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Un único alma. por Junsuhiroishiwata

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—Esta bien. — La dulce voz de natasha sonaba a lo lejos. En cambio el, tenía los ojos tan fijos en el techo. Ya al fin estaba lo suficiente despierto para contemplar los colores de la madera, unos con rugosa textura y otros con polillas arremolinadas sobre diminutos orificios; que muy bien sabía entraban las gotas durante la densa lluvia.

Y suspirando pesadamente, acató a los pensamientos en su corazón y dijo en voz alta un rugoso. —No, no lo está. — solo decir eso le hizo sentir unos cuantos dolores de cabeza. Unas chispas brotando sobre sus sienes. Como si la electricidad se le estuviera acumulando continuamente.

—Lo estará para ambos. — La voz le devolvió la resolución presurosa, pero sin hacerlo sentir realmente en consuelo. Bien; esperaba con todo el cuerpo que eso fuera así. Y además, recordaba las promesas que entre ambos se hicieron algún día, cuando ella todavía vivía y el aún no se perdía entre una nueva familia. Si, la amaba y por eso le seguía ardiendo hasta el fondo haberla perdido.

—No te deberías esforzar.

Strange en cambio, como su centinela. Sentía la necesidad continúa de no dejar pasar nada, ni un sobresalto. Mucho menos la melancolía que los recuerdos traían; ya con el libro de Historia sobre su regazo. Miraba a su paciente con cierta adoración; ahora el era el estudio más extenuante y fascinante que encontraba a su alcance.

—Buenos días. —; «supongo» saludó con un dejó de pereza, con los ojos más claros y las articulaciones tensadas. No fue una buena posición, en cambio. Conocía bien la forma de estirar el cuerpo y quitarse tal ensueño. Veía, aquella barba tan perfecta, con sus toques tan masculinos que. Mirándole hacia arriba, distinguía una sensación de tranquilidad.

—Buenas, clint. Aún recuerdas todo lo que pasó ayer. — La pregunta le impresionó a barton, sin embargo. Suponía que en efecto; durmió tanto que ya las ojeras en los ojos ya ni brillaban.

Él negó, moviendo la cabeza de lado a lado sobre la superficie que ahora percibía tan suave y con pliegues.
—En realidad sí, pero no quiero recordarlo. — tal sinceridad era chistosa. Pero ninguno de los dos se atrevió a esbozar una sonrisa muy acentuada.

—Quieres desayunar. — Si bien la preocupación de ambos radicaba en las observaciones continuas del estado de salud del arquero. Ahora las cuestiones banales y cotidianas le eran agradables a stephen. Quién; nunca antes en la vida tuvo tal acompañamiento. Tan cerca, y con tantos motivos para tenerlo sobre sus piernas y leer de soslayo el libro que tango buscaba.

—Sí, pero... No creía que alguien como usted me lo ofreciera.

—Sin estos ya casi que...«Entorno los ojos y acarició su barba pensativo. » Con hoy 4 días. Eso me hubiera parecido ofensivo. — Oh sí, el siendo sincero y observativo, suponía que tipos como stephen eran arrogantes, cerrados de mente y despotos con las personas que trataban; mucho, mucho más con sus visitantes e invitados.

—Usted es un médico especial. — clint sonrío, apacible de advertir la calidez que emitía la almohada que ya ha conciencia reconocía como el regazo del otro hombre. Era agradable a tal escala que le arrullaba.

—Lo era. Ya te dije que lo deje. — decía, con la tonalidad en el rostro sumo melancólico. Amaba aquello, el dinero; su fama y fortuna le eran maravillosos. Pero la magia y todo lo que conllevó era grandioso, insuperable. Pero nunca igual a lo que una vez fue y sintió.


Clint se sintió ahora mal, pero las razones le eran entrañables. No sentía que fuera algo mal dicho, sino la empatia en su yo; concordó con el sentir de pérdida. El perdió mucho: personas, amigos, familiares. Y hasta amores, pero sentía que en stephen podía ser igual o hasta peor. Por lo que se levantó rápido, tentado a abrazarse de su acompañante y hacerlo confortar por su mal paso.


—Lamento lo que.... - — quizás fue el impulso, quizás algo más. Una broma o algo que hasta mucho después no lograría como interpretar. Pero el sentimiento era enloquecedor. La bruma frente a sus ojos; la pesada capa de vaho entre sus labios unificados lo entorpeció. ¿Es real?

Strange lo besaba con calma, primero poniendo sus tersos labios sobre los suyos. Y es que, quería lamentar su mal dicho, quería hacerle saber que muy lejos de tenerle aprecio por lo que sentía. Quería concordar con lo que ambos hacían; su investigación conjunta les llevó a varias conclusiones. Su colaboración les revelaba cada día más, una parte que a ningún otro pudieran compartir con facilidad. Era distinto, y sin embargo se sintió enrojecer hasta las orejas. Tan avergonzado estuvo al inicio, que no cerró los ojos. Le miró temblando, paseando esas manos tan expertas suyas sobre sus hombros, esperando separarlo con un leve despecho. Pero no, ni de eso habia sido capaz. Pues en realidad le gustaba percibirlo tan cerca, tan latente. Que la sola idea de mirarlo distante los días que le seguían a ese. Se le especularon increíblemente terribles.

—No... No lo lamentes. — dijo strange. Y jadeando tan leve, palpó con sus manos inquietas aquel cintura cubierta con el ceñidor de barton. Pues no tenía muchas ropas que usar ahora, más que las de combate o de agencia. «Solo... Nunca imaginé tener compañía así. ... —Respiró hondo. — No sé ni porque lo hice. Pero... » quería expresaroo fácilmente, con un simple. "No sé que me pasó" pero la emoción acumulada le ponía lento y con lenta pulcritud el otro se adelantó.

—En realidad me gusto. Si, demasiado. — Los latidos acompasados de clint eran modificantes, todo su cuerpo respondía en abrupta forma. Sus manos, lejos de estará nerviosas y descoordinadas; temblaban con más velocidad, denotando un sudor de lo tan acalorado que un simple beso le había dejado.

«En serio. —Stephen se preguntó extrañamente emocionado. » Y al término del febril respiró, concluyó en una simple trivialidad. "Dejarse llevar" así, no respondió a la clara sinceridad que el otro mostraba. Al menos no con palabras, pues cuando vio la oportunidad. Apoyó su peso entero sobre su mano, y mandó al lindo rubio a reposar acostado sobre el sofá.

Ahora que le tenía abajo, le admiraba. Le observaba el ritmo alocado y esas inesperadas ganas de dominar. Mandar sobre un ser más inferior y expresar con la mirada cada intención guardada.

«Le doy mi permiso stephen. —clint declaró con un chistoso mohín sobre su rostro. » preparado, carente de antemano. Se arremolino en sensaciones nuevas, raras e hinospitas respecto a esto. Lo que pasaba, y como es que siendo ambos así, lo permitían con tanta imperancia.

«Oh vamos clint. —Jadeante, se deshizo del libro que tenía por ahí y de la duda en su mente sobre seguir. » Y se agachó, con destreza y las ganas acumuladas (de quién sabe dónde) a besar primero de pico el cuello del otro. Con dejos húmedos; y manos resueltas a explorar los lugares poco vistados hasta por el propio usuario.

«Ngh... » clint se contuvo de sonar tan necesitado, o hasta excitado. No era fácil que el se pusiera tan duro, pero el simple roce de sus carnosos labios sobre la superficie de su piel, le erizaban todo de arriba abajo. Por otro lado, stephen strange ya conocía con anterioridad las zonas más sensibles, incluso en un humano tan particular como lo era clint. Era simple ahora; lamer y jugar con temerosida ahí.

—U-usted.... Cree que esto active la gema de algún modo. — loco por la embriaguez, pero no poco cuerdo. Se le vino de repente aquella increpancia exacerbada. Y sí... ¿Algo así detonada los poderes que le sujetaban a la gema? Y sí... ¿Le cachaban en tan indecoroso situación? Aún sin fueran ilusiones, no negaría la pena que se sentiría al encontrarse tan sumido en sus arrebatos de placer.

«No seas un aguafiestas. —stephen pensó. — Que de malo tendría hallar una forma diferente para todo esto. »

Y prosiguió, acomodando su cuerpo sobre el minúsculo espacio que el sillón ofrecía, desabrochando con premura el traje ceñido de barton; paseando sus manos cicatrizadas por el esbelto abdomen de este. Desnudandolo con minuciosidad, pero sin el menor rastro de paciencia. Quería ver que tan mal podrían ser sus heridas, comparar así las suyas con las contrarias. Y por otra, descubrir aún otros secretos que el agente no le contaba entre estrepitosos sueños o al desatar la magia inexplicable de la gema del alma.

— Yo creo que has tenido un vida un tanto dura. — confesó, cuando alfin halló el traje por su completo en el suelo, y las ropas restantes desapareciendo con un simple chasquear.

«Así es. —Esquivando la mirada ajena, ni se atrevió a contestar. » pero conocía ya muy bien aquella inhibición repentina. El hecho de sentirse tan indefenso; tan débil y con su desnudez tan erótica. Que muy bien pudo imaginarse en una mera revisión médica.

—Ya habías tenido relaciones antes. ¿Verdad? — stephen denotaba que ya por aquella edad. No debía ser nada extraño que ambos no tuvieran castidad. El al menos podía asegurar que nunca se acostó antes con otro chico, sin embargo. Conocía la forma de hacerlo sin lastimar, y aún en esa calentura suya se podía controlar.

Asintió, con un ánimo alborotado; que no percató entre aquellas andanzas. La observación más que intensa del médico hacía su ingle y las partes más blandas que a nadie habia dejado tocar. —Pero nunca me ofrecieron ser el pasivo. — confesó, no sin antes canalizar su vergüenza y el ligero libido que aun tenía consigo.

—Entonces. Contará como nuestra primera vez. — Y sí, clint se estremeció de nueva cuenta en aquella declaración tan segura. Tan ardiente con esa voz ronca por el deseo y tan sedienta de hacerlo sucumbir entre gemidos en el sillon. Que olvido de quién se trataba, de que hacían y porque la sola idea le insitaba en su fuera interno. Pasiones que hasta ahora reconoció.


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