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A light to call home por Mu_Shaka

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Masami Kurumada.

Esta es una colección de one-shots de la pareja de Hades y Shun. No están conectados entre sí, por lo que podrán leerlos individualmente.

Las peticiones están abiertas. Siéntanse libres de solicitar algún tema o trama que deseen de la pareja Hades x Shun.

Notas del capitulo:

Bienvenidos a una colección de one-shots de Hades y Shun. Mientras tengo lista la siguiente historia me pareció adecuado publicar el primer one-shot de esta colección.

Quiero desearles una feliz Navidad y Año Nuevo a todos ustedes, que se lo pasen genial en estas festividades, celebres lo que celebres, recuerda que quizá sea díficil, pero no imposible. ¡Felices fiestas!

 

Trama del one-shot: 

En Navidad, Hades y Shun deciden hacer un intercambio de regalos. Tienen cinco horas para encontrar el regalo perfecto. Hades tiene una carrera contra el reloj y su tiempo se agota, ¿qué pasa cuando la duda aparece y el nerviosismo domina sus acciones? ¿Es la intención realmente lo que más cuenta?


Que lo disfruten.

 

Mu_Shaka

El sol salió por detrás de los grandes edificios que se alzaban gigantes. Algunos pájaros que se encontraban en las ramas de los árboles, que adornaban las aceras frente al complejo de apartamentos de color gris, salieron volando hacia el horizonte, haciendo sonar su canción alegremente. El sonido de los autos era una suave cacofonía junto al parloteo de las mañanas y el aroma del café recién hecho.

Las aceras estaban cubiertas de blanca nieve, las hojas de los árboles ya habían caído al suelo, sólo las ramas permanecían de pie, siendo adornadas por grandes series de luces amarillas que gritaban la llegada de las fiestas en todo su esplendor. El poco sol que se asomaba se filtró por las ventanas de las casas.

Despertó cuando un rayo de sol que se colaba por las rendijas de las cortinas le dio en el rostro. Hizo una pequeña mueca de disgusto, estaba de vacaciones, no estaba en sus planes levantarse temprano por la mañana y maldecía a su reloj interno por obligarlo a hacerlo. Se cubrió el rostro con la sábana color gris a rayas que lo cobijaba, su nariz estaba helada gracias al frío del ambiente, así que el suave calor que el sol le brindó por breves momentos le trajo alivio. Aplastó su cabeza contra la almohada, suspirando, el canto de los pájaros se filtraba por las ventanas sin llegar a ser molesto, sólo reconfortante. En su estado adormilado escuchó con molestia los cláxones de los automóviles en las calles de abajo, preguntándose por qué tenían que ser tan ruidosos, tan temprano.

Un helicóptero pasó en ese momento por el cielo, soltó un suspiro de frustración. Quería volver a dormir, pero con agonía se dio cuenta que estaba muy despierto ya como para hacerlo. Apartó la sábana de su rostro con cuidado, sin abrir los ojos dejó que el sol le calentara las mejillas y cuando por fin se le dio la gana de abrir los ojos, tuvo que entrecerrarlos por lo brillante de la luz.

Después de un tiempo pudo ver la nieve que se había acumulado en su balcón y los pequeños copos que caían del cielo. Soltó un gruñido de exasperación, hundiendo el rostro en la almohada, más tarde tendría que limpiar esa nieve si no quería que se convirtiera en agua. Una vez más volteó el rostro, apartándose el cabello de los ojos, bajó sus manos para colocarlas entre sus piernas, topándose en el proceso con los brazos de la persona detrás suyo que lo abrazaba buscando su calor.

Sonrió involuntariamente, volteó hacia atrás encontrándose con el rostro pacífico de su pareja, quien dormía tranquilamente respirando contra su cuello. Con cuidado de no despertarlo se giró para quedar de frente a él, los brazos de su pareja lo acercaron más hacia él entre sueños, arrancándole una risita. Levantó su mano, que estaba helada, para apartar un mechón de cabello que travieso había caído por sus ojos cerrados.

Permaneció un rato admirando las facciones de su pareja hasta que un particularmente alto sonido proveniente del apartamento de arriba logró sacar de sus sueños a la persona frente a él. Abrió sus ojos con lentitud, concentrándose en sus alrededores y recordando dónde estaba, cuando sus ojos verdes se posaron en los jades de la persona que amaba esbozó una sonrisa adormilada.

 

-Buenos días- susurró, agradeciendo que la cabeza de su pareja estaba lo suficiente arriba en la almohada como para cubrir sus ojos del sol

-Buenos días- contestó él, devolviendo la sonrisa- ¿Dormiste bien?- preguntó, colocando su mano en su pecho

-Contigo siempre duermo bien- le dijo, acercándose para darle un beso en la frente

 

Se mantuvieron en esa posición un momento, abrazados debajo de las sábanas y dejando que el poco calor que el sol emanaba los refugiara del frío del invierno.

Hades levantó la cabeza y besó a Shun en la nariz antes de sentarse en la cama y estirar su rígido cuerpo, escuchó sus huesos crujir ante el movimiento, soltando un suspiro. El más joven observó a su pareja desde su posición contra las almohadas, admiró las delicadas facciones de su rostro que eran iluminadas por el sol de la mañana y la forma en la que sus cabellos caían en cascada por sus hombros y espalda, con el característico peinado desastroso después de levantarse. Hades lo miró de reojo antes de voltear su rostro hacia él otra vez, sonriendo, recargó su cabeza en su hombro, apoyando su mano contra el colchón.

 

-¿Qué miras?- rió suavemente

-Lo hermoso que eres- contestó

 

Hades soltó una risa, retiró las sábanas de encima de él y bajó de la cama. Cuando sus pies tocaron el suelo hizo una mueca ante el frío que traspasó sus calcetines, caminó despacio hasta la puerta de la habitación, saliendo de ésta, probablemente hacia la cocina. Por suerte, no se dio cuenta de la mirada de Shun pegada en su trasero, si lo hubiera hecho, un almohadazo habría sido seguro.

Shun miró por la rendija de la ventana, observando los copos de nieve caer con lentitud. Gruñó y puso los ojos en blanco pensando en la nieve que deberían quitar del balcón antes de que se derritiera.

Hades entró a la cocina para servirse un vaso de agua, evitó por todo motivo sacar la jarra del refrigerador porque lo que menos deseaba en el frío de diciembre era agua fría. Los rayos del sol que se filtraban por las ventanas se reflejaban en las paredes color gris del apartamento. Era un apartamento sencillo, pero decorado con buen gusto. Las paredes de todas las habitaciones eran grises, a petición y gusto de Hades quien había insistido que un color claro quedaría mejor con el juego de sábanas que habían elegido antes de mudarse juntos, en un inicio la idea no fue la favorita de Shun, asegurando que en invierno sería una tortura el frío, que terminó siendo cierto y el apartamento parecía un témpano de hielo, pero el de cabellos verdes debía admitir que el color gris sí combinaba con las sábanas.

La cocina era sencilla, con lo esencial que podrían necesitar, colores sobrios. La sala era más espaciosa, un sofá en forma de L y uno sencillo de color gris oscuro se encontraban al centro, evitando por pocos centímetros los rayos del sol de la gran ventana en el centro de la pared detrás de ellos. Una televisión se encontraba empotrada en la pared, debajo de ella una cómoda que contenía más que nada cachivaches varios o adornos. En las paredes colgaban fotografías de ambos en marcos extravagantes y ornamentados, fotografías con amigos, etcétera.

Tenían un estudio donde habían colgado todos los cuadros de los diplomas y certificados de cada uno, donde guardaban todos sus libros en numerosas estanterías, archivos importantes y demás cosas. Era su lugar de trabajo, usualmente se sentaban juntos ahí dentro para realizar informes o completar trabajo que no habían logrado terminar en la oficina. La guitarra de Shun también estaba ahí, a él le gustaba tocar canciones para Hades cuando las noches se hacían demasiado largas y las pesadillas plagaban sus sueños. Había también un sofá pequeño de color azul que había presenciado varias sesiones de amor, pero eso no era algo que le contaran a sus invitados.

Hades admiró las calles de abajo por la ventana de la cocina, creando patrones en el cristal ligeramente empañado. Se perdió en sus pensamientos por un rato, escuchando la canción alegre que provenía de las luces de su árbol navideño.

El árbol artificial descansaba en la esquina de la sala en la parte derecha, junto a la ventana, decorado con luces de colores, esferas y una gran estrella. La música casi inaudible por encima del escándalo de la mañana.

Hades solía despreciar la Navidad, año tras año viviendo bajo la sombra abusiva de sus padres le hizo no querer nada que ver con la festividad; sin embargo, Shun poco a poco le había hecho evitar relacionar los malos recuerdos con ello, jamás olvidaría los momentos tristes, ni los golpes, pero había aprendido, con tiempo y cariño, a dejarlo atrás. Había aprendido a perdonar.

No había regalos debajo del árbol, ninguno de los dos tenía familia a quien regalarle algo, la casa no estaba decorada con exageración a excepción de las series de luces por aquí y por allá o las velas aromáticas que Shun había insistido en comprar y que hacían que su apartamento oliera a galletas de jengibre e insufribles pancakes de arándano.

Eran ellos dos contra el mundo, prácticamente. Casi nunca se regalaban cosas, mostraban su afecto con pequeños gestos sencillos, como tener listo el café del otro por la mañana, dejar pequeñas notas en las cajas de almuerzo cuando alguno tenía el día libre o salir por las noches a pasear junto al río y admirar las estrellas. Pasar el tiempo juntos en las festividades era lo único que necesitaban para saber que se amaban.

Y si el brillo que aparecía en los ojos de ambos cada vez que se veían no era muestra suficiente de su amor, entonces no sabían qué era.

Shun salió de la habitación y se encontró con Hades viendo a la nada, se acercó a él a paso lento, enredando sus brazos en su cintura y plantando un beso en su hombro. Hades saltó un poco en su lugar, sorprendido por su presencia. Dejó el vaso en la encimera antes de tirarlo.

 

-¿En qué piensas?- preguntó, ligeramente preocupado, sabía la clase de pensamientos que rondaban la cabeza de su pareja por estas fechas, nunca eran recuerdos bonitos

-En nada en particular- contestó- Sólo en cuán vacío y triste nuestro árbol se ve sin regalos- observó el árbol con el ceño fruncido

-¿Vacío y triste?- esbozó una sonrisa de medio lado- Nunca antes te había importado que no hubiera regalos- con su pulgar acarició la piel que lograba tocar por debajo de la camisa de pijama de su pareja, helada al contacto con sus manos tibias

-Lo sé, pero quizá sea el momento de cambiar eso- volteó para verlo a los ojos, colocando sus brazos alrededor de su cuello

-¿Enserio?- preguntó, levantó una ceja

-se encogió de hombros, abrazando a Shun- Sólo pienso que sería divertido despertar con la misma emoción que un niño al saber que hay regalos esperándolo en el árbol, no me hagas mucho caso- se separó de Shun, quien de inmediato extrañó el contacto del cuerpo de Hades contra el suyo

-Hades…- le llamó, viéndose interrumpido

-¿Qué quieres desayunar? Estaba tan cansado ayer que ni siquiera me puse a pensar en el desayuno- se rió suavemente, colocando un mechón de su cabello detrás de su oreja mientras se estiraba para sacar dos tazas de la alacena y servir café para ambos

 

Dejaron el tema por el momento. Prepararon el desayuno entre pequeñas bromas, risas y muchos besos, encendieron el televisor para tratar de captar las noticias de la mañana, incluso si éstas no se trataban más que de economía y política, o anuncios extraños de programas de televisión, en los últimos meses no había pasado nada extraño o impresionante como para hablar de ello. Cabe mencionar que Shun tenía una aversión impresionante hacia el papel periódico, por lo que el medio factible para que se enterara de lo que sucedía era que Hades pusiera el canal de noticias en televisión.

Se sentaron en el desayunador a comer tranquilamente, ninguno de los queriendo reconocer el hecho de que alguno debería levantarse y deshacerse de la nieve del balcón en algún punto. Shun tenía la costumbre de sostener la mano de Hades mientras ambos terminaban su café de la mañana, acariciando la piel de sus nudillos con su pulgar, el tenue frío del metal del anillo de promesa que le había dado a Hades hacía tiempo recordándole dulcemente lo afortunado que era por tener a ese hombre a su lado.

Llegó un punto en el que Hades comenzó a removerse en su asiento, para Shun el silencio podía ser reconfortante mientras veía la televisión, pero para su pareja era opresivo. Contra todo pronóstico, Hades era una persona que disfrutaba hablar y hacerle plática a las personas, Shun lo achacaba a los años de silencio que vivió con sus padres, pero no se quejaba, la voz de su pareja era una de sus cosas favoritas de todo el mundo.

 

-¿Hades?- le llamó

-¿Sí? ¿Qué sucede?- preguntó, animándose ante la conversación

-Estaba pensando en lo que dijiste hace rato, sobre los regalos- dijo, acariciando el metal rosado ausentemente

-Oh- rió nervioso, cohibido- Te dije que no me hicieras mucho caso, son tonterías- retiró su mano del agarre que Shun tenía en ella, escondiéndola entre sus piernas y desvió la mirada, un gesto que hacía al sentirse inseguro. Shun frunció el ceño ligeramente

-Nada de lo que me digas son tonterías, mi amor- aseguró, volteando su cuerpo en la silla para quedar frente a él- Mírame- tomó su mentón entre sus dedos, obligándolo a verlo a los ojos

-No es importante, Shun, dejemos el tema- trató de sonreír, aunque todo lo que salió fue una mueca

-No tienes que esconderte, no es tu culpa, Hades- acarició su mejilla. Hades lo miró con tristeza y lo abrazó

-No sé por qué me pongo así, es estúpido- dijo, con un suspiro

-No es estúpido- le aseguró, besando su cabeza- Antes no tenías cariño y ahora me tienes a mí, que te amo más que a nada, sólo buscas lo que antes te faltaba, eso es perfectamente normal, has sufrido bastante, pero nada de eso es tu culpa, no es estúpido sentirte así, tus sentimientos nunca serán estúpidos- lo apretó fuerte contra sí, intentando que su amor se absorbiera en él como una esponja

-¿Qué hice para merecerte?- preguntó, besando su cuello

-Sólo ser tú, mi amor- sonrió- Te diré algo- lo apartó ligeramente, los ojos jades de su pareja lo vieron con curiosidad- ¿Por qué no hacemos un intercambio de regalos? Ya sabes, salimos de compras, cada quien va por su camino para conseguir un regalo para la otra persona y mañana en Navidad abrimos lo que sea que hayamos comprado para el otro, ¿qué tal suena eso?- Shun tomó regocijo en cómo los ojos de Hades se iluminaron ante su propuesta

-¿Lo dices enserio?- preguntó

-Claro que sí, por ti lo que sea- acarició su mejilla

 

Shun soltó una risa cuando Hades se abalanzó hacia él, dándole un fuerte abrazo y llenando su rostro de besos mientras le daba las gracias una y otra vez. Después, puede o no puede ser que ese beso se haya convertido en algo más dinámico, pero nadie tenía porqué saberlo.

 

Salieron al centro de la ciudad vestidos con ropa apropiada para el invierno. Las calles estaban abarrotadas de personas, las festividades se habían retrasado este año al parecer, todos paseaban por las aceras cargando bolsas grandes de adornos, de regalos o suplementos para la cena que se realizaría en Navidad.

Los copos de nieve les recordaron que nadie había limpiado la nieve del balcón. Caían sobre el auto y las calles alrededor suyo con lentitud y parsimonia, la temperatura del ambiente era bastante baja, en el pronóstico del tiempo habían mencionado que la temperatura continuaría bajando por lo menos el resto de diciembre e incluso hasta enero, lo cual no les hacía gracia en lo absoluto.

Parquearon el auto frente a un parque cuyos árboles ya no tenían hojas y donde los niños se divertían jugando con la nieve mientras los padres disfrutaban de un pan y chocolate caliente.

 

-Bien, tenemos cinco horas para buscar lo que sea que vayamos a regalar, nos vemos aquí a las seis, ¿ok?- tomó su mano enguantada

-Está bien- sonrió Hades

 

Se acercaron a darse un rápido beso antes de irse por caminos separados. Hades observó a Shun perderse por una esquina de un edificio en la lejanía, quedándose solo. No tenía la más mínima idea de lo que podría regalarle a Shun, no es que el joven de cabellos verdes tuviera preferencia alguna por algo, a menudo mencionaban cosas que querían, pero se trataba de cosas para su hogar más que para ellos mismos. Buscar un regalo para su pareja se mostró más complicado de lo que pensó.

Comenzó a caminar calle abajo, sonriendo ausentemente mientras observaba cómo sus zapatos se hundían en la nieve y dejaban huellas detrás. Observó los árboles del parque, deseando que la primavera volviera para admirar las hojas rosadas que los adornaban siempre. Trató de pensar en algo que Shun le hubiera dicho que quería o necesitaba para poder comprarlo, el más joven era una persona muy olvidadiza, por eso le decía a Hades todo lo que necesitaba o no tenía, para que si de casualidad se le pasaba la oportunidad entonces lo consiguiera por él.

Soltó una risa ante el recuerdo. Sus pies lo llevaron hasta una parte del centro llena de edificios altos que contenían tiendas y más tiendas de distintas cosas. Hasta ese momento no se le había cruzado por la mente ningún regalo, así que optó por pasearse por las tiendas a probar suerte y ver si en algún momento encontraba algo que le pareciera adecuado.

Cruzó la calle cuando el semáforo se lo indicó junto a un grupo de personas. Entró a la tienda que tenía enfrente, era una tienda de ropa de marca, no que tuviera el dinero para comprar ahí todos los días, pero imaginaba una vez en todas sus vidas no le haría daño a su cuenta bancaria.

El establecimiento era grande, las paredes eran altas mitad de color crema, mitad de color negro, con grandes lámparas colgando del techo e iluminando todo en luz amarilla. Los estantes, las repisas y los aparadores de ropa eran cuidadosamente ordenados por el personal de la tienda, y Hades notó que todo era por gama de colores, lo cual lo impresionó.

Comenzó a pasear por los pasillos, ojeando los aparadores en busca de algo bonito que regalar. Trató de recordar las prendas de ropa que a Shun le gustaba vestir más, la clase de estilo que poseía. A Shun le encantaba utilizar suéteres de cuello de tortuga, la verdad es que se veía muy atractivo en ellos ahora que recordaba, también gustaba de usar abrigos sofisticados. Si se ponía a pensar bien, ambos tenían casi el mismo estilo en cuanto a moda se trataba.

Si se distrajo o no con los suéteres de lana, nadie tenía porqué saberlo.

Al final no encontró nada realmente que satisficiera los gustos de su pareja, por lo que optó por ir a buscar a otro lado. No estaba del todo seguro si ropa sería la mejor opción para un regalo, no es como que supiera las mejores opciones tampoco, jamás había recibido regalos de nadie, quizá los pocos compañeros de trabajo con los que hablaba contaban como amigos, pero ninguno le había dado nada más allá de un pequeño postre o una tarjeta. Hades apreciaba cualquier cosa que le dieran, pero no era tan cercano con ellos como parecía, por lo que sus intercambios eran sencillos y más por cortesía que por otra cosa. También estaba el hecho de que Hades hablaba con Shun todo el tiempo y pasaba la gran mayoría del día con él. Hades no tenía amigos realmente.

Las fachadas de las tiendas estaban adornadas excesivamente con muñecos navideños, esferas y serpentinas. Las luces colgadas resplandecían con fervor y música navideña empalagosa se escuchaba tenue en el ambiente mientras Hades se dirigía a su siguiente destino.

Llegó a una plaza bastante grande llena de árboles y arbustos, donde había personas tomando café, comiendo bocadillos de panadería y niños jugando con la nieve que recolectaban de las bancas. Hades levantó su bufanda para que cubriera su nariz y boca del frío aire.

Había mucha gente, personas pasaban de un lado a otro de la plaza en grandes grupos que iban en todas direcciones, empujando sin querer a los demás. Algunas cargaban grandes bolsas llenas de obsequios o decoraciones para las casas, las cuales impedían el paso o alentaban la marcha de los demás. Hades comenzó a caminar detrás de un grupo de chicos que reían bastante alto sobre cualquier cosa que estuvieran compartiendo por medio de sus teléfonos.

Decir que se sentía incómodo en medio de tanta gente era decir poco. Le había tomado sangre, sudor y lágrimas acostumbrarse al tacto de otra persona sobre su piel, si a veces no podía soportar estar cerca de su propia pareja cuando la duda recorría su cuerpo, estar en ese lugar era abrumador.

Intentó no pisar a nadie mientras sentía los empujones no intencionales de las personas detrás suya o los roces de los niños que se escabullían entre ellos para escapar de sus madres y llegar a donde sea que su curiosidad les estaba indicando ir. Volteó a ver a su alrededor, observando gorros de lana y cabezas cubiertas de pequeños copos de nieve, imaginando que su cabello también debía estar lleno de ellos en ese punto.

Cuando los adolescentes se dispersaron respiró más tranquilo, regocijándose en recuperar su espacio personal. El gusto no le duró mucho, ya que un grupo de niños pequeños, los cuales corrían gritando con sus agudas voces a todo volumen y tenían sonrisas gigantes en sus rostros, se aproximó hacia él a toda velocidad.

Tres de ellos chocaron contra sus piernas, haciéndolo perder el equilibrio. Había mantenido sus manos enguantadas en sus bolsillos para protegerlas del frío, pero tuvo que sacarlas para sostener el reposa brazos de una banca y evitar su potencial y dolorosa caída contra el suelo. Los niños soltaron un chillido de sorpresa, haciéndose hacia atrás, claramente asustados y al mismo tiempo apenados.

Una mujer delgada con ojos amables se aproximó hacia ellos, siendo seguida de cerca por otra mujer y un hombre que se veía preocupado.

 

-¡Lo siento mucho! Salieron corriendo antes de que pudiera detenerlos, enserio lo siento, ¿se encuentra bien?- preguntó la mujer, mirándolo con preocupación. Se enderezó, apartando su cabello de su rostro

-No se preocupe, todo está bien, no pasó nada- le dedicó una sonrisa amable para aliviar su preocupación

-Enserio, enserio lo siento, debí controlarlos mejor- dijo, más relajada, pero apenada de cualquier forma

-Lo sentimos, señor, por favor discúlpenos- dijeron los niños al unísono, haciendo una reverencia exagerada y juntando sus manos por sobre sus cabezas

-Hades rió suavemente- No pasa nada, sólo tengan más cuidado la próxima vez, no queremos que nadie salga lastimado- les dedicó una sonrisa que los niños correspondieron

-De nuevo, lo sentimos mucho, que tenga buena tarde- le dijo el hombre que venía con ambas mujeres

-Igual, gracias- se dedicaron una reverencia antes de que ellos siguieran su camino. Hades alcanzó a escuchar la reprimenda de la segunda mujer, quien hablaba de no salir corriendo en lugares públicos ni desobedecer a su madre otra vez

 

Al sacar las manos de sus bolsillos sin querer había botado su billetera al suelo. La levantó sin más, colocándola en su bolsillo otra vez y retomó su camino a una tienda de artículos decorativos que se encontraba cerca del café.

Cuando entró a la tienda, la característica campana sonó anunciando la llegada de un nuevo cliente. Casi al instante, los dos dependientes en camisetas azules voltearon a verlo con ojos curiosos y a Hades realmente no le gustó toda la atención que estaba recibiendo. Notó que ambos empleados vestían gorros de Santa sobre sus cabezas, soltó una pequeña risa al verlos la cual escondió detrás de su bufanda.

Comenzó a pasear por los pasillos, ojeando las repisas por cualquier objeto de interés que le gustara a su pareja. El pasillo donde se encontraba exhibía distintos arreglos de cristal, algunos eran de temática hogareña, como floreros, tarros de galletas y jarros para especias o ingredientes como el azúcar. Otras cosas eran simples adornos, muñecos de nieve, bolas de cristal, envases de perfume o espanta espíritus, que de verdad eran hermosos, pero dudaba que fueran una buena idea para Shun, quien tendía a ser la destrucción en persona. Por eso ya no tenían floreros en casa.

El siguiente pasillo estaba lleno de mercería, básicamente para crear cosas hechas a mano, cartas, pulseras, etcétera. Hades era una persona muy curiosa, por lo que las cosas pequeñas como los botones y cuentas le llamaban la atención, más si eran de colores brillantes.

Se entretuvo mirando los botones de colores de una de las repisas más bajas, se puso de cuclillas para poder observarlos mejor. Había de muchos colores, azules, dorados, naranjas, amarillos, pistache… para personas curiosas como él, ese pasillo era prácticamente el paraíso en la Tierra.

Salió de su ensoñación después de diez minutos de curiosear. Sacó su billetera para ver si de casualidad había guardado algún papel o algo donde hubiera apuntado lo que sea que Shun pudo haber mencionado que necesitaba o quería, era algo que hacía siempre, guardar notas de cosas que hacían falta para después poder adquirirlas en el transcurso de la semana. Abrió la billetera para husmear en su interior, sacó sus tarjetas para inspeccionarlas, abrió el cierre del cambio, ojeó por sus identificaciones y detrás de la foto que guardaba de él y Shun en pijamas de Elmo y el Monstruo Come-galletas.

Hasta que se le ocurrió buscar en medio de los billetes y se llevó la sorpresa de que le faltaba un billete de mil. Buscó otra vez para ver si no eran billetes dobles, pero no, había perdido un billete. Gruñó en frustración, no se podía dar el lujo de perder el dinero, no es como si nadara en él, estaba seguro que fue en la plaza, quizá salió volando de su bolsillo al sacar su mano para evitar caerse.

Decepcionado por no encontrar ninguna nota que fuera indicación de un regalo y por haber perdido un billete, volvió a su búsqueda por el pasillo de mercería. Terminó por decidirse en comprar unas cuantas cuentas de colores, hilo y broches para hacer pulseras. No es que fuera a regalarle una pulsera a Shun específicamente, pero igual y podía ser un plus o algo así.

Husmeó los pasillos un rato más, encontrando nada más que adornos de madera, de metal, curiosidades y adornos tallados con frases inspiradoras que francamente no le gustaron nada. Optó por pagar rápidamente después para poder ir a buscar un regalo verdadero, decepcionándose una vez más al recordar su billete perdido. Tenía cuatro horas todavía.

Sólo esperaba que Shun estuviera teniendo más suerte que él.

 

 

Shun no estaba teniendo suerte.

Al principio estaba muy confiado de que podía obtener el regalo perfecto para Hades, pero después de haber llegado a la tienda de relojes, se dio cuenta de que era muy tonto si pensaba comprarle uno a la única persona que conocía que no usaba reloj.

Estaba bastante seguro de que estuvo pensando en sí mismo cuando entró en la tienda, necesitaba un reloj nuevo de hecho, pero necesitaba encontrar un regalo para Hades también y no lo encontraría en medio de los relojes.

Hades repudiaba los relojes, repudiaba cualquier cosa que se usara alrededor de las muñecas con pasión absoluta, lo comprendía la verdad, no es como si Shun pudiera borrar años de trauma del cerebro de su pareja con amor simplemente, debía darle tiempo al tiempo. Es por eso que pensar en relojes caros no era una opción para regalarle. Pensó en joyería también, pero quería que fuera algo especial, algo que cuando Hades lo viera o lo usara le recordara cuánto lo amaba y cuán importante era para él.

Se paseó por tiendas de ropa, tratando de pensar en alguna prenda que posiblemente le gustaría a Hades, conocía a su pareja como la palma de su mano, pero se dio cuenta de que tal vez no era la mejor idea comprar ropa sin el rey de la moda a su lado. La única razón por la que Shun no se mostraba a trabajar con una corbata de pulpos naranjas y un saco de lentejuelas era porque Hades se encargaba de combinar su ropa todos los días para evitar retrasos y/o posibles vergüenzas.

A partir de ahí evitó por completo las tiendas de ropa. No estaba teniendo suerte hasta que vio a lo lejos una perfumería.

Con una sonrisa se acercó hasta la puerta, entrando y siendo golpeado por una nube de perfume tan fuerte que comenzó a toser discretamente en su mano. Reprimiendo un estornudo caminó pasillo abajo observando los anaqueles, había muchísimas cajas de perfumes caros exhibidas, de distintas marcas y olores.

Aquí era donde comenzaba el verdadero problema, encontrar la esencia perfecta para su pareja. Shun no era muy estudiado en olores y francamente todos los perfumes que Hades usaba le olían igual, a pesar de que el de ojos jade le repitiera que no eran lo mismo una y otra vez. Quizá era que su nariz estaba confundida debido a que cada día Hades usaba un perfume distinto.

Se detuvo frente a algunos perfumes que por su pinta eran de hombre y los inspeccionó un rato, había varios que le llamaban la atención, sólo que no quería olerlos todos, quería decidir primero en base a las descripciones de las cajas y después de haber reducido sus opciones olerlos para hacer una decisión final. Shun era de los que decidía por qué tan bonito se veía el empaque, pero supuso que en esa situación esa técnica no le servía de mucho.

Después de observar varios minutos las descripciones de al menos diez perfumes, se logró decidir por cuatro de ellos que le llamaron más la atención. Los tomó con cuidado uno por uno y los llevó hasta un pequeño mostrador de vidrio que estaba justo detrás de él. Llamó a la señorita que se encontraba del otro lado observando la tienda.

 

-¿Sí? ¿En qué puedo servirle?- preguntó con una sonrisa amable

-Estoy buscando un perfume que regalar, ¿podría ayudarme a decidir cuál sería apropiado?- señaló los empaques enfrente suya

-Por supuesto, déjeme ver cuáles son y le traigo muestras- ojeó los perfumes un momento para después retirarse al otro lado del mostrador y buscar algo. Regresó minutos después- Estas son las muestras de los perfumes, puede olerlos primero si gusta

 

Shun tomó una de las tiras de muestrario, levantándola a la altura de su nariz para olfatear el aroma. Era un aroma fresco, floral y podría decir que un poco cítrico. No estaba seguro de si Hades prefería ese tipo de olores. El siguiente era un poco más débil que el anterior, era un aroma a madera más concentrado que personalmente no le gustaba, pero quizá Hades lo encontraría agradable, su pareja poseía un perfume de sándalo que adoraba con toda su alma, no estaba del todo seguro por ahora de ese en particular de todas formas. El siguiente era un aroma dulzón que le recordaba bastante al anís y no le parecía raro ya que el propio empaque especificaba que contenía la especia, no es algo que él usaría, pero su mente enseguida lo relacionó con su pareja. El último era realmente fresco y floral, empalagoso, podía oler ligeramente algo de vainilla, era un aroma entre especiado y limpio, pero no estaba seguro si sería algo que Hades usaría.

 

-¿Puedo preguntar para quién es el perfume?- le sonrió la dependienta, una sonrisa entre divertida y dulce

-Es para mi pareja- Shun jamás negaba que Hades era su pareja y tampoco negaba que dicha pareja era un hombre, realmente no le importaba si las personas lo veían raro, Hades era el amor de su vida le pesara a quien le pesara

-Entonces el regalo es doblemente especial- no iba a negar que la sonrisa dulce y comprensiva de la dependienta lo tranquilizó bastante, no estaba dispuesto a discutir con los argumentos discriminativos de nadie en una fecha tan especial

-Sí, supongo que sí lo es- Shun sonrió ligeramente- Sólo que no sé lo que estoy haciendo- rió- Nunca antes le había regalado un perfume y siendo sincero, no tengo idea de lo que pueda gustarle

-¿Oh? ¿Eso por qué?- sonaba a genuina curiosidad

-Motivos- Shun no iba a contarle la vida privada de su pareja a un extraño

-Entonces supongo que su intuición puede guiarlo perfectamente- sonrió, mostrando su perfecta dentadura

-¿Mi intuición?- levantó una ceja confundido

-Sí, quiere regalarle un perfume, pero no sabe qué clase de fragancia él prefiere, así que siga su intuición, ¿cuál de todas estas fragancias le recuerdan a él en el momento que las percibe?- la señorita cruzó sus manos frente a ella

-¿Lo que me recuerda a él…?- bajó la vista, observando los empaques y las tiras de muestrario

 

El primero olía realmente bien, sin embargo, lo encontraba un poco pesado, no parecía algo que Hades usaría. El segundo era amaderado, pero Hades ya tenía uno así y a él mismo no le gustaba el olor, además de que tenía pinta de que no duraría mucho. El último que había olido y era el que tenía enfrente le gustaba más que los otros dos, pero tampoco parecía algo que Hades usaría, más bien era un aroma que siempre se quedaba en él al salir de la ducha, era un aroma muy delicioso, pero no era el indicado para Hades.

El tercero…

En cuanto lo había olido su mente gritó el nombre de Hades, un aroma fuerte a especias, un aroma nocturno y medio dulzón. Todo en ese perfume le recordaba a Hades, todas sus facetas combinadas en una botella de fragancia. Era perfecto.

 

-Creo que tenía razón- sonrió, observando el empaque- Este en particular me recuerda a él- levantó la caja, leyendo la descripción de nuevo antes de dársela a la señorita- Llevaré este entonces- la sonrisa de tonto que tenía en el rostro nadie podía borrársela, aunque quisieran

-Lempicka “Homme”, buena elección- una chispa de diversión cruzó los ojos de la mujer ante la ironía de la situación- ¿Prefiere que lo envuelva para regalo?- preguntó

-Sí, por favor- sacó su billetera en espera del precio

-Aquí tiene- la señorita metió la caja envuelta en papel café con un listón rojo en una bolsa con el logo de la tienda, dejándola sobre el mostrador- Son 4125 yenes, ¿pagará con tarjeta o efectivo?- preguntó

-Efectivo- le entregó un billete y esperó su cambio

-Muchas gracias por comprar aquí, felices fiestas- lo despidió

-Muchas gracias, por la ayuda también, felices fiestas- hizo una reverencia antes de dirigirse a la salida

 

Palmeó la bolsa que cargaba y sonrió. “Homme” era el nombre del perfume, definitivamente bastante irónico. Soltó una risa antes de dirigirse calle abajo después de salir de la tienda, chequeó la hora en su celular y se dio cuenta que aún tenía poco menos de tres horas, pasaría por un café para combatir el frío. Esperaba que Hades estuviera bien.

 

 

Hades no estaba bien.

No tenía la más mínima idea acerca de qué regalarle a Shun, había pasado a cinco tiendas distintas sin encontrar nada, incluso había comenzado a pensar en que tan poco conocía a su pareja. Estaba frustrado y francamente quería llorar en ese punto.

O quería llorar hasta que vio una tienda de relojes a los lejos.

Recordó casi al instante que Shun necesitaba un nuevo reloj. Suspiró con alivio de al fin haber encontrado un buen obsequio para él y se dirigió hasta la tienda. El ambiente era silencioso, por lo que procuró no hacer mucho ruido al entrar, comenzó a caminar entre los pasillos y mostradores, observando muchos relojes de marcas caras que nunca había visto. Sintió su piel enchinarse por debajo de su abrigo y suéter ante el pensamiento de un reloj sobre su muñeca.

Observó los distintos modelos, intentando encontrar uno que tuviera el estilo de Shun, no debía ser nada muy pesado, pero tampoco muy sencillo, elegante y simple era lo que estaba buscando. Se paró frente a uno de los mostradores del centro de la tienda a observar los relojes más sencillos que se encontraban ahí.

Un señor se acercó a él.

 

-¿Puedo ayudarle en algo?- preguntó amablemente

-Umm… Sí, estoy buscando un reloj, algo elegante, pero simple al mismo tiempo, no sé si me explico- respondió, la verdad es que no tenía ni idea de lo que estaba haciendo

-Perfectamente, joven, observe- el señor sacó un reloj plano, con una correa café y un reloj más sofisticado de color negro y correa café oscuro- Estos modelos son de los más accesibles, pero igualmente poseen mucha elegancia en cuanto a vistas se trata, son ligeros y muy hermosos, además de que son de acero inoxidable y aprueba de agua- le dijo, sosteniendo ambos relojes para que pudiera observarlos

-Realmente son hermosos- los observó un momento antes de preguntar- ¿Cuál me recomendaría para un regalo?

-Eso depende de para quién sea- dijo el señor, pensativo- ¿Para quién es el regalo?- preguntó

-Es… para mi pareja- dudó por un segundo si decir eso o no

-Ya veo, ¿y qué clase de personalidad tiene su pareja? Hay hombres que prefieren algo más tosco u oscuro por sobre el estilo country- dijo el señor, en ningún momento se vio como si quisiera decir algún comentario despectivo hacia él, lo cual lo tranquilizó

-Es… alegre, entusiasta y… un poco torpe- dijo Hades, con absoluta sinceridad

-el empleado rió- ¿Diría que le gustan las cosas más sofisticadas?- preguntó

-Sí, diría que sí- respondió

-Entonces su mejor apuesta es este reloj- levantó el reloj color negro con la correa café oscuro- Es más sofisticado que este otro, un poco más pesado, pero sin ser una piedra, tiene una vibra más elegante, creo que este puede gustarle más, ¿quiere probárselo?- le dijo, dejando el reloj en el mostrador para que él lo observara

-No… No, está bien, gracias- Hades lo levantó con cuidado y lo observó unos momentos, el reloj gritaba el nombre de Shun por todos lados. Dejó el objeto en el vidrio- Me parece que tiene razón, me llevaré este, ¿podría envolverlo para regalo?- dijo

-Por supuesto, permítame un segundo- el empleado guardó el otro reloj y se llevó el que Hades había elegido, regresó después de unos minutos con una bolsa con el logo de la tienda- ¿Pagará en efectivo?- preguntó

-Sí, ¿cuánto es?- sacó su billetera de su bolsillo

-Son 1034- dijo el empleado

 

Hades pagó el reloj y se retiró de la tienda después de hacer una reverencia. Al salir suspiró con alivio, ya había empezado a desesperarse por no encontrar un regalo, pero lo había logrado a lo último y todavía tenía dos horas y media para que se cumpliera el toque de queda.

Comenzó a caminar calle abajo, rumbo a alguna cafetería donde pudiera sentarse un momento a matar las dos horas que le quedaban. Jamás pensó que algo malo pudiera pasar.

Pero pasó.

Al cruzar la esquina, se chocó con una mujer que venía en patines, sí, patines. La mujer soltó un gruñido al chocar contra su pecho y ambos cayeron hacia atrás aparatosamente, Hades cayó sobre la bolsa que cargaba, no pudiendo detener su caída a tiempo, golpeando su brazo contra el suelo. Levantó la vista para ver a la joven que tenía una expresión de dolor, pero más que nada por la caída que por estar herida realmente.

 

-¡¿Te encuentras bien?!- preguntó Hades en pánico

-¡Enserio lo siento! Sí, estoy bien, ¿tú? Lo siento mucho, de verdad, no te vi- dijo la joven, levantándose como pudo y ayudándolo a él también

-Sí, estoy bien, no te preocupes, sólo ten más cuidado, puedes lastimarte o a otros- le dijo, no estaba molesto realmente

-Lo tendré, en verdad lo siento- reverenció antes de perderse calle abajo en sus patines

 

Hades suspiró con frustración, quizá mañana tendría un feo moretón en el brazo. Observó la bolsa con ojos tristes, toda apachurrada. Sacó el regalo de dentro, la tapa estaba un poco abollada, pero nada que no pudiera arreglar, podía envolverlo en algo más, pero cuando sacó sus contenidos casi se pone a llorar ahí y en ese momento de pura frustración.

Se rehusó a llorar en público y guardó el reloj otra vez, ahora tendría que buscar algo más. Comenzó a caminar otra vez, pesando en qué podía hacer ahora, ya no tenía dinero encima realmente con el que comprar otro reloj, no había sido barato precisamente.

En ese momento le llegó un mensaje. Sacó su teléfono de su bolsillo para ver el remitente. Era Shun.

Ya terminé, ¿necesitas más tiempo o nos reunimos en el parque?”.

Casi se le van las lágrimas otra vez al leerlo, contestó que necesitaba más tiempo antes de guardar su teléfono. Respiró hondo, tratando de pensar en una solución. Recordó las cuentas y el hilo que había comprado en aquella tienda, tratando de buscar alguna papelería que estuviera abierta para buscar más materiales con los que poder hacer algo realmente rápido.

Caminó a paso rápido por las aceras, chocando con las personas sin intención al las calles estar abarrotadas de gente. Encontró una papelería al cruzar la calle, pero al acercarse un poco más se dio cuenta de que estaba cerrada, un aviso sencillo colgaba por dentro del establecimiento notificando que estaban cerrados por las festividades y que abrirían sus puertas otra vez en enero. Hades gruñó en frustración, dando la vuelta para buscar otra papelería. Encontró otras dos que estaban cerradas también, caminó otro rato hasta que encontró una en la plaza que estaba abierta.

Se dirigió al mostrador, una idea le pasó por la cabeza, así que le pidió al encargado que imprimiera algunas fotos de su celular en pequeñas tarjetas. Compró unas hojas de colores y marcadores.

Se fue a sentar al café que antes había visto en su camino en una de las mesas del exterior. La verdad es que no tenía idea de lo que estaba haciendo, pero esperaba que Shun no le hiciera mucho caso a ello. Juntó cuentas de distintos colores con lentitud, tratando de obtener el número exacto, parecía que al final sí debería probarse la pulsera para saber más o menos si a Shun le quedaría o no.

No fue una tarea fácil, al final pensó que había quedado bastante bien contra todo pronóstico. Sólo tenía una hora para terminar. Tomó las hojas de colores y escribió mensajes en ellas con los marcadores metálicos, pegó las fotos, uniendo todo con pegamento en una especie de libro-tarjeta. Cuando terminó, suspiró pesadamente, era el primer intercambio de regalos de ambos y de alguna manera lo había echado a perder, al parecer tenía una tendencia a echar a perder las cosas más importantes.

De nuevo se rehusó a llorar en público, así que guardó todo otra vez, asegurándose de dejar limpia la mesa. Sacó su teléfono celular para enviar un mensaje a Shun.

Estoy listo. Nos vemos en el parque”.

Con un último suspiro, comenzó a caminar en dirección a su punto de encuentro, donde por suerte llegó primero y logró guardar todo en la guantera antes de que Shun lo viera.

Sólo esperaba que Shun no se decepcionara.

 

 

Los villancicos empalagosos que se escucharon afuera de la ventana fue lo que lo despertó. Abrió los ojos lentamente, de repente recordó qué día era y su rostro se oscureció. No pudo dormir bien en toda la noche con la duda comiéndole la cabeza, pensando en todas las posibles expresiones de decepción que podían apoderarse del rostro de Shun cuando viera su regalo de Navidad. No había tirado el reloj a la basura porque le asustaba que Shun lo viera y se decepcionara aún más. Hundió el rostro en la almohada al sentir un dolor de cabeza comenzando a crecer.

No quiso moverse todavía, era bastante temprano de acuerdo a su reloj en la mesa de noche, así que optó por retrasar el momento lo más posible y evitar despertar a Shun. Estuvo quieto durante mucho tiempo, simplemente viendo algún punto de la pared frente a él, apenas parpadeando. Sintió el nerviosismo asentarse en su estómago mientras los minutos pasaban.

Sintió a Shun revolverse detrás suyo, los brazos de su pareja abandonando su lugar en su cintura para poder estirarse. Se quedó quieto, esperando el beso de buenos días en su mejilla como todas las mañanas. Shun se acercó a él, olfateando el olor del champú en su cabello, besó su cuello antes de hablar.

 

-Buenos días- dijo, su rostro escondido entre su hombro y su cuello.

-Buenos días...- su voz salió sin humor, apagada

-¿Te encuentras bien?- preguntó, maldita sea él y su habilidad de siempre saber cuando algo le pasaba- ¿Te sientes mal?- levantó el rostro, apoyándose en su codo para poder verlo y poder colocar su mano en su frente

-Estoy bien, Shun, enserio- sonrió un poco para intentar disipar sus preocupaciones

-¿Estás seguro? Sabes que puedes decirme lo que sea- acarició su mejilla

-Estoy bien, ¿qué quieres desayunar?- evitó mirarlo a los ojos y se levantó de la cama

 

Hades cocinó en silencio, deseando que a Shun se le hubiera olvidado el intercambio de regalos, aunque sabía que eso no era posible por más olvidadizo que él fuera. Comieron en silencio también, Hades demasiado asustado como para abordar el tema.

Después de bien entrada la mañana, Shun se comenzó a preocupar. Hades estaba muy extraño y Shun sabía que no le estaba diciendo algo, incluso si ese algo tenía que ver con recuerdos, con sentimientos que ambos por desgracia conocían muy bien, Hades podía contarle, no tenía por qué combatirlos solo.

 

-¿Por qué no te doy tu regalo, cariño?- sugirió- Tal vez te levante el ánimo- le sonrió, acariciando su muslo. Hades se tensó imperceptiblemente, era momento de encararlo

-Umm, sí, sí, claro, si quieres- dijo, tratando de sonreír

 

Shun se perdió en el estudio y Hades en la habitación, respirando profundamente con el regalo en sus manos. Salió a la sala con la cabeza gacha y esperó a que Shun saliera del estudio mientras jugueteaba con el listón de la caja. El más joven llegó a sentarse frente a él en el sofá con una sonrisa en su iluminado rostro, se le veía contento y muy confiado.

 

-Feliz Navidad, mi amor- le extendió la caja envuelta en papel café

 

Hades sonrió y la tomó entre sus manos. Con cuidado retiró el listón que lo adornaba, despegando el papel lentamente por si lo que sea que estaba dentro era frágil. Dejó el papel en el sofá una vez lo retiró por completo y se sorprendió al ver lo que había estado escondido.

Un empaque de perfume envuelto en plástico lo recibió, en la parte de enfrente se leía “Lolita Lempicka – Homme” lo cual era el nombre de la fragancia. Retiró el plástico para poder abrir la caja, no creyendo que enserio Shun le hubiera regalado algo así, sacó con mucho cuidado la botella del interior, observando con curiosidad el diseño. Destapó la botella para poder oler el perfume, sorprendiéndose aún más ante la fragancia que llenó sus sentidos, era totalmente su estilo.

 

-Shun… Gracias, esto…- no sabía qué decir, más porque su regalo en comparación a este daba mucho que desear, o eso al menos pensaba él

-Qué bueno que te gustó- dijo Shun, tomando su mano y dándole un beso

-Sí, gracias…- dijo, agachando la mirada

-¿Seguro que estás bien, Hades? Si no te sientes bien puedo llevarte al hospital- se estiró para colocar un mechón de cabello detrás de la oreja de Hades, acariciando su mejilla en el proceso

-Estoy bien, a-abre tu regalo- al mal paso darle prisa, supuso, pero se rehusó a verlo a los ojos

 

Shun no estaba convencido, pero dejó el tema de lado por el momento. Hades acarició la botella con sus dedos ausentemente, sintiéndose cada vez peor por los contenidos de esa caja, un nudo formándose en su garganta.

Shun retiró el papel de la caja, abriendo la tapa rápidamente y sacando lo que estaba dentro. Sonrió mientras comenzaba a leer.

Ante la falta de reacción, que no es que estuviera viendo, una lágrima rodó por la mejilla de Hades. Mordió su labio para contener su llanto sin resultado, con la manga de su suéter limpió su mejilla, pero el gesto llamó la atención de Shun, quien levantó la vista para verlo con preocupación.

 

-¿Hades?

 

Ante la mención de su nombre, Hades levantó el rostro, encontrándose con el ceño fruncido de Shun. Eso sólo hizo que las lágrimas que estaba peleando salieran con más rapidez.

 

-Hades, ¿qué sucede? ¿Por qué lloras?- preguntó Shun, ahora preocupado de verdad. Dejó la tarjeta con fotos y la pulsera en el sofá y se levantó, yendo hasta Hades y agachándose frente a él para tener una mejor vista de su rostro, el cual tomó entre sus manos

-L-Lo siento, es… yo no…- los sollozos se le escapaban

-Mi amor, ven aquí- Shun lo abrazó contra sí, acariciando su espalda de arriba abajo- ¿Qué tienes? Háblame, sabes que me puedes decir lo que sea, sabes que yo no te voy a juzgar- habló, besando sus cabellos

-No, no es nada de eso…- dijo, mojando la camisa de pijama de Shun con sus lágrimas- No tiene nada que ver con el pasado

-¿Entonces qué es? No puedo ayudarte si no me lo dices- dijo Shun, sintiéndose inútil al ser incapaz de consolar a su pareja

-Es el regalo…- dijo, una opresión en su corazón

-¿No te gustó tu regalo?- preguntó Shun, no enojado, más bien confundido

-¡No! A ti no te gusta tu regalo- dijo, separándose de Shun con el ceño fruncido, frustrado porque las lágrimas no dejaban de salir, aunque quisiera pararlas con las mangas de su suéter

-¿Qué a mí… No… Qué?- Shun estaba confundido, bastante

-Lo siento, lo siento… era nuestro primer intercambio y lo arruiné, lo siento… todo salió mal a último momento y… y no tuve tiempo de comprar nada más, entenderé si no te gustó, sólo… lo siento- dijo entre lágrimas

-Hades, mírame- tomó sus manos con cuidado, queriendo apartarlas de su rostro- Mírame, mi amor

 

Hades levantó el rostro, esperando ver la decepción y la molestia en los ojos de su pareja; sin embargo, no encontró nada de eso, sólo una sonrisa divertida, comprensiva, junto a unos ojos que lo miraban con mucho amor. A veces olvidaba lo distinto que era Shun de sus padres.

 

-Hades, me encantó- dijo, con una sonrisa y una risita- La pulsera es hermosa, realmente, sabes lo mucho que me gustan los colores azules- Shun tomó el objeto en su mano derecha, una pulsera con cuentas azules marino opacas, transparentes y cuentas azul cielo, con una sola cuenta amarilla en el centro, simulando la noche y la luna- Es hermosa y la tarjeta es la cosa más dulce que jamás me han dado- acarició su mejilla, limpiando los rastros de lágrimas

-La hice yo…- confesó

-Shun sonrió más ampliamente si se podía- Y eso lo hace todavía más especial- dijo- Hades, no importa si me das un anillo de un millón de yenes o si me das una tarjeta de supermercado o un cupcake, si es tuyo lo amaré con todo mi corazón y lo atesoraré por siempre- le sonrió otra vez- Incluso si no me regalas nada, no importa, porque mi regalo eres tú

 

Hades soltó una risa en medio de su llanto y lo abrazó fuerte. Quizá había sobreactuado al pensar que a Shun no podía gustarle su regalo. Había olvidado que Shun era la persona más dulce que jamás había conocido.

 

-Lo siento, fue ridículo pensar que no te gustaría, fue estúpido- dijo, apartándose otra vez

-Nada de lo que sientas es estúpido, Hades- dijo Shun, acariciando su cabello- Trabajaremos en ello, juntos, sabes que te amo más que a nada, sólo necesitas tiempo- sonrió una última vez, volviendo a su lugar en el sofá

-Había comprado otra cosa, pero se rompió- suspiró, lástima por el dinero perdido

-¿Oh? ¿Qué era?- preguntó mientras se ponía la pulsera, que le quedaba perfecta

-Ya no importa- se sonrojó ligeramente, apartó la mirada

-Déjame verlo al menos para ver si puedo reciclar algo de ello- dijo el más joven, pensando en dónde podía poner la tarjeta de Hades en el estudio sin que se maltratara

 

Hades suspiró y se levantó. Fue hasta la habitación, donde sacó la caja del reloj de debajo de la cama. Volvió a la sala con la caja abollada, colocándola frente a su pareja. Shun la abrió y se sorprendió al ver el interior, volteó a ver a Hades, quien miraba el reloj con tristeza, volteó a ver el reloj otra vez y soltó una risa.

 

-¿De qué… te ríes?- frunció el ceño ligeramente, confundido

-Hades, te amo, pero eres un exagerado- se rió negando con la cabeza, sacando el reloj de la caja para inspeccionarlo

-¿A qué te refieres? La correa está rota…- su voz sonó apagada

-Hades, puedo reemplazarla con la cuerda de mi reloj anterior o coserla de nuevo- dijo, mirándolo con una expresión suave

-El cristal esta rayado…- dijo Hades, terco

-Podemos reemplazarlo sin problema- dijo Shun- Hades, no te preocupes tanto, todo está bien, me sorprende que recordaras que necesitaba otro reloj, muchas gracias- se acercó a él y le dio un beso

-¿Te gusta?- preguntó, sin poder creerlo

-Claro que sí, es hermoso- sonrió- Además ya te lo dije, mi regalo eres tú- se acercó a él de nuevo y comenzó a besarlo por todo el rostro, haciendo que Hades soltara una risa

 

Tal parecía que el sofá de su estudio presenciaría otra sesión de amor, pero eso nadie tenía porqué saberlo.

Notas finales:

No, nunca he usado el perfume de Lempicka, pero un conocido lo usa y lo consideré adecuado para Hades Jeje.

Espero que lo hayan disfrutado y disculpen si hay alguna falla ortográfica, pueden decirme en los reviews y lo corregiré. Déjenme sus comentarios para saber si les gustó, una crítica constructiva o un cumplido, serán bien recibidos.

Felices fiestas y nos vemos en el siguiente.

 

Mu_Shaka


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