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31 días con el SNS: FicTober 2019 por Ana Reiko

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El arte de la guerra era un asunto que los señores feudales con Samurais a su servicio conocían muy bien. Lo que para ellos consistía en un juego de poder y astucia para sus servidores se traducía en muerte y destrucción. Y eso fue lo que precisamente Sasuke Uchiha vivió con su familia.




La familia Uchiha fue respetada por toda la comarca de Konoha por ser una familia de Samurai fieles al señor feudal, Hiruzen Sarutobi, desgraciadamente cuando Danzo Himura, su mejor amigo y mano derecha lo traicionó dándole una muerte horrible, todo fue cuesta abajo para los súbditos más leales.




Los Uchiha fueron exterminados por las nuevas tropas de Danzo y según los rumores no hubo sobrevivientes.




Sasuke fue afortunado en salir con vida del ataque, gracias a la valentía de su hermano mayor,




se convirtió en el único sobreviviente de su linaje. Sin tierras, ni honor, vago como Samurai sin dueño por el Japón poniéndose al servicio de diferentes líderes a lo largo de su vida.




Sasuke no sabía si había sido maldecido, pues todos sus amos eran derrotados en batalla poco después de unirse a sus filas.




Aconteció que en una de las tantas batallas en campo abierto que libró, se enfrentó a un Samurai con un cabello tan rubio como el oro, como estaban en bandos opuestos la pelea fue intensa.




Pero ¡Oh glorioso giro de los acontecimientos! Los dos grupos que combatían de repente se vieron rodeados por un tercer contingente que los rodeó, encerrándolos en una jaula mortal ya que terminaron siendo atacados. Resultó que un Daimyo aprovechándose de que sus enemigos agotaban sus ejércitos en una pelea rutinaria, se le ocurrió la brillante idea de atacarlos con su propia caballería y así eliminarlos a los dos al mismo tiempo.




En esa ocasión, Sasuke creyó que por fin se reuniría con se u familia en el más allá, sin embargo aquel Samurai exttafalario le salvó la vida al crear una oportunidad única para sobrevivir. Lanzando shuriken y kunai a los caballos logró asustarlos, provocando que tiraran a sus jinetes y así se rompiera esa formación que no hacía más que crear una carnicería.




Con la vía libre, el guerrero de dorados cabellos cargó a un herido Uchiha en sus hombros y corrió como desquiciado por el campo de batalla, esquivando enemigos, caballos enloquecidos sin jinete, ataques que no iban dirigidos específicamente a ellos y cadáveres por doquier.




No dejó de acelerar el paso recorriendo una gran cantidad de terreno en poco tiempo, exhibiendo una gran resistencia.




El motivo de abandonar ese lugar rápidamente era con el objetivo de salir del rango de ataque de los arqueros que arribarían pronto al lugar para acabar los heridos que no se podían mover.




Sabía que si alcanzaba a llegar al bosque, que se ubicaba a una distancia media, podría protegerse de los posibles enemigos que pretendieran darle caza. Como era lugareño jugaba a su favor estar familiarizado con el terreno.




Para Sasuke le parecía increíble que ese tipo pudiera moverse tan rápido y con perfecta agilidad pese a traer peso muerto sobre sus hombros. Luego de trotar como alma que se lleva el diablo, al fin consiguieron penetrar en la arboleda.




Una vez adentro del mar de árboles, el combatiente fugitivo disminuyó el paso, pues el follaje era bastante denso y el suelo irregular, a causa de las raíces de los árboles. La inevitable se presentó, la adrenalina disminuyó provocando que la fuerza física también y el agotamiento se hiciera presente.




El rubio se detuvo y bajando lentamente, se sentó en el suelo, depositando en la tierra revuelta al Uchiha.




—Déjame aquí...—dijo Sasuke cansado por las heridas y el trayecto.




La confusión todavía inundaba su mente, ¿Por qué su enemigo lo había salvado? ¿Acaso planeaba que le debiera un favor y pretendía usar su honor para que se lo pagará?




Tantas preguntas y tan poca energía para pronunciarlas.




—No lo te dejaré—respondió el joven rubio reflejando determinación en sus ojos azules.




Hasta ese momento Sasuke reparó que su congénere poseía ese color cielo en sus ojos, que extraña combinación para un samurai, atravesó su mente la posibilidad de que fuera un demonio o un dios, apostaba más por lo que primero.




Con renovadas fuerzas a base de pura voluntad, el joven de ojos azules tomó a su protegido y lo acomodó en sus hombros otra vez, como quien carga un costal de arroz.




Inició de nuevo su caminata por la espesa vegetación hasta que encontró lo que con tanto afán buscaba una cueva. En el interior de la gruta se pudo apreciar que alguien vivía ahí, pues contaba con un pequeño futon de palma, un caja de grande de madera rústica y algunos artilugios necesarios para subsistir como velas y mantas.




Sasuke fue colocado en aquel lecho improvisado, mientras el extraño guerrero curaba sus heridas con sake y sal que sacó de aquella caja de madera. Luego aplicó las mismas medidas preventidas en sus propias lesiones.




—Bebe esto, es un brebaje para reparar las fuerzas perdidas—ordenó el rubio, exhibiendo una botella de barro que también obtuvo de aquella caja. Ayudó al soldado caído a levantar la cabeza para que consumiera ese vital líquido.




Sasuke se rehusó no iba a ingerir nada sospechoso, que tal si era veneno y pretendía ser torturado con una muerte lenta. El Samurai de ojos azules se molesto, frunciendo el ceño, previendo su desconfianza, bebió un poco de esa infusión, posteriormente dio otro trago a la botella y sin ceremonia besó a su rescatado, transmitiéndole por vía oral eñ remedio.




Sasuke fue obligado a tragar esa amarga agua, rompiendo el beso por un ataque de tos.




—Si fuera veneno, estarás tranquilo de que ambos moriremos—comentó el rubio, limpiando el líquido que se derramó de su boca a causa de la tos.




—¿Por qué me has salvado?—preguntó por fin el Uchiha, sintiendo los efectos beneficiosos de esa extraña bebida. Era como si a su cuerpo le hubieran inyectado harta vitalidad, el desfallecimiento físico iba en declive. Comprobando que no era una sustancia tóxica la que fue coaccionado a ingerir.




Sin embargo, continuaba sin comprender las verdaderas intenciones de ese joven de rubios cabellos.




—Por qué tu vida tiene valor—respondió en automático mientras desinfectaba otra vez los cortes que le propinó al Uchiha con la espada, durante su combate.




—Mi clan fue exterminado, nadie te pagará una recompensa o rescate por mí—señaló, rompería la esperanza del rubio de obtener un beneficio por mantenerlo con vida.




El joven Samurai fijo sus ojos azules en el Uchiha ante tal revelación, si que se sorprendió por lo dicho. Después se levantó para traer más artículos de aquel baúl. Sasuke lo vigiló en cuanto se retiro de su presencia, tal vez ahora que se enteró de la verdad lo asesinaría. Bueno no lo culpaba, y la verdad para él sería lo mejor, ya estaba cansado de esta vida de porquería que se empeñaba en mantenerlo vivo.




No obstante, más que regresar con un cuchillo, el rubio traía más vendajes, además de hierbas medicinales, un mortero y sake.




En silencio puso unas cuantas hojas y semillas en el mortero, moliéndolos con una piedra de río.




—No buscó eso, para mí tu vida es valiosa, por eso no te dejé morir—manifestó instalando una cataplasma en sus propias tajos que ya habían dejado de sangrar, cubriendo con vendas cada lesión.




A continuación se dedicó a atender al Uchiha, acomodando también este compuesto vegetal y repitiendo el proceso de vendaje.




—¿Qué es lo que quieres de mí?—interrogó Sasuke, esos cuidados llenos de dedicación y devoción eran ineditos, propios de un amigo o amante, no de un enemigo que te tuvo compasión.




—Tu corazón—contestó sin más, revisando que su paciente no tuviera fiebre.




—¡¿Qué?!—expresó atónito, lo tomó por sorpresa esta declaración. Sin duda esta situación cada vez estaba más extraña.




—Me enamoré de ti—confesó con una completa formalidad en su voz, que indicaba que no estaba bromeando.




—¡Debes estar demente, estábamos por matarnos mutuamente en el campo de batalla!—le recordó a gritos Sasuke, era una completamente estupidez lo que ese tipo decía, nadie se mofaría de él así, en cuanto se recuperara se largaría de ahí.




—Eso fue antes de que nos emboscaran, estaba seguro que en cualquier instante moriríamos apuñalados, cuando nuestras espadas encontraran una abertura en la defensa del otro.—expuso prediciendo el resultado del combate cómo si fuera el clima, sin perder la serenidad ante la clara indignación del otro.




Luego agregó:




—Fue bastante obvio que los dos fuimos a ese lugar para morir por fin, no tenemos a nadie más en este mundo que nos importe o que espere nuestro regreso.—reflexionó con una voz cargada de dolor por la soledad, haciendo una expresión llena de tristeza en su rostro.




—Tú, ¿cómo?—tartamudeó boquiabierto, no creía que su oponente tuviera esa capacidad de leer su mente.




—Entiendo perfectamente, yo también he experimentado la soledad, he vivido en esta cueva casi toda mi vida. No tengo padres ni amigos, todos han perecido en las guerras, así que por eso me aliste en las tropas—dijo evidenciando eventos dolorosos de su pasado y la razón de ser un guerrero, no buscaba fama ni fortuna sino algo más funesto.—Cuando nuestras espadas chocaron, lo supe, tenías la misma mirada que yo, que grita "No me importa nada, quiero morir"




Sasuke abrió los ojos enormemente, ese completo desconocido comprendido a la perfección lo que escondía su corazón: dolor, tristeza, soledad y demás.




El rubio siguió hablando:




—Asi qué medité en qué no sería tan malo morir junto al enemigo, que has reconocido como igual, y que esperas que sea tu aliado en otra vida—expresó defendiendo su punto de vista con cierto aire espiritual.—Pero cuando vi que las circunstancias cambiaron, y que no nos mataríamos entre nosotros, a mi mente vino la idea "Debo correr, salvarlo, aferrarnos a la vida, por que quiero que estemos juntos"




Luego de recuperarse de la impresión debido a las fuertes declaraciones, el Uchiha retomo la palabra.




—Aún así, salvas a un enemigo y luego le confiesas que estas enamorado, es una completa locura, lo veas por donde lo veas.—replicó tratando de que su salvador advirtiera que era difícil de creer todo aquello—Ni siquiera sé tú nombre.




—En la guerra y en el amor todo se vale.—recitó ese viejo proverbio, tal vez lo que hizo fue un disparate pero ¿no se hacían a diario cosas así por un repentino amor? —Uzumaki Naruto ese es mi nombre. ¿Cuál es el tuyo?




—Uchiha Sasuke.




—Sasuke...—pronunció el nombre pausadamente como si lo analizara—Será un buen nombre para gemir esta noche.—anunció sinvergüenza alguna, ya tenía planes de sexo entre ellos




—¡Estas loco y eres un pervertido!—exclamó ruborizado ante la falta de pudor de Naruto.




—Nuestras heridas estarán curadas para ese entonces, no son tan graves, el preparado que elaboré hace milagros.—informó entusiasmado, aunque su compañero no estaba muy feliz—Deberías estar agradecido de que tendrás quien te caliente la cama como lo haría una mujer.—acusó.




—Tú no eres una mujer—contradijo mirándolo molesto, no le consolaba el hecho de que tendría sexo garantizado esa noche.




No le desagradaba tener relaciones sexuales, en su vida siquiera lo hizo con algunas féminas, pero hacerlo después de casi morir o con un tipo que apenas conocía y encima tan descarado, si era molesto.




—Tienes razón, seré mejor que ellas, te lo aseguro—afirmó con soberbia, acariciando el cabello desbarañado del Uchiha, sonriendo de oreja a oreja.—Puedes tomarme aquí o en la posada del pueblo, tú decides—ofreció con ese tono impertinente carente de pudor.




—Mejor en la posada, no quiero pasar frío durante el resto de la noche—respondió Sasuke, eligió ceder, tampoco era para ponerse dramático y huir como un cobarde.




—¡Me parece perfecto dattebayo!—celebró acomodándose en el suelo, al lado del Uchiha—Mientras guardemos energías.




Esa noche, Sasuke Uchiha meditaba mirando el techo de la habitación de aquella posada, donde Naruto y él se alojaron para consumar el coito prometido.




Uzumaki Naruto le resultaba un tipo raro, tonto y cabeza hueca, además de un insolente y atrevido en su forma de exteriorizar sus deseos. Sin embargo lo había rescatado, y por una extraña razón estaba cómodo con él, y su opinión no era producto de la increíble ronda de sexo que tuvo. Existía algo más.




Ambos estábamos hambrientos de amor...




Esa frase que acentuó Naruto mientras recibía todo el calor del Uchiha, hizo eco en este último.




Analizando esas palabras y su posible significado descubrió aspectos de sí mismo. A lo largo de su vida, desde que perdió a su familia, buscó su lugar y un propósito en este mundo, relacionándose con una gran cantidad de personas, sin embargo aunque estaba rodeado por compañeros de lucha, mujeres en su lecho, y adrenalina, sentía ese vacío.




Y ahora que estaba compartiendo ese futón cálido con Naruto, a pesar de llevar conociéndolo menos de un día, le brindaba una paz y dicha nunca antes experimentadas. Lágrimas de felicidad recorrieron sus mejillas, que raro hace unos años creyó perder la capacidad de llorar. Gimoteó un poco tratando de controlarse, provocando que el Uzumaki que permaneció dormido en su pecho se removiera y se acurrucara más.




El Uchiha abrazó a su acompañante, como si se hubiese convertido en lo más preciado para él, agradeciendo a cada Dios que pudo recordar que lo hayan puesto en su camino, pues con su encuentro ya tenía una razón para seguir viviendo.


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