Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Fake Out por mary chan21

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Ryuichi no recordaba mucho de la noche anterior. Fuera por el alcohol o por la sorpresa de la aparición de la habilidad de Tatsuha, sus memorias estaban difusas a tal extremo de que ni recordaba haberse acostado. Por ende, esa mañana no podía entender por qué el chico no estaba en su cama cuando despertó, y más confuso quedó tras buscarlo sin éxito por el departamento y cuando sus mensajes quedaron sin respuesta. Al menos, sabía que el otro vendría a la despedida de soltero de su hermano. O eso esperaba.


Tampoco había podido cobrar su premio. Ni siquiera decirle lo que quería.


—Buenas noches, Ryuichi —Maldición, no ahora. —Mika ya me comentó sobre lo ayer. Me sorprende tu falta de vergüenza, siendo el adulto entre los dos. Esperé mucho de ti al parecer.


El castaño se obligó a forzar una sonrisa a su compañero de banda. Ya ni sabía si llamarlo amigo, por la mirada homicida que cargaba; aunque estaba acostumbrado a ver esa mirada en Tohma, pocas veces fue dirigida a él, y la mayoría de esas se encontraban dentro de los dos últimos meses. Solo se arrepentía de lo que hizo en una ocasión para obtenerla, no obstante, así que dudaba que su relación fuera a mejorar… Después de todo, no estaba dispuesto a renunciar a Tatsuha ahora.


—Buenas noches nanoda —saludó, con la inclinación más infantil y mal hecha de su repertorio. Por el ceño fruncido que obtuvo, supuso que era imposible empeorar más las cosas. A menos que fuera realmente provocador, y vaya que tenía ganas de serlo. — Conque falta de vergüenza… ¿Hablas de las cosas que jugamos o de habérmelo llevado a casa?


Mierda, mejor paraba de jugar con el rubio. Por la mirada que le dedicaba, era posible que no esperase ni al final de la noche para matarlo. Para suerte suya, todavía parecía importarle la presencia de testigos, pues de inmediato fingió una sonrisa con la llegada de Yuki Eiri. O quizás era real, siempre sonreía cuando estaba el escritor.


—Pensé que no vendrías, Sakuma —Auch, qué amoroso saludo. ¿Algún día dejaría de verlo con tanto fastidio?


—Jamás me perdería tu fiesta, Yuki-san —contestó, a duras penas conteniendo la palabra “cuñado”. Ya era suficiente con una persona queriendo asesinarlo. —Espero que quien la haya organizado sea más benevolente que la madrina de Shuichi.


—Fui yo —intervino Seguchi, y su ánimo se apagó de golpe. ¿Cómo no, si podía ordenar que envenenaran su bebida?


Bueno, de todas maneras hoy no pensaba tomar nada, intentó consolarse, recordando la triste resaca con la que despertó, y su tonta ilusión de pedirle a Tatsuha que probara a aliviar su dolor de cabeza.


—Genial —Esperaba que su sonrisa se viera auténtica. Lo único que sentía era ganas de escapar de ese dúo escalofriante, pero tenía más posibilidades de encontrar al pelinegro quedándose junto a ellos. — ¿Tienen algo planeado para hoy?


—Si te refieres a alguno de tus juegos sucios, la respuesta es no —Al parecer su futuro cuñado se había enterado de lo de ayer. Dudaba que aquello le hiciera ganar puntos a sus ojos, pero en teoría tampoco podía perderlos… A fin de cuentas, la culpa sería suya por no suponer lo lejos que había llegado con su hermanito. — Pedí expresamente que fuera una fiesta tranquila, suficiente tendré de caos con una vida al lado de Shuichi por delante.


Pese a sus palabras, el cantante se percató de cierta dulzura dedicada al escandaloso pelirrosa. Más que lucir resignado, era como si de verdad ansiara que ese “caos” llegara. Claro, no podía asegurar nada con lo poco que lo conocía, pero por el bien de su amigo esperaba tener razón.


—Bueno, que no hayan juegos no significa que no puedas divertirte, Eiri. Intenta disfrutar al menos por hoy —La sonrisa de Tohma incluso se veía fraternal y amigable, como hacía tiempo no se dirigía hacia él. Qué envidia. Ya extrañaba hasta sus regaños. —Me encargué de que trajeran sushi de calidad, asegúrate de probarlo.


El estómago del cantante gruñó antes de que el otro alcanzara a responder. Tohma suspiró, y sin mirarlo hizo una seña para alguien detrás de él. Una mesa fue arrastrada hacia donde estaban, y una modelo impresionante estaba recostada en ella; comenzó a ver hacia dónde apuntaba la idea de diversión de su compañero de banda. Aunque dudaba que a Mika le fuera a hacer gracia el body sushi.


Aun así, no voy a meterme en sus asuntos matrimoniales, se dijo, completamente indiferente. Con un puchero, notó que no había palillos ni para la gente tímida… Bien, pues él no era tímido, aunque tampoco le hacía gracia comer desde el cuerpo de otra persona (persona desconocida más bien, porque la había pasado excelente bebiendo desde Tatsuha). Resignado, se inclinó para tomar un bocado, comprobando con deleite que estaba realmente bueno. Casi tanto como para no lamentar su falta de disposición a lamer salsa de soya desde el cuerpo de esa chica.


— ¡Aniki! —Su corazón comenzó a latir más rápido con la llegada de esa voz, aunque se sintió también estúpidamente triste por no estar incluido en el llamado. Tatsuha lucía feliz y relajado, y en serio le gustaba verlo así, aunque hoy pareciera también bastante cansado… Bueno, había trasnochado bastante por tener que cuidarlo en su estado de vergüenza. — ¿Cómo están todos? —saludó, inclinándose un poco.  Su mirada cayó en la chica semidesnuda con sushi encima suyo, y luego en la boca todavía llena del vocalista. Ryuichi tragó, preguntándose si acaso se equivocó al comer (¿debió tomarlo con la mano en su lugar?), y cayendo en cuenta que jamás habían hablado de su relación por la ida del moreno. ¿Estaría molesto por sus acciones? — ¿Qué tienen? La última vez que comí no me fijé que unos rolls tenían aguacate… no quiero volver al hospital.


Oh, así que solo se veía compungido por su alergia.  Qué suerte.


—Estos al menos no tienen —señaló, aunque al instante se arrepintió de haberlo hecho. ¿Para qué contestaba, si su respuesta estaba demasiado cerca del escote?


—Gracias —Contra todo pronóstico, el pelinegro no lucía molesto. Algo bueno para él, una decepción para el par de rubios que antes contemplaron con diversión la escena. Sin decir más, se agachó también para probar uno. Ryuichi esperaba que su cara no estuviera traicionándolo, pero realmente pensaba que el chico era muy sexy; verle de esta manera, sujetándose un mechón de cabello mientras estaba inclinado y comiendo directamente desde los pechos de la chica, resultaba todo un espectáculo.


Tragó, preguntándose vagamente qué tan peligroso sería acompañarlo en la comida con esos dos alfas sobreprotectores enfrente de ellos. Seguro sería mortal. ¿Valía la pena arriesgarse? Sin duda alguna.  Sin embargo, antes de que desperdiciara su vida por un subidón de libido, una mano se posó en su hombro.


— ¡Hey Ryuichi! —Vaya, K lo salvaba hasta de forma inconsciente, qué gran trabajo. Casi sentía que lo podía perdonar por la mirada embobada que le dedicaba a su posible novio.


—Ninguno de los de aquí tiene aguacate, bombón —La mano de ella lo guiaba apuntando directamente a sus caderas, y el menor vertió con aire indiferente algo de salsa, al parecer sin importarle comer tan cerca de su entrepierna.


—Creí que no habría entretenimiento, pero esto casi es porno para mí —comentó K, recibiendo de inmediato una mala mirada de los otros rubios. Él tenía bastante confianza en sobrevivir sin embargo, y ni se inmutó ni se detuvo para silbar.


—Frases como esa me quitan el apetito —gruñó el pelinegro. El cantante lo secundó asintiendo frenéticamente, y cruzándose de brazos para mostrarle más desdén a su antiguo mánager; al menos él se había esforzado por no verlo en ese sentido. —Y creí que estabas casado…


— ¿Oh? ¿Y eso por qué te interesa? —Maldición, ¿le estaba coqueteando? ¿Pero qué rayos le pasaba?


Espero equivocarme, pensó con fastidio el castaño, sin darse cuenta de su propio ceño fruncido. Los demás sí lo notaron sin embargo, aunque por suerte Tatsuha no estaba interesado en provocar una escenita de celos; se limitó a rodar los ojos al mánager y a bufar. — Qué actitud tan fría. Se nota que son hermanos —Ugh, ningún comentario agradable. Ya estaba hartándole la situación. Era incómodo que le recordasen que el chico se parecía a Yuki Eiri, más aún si se acordaba de todas las veces que le dijo a Shuichi que tenía pésimo gusto, que una cara bonita no compensaba un humor de mierda. Y sí, había descubierto que Tatsuha también podía sacar a relucir ese humor, pero definitivamente no era ningún amargado, y detestaba que K los comparara.


—No te mereces más —resopló, casi sin darse cuenta de lo que hacía. Porque ¿cómo hacerlo, si estaba tan enfadado pensando que K se lo había buscado, o que merecía incluso menos por ser un baboso? — Deja de molestarlo.


Incluso el pelinegro alzó una ceja con la actitud de Ryuichi, extrañado porque (aunque estaba lejos de tener una actitud agresiva) parecía que realmente estaba actuando posesivamente. Y sí, entendía que esa actitud estaba lejos de ser la mejor pero ¿acaso no era un avance en comparación con la forma en que se comportó en su cita? Nadie podía culparlo por disfrutar su atención, ni siquiera él mismo lo conseguía.


—Qué amargado, tenía mejores recuerdos de ti —suspiró el mánager, que evidentemente estaba acostumbrado a arriesgar su vida y carecía de miedo hasta para estas situaciones. — ¿Quieres un trago para el buen humor? No estás tomando nada…


—Creo que ya bebí suficiente ayer. Mañana es la boda, y no quiero llegar con resaca —suspiró, recordando el malestar que lo acompañó toda la mañana.


—Uno solo no te hará daño, y tengo fe de que te ayude a ser menos antipático —rio, abrazándolo por el hombro. — ¿Nos acompañas, Tatsuha?


El vocalista dio un respingo con la pregunta, aunque esta vez ni se dignó a verle feo. Él también quería que fuera con ellos, a fin de cuentas. Era mil veces mejor que quedarse de pie con el par sobreprotector vigilando.


—Claro, aunque no puedo beber tampoco.


— ¿Tú también vas a traicionarme? Esta es una fiesta, anímense un poco.


—Soy menor de edad —le recordó, con una expresión tan obstinada que agradeció gustarle; definitivamente, el chico podía ser bastante difícil cuando se lo proponía. Su tono era inflexible, y hasta K. podía darse cuenta de cuándo era un caso perdido. — Agradezcan que les concedo el honor de estar en mi presencia.


Eiri suspiró, y antes de que su hermano se escapara lo tomó por el brazo y lo apartó un poco del grupo. Un puchero se adivinaba, así que se apresuró a negar con la cabeza; no quería que pensara que iba a darle un sermón. De seguro tuvo suficiente con Mika esa misma tarde.


—Solo diré una cosa. Si vas a pasar la noche fuera, asegúrate de avisar. Ayer solo supe dónde estabas por Mika, y no fue agradable enterarse mientras me reclamaba por no encerrarte en tu cuarto — El moreno asintió frenéticamente, tal y como todas las veces que había desobedecido la misma maldita petición. ¿Estaría mal querer confiar en él? Parecía ir en serio con este tipo (o eso seguía diciendo después de años de amar verlo de lejos). Intentaría darle libertad a Tatsuha… aunque eso no significaba que fuera a dejarlo irse sin molestarlo un poco. — Y ¿por qué tanta confianza? ¿Acaso no eras tú el que lloraba de felicidad por tener la oportunidad de estar a un par de metros de Sakuma Ryuichi cuando anuncié la boda? Cualquiera diría que eres otro.


—Aniki —gimió el menor, claramente avergonzado y echando miradas mal disimuladas alrededor, como si alguien pudiera escucharlos con esa música. —Sigo estando feliz y con ganas de llorar pero ¿acaso está mal querer que sea mutuo? Déjame soñar un poco.


Las palabras del moreno resonaron en su cabeza, y lo llenaron de un alivio inesperado. Realmente no tenía idea de qué había hecho el loco del conejo para que Tatsuha pudiera comprender que era posible permitirse eso, que no era ningún capricho querer ser correspondido… pero lo agradecía profundamente. Si estando a su lado llegaban más cambios positivos, estaba dispuesto a soportar sus idioteces, o al menos a darle una oportunidad.


—No tiene nada de malo —confirmó, conteniendo el impulso de abrazarlo, o de al menos acariciarle la cabeza. Hace un par de meses esto le parecía un cambio imposible, pues nada de lo que dijera él, su familia o cualquier profesional pudo quitarle de la mente a su hermano que debía esperar para poder ser feliz. Y ahora estaba aquí, relajado, y sin ninguna idea oscura rondando sus acciones y opacando sus gestos. — Diviértete. Yo me quedaré hablando con Tohma para que no vaya a molestarte.


El pelinegro abrió los ojos cómicamente, sin poder creerse lo que escuchaba. ¿Eiri pasando tiempo con Seguchi de forma voluntaria? ¿Por su bien? —No me mires así y ándate antes de que me arrepienta. —Ah, eso sí sonaba más como su hermano. Incluso así lo amaba. Riéndose, asintió y se alejó a pesar de que sabía que el rubio no iba a cambiar de opinión; tenía más que claro que ese sentimiento era mutuo.


***


— ¡Ya era hora! No sabía si iban a dejarte marchar.


El saludo de K. no era del completo agrado de Ryuichi, pero lo dejó pasar por haber compartido la misma inseguridad hasta ahora. Ahora, que cualquier preocupación se esfumaba como por arte de magia con cada paso del Uesugi, que cargaba una sonrisa radiante.


—Nadie me estaba reteniendo. ¿En qué estaban?


—Acabamos de pedir unos tragos. K también encargó uno para ti, aunque no sé si te lo den o si ya están todos advertidos para que no te pasen nada —se adelantó en contestar, haciéndose un lado para que el chico permaneciera lejos del mánager. Y para que estuviese junto a él, pero eso era secundario. O al revés, su instinto no lo tenía claro.


—Mi cuñado aterrador no es tan previsor como crees. Le gusta más ser reactivo —dijo, y con esas simples palabras Ryuichi prefirió enderezarse, para dejar claro que había distancia entre ambos; él sabía de primera mano que a Tohma le gustaba cada letra de la palabra “venganza”, y que se tomaba muy en serio cualquier acto contra su familia (y que, al menos de momento, que él se interesara en Tatsuha significaba que estaba en contra de ellos).


El menor sonrió, de seguro leyéndole la mente, una mala costumbre y gran habilidad de su mentada familia. Y debía disfrutar su cobardía y ponerlo a prueba, por la peligrosa forma en que se inclinó a él para recoger su trago de la mesa. En serio ese chico sería su perdición.


El pelinegro dio un largo sorbo a su bebida, consciente de que tal vez nadie aprobaría su idea, pero decidido a marcharse esa noche nuevamente del brazo del vocalista. Tal vez necesitaría algo más de alcohol para atreverse a hacerlo en las narices de su hermano y del demonio de Seguchi, pero iba a lograrlo a toda costa.


 


***


 


— ¿Ryuichi? Vamos, ahora estamos solos, no tienes que alejarte —La voz del moreno, demasiado cerca de su oído para su gusto ahora que no podía apartarse con la pared tras él, le provocó escalofríos.


Lamentaba haber llegado tan lejos. Lamentaba haber descuidado a Tatsuha por preocuparse por el par de rubios sobreprotectores, y los culpaba a ellos también por no haberse preocupado de un peligro más real de lo que él era. Porque el responsable de que el menor estuviese aquí, en su departamento, borracho y más que dispuesto a lanzársele encima, no era otro que K.


Maldición, con lo competitivo que era este chico ¿cómo se le ocurrió dejarlo solo con ese mánager desquiciado? Sí, fue solo un momento para ir al baño y despejarse la mente de su aroma, pero fue más que suficiente para que el rubio lo provocara y que aceptase su reto. ¿Y Yuki y Tohma? Bueno, debían estarla pasando mal persiguiendo al desgraciado. Él también estaba pasándola mal, aunque dudaba que eso fuera a importarle a alguien. Apostaba que todos dirían que lo estaba disfrutando, incluso si sufría por tratar de contener a ese recipiente hormonal a punto de explotar que era Tatsuha. ¿Él fue así de adolescente? No recordaba que fuera para tanto.


—Tengo que alejarme, cariño. Apenas puedes caminar derecho, en serio es una pésima idea. Por favor olvídate de mí y ayúdame a llevarte a la cama.


—Qué lindo, quieres que nuestra primera vez sea en una cama.


— ¿Qué? No dije eso. Vamos, camina despacio.


— ¿Por qué te preocupas tanto por esto? No es como si dijera algo distinto a lo usual —protestó, cargándose todavía más contra él. Como si fuese fácil llevar a alguien de su altura.


—Es distinto, muy distinto. Lo último que hablamos fue sobre ser amigos, y la memoria no me falla.


—Debería. Digo, sería conveniente ahora— comentó sin una pizca de vergüenza, afirmándose más a su espalda. Ryuichi volvió a maldecir para sus adentros, preguntándose si acaso situaciones desastrosas serían costumbre o en serio solo escogieron muy mala fecha para comenzar a conocerse. Suponía que dos despedidas de soltero seguidas eran una pésima influencia para cualquiera, no solo para alguien quince años menor. Aunque claro que eso debía ser un gran motivo también.


—Mañana estarás feliz por esto, créeme —resopló, por fin acostándolo en su cama. La imagen era demasiado linda para su bien sin embargo: su resolución flaqueó seriamente solo por verlo acurrucarse. — ¿Puedes cambiarte solo el pijama?


—Sí, obvio. Y en realidad sí podía caminar, solo estaba algo mareado por el ascensor. Pero al menos así tenía excusa para abrazarte —rio, ajeno al profundo sonrojo que consiguió con sus palabras. Ryuichi todavía no se acostumbraba a su osadía, aunque tampoco podía negar que le agradaba ser tomado desprevenido. — ¿Seguro que no quieres quitarme la ropa? Juro que va a gustarte.


—Me gusta la sobriedad en lugar del consentimiento dudoso —murmuró, vagamente consciente de que no podía esconder su excitación. Él mismo podía sentir su aroma, saliendo a oleadas de su cuerpo y cargado de deseo. Lo odiaba, pero Tatsuha parecía encantado, felizmente acurrucado en su cama. — Aquí te dejo un cambio de ropa. Yo… estaré justo al lado por si necesitas algo.


— ¿Y si te necesito a ti?


Dios, todo su ser se estremeció por contener un gruñido. Tenía que largarse pronto. Sabía que el desgraciado al que le daba la espalda (fracasando, mirándolo de reojo) estaba disfrutando de sus ansias, quitando lentamente su camiseta y sin quitarle los ojos de encima.


—No soy una opción. Kuma-chan dice que puede hacerte compañía si te sientes solo nanoda —Sí, en algún momento la escapatoria con su lado infantil dejaría de funcionar, pero hoy no parecía ser el caso, a juzgar por el puchero resignado del chico, que de todas formas sostenía tiernamente el peluche. —Buenas noches —Antes de poder frenarse, ya se había lanzado a darle un beso. Y si se quedó un poco más flechado por la linda sonrisa del moreno, nadie más tenía que saberlo.


 


***


 


Volvió a revolverse entre las sábanas, escondiéndose de la luz que se colaba por las cortinas. Sentía el cuerpo pesado, aunque nada grave, ni siquiera dolor de cabeza. Tenía la impresión de que no se debía a su juventud ni a su aguante sin embargo; era mucho más probable que fuera a causa de esa habilidad que apenas tenía poco más de un día de ser descubierta.


Un simple vistazo alrededor le confirmó la ausencia de Ryuichi. Vio varios trajes apilados en una silla frente a un espejo, lo que le hizo pensar que tal vez aun no decidía qué ponerse para la boda. Se levantó bostezando, y tras una rápida inspección seleccionó uno que dejó sobre los demás; puede que estuviera siendo infantil, pero con ese color hacía juego con el traje que le había regalado su hermana. Solo podía esperar que no fuera a notarlo, sino se moriría de vergüenza.


— ¿Tatsuha? ¿Cómo te sientes?


Justo entonces, y acompañado por un fino rayo de sol, entró Sakuma Ryuichi, en toda su gloria a parecer suyo. Venía vestido con su pijama todavía, y cargando una bandeja con el desayuno. En serio creía que iba a desmayarse de felicidad por ese gesto.


—Bastante bien —sonrió, aunque algo incómodo por la forma en que se le había lanzado anoche. La propuesta colgaba entre ellos penosamente, y parecía transformarse en muralla en algunos instantes, como cuando el mayor se negaba a devolverle la mirada. ¿Había ido muy lejos? Debió verse desesperado… quizá ya no estaba interesado tras verle así. — Lamento que hayas tenido que cargar conmigo anoche.


— ¿Eh? Oh, no hay problema. Fuiste un poco lindo de hecho.


—Jamás habría creído que pensaste eso por la forma en que me apartaste anoche —La acusación escapó de sus labios antes de que pudiera ahogarla. Vaya, ahora sí que se sentía patético, sobre todo viendo el rostro confundido del cantante. — Lo siento. Yo… realmente no sé por qué dije eso, perdón.


— ¿Acaso… dices eso porque te rechacé? Tatsuha, obviamente tenía que negarme. Habría estado mal hacerlo en tu estado…


—Estaba plenamente consciente —resopló, y tuvo que morder su labio para contener otra réplica infantil y estúpida. Sabía que el otro tenía razón, a fin de cuentas. —Solo… quiero saber una cosa.


— ¿Qué? —preguntó, genuinamente preocupado. A veces olvidaba que estaba intentando (cometiendo el error, tal vez) de entablar una relación con alguien demasiado joven para él. Rogaba al cielo no haberle lastimado, pero sabía que tampoco podía pedir milagros con alguien que estaba dañado desde antes de su llegada.


—Te lo diré después, lo prometo.


El mayor suspiró, sin saber si aquella era una buena respuesta o no. ¿Cuándo sería aquello? Entendía que era importante no presionarlo, pero le atormentaba desconocer la razón del por qué no estaba listo para decirlo ahora. —Por ningún motivo en especial, en serio. Es que tengo que irme pronto, quiero hablarlo contigo pero le prometí a Shuichi que estaría con él esta mañana… soy un pésimo cuñado.


—Shuichi apreciará que te vayas después de haber desayunado. Vamos, todavía faltan varias horas para la boda, seguro no te necesita tan pronto —contradijo, dejando la bandeja en la mesita de noche y empujándolo suavemente para que volviera a acostarse. Se veía tan lindo así, aturdido y algo nervioso por dejarse consentir, que le robó un beso antes de notarlo. Supo que fue la acción correcta en cuanto se separó para ver su sonrisa.


—Entonces te tomaré la palabra, si me haces compañía —Palmeó el espacio a su lado en la cama, y él aprovechó de inmediato para regresar a enrollarse entre las sábanas y las piernas de Tatsuha. La comida le interesaba poco, su estómago seguía demasiado revuelto con mariposas como para tener hambre. — Siéntate, hace mal comer acostado.


—Ya comí —mintió, para después darle un beso en el costado. Hubiese preferido degustarlo, pero dudaba que fuera buena idea si quería que el otro apreciara su cocina. Esperaba que el desayuno fuese suficiente para borrar su comportamiento anterior, y demostrar que podía ser un adulto funcional.


— ¿En serio? Qué lástima, quería darte de comer en la boca —dijo, disfrutando de la sorpresa y del arrepentimiento que llegó como una ráfaga a la expresión del cantante. Amaba su transparencia. Tanto que a veces necesitaba fastidiarlo un poco. Podía jurar que la comida sabía más dulce después de verlo así, y con ese bello puchero ahora. — Igual podemos intentar eso otro día, tranquilo.


El mayor sonrió, simplemente feliz por saber que habría otra ocasión. Lentamente, creía estarse acostumbrando al aroma de Tatsuha. El dulzor del ambiente era embriagante, sí, pero lo era todavía más sentir que estaba feliz. Y tenía esperanza en poder concentrarse en eso, esforzarse por hacerlo feliz. Sin embargo, tenía que admitir también que la vista que tuvo al entrar (y verlo recién despertado y con su ropa puesta) no ayudaba a calmar sus ansias. Quizá no debió retenerlo, seguía siendo peligroso estar a solas…


Puedo controlarme, se dijo, infundiéndose ánimos.


—Si quieres yo puedo alimentarte ahora nanoda—propuso, recogiendo su peluche para darse más aire de inocencia. No es que Kumagoro hubiese alcanzado a cubrir su sonrisa.


— ¿Podrías hacerlo? —El desafío colgaba en el aire, y Ryuichi era incapaz de dejarlo pasar. Extendió su brazo y el pelinegro se apegó a él al instante, equilibrando perfectamente la bandeja en su regazo. Tuvo que permitirse un momento para suspirar (su cabello olía estupendo, en serio) antes de tomar el tenedor y acercarlo a su boca, dulcemente abierta. Ok, la vista le confirmaba que todavía no estaba preparado. Pero ya había aceptado el reto, y no pretendía retroceder por más difícil que fuera.


—Creo que me subestimas mucho nanoda.


—Tienes mal historial. Aunque me gusta que me demuestres lo contrario —se apresuró en añadir, demasiado tarde para evitar el puchero sin embargo.  Otra burla estuvo por escapar de sus labios, pero una repentina pesadez lo obligó a acurrucarse contra el mayor, que claramente no se esperaba la seguidilla de bostezos junto a su cuello, desafiando sus buenas intenciones. Su lado alfa le imploraba cuidar del omega (y esta era definitivamente la primera vez en su vida que experimentaba un instinto de protección tan claro), consentirlo y atenderlo para que pudiese recuperarse. Claro, tenía que ignorar nuevamente ese lado suyo, porque ninguno de los dos podía perderse la boda de Shuichi y Yuki. Aún si la tentación era mucha.


No obstante, incluso si iban a ir, lo primero era consolar al chico. Rápidamente apartó la bandeja y acomodó al moreno en su regazo, frotando suaves caricias en su espalda y besos en su rostro. Sentía la sorpresa del otro, pero simplemente no pudo detenerse. Solía olvidar que ser alfa era más que deseo sexual. Claro, lo usual en él era ser desinteresado con todos, solo centrarse en la música y recordar cada tanto que también tenía necesidades físicas, y debido a ese desapego general nunca tuvo que lidiar con estos aspectos. Hasta ahora. Porque ahora solo podía pensar en entregarle cariño y animarlo para continuar su día, aún si no tenía cabeza para pensar sobre por qué Tatsuha permanecía sin corresponderle.


— ¿Necesitas descansar más? Puedo despertarte más tarde. Debes estar agotado con estos días… tener que cuidarme, el papeleo por tu habilidad y luego resaca. Shuichi entenderá. Él también tuvo que encargarse de mucho por despertar su habilidad a esa edad según me dijo. Debió emocionarse mucho cuando le contaste —sonrió, aunque su sonrisa se borró al notar la repentina rigidez del otro.


— Bueno… de hecho yo… todavía no le he dicho sobre esto.


El cuerpo de Ryuichi se apartó tan rápido que quiso gemir por la separación. Vaya, sabía que iba a tomar mal su silencio sobre el asunto, pero pasar de aquel lado inesperado del vocalista a esto era un golpe duro. Ni siquiera podía reírse de la expresión preocupada que tenía.


— ¿Qué? ¿Por qué no? —Mierda, tampoco estaba acostumbrado a ser la voz de la razón. Qué situación tan ridícula. Podía apostar que el chico sabía que era su deber notificar su habilidad, especialmente por desconocer su alcance y capacidad. Considerando que no le había hablado durante el día, supuso erróneamente que estaba cumpliendo su obligación, pero parecía que quería ganarse el título de irresponsable. O arrebatárselo más bien.


—Yo… necesitaba algo de tiempo para comprender lo que puedo hacer. Todavía lo necesito, en serio. Tampoco es que vaya a hacer nada malo… y no tienen forma de saber que apareció, prometo encargarme de esto. Es solo que no quería avisarle a mi aniki, ya está muy ocupado con la boda. Prometo decirles a él y a Shuichi cuando regresen de su luna de miel —dijo, y el castaño estuvo a punto de creerle. Pero por suerte alcanzó a reparar en que no había motivo para que Tatsuha se excusara con no hacer nada malo. ¿A qué rayos se refería? Era imposible hacer nada malo con su habilidad- a menos que sí lo hubiera, y que ya hubiese descubierto qué era y cómo hacerlo.


Era difícil tranquilizarse con ideas como esa. Tal vez hoy era un mal día para hablar bien sobre su relación y reclamar su premio. Lo primero era el bienestar de su omega. Posiblemente su futuro omega.


—Sé que solo tú puedes hacerlo saber, y entiendo lo que hiciste. Necesitas de algún familiar para el registro y es lindo que te preocupes por no sobrecargarlos —Dio una caricia tentativa en su mejilla, complacido por el ronroneo satisfecho del menor. — ¿Eso significa que vas a decirle sin falta apenas regresen del viaje? —Wow, era increíble lo rápido que volvió a tensarse. Ahora resultaba obvio que ocultaba algo. — Sin excusarse por jet lag o algo nanoda —añadió con su tono infantil, en un vano intento por relajarlo.


—S-Sí, inmediatamente. Les diré apenas regresen, pero que conste que les voy a sugerir descansar antes de ir al registro —sonrió un poco, volviendo a apoyarse en él. El mayor asintió, todavía con la sensación pesada de estarse perdiendo algo importante, y sabiendo que no había nada que pudiera hacer para convencerlo de hablar ahora. Esperaba estarse preocupando de más y poder confiar en la decisión del otro. Eso y que la confianza fuera recíproca.


Un celular comenzó a vibrar, y Ryuichi soltó al chico para que fuera a buscarlo; era obvio que no era suyo, siempre lo dejaba en silencio por el puro placer de fastidiar a sus amigos. El moreno saltó de inmediato fuera de la cama, sintiendo la urgencia del día. Y efectivamente, era Shuichi quien acababa de enviarle tantos mensajes consecutivos que le hizo creer que era una llamada. El pobre debía estar hecho un manojo de nervios, tal vez aun sin terminar de creerse que se iba a casar.


— ¿Ocurre algo nanoda?


—Debo irme, Ryu. Mi querido cuñado me necesita —Lamentablemente, no era ninguna exageración-o, al menos, el pelirrosa no creía estar exagerando a juzgar por la desesperación de sus mensajes. Hasta hace unos minutos se habría lamentado por tener que marcharse estando tan cómodo entre los brazos del alfa, pero tras el tema de recién estaba agradecido por tener una excusa para irse. Tal vez no conocía al cantante desde hace tanto (conocerlo en serio, claro), mas ahora podía apostar con seguridad que estaría en desacuerdo con sus planes, y lo que menos quería ahora era más desaprobación con la que lidiar. Seguro que después estaría agradecido. — Gracias por todo. Por cuidarme y… bueno, todo.


Torpemente cambiaba su peso de una pierna a otra, sin atreverse a verlo a los ojos. Si era por vergüenza por lo de anoche o por lo que planeaba no estaba seguro, aunque sabía que tenía motivos para avergonzarse por ambas cosas, y volvió a confirmarlo cuando el vocalista se apresuró a su lado, repartiendo dulces besos de consuelo por creer que prefería quedarse. El corazón se le apretó por la gentileza de su mirada, desprovista del aire infantil de antes y solo rebosante de cariño por él, mientras desabotonaba el pijama que le prestó, sin quitarle los ojos de encima. Por alguna razón tenía más ganas de ocultar sus propios ojos antes que cualquier otra parte de su cuerpo. Al menos dudaba que pudiera ver a través de él desde otro lugar.


Las manos de Ryuichi eran amables también cuando deslizaron la camisa que usó la noche anterior. Tener su ropa de regreso lo alegró y entristeció por igual. Por un lado se sentía más seguro con cualquier cosa que aceleraba su ida, y por el otro ya echaba de menos su aroma, en el que felizmente pudo acobijarse anoche, suspirando entre las sábanas. Se avergonzaba hasta de admitirse a sí mismo que había conciliado el sueño mejor que en mucho tiempo. Y era inevitable preguntarse… ¿cómo sería si lo acompañase?


Tratando de ignorar el furioso palpitar en su pecho, dio un paso atrás para terminar de vestirse. Fue tan difícil como ignorar el puchero del otro por alejarse y no permitir que lo consintiera más tiempo.


Era malo dejar que lo mimara. Quizás otros omegas pudieran admitirse el privilegio, pero no él, aún si el castaño quisiera insistir en lo contrario.


—Entonces… ¿nos vemos en la boda?


—Claro —asintió rápido, olvidándose hasta de su constante acto de sensualidad a favor de deslizar más rápido sus pantalones.


— ¿O quieres que vaya a dejarte?


— ¿Qué? Oh, yo… no hace falta, prepárate tranquilo. Debo pasar antes a la estación a recoger a mi padre junto con Eiri, dijo que me espera allá.


— ¿Tu padre va a venir? —Ok, era una pregunta estúpida: su hijo se casaba y por lo que sabía hace bastante que estaban en buenos términos, reconciliados gracias a Shuichi o algo así, no había prestado mucha atención. Sin embargo, si iba a estar allí, ¿significaba que hoy conocería a su posible suegro? Jamás en la vida le habían presentado a uno. Y sí, a su edad eso hablaba bastante mal de él y de lo que pensaban sus pocas parejas, pero seguro que todo el mundo estaría nervioso en su lugar; sabiendo cómo era la familia del chico ¿no sería él el más sobreprotector?


Tenía que ganárselo a toda costa. ¿Cómo rayos iba a hacer eso?


—Oh, sí, aunque definitivamente no quería venir. Hasta ayer seguía reclamando por no celebrar esto en Kyoto —A juzgar por la repentina tensión, podía adivinar los pensamientos del mayor. Mezclado con la ternura que sentía estaba el alivio de que ahora tuviese una preocupación que, con suerte, haría que olvidara el tema anterior. —Tiene muchas ganas de conocerte — ¿Era muy mezquino soltar una frase como esa? Casi se sentía mal por la expresión de auténtico pánico que enturbió el ánimo del vocalista.


— ¿Le hablaste de mí? Mierda, pero ya me conoce… maldición, ¿qué hago? Ya me conoce —repitió, como si el hecho fuera catastrófico. Tal vez así era. Tatsuha siempre sospechó  que su primera impresión debió ser terrible por la cara de espanto que ponía su padre cada vez que hablaba de Ryuichi. Le daba curiosidad preguntar, pero se mordió la lengua para no hacerlo. Mientras más vueltas le diera al asunto por su cuenta, menos probabilidades había de que preguntara por su habilidad. Además, si lo escuchaba terminaría consolando al cantante, y no podía permitir que se tranquilizara.


—Sí, seguro que se alegra, ¿verdad? —Rayos, tenía que abandonar sus malas intenciones. Era pésimo fingiendo ignorancia o inocencia. — Tendrán tiempo de hablar, estamos en la misma mesa para la fiesta —Casi podía ver esfumarse su última pizca de valor. Era un desgraciado por provocar esto.


—Genial… sí, genial —dijo, tratando de convencerse más a sí mismo que al moreno. — Siempre he querido hablar con él seriamente, sí.


El Uesugi cada segundo se sentía más culpable. Sobre todo porque lo anterior era mentira, y tendría que rogarle a su hermano por un cambio de último momento. Seguro que no apreciaría su impulso.


—Qué bueno, me dijo que tenía muchas ganas de hablar contigo.


Mierda, gimió en su mente Ryuichi, maldiciéndose mil veces por siempre haber sido un idiota frente al padre del chico. Seguro que él tampoco creía que fuera un adulto funcional o responsable, igual que su hijo creía por culpa de las estúpidas ideas de internet. ¿Cómo iba a demostrar lo contrario en una sola noche? Al menos con el hijo tuvo varias oportunidades… dudaba poder viajar seguido para demostrarle que era un buen partido.


Sin embargo, al ver a Tatsuha, mirándolo con tanta preocupación en sus ojos, supo que tenía que lograrlo. El chico valía la pena. Valía todo y cualquier cosa. Si tenía que pedir perdón por todas las idioteces de su pasado lo haría por él.


—Genial —repitió, esta vez para creérselo él mismo. Un pensamiento egoísta protestaba en el fondo de su cabeza, alegando que necesitaba algo de tranquilidad, o al menos un incentivo para sobrellevar este día. Dudoso, recordó su plan inicial de pedirle una cita a Tatsuha como premio. Considerando que el chico perdería cualquier razón para estar en Tokyo y lo llena que estaba su agenda, la posibilidad se veía extremadamente lejana incluso si aceptaba salir con él. Saberlo le angustiaba más de lo que quería admitir. Necesitaba un consuelo hasta entonces.


Juntando valor, se atrevió a preguntar—: Como premio por lo del otro día… ¿querrías bailar hoy conmigo? Me gustaría que fuese toda la noche, pero puedo conformarme con una canción si no te gusta bailar.


El pelinegro sintió el sonrojo subir por sus mejillas, mas el shock evitó que lo ocultara. Y ¿cómo culparse por su falta de reacción? Todavía se le hacía difícil creer que Ryuichi estaba interesado así de íntimamente en él, que era mucho más que una posibilidad, que en algún momento se había convertido en un hecho.


La única palabra que se le venía a la mente era “gracias”, aunque por suerte entendía que era pésima idea soltarla. —Si no quieres no hace falta, puedo pensar en otro premio.


—Sí quiero. Sí quiero, es solo que… no me esperaba esa petición —carraspeó, evidentemente incómodo. La emoción seguía ahí sin embargo, revoloteando ansiosamente en el aire. Era complicado imaginarse bailando con él, frente a su familia, sus amigos… Tal vez hoy no debería usar su camuflaje, por el puro egoísmo de no querer que su aroma delatara su gozo. No, tenía que usarlo, era un día especial para Eiri y su futuro esposo. Además, le daba miedo que alguien se diera cuenta del aroma mezclado en él y arruinarle la boda a su hermano. Seguramente hoy no iría apestando a cigarro, y lo mejor era evitar peligros. —Estaré encantado de ser tu compañero. De baile —se apresuró en añadir, y al instante el arrepentimiento llegó. ¿Por qué rayos corrigió eso? Él era el único imbécil que pensaba cosas indebidas.


—Y a mí me encantaría ser tu compañero también —sonrió, sin la más mínima anterior de agregar lo del baile. Supo que valió el riesgo cuando el rostro del menor volvió a llenarse de rojo.


—Genial —Vaya, ahora era él quien se encontraba en un estado similar al que estaba hace unos momentos el cantante. El karma era implacable. —Entonces… nos vemos más tarde. —Por suerte para él ya había terminado de vestirse.


El castaño suspiró, consciente de que no tenía excusas para prolongar su estancia, y lo guio con aire resignado hasta la salida ¿Podía despedirse con más besos? ¿Cuántos estaban permitidos sin verse desesperado? Quería comerse su boca, borrarle esa mueca abochornada, conseguir la promesa de encontrarse pronto en privado para poder hablar de una vez y con el tiempo adecuado.


No se atrevió a hacer ni la mitad de lo que quería. En su lugar, trató de demostrar toda la tranquilidad que en definitiva no sentía, besándole lentamente y tomándolo de las manos, como si no se muriera de ganas por abrazarlo por la cintura. Tatsuha le correspondió con igual calma, aunque fue gracias al aturdimiento en lugar de intenciones puras. Al separarse se sintió inexplicablemente más relajado que antes.  


—Nos vemos.


—Nos vemos —asintió, abriendo por fin la puerta. Volteó una última vez y, aunque seguía sin valor, decidió hacer la pregunta que venía presionando su cabeza desde que despertó—: Ryuichi… si te lo hubiese vuelto a pedir hoy, ¿lo habríamos hecho? —Ni siquiera había terminado de formular la pregunta cuando una nueva duda cruzaba su rostro, y negó con la cabeza. —No, perdón, en realidad quería preguntar otra cosa. Si te lo pidiera ¿querrías volver a intentarlo conmigo?


Le era imposible juzgar el silencio. Y, lamentablemente, la determinación ya se había esfumado. Sin esperar respuesta, cerró la puerta y salió de allí, ignorando por completo que mucho más que sorpresa se hallaba en el rostro de Ryuichi; había también un anhelo apenas contenido, y un “sí” tan obvio que dolió que no lo oyera.

Notas finales:

Bueno, con la indecisión por el final, no siento que vaya a mantener este capítulo por mucho tiempo sin cambiarlo, pero de momento quedará de esta manera porque quizá tenga contemplado un final... igual siempre puedo cambiarlo así que no me complicaré mientras lo decido.

Espero que les haya gustado, ¡hasta la próxima!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).