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Y en sueños tal vez... (WangXian) por Tesschan

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Notas del capitulo:

Descargo: Módào Zushi y sus personajes le pertenecen a Mòxiang Tóngxiù, yo solo los he tomado prestados para esta historia.

Tema del capítulo: Batalla, donde sea que esté el caos, rectitud.

Capítulo 4:

Un Sueño de Caos

 

El viajero con su pesado corazón

parte solo por mil kilómetros,

sobre el oscuro río en la copiosa lluvia,

blancas cimas pasan veloces delante del viento.

(Ho Hsun, El viajero)

 

 

 

Trece años han transcurrido ya desde su partida, pero los recuerdos y el dolor siguen tan vivos como el primer día, al igual que la esperanza.

Trece años podrían considerarse mucho tiempo para aguardar por alguien, para mantener el luto, sobre todo si cada día, cada segundo parecen arrastrarse sobre el otro; sin embargo, para ti la espera podría ser eterna y no te importaría, porque es por él, siempre ha sido por él.

Un brillante destello en el cielo arrasa la noche y te pone en alerta; un anuncio de que alguien de tu clan está en problemas y necesita ayuda, por lo que partes a su encuentro.

Durante estos últimos años te has convertido en un alma errante, aquel que recorre en solitario caminos y aparece donde sea que esté el caos para ayudar desinteresadamente; aquel que protege sin esperar nada a cambio porque es un ejemplo de rectitud, pero, ¿lo eres realmente?

Durante estos últimos años tu vida ha sido un constante ir y venir, una búsqueda incansable de aquel a quien amas sosteniendo en alto la esperanza de volver a encontrarle.

Durante estos últimos años, solo has sido una pálida sombra de ti mismo; apenas un espejismo del hombre que realmente eres, porque tras su muerte él se llevó consigo una parte tuya y los demás no pueden notarlo, porque no te conocen, no te comprenden, fingiendo simplemente admirar tu rectitud, tu destreza, cuando son incapaces de percibir el enorme vacío que hay en tu corazón tras su pérdida. No son capaces de ver lo que te han robado.

El inconfundible sonido de una batalla resuena a lo lejos, poniéndote en alerta y despertando tus adormecidos recuerdos. Algunos terribles, como los de aquella guerra que tiñó la vida de muchos en sangre y pérdida; otros tantos de momentos más satisfactorios y felices, como un caprichoso enfrentamiento infantil a causa de un desacuerdo sinsentido, o el trabajo en conjunto para salvar sus propias vidas.

Son tantos momentos resguardados, tantas emociones las que anidan dentro de ti, que podrían formar una vida entera, y aun así te son insuficientes; porque en aquel momento no eran nada, o fingían no serlo; porque la guerra llegó antes de que pudiesen afianzar sus lazos y las batallas infantiles diesen paso al entendimiento de la adultez. Tuvieron demasiado poco tiempo para conocerse y se truncaron todas sus posibilidades antes de tener una oportunidad siquiera; porque, antes de darte cuenta, ambos estaban en bandos contrarios debido a que así lo imponía el mundo y sus creencias, haciendo que los sueños que un día tuviste por alcanzarlo, por conseguir su afecto, acabaran por romperse en mil fragmentos.

Y es por eso que durante los últimos años has vagado y has luchado, convirtiéndote en un modelo de rectitud y justicia, en alguien a quien admirar; aquel que acude desinteresadamente a donde sea que esté el caos para ayudar a otros. Sí, te has convertido en alguien que a ojos del resto es digno, y es porque deseas ser su escudo cuando él regrese; aquel que pueda protegerle como no lograste hacer años atrás, porque eras demasiado joven, demasiado inseguro; porque el enorme peso de las expectativas que todos tenían sobre ti fueron un grillete que te impidió seguir los dictados de tu propio corazón, obligándote a mantenerte en el camino correcto, la ruta de la rectitud.

El vibrante entrechocar de las espadas despierta en ti recuerdos, buenos y malos, más y menos dolorosos, pero cuando llegas finalmente al lugar indicado, tu corazón ligeramente se acelera, como si fuese un presagio que te grita «al fin».

Las notas del guqin resuenan altas y firmes en el caos de la noche, y el mal comienza a disiparse como un mal sueño, aunque no lo suficiente; y mientras ayudas e intentas hallar soluciones, mientras oyes a SiZhui y JingYi dar explicaciones, no puedes dejar de pensar en que el momento finalmente ha llegado, porque lo sientes o lo presientes, no estás seguro; pero sabes con total certeza que él está allí, en algún lugar, lo suficientemente cerca para que tu corazón resuene con el suyo en una armónica melodía que durante los últimos años ha permanecido en muda calma.

Por más que tus ojos lo buscan no lo encuentras, pero no pierdes la calma, porque si has esperado trece largos y angustiosos años para volver a verle, volver a hallarle, puedes aguardar un poco más, hasta que el destino los enfrente nuevamente. Porque así como tú sueles aparecer siempre donde está el caos, él suele ser siempre el caos mismo, motivo por el cual una y otra vez lo has buscado, esperando hallarle.

No obstante, en esta ocasión la espera no es tan larga como temes, y es al oír una conocida melodía en medio de la batalla que tu corazón regresa finalmente a tus manos, porque él está allí, ¡está allí! Y poco importa que sea con otro rostro y otro cuerpo, porque lo que siempre te ha importado sigue permaneciendo en el mismo sitio, en el correcto.

Y es entonces que sus miradas se encuentran y sus palabras vuelven a incitarte, como si fuese una batalla, como si tentara tu lucha; como si deseara torcer con sus provocaciones tu tan alabada rectitud, del mismo modo que lo hizo a los quince, a los diecisiete; del mismo modo que volvió tu mundo del revés sin siquiera saberlo.

Y es entonces que él sonríe de aquel modo que viste perderse en el tiempo, y es entonces que decides preservar aquella sonrisa. La guerra ha terminado y la sangre ya no mancha sus sueños; los años han transcurrido y con ellos el dolor se ha convertido en enseñanza. Y él sonríe abiertamente, provocando que el tiempo trabado tras su muerte vuelva a avanzar, lentamente, suavemente, convirtiendo los sueños de guerra y sangre, de eterno tormento, en algo más, en algo mejor. Porque él es guerra, batalla y caos; un caos total y absoluto que no deseas ni puedes combatir.

Notas finales:

Lo primero, como siempre, es agradecer a todos quienes hayan llegado hasta aquí. Espero de corazón que el capítulo fuese de su agrado y compensara el tiempo invertido en él.

Por lo demás, ya está aquí la viñeta número cuatro de esta serie y ya pasamos la mitad, solo tres más y acabamos. En esta oportunidad, los temas correspondientes eran: batalla, donde sea que esté el caos y rectitud. Por lo mismo, tomando «donde sea que esté el caos» como mi tema central, he jugado un poquito con el resto.

Espero que esta viñeta les gustase, como ven, ya apareció Wei Ying (por fin) así que ya tendremos a ambos protagonistas en las tres entregas que faltan. Espero las disfruten.

Nuevamente muchas gracias a todos quienes leen, comentan, votan y añaden a sus listas, favoritos, marcadores y alertas. Son el mayor incentivo para continuar por aquí.

Un abrazo a la distancia y mis mejores deseos para ustedes. Hasta la siguiente.

 

Tessa.


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