Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Fake Out por mary chan21

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Capítulo VII

Ryuichi despertó cuando oyó la puerta abrirse, aunque no abrió sus propios ojos hasta que se hubo cerrado. La luz del sol se colaba por una rendija en la cortina, y el mismo Tatsuha parecía estarse escabullendo en su propia habitación, como si no debiese estar allí. Recordando lo que había escuchado con la oreja pegada a la puerta anoche, así sería hasta que él se fuera, aunque no dejaba de ser decepcionante que no mostrara intención de hablarle para (al menos) conversar sobre lo de ayer y definir con exactitud la naturaleza de su relación. Sí, sonaba algo cursi decirlo de esa manera, pero si el moreno quería tener algo con él, pretendía hacer las paces con Yuki Eiri y tratar de no comportarse como un imbécil. ¡Incluso estaba dispuesto a no causar más desastres en su apartamento! Aunque, si Tatsuha no estaba interesado, seguiría haciendo las mismas tonterías y sin esforzarse por conseguir una buena impresión.

— ¿Al final te hicieron dormir en el sillón? Pudiste avisarme para que nos turnáramos con la cama —protestó, levantándose para recoger a Kumagoro del piso; pobre de su amigo, nunca acababa bien durmiendo con él.

—Oh, yo… me quedé dormido bastante rápido, la verdad. Tampoco iba a despertarte —Seguía allí, viéndose fuera de lugar y sosteniendo ropa para cambiarse el pijama. Hoy el mayor tenía la certeza de que no iba a desnudarse frente a él como la noche anterior, pese a no comprender el motivo. — Perdón, ¿hice mucho ruido?

—No, ya no tengo sueño —contuvo un bostezo para probarlo, aunque no pareció tener mucho éxito por la pequeña sonrisa divertida del otro. Sintió mariposas en el estómago al verle así, pero estas desaparecieron con las palabras siguientes:

—Te dejaré descansar, nos vemos más tarde — ¿Todavía pretendía evitarlo? ¿Aun habiendo despertado, aun habiéndolo visto? Casi tropezó con las sábanas, pero logró alcanzarlo de todas maneras.

— ¿Por qué te vas? Si te incomoda verme, me puedo ir ahora —declaró, sin soltarlo del brazo. Vio duda en sus ojos, y surgió también en él por miedo a estarlo presionando demasiado; no deseaba hacerlo, pero necesitaba saber cómo actuar ahora, y para eso saber si podía dejarse llevar con el chico o debía detenerse antes de hacerse ilusiones. Entendía que era una persona muy dañada, y lo que menos quería era ser parte de lo que causaba su sufrimiento. — Preferiría irme luego de hablar un poco, sin embargo.

—Yo… necesito reflexionar sobre un par de cosas antes de hablar. Ayer me quedaron asuntos pendientes conversando con mi aniki, y tengo uno que otro… problema omega del que deshacerme antes de poder charlar.

Ryuichi asintió, tratando de transmitirle conformidad, y por sobre todo paciencia. No le molestaba esperar, y comprendía que (aunque el escritor no fuera en realidad el alfa del pelinegro) era importante que se pusieran de acuerdo, para que la parte omega de Tatsuha no resintiera sus acercamientos; por lo que sabía, había alfas que “compartían” a sus omegas con otros, así que si Yuki no rechazaba su presencia, el moreno estaría a salvo de cualquier efecto secundario, sobre todo considerando que la marca era débil.

Aunque tal vez sea difícil que me acepte, considerando lo mal que le caigo.

En eso estaba pensando cuando se percató que el otro parecía ocultar algo bajo la ropa que cargaba. Para empezar, porque la traía en una posición bien extraña, tan cerca de su cara que parecía estar ofreciéndose a él. Que la alzara así le hizo sospechar, y con un mal presentimiento apartó la muda.

—Pero qué-

La imagen le horrorizó tanto que la dejó caer. Completamente en shock, era incapaz de apartar la mirada del cuello del chico: unos arañazos intensos bajaban desde allí hasta debajo del pijama, resaltando en la clavícula amoreteada. Era obvio que eran recientes, y era obvio de dónde partieron: de la vieja marca, que hoy se veía distinta debido al color de los cardenales. ¿Él se había hecho esto? La respuesta era tan obvia, que solo pudo rogar al aire que hubiese sido inconscientemente. Pero dejando de lado las circunstancias, había algo más importante aún: debía ayudarle. — ¿Tienes un botiquín aquí?

— ¿Eh? En el baño hay uno, pero no es necesario que-

No esperó más. Fue corriendo a buscarlo, un poco irritable debido a la tranquilidad con la que el menor dejaba pasar sus propios problemas. Y al regresar, ni se fijó en la expresión entre divertida e incrédula del pelinegro; éste simplemente no comprendía cómo podía estar tratándolo con tanta dulzura en sus gestos y con una mueca tan amurrada a la vez.

Y por unos rasguños nada más… Puede llegar a exagerar mucho, pensó, ligeramente enternecido a su pesar. Le conmovía que Ryuichi lo priorizara a él, a su bienestar, antes que a sus propias emociones. Viéndole así, sus propios sentimientos por él conseguían hacerle olvidar la angustia generada por la marca, y casi podía sentirse esperanzado de que podría borrar para siempre esa sensación de culpabilidad y deshonra…

Creo que sería una responsabilidad muy grande para cualquiera. No es justo que quiera endosarle algo así apenas conociéndole tampoco, se dijo, intentando recobrar la compostura. Nunca se había considerado alguien iluso, aunque a veces pudiese demostrarlo al hablar del cantante; era consciente de que para que cualquiera de sus fantasías se cumpliera tenía requisitos que cumplir… requisitos que ya había perdido, aunque se esforzara por ignorar ese detalle con su compañía. Si la suavidad de su toque estaba enturbiando su imaginación, ¿debía de culpar al mayor por ello? Claro que no, era ridículo hacerlo: Ryuichi era amable por naturaleza, habría hecho lo mismo por cualquier persona, y no era culpa suya que él se hiciera ideas equivocadas por un poco de atención.

—Se ve que te va a doler por un par de días. Probablemente pasen por todos los colores por un tiempo —comentó, refiriéndose a sus moretones—Es una lástima, me gusta mucho tu piel.

La extrañeza que estuvo nublando sus pensamientos desapareció con la caricia del cantante. Si antes no había podido comprender su preocupación, ahora menos podía entender por qué se veía así de triste por él. Aun así, la vergüenza pudo más que su necesidad de entenderlo. Sintió la sangre acumulándose en sus mejillas, y un vuelco en el corazón cuando aquellos puros ojos azules se fijaron en los suyos. La ansiedad se apaciguó de momento, y por primera vez desde anoche llegó la calma. Su cuerpo se relajó, y cuando se dio cuenta estaba abrazando al otro, refugiado en su cuello. Se sintió tonto por no haber dormido con él anoche, y por haber tratado de huir de él hace poco. ¿Por qué lo hizo, si lo único que había mostrado Ryuichi era disposición para apoyarlo, para entenderlo? ¿Por qué, si parecía que aceptaba su situación más de lo que él mismo lo hacía?

—Gracias —murmuró, suspirando por el alivio. Y cuando lo vio de nuevo a los ojos, reparó en que el mayor comprendía su problema; que esa huella, imposible de borrar por ahora, le obligaba a someterse no a su hermano, sino a su casta, y que aunque éste no le diera ninguna orden él era incapaz de desobedecer a su instinto, y al absurdo remordimiento de estarle fallando a su dueño.  Tal vez ya intuía que tenía consecuencias ignorar a su naturaleza, pero incluso así no lo miraba con lástima ni con asco. Estaba tan agradecido por eso que temía ponerse a llorar. Y además, no sabía cómo retribuirle por sus buenas intenciones, por querer protegerlo y cuidarle, de sí mismo y de sus instintos. —En serio, yo-

—Gracias a ti, Tatsuha —dijo, y antes de que pudiera preguntarle por qué añadió—: Gracias por no alejarme. Debe ser difícil para ti estar conmigo, pero me alegra que estés a mi lado. También lo digo en serio. Aunque… no me gusta que salgas lastimado por esto —El menor sintió su pecho apretarse. ¿Acaso estaba buscando una forma dulce para distanciarse de él? ¿Su condición era demasiado para soportar?—No quiero que te sientas obligado a estar conmigo… pero si a ti también te gustaría continuar, me gustaría ayudarte. Es injusto que estés pasándola mal y yo me desatienda del asunto y solo disfrute. Oh, aunque si no quieres seguir conmigo, mi ayuda sigue en pie.

¿Qué?

Se había equivocado por completo. Él no entendía en absoluto a Sakuma Ryuichi.

— ¿Tú… quieres seguir con esto? — ¿Aunque me hayas visto así?, era lo que no se atrevía a preguntarle. ¿Sería necesario? A su parecer la duda flotaba en el aire, densa a su alrededor. Se oprimía en su garganta, se atoraba en su lengua, la expulsaba solo con su mirada insegura y sin embargo guardaba lo más pesado para sí. — ¿Por qué? Yo… creí que esto iba a asustarte —confesó cabizbajo. Para su sorpresa, el vocalista asintió.

—Estoy asustado por ti, Tatsuha. Solo puedo imaginar lo que sientes, pero creo que es injusto que ofrezcas tanto de ti para acabar pasándola mal por mi culpa.

— ¿Por tu culpa? ¿Qué quieres decir con eso?

—Oh, yo… — ¿Acaso Ryuichi se estaba sonrojando? Dios, se veía precioso—No pude contenerme ayer, y parece que lo llevé demasiado lejos, más de lo que podías soportar con tu marca y-

—A mí me gustó —lo interrumpió, sin poder aguantar que el mayor creyera que no lo había disfrutado, quizá tanto o más que él. — Mucho. Yo quería hacerlo, y ya conocía las consecuencias. Solo decidí que valía la pena, y así fue. Tú no tienes responsabilidad en eso. Volvería a decirte que sí aunque hubieran consecuencias peores —Y las hay, agregó en su mente, sin atreverse a decirlo ni a recordarlas. — Pero pienso que es más injusto que te haga sentir de esta manera. Debe ser incómodo, y lo único que lamento es no haberte advertido.

Ryuichi tragó, conmovido por la consideración del chico, pero terriblemente excitado a la vez y reprochándose por ello. ¿Tan dispuesto estaba que hasta consideraba hacerlo otra vez? ¿Él le gustaba tanto a alguien como para que optara por sufrir con tal de estar a su lado?

—Yo… ya sabía que algo así podría pasar. Bueno, no de esta forma, pensé que solo era algo emocional. Subestimé este asunto porque parecía una marca débil —Despacio, se atrevió a delinear su contorno, viendo cómo se estremecía al tacto. — Casi no se siente la presencia del alfa. Incluso pensé que si lograba agradarle a Yuki-san dejaría de dolerte, porque él me aceptaría… No sé qué tan cierto sea eso, pero he escuchado que funciona para los alfas que comparten a su omega. ¿Crees que si hablo con él podría estar de acuerdo? ¿Dejaría de dolerte de esa manera?

La preocupación en su rostro y su voz era evidente y sincera. Una calidez se instaló en su pecho, y Tatsuha se sintió más tranquilo que nunca. Había subestimado el apoyo de Ryuichi, igual que él había subestimado su problema. Sin embargo, era agradable saber que pese a estar comenzando dimensionar el alcance de éste, no se retractara y prefiriera seguir con él. ¿Por qué? ¿Tanto le gustaba? ¿Valía la pena todo esto para el castaño cuando parecía que solo él mismo ganaba con esto?

—Va a dejar de dolerme —le aseguró, sonando inexplicablemente convencido, aun cuando hasta hace poco no lo creía para nada. — Ya hablé con mi hermano y él sí te “aprueba” —Vaya, ¿hace cuánto que no sonreía? Sentía que era la primera sonrisa honesta en mucho tiempo. Estaba aliviado, aunque rogaba que las palabras del mayor no provocaran que se hiciera ilusiones infantiles sobre realmente estar juntos. Solo significaban que Ryuichi se tomaba en serio su bienestar y que el placer fuera mutuo, ¿verdad? — Incluso me dijo que fuéramos al doctor para evitar estas molestias.

— ¿En serio? ¿Le caigo bien a Yuki?

—Uhm, no, yo solo dije que te aprueba. Supongo que te ve como a sus cigarrillos: como a un mal inevitable. Aunque no te odia, por si eso te consuela.

—Uf, seguro que sí —bufó, rodando los ojos. —Es un gran consuelo.

El menor sonrió, feliz y ya relativamente despreocupado. Le complacía ver que el otro no hacía un escándalo por la situación, y que lo tomara como algo normal, tal y como era para él mismo. Al fin y al cabo, él no conocía otra realidad alejada de esas consecuencias.

—Y a mí me gustas mucho —declaró, lo bastante atrevido como para robarle un beso. Se complació más con el aturdimiento y satisfacción que mostró el mayor. — ¿Eso sí te consuela?

—Muchísimo —suspiró, tentado a darle otro beso. Pero había otra cosa que le interesaba más—: Bueno, me conforta si es que significa que quieres seguir con esto, porque también me gustas. Y por si a ti te consuela o te ayuda a sentirte mejor, estaré muy feliz esperándote hasta que estés listo, sobre todo si seguimos con estos retos —rio, atrapándolo en un abrazo de oso. Lo sintió tenso por un segundo apenas, antes de que le correspondiera aún más fuerte, sonriendo también contra su cuerpo.

—Eso sí que ayuda —musitó, recargándose contra el otro. Sinceramente, no esperaba que Ryuichi fuera a contenerse en ese aspecto habiendo llegado tan lejos ayer. Demonios, solo faltaba que reemplazara los dedos por algo mejor… Sí, era muy considerado de su parte esperar hasta que se aseguraran de que no fuese a sufrir ningún efecto secundario con jueguecitos mientras tanto, pero él mismo no podía afirmar que podría controlarse con eso nada más. ¿Cómo dominarse, si ayer realmente ansiaba tenerlo dentro suyo? Le frustraba un poco que ese deseo no fuese mutuo… ¿Estaría mal poner a prueba sus intenciones? ¿Podía tentarlo un poco? — ¿Eso significa que seguiremos practicando autocontrol?

— ¿Eh? Pues… cuando quieras, supongo —Rayos, esperaba no haber sonado desanimado. Era solo que tenía un mal presentimiento con esa pregunta pero ¿acaso tenía por qué preocuparse? Tatsuha no haría nada para ponerse en riesgo, y él no lo permitiría para cuidar de su salud.

— ¿Te parece si empezamos ahora? —Sin dejarle responder, se presionó  contra su cuerpo y se acercó a su oído para susurrar—: ¿Quieres subir de nivel?

—Quiero bajar de nivel —gimió, aunque apoyándose de igual forma en el otro. Demonios, ¿así cómo iba a mantener su cordura y sus buenas intenciones a flote? Parecía que el chico quería que desatara sus deseos y olvidase lo de recién. Y él no estaba dispuesto a ceder, en serio que no, aunque fuera un gran desafío.

—No existe nada antes de este nivel, aunque concuerdo en que ayer hicimos cosas que iban más allá —El moreno se negó a escuchar su súplica. Realmente disfrutaba de la atención y del intenso deseo del mayor, a fin de cuentas. — Pero podríamos cambiar de estrategia. Digo, después de lo que acabas de decirme, quiero saber más cosas.

— ¿Lo que te dije?

—Cuando dijiste que te gusto…—Comenzó el Uesugi, haciendo que se tensara por completo. Cierto, lo había dicho por impulso pero era verdad, tan cierto que le dolía verle mal y era imposible que ignorase las secuelas que podían tener sus actos. También era cierto que no planeó decirlo, pero ya era tarde para arrepentirse, aunque el bochorno no se fuera todavía. — ¿Te referías a mí o sigues hablando solo de mi cuerpo?

El cantante frunció el ceño, extrañado por esa duda. ¿Acaso no fue lo suficientemente explícito? ¿Debía verse incluso más flechado por él para que entendiera que lo volvía loco con su actitud y no solo por su instinto? La idea le parecía espantosa. Su corazón explotaría de vergüenza de seguir con este intento de comedia romántica.

— ¿Por qué diría eso si me gustara tu cuerpo nada más? Lo de tu cuerpo ya te lo había dicho, pero debes de saber que el encanto se pierde si la personalidad no me gusta —rodó los ojos, separándose del menor— Me gustas, Tatsuha. Me gustan tus ideas, tu forma de actuar y-

—Alto —lo interrumpió, apartándose más. Su cara estaba roja, y fallaba en ocultar el rubor por estar tapando solo sus mejillas. — Detente, yo… no quiero escuchar eso cuando apenas me estás conociendo. ¡D-Deberías de ser más cuidadoso, recuerda que solo soy un fan tuyo! Podría aprovecharme de tus palabras, aunque no signifiquen tanto para ti, y-

—Significan bastante para mí, aunque no sé si sientes lo mismo. Vamos, Tatsuha, eres lo único que he tenido en mi mente por semanas —Recién al escuchar esto, el pelinegro pudo empezar a digerir la idea. Oyéndole así, sus inseguridades comenzaban a perder sentido; aquellas excusas que habían impedido que pensara siquiera en esta posibilidad tiempo atrás perdían fuerza. ¿Cómo había podido pensar que Ryuichi lo trataba de esa forma solo por amabilidad? Sonaba tan ridículo ahora que lo pensaba…Ser amable no era motivo suficiente para aguantar sus sugerencias subidas de tono (considerando que nada bueno vendría si alguien los descubriese), que los interrumpieran en medio de estas (gracias a su aniki y compañía), y menos aún ofrecerse a permanecer con él en su proceso de recuperación. Sí, de tratarse solamente de amabilidad, habría ofrecido ayuda a cualquier persona, pero no necesariamente con ese nivel de cercanía.

¿Esto significaba que en serio podía hacerse ilusiones? — Me gustas, y quiero ayudarte, o al menos poder ser tu apoyo.  

— ¿Por qué? ¿Por qué te gusto? No es… solo curiosidad, ¿cierto?

— ¿Qué? ¿Crees que querría seguir contigo por una razón como esa? —La indignación del vocalista era evidente. La distancia creció entre ellos cuando volvió con su máscara infantil, haciendo pucheros y yendo a buscar a su conejo de peluche. — A Kuma-chan no le agrada cómo piensas nanoda. Vamos a darte tiempo para que lo pienses, no queremos imponernos. Pero cuando nos llames, espero que haya menos pesimismo y tengas más confianza en ti mismo. Eres genial, y no soy yo quien lo duda.

Su mirada estaba opaca, y poco podía ver de él estando cabizbajo. Odiaba aceptar que quizá lo había lastimado por no saber expresar sus propias inseguridades. A fin de cuentas, poco y nada tenía que ver el cantante con la percepción que otros habían hecho que cargara sobre sí mismo. Era ridículo plantear el asunto cuando lo único que había hecho Ryuichi era ser gentil con él, con sus problemas y sus sentimientos. Ojalá pudiera regresar el tiempo (ni siquiera era tanto, apenas unos segundos) para no comportarse como un idiota, para no demostrar cuánto necesitaba la validación ajena.

—No te vayas —pidió, sin atreverse a acercarse sin embargo.

El castaño bufó, dispuesto a darle un buen discurso sobre cómo debía aprender a quererse para así no poner en duda sus sentimientos, mas acabó por callar al fijarse en sus ojos tímidos, que apenas podían sostenerle la mirada, vacilantes, por pocos segundos antes de vagar por la habitación. Se preguntó si acaso fue muy brusco con el menor, teniendo en cuenta que se estaba declarando, y que él lo consideraba su ídolo además.

Tal vez no puede entenderlo por ahora.

El pensamiento solo reforzó su propósito inicial de dejarlo a solas para que reflexionara. No obstante, algo en su interior se agitaba al imaginarlo considerando su confesión con ese ánimo sombrío y triste… Quizás era un arma de doble filo irse en este momento.

Suspiró, terminando por mirar a su fiel consejero de felpa. Los propios ojos de Kumagoro parecían confundidos, tanto como él, y se sintió más solo de lo que se había sentido en mucho, mucho tiempo. Más suspiros acumulados amenazaban con comprimir su garganta, y acallar las palabras que discutían por salir. Le era imposible ponerse de acuerdo en qué postura tomar… pero decidió que no quería mantenerse en la misma si iba a provocar una reacción como esa en el moreno.

—Voy a quedarme —murmuró derrotado— Un poco más. Yo… quiero ayudarte todo lo que pueda. Lo repetiré cuantas veces haga falta: me gustas. Además le gustas a Kumagoro, aunque le tapes los ojos a veces… dice que también puede soportar que lo saques de la habitación cuando sea necesario. Pero dijo que no le gusta verte triste, y yo estoy de acuerdo con él —Con toda la dulzura que fue capaz de reunir, le acarició la mejilla con la pata de peluche, tal y como había hecho en su auto hace poco más de una semana. Parecía que ocurrió hace mucho más, y el recuerdo le inundó de una sensación nostálgica. ¿Habría permitido los acercamientos del otro de haber sabido como estaría ahora? La verdad era obvia, aunque fuera difícil admitirla. —La salud no es solo física, Tatsuha, y espero que estés sano cuando me des tu respuesta. Puede ser un proceso largo, pero no te apresures en sanar. Al menos yo no estoy impaciente, y esperaré lo que haga falta hasta que puedas estar tranquilo y ser sincero conmigo.

Es un ángel, pensó el Uesugi, no por primera vez en su vida. Por cosas como esta su admiración crecía, y extrañamente algo de paz llegaba a su interior. Porque vamos, dudaba que su ídolo tuviera mal gusto y se fijara en cualquiera. Algo especial debía tener él si pudo capturar su atención a este nivel, aunque todavía no identificara ese algo. Pero definitivamente debía ser más que la marca y esa estúpida nube de misterio que le envolvía y que el cantante había admitido querer desvelar. Definitivamente había algo más, definitivamente no mentía.

—Gracias. Yo… ¿me ayudas quitando esta aura incómoda entre nosotros? Creo que va a asfixiarme —suspiró con tono dramático, aunque gran parte de aquello era verdad. Claro que no estaba dispuesto a aceptarlo. — Tengo casi todo solucionado conmigo mismo, en realidad —Vaya, con tantas mentiras jamás alcanzaría el Nirvana. — Preguntaba más por curiosidad que por otra cosa. Para empezar, aparte de mi aroma no me has comentado que te guste nada más de mi cuerpo. ¡Obvio que iba a sorprenderme si de repente saltabas de eso hasta mi personalidad! Fija un punto medio, Ryuichi. Quiero saberlo todo, no se me declaran cada día, aunque sea así de guapo y agradable. Quiero más detalles, empezando con qué, desde cuándo y por qué. El cómo ya lo tengo claro, tarde o temprano caerías ante mis técnicas de seducción.

—Dijiste que eran pasos para el autocontrol —gruñó, agradecido en parte por el cambio de actitud. Él también se sintió asfixiado antes.

—Solo hay un paso de distancia entre ambas cosas, pero que conste que empecé con buenas intenciones. Y ni idea cuándo cambiaron las tuyas.

— ¿Q-Qué? ¿Las mías? —Mis intenciones nunca me parecieron inocentes, se dijo, aunque lo cierto era que el proceso fue a la inversa, pues, aunque no podía precisar desde qué instante cambiaron, ni cuándo (en medio de su egocentrismo e interés por el chico) empezó a pensar realmente en él y a importarle más que su propósito inicial de obtener autocontrol. Todo quedó en segundo plano comparándolo con el bienestar del chico. —Yo jamás inicié nada que pudiera-

—Tienes razón, te falta algo de iniciativa —comentó, por el puro placer de fastidiarle—Siempre debo estar tomándola yo, y es un poco triste. No se nota que me deseas hasta que te provoco mucho, tal vez por eso no me di cuenta de que te gusto.

El mayor entrecerró los ojos, indignado por la observación. Se le hacía terrible que, en lugar de admirarse por su autodominio, Tatsuha se quejara de éste.

—Quizá lo habrías notado si dejaras de enfocarte en tu cuerpo y te centraras más en tu identidad, en quién eres. Por lo poco que he visto supongo que eres más que una cara bonita, aunque no he visto demasiadas pruebas…

El pelinegro cayó en su provocación enseguida. Enfadado como estaba, se cruzó de brazos, viéndose mucho más infantil de lo que pretendía, y mucho menos intimidante también. Casi quería reírse de su mala máscara de chico rudo, aunque le pareciera igualmente adorable.

—Qué poco perceptivo, Ryuichi. Te he dado pruebas más que suficientes para que te enamores de mi ingenio y mi carisma, aunque admito que  haya usado uno que otro encanto natural para ayudarte con tu problema y lograr que pienses un poco menos con tu otra cabeza —Sin dejar de mirarlo a los ojos, comenzó a acariciar su entrepierna por sobre el pijama. El mayor tragó, todavía sin acostumbrarse al descaro del otro. ¿Alguna vez podría acostumbrarse? Era como si siempre buscara pillarle con la guardia baja. —He fracasado con eso por lo que veo —comentó, al sentir un bulto moverse bajo los pantalones. El cantante lo fulminó con la mirada por atreverse a mencionarlo, y se apartó más indignado de lo que estaba el monje segundos atrás. Estaba claro quién había ganado.

Tatsuha, ligeramente culpable pese a la gracia que le causó la situación, se le acercó de nuevo, con los ojos relucientes de inocencia. El gesto le resultaba increíble a pesar de que no lo practicara mucho. —No te enojes conmigo —rogó, colgándose de su brazo—Tienes razón, debería de sacar a relucir más mis otros atributos.

—No lo necesitas. En realidad, es como si todo el tiempo me los restregaras en la cara.

— ¿En serio? —Luciendo pensativo, fue hasta su escritorio para tomar un montón de papeles que el vocalista había hojeado no hace mucho, con una mueca de espanto en su cara. La de estos momentos no fue muy distinta. — Qué interesante que lo digas. Sería una grata sorpresa para mí que me expliques, modificando este punto de la lista —señaló tendiéndole la hoja. Su dedo apuntaba la siguiente línea:

> Haz una lista de las partes de mi cuerpo que más te gustan y justifica tu respuesta.

Ok, era un reto simple. Bochornoso pero sencillo, sobre todo teniendo en cuenta que ahora en lugar de justificar su fijación por el físico del menor debía exponer su afecto por rasgos de su carácter. Simple, incluso menos vergonzoso, ¿cierto?

Bien, ahora tengo que convencerme de eso, tragó, detestando la habilidad del moreno para ponerle nervioso.

—Pues… me gusta tu confianza —tartamudeó, obteniendo de inmediato un ceño fruncido. Rayos, ¿tan rápido lo había arruinado?

—Ok… es raro que sea lo primero que se te ocurra, cuando te acabas de quejar sobre falta de confianza en mí mismo —murmuró, evidentemente decepcionado por su respuesta. Ryuichi deseó poder jalarse el cabello y estrellarse contra la pared por su idiotez.

—Yo…—Vaya, había perdido el control en el aspecto emocional también. Y era bastante frustrante que ocurriera justo ahora; lo que menos quería era volver incómodas las cosas entre los dos. Vamos, ¡podía hacerlo! Tenía que conseguir que Tatsuha entendiera todas las cualidades que hacían que le pareciera atractivo (y que soñara con él y despertara babeando), que se sintiera tan interesante y encantador como era. —Creo que tienes confianza en lo que haces, aunque no en quién eres. No entiendo cómo pueden ir por separado esas cosas, pero así lo he sentido. En un segundo puedes persuadirme, dominarme y conquistarme, y al otro pareciera que debo recordarte que eres capaz de todo eso, que olvidas que puedes hacer más y que con el poco tiempo que hemos estado juntos ya no sales de mi cabeza. —Quiso retractarse al darse cuenta de cuánto había dicho de golpe. Hacía mucho que había dejado atrás la adolescencia, y de la nada se sentía de regreso en ella. Sin embargo, la expresión conmovida e ilusionada del pelinegro hizo que se mordiera la lengua; valía la pena. Era más valioso que su vergüenza, en realidad.

—Ryuichi… gracias, yo-

—No he terminado —le cortó, pensando que si escuchaba cualquier signo de que le correspondía y sentía algo similar iba a desmayarse. Lo mejor sería soltar todo de una vez por todas, y rogar por no estarse excediendo… Aunque ¿cómo no excederse? Él vivía al límite, daba todo de sí, y como eran sus sentimientos y ambiciones los que le impulsaban, era incapaz de detenerlos. — Me gusta que seas ingenioso, que te emociones con facilidad y poder leer tu rostro, aunque ni necesite hacerlo porque siempre dices lo que piensas. Me gusta que seas honesto conmigo, incluso si se trata de un tema que quieras evitar, y prefieras ser sincero en vez de negar o esconder lo que sientes. Me gustas porque eres decidido y valiente, y que presumas que lo eres.

Armándose de valor, tomó sus manos y las besó, siendo recompensado por un intenso sonrojo. Se preguntó vagamente si debía mencionar que también le encantaba cuando se ruborizaba, pero supuso que solo obtendría golpes así que prefirió continuar—: Me gustan de ti cosas que todavía no he tenido la oportunidad de ver, pero que he oído de ti. Quiero saber más sobre tu vida en el templo, y cómo es que siendo tan joven te encargas de tanto allí. Quiero conocer ese lado tuyo, tener la oportunidad de verlo, aunque luego de irme al extranjero olvidara cómo practicar correctamente algunas costumbres japonesas —confesó azorado. Y como Tatsuha era un desvergonzado y un burlón (como ya había notado) tuvo el descaro de sonreírle con altivez. Vaya, incluso le gustaba ese aire engreído y petulante. Eso le hacía recordar…—También me da gracia cuando estás con tus hermanos, y te comportas como un mocoso insolente —rio, tirando de sus mejillas para borrar la sonrisita de suficiencia— Que seas llamado por ellos como el hermano rebelde, aunque… aquí entre nosotros, a mí me pareces el más normal y gentil de tu familia. Ni Yuki ni Mika sonríen pero estoy seguro que tu sonrisa es la más bonita. ¡Y Kumagoro piensa lo mismo, dice que eres muy amable y que le gustan los chicos risueños! —exclamó, haciendo que el peluche le diera un besito en la mejilla al Uesugi, que no se veía próximo a salir del shock.

Y es que decir que Tatsuha estaba impactado era quedarse corto. No estaba acostumbrado a los cumplidos (por buda, solo a los regaños) y aparte de repetir su “gracias” anterior no tenía ni la más remota idea de qué contestar. Por otra parte, le sorprendía además que Ryuichi hubiese escuchado solamente esas cosas de él (dichas por su familia, probablemente) y no otras peores, como algunos rumores que él mismo sabía que circulaban por NG Records… Lo agradecía con toda su alma, no obstante. Y agradecía que su familia pensara cosas buenas de él, aunque no solieran decírselas a la cara ni agradecerle. En serio era una gran familia, aunque todos estuvieran algo locos y parecieran ser imanes de problemas. Al final del día siempre buscaban protegerse, y era innegable que se querían.

—Bueno, a mí… me encantaría que nos siguiéramos conociendo, Ryuichi. Y ¿quién sabe? Quizá algún día tengas la oportunidad de visitarme en casa —sugirió guiñándole un ojo. Supo que había hecho bien al no intentar liarse con su enredo sentimental ahora: obtuvo una sonrisa gigante como recompensa. Su corazón se llenó de alegría, todavía confundido pero definitivamente emocionado por lo que vendría. Era muy afortunado si se había enamorado de alguien con el que ni siquiera tuvo que usar su triste plan de ocultar su marca; se sentía aceptado, tal y como quiso sentirse desde el comienzo, cuando ni comprendía por que le rehuían y por qué lo señalaban, de dónde salían rumores sobre él y cómo era que la gente los creía. Hasta ahora jamás dimensionó lo necesitado de aceptación que estuvo todo este tiempo, ni cuánto necesitaba que alguien no lo juzgara; y Ryuichi no lo hacía, pese a no conocer su situación…

Tal vez a él sí pueda contarle, pensó, y se preguntó si sería muy distinto a hablarlo con doctores o psicólogos. En su familia se rehuyó siempre el tema, y en definitiva no quiso exponer su caso (o a Eiri, más bien) a nadie en el colegio ni a sus pocos amigos. Era consciente de que en su escuela lo sabían algunos profesores, pero nada por boca suya. Claro, aún era muy pronto, su relación apenas estaba en la etapa inicial, pero definitivamente le diría más tarde: pensaba que no podía iniciar ningún noviazgo sin contarle al cantante sobre su pasado, que a fin de cuentas era una parte esencial de quien era ahora.

Al verlo, creo que puedo sentirme seguro con que no va a cambiar lo que piensa de mí.

¿Acaso sería capaz de verlo con lástima? ¿O de acusar a Eiri de algo? Era evidente que no, si se mostraba así de comprensivo pese a desconocer su posición.

Es un ángel…

Se entregó en otro beso al mayor, esforzándose para que su propia sonrisa no lo rompiera. Su corazón palpitaba como loco, y en lo único que podía pensar era en cuánto quería seguir viéndole así, y en cuánto quería recompensarle por hacerle sentir de esta manera. Definitivamente lo haría; quizá no pudiese ahora, pero pronto le daría todo de sí y le mostraría su amor.

Notas finales:

¡Actualización puntual!

¿Qué les va pareciendo la historia? Tenía dudas sobre qué tan grave debían de verse las primeras consecuencias de la marca... ¿quedó bien así?

Lo más probable es que el siguiente capítulo también lo suba el sábado.

¡Hasta la próxima!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).