Capítulo 8: Confianza
Hay mucho alboroto en el castillo, escuche el rumor de que alguien importante para el príncipe está por llegar, pero en el tiempo que llevo viviendo aquí, nunca he escuchado de alguien que sea cercano a Seto, y me siento un poco ansioso por conocer a esa persona, ¿será una doncella? O ¿talvez un chico joven y apuesto con clase?
Esta semana he dormido en la habitación de Seto, pero durante el día no nos hemos visto mucho, estaba acostumbrándome a pasar mi día con él, pero desde que se recuperó en su totalidad siempre es llamado a estar con el general del ejército del reino, hablando de estrategias y contrataques para la guerra.
Parece una mentira que una guerra este por pasar, ya que los días felices son más brillantes cada día, como si nada estuviera por pasar a la vuelta de la esquina. Yo también tengo que ser eficiente y poner todo mi esfuerzo en la espada, no quiero que por mi culpa Seto termine herido, o peor aún... no quiero ni imaginármelo.
Descubrí una magia extraña y súper compleja que me gustaría usar, como una protección divina, solo que se necesita de mucha energía vital, un gran sacrificio que pagar para llegar a tener ese poder, así que antes de ponerme a experimentar con eso, tengo que fortalecerme más y más para poder realizar lo que deseo.
Es un camino largo ya que recién comencé a entrenar y a descubrir mis poderes, los 4 sabios que me enseñan dicen que aprendo rápido, pero no es la rapidez que necesito, debo ser excelente, un experto, un magnifico.
Bajo directamente a la biblioteca, si quiero tener un buen nivel de conocimientos debo estudiar el triple de lo que hago ahora, pido permiso para sacar unos cuantos libros sobre hechizos, me traslado a la cocina y pido que me preparen unos cuantos bocadillos para llevarlos al jardín, como un picnic, pero esta vez estaré solo.
Tengo tantas ganas de verlo, pero no quiero ser una molestia o interrumpir una reunión importante. Me siento en el jardín dejando los libros a un lado y la canasta con los aperitivos en otro, tengo mucha tarea que hacer para los sabios, practicar mi alquimia y estudiar estos libros, por lo que deduzco que este día va ser muy largo.
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Odio estas reuniones sobre la guerra, son largas y tediosas, y no hacen más que empeorar con el pasar de los días, me parece una exageración hablar sobre una guerra que no estamos al cien por ciento seguros que va a pasar, la relación con los otros reinos es más que satisfactoria, además de que no creo que alguien quisiera meterse con nosotros teniendo la armada más grande de la región.
Pero bueno, vale la pena estar prevenidos, además que gracias a todo este lio he conocido al amor de mi vida. Extraño mucho pasar mis tarde con Joey, pero también él está enfrascado en sus estudios, solo nos vemos las noches para dormir, me he acostumbrado tanto a su compañía que me es difícil dormir sin el en mis brazos.
El día de hoy el palacio está demasiado ruidoso, y eso se debe a que esperan la llegada de mi primo Atemu, que viene de uno de sus viajes a quedarse en el castillo para apoyar en esta absurda guerra imaginaria.
Salgo de la sala de reuniones y quiero regresar a mi habitación con urgencia, tomar un baño y descansar, pero aún hay muchas cosas que debo hacer antes, entre ellas recibir a Atemu.
Me dirijo a uno de los baños del palacio y lavo mi cara, necesito un respiro antes que nada, cuando camino en dirección a la parte principal del castillo, veo a Joey sentado en el jardín interior leyendo mientras como una manzana, me apoyo en el barandal de cemento mirando hacia el jardín, a Joey más bien.
Tan concentrado está en su lectura que no se da cuenta de que lo observo, así que me acerco a el poco a poco hasta llegar donde está, me pongo en cuclillas a su altura, le retiro el libro a lo que se sorprende y le planto un beso que le deja sin aliento, tarda un poco en asimilar la situación hasta que por fin entiende y corresponde abrasándome por el cuello.
Quiero que estos momentos sean eternos, solo nosotros dos, amándonos sin prejuicios, sin leyes, sin problemas, por sobre todas las cosas. Al separarnos me regala una hermosa sonrisa, sin duda su sello personal, tan brillante como el sol, tan cálido como la tarde, tan Joey Wheller.
- Me asustaste, por un segundo pensé que eras alguien mas
- ¿Quién más podría ser?
- No lo sé, alguien a quien le guste mis encantos
- No quiero ni imaginar a cuantas personas tengo que despedir por caer ¨en tus encantos¨
- Que exagerado, le soy súper indiferente a todos los de este castillo, ni las doncellas me miran dos veces
- Insisto, no les conviene
Me empuja un poco hasta que caigo sentado en el césped, me gustaría quedarme un rato más con su compañía y hablar de temas tan aleatorios pero entretenidos a la vez, solo porque salen de su boca, pero estoy retrasado y un Kaiba nunca llega tarde, me despido de el con un corto beso y le digo que me espere en el comedor para comer juntos.
Camino mientras estiro mis brazos por sobre mi cabeza, muevo mi cuello de lado a lado, llego al gran salón donde está el trono y mi padre sentado, hace mucho tiempo que no lo veo, el también atiende asuntos grandes y secretos de los que aún no soy parte, pero una vez que comience mi reinado me pondré al día con ellos. Me paro a su lado, el lugar de un digno príncipe.
- Llegas tarde
- Discúlpeme padre, me entretuve con unos asuntos
- Espero que fueran de urgencia
- Fue la reunión con el general –una pequeña mentira, de la que no tiene que enterarse jamás, como muchas otras
Segundos después la puerta del gran salón se vuelve a abrir, y me sorprendo de ver a mi primo después de mucho tiempo que partió del reino en busca de ¨aventuras¨, usa su uniforme militar color azul oscuro, se inclina frente a mi padre en una muestra de respeto
- Querido Atemu, soñamos con tu regreso, y lo has hecho en un momento oportuno
- No iba a dejar que el príncipe Seto se quede con toda la gloria
- No te preocupes tú vas a brillar en esta guerra – bajo los escalones alejándome del trono y poco a poco camino hacia Atemu, le sonrió y le abrazo con todas mis fuerzas, mi primo es la persona en quien más confió, después de Joey claro, y me alegra mucho que este de regreso, un día solo tomo su camino y decidió viajar sin descanso, hace mucho tiempo que no lo veía.
- Muchachos, me retiro, príncipe acompaña a Atemu y ponlo al día
- Si, Padre
Cuando mi padre se aleja, salimos de la sala del trono y no ponemos rumbo a l salón de juntas, en el camino le comentó todo este asunto de la ¨Próxima guerra¨ que está por venir, según oráculo claro, y sobre las dudas que tengo con respecto a la misma
- Bueno no es de extrañar que tengas dudas, no existe un ambiente bélico por la zona, pero si hay algo que me inquieta
- De que estas hablando
- Hace un tiempo estuve de visita por uno de los templos más lejanos del reino, sentía mucha curiosidad
- ¿Y descubriste algo relevante?, espera quiero que conozcas a alguien –estamos cerca del jardín donde estaba Joey, quiero presentarle a mi primo, lo extraño es que todas sus cosas están ahí pero no veo ni rastro de él, me acerco mas al jardín y lo veo sentado en el filo de una de las fuentes, con sus pies sumergidos en el agua.
- ¿Una ninfa de Zafiris?
- No, es mi herrero personal y mi pareja –sonrió con mucho orgullo
- ¿Tú estás loco?, si tu padre se entera...
- Pero no lo va a hacer, no hasta que llegue el momento indicado, y yo mismo me encargare de decírselo, no lo admitiría en voz alta si no estuviera tan seguro, pero creo que me enamore y no sé qué hiciera con mi vida si el tu estuviera en ella
- A la mierda la guerra, necesito que me cuentes esta historia con más detalles
- Lo sé, tendrá que esperar, tenemos una reunión justo ahora, además aun debo presentártelo
- Con todo el drama y el chisme siento que olvide decirte algo importante, ya lo recordare –la buena memoria nunca a sido un fuerte en Atemu
- Vamos que si no llegamos mi padre se va a enojar.
Joey tendrá que esperar, quería darle una pequeña sorpresa que guardo en mi bolsillo ya varios días, se trata de algo significativo y no quiero dárselo así por así, voy a preparar algo que sea especial para los dos e inolvidable.
Continuara...