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Chewing-gum por AlesaBe19

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Notas del capitulo:

¡Buenas noches! Espero que les guste este capítulo, asi que ¡A leer!

All the dates

 

1 de Enero de 1982

 

—Si— Faux se inclinó hacia adelante

—No— Chewing-gum se quedó sentado en su lugar

—Si—

—Nop—

—Sip—

—No, no ama, ¡no!—

—¿No?— una risa larga y alegre apareció en el callejón. Faux miró ceñuda al niño antes de regresar a su lugar y cruzarse de brazos —Niño listo, ¡Siempre ganas!— se quejó mirando al bebé de cabellos rubios y ojos verdes con piel ligeramente tostada; una nube de vaho saliendo de sus labios, Faux miró la neblina blanca desaparecer a medida que avanzaba en el ambiente. Repentinamente el frío del invierno caló en su cuerpo haciéndola abrazarse a sí misma y mirar preocupada al niño —Aún así te la pondré— declaró tomando una bufanda que tenía a su lado. Se acercó a Chewing-gum y se la puso alrededor del cuello sobre otras bufandas que ya le había puesto. El niño hizo un puchero y su frente se arrugó mientras el cabello rubio se volvía pelirrojo. Faux ignoró el berrinche antes de volver a sentarse donde estaba mirando con preocupación al niño.

A principios de Diciembre, un amable hombre había desechado varias ropas rotas gracias a las polillas que había en su casa. Al ver a Faux y Chewing-gum temblando de frío decidió regalarselas. Faux puso como prioridad a Chewing-gum. Primero le puso un abrigo marrón que le enseñó un nuevo color a copiar, era largo con muchos agujeros redondos y manchitas rojas.

Después decidió que son protége (su protegido) tenía frío por su cabello azul así que le puso un chaleco que tenía un solo agujero delgado. Eso calmó su preocupación un poco. Pero Chewing-gum no tenía nada en la cabeza así que le puso un gorro que tenía un curioso agujero al centro y su respectiva manchita roja como el chaleco. Luego de eso comenzaron las nevadas y Faux entró en pánico, le puso otro abrigo, una bufanda, después una chaqueta, un segundo chaleco, después otra bufanda. Todo con unos agujeros y manchas rojas. Pobre hombre, tenía que tratar con tantas polillas.

Al final Chewing-gum era más una montaña de ropa que niño con toda esa ropa abrigadora encima, pero Faux estaba contenta con el resultado, son protégé no sentía ni un poco el invernal ambiente y por supuesto era casi imposible pensar en que se podía enfermar y necesitar medicamentos

—¡Ama!— gritó Chewing-gum tratando de quitarse algo, su cabello volviéndose de un rojo más intenso, casi similar al rojo del fuego, Faux casi temió que el niño estuviera en llamas, así que le quitó una bufanda. El niño suspiró y su cabello volvió al anterior rubio cenizo

—Tramposo— declaró la mujer mirando al menor con una pizca de molestia, acababa de ser manipulada, no tenía pruebas pero tampoco dudas. Chewing-gum, como si entendiera su molestia comenzó a reírse y agitar los brazos con dificultad

A pesar de ser el motivo por el que el pequeño niño se estaba burlando, Faux se sintió feliz; el pequeño niño había estado buscando a alguien, apá lo había llamado, en los últimos días y cada vez que pasaba alguien por el callejón gritaba llamando la atención, en algún momento temió que la gente decente llamará a los hombre de la ley por el escándalo así que tuvieron que moverse a otro callejón, esta vez en medio de una panadería y una oficina. Faux trato de explicarle a Chewing-gum que nadie más estaba con ellos, los demás mendigos seguramente se estaban escondiendo también y no se moverían hasta pasado el invierno, además de que tenía suficiente experiencia sabiendo que la gente decente tendría nada de compasión por ellos. En resumen estaban por su cuenta, así que dudaba que apá viniera pronto. Pero Chewing seguía buscando y esperando, tanto que hasta Faux estaba teniendo esperanza de que apá apareciera.

El sonido de una puerta abrirse llamó la atención de la mujer, la puerta de servicio de la panadería había sido abierta y por ella salió un muchacho cargando una bolsa negra. Faux sintió a Chewing removerse con entusiasmo, el pequeño niño había comenzado a reconocer la salida de la bolsa negra como la llegada de la comida en las dos semanas que ya tenían en el lugar. El muchacho los miro a ambos mientras abría el contenedor de basura.

—Buenos días— saludó tímidamente cerrando el contenedor luego de dejar la bolsa dentro

¡Salut!— gritó Chewing-gum, Faux lo miró orgullosa de escucharlo hablar francés, algo raro había pasado pues el niño, a pesar de ser francés solo hablaba en inglés así que Faux se había tomado la tarea de enseñarle francés, otra vez, pues al parecer ya se le había olvidado al niño tal vez porque nadie más podía hablarlo con él. El jovencito se vio incómodo al escucharlo.

—Oh, eh, gracias, supongo...— respondió dudoso, Chewing giró la cabeza, curioso. Faux miró al muchacho mirar con cuidado alrededor antes de acercarse a ellos. Por un momento quiso levantarse para irse, mucha gente antes se acercaba solo para golpearla, pero ahora tenía a Chewing-gum con ella y tenía que protegerlo, sin embargo el muchacho solo se acercó para sacar de su bolsillo un par de panes y entregarlos —Tengan, el pan de la bolsa siempre está duro y pasado—

—atias— murmuró Chewing tomando uno de los panes de inmediato. Faux miró el pan unos segundos antes de ver al muchacho

—No tengo dinero conmigo— explicó, sintiendo lo suave y esponjoso del pan en sus manos; era el primero en mucho tiempo que comía en buen estado. El muchacho agitó la cabeza mientras ocultaba sus manos pálidas en los bolsillos de su mandil lleno de harina.

—No tiene que pagarme señora, se lo estoy regalando, la señora Saige notó que siempre busca en la bolsa, así que decidí traerles un poco hoy, después de todo ¿es tiempo de fiestas, no?— Faux sintió su estómago gruñir y su pecho doler un poco —Además nunca había visto al niño de cerca, puedo jurar que era castaño ayer— Chewing-gum miró al muchacho cuando sintió su vista sobre él

—Ayer lo era, sí, pero hoy decidió ser rubio— explicó Faux partiendo el pan y guardando la mitad, a pesar de que era pan fresco y tenía mucha hambre, no podía asegurar que mañana tendría también. El muchacho miró extrañado a ambos

—Si usted lo dice, debo volver al trabajo. Buena mañana, señora— se despidió el muchacho antes de regresar por donde había venido. Faux comió el pedazo de pan con lentitud, saboreando cada migaja mientras veía la puerta de servicio de la panadería.

Ese chico era la primera persona decente en años que le regalaba algo de comida sin pedirle dinero a cambio.

—Extraño— murmuró cuando terminó su pan. Se levantó del suelo y decidió husmear en la bolsa del contenedor de todos modos, aún tenía que buscar la comida y cena del día

—apá— Faux miro a Chewing, el niño miraba la puerta de servicio, sosteniendo un pequeño pedazo de pan en su mano todavía. Faux abrió ligeramente los ojos mientras miraba la puerta con detenimiento

—Así que de eso hablabas, Chewing-gum— el niño se llevó a la boca el último pedazo de pan.

El sol opaco de invierno encontró a Faux y Chewing, horas después, en medio de un parque. Un gran parque que por el momento había abandonado su color verde a favor de la blancura de la nieve.Los faroles la habían guiado al sitio, uno que con mucha suerte era transcurrido por gente decente que tenía dinero, el suficiente para que pudieran regalarle un par de monedas a Faux.

Si era sincera consigo misma, podía decir que no recordaba la última vez que había pedido limosna, los años se la habían estado tragando hasta el punto en que solamente se dedicaba a husmear en la basura para conseguir algo de comer, después de todo no tenia algo por lo cual esforzarse como los demás, había estado lo suficientemente cómoda en las calles sin deseos de volver a ser parte de la sociedad, pero ya no podía darse ese lujo teniendo a Chewing-gum con ella

Los faroles se lo habían advertido, si quería mantener al niño con ella, entonces tendría que esforzarse, así como Fire, así como Ian, así como Gloria. Y estaba dispuesta a hacerlo, después de todo Chewing-gum se había convertido en su única compañía constante en los últimos días, la escuchaba, la seguía a todos lados y era muy entretenido ver sus cambios en cualquier parte de su cuerpo, valía la pena ganarse miradas de asco y odio por parte de las personas que no estaban de acuerdo con su existencia si de esa forma conseguía comida para ella y Chewing-gum

Hablando de

—¡Ama! ¡i! quelo i—Chewing-gum se había levantado del lugar donde había tomada asiento desde que llegaron, señalaba con insistencia los juegos que se encontraban en la parte central del parque, dando cortos saltitos que poco a poco le estaban sacando el gorro de la cabeza

—No Chewing-gum, necesito otros siete peniques para la botella de agua— negó alcanzando al niño y sentándolo en su respectivo lugar otra vez, acomodó el gorro gris de lana y le dedicó una mirada firme al infante que se rompió cuando suspiro por ver el cabello dejar nuevamente el rubio cenizo y comenzar a pintarse de rojo fuego —No jovencito, quedamos en que solo una vez por día ganarías, y ya se fue tu oportunidad de hoy— Faux parpadeó un par de veces cuando incluso los pequeños ojitos tomaron un color rojizo

—¡Ama!— gimió el menor, agitando los brazos, un puchero resaltando sus labios. Se ve tan tierno haciendo eso, admitió un poquito encantada por el curioso aspecto que estaba tomando el niño. Dándose cuenta de lo cerca que estaba de ceder se cruzó de brazos y gruño ofendida

—No, me niego, no vas a convencerme Chewing-gum, soy el adulto aquí y si digo no es no, así es como manda el presidente de los Estados Unidos— declaró firme, entonces se giró, lo suficiente para darle la espalda a Chewing-gum.

Ese niño, cree que puede manipularme cuando quiera, pues no, primero caería agua del cielo antes de que Faux se dejara manipular, eso seguro. La pelirroja asintió satisfecha consigo misma, tomó el vaso donde había estado recaudando las monedas que le daban cuando vio a un hombre acercándose, entusiasmada ofreció el vaso

—Feliz año nuevo, señora— saludó el hombre, sacando de uno de sus bolsillos un par de monedas para dejarlas en el vaso, el tintineo hizo a Faux sonreír

—Feliz año nuevo para usted también, y gracias—contestó mirando al hombre alejarse, con ansiedad metió la mano al vaso y sacó un par de monedas que resultaban ser 10 peniques, emocionada giró a donde había sentado al niño —¡Oh mira, Chewing! Son diez peniques, ahora si podemos ir a los- ¿Chewing-gum?— se interrumpió, mirando el lugar vacío, donde Chewing se suponía que debía de estar —¿¡Chewing-gum!?— gritó levantándose de inmediato, mirando a todos lados en busca de el pequeño niño, un dolor retorcido presentándose en su pecho cuando no hubo señales de cabello rubio o rojo

Mon Dieu

Faux metió el par de monedas en su bolsa antes de caminar al extremo contrario de la banqueta, agradeció al presidente que no hubiera demasiada gente en la calle por la fecha. Miró a ambos lados, sintiéndose peor por no ver un pequeño cuerpo caminando en algún lugar.

—Concentrate Faux, no puede estar lejos, seguramente se cansó y decidió regresar al callejón o...— se frotó las manos con fuerza antes de cruzar nuevamente y comenzar el camino de regreso al callejón que había tomado con Chewing-gum, el grito lejano de un niño alegre detuvo su marcha. A pesar de la poca gente en la calle, los juegos estaban invadidos por un grupo de niños, uno en particular gritaba cada vez que su columpio llegaba más alto

Seguramente...

—Por favor presidente, nunca me haz fallado— pidió corriendo a los juegos, deseando que de verdad el pequeño Chewing estuviera ahí. No quería volver a estar sola, siendo ignorada... Faux et je suis fou.

Salto a su vista una resbaladilla, otros tres columpios junto a un sube y baja —¡Chewing-gum!— grito, llamando la atención de todos los niños, miró a cada uno con creciente miedo al identificar ropas nuevas y en ningún lado la ropa maltratada por causa de unas polillas ¿Dónde estaba? Y entonces, de las barras de mono, bajó un niño, con cabello castaño y ojos rojos, con el mismo abrigo agujereado que Faux reconoció de inmediato, sin pensarlo se arrojó al suelo y abrazó al menor

—¡Chewing! Mon Dieu (Dios mio) ¿Por qué te fuiste?— preguntó, el dolor de su pecho desvaneciendo poco a poco, alejó al menor un poco para verlo al sentir algo más diferente, cuando lo reconoció abrió ligeramente más los ojos —Oh, por el presidente ¡Creciste! ¿por qué?— si no fuera por el abrigo, Faux podría jurar que no era Chewing, porque a pesar de cambiar el cabello, piel y ojos constantemente, nunca había cambiado su altura, ahora fácilmente podría confundirse como un niño de tres o cuatro años. El menor se retorció las manos, su cabello cambiando a un ligero color pelirrojo

—eria ugar, pelo no me lejo, olo ninos gandes— explicó apenas, señalando a los demás niños que habían regresado a jugar sin prestarles la más mínima atención. Faux suspiro, el eco del susto picando en su pecho

—Por Ronald Reagan, Chewing no debes de irte asi otra vez, te perderás cariño— explicó, acariciando el pequeño rostro que aún se mantenía tan tierno a pesar del crecimiento de altura. Por un breve momento había pensado que, como todos los que alguna vez conoció, Chewing-gum la había abandonado para irse a vivir una mejor vida lejos de ella, su vista comienzo a ser borrosa, Faux parpadeó sorprendida

—No lloles, ama, no lloles— pidió Chewing-gum quitando con sus manos pequeñas las gotas de agua que estaban bajando por las mejillas de la mujer, sintiendo también ganas de comenzar a llorar porque su ama no lo había regañado desde que lo había sacado de esa caja que olía mal. Faux se sacudió las manos

—No estoy llorando, solo estoy... ¡Enojada! No me vuelvas a hacer esto Chewing ¿Oíste?— señaló acusadoramente al niño que sin evitarlo comenzó a tener sus ojos brillando en lágrimas, sus ojos tornándose de un azul pálido. Faux no pudo sostener la fachada mucho antes de abrazar al pequeño con fuerza, temiendo que el niño desapareciera repentinamente —No te vuelvas a ir— susurró, sintiéndose miserable por necesitar de un niño que ni siquiera era de ella

—Si ama— contestó Chewing-gum, no queriendo volver a ser regresado a la casa de la mujer larga y el hombre feo, aún tenía miedo de él hombre gigante, a veces recordaba los gritos acompañados de los lloriqueos del niño bolita. Un ligero temblor lo hizo sacudirse y el miedo que había sentido aquella noche volvió provocando que volviera a llorar con fuerza y mojara el hombro de su ama, porque había corrido con mucha suerte de haber sido encontrado por su ama cuando el hombre lo dejó en aquella caja. Había tenido la impresión de que su mamá había sido lastimada por el hombre malo luego de que la luz verde la alcanzara, había sentido mucho miedo cuando ella gritó pero ahora estaba aquí, con él.

Faux por otro lado no recordaba cosas de su vida decente, nada además del profundo y terrible sentimiento de ser abandonada por sombras borrosas a las que llamaba desesperadamente para que se quedaran con ella, pero ninguna de las sombras se quedó, luego de eso había vagado por las calles de Londres, siendo ganadora de las miradas llenas de lástima de los demás vagabundos quienes a pesar de compartir situacion no se apoyaban en ella, no como Fire se apoyaba en Gloria y en su momento con Walter, porque ella era la loca, porque ella nunca sería de ayuda.

Ambos se quedaron abrazados, necesitados de afecto y desesperados por algo de tranquilidad y paz, cuando Faux sintió que podía levantar la cara y no se pondría a llorar otra vez soltó al niño que tenía la nariz de un curioso tono rojo al igual que sus ojos azules

—¡Bien! Ahora volvamos, compraremos la botella de agua y nos iremos al callejón— explicó con voz ronca mientras se enderezaba, sorprendida de ver que Chewing ahora le llegaba perfectamente a la cintura con ayuda del pompón que tenía la punta del gorro, la duda de si era recomendable cargarlo o no floto en su mente al mismo tiempo que el niño miraba añorante los juegos —Sin berrinches— advirtió de inmediato, ganando la atención de los ojos azules

Chewing-gum miró unos segundos los juegos antes de tomar la mano que Faux le estaba extendiendo y comenzó a caminar. La mujer asintió satisfecha caminando a donde recordaba que estaba una tienda. La perspectiva de algo de agua haciéndola apresurar el paso, no hubo mucho problema pues Chewing le siguió el ritmo apenas gracias a su nueva estatura, pero eso no evitó que tropezara torpemente un par de veces. Unos minutos más tarde Faux salía de un local, sosteniendo la mano de Chewing-gum y la botella de agua en la seguridad de su abrigo. Había sido un día agitado por lo que decidió ir directamente al callejón en vez de regresar al parque, ya mañana se pondría al corriente con la limosna

—¡No puede ser! Taylor, tiene un niño con ella ¿Será...?— Faux giró despacio, tratando de no mostrar que escuchó el chillido de la mujer que estaba caminando a unos metros detrás de ellos. El tono de urgencia le dio un mal presentimiento a Faux, tuvo un vista borrosa de una mujer castaña con un vestido, sujeta de un hombre de traje caro, la mujer los miraba a ella y Chewing-gum con detenimiento

Será mejor correr, pensó, a punto de cargar a Chewing-gum hasta que sintió el peso del niño hacerla trastabillar ¡Pesa mucho! El niño le dio una mirada llena de curiosidad por su movimiento, Faux entonces decidió que correrían, apretó la pequeña mano que sostenía y apresuró el paso

—Margaret, no creo que sea....— debatió el hombre, Faux pensando ya en las rutas que reconocía para poder escapar manteniendo un paso apresurado que no llegaba a ser considerado como correr

—¡Oficial! ¡Esa mujer es la que buscan, ella tiene al niño— esta vez no hubo delicadeza, Faux giró la cabeza por completo, un hombre de la ley estaba parado junto a la mujer de vestido que la apuntaba con insistencia. el pánico se apoderó de su ser y el instinto de correr antes de que fuera alcanzada la obligó a moverse

—¡Margaret!— advirtió el hombre de traje caro tratando de apartar a su presunta esposa del hombre de la ley que ya tenía su mirada sobre Faux que de inmediato trató nuevamente de cargar a Chewing-gum, consciente de que el niño no podría correr lo suficiente junto con ella

—Señora— llamó la voz del oficial, Faux no se atrevió a voltear esta vez, sosteniendo con fuerza al pequeño en sus brazos cuando se internó en uno de los callejones —¡Señora! ¡Deténgase! ¡Deténgase ahora!— el grito no hizo otra cosa más que motivarla a correr más rápido, los pasos pesados producían eco en la estrecha calle.

Al salir Faux cruzó de inmediato a la otra banqueta, el sonido de una bocina de un automóvil señalando que fue un movimiento imprudente, aun así no se detuvo, corriendo a otro callejón lleno de cajas que la hicieron tropezar y terminar en el suelo de rodillas y lastimando la carga en sus brazos

—¡Ama!— gimió Chewing-gum, sobándose las manos, Faux se levantó de inmediato al reconocer el eco de los pasos, la poca ventaja que había ganado al cruzar perdida cuando el hombre de traje azul apareció al inicio del callejón

—¡Corre Chewing! ¡Corre!— exclamó, jalando al menor de la mano para que la siguiera, estaban apenas a un par de calles del callejón donde siempre se quedaban, seguramente ahí podrían esconderse. El menor apenas y podía seguir el ritmo, tropezando constantemente

Otra orden para detenerse había sido gritada cuando salieron del callejón y tomaron la ruta que señalaba la banqueta. Faux aprovechó el movimiento para jalar a Chewing y volverlo a cargar entre sus brazos, manchas borrosas de los locales apenas eran notadas por Faux que esperanzada vió la entrada de su preciado callejón al costado de la panadería, nuevamente cruzó la calle deseando que alguno de los autos atropellara al hombre de la ley para que la dejara en paz, pero al dar una mirada atrás noto que el hombre estaba bastante cerca de ellos.

Un peso de cansancio se presentó en sus brazos, acostumbrados a cargar a un niño más pequeño del que llevaba, Chewing-gum había comenzado a llorar, si por miedo o por el pasado golpe Faux no estaba segura, había entrado en su callejón, su montón de ropa vieja puesta a un lado del contenedor de basura la hizo dudar un momento de su carrera al ver la manta de Chewing-gum, duda que le dió el tiempo suficiente al oficial para alcanzarlos

—¡Suelte al niño!— ordenó, una mano ya puesta encima del estuche que sin duda escondía el artefacto que usaban para matar. Faux se negó, apretando más a Chewing en sus brazos —¡Hágalo ahora!— gritó el hombre de la ley avanzando un par de pasos, apunto de dar el tercer paso una puerta lo golpeó tirándolo al suelo

Faux parpadeó sorprendida, descubriendo que la puerta no había aparecido de la nada, si no que era la puerta de servicio de la panadería y por ella se asomaba el mismo muchacho que esta mañana le había dado su primer pan fresco en meses —¡Lo siento! No lo vi oficial— declaró con una sonrisa antes de mirar a Faux quien apenas asintió antes de echar a correr otra vez. Salió a la calle y esta vez decidió esconderse en el callejón siguiente, la punzada en sus brazos la estaba haciendo temer que Chewin-gum podría terminar en el suelo nuevamente si sus brazos llegaban a ceder al cansancio

Antes de entrar dió una mirada atrás, el oficial apenas saliendo del callejón se sostenía la nariz y en cuanto identificó a Faux corrió en su dirección, Faux entró de inmediato, notando los contenedores en cada extremo del callejón junto a un montón de bolsas, recordando una persecución anterior se acercó a las bolsas con decisión

—Vamos, vamos— susurró, creando una especie de fuerte lo suficientemente grande para entrar ella y el niño, con cuidado entró y cubrió el agujero con otra bolsa cuyo contenido no deseaba conocer

—Ama— chilló Chewing-gum, seguramente incómodo con el olor. Faux de inmediato lo abrazó al reconocer distantes pasos

—Shhh— chitó, despacio y lo más bajo posible —shhh— repitió, dando caricias a la presunta espalda de Chewing tratando de calmarlo a pesar de que su propio corazón palpitaba de manera desenfrenada en su pecho. Solo para que se detuviera abruptamente cuando los pasos se hicieron más audibles y por un pequeño hueco pudo observar unos zapatos negros lustrados

—¡Escapó!— Chewing-gum se encogió en su lugar por el grito, Faux lo apretó más en sus brazos, pidiendo que el oficial se fuera —Aquí oficial Brown— habló en alto, un sonido de interferencia hizo a Faux preguntarse si estaba usando uno de esos aparatos que se usaban últimamente para comunicar a la gente —tengo a una sospechosa en los límites de Berkshire, en el caso del niño desaparecido, lleva con ella un niño de cuatros de años, claras señales de ser una mendiga— Faux escuchó atentamente, una interferencia y casi brinca cuando escucho la voz de un hombre

¿¡Cuatro años!? ¡BROWN! ¿Acaso hablo chino? Claramente dije que esta mañana que el niño tiene un año ¡CASI DOS! ¿Sabes cuánto es eso acaso? ¡Por dios Brown, deja de pensar en esa estúpida novia que tienes y concéntrate! Además, el que buscamos es azabache ¿De qué color tiene el cabello el niño?— la voz estaba distorsionada y lejana, pero claramente molesta, Faux sintió que Chewing temblaba en sus brazos

—R-rubio señor— contestó dudoso el hombre de la ley, comenzando a dar pasos vacilantes a la salida del callejón, no lo suficiente para que Faux pudiera salir

—¡Dios Terry! ¡RUBIO! ¿Sabes acaso la diferencia entre negro y rubio? ¡Maldito Idiota! El ministro nos tiene presionados en busca de ese niño y tu dando falsos avisos ¡CONCENTRATE DE UNA VEZ NOVATO! hubo un silencio tenso que Faux temió romper cuando una picazón llegó a su nariz por el pútrido olor del contenido de las bolsas, precavida cubrió la boca y nariz del pequeño con su manga

—sí señor, entiendo— contestó en voz baja el hombre de la ley, el sonido de interferencia volvió apenas unos segundos antes de desaparecer. Chewing-gum volvió a agitarse cuando un inconfundible sonido de golpes a la pared llenó el aire —Maldito gordo, siempre nos envía a nosotros y se queda el crédito...— la voz estaba agitada, molesta, una clara señal de que todavía no podían salir, no si querían irse sin tener problemas —...ademas no es culpa de Clare, ella solo quiere lo mejor para mi, y obviamente este trabajo es un asco. Debería de renunciar—

Faux contuvo el aliento, escuchando la voz quejumbrosa alejarse a medida que era menos claro lo que decía, aun así espero unos momentos más en silencio, esperando a que no fuera una trampa. Su concentración se perdió cuando el pequeño cuerpo que sostenía se agitó, de inmediato se levantó retirando las bolsas de encima suyo, respirando el aire fresco con verdadera necesidad.

Chewing-gum también aspiró, solo para comenzar a gimotear en clara señal de seguir llorando, con cuidado Faux cargó al niño y comenzó a arrullarlo, tratando de calmarlo mientras se alejaba del montón de bolsas —Shh, shh ya, ya pasó, tranquilo— Faux se acercó a la orilla del callejón con pasos lentos, mirando a todos lados por si el hombre de la ley seguía merodeando cerca sin dejar de acariciar la espalda de Chewing

Si lo que había escuchado era cierto, entonces los hombres de la ley estarían dando vueltas por la ciudad, después de todo estaban buscando a un niño, más pequeño que Chewing-gum pero no por eso Faux y él estarían a salvo, tan solo esta vez habían corrido con mucha suerte. Necesitaban moverse, ahora podrían regresar a las zonas residenciales, era más probable que buscaran en los centros comerciales que en las casas, así que necesitaba ir por sus cosas al otro callejón

Con mucha precaución y cuidado regresó a su callejón, alerta a la presencia de cualquier persona vestida de color azul oscuro o alguna señora usando un vestido, Chewing-gum en sus brazos comenzaba a calmarse cuando entró en su callejón, sacando su cara del hombro de Faux cuando esta lo bajo lentamente para recoger sus cosas

—Eso estuvo cerca, pero no podemos arriesgarnos, no otra vez....— Faux se palmeó el bolsillo del abrigo, aliviada de sentir la botella de agua aun dentro, Chewing-gum hipo y se llevó la mano a la boca, solo para hacer una mueca cuando sus dientes chocaron contra su carne —Están buscando a un niño, pobrecito, ojala lo encuentren— deseo de buena fe, porque si lo estaban buscando significaba que alguien lo quería, tal vez una mamá y un papá que esperaban por él niño, si ella se había sentido fatal porque Chewing desapareció de su vista unos minutos no quería saber qué sentían los padres

Pobres señores, pensó al tiempo que se acomodaba la maleta de ropa en la espalda como en las últimas semanas. Al sentir su carga segura miró a Chewing, el niño ahora solo hipaba cada cierto tiempo, sus ojos estaban ganando un color más fuerte que comenzaba a dejar de ser azul para dar paso a un violeta oscuro semejante al del amanecer

—Ahora, Chewing-gum, necesito que regreses a tu tamaño normal, no puedo cargarte así— pidió, aun sorprendida de que Chewing-gum pudiera hacerse más alto pero preocupada de que algún otro hombre de la ley los encontrará, el niño asintió , cerrando sus ojitos y apretando las manos.

Faux alzó las cejas cuando el niño brinco un par de veces en el mismo lugar, y luego brincó una tercera, esta vez abriendo los ojos que ahora eran notablemente violetas

—No puelo... ele ki— se quejó, mostrando la palma de su mano con motas de tierra y unas sospechosas manchas rojas, Faux de inmediato la acarició, sintiendo los bordes de las heridas. Tal vez no lo hizo con la suficiente delicadeza porque Chewing comenzó a llorar

—No, no llores, shh, tranquilo— tranquilizó dándole unas caricias en la espalda, tomando al niño entre sus brazos, Chewing se calmó unos momentos después soltando suspiros que le calaban en el corazón de Faux, que a pesar de sentirse fatal, sabía que debían moverse —Debemos de buscar otro refugio, apa nos ayudó a escapar, pero no correremos con tanta suerte— advirtió soltando el abrazo, Chewing suspiró con fuerza —Vamos dame, la mano— pidió, un poco triste porque ya no podría cargar a su niño como antes

—Si ama— 

 

~ * ~ * ~ Chewing-gum ~ * ~ * ~

 

Julio de 1983

Estaba olvidando algo.

Cuando tu cerebro grita ¡Olvidas algo! pero es tan malo que no te recuerda que, así se sentía; era una extraña sensación que la estaba persiguiendo desde hace unos días, desde que despertaba hasta que se iba a dormir. ¿Tal vez había olvidado peinarse? ¿Recoger algo? ¿Atarse las agujetas? Quien sabe, por más que trata no puede acordarse, de verdad se le olvido

—....an, despieta, tenemos que inos— tal vez hoy sí podría acordarse. Abrió los ojos con cuidado, recordando donde se había quedado a dormir la noche anterior; su justificación había sido el calor, Inglaterra solía ser frío durante los primeros meses del año por lo que sí podía, entonces se quedaba afuera a disfrutar de las temperaturas cálidas que traían los demás meses, por eso decidió que se quedaría debajo de un puente.

La luz del día era brillante por decir menos, se sintió inmediatamente llena de energía por la vista de un cielo despejado y un clima templado. Estiró los brazos y finalmente se levantó de la cama de cartones y periódicos que había hecho para amortiguar lo duro del suelo, sacudió su cabello pelirrojo para quitarse la tierra. Solo entonces buscó a su acompañante.

Ni siquiera tuvo que buscar, porque él estaba frente a ella, un cabello rizado castaño abundaba en su cabeza, su piel era pálida con algunas pecas que resaltan los ojos verdes. Faux sonrió y sin evitarlo tendió una mano para acercar al pequeño niño a ella en un asfixiante abrazo

—¡Te ves tan guapo Chewing-gum!— chillo el halago apretando al infante solo para después sacudir el cabello que esta vez era suave, jamás olvidaría la vez que se sentía como pasto por lo corto que estaba

—¡Maman! D-eja, ¡Acabó de peinalme!— sacudió el menor con enfado, consiguiendo que la mujer mostrará una sonrisa aún más grande pero dejó ir al menor que se retiró de inmediato, sus manos tratando de acomodar el cabello que había comenzado a tener las raíces color cereza

Chewing-gum, él era el único que acompañaba a Faux, algo ciertamente obvio suponiendo que era su hijo; le pertenecía a ella debido a que lo había encontrado en un contenedor de basura hace años. Exactamente cuantos no sabía, lo que sí sabía era que Chewing-gum tenía una increíble habilidad para transformarse, cambiar su cabello, sus ojos, cara, cualquier cosa. Y estaba en los terribles cinco, la edad donde los niños comienzan a hacer preguntas

—¿Qué tienes con mi cabello? siemple lo aduinas— preguntas como esta, Faux agitó la mano, minimizando el tema mientras recogía sus pertenencias.

Faux era un mujer de la calle, una mendiga, una que no recordaba cosas tan básicas como su nombre verdadero o su edad, algunos la habían llamado la loca Faux por las cosas incoherentes que decía.

—Deja de quejarte Chewing, debemos de apurarnos, a esta hora alguien ya debió de vernos y aviso a los hombres de la ley. No tardaran en venir— el niño gruñó, su cabello volviéndose rojo por completo haciéndolo sentir miserable, porque él quería mantenerlo del mismo color el resto del día, detestaba cuando cambiaba constantemente.

Faux tardó apenas unos minutos en hacer su maleta de siempre, donde cargaba dentro ropa vieja que usaba durante el invierno con algunas baratijas que ocupaba algunas veces y otras que encontraba en la basura y podía vender después. Chewing-gum tenía una similar cuando ambos partieron, alejándose justo a tiempo para ver a dos hombre de traje oficial acercarse a donde habían pasado la noche.

Chewing-gum miró a ambos hombres con una pizca de miedo; por alguna razón tenían un movimiento constante cuando se intervenía a un niño en su misma situación, es decir, mendigo, había pasado desde que se dio la alarma de un niño desaparecido en Little Whinging, por alguna razón las autoridades creen que el niño era parte de los mendigos por lo que Chewing-gum era constantemente confundido con el niño perdido. Una tontería suponiendo que él tenía cinco años y el niño tres apenas.

—¿A donde ilemos hoy, maman?— preguntó unas calles más adelante, manteniéndose a la altura que Faux para poder conversar con tranquilidad

—Necesitamos llegar a una zona residencial, tenemos suficiente comida para evitar buscar en los contenedores por un par de días— Chewing-gum hizo una mueca, nunca le gustaba la comida de los contenedores, sabía muy mal a comparación de la comida que raramente compraban, lo que solía ocurrir cuando recibían monedas de más cuando pedían limosna, que sucedía muy pocas veces. Además su mamá solía enfermarse cada vez que comían de lo que encontraban en los contenedores

El menor mantuvo su mirada ceñuda abajo mientras caminaban por las calles hasta que escuchó a un par de niños reír, sus ojos verdes miraron a sus semejantes al otro lado de la calle, ambos vistiendo un uniforme escolar. Su paso se detuvo unos segundos, los niños tenían con ellos una mochila cada quien, donde seguramente llevaban libros y libretas, lápices y ese tipo de cosas que usaban en la escuela y que Chewing nunca había podido tener.

—¿Pol qué no puedo il a la escuela?— preguntó retomando el paso, mirando a Faux con sus ojos brillosos, la mujer de cabellos rojos suspiro

—Porque no tenemos el dinero— contestó dando una mirada a su alrededor, tratando de encontrar un farol al que pedirle indicación de adonde ir, el niño frunció el ceño

—¿Y si ahodo dinelo de la limosna? Tal vez pueda juntal para il— sugirió mirando a los niños caminar en la otra acera, ahora podía asegurar que la señora detrás de ellos podía ser su mamá

—No lo creo, eres demasiado joven, ademas ¿que sucede con esa r?, no puedes decir ferrocarril sin cambiar los ojos a rojo— comentó con un poco de burla, recordaba que los niños de cinco podían hablar bien, Bers lo hacía, claro que con el tono tierno e infantil, pero Chewing-gum tenía problemas para pronunciar algunas letras, la más notable era la r

El menor arrugó la nariz, ofendido; detuvo su paso y tardó un par de segundos que Faux lo notara, al hacerlo volvió los pasos dados y miró curiosa a su hijo, una vaga idea de lo que iba a suceder a continuación. El niño cerró los ojos, concentrándose, repitiendo la palabra en su mente tres veces, Faux esperó paciente y supo que era el momento cuando unos ojos grises le devolvieron la mirada

—Fedocardil—

Faux se mordió el labio, evitando reírse, pero el cambio inmediato de los ojos y las raíces del cabello a rojo la supero dejando que su risa saliera libre mientras que Chewing detenía el cambio y regresaba al cabello castaño y los ojos verdes, dejando lo único rojo mostrarse en sus pálidas mejillas.

Qué vergüenza

—¡Deja de leilte!— gritó mirando acusadoramente a su madre, Faux se sacudió en un par de risas más antes de cubrir su boca con la mano, sus ojos mostrando tanta diversión como sentía pero conteniéndose para no hacer enojar más a su hijo que estaba adquiriendo un curioso color rojo en la piel

Tardó otro poco para que pudiera confiar en que su voz no saldría con un tono de burla, sus ojos castaños notablemente alegres.

—¿Lo ves? Hasta que puedas hablar bien, y tengamos el suficiente dinero, entonces podrás ir— aclaró, Chewing-gum arrugó la nariz y su descontento se mostró cortamente en el color rojo brillante que sus ojos adquirieron un segundo, pero aceptó las palabras de su madre, después de todo ella no le había dicho un no definitivo, como aquella vez que le pregunto porque no tenía a un papá como los demás niños

Faux por su parte frunció el ceño, molesta consigo misma por mentirle a su hijo, así como estaban las cosas, dudaba que alguna vez Chewing-gum fuera a la escuela alguna vez.

—Entonces, si ya terminaste de enojarte, avancemos, necesitamos encontrar una casa antes del anochecer— por mucho que le gustará a Faux disfrutar de las noches cálidas, tenía con ella a un niño que a la menor oportunidad podría enfermarse. Chewing-gum asintió, comenzando a seguir a su madre, repitiendo mentalmente cualquier palabra que no pudiera pronunciar correctamente

Pero al cabo de un rato se aburrió y decidió ver a su alrededor; no recordaba que alguna vez se quedaran en esta parte de la ciudad, aunque había muchas cosas que no recordaba, maman decía que era por culpa de ella pues tampoco solía recordar muchas cosas de antes mientras que otras las olvidaba casi al instante. Chewing-gum podía decir que estaba de acuerdo con ella, a pesar de que había algo que siempre recordaba claramente; un risa fría, íntimamente, un grito horrorizado y una brillante luz verde que a pesar de parecer bonita le daba escalofríos y una sensación de tristeza. Aun así le gustaba ese verde, era un verde tan brillante y único, porque nunca lo había visto en otra cosa que no fueran sus recuerdos, a pesar de lo inquieto que lo ponía

—¿Que piensas, mon fils(hijo mio)?— el pequeño niño parpadeo, un poco desorientado

—nada maman— contestó volviendo a mirar las tiendas de la calle, esta vez consciente de todos los niños con uniforme a su alrededor, un poco más adelante pudo ver una escuela lo que explico la cantidad de niños, inseguro por la cantidad de gente que le daba miradas de asco por su ropa se acercó a su madre

—¿Nada? Tienes los ojos azules Chewing— señaló Faux mirando el par de joyas azules, el niño parpadeó un par de veces, cada vez más cambiando el tono hasta que el verde volvió, el sentimiento de enojo haciéndolo arrugar la nariz

—¿Pol qué no puedo mantenelo, maman?— preguntó, ambos pasando un grupo de niños que apresuraron el paso cuando una campana se escuchó dentro del colegio. Faux les dio una mirada a los niños con la vaga idea de que Chewing estaba triste por no quedarse con ellos en la escuela

—No lo sé, cuando eras pequeño podías— explicó, recordando una pequeña copia suya —Por desgracia nunca compre el instructivo— añadió tardíamente ante la mirada de infantil frustración que Chewing-gum le estaba brindando

—¿Pol qué los demás niños no tienen este poblema? ¡Siemple son iguales!— se quejó, agitando su pequeña bolsa donde Faux sabía que tenía la manta con la que lo había encontrado en el contenedor de basura, un par de rizos volviéndose rosados y regresando a ser castaños inmediatamente, un cambio casi imperceptible si no fuera porque Faux estaba viendo a su hijo hacer berrinche

Así que no se dio cuenta del hombre que se detuvo a ver a ambos por el cambio de pelo, sus ojos llenos de sospecha, desvió su camino y con cautela comenzó a seguirlos

—Tal vez porque ellos si tienen el instructivo— sugirió, pensando en si alguna vez había visto dicho objeto en alguna vitrina, tal vez y con un poco de ajuste podría comprarlo para que Chewing pudiera controlar los cambios

—¿Y pol qué tú no puedes cambial, maman? A lo mejol así me ayudalias— Faux negó con la cabeza, su marcha se detuvo para poder ver fijamente al menor, el hombre se detuvo y con discreción miro una vitrina fingiendo ver los productos su atención por completo en la conversación

—Ya hablamos de esto Chewing—recordó con voz plana, los ojitos verdes cambiando a un brillante amarillo que hizo al intruso temblar ante la semejanza con los ojos de un licántropo su curiosidad se elevó y olvidando que debía esconderse miró abiertamente al par

—Pero maman...—

—No Chewing— Faux detuvo la queja, tomando las pequeñas manos entre las suyas —Es la verdad y siempre lo será— aseguró tranquila, aunque sentía una terrible presión en el pecho cuando recito su único recuerdo permanente con pesar —Je suis un menteur, faux et je suis fou— el hombre inclinó la cabeza, confundido por el idioma —Nunca seré igual de especial que tú, Chewing-gum, a pesar de ser tu madre— y eso era algo que ponía triste a Chewing-gum, porque sabía lo que esa frase significaba, porque no le gustaba en lo más mínimo que su madre se dijera a sí misma loca o falsa, eran unas palabras muy feas que nunca le gustarían

—Peldón, maman— Faux se sintió culpable cuando los ojos se volvieron azul celeste y lágrimas pequeñas salieron

—No es tu culpa, Chewing, es algo que siempre supe, incluso antes de que tu llegaras, así que deja de estar triste, seguramente si te calmas podrás dejar de cambiar y volverás a tener control de los cambios— Chewing asintió, su vista borrosa por las lágrimas, pero aun así logró atisbar la sonrisa tranquilizadora de su madre que solo aumentó cuando volvió a ser correspondida por una mirada verde esmeralda

—¿Disculpen?— interrumpió el desconocido acercándose con cuidado para no asustar a nadie, su propósito no resultó cuando Faux inmediatamente se enderezó y puso detrás de ella a Chewing, protegiéndolo de la vista del hombre que aún se mantenía curioso, cuando la mujer de cabellos pelirrojos comenzó a dar pasos hacia atrás volvió a hablar —Ah no, yo no quiero hacerles daño, es solo que note el problema de su hijo— explicó, luchando contra el impulso de avanzar el espacio que la mujer había puesto entre ellos

—¿Problema? Chewing no tiene ningún problema, ademas ¿Quién es usted? ¿Un hombre de la ley?— el desconocido hizo una mueca, la desconfianza era palpable en las preguntas lanzadas, le dio una mirada al niño que había captado su atención; si tuviera que adivinar no tendría más que unos cinco o seis años, lo que le hizo calar hondo en su corazón cuando una chispa de esperanza apareció al ver que era un niño de la calle

Pero no era Harry, su Harry

—Mi nombre es Remus, y no, no soy....policía... soy maestro, en un colegio que estoy seguro que Chewing podrá asistir cuando sea mayor— explicó con cuidado, la seguridad de que el niño era un metamorfomago apareció cuando el cabello del niño,que se asomaba con cuidado, cambio del castaño a un brillante dorado

—¿Un colegio?— preguntó con voz esperanzada, Remus no pudo evitar sonreír en su dirección con cariño, su corazón destrozado sintiéndose mejor por ayudar a un niño

—Chewing-gum no irá a ningún colegio— negó la mujer, sus manos sosteniendo firmemente al pequeño que inmediatamente vio a su madre con una mezcla de sorpresa y dolor. Remus sintió a su lobo gruñir ante la negativa, agradeció la lejanía de la luna llena cuando pudo someter rápidamente el sentimiento de ira

—Lo hará, algún día— susurró con cuidado cuando la mujer avanzó otro paso hacia atrás —Hogwarts tendrá las puertas abiertas para él cuando tenga once años, y entonces podrán ayudarle a controlar los cambios— afirmó confiado en que ese niño llegaría al colegio algún día y que su habilidad sería sometida con práctica, la razón de su acercamiento solo había sido para advertir a la mujer, después de todo la intolerancia a la magia era la causa por la que su cachorro estaba perdido, no quería que este niño sufriera abandono solo porque su madre no entendía los cambios corporales que sufría debido a su metamorfomagia

—No irá a ningún lado, siempre estará aquí conmigo, aprenderá solo a controlarse— contradijo la mujer con firmeza, ganando otra mirada herida del niño que se escondía detrás de ella

—Maman...— trató de intervenir, esperanzado de poder ir al colegio que el hombre mencionaba, la necesidad de controlarse como prioridad, después de todo, a los demás niños les daba miedo que pudiera cambiar, seguramente porque ellos ya tenían suficiente práctica, mientras que Chewing no

—No Chewing, este hombre solo trata de engañarnos— declaró con seguridad Faux, después de todo el hombre vestía ropa de gente decente, gente que los trataba de lo peor, no era posible que alguna vez alguno de ellos que no fuera apá pudiera, o quisiera, ayudarlos, además de que la perspectiva de que Chewing-gum se fuera y la abandonara le aterraba por completo —Vámonos— ordenó con voz firme, sosteniendo la mano de Chewing-gum y caminando con velocidad para alejarse del desconocido

—¡Maman!— gritó el menor en protesta pero su madre siguió caminando, lo único que pudo hacer fue mirar hacia atrás donde el hombre se había quedado parado sin seguirlos, agito la mano en despedida y decidió mejor seguir a su madre que por poco lo arrastraba

Mientras Remus se quedó ahí, la vaga sensación de que solo había metido la pata, otra vez, zumbando en su cabeza. Había cometido muchos errores en su vida, los suficientes como para considerar que su licantropía era suficiente castigo para él, hasta que cometió el peor, un error cuya redención aun no terminaba, nunca terminaría, no si nunca encontraba a Harry

Repentinamente se sobresaltó cuando una mano toco su hombro y lo agito, sus reflejos de hombre lobo saliendo cuando empujo la mano y un gruñido salió de sus labios antes de que el aroma a hierbas y libros llegó a su nariz, se calmó de inmediato y le dio una mirada de disculpa al hombre a su lado, sus pensamientos demasiado profundos no le habían permitido darse cuenta de cuando el mago apareció a su lado

—¿En serio? Pensé que estabas más controlado que eso, Lupin— comentó el mago de túnicas negras, sacudiendo su ropa muggle negra para disimular el temblor de su cuerpo por el miedo de ser víctima de un reflejo licántropo, otra vez

—¿Qué haces aquí, Severus? Creí que ibas a quedarte en Hogwarts hasta que los niños abordarán el tren— preguntó evadiendo por completo el tema de su control, sabiendo que a su compañero le desagradaba por completo el que fuera un hombre lobo

—¿Ya revisaste el lugar, Remus?— preguntó en su lugar Snape, mirando alrededor para reconocer a donde había llegado, después de todo había usado el traslador de doble vía que llevaba el hombre lobo con él

Había estado aburrido en su oficina cuando su jefe, Albus Dumbledore, director del colegio donde trabajaba, le avisó que Remus había ido al mundo muggle luego de que se diera una alarma de avistamiento de un niño en situación de calle menor que probablemente podría ser Harry Potter; el niño que había desaparecido dos años atrás al ser abandonado por su estúpido tío en un contenedor de basura

Una de las cejas de Severus se elevó cuando el hombre lobo dio una sacudida y miro el suelo con pena

—No... todavía no, lo siento, me entretuve con algo— se disculpó, mirando la dirección en que la mujer pelirroja se había llevado al niño metamorfomago con ella, esperaba no haber obrado mal al decirle de Hogwarts

—¡Por Merlin, Lupin! ¿y si fuera una alerta verdadera? ¿y si Potter estuviera ahí?— gruño, mirando en ambas direcciones para discernir a dónde deberían de ir, una queja que le daría al director sobre lo inútil que estaba siendo el hombre lobo en la tarea de buscar al niño comenzando a formarse en su cabeza hasta que una mano suave lo tomó del hombro, de inmediato la quitó pero el hombre de cabellos color miel y ojos verdes no se vio ofendido

—No estaba—afirmó cuando se vio con la atención del par de ojos color ónix de su compañero —los de la policía muggle llegaron primero, al parecer la alarma fue falsa porque no había nadie en el lugar— aclaró ante la mirada inquisitiva de Snape que bufo

—Como no existen hechizos para desaparecerse— comentó irónico cruzándose de brazos

—Uno de ellos tiene un detector de magia, si así fuera de todos modos los habrían atrapado— repuso Remus con cansancio, reconociendo a donde iba la conversación antes de que compañero siquiera contestara

—Claro, como confías mucho en tu conocimiento de cómo actúan los muggles ¿no?— escupió con veneno, haciendo que Remus se sintiera culpable, como siempre que llegaban a este punto de la discusión

—No tengo porque justificarme contigo, Severus— contesto como excusa, una muy débil que solo dio pie a que el mago de ropas oscuras siguiera con sus ataques verbales que tenía que evitar cuando ambos se encontraban bajo la vigilancia de Dumbledore

—Claro que no, después de todo no fui yo quien puso a Potter en casa de sus tíos, y tampoco fui a quién acudiste cuando tu torpe plan Gryffindor para quedarte con Harry no funcionó y solo provocaste que Dursley se deshiciera del mocoso— para toque dramático Snape aplaudió, toda lo burla plasmada en el acto. Remus resoplo exasperado por la actitud de su compañero 

—¡No sabia que Petunia tenía marido o un hijo, la última vez que supe de ella fue antes de que James y Lily se casaran!— medio gritó medio masculló, sintiendo cierto grado de culpa ante la mirada herida de Snape, como cada vez que se hablaba de Lily enfrente de él, que en los últimos años había sido frecuente con su hijo perdido en las calles de Londres

—Ahora, si, fue mi culpa por poner la compulsión en la casa sin verificar que Petunia sería la única afectada, también fue culpa mía que cuando Vernon Dursley estaba frente a mi con Harry en una cesta apareciera a Harry en el asiento del coche— a este punto Remus escuchaba en sus oídos a su lobo gimiendo herido, consumido por la culpa de sus acciones pero no se detuvo, sabiendo que a pesar de ser el causante de que Harry estuviera perdido había tenido razón en una cosa: —Pero recuerda esto, Severus, la compulsión solo aumentaba los sentimientos negativos, y si Vernon Dursley fue lo suficiente bestia para dejar a un niño en la basura fue porque el odio ya estaba ahí, y no puedo decir que me alegra saber que por culpa mía evite que Harry sufriera de violencia por parte de un tío golpeador—

Y antes de que Severus pudiera reaccionar y contestar con algo Remus se apareció, abandonandolo en una calle vacía de Londres, sabiendo que si Harry Potter se hubiera quedado en el número 4 de Privet Drive, tal vez no hubiera llegado vivo a los once años, como su tía Petunia.

Notas finales:

¡Muy bien! Y diganme ¿Qué les aprecio? En general espero que les haya gustado y resolviera sus dudas sobre quien era el muchacho del orfanato.

Y no, no me equivoque en las fechas o la edad que le asignan a Chewing porque recordemos que Faux tiene una perspectiva diferente de las cosas que evita que encuentre algo mal con los cambios de Chewing. Mientras que este mismo apenas un niño entiende que onda con su vida, por supuesto esto alterara el rumbo de la vida del niño a futuro, ¿cómo? ya lo verán

Les agradezco los comentarios ¡Los amo mil! Si tienen alguna duda o correccion con gusto les contestare. Espero que se encuentren bien y tengan una agradable noche, sin más me despido

Próximo capítulo: Lo que una madre hace

 


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