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Fake Out por mary chan21

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Notas del capitulo:

Debo de decir que cuando se trata de esta pareja me da por recoger clichés románticos, pero no puedo evitarlo. Espero no caer tanto en ellos la próxima vez.

Cuento con su opinión para mejorar.

Capítulo IV

— ¡Sakuma-san, buenos días! —gritó Shuichi, llamando la atención del otro vocalista. El nombrado volteó, mas al ver quién iba junto al pelirosa se limitó a saludar con la mano y largarse corriendo de allí. —Oh, parece que de nuevo tuvo que irse. Debe estar muy ocupado.

Muy ocupado evitándome, replicó para sus adentros Tatsuha, sintiéndose culpable a su pesar. Su mente reproducía constantemente su imprudencia del otro día, y no podía dejar de preguntarse si acaso había presionado a su ídolo a hacer algo que no quería. Repasó de nuevo las expresiones del cantante, sus palabras y sus gestos, y otra vez concluyó que Ryuichi también había querido. Es más, ¡apostaba a que quería que continuara! Solo teniendo en cuenta la forma en que lo miraba cuando se iba habría bastado para que cualquiera concluyese lo mismo.

Entonces, ¿por qué lo estaba evitando? ¿Se habría enojado porque se marchó así? La idea no acababa de convencerle.

—Lo siento, cuñadín.

— ¿Eh? ¿Y tú por qué te disculpas? —ladeó la cabeza, porque (distraído por lo feliz que estaba con la boda) jamás había notado que su amigo huía cada vez que lo veía con Tatsuha. Detrás de él Hiro y Suguru se removieron incómodos, ya que era obvio que no estaban ciegos, y era complicado dar el favor de la duda a alguien que siempre amenazaba con acosar al cantante escurridizo.

—Porque… Acabo de recordar que tengo que hablar con mi cuñado aterrador —mintió—Los veré a la salida —prometió, y antes de que alcanzara a detenerle se fue corriendo en la misma dirección que Ryuichi. Le dio lo mismo ser evidente, de todas maneras dudaba que esos chicos le fueran a comentar cualquier cosa a Shuichi. Se preguntó dónde podría haber ido su esquivo interés amoroso, y comenzó a caminar más despacio para asomarse por las puertas. Todavía no había revisado ni medio pasillo cuando la suerte le sonrió: Noriko Ukai salió desde uno de los cuartos, hizo señas despidiéndose de alguien de adentro y la cerró.

Esperó hasta que girara por el pasillo antes de asomarse a mirar.

Efectivamente, ahí estaba su fugitivo. Miró a ambos lados y, agradeciendo que no hubiese nadie cerca, entró. El castaño se secaba el rostro y el cuello con una toalla, y Tatsuha no pudo evitar contener el aliento por la visión y como forma de reprimir las ganas que tenía de ir hasta él y hundir la nariz en la curva de su cuello. Porque viéndole así, tan guapo como siempre, con las feromonas a flor de piel y esos bellos ojos confundidos… ¿Confundidos? Oh, ya se había percatado de su presencia. — ¿Te sorprende verme, Ryuichi?

La pregunta se oyó menos intimidante de lo que quería, así que para demostrar su molestia añadió—: ¿O debería de volver a llamarte Sakuma-san? Con la distancia que has puesto entre nosotros, casi he empezado a pensar que te desagrado…

La culpable mirada que le dedicó fue suficiente para detener sus ánimos ofensivos. Sin embargo, aunque no quisiera discutir, seguía queriendo respuestas…— ¿Estás molesto por lo que hice? Si se trata de eso, prometo no hacerlo de nuevo, ni sugerirlo siquiera. Digo… tú solo me ofreciste ayuda, y ahora que te veo de esta manera siento que me aproveché de ti. Lo siento.

Por su parte, el mayor peleaba consigo mismo al escoger palabras para excusarse. Y es que lo cierto era que la razón por la que evitaba a Tatsuha era ridícula, y no era problema del chico sino suyo.

—Tranquilo, no siento que… te hayas aprovechado de mí, ni nada parecido —aseguró. Dejó la toalla apoyada en una silla, y cerró el cuaderno en que estaba escribiendo canciones (con vergonzosas, vergonzosas letras) antes de seguir. — Tampoco estoy molesto contigo. Más bien estoy frustrado conmigo —Al ver los confundidos ojos del moreno supo que sonaba como una estupidez, pero de todas formas continuó— Porque cuando te fuiste y dijiste que con eso habíamos comprobado que podía volver a ocurrir… Solo pude pensar que efectivamente ya no podía controlarme, y odié pensarlo… imaginar que me convertía en un alfa desconsiderado y egocéntrico. Supongo que sabes qué es lo que pienso sobre dejarse llevar por el instinto, y aprovecharse de la casta a la que perteneces —Esperó a que asintiera para volver a hablar— He hecho de todo para intentar enterrar esa parte de mí. Y entonces me di cuenta que cuando estoy contigo es cuando más sale a flote el lado mío que más odio. Si lo dejo seguir, definitivamente traerá algo peor.

No se atrevió a decirlo, pero presentía que, si Tatsuha hubiese tardado un poco más en irse, él no le habría permitido marchar. En todo caso, no fue necesario que lo dijera; el menor comprendía el mensaje implícito.

— ¿Por qué te ocurre eso? Debe haber un motivo, de seguro es algo con lo que puedes trabajar… Y recuperar el control, si eso es lo que quieres. Debo aclarar que a mí no me molesta que sigas así —comentó descuidadamente, haciendo que se avergonzara— Pero respeto tus deseos y quiero ayudarte. Es mejor que seguir viéndote correr de mí y que en los pasillos murmuren que soy un acosador —agregó sombrío.

A su pesar, el vocalista estalló en carcajadas.

— ¿Qué? ¿De verdad creen eso?

—Bueno, eres bien poco disimulado cuando me miras con terror y escapas, así que sí, eso dice la gente —confesó, sintiendo sus mejillas arder. Le era difícil creer que, pese a todos los años que había pasado conteniéndose por acercarse a su ídolo, fuera el acercamiento de éste lo que ocasionó su nuevo derrumbe social. —Precisamente por eso voy a ayudarte: no es solo por ti, también se trata de mí, y de mi horrible reputación con todo esto.

—Lo siento, Tatsuha —dijo, aunque por su risueña expresión el otro no le creyó nada— Aunque no sé cómo podrías ayudarme, sigo pensando que lo mejor sería que permanezcas lejos de mí…

—No, no, en absoluto —se apresuró a rebatir— Si de momento eso ocurre solo cuando estoy yo, ¿cómo vas a mejorar si no practicas conmigo?

Acababa de decirlo cuando se percató de la mala interpretación que podían traer sus palabras, y rogó al cielo que el otro no se hubiese fijado; aunque, por la expresión que cargaba, bien podía ir aceptando que sus súplicas eran inútiles: parecía que no se le hubiera ocurrido nada más allá del doble sentido.

— ¿Te refieres a…?

—A ejercitar que puedas actuar de forma civilizada en mí presencia —aclaró con frialdad. Al ver la avergonzada sonrisa del mayor suspiró, intentando serenarse. Lo cierto era que no podía imaginarse teniendo una oportunidad real con su ídolo, siendo correspondido en al menos un aspecto de todos los que él lo deseaba. Sentía que lo del otro día (y lo que sea que hacía que el cantante escapara de él ahora) no contaba como deseo real; no era distinto al instinto que cualquier alfa podría sentir por cualquier omega. Y él quería ayudar a Ryuichi precisamente por eso: quería saber si podía hacerle sentir lo mismo que él. Tal vez no podría flecharle ni nada similar, pero aunque fuese solo en el ámbito sexual… quería sentirse como algo más que un omega apetitoso. Porque incluso el libido de Tatsuha tenía cierto lado racional; no deseaba a Ryuichi por ser un alfa (demonios, si apenas se habían acercado a menos de tres metros hace poco), sino que lo deseaba por las infinitas razones que habían contribuido en hacerle su crush de toda la adolescencia: sus cambios de actitudes, sus movimientos en el escenario, su voz y por supuesto que su carácter y determinación. Él no quería a Ryuichi solo por ser un alfa, sino que quería a la persona que era. En cambio, no podía asegurar que al vocalista le pasara lo mismo con él; por lo que había entendido, lo único que lo seducía era su olor.

En cuanto lograra que dejara de fijarse en su aroma, en cuanto consiguiera que se concentrase en quién era él, haría todo por conquistarlo.

—No entiendo cómo la idea de “practicar” contigo puede ser civilizada —confesó— Y menos aún por qué quieres exponerte a una situación de peligro.

Lo hago porque me gustas, y quizá nunca más tenga una excusa para pasar tiempo contigo.

—Yo también tengo mucho que ganar con esto, ya te lo dije —contestó en lugar de cualquier enredo sentimental—Mi reputación está por los suelos con tus huidas, y además tarde o temprano lo notará alguien más. Alguien que seguro no quieres que sepa… menos si es haciendo algo terrible como, no sé, atacarme durante su boda.

El castaño parpadeó lento, tan lento como si los párpados le pesaran kilos. Si los cerraba temía ver lo que decía el pelinegro: Shuichi horrorizado, viendo cómo se le lanzaba encima a su cuñado, por un estúpido impulso animal. Perdería su amistad, y el respeto de todos los asistentes (por no hablar de sus fans si es que iba la prensa). Casi podía leer el titular de su caída.

—Tienes razón —admitió— Evitarte no sirve de nada si es posible encontrarte en otros lados. Pero ¿qué podemos hacer? No me gusta la idea de usarte, ni quiero que te sientas incómodo conmigo.

—No me estarías usando, ¡nos ayudaríamos mutuamente! Tú refuerzas tu control, te superas como alfa, y le demostramos a los demás que podemos estar al lado del otro, que no soy un acosador ni un omega desesperado —rodó los ojos, consciente de que decían cosas peores de él por su casta. — Es un ganar-ganar.

El mayor todavía dudaba de ello, mas acabó asintiendo de todas maneras, sintiéndose culpable por arruinar la reputación del moreno (que había empezado con el pie izquierdo en NG según Nori-chan). Esperaba no acabar por arruinarla más, junto con la suya tal vez; una cosa es que le creyeran loco (“genio excéntrico” decían algunos para no quedar mal) pero no podía vivir siendo una desilusión para sí mismo. Y si Tatsuha estaba de acuerdo, haría el esfuerzo de verlo como una prueba que superar, en lugar de una gran tentación para cualquier noche.

—Acepto —confirmó, con el pesado presentimiento de que se arrepentiría más tarde. Aunque no ahora, claro que no. ¿Quién podría si solo con unas palabras provocaba una sonrisa como esa?

—Entonces sellamos el trato —Extendió su mano y Ryuichi se la estrechó con energía.

Ninguno mencionó que tardó más tiempo del adecuado en soltarla.

***

—Entonces, ¿cuáles son tus opciones ante una situación como esta?

La pregunta debía ser retórica. Dudaba que Tatsuha estuviera esperando una respuesta, o que en realidad existiese una respuesta correcta. Tal vez simplemente no creía que él pudiese llegar a la respuesta correcta (y menos aún a la iluminación de controlar sus instintos alfas) con la visión que tenía enfrente: su piel acaramelada, expuesta y lisa; su cuerpo bien delineado, cintura estrecha y pequeños abdominales definidos. Le costaba pensar solo con verlo.

Para empezar, ¿por qué se había quitado la camiseta?

—Yo no tengo opciones, no sé de qué estás hablando —bufó, algo mosqueado porque el menor jugara trucos tan sucios, como tentarle de esta manera— No me has pedido nada y no tengo nada que hacer ni aunque estés así.

— ¿Estás molesto? Hacemos esto por nuestro propio bien, por si lo olvidabas. Tengo una razón para quitarme la ropa, pero prometo no avanzar hasta estar seguro de que permaneceré a salvo. Ryuichi, ¿recuerdas lo que pasó en la última fiesta de Shuichi?

El cantante frunció el ceño, incapaz de recordar por completo. Había bebido mucho, pero no tanto como para no saber…

— ¿Por qué pones de ejemplo una fiesta a la que no fuiste? —preguntó, consiguiendo ponerle rojo. Casi le dio risa que alguien tan confiado al desvestirse así pudiera hacer una expresión como esa.

Tatsuha debió percibir su gracia, porque le dedicó una mirada que le congeló el alma; por un momento, sintió que en verdad se parecía a su hermano más que en lo físico; debía tener una oscura y helada fuerza interior.

—No me invitaron a esa, pero como estoy invitado a la boda y a ambas despedidas de soltero, debo considerar hechos pasados para predecir y prevenir problemas, ¿entiendes? Por lo que sé, un loco decidió que era buena idea saltar a la piscina del techo del hotel, y costó mucho sacar a todos los borrachos. Incluso me dijeron que uno casi se ahoga —Ryuichi decidió no mencionar que él era el “loco” al que se le había ocurrido tal tontería (y que casi muere por rescatar a su peluche al chocar con otra persona).

— ¿Qué tiene que ver eso? Parece que fue un incidente casual nanoda.

—Casual o no, puede que ocurran cosas así —repuso con suavidad. Y el mayor juró que le miraba con sospecha. —Si sucede algo parecido, y yo me desnudo y lanzo a la piscina, ¿qué harías?

—… Tú no harías eso —contradijo, aunque al verlo a los ojos él mismo dudó de lo que acababa de decir. A fin de cuentas ¿le conocía en realidad?

—Quién sabe. Quizá con algo de alcohol en la sangre.

—Eres menor de edad y eso no ocurrirá —Se negó a imaginar a Tatsuha de esa manera. Para empezar, porque ya había quedado demostrado que incluso conocidos de la fiesta podían ser un peligro para él, y un Ryuichi borracho no podía protegerse ni a sí mismo así que ¿cómo podría proteger a Tatsuha? En segundo lugar, ¿podía protegerlo de él mismo? Le costaba ser funcional con él semidesnudo. Ni pensar en que estuviera desnudo por completo.

—Es muy probable que ocurra, tal vez no en la boda pero definitivamente en la despedidas de soltero —rio, como si no fuese un asunto del que preocuparse. Y es que, en realidad no había motivo: habiéndose disfrazado de Eiri  para tantas ocasiones, conocía suficiente de etiqueta al beber, y dudaba mucho embriagarse. Además esta vez iría oficialmente como menor de edad, y no quería llevarse sermones de nadie. Pero ¿acaso se necesitaba estar borracho para hacer estupideces? Tenía un historial de fiestas bastante extenso que demostraban que lo contrario. — Hay que estar preparados para cualquier cosa, ¿no?

—No.

El pelinegro se dio cuenta que se había pasado de la raya. Propuso todo con la mejor de las intenciones (y una pizca de ganas de ver babear a su ídolo por él), pero si al vocalista no le gustaba la idea era mejor desistir. Con un suspiro resignado, se dio la vuelta buscado dónde demonios había lanzado su camiseta; había sido un mal efecto artístico. Y con el desorden que había en la oficina del castaño, un reto hallarla.

Era un desafío aún más grande para el mayor dejar de comérselo con la mirada. Apenas el chico había volteado su corazón enloqueció, y sus ojos regresaban culpables una y otra vez a sus caderas. Tenía una espalda preciosa también. Diablos, ¿por qué se agachaba? ¿Todavía jugaba a provocarlo? Se mordió el labio, rogando contenerse, mas justo antes de que el menor se levantara caminó hasta su lado.

—Cielos, Ryuichi, deberías de ordenar más seguido, había una araña en mi…—Ni siquiera logró terminar la frase. De repente los brazos del cantante lo rodeaban, con su mentón descansando junto a su cuello. Se paralizó por completo, sin saber si apartarlo o permitirle continuar así. Después de todo, el otro tampoco se movía… como si esperara un signo de asentimiento para continuar.

Conteniendo el aliento, Tatsuha se armó de valor y llevó su mano hacia atrás, tanteando el cabello de Ryuichi. Sin decir ni una palabra, lo presionó contra su cuello mientras lo acariciaba. La reacción fue instantánea: el mayor comenzó a darle suaves besos, que fueron girando lentamente hasta su rostro, y él mismo acabó siendo volteado para que alcanzara sus labios. Trató de no gemir, pero le fue imposible cuando las manos del otro apretaron su trasero y desabrocharon sus pantalones. Le costaba seguir el ritmo de su lengua, y no sabía si detenerlo o no; quería hacerlo, sí, pero no quería perder el objetivo de estas visitas. Se suponía que iban a conseguir que Ryuichi manejara sus instintos, y así él descubriría si podía gustarle por quien era pero…

Si lo hacemos ahora, ¿querrá volver a verme?

No podía tranquilizarse con esos pensamientos en su cabeza. Y aunque con cada caricia estos se hacían más difusos, sabía que seguían allí, y que sería peor cuando reaparecieran después.

El ojiazul bajó por su pecho, y sintió que podía olvidar hasta su nombre. Se agarró a su espalda cuando el otro lo empujó hacia el piso, y la nerviosa excitación aumentó al tenerle entre sus piernas y bajándole los pantalones. Estaba a punto de bajar también su ropa interior cuando logró sacar su voz. — E-Espera… —jadeó— ¿qué es lo que quieres?

La intensa mirada que recibió hizo que su bóxer se levantara. Dios, ¿por qué tenía que ser tan sexy?

—Solo una probada —fue la respuesta, que no explicaba mucho en realidad. O al menos no a una mente tan acalorada como la suya, y tan preocupada por el futuro además. — Solo un poco y me detendré si quieres, y entonces podremos evitar estas pésimas ideas…

— ¡Hey! Parece estarte gustando mi pésima idea —señaló, aunque toda su furia se esfumó cuando el mayor se agachó, y besó el hueso de su cadera. Se estremeció, y muchos suspiros y temblores más llegaron cuando los besos continuaron por esa zona. Ryuichi bajó, y su caliente respiración hizo despertar aún más su entrepierna, que fue brutalmente ignorada para continuar con sus muslos, y la parte interna de sus piernas. Gimió frustrado, hasta que una pequeña mordida le hizo preguntar—: ¿A qué te refieres con una probada? ¿Cuánto más vas a tenerme así?

Se imaginó que si esto seguía, aunque el cantante no avanzara ninguna base más, acabaría corriéndose de todas formas. Le daba vergüenza admitirlo, y no quería que el otro llegara a descubrirlo.

—Todo lo que me permitas y todo lo que dures —declaró, sujetando su bóxer. Al comprender sus intenciones Tatsuha asintió, demasiado sorprendido y emocionado como para decirle que no. Tragó, pensando en las pocas veces que había hecho sexo oral antes. Nunca había recibido de vuelta, y casi no podía creer que una boca tan celestial como la de Sakuma Ryuichi fuese a ser su primera vez. ¿Tendría que devolvérselo después? La idea le ponía inseguro. A fin de cuentas, nunca le habían confirmado si era bueno o no…

Cuando los labios del castaño se posaron en la punta desapareció cualquier pensamiento. Cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, convencido de que si además lo veía deslizar su boca no podría soportarlo. La sentía tan caliente, y envolviendo tanto de él, que al principio ni siquiera se dio cuenta de que estaba gimiendo. Tampoco había notado que estaba empujando sus caderas hacia la boca del otro. Recordó las veces que le habían hecho lo mismo, por no hablar de cuando empujaban su cabeza, y lo difícil que fueron para él esas ocasiones. Sin poder evitarlo se sintió culpable y trató de frenarse; parecía que Ryuichi no era el único que perdía el control aquí.

—L-Lo siento —suspiró, tratando de serenarse. Fue una tarea imposible (y una muy mala idea mirar) porque justo entonces el mayor lamía toda le extensión, mirándole directo a los ojos.

— ¿Por qué te disculpas? Prefiero mil veces esto a que te contengas —Le empujó suavemente, hasta dejarle acostado en el suelo, y tomó su mano hasta guiarla a su cabeza. — Me gusta verte disfrutar —dijo, y el pelinegro admiró y envidió la falta su falta de vergüenza para decir eso mientras lo masturbaba con la mano. Se atrevió (no sin cierta reticencia) a posar la mano en sus cabellos, y obtuvo una sonrisa de recompensa. Una bastante traviesa, que desapareció cuando la boca del cantante volvió a envolverle, y sus manos a acariciar sus testículos.

Volvió a cerrar los ojos, intentando dejarse llevar. Enredó su mano en el cabello de Ryuichi, vacilante, y la movió al mismo ritmo al que ya iba, sin atreverse a más. Pero la velocidad en que subía y bajaba no era siempre la misma, y poco después se encontró sujetándole para que no bajara, y siguiera ahí lamiéndole la punta. Perdía el aliento con cada movimiento de su lengua. ¿Así de bueno era el sexo oral? Jamás hubiese imaginado que fuera posible. Nunca le había dado más que un poco de curiosidad, aunque siempre había sentido interés por mejorar en él. En cambio, ahora sentía que quería de esto más seguido. Ser succionado así, cuando apretaban tu trasero era simplemente…

—Ryuichi… Ryuichi, por favor detente —suplicó, aunque sus caderas no opinaron lo mismo— Es mucho para mí, no puedo… ¡Ah! —Se le escapó un grito de frustración y excitación por igual. Sabía que no le quedaba mucho tiempo, y no quería que terminase ahora.

—No me digas eso, Tatsuha —protestó, acariciando con su nariz el contorno de sus glúteos— Quiero que te vengas para mí —Sin darle oportunidad de contradecirle, regresó sus labios a su miembro, lamiendo cuidadosamente la punta, disfrutando la manera en que se estremecía. Sintió cómo el menor apretaba más su agarre, y perdió algo del semen que salió al esbozar una sonrisita de satisfacción.

El moreno, apenado como estaba, cubría parte de su rostro mientras contemplaba cómo el mayor limpiaba su boca y contemplaba a su vez el desastre que había causado: él en el piso, con las piernas temblando y demasiado abochornado como para volver a mirarlo a la cara. Diablos, ahora entendía lo que debió sentir el vocalista cuando huía de él.

—Parece… que estas prácticas están teniendo el efecto contrario —comentó, intentando ponerse de pie. Solamente consiguió sentarse, y fue peor porque quedaba justo frente al rostro de su ídolo, que parecía realmente feliz por “haberle probado”. El descarado incluso se lamió los labios. Sabía que lo hacía porque al probar su esencia le sería más fácil adivinar su aroma omega, pero de todas formas lo cohibió.

— ¿Eso crees? Yo solo por lo de recién las considero un éxito —declaró, y antes de que alcanzara a contradecirlo lo acalló con una caricia en la mejilla. — ¿Te molesta si te beso?

El pelinegro asintió sin darse cuenta, aunque eso poco importaba: lo único que quería era besarle. Besarle, y saber si podían continuar, si él podía corresponderle lo de recién y saciar su curiosidad también probando su esencia. Sin embargo, no se atrevió a preguntarlo. Para empezar, porque de nuevo se estaban besando, y prefería mil veces seguir con eso en lugar de hablar. Pero además, porque notaba que Ryuichi estaba satisfecho con lo que había hecho, al mismo tiempo que parecía no querer ir más allá, y esa idea lo consolaba. Pensaba que, si no le daba todo lo que tenía de golpe, todavía se sentiría atraído por él, y eso le concedería una nueva oportunidad.

Notas finales:

En el futuro voy a centrarme un poco más en los problemas que ha tenido Tatsuha, pero de momento prefiero que disfrute con la persona que le gusta nada más.

Espero que les haya gustado, ¡hasta la próxima!


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