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Bajo el Sonar de una Guitarra por 2650Daniel

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El instrumento de madera que llevaba bajo sus manos comenzó a sonar, bajo la mano que lo guiaba, acompañado de una hermosa y dulce voz, que se elevaba por todo el lugar:

Si me dejas ahora, te llevaras el sol...
Y volverá el invierno...

Si me dejas ahora, ¿Como se que lo harás?
Yo moriré despacio, si tu te vas ahora
Ya no quedara nada
Solo un cuarto vació en mi mirada
¿Quién detendrá la lluvia si te vas?

Si me dejas ahora la luna no se quedara...
Con nosotros esta noche...

Si me dejas ahora, como se que lo harás
Entrare en todos tus sueños, en el silencio de tu cuarto
Oirás mi corazón
Y en mis ojos cerrados, se quedara tu amor
Si tu te vas ahora, ¿Qué haré yo?

¿Quién llenara, estas cuatro paredes?
Dime quien me esperara, quien detendrá esta tormenta
De miedo y de soledad, si tu te vas
Si tu me dejas, el mundo se me parara
¿A quien daré, todo lo que tengo?
Si tu me dejas ahora...

Si me dejas ahora, si intentas irte solo
No creas que lo entenderé...

Si me dejas ahora, ¿Como se que lo harás?
Yo moriré despacio, si tu te vas ahora
Ya no quedara nada
Solo un cuarto vació en mi mirada
¿Quién detendrá la lluvia si te vas?

¿Quién llenara, estas cuatro paredes?
Dime quien me esperara, quien detendrá esta tormenta
De miedo y de soledad, si tu te vas
Si tu me dejas, el mundo se me parara
¿A quien daré, todo lo que tengo?
Si tu me dejas ahora...

Se que si te marchas, moriré...
Si tu me dejas, no lo soportaré...

La última nota se quedó temblando en el aire, justo cuando el cielo comenzaba a llorar, parsimoniosamente. El joven que había cantado se acarició la salpicada melena que, húmeda, relucía por culpa de la lluvia. Las gotas emanaron con rapidez cuando sus dedos sintieron los suaves cabellos castaños oscuro.

Un joven de cabello pardo, se acercó corriendo al muchacho que estaba bajo la lluvia pensando únicamente en que  tenía que decirle algo muy importante, no podía guardarlo ni un segundo más. Llevaba mucho tiempo sintiéndolo y era hora de confesarlo. Se quedó parado delante del chico, mojándose por completo, sin poder articular palabra..

Sus ojos recorrieron con parsimonia la superficie de mármol sobre la que estaba situado. Se fijó, más especialmente, en un apuesto joven de pardos cabellos que le miraba fijamente. En su rostro se dibujó un matiz esperanzado, mientras emitía otro acorde con su instrumento.

Dio un paso al frente, mientras cerraba sus ojos, intentando reunir las fuerzas necesarias para lo que estaba a punto de hacer. A paso lento, se acercó al joven, trazando un camino ovalado y situándose a su espalda. Posó ambas manos sobre sus hombros y suspiro, de manera honda y profunda, sin llegar a abrir los ojos.

Las manos del recién llegado lograron que el poseedor del instrumento diera un ligero respingo, seguido de un escalofrío. Se echó hacia atrás, acoplándose en el cuerpo del pardo oscuro, mientras torcía su cabeza hacia atrás, mirándole fijamente.

- Yo... – Su voz sonó temblorosa, al igual que sus manos, que seguramente empezaban a sudar, cosa que se disimulaba gracias a la humedad presente en el ambiente – Yo... Quería... Yo quería.. – Abrió los ojos, mostrando una hermosa mirada, que relucía en todo su contorno, a pesar de que denotaba tristeza

- ¿Ocurre algo? – Preguntó el cantautor, dándose muy lentamente la vuelta. Cogió las manos de recién llegado y las sujetó, intentando que no temblasen, induciéndole algo de confianza para que se calmase. Lo logró parcialmente. Sus ojos se desviaron en cuanto ambas miradas se cruzaron.

- Te... antes de irme... Quería decirte... decirte algo... importante... – Tartamudeaba, pero sacaba fuerzas para continuar hablando, como si una gigantesca mano le señalase al otro muchacho, para que hablase – Yo... Yo... llevaba mucho tiempo... pensando en esto y... quería decírtelo...

- Relájate – Le acarició la parte posterior de las manos, por la zona de los nudillos, mientras se la estrechaba. Le miraba con sus ojos esmeraldas, que centellearon varias veces, penetrando en el interior del muchacho, intentando conocer las palabras que estaba a punto de recitar, si reunía fuerzas para ello

- Bueno... – Respiró hondo y, cerrando sus ojos nuevamente, habló, ahora con algo mas de fuerza – Mira... Como ya he dicho... llevaba mucho tiempo pensando en una cosa que quería decirte... Y no me hubiera sentido bien si lo hubiese hecho sin decirte nada...

- ¿Y que me querías decir? – Ya intuía la respuesta, pero el prefería que el otro chico se explicase, que lograra expresarlo, que lograra quitarse ese enorme peso de encima, pero era algo que debía hacer el, sin la ayuda de nadie mas. Solo de si mismo

-  Tu bien sabes que nos conocemos desde hace tiempo... – Suspiró – Y que hemos compartido muchos momentos.. Malos y buenos... Pero quiero que sepas que para mi... ninguno de esos momentos ha sido malo... Para mi... Han sido los momentos mas maravillosos de mi vida...

Al parecer, esperaba que el cantautor dijera algo, pero sus labios estaban sellados. Esperaba a que el otro muchacho terminara su alegato, para empezar el, pero eso fue un error, porque el muchacho dubitativo paró de hablar y miró al suelo, despidiendo un curioso gesto de dolor por su rostro.

- Bueno... – Su nerviosismo había vuelto, aunque mas que nerviosismo, era tristeza – Yo solo quería decirte eso... Veo que estas algo ocupado, así que te dejare solo... Siento... Haberte molestado... Perdóname... – Se giró, tras sonreír, algo que le costó muchísimo. Le acarició las manos y comenzó a andar hacia la salida

Se detuvo un segundo antes de cruzar el umbral de la salida, teniendo la intención de volver su rostro hacia atrás, esperanzado. Pero ese momento nunca ocurrió. Agachó la cabeza y salió del balcón. El otro muchacho, el de melena castaña oscura, dejó la guitarra sobre el lugar en el que estaba sentado. Giró con rapidez. Y corrió. Corrió duramente y a una velocidad que nunca habría creído posible. Llegó al extenso y ancho pasillo. Miró a todos lados y solo pudo ver un punto negro al fondo que emitía un extravagante sonido de llanto, y que se movía mas rápido que el. Gritó su nombre desde donde se encontraba, con tal fuerza que hasta los cristales se removieron por un instante, superando incluso el sonido de la lluvia. El joven se detuvo y se volvió. Corrieron a la vez, hasta el centro del pasaje. Se detuvieron uno muy cerca del otro. El de los ojos verdes, mas alto, cogió las manos del otro entre las suyas propias, mirándole con intensidad. Las movió hacia arriba, colocándolas alrededor de su cuello, mientras el hacia lo propio, pero alrededor de la cintura del otro.

- Te amo... Te amo con toda mi alma... Quería decírtelo, pero algo me lo impedía... Te amo...- Al fin lo había dicho, con mucha fuerza y energía. Le había costado, eso si, pero ahora se sentía mucho mejor, como si nada en el mundo pudiese estropear semejante momento

Su corazón lloraba. Su alma gemía. Pero no era un sentimiento malo. Al contrario. Había esperado demasiado tiempo para oír esas palabras, pero su imaginación nunca llegaba a tanto para imaginarse la emoción del momento. Sonrió, con seguridad, muy feliz.

Ambas miradas se entrecruzaron. Ojos verdes y ojos castaños combatían en una batalla sin tregua por superar su temor secundario y dar el primer paso. Ambas miradas relucían, llenas de felicidad. Al cabo de un par de minutos sin hablar ni apartar la vista, el mayor llevó la delantera. Acercó muy lentamente su faz nívea a la tez pálida, pero rociada, del otro, debido a la lluvia. Sus labios rojos se unieron con los jugosos y de color carne del de cabello corto, en un movimiento muy tímido y despacio, al principio, mientras la lluvia luchaba por separarlos, algo que a ninguno le importaba. Con el paso del tiempo, fueron cogiendo mas confianza en aquel beso entre dos, contendiéndose sus lenguas con un frenesí que reflejaba las ganas que tenían ambos muchachos de intercambiar semejante regalo, que solo pueden entregar aquellos que aman y son amados. En un beso que parecía no tener fin, los sentimientos salían a flote como la lava de un volcán al entrar en erupción. Pero poco a poco, llegaba el momento de separarse, algo que retrasaban en la mayor medida posible. Cuando lo hicieron, con pesadez, se quedaron abrazados, mirándose en la inmensidad de amor prohibido.

- Te quiero...

- Te quiero...

Se sonrieron mutuamente tras cruzar sendas palabras, que los unirían por toda la eternidad, en un viaje hacia lo etéreo, hacia el jardín del edén, hacia donde los dos irían cogidos de la mano, sonriendo a la par, sin dudar ni un solo instante en su amor inquebrantable...

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