tabla, mascullando palabras inentendibles, y moviendo el cuerpo esporádicamente, como si sola existencia lo perturbara.

Mathew esperó hasta que el ambiente se hubiera caldeado de murmullos y miradas furtivas, y caminó entre medio de los marines y reclutas hasta tomar asiento frente aquel desdichado individuo.

-Veo que tus trastornos han regresado – se anunció luego de un momento.

El otro no dio muestras de haberse percatado siquiera de su presencia. Está hecho una mierda. Pensó Mathew manteniendo a raya su consternación.

-¿Qué…. que… que haces tú aquí? – masculló el joven frente suyo, más para sí que para él – Se supone… se supone… se supone, que seriamos reivindicados.  

-Se supone, se supone, se supone – repitió Mathew con voz pausada.

Le rehuía la mirada, con la cabeza gacha, concentrado en lo que fuera que tuviera entre las manos. Aun así, la luz arrancaba destellos plateados de su rostro.

-¿Qué traes ahí? – Preguntó Mathew – No te veía hacer eso desde… desde nuestro segundo año en la academia.

Karl lo miró. Su ojo sano reflejaba una perturbación inhumana, como una criatura que despertó en un cuerpo diferente.

-Podría preguntar lo mismo, Matthy Hanson – replicó limpiamente, pronunciando su nombre con sorna. – ¿Qué te traes entre manos?

Fue su energía la que Mathew sintió ni bien los agentes puestos fueras de servicio arribaron en la academia. Inconfundible, pero infinitamente atenuada. El tinte psionico de una persona siempre tenía una característica que lo diferenciaba de los demás, como una huella dactilar.

Mathew conocía bien el de sus amigos. Podría... podría… podría, preguntar. Mascullaba Karl, nuevamente con la cabeza gacha. Esto no es una coincidencia.

-¿Es tu ojo lo que tienes entre tus manos?

-Tu ojo, tu ojo, tu ojo. – recriminó su antiguo compañero – todo empeoro desde que te preste tu ojo, Matthy. Pero no, no, no. Reivindicados. Fuimos reivindicados. – Karl lo miró a los ojos, uno sano, y una cuenca– tu ojo, Matthy. ¿Qué guarda tu ojo? Queremos saber.

Saber… saber… saber, queremos saber. Masculló.

No obtendré nada de esto. Si pasaba mucho tiempo si una prótesis robótica ocular, el cerebro de Karl comenzaba a fallar. Psicosis de delirio neurótico. No se podía curar. Ni la intromisión de Carol Grosenvor en su cabeza había dado resultado.

Luego de que lo perdió en esa explosión. Mathew se inclinó hacia al frente para otorgar seguridad.

-Concéntrate, Karl. Tienes que concentrarte – le dijo - ¿Qué haces aquí? ¿Por qué… por que no te reivindicaron? ¿Cuándo te quitaron el ojo?

Karl se enderezó de un salto, golpeando la mesa con el puño.

-¡El ojo! ¡el ojo! ¡el ojo! ¿Qué grabaste con el ojo, matthy Hanson? ¿¡He!?¿Qué grabaste con el ojo? ¡No tienes que ocultarlo! ¡lo sé! ¡lo es todo!

Mierda. Mathew se levantó para calmarlo, lo que menos necesitaba era que los marines se lo llevaran por revoltoso. Sentía las miradas de todos vueltas hacia allí. Maldito idiota. Se maldijo, sin embargo, Karl volvió a sentarse al instante. Jugueteando con sus manos.

-Matthy, Matthy, Matthy. Eres un hombre malo, Matthy – masculló – el ojo, el ojo me lo quitaron al entrar aquí. Matthy, el ojo, tu ojo.

¿Al entrar aquí? Imposible, los primeros síntomas de su enfermedad psicológica tardaban por lo menos un mes en aparecer. ¿Qué quieres decir? ¿a qué estás jugando? Mathew sopesó sus palabras, dejando pasar el tiempo antes de volver a hablar. Debería intentar con una táctica. No es coincidencia que Dalton Dojhall lo metiera en esta mierda de academia.

-Karl, tengo un plan.

-Matthy Hanson y sus planes. Sabana era la de los planes. Stella era la tipa dura. Y Whillem… Willy…Willy… ¿Qué son los planes de Mathew, en comparación sin esos tres?

-Entonces ayúdame, Karl. Vamos a buscarlos, tu y yo. Nos largamos de esta academia, no hoy, ni mañana, pero pronto.

Karl dejo de tambalearse de lado a lado, y sin levantar la mirada, dijo con voz trémula:

-Matthy Hanson no sabe, que yo sé, lo que tu ojo sabe.

¿La grabación? la paciencia de Mathew se estaba agotando, y tenía un mal presentimiento al respecto.

-Karl…

-Matthy Hanson es un traidor, que vendió a sus amigos, y traicionó a su escuadrón. – Su voz había cambiado, toda su expresión era diferente. Y sus palabras solo reflejaban una cruda cordura – Matthy Hanson es un fanfarrón – cantó – porque idea planes bajo el ojo del gato, siendo solo un ratón.

Ya lo entiendo. Pensó Mathew frunciendo el ceño. Comenzó a levantarse de su asiento, para marcharse.

-Estoy perdiendo mi tiempo…

De un salto, Karl salvó la distancia de la mesa que los separaba, y se abalanzó sobre el con todo el peso de su cuerpo. La espalda de Mathew choco contra algo duro y metálico, y luego contra el suelo, girando en un enredo de extremidades que lo salvó del latigazo en la cabeza.

-¡Matthy Hanson es un traidor! ¡Que vende a sus amigos para jugar al puto gato y al puto ratón!

Puta mierda. La boca de Mathew le sabia a sangre, tenía un fuerte dolor al costado de la cabeza, y el peso de su compañero encima de su pecho le impedía respirar. Se estaba asfixiando, y lo único que podía hacer era cubrirse a duras penas con sus antebrazos.  

-Para… voy a …

Karl comenzó a estrangularlo. Mathew sintió un pinchazo al costado del cuello, como el fino aguijón de una aguja. Su campo de visión se tornó borroso, llenándose por completo del rostro metálico de su compañero, que se aproximaba. Cerca, muy cerca.

-Matthy Hanson aprendió – susurró contra su oído – que no debe confiar, ni en el gato… ni el ratón…

La tensión aflojó, y los ojos de ambos se cruzaron por un minuto. El vacío de su cuenca y el castaño. Sereno. Es mi oportunidad. Pensó Mathew extendiendo sus manos para tomarlo por la nuca.

No fue necesario. En un segundo, los guanteletes de un marine aparecieron sobre los hombros de Karl alzándolo en el aire entre maldiciones. Mathew tomó una larga bocanada de aire, y tosió llevándose una mano al cuello.

Sus dedos se mancharon de sangre.

-¡Suéltenme! ¡maldita sea! ¡los voy a matar a todos! ¡Suéltenme! 

Mathew se puso en pie, mirando como los marines llevaban a rastra su antiguo colega.

-¡Eso rata cobarde! ¡huye! – le gritó Karl - ¡Es lo único que sabes hacer! Cuando una misión falla, ¡solo te larga y desapareces! ¡Que todo el mundo sepa que Matthy Hanson le encanta dejar a sus compañeros en la mierda!

Los gritos de Karl se perdieron en la lejanía, remplazado por el murmullo de miradas quedas fijas en Mathew.

Te pasaste. Pensó, presionando la herida sangrante en su cuello.

-Hanson. ¿Qué ocurrió? ¿estás bien? – le preguntó la voz amortiguada por el casco de un marine.

Tres integrantes del equipo Red también se habían acercado, Barret, Carter, y Groom; toda la cafetería se había volteado para verlos.

-Solo una reunión… de antiguos compañeros.

Murmuró Mathew.

-Sera mejor que vayas a la enfermería a que te revisen ese cuello.

Sería lo correcto. Mathew asintió.

-El resto ¡Despejad el área! ¡No hay nada que ver!

 

 

 

 

Mathew, estaba concentrado en el objeto metálico y minúsculo con el que Karl lo había apuñalado. Era alargado como un cable, y rígido como una aguja, y apenas un poco más grueso. Cuando la puerta deslizante se abrió con suave silbido.

-Sigues metiéndote en problemas – dijo la prefecta Irelia dando dos pasos dentro de la habitación.

Mathew levantó la mirada, cerrando la mano en un puño.

-Que… considerada, pero no tenías por qué preocuparte.

-Karl es un experto en el uso de armas blancas – replicó la prefecta – temía que…

-¿Me matara? Creo que estoy de suerte. – Mathew giró la cabeza para enseñar los vendajes en su cuello – Falló por apenas tres centímetros de mi arteria.

Aunque con lo que respecta, sigue siendo muy hábil.

-Si. Falló – repitió la prefecta mirándolo fijamente, como si pudiera leerle el pensamiento. – De todas formas, me alegró que estés bien.  

Mathew sonrió de forma sardónica.

-Eso, porque aún me necesitas.

Anda. Sin rodeos.

-Mathew… - la prefecta Irelia se adentró más en el pequeño cuarto blanco de la enfermería - ¿Qué quería Dalton Dojhall, la otra noche?

Mathew se mesó el cabello, suspirando. Uno nunca deja del todo el trabajo.

-Uno de sus experimentos se está saliendo de control, y quería que le echara un vistazo.

-Nardad.

Mathew asintió.

-No lo entiendo – dijo con honestidad - ¿Acaso el Dominio mete la pata en todo lo que hace?

La prefecta Irelia negó con la cabeza.

-Las cosas… las cosas están muy tensas en todo El Sector ahora mismo. En los esfuerzos por mantener el orden general, se descuidan organismo pequeños o aislados, como es la Academia.

-Y gente como Dalton Dojhall, y los CEOS de Alecia Corp. se aprovechan de ello.

Irelia Akhil asintió.

-Como lo han hecho siempre. – y volvió a endurecer su voz – las IAZ 307 esta hecha a bases de células de Nardad. De su estudio. El artefacto que utilizan los reclutas en las simulaciones es… sigue siendo experimental.

Ya veo. Como era desde el primer humano que presentó energía psionica. Seguían siendo conejillos de indias. Solo un ratón.

-Si averiguo algo más, te lo hare saber. – dijo Mathew bajándose de la camilla y caminando hacia la puerta.

-Mathew, espera, hay algo mas – lo detuvo la prefecta – los exámenes finales serán adelantados, y se realizarían dentro de una a dos semanas desde ahora. – había una vacilación en su voz.

-Eso no importa, ya lo tengo…

-Dalton Dojhall presionó al alto mando, para elegir de antemano a los reclutas que se graduaran como agentes. Quiere allanar el terreno para… para los Nuevos ingresantes. Tratare de mantener una oposición, pero será difícil.

Sera imposible. Mathew la miró por encima de su hombro.

-No tienes que preocuparte por ello, confió en el que escuadrón que me recomendaste.

Irelia Akhil no puso palabra, y Mathew abandonó la enfermería directo a su habitación, dando vueltas al objeto en su mano.

Debo acelerar las cosas.

Notas finales:

Es de transicion, lo sé, pero como dice Mathew, voy a acelerar las cosas.

sentia que les debia una descripcion fisica de Hayden, por lo menos general, y quien mejor que Mathew para describirlo? 

Despues de todo, todavia les debo eso que lo hace Yaoi...

 

espero vovler pronto. 


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