*****************************************EDWARD**************************************************
“Estoy sólo, no hay absolutamente nada alrededor, ¿Qué es esta paz? ¿Estoy acaso en el olvido?
¡Quiero salir! ¡Quiero verlo! ¡Quiero ver a Roy! ¡Déjame salir!
¡Si estoy dormido quiero despertar! ¡Ya no quiero estar aquí, en esta oscuridad!
¡Tengo miedo!
¡Roy!
¿Dónde estas?
¿Qué es ese sonido? ¿¡Acero chocando!? ¡Si!
¡También se escuchan gritos a lo lejos!¿¡Están peleando!?
¡No le hagas daño!
¡No!
Abrí mis ojos con lentitud, todo se veía borroso, mi cuerpo no respondía del todo, me sentía entumido. El sonido de acero chocando era lo que me mantenía despierto, parpadee un par de veces más, mi visión mejoró, pero lo que vi era espantoso.
Roy y Envy estaban enfrascados en un combate, ambos chocaban sus espadas: uno para defender su vida, el otro para matar a su rival. Me levanté, cuando vi aquello no pude hacer otra cosa que correr en dirección al duelo. Si no me daba prisa, perdería aquello que tanto amaba.
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Roy estaba en el suelo, cerró fuertemente los ojos para no ver el golpe que terminaría con su existencia, pero este nunca llegó, en vez de eso sintió una gota de líquido caliente caer sobre su mano, abrió los ojos para ver una imagen dolorosa.
El combate se detuvo, sangre caliente manchaba el pasto verde.
-¿Por qué? –Envy estaba horrorizado, él mismo había atravesado el pecho del rubio, el objeto de su amor, de su obsesión. La espada que el joven delgado sostenía se desvaneció, haciendo que Ed se dejara caer su peso hacia el que le perforó el cuerpo.
-Lo…lo siento…-El pequeño aún tuvo fuerzas para levantar la cara y regalarle una sonrisa cálida, pero igualmente triste –no…quise hacerte…sufrir, ¿me…perdonas?
El demonio no se lo podía creer, casi le arrebata al pobre muchacho lo que más amaba en el mundo y, aún así, ¿le estaba pidiendo disculpas? Envy no lo soportó, dejó el pequeño cuerpo recostado sobre el pasto, se levantó y se dio la vuelta, dispuesto a marcharse cuando algo lo detuvo.
-¡¡¡Ed!!! ¡Ed, no te mueras, no me dejes mi niño! –Roy por fin había reaccionado, estaba al lado del chiquillo intentando que no cerrara los ojos y lo abandonara. Lo tomó en sus brazos y lo estrujó contra su pecho.
-No te preocupes, no va a morir –Envy le hablaba de manera fría, pero había algo de dolor imprimido en sus palabras. –Las hadas no pueden morir de esa manera, ellas solo mueren cuando su corazón lo hace. Tan solo observa sus heridas.
Roy no quería hacer caso a ese ser, pero se tragó su orgullo y examinó la piel bajo la ropa manchada de carmesí, las heridas ya no estaban.
-Si sabes que no va a morir ¿por qué no aprovechas y te lo llevas? Si quisieras podrías matarme fácilmente ahora que estoy cansado –Había algo ahí que no cuadraba, hace algunos momentos el demonio estaba dispuesto a todo, pero ahora había renunciado y le dejaba al chico.
Envy volteó la cara, sin dejarse mostrar del todo, pero en esa posición se dejaba ver que frías lágrimas corrían por sus mejillas.
-Aunque me lo lleve y haga que se olvide de ti, él nunca lo daría todo por mi. –Hizo un movimiento con la mano izquierda y un portal apareció, del otro lado se veía la casa del moreno –Ahora vete, tienes poco tiempo antes de que cierre por completo los ojos.
Roy le hizo caso, no odiaba a aquel tipo por lo que hizo, simplemente sentía profunda tristeza, a pesar de todo sabía que no era del todo malo o cruel como le habían dicho, tan solo tenía sus motivos. El moreno alzó a Edward en sus brazos mientras hacía que se quedara despierto, entró corriendo por el portal y desapareció de la vista del demonio al cerrarse el mágico corredor.
Envy observaba con tristeza y dolor al cielo, sacó una pequeña botella y bebió su contenido. Se quedó de pie ahí un momento más, miró el objeto que tenía en la mano y lo arrojó al suelo, se dio la vuelta y desapareció en las sombras dejando atrás la botella que todavía tenía restos de aquella agua verdosa.
******************************************************************************************************-Me pregunto si estarán bien.
Winry estaba sentada en el banco del jardín, se había cansado de volar por toda la casa y había salido por la ventana que se encontraba cerca del piano. Desde la banca se podía observar perfectamente la salida del bosque. Estaba más que preocupada por su hermanito y por Roy, hacía bastante tiempo que se encontraba sin saber de ellos. Estaba por amanecer.
Cerca de la casa aparecía un brillante portal, de éste cruzaba Roy sosteniendo a Ed en sus brazos, cundo vio esto Winry quedó petrificada, el moreno llegó a donde estaba la rubia.
-¿¡¡Qué le pasó!!?
-Me protegió, Envy estaba a punto de matarme y me protegió. ¿Qué le va a pasar?
-Las hadas no podemos morir a menos que nuestro corazón muera, para él tú eres su corazón.
Roy suspiró aliviado, pero ese alivio no le duró mucho.
-Sin embargo –La rubia hada continuó mientras hacía que su hermano conservara los ojos abiertos –cuando nuestro cuerpo es herido de esta manera, perdemos demasiada energía. La única manera de reponerla es durmiendo.
-¿Entonces tan solo tiene que dormir? –Acarició el rostro del pequeño con cariño.
-No es tan fácil, las heridas que le causaron parece que fueron demasiado para él.
-¿Qué quieres decir?
-Que dormirá cinco años como mínimo. ¿Estas dispuesto a esperar a que despierte y cuidarlo todo ese tiempo?
-Si él esperó tantos años sólo para verme de frente ¿por qué no he de esperar yo a que despierte?
En Roy no había duda, no iba a dejarlo solo, no después de la muestra de amor que le había dado. Una frágil voz hizo que el moreno y Winry voltearan su vista hacia el rubio.
-Roy…tengo mucho sueño…pero tengo miedo. –El rostro de Ed reflejaba cansancio, deseos de dormir.
-¿De qué tienes miedo mi niño? –Lo abrazó más a su cuerpo sin dejar de dedicarle una sonrisa llena de amor.
-De despertar y que…ya no estés conmigo. ¿Me quieres?
-Claro que te quiero, eres lo que más amo en este mundo.
-¿Vas a estar…conmigo cuando despierte?
Roy estaba a punto de llorar, le dolía que aquel pequeño temblara de miedo, y no cualquier miedo. Temblaba tan solo de imaginarse abandonado.
-Claro que voy a estar contigo. –Una lágrima silenciosa se deslizó por su rostro, pero no terminó su recorrido porque una manita la detuvo.
-No quiero que llores, quiero…que sonrías para mí. –Roy dejó de llorar al instante para regalarle al chico lo que pedía.
-Vamos adentro, ahí dormirás más cómodo.
-No…quiero dormir aquí…frente a tu ventana…quiero escuchar…la melodía que tocas para el sol.
-Te equivocas, esa melodía es para ti, siempre fue para ti, mi pequeño sol.
-¿En serio?
-En serio –Besó sus labios con un tímido y delicado toque.-Soy feliz.-El niño sonreía con dulzura y mucha alegría, aunque no se dejaba de notar esa hermosa inocencia.
-Me alegra mucho, quiero que seas feliz.
-Por favor…déjame en el suelo…estoy cansado.
Roy dejó con cuidado al pequeño en el suelo, de pronto, al tocar el suelo, el cuerpo desapareció. En el lugar donde había depositado a su niño ahora crecía a gran velocidad un rosal, cuando hubo terminado de crecer el tallo, las hojas y las espinas comenzaron a brotar. Justo en la punta de la hermosa planta, un pequeño botón se abría, pétalo por pétalo se iba acomodando hasta que la bella rosa se abrió por completo. Una rosa blanca, de un color tan limpio y puro como lo era aquel chiquillo.
El moreno seguía de pie observando la magnífica planta.
-Cuídalo bien, yo ya me tengo que ir. –El hada rubia emprendió el vuelo, dejándolo solo.
El sol estaba empezando a salir, poco a poco el cielo fue perdiendo oscuridad, la luna se desvanecía. El viento comenzó a soplar como en un susurro, llevando consigo una súplica.
“Toca para mi”
Roy escuchó lo que aquel murmullo impreso en el viento le pedía, entró a la casa, se dirigió a la sala y se sentó frente al piano. Preparó sus manos y cuando estuvo listo comenzó el movimiento elegante de sus ágiles manos, aquella alegre e inocente melodía flotaba hasta llegar a aquella solitaria rosa.
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Afuera el frio era cruel, pero no tanto como para hacer que aquella rosa se marchitara, aquella flor no se mantenía con el calor de las estaciones, se mantenía viva gracias al calor de un corazón y a los sentimientos impresos en aquella melodía que resonaba en el silencio del invierno.
“Dedico esta melodía a mi sol, mientras espero a que despiertes recuerdo esa dulce sonrisa que me regalaste antes de cerrar tus hermosos ojos en aquel amanecer de primavera”
Aquel hombre pensaba aquellas palabras en aquel amanecer de invierno, mientras tocaba esa melodía cargada de alegría e inocencia para aquella hermosa rosa que le recordaba el pacto de amor que compartía con aquel frágil jovencito que alguna vez encontró llorando en el bosque.
Se prometió tocar cada día al amanecer para él, para recordarle lo mucho que lo amaba, para decirle con sonidos y sentimientos que se le estaba entregando en cuerpo y alma, para demostrarle que lo esperaba ahí, para verlo despertar.
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En el cielo la luna mostraba su belleza a todo su esplendor, en la colina aun seguía de pie ese árbol que había sido testigo silencioso de tantas cosas que pasaron hace años, aquella colina conservaba aquel color esmeralda que sólo se desvanecía en invierno, pero ahora, en primavera se le veía verde, como siempre.
El silencio pacifico de esa noche sólo se vio cortado por dos voces, una le juraba a la otra.
“A ti hago entrega de mis alas y con ellas mis poderes, mis sueños, mis anhelos, mi corazón y mis sentimientos. Eres dueño de todo lo que soy y lo que será de mí, me olvido de lo que fui y me entrego a tus deseos y sentimientos por toda la eternidad. Es la muestra de mi amor eterno.”
“Con gusto las recibo, con mis besos te haré saber que te quiero, con mis abrazos que te protejo, con mis caricias que te deseo. Eres mío, yo soy tuyo, mi alma te pertenece, mi corazón es de tu propiedad. Te entrego mi cuerpo y mi ser para que hagas con ellos lo que desees, mi pasado no existe, mi futuro está en tus manos. Es la prueba de mi amor y devoción eternas.”
Aquellos juramentos quedaron grabados para siempre en el viento que los envolvía con su manto fresco.
FIN