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Melodia Para el Sol por Marieth

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Notas del capitulo:

Aqui estoy otra vez! Les tengo el capítulo siete! Espero no estarlos aburriendo con tanta ternura y dulzura, pero eso es lo que ocurre por reprimir el sentimiento romántico tanto tiempo (no pregunten).

Espero les guste.

-¿Dónde se habrá metido aquella bruja? –Envy se encontraba sentado en la rama de aquel árbol que se encontraba sobre la Colina de la Luna Llena, un lugar desde el cual se podía observar la luna en todo su esplendor, estuviera llena o no, siempre era una vista diga de verse. Al que tenía la apariencia de un joven se le podía ver con un claro gesto de aburrimiento.

-Aquí estoy, ¡Y no me digas bruja engendro! –Un cuervo se posó elegantemente sobre una de las ramas grandes que había cerca de la que sostenía a Envy y, poco a poco, se fue transformando en una mujer.

-Cállate, ¿Y? ¿Dónde está?

-Ah, gracias a su hermana pude encontrarlo; está en la casa que está cerca del bosque, en la que vive aquel pianista, pero aún no puedo traerlo.-Dijo Lust con una mueca de cansancio y fastidio.

-¿Es que acaso tan difícil es acercarte como cuervo y traértelo? –Envy estaba que no soportaba tener subordinados tan inútiles como ella. ¿Por qué simplemente no lo hipnotizaba y lo obligaba a seguirla?

-No es eso y lo sabes, el niño todavía no encuentra sus alas. Sabes qué el único que puede reconocerlas es él, para nosotros el cristal no sería diferente de cualquier otra joya.

-Entonces no tengo de otra –Dio un brinco y cayó limpiamente sobre sus pies en aquel pasto color esmeralda –Tendré que esperar.

-¡Ah!, a propósito, ¿sabías que tienes competencia?

Aquel comentario sacó de su tranquilidad a Envy, ahora estaba que se lo llevaba el diablo.

-¿¡QUÉ ESTAS DICIENDO ESTÚPIDA!?

-Lo que oíste. –Dijo la mujer con toda la tranquilidad del mundo.

-¿¡Quién!? ¿¡QUIEN ES!?

-El humano que lo recogió, deberías ver cómo le habla y lo mira, es simplemente ‘tierno’ –Hizo énfasis en aquella palabra.

-¿¡ASÍ QUE UN HUMANO ESTÁ TRATANDO DE QUEDARSE CON LO QUE ES MIO!? –Su ira podía verse tanto en su tono de voz como en los puños heridos de los cuales ya brotaba un líquido azuloso por la fuerza ejercida sobre ellos. -¡NO LO PERMITIRÉ!

-Yo que tú hacía algo. –Aquel comentario calmó un poco al furioso demonio y tomó una pose pensativa.

-Creo que tienes razón, haré algo yo mismo. Ya no es necesario que te metas en esto. –Comenzó a caminar hacia la sombra que el árbol producía para desaparecer en ella, pero una voz lo detuvo.

-¡Espera! ¿Qué hay de mi pago?

Envy sacó una esfera roja que despedía un brillo verdoso y se la arrojó.

-Toma, y que te quede claro que nadie debe enterarse de esto o yo mismo te destrozo. –Desapareció en la sombra del árbol después de decir aquello.

-Un placer hacer negocios contigo. –Desapareció de la misma manera que su líder.

*******************************************************************************************************

 Todavía no amanecía completamente, se podían escuchar dos respiraciones en aquella habitación. Los rayos del sol que nacía en el horizonte comenzaba a lanzar sus rayos, mismos que entraban por la ventana sin cortinas; aquellos dieron de lleno en el rostro de aquel apuesto hombre de cabellos negros como la noche, haciendo que el sueño desapareciera poco a poco. Abrió lentamente sus ojos, al terminar de acostumbrarse a la poca luz intentó levantarse, pero unos pequeños brazos alrededor de su cintura se lo impidieron. Apartó suavemente aquel cálido cuerpo, se incorporó poco a poco intentando no despertar a ese pequeño que dormía plácidamente en su cama. Lo observó por unos momentos, el cabello rubio derramado sobre la almohada, sus bracitos dando un abrazo a un cuerpo que ya no estaba, su cara que denotaba tanta paz y que al mismo tiempo mostraba una pequeña sonrisa; se hallaba vestido con un piyama que era de Roy y que tenía años que no se ponía. No pudo evitar sonreírle con ternura.

El mayor recordaba que, ya entrada la noche, el chiquillo se había colado en su cuarto y se había acostado a su lado, Ed se abrazó suavemente al moreno y se quedó dormido. Roy estaba acostado de espalda a la puerta y de frente a la ventana, pero no estaba dormido, no le importó que aquel niño buscara su calor, al contrario, le había gustado y lo hacía feliz.

Dejó a aquel hermoso ser sumido en sus sueños, se vistió con unos pantalones negros y una camisa blanca de manga larga, no se puso sus zapatos en la habitación para evitar hacer ruido y salió dejando abierta la puerta. Bajó las escaleras y se dirigió a la habitación en la cual descansaba el piano en silencio.

Como si fuera en la lejanía, se escuchaba una hermosa melodía que transmitía alegría e inocencia, aquella que desde hacía unos años escuchaba de lejos, aquella que pedía escuchar cada amanecer de su vida.

Edward lentamente abrió los ojos, recordando dónde estaba se levantó de golpe para salir sin que el dueño de aquella habitación se diera cuenta, pero su sorpresa fue enorme al ver que aquel hombre de ojos negros no estaba. Hasta pasados unos segundos se percató de aquel hermoso sonido que provenía de abajo. Se levantó y se dirigió primero a la otra habitación para vestirse con lo que le había prestado Roy: unos pantalones azul marino y una camisa de manga corta de color negro. Habiéndose cambiado el piyama bajó con cuidado de no hacer ruido, pero en sus pensamientos sólo estaba una duda.

“¿Acaso será él? Tocan la misma melodía, pero… ¿será la persona que busco? ¡Tengo que averiguarlo y solo hay dos cosas que me lo confirmarán!”

No se dio cuenta del momento en el que había llegado a la habitación de la cual venía aquella música. Simplemente se quedó disfrutando de cada nota, de cada movimiento que daban esas ágiles manos. Cerró los ojos y se dejo llevar hasta que la música se detuvo. Abrió los ojos para averiguar la razón de aquella interrupción tan repentina, se puso rojo, aquella persona lo estaba viendo fijamente. No se le olvidaba el hecho de que se había metido sin su permiso a su cuarto y acostado en su cama.

-¡Discúlpame! –Decía mientras se inclinaba pidiendo perdón- ¡No quise…! –Una risa lo detuvo.

-¡Ja, ja, ja! ¿De qué te disculpas? Yo soy el que debe disculparse por despertarte tan temprano por la mañana. –Dijo Roy en tono afable. Sabía de qué se disculpaba Ed, pero prefería no mencionar nada para no mortificar al niño.

-Gracias. –El rubio se había dado cuenta de las intenciones del otro y se lo agradecía profundamente.

-Espera un momento, en seguida haré el desayuno. –Se disponía a ponerse de pie cuando una súplica lo detuvo.

-No te levantes, por favor sigue tocando.

-Pero debes tener hambre.

-Si es por el desayuno yo lo hago. –Sonrió y se fue corriendo a la cocina sin dejar al otro replicar siquiera.

Roy volvió al piano sintiéndose feliz, se sentó y concluyó aquella pieza que había quedado en el olvido. Después de eso se levantó y se fue hacia el comedor, se sorprendió de lo bien puesta que estaba la mesa, todo se veía delicioso. El desayuno consistía en avena caliente con algunas nueces, en un pequeño tazón había fruta picada junto a un recipiente de lo que debía ser crema dulce, en un vaso había un líquido de color rosado que olía a flores. Ed salía de la cocina en aquel momento, observaba con cuidado a Roy, aquella duda no se alejaba, pero no dejaba que el otro se diera cuenta de ello. Por fin decidieron sentarse a desayunar.

-No sabía que supieras cocinar, eres una caja de sorpresas. –Probó algo de la avena –Está rica.

-Gracias, tuve que aprender. Winry, mi hermana mayor, cocina fatal. Recuerdo que una vez terminé enfermo por una semana cuando comí de los brownies que hizo. –Aquel sabor a chocolate quemado no se le olvidaba.

-¡Ja, ja, ja! –Calmando un poco la risa reaccionó –Tampoco me habías dicho que tenías hermana. ¿Cómo es?

-Pues es algo temperamental y sobre protectora, pero es muy dulce y me quiere mucho, después de todo es mi única familia. –Le agradaba recordar a la que lo cuidaba desde que había nacido. -¿Y tú? Tampoco me has dicho de tu familia.

-Mi padre era alguien muy estricto, pero no dejaba de preocuparse por mí, murió cuando tenía doce años. Y mi madre, por el contrario, era muy consentidora, siempre tenía algo en el horno para mí. Pero cuando mi padre murió ella se deprimió mucho y al final murió cuando yo acababa de cumplir los dieciséis. –Roy estaba un poco triste, pero no quiso que el pequeño se diera cuenta, así que optó por darle un trago a su bebida. Tenía un sabor algo raro: al principio se sintió fresca en su boca, después de pasarla por su garganta sintió una sensación cálida, su sabor era dulce, sólo atinó a recordar algo al saborearla. –Primavera.

-¿Eh? –Ed lo miraba confundido.

-A eso sabe. ¿Qué es? –Se refería al líquido rosado que acababa de recordarle su estación favorita.

 -Lo llamamos rocío de primavera.

Mientras seguían conversando de cosas triviales terminaron su desayuno. Ed estaba recogiendo los platos cuando tocaron a la puerta, Roy fue a abrir, estaba la puerta entreabierta cuando se escuchó un estruendo en el recibidor acompañado de un grito.

-¡Ya nació! ¡Es hermosa, tienes que venir a conocerla! –Un hombre de lentes se había abalanzado sobre un desprevenido moreno y habían terminado en el suelo.

-¿¡De qué estas hablando!? ¡Y hazme el favor de quitarte de encima que me aplastas!

-Roy ¿Qué pasa? –Ed salió de la cocina para averiguar la razón del escándalo, lo que vio fue algo cómico: Hughes y Roy estaban en el suelo, el primero se encontraba apretujando al otro. Trató de reprimir una sonora carcajada que en ese momento intentaba escaparse se su boca.

Ambos hombres se levantaron, y Maes corrió hasta pararse frente al rubio, lo miró fijamente para luego, en un rápido movimiento, estrujarlo en sus brazos con fuerza a penas dejándolo respirar.

-¡Fue niña! ¿Cómo lo supiste? ¿Cómo supiste que iba a nacer hoy?

-Si me…deja respirar…se lo digo. –Ed ya se estaba poniendo azul cuando el otro lo soltó. –Ah, creí que moría.

-Lo siento, pero respóndeme por favor.

Roy se estaba poniendo nervioso, ¿Acaso Ed pensaba contarle todo?

-Supe que iba a nacer hoy porque su esposa dijo que el bebé no dejaba de moverse, así que supuse que se estaba acomodando para el parto. –Los dos hombres lo miraban asombrados –Y adiviné que iba a ser niña porque el vientre de su señora se veía redondo, cuando es niño la forma es diferente (Le doy las gracias a la mamá de mi amiga Cecy que me dijo esto, no se si sea verdad pero no tenía otra idea de cómo se adivina el sexo del bebé).

Los dos amigos no cabían en su asombro, aquel chico los había dejado con la boca abierta.

Maes los había invitado a conocer a la pequeña Elisya, pero se negaron haciéndole ver que sería mejor no molestar a su esposa, pues estaría cansada después de dar a luz. Hughes se despidió de ellos dejándolos a solas. Luego el rubio y el moreno se dirigieron juntos a la sala, estaban en silencio hasta que uno lo rompió con su voz.

-Roy, ¿Te puedo peguntar algo?

-Claro.

-La pieza que tocabas en la mañana, ¿la compusiste tú?

-Si, fue la primera que compuse, mi madre se puso muy contenta cuando la escuchó.

-Y ¿por qué la tocas cada amanecer?

-Francamente no lo sé, simplemente siento que la estoy tocando para alguien que me lo pide –Sus palabras sonaban extrañas, como si se estuviera dando cuenta de algo. –Eso me recuerda…

-¿Qué?

-Después del funeral, mi madre se sentó en el piano y comenzó a tocar, dijo que mi padre se lo había pedido esa mañana. Yo sabía que eso no podía ser porque, bueno, él había muerto.

-A veces las súplicas fuertes quedan grabadas en el viento. “Va una”

-Tal vez tengas razón, pero lo extraño fue que también se puso a cantar. –Se sentó frente al piano y miró fijamente hacia las teclas – ¿Te gustaría escuchar lo que mi madre tocó aquella vez?

Ed sólo asintió, le daba mucha ternura ver a Roy hablar de sus padres, le recordaba a su propia familia, aquella que era la única que lo esperaba en casa.

Con movimientos lentos al principio comenzó a tocar, lo que lo sorprendió fue escuchar al rubio cantar la misma canción que su madre había interpretado aquella vez. Se extrañó de eso, nadie la conocía, nadie que no fuera él o Maes. No se detuvo, siguió tocando mientras escuchaba a Ed cantar (La canción se llama Melodies of Life, es la canción de Final Fantasy IX. No la puse completa, tan solo puse la letra que se ajusta al tamaño de la versión en piano):

Alone for a while I’ve been searching through the dark

For traces of the love you left inside my lonely heart

To weave by picking up the pieces that remains

Melodies of life—love’s lost refrain

Our paths they did cross, though I cannot say just why

We met, we laughed, we held on fast, and then we said goodbye

And who’ll hear the echoes of stories never told?

Let them ring out loud till they unfold

In my dearest memories, I see you reaching out to me

Though you’re gone, I still believe that you can call out my name

A voice from the past, joining yours and mine

Adding up the layers of harmony

And so it goes on and on

Melodies of life

To the sky beyond the flying birds—forever and beyond

If I should leave this lonely world behind

Your voice will still remember our melody

Now I know we’ll carry on

Melodies of life

Come circle round and grow deep in our hearts

As long as we remember

Al terminar la melodía ambos se miraron, estuvieron en silencio largo rato hasta que Roy habló.

-¿Cómo conoces esa canción?

-Simplemente la recordé, tiene algo que ver con lo que busco.

El moreno no quiso hacerse falsas ilusiones, no quería imaginarse que aquel rubio lo estaba buscando precisamente a él y luego darse cuenta que estaba equivocado.

-No sabes cuanto quiero encontrar a esa persona, pero de nada me sirve hallarlo si no tengo mis alas, sin ellas no puedo entregárselo todo.

“Entregarlo todo” Esas palabras habían hecho que Roy recordara algo, aquella voz de su sueño, aquella que le había pedido fuera al valle. Tenía deseos de saber qué encontraría ahí, algo que haría feliz a aquel que quería entregarlo todo. ¿Estaría ahí la persona que Edward estaba buscando?

Notas finales:

¿Qué creen que pase después?

Esperen el próximo capítulo para que lo vean (ya parezco comercial, je)

También esperen proximamente otro fic mio!

Necesito liberarme de mi romanticismo. ¡Quiero volver a escribir sobre muertes y engaños!


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