Siento tu suave piel,
Tan delicada y de embriagante aroma,
Provoca en mi un sin número de corrientes eléctricas.
Tus ojos me hipnotizan como los de una serpiente a su presa,
No entiendo qué me sucede, solo sé que mi cuerpo a perdido el control de si mismo,
No me escucha, pero por otro lado estoy contenta...
No quiero detenerme.
Si han pasado unos segundos o unas horas no lo sé,
Pues al sumergirme en el brillo de tus ojos he perdido todo contacto con la realidad...
Siento en tu cabello un suave aroma que no sabría describir,
Pero me importa tan poco este inconveniente que sólo me atrevo a decir "delicioso"...
Me acerco a tus labios sin llegar a tocarlos, pues tu eres mi templo de adoración,
Tocarte sería profanar lo prohibido, he ahí lo excitante del juego,
Besarte sin tocar tus labios, abrasarte sin estrechar tu cuerpo, hacerte llegar al orgasmo sin siquiera poner una mano sobre tu perfecto cuerpo...
Eres el más grandioso de los manjares,
Un pecado hecho vida, invitando a todos a probarte.
¡Oh mi dios!,
¿Te apiadarás acaso de nosotros?,
El poner aquí tan suculento manjar y no dejárnoslo probar ha sido uno de los actos más exquisitamente amargos que has hecho.
¿Cuánto tiempo más he de resistir?,
La palabra tentación fue creada para ti exclusivamente...
Cómo deseo poder tocarte, besarte, amarte...,
Oh mi dios,
Como deseo poder probar el sabor de tu cuerpo, fundirme en uno contigo...,
Si tan solo pudiese hacerte mío, oh dulce tentación.
Si un día pudiera abrasarte,
Si una tarde pudiera besarte,
Si una noche pudiera amarte...,
Sé sin duda alguna que esos instantes serían los más valiosos de mi vida.
Pero esto no es posible, por lo que sólo deberé contentarme con tenerte en mis sueños,
Ya que en ellos nadie sabe lo que siento, nadie puede decirme nada...
En mis sueños todo es fantasías, y en el mundo de las fantasías tú eres mío...,
Oh dulce pecado..., mi bello y exquisito pecado...
Terminó de leer la nota que le habían mandado, y que para mala suerte el profesor había notado, obligándole a contar frente a toda la clase lo que decía el papel. Estaba más que rojo y miró disimuladamente a quien le había mandado la nota, encontrándolo con la mejor de sus sonrisas y una mirada depredadora en los ojos. El profesor le dijo que se sentara, estaba tan rojo como el mismo, por lo que le costo bastante poder continuar la clase. Al toque de campana todos salieron más silenciosos que de costumbre, mirándome y murmurando cosas sobre mi y el supuesto pretendiente que me había enviado la carta. Por mi parte lo único que atine a hacer fue salir corriendo de allí en busca del maldito que me había escrito la carta, pues sin darme cuenta él se había ido al instante en que se dio por finalizada la clase.
Subí a la azotea y lo encontré tirado en el suelo, me acerque y sin previo aviso lo bese, el abrió los ojos sorprendidos, pero al verme lo único que hizo fue son reír mientras atrapaba mi cintura acercándome más a su cuerpo y profundizando el beso.
-pagarás el haber provocado que leyese esa carta frente a toda la clase- le dije mientras le miraba con reproche, a lo que él tan solo me sonrió de forma descarada y me tiró al suelo poniéndose sobre mi
-¿y cómo debo pagarte esta vez amor?- sentí como comenzaba a besar mi cuello y desabotonar la camisa de mi uniforme
-no lo sé, ¿por qué no usas la imaginación?, seguro y se te ocurre algo, después de todo, eres muy inteligente- le sonreí de forma picara mientras lamía sus labios
-sorpréndeme...-
-él tan sólo sonrió divertido y me miró con lujuria y pasión desbordando por los ojos
-como desees amor mío, hasta ahora no lo hemos hecho en la azotea del colegio...- me quito la ropa con rapidez y rudeza, para luego comenzar a esparcir besos húmedos por todo mi cuerpo
-ahh...mhh..., siempre...¡ah!...hay una primera vez para todo, ¿nee, dulce pecado?-
-así parece mi Dios egoísta, así parece...