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Fake Out por mary chan21

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Capítulo II


Una semana había pasado desde el anuncio de compromiso entre Yuki Eiri y Shindou Shuichi, y parecía que toda la tranquilidad que había sentido por esa unión se había esfumado, como si nunca hubiera existido. Realmente no debió existir, en realidad. Por dios, no conocía las circunstancias, ni había hablado con su amigo al respecto pero ¿acaso existía un motivo válido para marcar como alfa a tu propio hermano?


Le dieron náuseas de solo imaginarlo. No podía ocurrírsele ninguna razón para hacer algo semejante. Le daba miedo dormir y tener pesadillas imaginando a Tatsuha, obviamente más joven, más pequeño, siendo marcado a la fuerza. Aunque había algo que le atemorizaba aún más. ¿Y si fue consensuado? Realmente no quería imaginar a Tatsuha proponiendo algo así, ni dejándose convencer para hacerlo. Ryuichi nunca se había inmiscuido en la sexualidad ajena (le desagradaba hasta que otros lo hicieran) pero creía que esta situación era grave, especialmente si su amigo iba a casarse con alguien a  quien no comprendía en absoluto, y que tal vez viviría bajo el mismo techo  con el otro omega al que marcó.


Precisamente por estar marcado… ¿Tatsuha tendría algún apego hacia Eiri? Era evidente que un vínculo existía pero ¿era éste fraternal? ¿No le molestaba ver a su alfa con otro omega? Ya no les había importado ser hermanos antes, y los instintos son fuertes así que…


¿Puede ser que no quiera que Shuichi esté con Yuki?


La duda no parecía razonable. Por lo poco que había visto, ambos omegas se llevaban bien. Aunque nuevamente, eso era lo que vio. Bien podría estar acostándose con Eiri a espaldas del pelirosa, y fingiendo que no pasaba nada diciendo que la marca era antigua, y por eso olía como su hermano. El pensamiento era aterrador, por ser perfectamente posible.


¿Podía hacer algo para ayudar a Shuichi? O para ayudarse a sí mismo, y quitarse de una vez todas esas dudas horribles, debía haber alguna manera de lograrlo. Incluso si tenía que recurrir a métodos que no le harían sentir orgulloso, esto era por un bien mayor. No podía permitir que su amigo pasara toda su vida con alguien que quizá le estaba jugando una mala pasada.


Así que decidió bajar un poco su ideal de sí mismo, y arriesgarse de nuevo.


***


 


»Sakuma-san, ¿cuál traje le gusta más? Me he probado al menos veinte, pero ninguno me convence. Yuki dice que quiere irse, pero no lo soltaré hasta que se vea tan convencido como yo de elegir alguno.


Ryuichi miró una vez más el mensaje de su amigo (enviado hace apenas nueve minutos, junto con las veinte fotografías mencionadas), y tomó aire antes de volver a mirar el edificio que tenía enfrente. El edifico en que esa pareja vivía. Tenía tiempo, probablemente bastante, a juzgar por lo obstinado que era Shuichi, pero de todas maneras no pretendía arriesgarse demasiado. Iba a crear la oportunidad precisa, incluso a costa de su propia comodidad.


Su mano temblaba cuando tocó el timbre. Oyó los pasos ligeros de alguien, y entonces Tatsuha abrió. Se veía adormilado, frotándose los ojos y todavía en pijama con el cabello despeinado. Era una imagen adorable, y de no haber estado tan nervioso (y conteniendo las ganas de verse a un espejo) habría disfrutado más la vista.


— ¿Aniki? ¿Qué haces aquí? —Preguntó, evidentemente confundido— Creía que no volverías hasta tarde con Shuichi.


Conteniendo la culpabilidad por mentirle (a fin de cuentas, hacía todo esto por el bien de su amigo), respondió, tratando de mantener su voz tan plana como la del escritor:


—Shuichi olvidó una de las listas, así que vine mientras se probaba trajes.


— ¿Y tú olvidaste las llaves? Qué raro —sonrió— Se nota que ambos están nerviosos por la boda. Aun así, aniki, no debiste dejarlo solo, necesita tu opinión para estas cosas.


—Ya no veía diferencias entre los últimos diez modelos —repuso, entrando con aire relajado. La actitud del otro parecía tranquila, y en absoluto arrepentida, como Ryuichi suponía que debía estar en caso de seguir teniendo encuentros con su hermano. El solo verle así, bostezando y aparentemente feliz, le hacía querer olvidar cualquier sospecha sobre su persona, y en cambio culpar a Yuki Eiri. Pero si Eiri fue el culpable, ¿por qué el moreno no parecía nervioso por estar a solas con él? Que no lo estuviera también era un factor de sospecha. Lo implicaba como partícipe total de esa perversión, que no tenía idea si fue algo de una sola ocasión, si ocurrió más de una vez, o si acaso todavía se perpetuaba, a espaldas de su pobre amigo. — Tiene los consejos del loco del conejo de todas maneras, le mandó todas las fotos —añadió, aunque ahora con otros fines.


¿Le habría contado Tatsuha a su hermano sobre el incidente con ese alfa del otro día? ¿Yuki lo protegía por el daño que habían cometido?


— ¿A Sakuma-san? —Al menor le brillaban los ojos. Ryucihi comenzó a entender por qué este fan jamás se le había atrevido a acercarse: todo el rastro de sueño anterior se había esfumado, y ahora incluso daba saltitos por la emoción. De seguro le avergonzaría saber que se estaba comportando así enfrente de su ídolo en realidad. — ¡Entonces está en buenas manos! Estoy seguro que le dará grandes consejos, él siempre se ve increíble.


El mayor caminó hacia la habitación de la pareja para que el otro no viera su sonrojo. Dudaba que el omega se hubiese atrevido a decírselo en persona, pero de todas formas le llegó el mensaje muy claro; había alcanzado a verle incluso más ruborizado que él.


—Bueno, estoy seguro que es difícil que alguien a quien le escogen su vestuario se vea mal —replicó, a sabiendas que el rubio le tenía manía.


—Bah, incluso si fuera cierto, ¿quién contrata a esas personas? Él, así que es su gusto el bueno.


—Estoy seguro que los contrata Seguchi.


Cerró la puerta para que el pelinegro no lo viese no buscar nada, y abrió un par de cajones al azar para simular su mentira. Pero pese a la puerta cerrada, logró escuchar la réplica del Uesugi.


— ¿Acaso sigues celoso de Sakuma-san que hablas así de él? Sé que es un alfa genial, cualquiera se sentiría inseguro ante él, aniki, pero te juro que Shuichi solo tiene ojos para ti — ¿Había oído bien? ¿Yuki tenía celos de él? ¿Él, un alfa solterón, con crisis emocionales diarias y constantes discusiones con tantos a su alredor que le dejaron solo y casi sin amigos? Bueno, por lo que él sabía, el escritor bien podía estar tan solo como él, pero al menos su familia le hablaba y tenía pareja. Debía ser una broma que estuviese celoso de él y su patética suerte.


Tomando aire, salió de la pieza y comenzó con la actuación por la que había venido.


— ¿Y tú también me prefieres a mí? —Aunque le parecía sumamente ridículo y cliché, le atrapó contra la pared, diciéndose que era la forma más rápida de tener respuestas. Si Tatsuha lo apartaba horrorizado le haría creer que él, “Yuki Eiri”, estaba colapsado por el tema de la boda y había hecho una broma ridícula, y evidentemente cruel considerando su marca. Si lo descubrían le iba a pedir perdón mil y un veces, tanto a él como a la pareja que no tenía idea de su estúpido plan, y definitivamente no utilizaría su habilidad por un tiempo. Solo traía desgracias.


Y al parecer, su habilidad de nuevo traía la desgracia. El moreno se veía sorprendido, pero no hacía ningún ademán para apartarlo. Solo se quedó allí, mudo, y pese a la penumbra general del departamento Ryuichi supo que sus mejillas se sonrojaban. Maldijo a todo el universo, tratando de convencerse que esa actitud sumisa era por culpa de la marca, que en definitiva los hermanos Uesugi no estaban teniendo una aventura incestuosa, mas no lo logró.


— ¿A… a qué te refieres, aniki? —La cautelosa pregunta del chico le hizo retroceder. Le miraba con sospecha, pero luego esbozó una nerviosa sonrisa que le causó extrañeza. — Yo siempre te he dicho que ustedes son mi pareja preferida, obvio que sí te prefiero. Aunque debo decir que Sakuma-san es el mejor partido del mundo, es un hecho también que ustedes están hecho el uno para el otro.


La ligereza con la que hablaba no parecía natural.  El mayor no pudo evitar imaginar la cantidad de veces que habría tenido que decirse eso el pelinegro, y preguntarse si acaso pudo convencerse de ello. Suponía que la marca no había permitido que fuera una tarea sencilla; debía de doler ver a tu alfa con otro, incluso si original o actualmente no tenías sentimientos por dicho alfa.


Realmente no los tenía, ¿cierto?


— ¿Y quién está hecho para ti, Tatsuha? —preguntó, a sabiendas que si el chico se sentía responsable por algo oiría implícito un “entre él y yo”. Y lo cierto es que el otro parecía bastante incómodo.


—Yo… no lo sé —Una respuesta cuidadosa. Pero parecía que estaba batallando por decir algo más, y esperaba que fuese más esclarecedor que lo de ahora. — ¿Cómo podría saberlo? No es como si tuviese muy buenas oportunidades conociendo a alguien —El repentino comentario mordaz descolocó al cantante. ¿Acaso estaba culpando de todo a su hermano? ¿Eiri era el único responsable de su condición? A punto estuvo de abrir la boca y preguntar, mas por suerte el pelinegro se adelantó—: lo siento. No debí decir eso.


Su rostro reflejaba tanto arrepentimiento que el mayor sostuvo la idea de que Eiri debía de haberle manipulado psicológicamente. ¿Cómo si no se veía tan afectado, tan mal? Eso no podía ser solo por la marca.


Sin embargo, Tatsuha no iba a darle esas respuestas ahora. — De todas maneras, no estoy en condiciones de conocer a nadie ahora, no solo por esto —señaló incómodamente su cuello, riendo con amargura— Sabes que podría salir con betas si realmente fuera una molestia —Ryuichi sabía que eso era mentira. Quizás a los betas no les molestase su aroma, pero la mayor parte de ellos juzgaban a los omegas marcados, y querrían evitar un enfrentamiento con un alfa, o simplemente no se sentían cómodos con la idea de que pudieran “regresar con su dueño”; los omegas marcados necesitaban a su alfa. O a otro que pudiese reemplazarlo, y tras tener una marca aquel reemplazo no sería un beta. — Es solo que tengo otras cosas por las que preocuparme. Tú sabes, se acerca el tiempo límite.


— ¿Tiempo límite?


Su tonta pregunta (que debió acallar, pues era obvio que el verdadero Eiri sabría de qué estaba hablando) solo causó una amarga risa de parte del chico.


—Vaya, aniki, realmente te gusta ignorarme. Digo, me avisaste que me ibas a ignorar la última vez, pero no me lo había tomado en serio —rio, ahora con ganas— ¡Solo me queda medio año! Si es que algo aparece… lo cierto es que parece que no tendré ninguna habilidad. Bueno, supongo que es mejor no tener antes que tener alguna habilidad estúpida… tras tantos años de demora, si no es algo realmente impresionante no sirve. Claro, no debería de importarme eso. A fin de cuentas, una de las razones por las que admiro a Sakuma-san es porque jamás le importó su habilidad como para no seguir sus sueños. Yo realmente quiero lograr algo así, habiendo tiempo límite o no.


La calidez que le produjo esto último casi aplacó su sorpresa. Intentó disimular ambas sensaciones, sin mucho éxito. Eran raros los casos de personas que tardaban en obtener su habilidad (la mayoría la obtenía entre los seis y los doce, para luego tener que empezar a enfrentar los problemas de su casta en la pubertad), pero no era imposible. El mismo Shuichi había conseguido la suya al cumplir dieciocho. Y por lo que recordaba, Tatsuha todavía tenía diecisiete.


—No necesariamente es tu tiempo límite —repuso, tratando de animarlo para compensar su turbia actuación anterior— Han existido casos de personas que la adquieren recién a los veintiuno…


— ¿En serio? No tenía idea —El vocalista pudo ver una pequeña llama de ilusión en su mirada. Dios, ¿por qué el chico trataba de engañarse a sí mismo? Era obvio que no quería ser uno de los pocos sin habilidad (apenas el 20% en el mundo, por lo que sabía). — ¿Así que soy una de esas excepciones? Casi me siento especial —sonrió. Era una sonrisa suave, dulce, que al verla le hizo preguntarse si acaso no podría atreverse a estar con Tatsuha con tal de volver a verla. El chico era realmente impresionante. Era cierto que no se sentía cómodo con la diferencia de edad, pero tal vez valía la pena intentarlo…


La cálida mirada que le dedicó el otro lo hizo reforzar esa idea. Hasta que con las palabras siguientes, recordó que no era él a quien realmente miraba…— Gracias por apoyarme, aniki. Sabes que yo siempre estaré para apoyarte a ti también.


Algo en su fervor para hacer tal declaración volvió a nublarle el juicio. Al recordar que Tatsuha planeaba mudarse a Tokyo comenzó a pensar si acaso eso no significaba que comenzaría a estar aún más cerca de Yuki. Más a su alcance, como un repuesto, un reemplazo, o quizás…


Como su verdadero omega.


No era una posibilidad descabellada. Yuki y Shuichi peleaban constantemente, su relación por completo era algo difícil. ¿El matrimonio era una tapadera? ¿Podría ser que entre los dos planeaban utilizar así a su amigo?


Por lo visto no podía abandonar su actuación todavía.


—Lo sé —dijo, tragándose las náuseas que amenazaban por salir tras solo pensar en su siguiente frase—: Después de todo, siempre has sido así, Tatsuha. Te has esforzado mucho por quedarte a mi lado. Buen chico —fingiendo una tranquilidad que en definitiva no sentía, le acarició la cabeza, como si de una mascota se tratase. Era común que los alfas felicitaran así a sus omegas. Bajó su mano por el cuello del moreno, delineando suavemente la curva, hasta que la dejó reposar quedamente justo sobre la marca. Esperaba que el pelinegro reaccionara pronto, y de una manera concluyente, porque no se sentía cómodo imaginando qué tendría que hacer con sus futuras acciones para demostrar si Yuki era su alfa o no.


Tatsuha se había puesto rígido, pero no había hecho ninguna señal de querer alejarse. No evitó el toque, incluso cerró los ojos para disfrutar de las caricias en su cabello, pero los abrió asustado cuando se detuvo en su cuello. Esperó gritos, amenazas, cualquier buena señal… pero solo obtuvo una mirada tímida.


Un vacío golpeó el estómago del cantante al comprender lo que eso podía significar, y que tendría que continuar para comprobarlo. Lentamente, sin quitarle los ojos de encima por si llegaba a mostrar algo de rechazo, se acercó, hasta que quedaron separados por la distancia de una mano. Vio sorpresa en el rostro del Uesugi, pero no más. Se inclinó, y tomándolo por las caderas lo atrajo hasta pegarle a él.


— ¿Aniki? —Por fin, Tatsuha se removía. Incluso su voz se oía horrorizada, pero ahora Ryuichi era incapaz de verle para saber si lo estaba en realidad o no. De nuevo, estaba tan cerca de su cuello que su aroma lo abrumaba. Inspiró hondo, por el otro lado de su cuello, maldiciendo la marca, y soltó un suspiro de satisfacción. Le seguía pareciendo tan atrayente… ¿cómo apartarse? — ¿Q-Qué estás haciendo?


El moreno trató de empujarlo, mas no lo dejó ir. Su pregunta le enfadó como jamás imaginó, porque eso era lo que él quería saber, qué estaba haciendo y qué era lo que hacían Tatsuha y su hermano, necesitaba saber eso y poder apartar el aroma de otro alfa cuando él era quien lo estaba abrazando… Qué injusticia más grande no poder saber siquiera cuál era ese olor. Qué rabia más grande que Tatsuha estuviese ahí, tan hermoso y haciéndose el desentendido, como si fuera inocente, como si no lo hubiese llevado a esta situación.


Soltó un gruñido, y hacía tanto que no soltaba uno que simplemente no se reconoció hasta que volvió a gruñir, justo por sobre la marca. Quería borrarla. Quería arrancarla con los dientes y poder impregnar a Tatsuha con su propio aroma. Y lo mejor era que podía hacerlo. Podía tomarlo, de la forma que quisiera, y anudarlo en la cama de la pieza de al lado. Tomarlo cuantas veces quisiera, y reclamar que le pertenecía con una marca mejor, fuerte, una tal que los alfas ni siquiera necesitarían acercarse para saber que Tatsuha Uesugi tenía dueño, y era él.


Alzó al moreno en brazos, rápidamente, y avanzó hasta la cama para dejarlo caer. Lo vio, de verdad, asustado y paralizado por el miedo, pero precisamente por la falta de oposición abrió sus piernas y se puso en medio. Su respiración agitada la oía como si viniera de muy lejos, y ni siquiera sabía si era suya o de Tatsuha.


De repente, la voz del moreno lo trajo a la realidad—: Aniki… ¿por qué?


Reaccionó entonces, aunque no por un motivo que lo hiciera sentir orgulloso. Se detuvo, porque con esa pregunta comprendió que él no estaría tomando a Tatsuha… ni anudándolo, ni marcándolo nunca. Él veía a Yuki Eiri. Jamás sentiría que le pertenecía a Ryuichi Sakuma de esta manera.


Parpadeó, aturdido, y recién pudo preguntarse cómo es que solo el aroma del otro le había hecho actuar así, tan descontrolado y despreciable. Se maldijo, sin querer excusarse con esa razón. No podía culpar de todo a sus instintos; la culpa era suya, por no haber fortalecido lo suficiente su razón. Y ahora, viendo al menor así, temeroso por si volvía a acercarse, supo que debía hacerse más fuerte si quería proteger al chico de sí mismo. Nadie merecía pasar por algo así, y menos si quizás hubo una vez parecida antes de esta.


—Lo siento —murmuró, importándole poco si todavía sonaba como Eiri o no. Todo el plan había sido un fiasco. Se apartó veloz, y salió huyendo del departamento, abandonando al chico allí, todavía con las piernas abiertas sobre la cama.


***


 


Sin saber cuánto tiempo había transcurrido, Tatsuha se levantó pesadamente de la cama, y estiró con aire distraído las sábanas. No tenía claro qué había pasado, pero sí tenía claro que quería abandonar rápido esa habitación, y sintió alivio al cerrar de un portazo la puerta. Se tambaleó por el pasillo, preguntándose si sería capaz de hablar con su hermano cuando volviera, o si en lugar de ello sería mejor encerrarse en su cuarto o escapar a casa de Mika y Tohma. Solo sentía posible lo segundo, pues no tenía fuerzas para hablar, y menos aún para escapar. Quería derrumbarse en su cama, estar bajo llave y protegido de todo excepto de sus pensamientos. Quería acallarlos, dejar en blanco sus emociones y sus recuerdos, hasta que ya no doliese nada.


Se dijo, tristemente, que sería genial obtener una habilidad que le permitiese aquello.  Se preguntó si acaso llegaría el día en que dejara de ser esclavo de su pasado y de sí mismo.


Apenas había girado la perilla de la puerta cuando se abrió la de la entrada, por donde pasó un emocionado pelirosa, cargado de muchas bolsas de compras.


— ¡Tatsuha! ¡Ven, tienes que ver todo esto! Necesitamos más opiniones, y todavía estamos a tiempo de devolverlo en caso de que no te interesen —La pura sonrisa de Shuichi le provocó un nudo en la garganta. Se sintió sucio delante suyo, como si fuese él quien lo hubiese traicionado. ¿Llegaría a creerle?


Avanzó, vacilante, y a cada paso se arrepentía más de arruinarle el día. Además, ¿para qué? No había ocurrido nada; ningún beso, ninguna caricia atrevida, y claro que no le habían hecho nada en la cama. Solo fue el susto, aunque un susto intenso, que no merecía para nada. Apenas había abierto la boca cuando Eiri entró también.


El shock pudo más que su necesidad de guardar las apariencias. Inconscientemente, retrocedió hasta apoyarse en la pared, sin reparar en la preocupada mirada que le dedicaron los otros. ¿Cómo había vuelto tan rápido? ¿Acaso había ido a buscar a Shuichi directamente, después de asustarle así? ¿Tan descarado podía ser su hermano?


— ¿Te pasa algo, mocoso? Te ves algo pálido.


La pregunta (que por el tono normalmente le habría hecho celebrar por que Yuki se preocupase por él) le arrancó un jadeo indignado. Al parecer sí era descarado, mucho más de lo que imaginaba. ¿Cómo podía fingir de esa forma, delante de su prometido además? ¿Qué clase de juego engañoso era ese?


— ¿Es broma? Creo que la respuesta ya la conoces —contestó, hirviendo de rabia— ¿Qué es lo que haces aquí?


La sorpresa de la pareja no tardó en mostrarse, y lo que salió a relucir también fue la incomprensión en la respuesta de Eiri:


— ¿Qué más podría hacer en mi casa? Vengo a descansar, luego de que Shuichi me arrastrara toda la mañana para hacer sus ridículas compras —bufó, mas calló cuando el pelinegro imitó el gesto.


—No me digas. ¿Toda la mañana? ¿No tienes algo más que agregar y decirle a Shuichi?


— ¿De qué estás hablando, Tatsuha? Yuki ha estado toda la mañana conmigo… Y ¿qué tiene que decirme? No estoy entendiendo nada.


La inocente confusión del vocalista lo agarró con la guardia baja. Calló, estudiando minuciosamente las expresiones de ambos, hasta que por fin admitió que estaba tan confundido como ellos.


— ¿En serio estuvieron toda la mañana juntos? —preguntó, confiando en que su cuñado no podría mentirle. Éste se miró con su novio, antes de asentir con la cabeza.


El moreno cerró los ojos, sabiendo que lo de antes no era un mal sueño para nada, ni tampoco una alucinación. Era cierto que la marca había estado doliendo desde que la pareja anunció la boda pero ¿era capaz de hacerle algo así?


—Estuvimos más que toda la mañana —comentó el rubio, con tono ligero para tantear el humor de su hermano— Incluso almorzamos allá. Como no sabíamos si habías cocinado algo trajimos algo para ti —le extendió una bolsa, y solo entonces el menor reparó en el hambre que sentía. ¿Qué tan tarde era? — Deberías de contestar su celular, mocoso, si no te gusta no tienes derecho a quejarte.


Aturdido tomó la bolsa, tratando de hacer memoria sobre si había oído sonar su móvil. No podía, y eso le angustiaba todavía más. ¿Era todo culpa de la marca? ¿Se estaba volviendo loco a causa de ella? ¿O todo era su culpa, por haber tratado de borrarla aunque le advirtieron que sería malo para su salud?


La desesperación amenazaba con salir por su garganta, y al parecer Shuichi se dio cuenta, pues lo tomó de la mano y le llevó delicadamente a la cocina.


—Vamos a calentarlo, no creo que te guste comerlo frío. Parece que vienes recién despertando, eso no debe ser bueno para ti. En la mañana traté de levantarte muchas veces, pero te volvías a dormir de todas maneras —protestó, con un infantil puchero que consiguió que bajara la tensión en sus hombros— Y eso que te necesitaba tanto dándome consejos. Yuki realmente es un cero a la izquierda en apoyo moral, y Sakuma-san no contestó ninguno de mis mensajes tampoco… Y Hiro dice que ya tiene suficiente ayudándome en la decoración, qué mal amigo. Estoy tentado a llamar a mi hermana, de seguro ella estará más dispuesta a ayudarme… Tatsuha, ¿estás bien?


El vocalista detuvo sus protestas al notar que su cuñado se había paralizado, mirándolo con ojos como platos. El pelinegro asintió, lentamente, y aunque no le creía lo cierto es que en verdad ahora estaba mejor que antes. Pero tampoco estaba bien. Porque, aunque no había sido su hermano, ya sabía quién podía ser el único responsable. Lo que no entendía era el por qué.


Tampoco sabía si quería conocer las respuestas.

Notas finales:

¡Hola! Espero que les haya gustado. Comenaré actualizando cada sábado. Si ven algún error no duden en decirme. Calculo que la historia tendrá alrededor de diez capítulos. ¡Hasta la próxima!


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