Día 2: Rosas y Girasoles
Las rosas desagradaban mucho a Menma. No tendría ningún problema con aquellas flores sino fuera porque su mejor amigo Uchiha Sasuke, las usaba para ligar. A pesar de que sólo tenían trece años parecía que la pubertad le pegó duramente al Uchiha, puesto que parecía una hormona con patas. Había pasado de ser un niño extrovertido a uno con necesidad de llamar la atención de las chicas todo el tiempo y eso le causaba mucha molestia. Incluso más que las niñas que se le declaraban o se pasaban todo el tiempo buscando un novio. Él estaba más centrado en cosas de mayor interés como estudiar y sobresalir en sus clases extra particulares. Unas que no pidió, pero a las cuales asistía por petición de su querida madre.
―Hey, Menma ―llamó la causa de gran parte de su fastidio diario―. ¿Quieres venir al karaoke? ―preguntó Sasuke mirándolo con una enorme sonrisa.
―¿Para qué? ―cuestionó serio mirándolo fijamente. Si el otro estaba invitándolo a un lugar así, era seguro que algo estaba tramando.
―Es que la niña a la que invité a salir dijo que sí, pero sólo si llevaba un amigo para la suya ―respondió honestamente con algo de pena mientras se rascaba la nuca.
―¿Y me quieres usar a mí? ―preguntó Menma arqueando una ceja aun sabiendo la respuesta.
―Por favor ―pidió Uchiha juntando sus manos con súplica―. Te lo compensaré. Lo prometo ―aseguró en un intento por convencerlo de que prestara su ayuda.
―Está bien, pero ni se te ocurra volver a hacer una tontería así o voy a golpearte tanto que no podrás volver a invitar a nadie a salir ―amenazó. No quería que el otro se tomara como maña usarlo, mas aunque odiara admitirlo le era casi imposible negarse a lo que le pidiera.
―Trato hecho ―celebró el moreno tomando su mano para guiarlo donde las chicas.
Las chicas estaban alegres por poder salir junto a dos chicos atractivos, así que, de buena gana, los cuatro jóvenes salieron juntos rumbo al karaoke. Sin embargo, contrario a los planes originales, Menma y Sasuke se la habían pasado más tiempo hablando entre ellos que con las chicas. Lo cual ocasionó que ellas se molestaran por el tiempo perdido, estaban enojadas por no tener algo de atención de su parte. Si quisieran hablar entre ellas en un karaoke hubieran ido por su cuenta y no con ese par de chicos tontos. Ajenos a ese descontento, Menma y su mejor amigo sonreían sinceramente al haber pasado la tarde juntos. Había pasado mucho tiempo desde que salieron juntos a divertirse, todo por culpa de que Sasuke se la pasaba detrás de las chicas lindas.
A Menma le dio exactamente lo mismo esa salida, así como las niñas ofendidas, lo único que le parecía rescatable de eso fue poder tener la atención de Uchiha. Aunque jamás fuera a decirlo en voz alta y estuviera dispuesto a cortarse la lengua antes de admitirlo, era cierto que se sintió feliz de revivir los viejos tiempos donde sólo eran el moreno y él perdiendo el tiempo juntos. Una vez cada uno en su casa, Sasuke pasó directamente a su habitación arrojándose en la cama con pereza. No pasó mucho tiempo hasta que se sentó repentinamente al recordar algo. Buscó algo de agua y regó una pequeña maceta en la que tenía un girasol.
―No puedo dejar que te seques ―afirmó sonriendo al ver como había crecido su girasol―. Hoy fue un buen día, pude volver a salir junto a Menma. Aunque creo que hice enojar a esas chicas cuyo nombre no recuerdo ―dijo mirando a su planta―. Ojalá Menma no fuera tan serio, así no tendría que usar de excusa a las chicas para salir junto a él.
Aquella planta era sumamente especial para él ya que le recordaba a su gruñón mejor amigo, quien había cambiado en ese tiempo. Ya no era aquel niño risueño que conoció, ahora era más huraño, por lo que tenía que ingeniárselas para no ser rechazado. Por suerte, siempre conservó aquella flor que no le dejaba olvidar quien era importante en su vida.